Ciudad Témpera

Tema en 'Rutas' iniciado por MrJake, 27 Agosto 2013.

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    Nekita

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    Dante Miles

    Finalmente llegó el tiempo de dejar a Liza de nuevo en el suelo, aunque en el proceso se colocó su gorra al revés para poderla despeinar un poco con una sonrisa tranquila, tampoco se había olvidado de esa pequeña acción que se le había ocurrido hacer por alguna razón. De igual forma, dentro del centro, no suponía que necesitara usarla por el momento.

    —Podemos tener reencuentros así sin que tengas que arriesgar tu vida salvando el mundo... —Llevó la mano a su nuca y la acaricio un poco, no era necesario irse a esa clase de extremos para encontrarse. Cuando escuchó su petición no pudo evitar sonreír enternecido, volviendo a acariciar sus cabellos, era algo que hace mucho no escuchaba.

    Quizás por los viajes, porque no habían coincidido, pero era algo que recordaba con mucho cariño.

    —Te acompañare, ¿cómo puedo dejar que tengas pesadillas? No es lo mio dejar que suceda, mereces un buen descanso. —Saludo al togekiss de la ajena con una sonrisa divertida al ver como la regañaba, realmente estaba al pendiente de las condiciones de su entrenadora y la verdad, le alegraba.

    —No realmente, arregle el desastre de mi cuarto y ya quite las... Barricadas del pasillo, pero, si me dejas yo podría irte a buscar comida para que comiences a instalarte... Así comes de una vez en la comodidad de la habitación, solo tendrías que decirme que quieres que te traiga, claro... Si eso es lo que quieres.
     
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    —Oh... —sopesé un segundo sus palabras, dubitativa—. ¿De verdad harías eso? Me sabe mal, quizás pueda ayudarte a traerlo tod... —pero antes de que pudiese ofrecerle mi ayuda, el ala de Togekiss frente a mí hizo que frenase mis pasos. Intercambiamos miradas: ella una de severidad, yo una de hastío—. Todavía tengo fuerzas para andar, boba. ¿Ves? —alcé mis brazos mientras daba una vuelta sobre mí, pero aquello no salió como esperaba: casi acabo tropezándome con uno de mis pies, y tuve que ser sostenida por Dante. Fruncí el ceño, desviando la mirada—. Supongo que ganas esta vez, uh. Te agradecería entonces la ayuda, Dante. Aquí mi guardaespaldas no me permitiría ayudarte ni aunque pusiera toda mi energía en ello.

    Togekiss sonrió, airosa, y le dedicó una mirada de gratitud al chico mientras pasaba a sostenerme ella, ala alrededor de mi hombro.

    —Iré preparando la mesa de la habitación entonces. Realmente no me importa qué cenar, solo necesito recuperar algo de fuerzas —sonreí, volviendo la mirada hacia él—. Quizás algo de pasta, un sandwich, lo que te sea más cómodo de llevar. Deberías traerte algo tú también si no has cenado aún, ¿sí?

    Y tras una despedida temporal comenzamos a dirigirnos hacia la habitación, tras indicarle a Dante cual era para que no se perdiese en el camino de vuelta. Dejé la puerta entreabierta y poco tiempo después me recosté en la cama, agradeciendo infinitamente poder sentir lo que era un colchón después de tantísimo tiempo. Permanecí observando el techo mientras Togekiss se encargaba de abrir las ventanas y permitir que la brisa refrescase la habitación. Poco después dejé salir a todos los pokémon que pude, permitiéndoles relajarse también junto a nosotros. Creo que era la primera vez que mis dos equipos podían disfrutar de convivir juntos en armonía.

    —Sí que echaba de menos esto... —murmuré para mí misma en algún punto de mis cavilaciones—. Tumbarme sin hacer nada, disfrutar del buen tiempo de Galeia, pasar el rato con Dante. ¿Cuándo he perdido de vista mis pasatiempos favoritos aparte de viajar y de salvar el mundo? —no pude evitar reír, entrecerrando los ojos. Pronto me levanté con menos energía que de costumbre, tomando de mi mochila mi pijama azul con motivos de Oshawott, dejando la manta de Nikolah encima del colchón. Por supuesto que pretendía dormir con ella—. En fin, iré haciendo tiempo y me pondré cómoda, tengo que encargarme de hacer la colada pronto.

