Mimi Honda Cuando Liza comentó que la masa que yo había hecho tenía buena pinta no pude evitar que mis mejillas ardiesen. Que mi corazón se acelerase. Me sentía orgullosa de mí misma. Era un poco vergonzoso... pero había logrado algo más o menos decente. En la cocina. Yo. Que nunca había entrado en una cocina más que para exigirle al servicio. —No te comas eso... está crudo—le comenté con una expresión de circunstancias, ligeramente asqueada cuando ella decidió probar la masa. Pero no pareció prestarme atención. Se acercó al horno—supuse que era un horno— y estuvo tecleando un tiempo una temperatura adecuada para la masa. Por su parte Dante nos ofreció un colador... o algo así. Era un instrumento plateado con pequeños agujeritos en el fondo. Al parecer solo teníamos que añadir allí el resto de ingredientes y esperar a que cayesen sobre la masa... ¿dándole golpes? —¿Hay que golpearlo?—cuestioné con cierta duda enarcando una ceja con escepticismo—. ¿Puedo imaginar que es la estúpida cabeza de mi estúpido hermanastro? Lo hará más fácil. Aunque quizás eso no sea tan solo un "golpecito". Añadí en voz baja, reflexiva. Probablemente terminase por romper el colador o arruinar la masa. Quería matarlo. Y no. Un cuerno de Tauros. No me iba a fastidiar mi logro culinario. Ese era mi momento para dejar la mente en blanco. Chasqueé la lengua. >>Como sea. Tomé el colador y empecé a darle golpes con la palma de la mano. No era una tarea complicada. ¿No era eso lo que llamaban tamizar? —La última vez que comí cupcakes tenían crema batida y trozos de fresas... aunque creo que en realidad era una panna cotta... Estaba deliciosa con té Earl Grey.— empecé a hablar mientras me aseguraba de no golpear el colador demasiado fuerte, con una pequeña sonrisa en los labios—. La próxima vez podríamos preparar un éclair. Es mi postre favori— ¿No estaba hablando de más? Me sentía algo más tranquila, suponía que eso me soltaba la lengua. Un momento... ¿la próxima vez? Alcé la mirada con las mejillas ardiendo. Sí que había hablado de más. ¿La próxima vez? ¿Quería repetir esa experiencia? Y aunque así fuese... ¿por qué tenía que saberlo Dante? Me sentí terriblemente vulnerable y expuesta por un segundo. ¡No quería dar la impresión de estar disfrutando aunque realmente lo estuviese haciendo! Hubo un breve silencio y entonces aparté bruscamente la mirada. —Es... S-solo... No importa—balbuceé con cierto tono digno, orgulloso, apartando también el colador del bol—. Esto ya está. ¿Qué sigue ahora?
Lucas Diamond Había entregado ya la pokédex en la recepción de la torre desafío cuando está empezó a vibrar. "Un mensaje", pensé. Le pedí al recepcionista que me la devolviera antes de inscribirme, por si era importante. Y así fue: Karina nos comunicaba cierta información acerca de los Pokémon legendarios que conocían, y su paradero. Ellos habían trabajado durante mucho tiempo con muchos de ellos, así que supuse que su información era fiable. Lamentablemente, aquel ascensor tan particular debía esperar. Algo me reclamaba. Una cuenta pendiente que dejé a medias en Sinnoh. Algo que debía llegar a lograr. Dialga... Durante mucho tiempo lo busqué, pero no pude hacerme con él. Y ahora sabía que estaba aquí, ¿debería intentarlo acaso? No perdía nada por probar, al menos. Desde Témpera liberé a Latios y le pedí que me llevará a ciudad Aerosol, donde sabía que se encontraba una tienda de antigüedades. Quizás allí pudiera encontrar la famosa Diamansfera. Tal vez todo lo que ocurrió en Sinnoh y todo lo que trabajé por encontrar a Dialga fuera solo una ilusión... Pero sentía que debía hacerlo. Y mis sentimientos eran reales.
Dante Miles Llevó su mano a su nuca un tanto extrañado al escuchar la comparación de lo que quería imaginar para darle golpes al colador —Si, solo hay que golpearlo así los incredientes caen y...no hay ninguna clase de grumo. —Esa era quizás una de las pre partes posiblemente más desastrozas del proceso, si golpeabas demasiado fuerte y la harina saltaba, si fallabas en el acomodo del colador y terminaba fuera del bowl, si estaba muy cerca tuyo y terminaba manchandote. Pero por suerte, no parecía ser el caso de ninguna de las dos. —Yo...no tengo ni idea de qué clase de postre es ese o que clase de té es el que hablas —confesó tratando de no sonar confundido, sabía que Mimi había estado hablando al aire pero si él ya se estaba encargando de decirles las cosas que tenían que hacer, suponía que eso estaba relacionado —, pero podemos hacer crema batida...y puedes ponerles fresas al tuyo... Servía, ¿no? —Si no quieren poner pedazos de chocolate o similar, solo queda revolver todo y luego de eso, solo colocarlo en los moldes con los capacillos, esperar a que se cocinen, enfrien y...decorar.