    Togekiss asintió desde su lugar, mientras preparaba la mesa con ayuda de Mienshao y de Dragonite. La salud era lo primero, después de todo, y ella se encargaría de recordármelo.
     
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    Nekita

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    —No me molesta ayudarte con eso, hazle caso a Togekiss y descansa... —Se aseguró que no fuera a tropezarse de nuevo y, cuando estuvo seguro retrocedió un par de pasos para volver a tener una distancia normal entre ellos —, te prometo que también me traeré algo para mi también, tu puedes irte tranquila, me encargaré de absolutamente de todo lo exterior y así de alguna forma es como un trabajo en equipo así que, no sientas que no me estas ayudando. —Le sonrió para tranquilizarla y una vez despidiendose de Togekiss, se encaminó hacia la cafetería.

    Sorprententemente ya no había mucho desastre en aquel primer piso, se notaba absolutamente rápido cómo varias personas habían cooperado para poner todo en orden nuevamente, aunque todavía seguía viendo mucho movimiento, en especial de la enfermera Joy que iba de un lado a otro. Esperaba que pronto las cosas tambien se calmaran allí para que la enfermera también pudiera descansar un poco.

    Ya dentro de su lugar de interés, terminó tomando una charola para colocar la primera cosa que le había pedido Liza: El plato con pasta, acompañado con sus respectivas guarniciones y algo de pan, él terminó llevandose algo más sencillo al no tener tanto apetito, los onigiris. Mawile fue la encargada de ayudarlo a llevar las bebidas y Typhlosion terminó cargando también una charola con platos de comidas para ellos como los pokémon de Liza.

    Así los tres terminaron subiendo de vuelta hacia la habitación, tocó un par de veces antes de entrar aunque la puerta ya se encontraba entreabierta, dejó la charolas en la mesa que había preparado, cargó a Mawile para que pudiera dejar las dos bebidas también en la misma (porque claro, no le iba a quitar su derecho a entregarle con la emoción que tenía la bebida a Liza) y por último, Typhlosion fue la encargada de repartir los platos para todos los pokémon allí presentes.

    —Trajimos para todos, estoy seguro que ellos también tendrían hambre...
     
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    Dante, Mawile y Thyplosion no tardaron en llegar. Togekiss se encargó de dejarles espacio para que pudiesen dejarlo todo sobre la mesa, mientras que mis pokémon (o al menos algunos de ellos, pues no todos cabían allí dentro) se conglomeraban alrededor de esta, emocionados por compartir la primera comida familiar de algunos de los presentes. Umbreon, Espeon y Leafeon se miraron, con cierta timidez, y no dudé en sonreírles desde mi asiento, animándoles a tomar el primer bocado. Después de todo lo que tuvieron que pasar para dominar sus megaevoluciones, era lo menos que podía hacer por ellos: darles un verdadero hogar. Los pokémon de Udan pronto consiguieron integrarse en el equipo, siendo muy bien recibidos, por lo que el ambiente general era realmente agradable. Umiko les repartía a los más pequeños sus respectivos platos, mientras que Dragonite buscaba algunas sillas para el resto.

    Tomé de manos de la sonriente Mawile la bebida que me traía con ilusión, y no dudé en devolverle el gesto con ternura, acariciando con mi mano libre su cabecita mientras dejaba que Dante volviese a depositarla en el suelo.

    —Muchas gracias, pequeña —le agradecí, animada, compartiendo el mismo gesto con Dante—. Y a ti también. Creo que ya no nos falta nada ni nadie, ¿verdad? Puedes dejar que tus pokémon salgan también, hay aún espacio para algunos más, y si no... ¡Por Arceus, ya les encontraremos un hueco! ¡Tienen que estar en la cena familiar! —reí, cerrando la puerta tras de mí, y tomé asiento junto a Dante y Mawile, todos alrededor de una alargada mesa cargada de platos de lo más variopintos.

    Por un momento, quedé prendida de aquella idílica estampa. Pokémon y humanos compartiendo un espacio con tanta felicidad y entusiasmo. Ver sus rostros cargados de energía, contándose sus aventuras, riendo y celebrando lo que todos consideraban una gran victoria, no hacía si no llenarme de júbilo. Dirigí la mirada hacia la ventana de la habitación, las cortinas meciéndose por la suave brisa nocturna, y recordé las palabras de todas aquellas personas a las que había enfrentado en Udan. Aquellas a las que tuve que vencer en Galeia. Todas aquellas que se consideraban superiores a los pokémon, que los consideraban meros objetos, meros juguetes. Mi gesto se tornó severo durante un breve instante, recordando los pokémon que habían sido alterados, que habían sufrido tanto encerrados en un laboratorio. Observé a mis tres eeveevoluciones sonreirse y compartir alimento.

    No permitiría que ninguno de ellos sufriese más. Ningún pokémon se merecía algo como aquello. No más.

    Pronto recuperé la compostura, y volví la mirada hacia el plato de pasta frente a mí con cierta emoción. Al probarlo sentí como si hiciese siglos que no lo saboreaba, y quizás fue eso lo que lo volvió ciertamente especial. Posé la mirada en el plato de dante, unos onigiris, como solía pedirse cuando no tenía demasiada hambre pero sabía que debía tomar algo para no desfallecer.

    —¿Está bueno? —inquirí entonces con una sonrisa, apuntando su plato con mi tenedor, un trozo de pasta clavado en el mismo—. Me pregunto qué tan extraño sería llevarles a los udienses algunos platos de Galeia. Su civilización está tan atrasada que dudo que sepan qué es exactamente un onigiri —guardé silencio por un momento, cayendo en la cuenta acerca de algo, y miré a Dante con curiosidad—. Hey, ¿cómo te fue en tu viaje por Udan? ¿Hiciste algún amiguito más? Los pokémon de allá son tan lindos... Y fuertes, sin duda.
     
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    Estaba realmente feliz de ver a todos los pokémon de Liza, no solo los que ya conocía de antes, si no también todos aquellos nuevos que se habían integrado a su equipo, ¿cómo no podía estar orgulloso de ella si la veía rodeada de aquellos pokémon, era la familia ideal que aquellos pokémon podrían tener, podía ver con claridad cómo ya estaban integrados, quizás algunos seguían pareciendo dudosos de algunas cosas, pero sabía que poco a poco terminarían de agarrar aquella confianza que les faltaba.

    Por suerte para la situación, algunos de sus pokémon ya habían comido antes de que todo aquello hubiera pasado entonces, los restantes tuvieron el espacio suficiente para tomar asiento con los demás y tener uno de los platos que Typhlosion había traído, ¿había tenido alguna vez una mesa tan grande llena? No, normalmente comía solo si es que sus pokémon no estaban comiendo juntos disfrutando de alguna vista, su jardín o cualquier otra cosa.

    Estaba feliz y por lo mismo, no podía ocultar aquella sonrisa en su rostro.

    —¿Hm? Oh, sí, ¿quieres una mordida? —Preguntó señalando uno de los que él no había tocado, no le molestaba en lo absoluto —, quizás les parezca muy raro verlas pero no es algo que no pudieran hacer, podrían implementar cosechas de arroz y... con aquella variedad de peces que podrían tener en sus mares, tendrían muy buenos rellenos para algo simple como el onigiri. —Las pastas....ya era algo mucho más complicado, pero no tenían porqué iniciar con cosas tan avanzadas.

    La pregunta de Udan lo hizo sonrojar, de solo acordarse la forma en la que había estado vestido lo avergonzaba en sobremanera —...Bueno, tomé muchas fotos... y solo hice uno, fuera de muchas cosas yo no quería que nadie me viera vestido de la forma en la que tuve que vestirme, mejor...disfruté las vistas. Pero seguro tu tienes muchas más cosas que contarme, ¿no es así?
     
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    —¡Hm, hm! ¡Quiero! —exclamé, asintiendo con la cabeza antes de acercarme para darle un pequeño mordisco. Sin duda en estos días de descanso tenía que volver a probar muchas cosas, la de comidas que me estaba perdiendo por ir de acá para allá. Alcé el pulgar en señal de "¡está rico!", y volví a tomar parte de mi pasta, escuchando a Dante con interés, con la mejilla apoyada en la palma de mi mano mientras saboreaba la comida.