Mimi Honda —¿No sabes lo que son una panna cotta, un té earl grey o un éclair? Pregunté con los ojos muy abiertos, sorprendida por la ignorancia de Dante. Dado que no estaba en las mejores condiciones con él, podría haberlo insultado... pero estaba tan tranquila que no lo hice. Al parecer cocinar me relajaba. O quizás lo que me calmaba era no estar sola con mis pensamientos. En cualquier caso, no la tomé con él. —La panna cota es un tipo de postre cremoso, similar al flan pero de consistencia más firme. Suele comerse con frutas. El té earl grey es un tipo de té con aceite de bergamota—le expliqué descruzando los brazos—. Es un té amargo y aromático. Personalmente junto al phu erh es uno de mis preferidos. Y en cuanto al éclair... Es un postre de pasta choux, relleno de nata, chocolate, o crema batida... es un bollo suave y no muy pesado. ¿Sabes lo que son los profiteroles? Pues algo similar. Pero el sabor dulce del éclair no puede compararse... Y otra vez estaba hablando de más. Me detuve en seco, sintiendo mis mejillas arder nuevamemte. ¡Me gustaban los postres y siempre estaba tomando té pero no quería ser tan abierta con Dante! ¿Qué le importaba a él? Nerviosa, tosí para aclarar mi garganta... pero realmente solo trataba de tapar mi pequeño desliz. —T-terminaré de remover esto y añadiré la masa a los moldes. Y eso hice. Y todo iba aparentemente bien hasta que la masa terminó saliéndose de uno de ellos. Se bozó del capacillo, el último de todos, cuando parecía que me estaba saliendo perfecto... y manchó toda la bandeja de debajo. Cuando vi aquel desastre mi poca resistencia a la frustración salió a la luz y apreté los dientes con rabia. En el fondo estaba dolida y molesta conmigo misma... ni siquiera podía hacer correctamente algo que genuinamente disfrutaba. Mi mente en calma empezó de nuevo a nublarse. Y lo que trataba de eludir con todas mis fuerzas ocupó mis pensamientos otra vez. —¡Mierda!—me quejé en voz baja, pero mi voz sonó más dolida que molesta—. ¿Por qué nada me sale bien?
Dante Miles Por un momento buscó el consuelo de la mirada de Liza ante la pregunta de Mimi por unos breves segundos antes de volverla a encarar y no hacerle la idea de que la estaba ignorando de alguna forma, ¿debía realmente saber esas cosas? O eran clase de cosas que él, como un mortal más estaba perdonado de saber por simplemente inaccesibilidad a...interesarse por postres que tenían nombres demasiado complicados para recordar o pronunciar. —...Ni...Nisiquiera se cómo pronunciarlos... Luego vino aquel inesperado bombardeo de información que lo dejó impresionado, quizás por la naturalidad en la que Mimi se lo estaba diciendo como si de amigos íntimos se tratase o porque estaba diciendo tantas cosas que no era capaz de procesarlas de forma debida, ¿cómo se hacía un té con aceite? ¿Qué era la bergamota y por qué parecía ser que eso no hiciera que se dividiera el agua con su aceite? ¿Por qué la gente tenía nombres tan raros para un postre? Todas esas y más preguntas rondaron su cabeza mientras intercalaba miradas con Liza y Mimi, intentando ver si era el único que sentía que le estaban hablando en un idioma desconocido. Ante su siguiente comentario tan solo asintió, observando desde su lugar cómo comenzaba a servir la mezcla dentro de los capacillos de aquella bandeja hasta que, en el mero último todo terminó derramandose, desencadenando una molestia en Mimi. Suspiró sin saber que hacer en realidad, no era como si pudiera hacer todo de nuevo como había hecho con la masa, así que, en un intento algo incómodo y dudoso (puesto que no estaba seguro como iba a reaccionar Mimi ya que la última vez que una mano se dirigió a su hombro de esa forma no fue precisamente algo bueno) llevó una de sus manos a su hombro y le dio unas pequeñas caricias intentando, de algun modo, consolarla. —Realmente no pasa nada, no hiciste nada mal —Retiró el capacillo para tirarlo a la basura y con una espátula de silicón comenzó a tomar la mezcla que se había desbordado para llevarla de nuevo al bowl, no era el fin del mundo en lo absoluto. Después con una servilleta limpió el espacio en cuestión, seguido de la colocación de otro capacillo —. Listo, allí...puedes volver a colocar lo que sobra, no sucedió nada...
Mimi Honda Mi cuerpo se tensó, rígido, cuando sentí las caricias conciliadoras de Dante en mi hombro. Pero sorprendentemente no traté de apartarlo. Solo me encogí más en mí misma, sujetando mi brazo izquierdo con el derecho, rodeando mi pecho en una especie de barrera protectora. Está bien. Estaba bien. Aquel mínimo contacto me hizo sentir deseos de llorar. No por el contacto en sí si no porque aquel pequeño accidente hizo desbordar el dique y ya no sabía si centrar mi mente en la cocina serviría de algo. Joder. En el fondo me sentía perdida y miserable. Era algo que no sabía si podría ocultar mucho más. Solo estaba solapando mis problemas. Ocultándolos bajo azúcar y mantequilla, ¡pero eso no iba a solucionarlos! Solo los maquillaba durante unos minutos haciéndolos menos visibles. Fingiendo que no existían. Pero seguían allí. Mi reciente descubrimiento sobre mis sentimientos por mi mejor amiga y el miedo y la confusión que me generaban seguían allí. El hecho de que tenía una medio hermana, de que mi padre había tenido una hija con aquella mujer seguía allí. ¡Matt no iba a dejar de existir porque yo me centrase en hacer cupcakes! Y mi poca falta de control con la masa era solo una manifestación de todo eso. Dante arregló el desastre, limpió todo, pero yo no le estaba prestando atención. Había perdido la confianza. Me abrazaba a mí misma, apretando los labios en una fina línea, con la cabeza agachada lo suficiente para que mi flequillo ocultase mis ojos. Y solo aguardé, hasta que él hubo terminado de recoger todo. Había sido una estúpida por pensar que podía huir de mis problemas. —"Listo, allí...puedes volver a colocar lo que sobra, no sucedió nada..." —Hazlo tú—murmuré. Mi voz fue plana y vacía de emociones—. Hablas mucho, pero no te he visto hacer nada. No solo vamos a trabajar Liza y yo. Ya que sabes tan bien hacerlo y eres un experto en la cocina... demuéstralo. Y con eso, el buen ambiente de la tarde se fue por el caño.