    Sí, la verdad es que no sería demasiado difícil implantar en su cultura algo tan sencillo de hacer, pero lo más probable era que quisiesen seguir manteniendo sus costumbres de siempre. Sin privarse de probar platos extranjeros, eso sí. Se lo comentaría a Maji algún día, cuando volviésemos a vernos. ¿Y cómo estarían Nyota y los demás después de todo lo sucedido? ¿Habrían logrado recuperar la normalidad? ¿Sabrían algo acerca de lo sucedido en Galeia por parte del profesor Abeto? Cientos de dudas, de imágenes y de recuerdos pasaron por mi cabeza mientras escuchaba a Dante hablar acerca de su viaje por la isla, y no pude evitar sonreír con ternura al recordar su rostro avergonzado el día que tuvo que cambiarse de ropa. Sacudí su cabello entre risas, tal y como él hacía conmigo cada vez que me quitaba la gorra. Ese gesto que se había vuelto tan característico entre los dos.

    —Lamento que tuvieses que pasar por eso, Dant. Pero tenías que mantener las apariencias como fuese, o hubieses acabado en peligro. En Udan había personas muy peligrosas que no deseaban intrusos entre sus tierras... Supongo que es el momento perfecto de contarte una historia, ¿no es así? —ladeé la cabeza, animada. Estar allí, rodeada de mis queridos compañeros de aventura y de Dante, me había devuelto parte de las energías que creía haber perdido con nuestra última aventura. El descanso podía esperar un poco más, y la mirada curiosa del chico y de mi equipo no hizo si no confirmarme que era el momento ideal para contarlo. Dirigí la mirada hacia mis buenos amigos de Udan, intercambiándonos una sonrisa cargada de complicidad. Umiko, mi querida Primarina, asintió con calma, dándome pie a que empezase el relato—. Muy bien...

    >>Érase una vez una civilización adelantada a su tiempo, creada hace miles de años. Un lugar donde se gestaban proyectos tecnológicos que incluso a día de hoy nos hubiesen resultado asombrosos. Esa sociedad era dirigida por un líder, el cual contaba con cuatro científicos encargados de todos los avances necesarios para su pueblo. Un buen día apareció un pokémon extraño, y comenzaron a hacer experimentos con él para averiguar de dónde procedía. Le trataron tan, tan mal, que aquel pokémon desató su ira contra ellos, haciendo desaparecer a su civilización. Sin embargo, uno de aquellos científicos, quien había convivido con el pokémon e intuyó lo que estaba por pasar, logró huir a tiempo de allí. Él no quería dejarse dominar por un líder, su deseo de poder le llevaba a más: quería convertirse en su propio dios. Así, encontró una isla desierta y abandonada, y comenzó a trazar su plan. Secuestró cientos de pokémon y de humanos, quienes aún no habían alcanzado su nivel de evolución, e inició un paraíso ideal para él, ocultando la existencia de la tecnología de todos sus habitantes. Creó un método para que nadie pudiese encontrar aquella isla, que la volviese invisible a ojos de extranjeros, y así se creó Udan.

    >>Durante siglos estuvo creando experimentos con los pokémon, creando nuevas especies nunca vistas, y así fueron apareciendo las formas regionales de Udan. Todos eran experimentos de aquel dios, de Fikra, para tener a su alcance los pokémon más poderosos, quería ser invencible. Pero para los habitantes siempre fueron pokémon normales a sus ojos. Aún así, Fikra deseaba algo más que una simple isla que dominar: la inmortalidad. Por ello, inventó un viaje para los entrenadores pokémon de Udan, el desafío de las marcas. Aquel que consiguiese vencer el desafío podría tener una audiencia con Fikra, toda una mentira disfrazada. Si él consideraba que este entrenador era el perfecto, le introducía en una máquina que le permitía hacerse con su cuerpo, para conseguir un nuevo recipiente donde vivir. Así, la sociedad de Udan vivió engañada durante siglos, sin saber lo que sucedía detrás del telón.

    >>Cuando Maji logró llegar a Galeia y conoció al profesor Abeto, nos pidió que completásemos el desafío y hablásemos con Fikra. Él ya sabía la verdad, pero solo no podía hacerlo. Fueron muchos meses de viaje, pero Lucas y yo conseguimos llegar hasta él y... bueno. Te mentiría si las cosas hubiesen salido bien a la primera. Pero logramos terminar con aquella farsa. ¡Pero ahí no queda todo! Descubrimos que Fikra tenía una alianza con unos seres que venían del espacio, ¡los ultraentes! —alcé los brazos mientras exclamaba su nombre, enfatizando en ello—. Tuvimos que ir, gracias al pokémon legendario Lunala, hacia el lugar donde vivían, para evitar que despertasen al pokémon legendario que quería robar la luz de nuestro planeta. Le vencimos entre Lucas, Emily, los chicos de Udan y yo, y volvimos a la normalidad. ¡Tendrías que haberlo visto, Em capturó a ese pokémon legendario, Necrozma! ¡Incluso a Lunala! Ahora es incluso más fuerte. Y Lucas es campeón de Udan. Estoy muy orgullosa de esos dos, sin duda.

    Cuando terminé el relato, contemplé las caras absortas de mis pokémon de Galeia, y las miradas orgullosas de los de Udan, satisfechos con su periplo. Pronto comenzaron a dirigirles palabras de ánimo, momento que aproveché para volver a tomar otro poco de mi pasta. Una mueca de disgusto se formó en mis labios.

    —¡Mierda, se me ha enfriado! —bufé, en medio de un mohín, y me levanté para calentarlo en el microondas. Desde mi lugar le dirigí un vistazo a Dante, divertida—. ¿Qué? ¿Demasiado extraña la historia para ser verdad? Incluso a mí me cuesta creerla.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Dejé que el agua caliente relajase mis músculos. Había optado por una ducha en lugar de un baño, me daba menos tiempo para pensar.

    Cerré los ojos y suspiré.

    Estaba... jodida. Estaba completamente jodida. No sabía cómo no había logrado darme cuenta antes.

    Me sequé el cabello con el secador. Mi larga melena rubia que tanto me gustaba mantener recogida, la solté y dejé que el cabello tibio se deslizase sobre mis hombros. Contemplé mi reflejo en el espejo.

    Tenía cara de cansancio y mis ojos azules eran enmarcados por unas pequeñas ojeras. La siesta en la pradera debió servirme de algo. De verdad que todo me había pasado factura.

    Caminé fuera del baño y miré la cama en la oscuridad de la habitación gracias a la luz que se colaba por la ventana. Era ya bastante tarde. Me había pasado todo el día dando vueltas sobre Isamu sin un rumbo fijo. Después de aquella extraña escena con Emily solo quise desaparecer. Tenía cosas en las que pensar. Demasiadas cosas.

    Esa cama tan sola, tan fría. Me senté en el borde y me dejé caer hacia atrás.

    —...

    Acabábamos de vernos y ya la echaba de menos. Quería tanto que estuviese allí conmigo. Escuchar su voz, que me abrazase, volver a dormir juntas... extrañaba eso. Pero ella no estaba allí. Porque yo era una estúpida egoísta y en lugar de ir con ella al Frente la dejé sola en la pradera. Porque quería tiempo a solas para las dos, aunque solo viésemos juntas una película. Por un lado estaba Udan. ¿Qué tenía esa región perdida que le gustaba tanto? ¿Quizás había conocido a alguien? ¿Quizás tenía una relación con un nativo? No... me lo hubiera dicho. Era mi mejor amiga.

    Solo... era mi mejor amiga.

    Por primera vez aquella idea hizo que mi pecho ardiese de dolor. ¿Por qué me dolía tanto esa idea? ¿Por qué me molestaba tanto la idea de verla con chicos? No pensaba ni que Ethan ni que Dante la merecieran. Ella era mucho mejor que eso.

    Ella era...

    Levanté mi brazo por encima de mi rostro y me cubrí los ojos con el antebrazo. Me sentía sola, terriblemente sola. Confundida. El vacío que sentía dentro era tal que quería llorar, todo aquello sumándose al aturdimiento y los sentimientos contradictorios que tenía. ¿En qué momento había pasado esto? Ni siquiera me di cuenta de ello. ¿Cuando fue que empecé a sentirme así? ¿Después de lo de Alpha? ¿Antes? ¿Desde Aerosol?

    No. Fue todo lo ocurrido con Justice lo que me hizo replantear mis sentimientos. El miedo que pasé y la felicidad que sentí al verla de nuevo con vida... era incapaz de describirla con palabras. No era... una alegría normal. Lo único que quise hacer fue abrazarla, llevarla lejos de la prisión y curar sus heridas. Luego volvería a partirle la cara a Justice. Me di cuenta de que la necesitaba en mi vida. De que no hubiera soportado perderla.

    De que yo ya no podía concebir mi vida sin Emily.