Liza White Durante los siguientes minutos me mantuve en completo silencio. Danzaba de aquí para allá, tomando y colocando ingredientes, amontonando las frutas y los sabores que quería añadir luego a los cupcakes, manteniéndome en un segundo plano. A pesar de que fingía estar atenta a mis quehaceres, la atención se desviaba de su curso, y observaba de reojo cómo aquellos dos interactuaban esporádicamente, cada vez con más frecuencia. Mimi parecía comenzar a soltarse, mucho más relajada e interesada que cuando entró a la cocina, y eso me aliviaba sobremanera. Por otro lado estaba Dante, quien hacía un gran esfuerzo por mantener su infinita paciencia con la persona que menos deseaba en aquel preciso instante. Sonreí discretamente, volviendo la atención hacia los platos que me encontraba decorando para más tarde. Sería mejor dejarles a lo suyo. Pero no pude continuar quedándome al margen por mucho más tiempo cuando la voz de Mimi se alzó sobre el resto, mucho más hosca de lo que había sonado con anterioridad. Alcé de nuevo la mirada, con el cuenco de frutas entre mis manos, y busqué su mirada con cierta preocupación. Sus labios se habían tensado, y mantenía la mirada gacha, ensombrecida. Dante detuvo su tarea de limpiar aquella bandeja, tan contrariado como me encontraba yo. "Hazlo tú. Hablas mucho, pero no te he visto hacer nada. No solo vamos a trabajar Liza y yo. Ya que sabes tan bien hacerlo y eres un experto en la cocina... demuéstralo". Aquellas palabras, y la consiguiente expresión de Dante, fueron suficientes para que dejase el cuenco sobre la encimera, con la suficiente fuerza como para llamar la atención del resto. Mimi no estaba bien. Se estaba conteniendo, pero podía leer en su expresión que poco faltaba para que explotase. Y Dante no se merecía una preocupación más, estaba dándolo todo de sí para llevar adelante aquella mañana de dulces improvisada. Fue así como, al sentir sus miradas posadas en mí, solo me quedó improvisar. Improvisar la forma de permitir que Mimi pudiese calmarse sin que aquello atentase contra su orgullo. Mis labios se movieron solos. —Ungh... Empiezo a sentirme algo mareada, Dant. Creo que iré a que me de un poco el aire, a ver si se me pasa —mentí, con una sonrisa apenada en mis labios, sosteniéndome el estómago. Pero antes de dar un solo paso clavé mis orbes azules en los de Mimi, con un atisbo de súplica reflejados en ellos. Una súplica bastante distinta a la que estaba intentando fingir—. ¿Te... Te importaría acompañarme, Mimi? No quiero marearme estando sola, y Dante podrá ir metiendo la bandeja en el horno y atenderlo mientras tanto. Y aguardé en silencio, esperando una respuesta. "Vamos fuera a que te de el aire, ¿sí?" Quise decirle con la mirada. Pero era consciente de que ya lo sabría; después de todo, yo no sabía mentir.
Mimi Honda Era obvio. Era tan obvio que no me sorprendió cuando Liza se dio cuenta de que yo no estaba bien. Solo la miré, preguntándome qué clase de excusa barata era esa. Primero me mordí el labio inferior precisamente porque ella lo había descubierto, como lo hizo en el pasillo, intercediendo por mí para que me uniera a ellos en la cocina. Y entonces lo agradecí. Lo agradecí profundamente. De modo que asentí, comprendiendo el trasfondo de su pregunta y lo que había tras aquellos ojos suplicantes. Comprendiendo que lo que quería hacer era ayudarme. Y yo quería tomar esa ayuda. —Te dije que no te lo comieras crudo—respondí, siguiendo el hilo de su fingida indisposición—. Vamos, te acompaño fuera para que te revise Joy. No dije nada más. No esperé más. Solo pasé junto a Liza y abandoné con celeridad la cocina. *** Acabamos lejos de la cafetería, en los campos de entrenamiento que había detrás del centro pokémon. No había nadie en ellos y el silencio era casi aplastante, absoluto, acompañado de los fuertes rayos del sol de la mañana. No había dicho una palabra en todo el camino. Me había mantenido en silencio, en un silencio reconcentrado e incómodo y solo cuando salimos y pude respirar aire libre, mi ansiedad pareció calmarse ligeramente. Seguía abrazada a mí misma, mi espalda apoyada contra la pared... pero mis ojos estaban fijos en las pistas, o esa impresión debía dar... porque no le estaba prestando atención a nada. —¿Qué fue ese circo de antes?—le pregunté a Liza entonces, con una voz más suave, con un tono que parecía querer agradecerle pero mis palabras no lo demostraban en lo absoluto—. Eres una actriz pésima. Pero yo también lo era. El hecho de que estuvíesemos allí era prueba suficiente. El silencio se extendió un poco más. La situación me resultaba ligeramente incómoda. No conocía mucho a Liza, no tenía confianza con ella y ahora estábamos allí... probablemente para hablar de aquello que me tenía tan al borde. —Es raro ¿sabes?—murmuré. Y sujeté mi brazo contrario con más fuerza, retraída—. Siempre es Emily quien está conmigo en estos casos.