    Ella me hacía feliz. Me hacía actuar de un modo que nunca hubiese imaginado. Me hacía ser más abierta y sincera con mis sentimientos... aunque solo fuese con ella. Su voz suave me calmaba. Era una especie de bálsamo para todas mis heridas. Y sus abrazos... ojalá pudiese refugiarme en ellos para siempre.

    Estos sentimientos eran nuevos. Nunca había sentido nada igual. Ni siquiera con Alpha había sentido algo así... y tenía miedo.

    .
    ..
    ...

    Estaba jodida. Estaba... completamente jodida y aterrada. Emily no podía saberlo. Tenía que alejarme de ella. Tenía que mantener una distancia prudencial hasta que entendiese completamente qué demonios me estaba pasando.

    ... ¿Por qué repentinamente se había complicado todo tanto? Yo no podría soportar otro rechazo.

    Me hice un ovillo sobre la cama.

    Yo no podría soportarlo.
     
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    Nekita

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    Sonrió complacido cuando a Liza pareció aprobar lo que estaba comiendo, verla tan entuciasmada incluso por la comida que tenían lo alegraba bastante, lo hacía ver cómo ya estaba un poco más animada pese al cansancio que había notado antes y claramente tendría después de todo lo que aquella batalla que le había comentado. Dejando eso de lado, la vergüenza no tuvo tiempo de irse cuando sintió cómo Liza acariciaba su cabeza, realmente no quería pensar en aquello, había sido bastante extraño y no era algo que le gustaría repetir en un muy largo rato.

    —Teniendo en cuenta que de igual forma para encontrar aquel vestuario recorres cierto tramo, no ser descubierto es mera suerte —A fin de cuentas tenían que viajar hasta la ciudad para recibir las ropas de Chuma, había gente que los vió, así que discretos discretos... no habían sido —. Pero sí, supongo que es momento de que me cuentes toda esa historia confio que estaré sorprendido.

    Escuchó atento cada una de sus palabras mientras continuaba con su comida, aunque poco a poco su Mawile que antes se encontraba junto con los demás pokémon pareció interesarse poco a poco al igual que él, terminando en ella caminando entre los demás pokémon para poder estar en la primera línea con su entrenador, quien rápidamente al notarla no tardó mucho en sentarla con él mientras le daba el útlimo triangulo de arroz que quedaba para que pudiera disfrutar un poco más la historia que estaba siendo contada.

    Era irreal.

    No podía pensar que había una clase de persona capaz de hacer eso, ¿llevarse gente y pokémon solo para su mero plan obligandolos a vivir de cierta forma que le parecía conveniente? ¿Experimentar con ellos? ¿Manipularlos? Arrebatarles la vida a muchos inocentes solo para mentenerse inmortal...

    —No es algo dificil de creer, creo que ver cómo ustedes volvían la primera vez me ha hecho ver que las imposibilidades siempre han sido posibles... —Acarició un poco a Mawile antes de volver a hablar —, pero me alegra que hayan podido ponerle fin. Me alegra que hayan podido hacer un cambio son, realmente increíbles...Liza, ustedes ya serán parte de la historia de ellos, imagina todo lo que cambiará para ellos es...asombroso.
     
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    Regresé a mi lugar con lo que me quedaba de pasta volviendo a tomar asiento junto a los presentes, mientras escuchaba todo tipo de conversaciones acerca de la historia que acababa de contar. Parecía que ello había dado pie a que los pokémon de Udan pudiesen tener algo de lo que hablar, y todos ellos se arremolinaban ahora a su alrededor con decenas de preguntas que los mismos recibían encantados. Sonreí, enternecida, y me volví hacia Dante para acabar mi plato, notando que ahora la pequeña Mawile se había unido para poder escuchar en primera fila. Qué adorable.

    —Sí... Supongo que en comparación con lo que ha sucedido en Galeia, ya todo es posible —comenté al aire, dejando a un lado el plato mientras me recargaba en el respaldo de la silla, mirada en el techo. Mi expresión se aseveró mientras algunos recuerdos regresaban a mi cabeza, y pensé que sería buena idea desahogarme con Dante—. ¿Sabes? Cuando todo sucedió... Nos encontramos con Irvine. Lo recuerdas, ¿verdad? Nuestro profesor en la Escuela Pokémon. Él... Estaba buscando a alguien. Estaba descontrolado, jamás lo había visto en ese estado. Tal era su obsesión que no se daba cuenta del daño que estaba haciendo a su alrededor, y... t-tuve que combatir contra él —solté una pequeña risa—. ¡No me malinterpretes, era algo que siempre había deseado! Pero no se sintió bien. A pesar de que gané... En su expresión había mucho odio. Me consideraba su enemiga, nos consideraba a todos. Algo dentro de mí se rompió con eso. Era como ver a tu héroe caer de su pedestal, ¿uh?