Liza White Permanecí con la espalda apoyada en la pared en completo silencio, cerrando los ojos con calma, tomando una bocanada de aire fresco. Se respiraba una profunda paz en las traseras del centro a aquellas horas de la mañana, y en el fondo lo agradecía. Sentir la brisa refrescante siempre era de agradecer, y esperaba que aquello bastase para disipar la tensión que había comenzado a afectarla. Permanecimos así unos minutos en los cuales no abrí los ojos. Permanecí allí, en silencio, simplemente siendo un apoyo moral mientras Mimi se tranquilizaba. No eran necesarias las palabras, si le había pedido salir era porque quizás no fuese el mejor momento para que estuviese sola, pero necesitaba tomar el aire o acabaría asfixiándose con el propio nudo de su garganta. "¿Qué fue ese circo de antes? Eres una actriz pésima". No respondí. No tenía caso hacerlo. Ambas sabíamos que no había intentado engañar a nadie, y que el mismísimo Dante sabía lo que estaba pasando. Todo fuera por la mera formalidad de aparentar normalidad, ¿no es así? Decidí entonces abrir uno de mis ojos, los brazos cruzados contra mi pecho, y la miré. —¿Mejor? —fue lo primero que escapó de mis labios, guardando la calma. Después de todo, si estaba allí junto a ella se debía a que me preocupaba por su estado anímico, y quería que se sintiese mejor. Parecía más tranquila, eso sí, por lo que me permití entrelazar mis manos tras la espalda, observando el campo frente nosotras con algo más de soltura—. Lamento si te incomodé sacándote de allí, pero no puedes pretender que te deje cocinar cupcakes estando al borde del colapso. A saber con qué sabor saldrían. Bromeé, intentando aliviar el ambiente, y volvi a cerrar los ojos, escuchándola hablar de nuevo. —No pretendo que me cuentes lo que te ocurre. Sé que tú y yo no nos conocemos mucho, y parece algo bastante serio como para contárselo a una merca conocida como yo —murmuré, intentando ser lo más sincera posible para aliviar su tensión—. A pesar de todo, puedes contar conmigo. Al menos, para no sentirte sola. Aguardaré aquí todo lo que necesites hasta que te sientas mejor, ¿sí?
Mimi Honda Escuché a Liza en silencio. Sus palabras, su manera serena de hablar... me recordaba a ella. Ojalá pudiese sacarla de mi mente aunque fuese unos cinco segundos. Ojalá estuviese allí y pudiese simplemente dejar que me abrazase y llorar en sus brazos como tanto quería hacer y decirle que... No. No podía hacer eso. ¡No había manera humana de que pudiera hacer eso! De verdad... ¿Qué diablos iba a hacer? No lo entendía en lo absoluto. ¿Por qué me estaba pasando esto? Todo se me hacía un amasijo inmenso y pesado y sentía como poco a poco me ahogaba en un mar tormentoso donde zozobraba como un barquito de papel sin ningún tipo de apoyo o seguridad, desconociendo por completo hasta donde me llevarían las olas embravecidas. Cerré los ojos e inspiré profundamente. Traté de calmarme. Traté de serenar mi mente. De aplacar la tormenta de mis pensamientos. Agradecía los esfuerzos de Liza. Agradecía que comprendiese la situación. Agradecía que estuviese allí conmigo a pesar de todo. Y lamentaba no poder contarle nada... porque simplemente no podía. Mi férreo orgullo no me dejaría hacerlo. El miedo no me lo permitiría. —Te tomas muchas molestias por una simple conocida—le comenté. Pero para aquellas alturas ya había descruzado los brazos y abierto los ojos—. Creo que sí. Estoy mejor. Al menos ya no me siento como si fuese a ahogarme. Y volvió el silencio. No era un silencio incómodo esta vez. Al menos tenía compañía, al menos no estaba sola. Era extraño pero agradable poder contar con alguien. No tener que hacer frente a todo por mí misma. El "gracias" que tanto quería decir estaba implícito en la situación aunque mi garganta se negase a formar las palabras. Sentía ese molesto ardor en mis mejillas. Fue entonces, mientras miraba las solitarias pistas de batalla y sentía la brisa fresca rozar mi piel, al observar un pequeño Fletchling pasar revoloteando, que una idea cruzó mi mente a la misma velocidad. Y por primera vez desde que estábamos allí mis ojos azules se encontraron con los suyos. Y mi voz rompió el silencio recuperando parte de sus fuerzas perdidas. —Ya que estamos aquí aprovechemos el tiempo haciendo algo más que compadecerme de mí misma—hablé con cierto tono de circunstancias apartándome de la pared. En mis labios se dibujó una pequeña sonrisa confiada—. ¿Qué tal un tres a tres?
Dante Miles Su gesto se puso serio casi al instante, bajando la mirada hasta la mesa, claro que hablaba demasiado, era lo único que podía hacer para que ambas pudiesen hacer algo, pudieran participar... Él había querido cocinar con Liza, porque eso iba a hacer algo de los dos, iba a ser su momento de pasar juntos y dejar de lado todo lo que hubiera pasado antes para hacer algo tan normal como cocinar. Pero con ella allí ya no podía ser su momento, lo había tenido que convertir en una sesión de cocina para que ella se distrajera y al mismo tiempo sirviera para hacer los postres de Liza. Y quizás por ese detalle prefirió no decir nada, asustandose en el momento que escuchó como Liza golpeaba aquel cuenco de frutas con más fuerza de la necesaria. Más escuchar que se pudiera sentir mal lo alertó más de lo necesario, su preocupación se reflejó en su rostro más de lo necesario y, cuando estuvo a punto de preguntarle si quería que la acompañara, su petición fue dirigida a Mimi. Bajó de nuevo la mirada y solo asintió viendo de reojo como se alejaban, concentrándose más en terminar de llenar aquel último capacillo y juntar los ingredientes secos del otro bowl de masa que había salvado de los cascarones, imitando todo lo que había hecho Mimi, colocándolo en otro moldes con los capacillos para poder así colocarlos dentro del horno. Suspiró. Sin nada más que hacer, terminó agarrando todo lo que habían utilizado para comenzarlo a lavar, sabía que el caso que era más probable que sucediera era esperar un tiempo bastante considerable para que volvieran entonces...mejor trataba de mantenerse ocupado.
Liza White "Te tomas muchas molestias por una simple conocida". —Siempre podemos cambiar eso, ¿no crees? —dije entonces con simpleza, dirigiendo esta vez la mirada hacia el cielo. Me daba cierta vergüenza admitirlo por si aquello no fuese correspondido, pero no me importaba ser su amiga. Nuestros encuentros habían sido nimios, y quizás las circunstancias no propiciaron nuestra relación, pero la joven a mi lado no me desagradaba—. Quiero decir... Que puedes contar conmigo en calidad de amiga, si quieres... A-Aunque ahora lo importante es que te sientas mejor. Me alegro de que sea así. Me alegraba que no me hubiese dirigido la mirada mientras hablaba, porque probablemente hubiese trastabillado con las palabras. Permanecimos un poco más en silencio, con la incomodidad del inicio desvaneciendose poco a poco, hasta que algo pareció brillar en la cabeza de Mimi. Parecía haber recuperado el brillo en la mirada, y no pude evitar devolverle la sonrisa que me dirigió en aquel instante en el que nuestras miradas se cruzaron. ¿Qué mejor forma de distraerse o de afianzar lazos que con un buen combate pokémon? Estiré mis brazos al aire, desperezándome, y comencé a caminar hacia la pista, asintiendo una vez la hube sobrepasado. —Me parece perfecto. No recordaba cuándo había sido la última vez que combatí con ella, o si acaso lo había llegado a hacer en su momento. Pero ahora que tenía una pokéball en mi mano, aguardando por ver su primer pokémon, no pude evitar sentirme emocionada. ¿Cuánto habríamos mejorado desde la última vez? Era el momento de averiguarlo.
Mimi Honda "Quiero decir... Que puedes contar conmigo en calidad de amiga, si quieres... A-Aunque ahora lo importante es que te sientas mejor. Me alegro de que sea así." Aquellas palabras hicieron eco en mi mente. ¿En calidad de amiga? ¿Liza quería ser mi amiga? Me sorprendió porque no era algo en lo que hubiera pensado antes. Ni siquiera se me había pasado por la cabeza. Liza y yo nos conocíamos practicamente desde mi llegada a Galeia. Compartimos habitación... y yo la acusé de quemar un mechón de mi cabello para después ser electrocutada por su Raichu. Habían pasado tres años desde eso pero lo recordaba a la perfección, como si hubiese sido ayer. Aunque ya no era la misma persona de antaño. Había crecido, creía haber madurado. Había pasado por muchas cosas, algunas realmente horribles. Pero allí seguíamos. Ella y yo. La idea de tener a Liza como amiga... no me desagradaba. N-no es que no quisiera... simplemente no habíamos tenido oportunidad de conocernos apropiadamente. Era una posibilidad que no descartaba. Tampoco recordaba haber combatido contra ella antes. Desconocía por completo su equipo y como de fuerte era. Parecía una persona y una entrenadora aplicada, así que suponía que debía tener un equipo igual de bien preparado que ella. Lo cierto es que ardía en deseos de descubrirlo. Con aquello en mente avancé hasta tomar mi lugar en la pista. Liza ya tenía una pokéball en su mano. Pude notar la emoción en sus ojos azules. Aquello hizo ensanchar un poco más mi sonrisa. "Sí, esto nos vendrá bien a ambas"—pensé— "Aquí no puedo cometer errores, será fácil mantenerme centrada en la batalla. No necesito ganar solo... mantener mi mente ocupada". Tomé un esférico del interior de mi bolso. La superficie de la pokéball brilló al sol cuando extendí el brazo, sosteniéndola firmemente entre los dedos de mi mano derecha. —Es la primera vez que nos enfrentamos si no me equivoco, de modo que prepárate...