    >>Solo... Solo espero que ahora que recuperó lo que quería, no me guarde mucho rencor. Me dolería mucho.

    Bajé la mirada del techo, tras haberme perdido durante unos instantes en mis cavilaciones, y volví a recuperar mi expresión serena. No había necesidad de darle más vueltas. Me levanté del asiento, comenzando a recoger los platos de los que ya habían terminado, y los llevé a la encimera en silencio, comenzando a abrir el grifo del agua para adelantar trabajo. Los chicos parecían divertirse charlando, y no quería interrumpirles para decirles que me moría de sueño. Me tapé la boca ahogando un bostezo, y mientras enjuagaba parte de los platos me giré hacia Dante con curiosidad.

    —Oye, parece que en la mini-nevera de esta habitación hay algunas paletas de helado. ¿Queréis alguna?
     
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    No pudo evitar extrañarse cuando mencionó a Irvine, sí, lo recordaba de la escuela pokémon pero tampoco es que tuviera mucha más conexión con él, ¿por qué buscar a alguien tenía que ver con todo lo que se supone que había sucedido? ¿Por qué habría desencadenado una pelea en la cuál se vio en vuelta Liza? Estaba claramente confundido pero aun así, hizo su mayor esfuerzo por mantener el gesto que tenía en un principio, si había partes perdidas, al menos parecía que no debía saberlas.

    —Si era alguien importante...no creo que sea extraño que estuviera tan desesperado —Era algo natural en las personas preocuparse, pero a veces, suponía que cuando era alguien tan importante...perdías el control de ti mismo, incluso él se veía de esa forma —, en cuanto a porqué no se sintió bien, es sencillo... no era ninguna clase de momento para aquella pelea, porque allí solo estabas intentando detenerlo, evitar que hiciera más daño, no es y seguro ni siquiera tú lo imaginabas como un escenario para tener la pelea que siempre habrías deseado pero, si lo recuperó y todo salió bien, nada impide que no haya una segunda oportunidad, ¿no crees?

    Le sonrió tranquilo pese a que muy dentro de él, entendía la razón por la cual había estado tan enfadado, porqué no querría que lo detuvieran, pero ¿verlo caer del pedestal o solo ver cómo tu héroe estaba desesperado por conseguir algo? No lo sabía, de alguna forma lo veía como un acto desesperado.

    —Al final, obtuvo lo que quería de vuelta, seguro se dará cuenta de que solo estabas haceindo lo correcto, probablemente protegiendolo a él mismo en el proceso, no tengas miedo de que pueda odiarte —Se inclinó un poco para acariciar su cabello en busca de tranquilizarla —, en cuanto al helado, por mucho que me gustaría, no sería bueno que comas algo dulce si tienes sueño....
     
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    Sonreí inevitablemente al sentir su caricia, y tras dejar el último plato a fregar en su sitio y secar mis manos en los costados de mi camisa, le envolví con mis brazos en un fugaz abrazo de agradecimiento.

    —Espero que así sea —deseé con todas mis fuerzas, separándome poco después—. Supongo que tienes razón, es comprensible en su estado que se comportase así. Estábamos todos demasiado alterados con... la aparición de esas aberraciones. Ojalá pueda verle pronto, y... —me giré una vez más, antes de avanzar hacia la cama—. ...lamento no darte todos los detalles que querrías. Creo que ya te he bombardeado demasiado la cabeza por hoy. Aún así, gracias por escucharme, Dant. Lo aprecio mucho.

    Le dirigí una última sonrisa antes de dar un saltito hacia el mullido colchón, y me senté sobre mis piernas para palmear varias veces la superficie de la cama, instándole a sentarse conmigo. Los pokémon comenzaron a tumbarse para reposar la comida, muchos escuchando sus innumerables aventuras haciendo un círculo, otros recostados sobre los estómagos de los más grandes. Se había quedado una noche muy tranquila.