—avisé, presionando el botón del esférico. Hubo un destello de luz blanca y al disiparse, mi Aggron lanzó un fiero rugido que hizo vibrar el suelo—. ¡Prepárate para enfrentar a los Honda! AGGRON: Acero/Roca (Resistente) Robustez: un movimiento que lo aniquilaría teniendo todos sus PS, le hace resistir con 1 PS Salud: 140/140 Fuerza: 205 (35) Resistencia: 315 (75) Agilidad: 2/2 (60 de Velocidad) (10) Movimientos: -Trampa Rocas (coloca trampa rocas en el campo) (Usos: 1/1) -Velo protector (sube en 30 resistencia) (Usos: 4/4) -Cola Férrea (65 Potencia, Acero; el rival lanza un dado de 5 caras. Si sale 1, aumenta la resistencia propia en 10) (Base 50, STAB +15)) -Eco Metálico (baja en 20 la resistencia del oponente) (Usos: 5/5)
Contenido oculto Siento ser tan zorra como para sacar un Espeon cuando Mimi quiere despejarse, pero juro que no fue a posta (???) Liza White ¡Un Aggron! ¡Mimi también tenía uno! No pude evitar emocionarme al ver reflejado a mi pokémon al otro lado del campo. Se veía muy sano y determinado, tal y como lo estaba demostrando su entrenadora en ese preciso instante. Y yo no podía ser menos, ¿no es así? Era nuestro momento de demostrarle a la Honda cómo nos desenvolvíamos propiamente en batalla. Sin el fin del mundo ni aberraciones de por medio. Un combate meramente por diversión, como debíamos disfrutar más a menudo. —Parece que compartimos ya una especie de pokémon en nuestros equipos, por lo que se ve. Sería interesante un enfrentamiento entre ambos pero... no creo que ninguna quiera una batalla de metapods —comenté, animada, mientras regresaba la pokéball a su lugar y buscaba otra en mi cinturón. Prefería estrenar a otra de mis nuevas incorporaciones ahora que tenía la oportunidad—. En ese caso estaremos listos para ver de qué pasta están hechos los Honda. ¡No te contengas, porque nosotros no nos quedaremos atrás! >>¡Espeon, adelante! Y derrochando gracilidad, mi nueva eeveevolución salió al campo, con aquella expresión serena que parecía analizar a su oponente con la mirada. ESPEON: Psíquico Espejo Mágico: refleja al pokémon rival los efectos de movimientos de estado (tanto baja de estadísticas como estados tales como confusión o quemado) y trampas que se usen contra éste pokémon. Salud: 130/130 Fuerza: 285 (90) Resistencia: 175 (20) Agilidad: 4/4 (120 de velocidad) (10) Movimientos: -Psíquico (75 Potencia, Psíquico; el rival lanza un dado de 5 caras, si sale 1, baja en 10 la resistencia del rival (Base 60. +15 STAB)) (Usos: 4/4) -Rapidez (40 Potencia, Normal, ineludible) (Usos: 3/3) -Paz mental (Sube en 10 fuerza y resistencia) (Usos: 5/5) -Relevo (Cambia de pokémon, pasándole al relevo cambios de estadísticas y otros valores) (Usos: 2/2)
Mimi Honda Cuando Liza sacó a nuestro oponente sentí mi alma caer a mis pies con estrépito. ¿Un Espeon? ¿Qué demonios? ¿Por qué tenía que ser un maldito Espeon? Miré a Liza desde el lado opuesto de la pista, primero con cierta incredulidad—ella no podía saber que aquello me dolería porque no sabía sobre mi problema, pero aún así fue una casualidad catastrófica— mi labio inferior tembló. ¿Por qué? ¿Por qué el mundo insistía en joderme? Entonces tensé los labios, mi ceño se frunció. Y apreté los puños con fuerza, con rabia, tensa, hasta que mis nudillos se pusieron blancos. Me sentí tan irritada, tan frustrada, que la idea de que Liza no tenía forma de saberlo pasó completamente a un segundo plano. ¿Trataba de hacerme sentir mejor así? ¿Cómo pensaba hacerme sentir mejor si no paraba de recordarme aquello que trataba de olvidar? ¿Cómo iba a dejar de pensar en Emily si me sacaba a su jodido pokémon más característico y lo ponía delante de mis narices, restregándomelo por la cara por si no lo había visto bien? Mi gesto se ensombreció. —... Kichiro, dale con cola férrea. AGGRON: Acero/Roca (Resistente) Robustez: un movimiento que lo aniquilaría teniendo todos sus PS, le hace resistir con 1 PS Salud: 140/140 Fuerza: 205 (35) Resistencia: 315 (75) Agilidad: 2/2 (60 de Velocidad) (10) Movimientos: -Trampa Rocas (coloca trampa rocas en el campo) (Usos: 1/1) -Velo protector (sube en 30 resistencia) (Usos: 4/4) -Cola Férrea (65 Potencia, Acero; el rival lanza un dado de 5 caras. Si sale 1, aumenta la resistencia propia en 10) (Base 50, STAB +15)) -Eco Metálico (baja en 20 la resistencia del oponente) (Usos: 5/5)
Liza White El ambiente, cargado de una sana competitividad hasta entonces, acabó por desaparecer tan pronto como había aparecido. Después del esfuerzo que nos había costado llegar hasta ahí, de ver a Mimi recuperar los ánimos, había lanzado por el caño todo lo construido con una simple elección como fue aquella. Y lo peor es que no entendía el porqué. Tan solo podía morderme el labio inferior, impotente, al notar la mirada irritada que parecía estarme dirigiendo desde su posición. Yo no quería... Yo no... Intenté separar mis labios, decir algo, pero nada salió de ellos. Tenía miedo de estropearlo todo aún más de lo que ya lo había hecho. Agaché la mirada, apretando los puños en silencio, y suspiré con cierta angustia, porque no comprendía lo que sucedía. No comprendía qué había hecho, pero me sentía muy mal por ello. Quería volver a ver a Mimi sonreír como antes. Mi voz había perdido toda determinación. —...Resiste ese golpe, y ataca con Psíquico -comandé, mientras Espeon megaevolucionaba frente a mis ojos. MEGAESPEON: Psíquico Presencia Mágica: mientras este pokémon esté en el campo, el rival se encontrará en estado de mofa. Salud: 35/130 Fuerza: 355 (90) Resistencia: 175 (20) Agilidad: 4/4 (130 de velocidad) (10) Movimientos: -Psíquico (75 Potencia, Psíquico; el rival lanza un dado de 5 caras, si sale 1, baja en 10 la resistencia del rival (Base 60. +15 STAB)) (Usos: 3/4) -Rapidez (40 Potencia, Normal, ineludible) (Usos: 3/3) -Paz mental (Sube en 10 fuerza y resistencia) (Usos: 5/5) -Relevo (Cambia de pokémon, pasándole al relevo cambios de estadísticas y otros valores)
Mimi Honda Todo mi buen humor se fue por el desagüe. Todo el progreso, toda nuestra conversación y en general todo lo que habíamos logrado en ese espacio de tiempo desapareció sin más, como si nunca hubiera existido. Fue sustituido por un ambiente incómodo y sofocante. ¿Tener a Liza cómo amiga? No, no quería tenerla como amiga. No podía tener de amiga a una persona que pretendía perjudicarme. Yo no quería pensar en Emily. Yo no quería pensar en mis sentimientos por ella y lo que implicaban. La trascendencia que tenían en nuestra relación, como lo cambiaban todo, cómo podrían romper para siempre nuestra amistad. Si salían a la luz, si ella los descubría... Y-yo no quería perderla. ¡¿Cómo iba a querer pensar en eso?! Me daba igual que fuese una chica, no era eso lo que me preocupaba. Lo que más me preocupaba era el hecho de desconocer qué iba a pasar con nosotras ahora. ¿Podríamos seguir durmiendo juntas sin que fuese incómodo? ¿Bañándonos? Cambiaba completamente nuestra relación. Porque yo... no pensaba en ella solo como una amiga. Tampoco como una mejor amiga. Emily... era mucho más que eso para mí. Unos sentimientos que me aterraban, que me confundían, que no comprendía en lo absoluto... ¿Cómo iba a querer pensar en ellos? —¿Por qué me sacas un pokémon de Emily?—le espeté. Estaba tan irritada que ni siquiera pensé lo que decía—. Creía que pretendías hacerme sentir mejor. Para eso inventaste esa estúpida excusa del mareo ¿cierto? Mi gesto se ensombreció aún más. Me sentía traicionada. Kichiro rugió nuevamente y eludió el psíquico, tratando de golpear a Espeon con su cola férrea. —... Mentirosa—torcí con brusquedad, gélida. AGGRON: Acero/Roca (Resistente) Robustez: un movimiento que lo aniquilaría teniendo todos sus PS, le hace resistir con 1 PS. Salud: 140/140 Fuerza: 205 (35) Resistencia: 315 (75) Agilidad: 1/2 (60 de Velocidad) (10) Movimientos: -Trampa Rocas (coloca trampa rocas en el campo) (Usos: 1/1) -Velo protector (sube en 30 resistencia) (Usos: 4/4) -Cola Férrea (65 Potencia, Acero; el rival lanza un dado de 5 caras. Si sale 1, aumenta la resistencia propia en 10) (Base 50, STAB +15)) -Eco Metálico (baja en 20 la resistencia del oponente) (Usos: 5/5)
Dante Miles Con todos aquellos utencilios lavados y colocados en sus respectivos lugares, Dante terminó haciendo lo que le había comentado a Mimi: hacer la crema batida. No era una preparación tan dificil y de igual forma, si terminaba tardando un poco en una clase de escenario bastante extraño, daría tiempo suficiente a los cupcakes de salir y enfriarse mientras él lo terminaba de preparar. Puso la nata para montar, la vainilla y el azucar para comenzar a batir con la máquina, no lo planeaba hacer a mano y sabía que en sus manos no había probabilidad de que sucediera alguna clase de desastre, ya tenía práctica y ahora que ya había limpiado todo, no planeaba bajo ningún motivo encusiar la mesa donde estaba trabajando. Después de unos minutos, la mezcla alcanzó picos suaves así que, sin esperar mucho más, comenzó a colocarlo en una manga pastelera para poder decorar en el momento que fuese necesario.
Liza White "Mentirosa" Sus palabras cayeron sobre mí como un balde de agua fría. El nudo en mi garganta pasó a un segundo plano, y por primera vez en mucho tiempo, la ira se instauró en mi pecho. Alcé la mirada, ensombrecida, cobrando una tonalidad que costaba imaginar en una persona que acostumbraba a mostrarse serena y tranquila en todo momento. Aquellas bruscas palabras se clavaron en mí como un puñal, porque yo no merecía ser tratada de esa forma. Había hecho un esfuerzo sobrehumano por darle un hueco a aquella joven en medio de nuestros planes, cuando se había entrometido como quien no quiere la cosa, aun cuando no era bien recibida por parte de Dante. La había consolado, la había apoyado todo lo posible, había intentado hacerla sentir mejor, que se sintiese cómoda con nosotros a pesar de que no tenía por qué hacerlo. Éramos meras conocidas, y aún así había intentado ser su amiga. Hacerle sentir que no estaba sola. Y todo mi tiempo y esfuerzo, todos mis planes dejados a un lado dejaron de tener importancia por un simple pokémon. Un mero Espeon que no tenía la culpa de nada. Yo no tenía la culpa de nada, y aún así, Mimi lo estaba pagando conmigo. Apreté los puños, fúrica. Mimi había logrado rebasar mi paciencia en el peor momento posible. —...Eres una maldita desagradecida —mascullé entre dientes, clavando con fiereza la mirada en ella. Mi rostro se deformó en un grito ahogado—. ¿¡Mentirosa!? ¿¡Cómo puedes decirle eso a la única persona que se ha tomado la molestia de estar contigo en un momento como este!? —mis manos me temblaban de la propia fuerza que ejercía con mis palabras. Yo no era así, yo no me dejaba llevar por mis emociones... Pero estaba demasiado cansada y herida como para poder seguir ocultando lo que pensaba—. ¿Sacarte el pokémon de Emily? ¿Acaso todos ellos llevan su nombre en la frente? ¿Yo no tengo derecho de tener uno conmigo, solo lo tengo en mi equipo para enseñártelo y hacerte daño? ¡Ni siquiera sé qué demonios te pasa, maldita sea! Espeon me dirigió una mirada de soslayo, preocupada por mi estado. Era la primera vez que me veía alzar la voz de esa forma. Pero no la miré, no separé en ningún momento el contacto de ella. Una amarga sonrisa se dibujó en mis labios, en un gesto irónico. —Si de verdad eres capaz de pensar que soy el tipo de persona que haría daño a sus amigos... No, lo mejor será que olvides lo de antes. No merece la pena —mi voz fue perdiendo fuerza, hasta que se volvió en un mero murmullo—. Esquiva y usa Psíquico. MEGAESPEON: Psíquico Presencia Mágica: mientras este pokémon esté en el campo, el rival se encontrará en estado de mofa. Salud: 35/130 Fuerza: 355 (90) Resistencia: 175 (20) Agilidad: 3/4 (130 de velocidad) (10) Movimientos: -Psíquico (75 Potencia, Psíquico; el rival lanza un dado de 5 caras, si sale 1, baja en 10 la resistencia del rival (Base 60. +15 STAB)) (Usos: 2/4) -Rapidez (40 Potencia, Normal, ineludible) (Usos: 3/3) -Paz mental (Sube en 10 fuerza y resistencia) (Usos: 5/5) -Relevo (Cambia de pokémon, pasándole al relevo cambios de estadísticas y otros valores)
Mimi Honda Las inesperadas palabras de Liza se sintieron como bofetadas. No estaba acostumbrada a qué me respondiesen, mucho menos con tanta rabia, con tanta brusquedad. No solía recibir "mi propia medicina" ni tampoco duchas de realidad. Nadie me gritaba nunca. De modo que aquello me paralizó. Me dejó estática durante unos minutos eternos. ¿Eh...? Liza estaba fuera de sí. Había perdido por completo los papeles. Pero lo que decía... tenía razón. Era una desagradecida. Era una maldita desagradecida. Había insultado a la única persona que trató de ayudarme. Que se quedó conmigo, que trató de hacerme sentir mejor... cuando absolutamente nadie lo hizo. Ella no había sacado a ese Espeon a propósito. No podía saberlo. No podía saberlo... ¿verdad? Poco a poco mi rabia empezó a mitigarse. Dejé de apretar los puños y mi cuerpo en general se destensó. Dejé de sentir deseos de gritar. Las palabras de Liza me hicieron sentir pequeña y estúpida y entonces no me fui capaz de mirarla a los ojos. Porque estaba segura de que vería la decepción, la rabia y el dolor en ellos. Y no quería eso. —¿Quieres saber qué me pasa?—pregunté entonces, con un hilo de voz—. ¿Quieres saber qué es lo que me tiene tan mal? Estoy cansada. Estoy harta de problemas. Todo me sale mal. No puedo ni dar dos pasos sin que el mundo esté en peligro. Me despisto durante unos minutos y secuestran a mi mejor amiga—una sonrisa amarga se dibujó en mis labios. Eso ya no volvería a pasar, pero eran cosas que se juntaban al amasijo de mis problemas—. Tengo un padre que está siempre ausente, que pensó que sus labores paternofiliares podrían ser solapados con bienes materiales y un hermanastro parásito que ocupó mi lugar y solo quiere hacer de mi vida un infierno. Mi madre está muerta pero tengo una madrastra que solo quiere nuestro dinero. Pensé que lograría sacarlos de mi vida alguna vez, pero se quedó embarazada y ahora tengo una medio hermana a la que me obligan a conocer aunque no quiera hacerlo. Kichiro se giró a mirarme. Había vuelto a abrazarme a mí misma, herida. Mi estado anímico era una maldita montaña rusa. >>Y... luego está Emily—musité—. No quiero pensar en ella, quiero intentar sacarla de mi mente... pero tú sacas a ese Espeon y...—sollocé, llevándome las manos al rostro—. Sé que soy una desagradecida. Soy un desastre de persona. Soy egoísta, celosa y posesiva. Una mentirosa compulsiva que trata de protegerse constantemente del mundo a base de orgullo y malas formas. Casi es un milagro que existan personas que quieran estar conmigo. Termino echándolo a perder todo y alejando a la gente de mí aunque me aterra estar sola... Hipé. Mis hombros se convulsionaban erráticamente. —L-lo siento. Lo siento mucho... Yo... Yo no quise... Terminé derrumbándome. Atragantándome con las palabras y las lágrimas. Aquello que había intentado evitar con todas mis fuerzas simplemente sucedió. Y ya no tenía ganas de seguir combatiendo.