    —Uhm... ¿Tú no quieres desahogarte con nada? —murmuré, abrazando mis rodillas contra mi pecho, dirigiéndole una mirada amable que le invitase a contarme lo que fuese—. Me apena que siempre estés ahí para dar consejos a los demás, pero nadie te los de a ti. Y a mi me gustaría devolverte el favor así que... ¡Estoy aquí para lo que sea! —ladeé la cabeza, entrecerrando los ojos en medio de mi sonrisa—. ¿Sí~?
     
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    Naiki

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    El vuelo del Charizard fue corto. Estaban a poca distancia de la ciudad que más habían frecuentado durante sus tiempo en Galeia... ¿O debo decir el tiempo de vida de Alpha? Meh, viene casi a ser lo mismo a éste punto, ¿verdad que sí?

    De todas maneras. Flame se decidió a entrar en el Centro Pokémon, donde hace poco las barricadas habían sido levantadas. Y, bueno, esto hacía que el hecho de un pokémon entrar con su entrenador en brazos desmayado y con el cabello teñido de un tono carmesí crease preocupación entre los que se estaban encargando de tratar a los heridos y dar confort a quienes lo necesitaban. De hecho, uno de las personas ahí intentó tratar a Alpha con el pensamiento de que estaba herido, cosa que en realidad era cierta y mal no vendría que quizás le pusieran una venda o bien limpiasen su herida, pero él no se dejó. Simplemente encendió su derecha en llamas y enfocó sus rojizos ojos furiosos sobre el pobre chico que poco y más pudo hacer que retroceder con un: "Oye, tranquilo viejo".

    Y como nadie pudo detenerlo, solo se adentró entre los pasillos con tal de encontrar una habitación donde poder hacer descansar a su magullado entrenador. Pero claro, ¿cómo iba a saber él qué habitación estaba desocupada? ¡Pues fácil! ¡Decidió que la mejor idea era derribar la primera que encontró! Para su suerte, o más bien para la de las personas de otros cuartos que no tuvieron que ser asaltados por una lagartija con problemas de autoestima elevada, estaba vacía.

    Se adentró en el cuarto y dejó a su compañero finalmente descansar sobre la cama. Pero todavía tenía que arreglar un detalle: La puerta.

    Levantó el madero y se quedó observándolo unos segundos. Por el calor del momento simplemente olvidó el hecho de que podría rotar la manilla como había visto hacer al castaño en repetidas ocasiones. Entonces fue que tuvo una idea: Lo colocó tal cual estaba antes, como si nada hubiese ocurrido... Evidentemente de cayó de inmediato. Ahí fue cuando decidió rendirse ante la situación y tumbarse en el suelo de la habitación.

    Sí, lo mejor sería esperar a que se arreglase solo... O pudieran escapar de ahí sin que nadie se diese cuenta.
     
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    Nekita

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    Se alzó de hombros un tanto despreocupado en un intento de quitarle peso al tema de la información —Hicieron lo que debían, eventualmente lo entenderá, cuando las cosas se calmen un poco y termine de asimilar todo —Quería creer que esa parte lógica de Irvine entendería que no lo habían hecho apropósito con alguna clase de maldad o similar, jamás sería el caso de ellos —. En cuanto lo otro, supongo no es necesario que sepa todo, siempre escucharé lo que quieras decirme siempre hasta donde quieras decirme, no dudes de eso. —Sonrió y terminó siguiendo su indicación de sentarse a su lado una vez que se había levantado de su lugar y se había retirado sus zapatos para poder cruzar sus piernas sobre la cama.

    Se quedó en silencio unos segundos observando a los pokémon ya recostados, se sentía una paz muy linda al ver a todos ellos allí tan tranquilos.

    —Oh, ¿yo? —Le dirigió una mirada de sorpresa, no pensaba que tomaría un giro dirigido hacia él —, bueno...uhm, realmente creo que nunca me he sentido cómodo imaginado eso en mí...—Pero suponía que con el tiempo, Liza se había dado cuento de eso perfectamente —, pero si quieres que te cuente algo...diría que...estuve muy feliz de que Emi no me odiara cuando nos vimos, creí que...por lo que había hecho no querría verme...—Terminó en la misma posición que Liza, abrazando sus rodillas con una pequeña sonrisa al recordar que realmente la había visto feliz de verlo—Yo lastimé un poco o quizás mucho, no lo sé, a Mimi, físicamente... no es algo de lo cual estoy orgulloso de eso, también le grité... y claro, luego de eso, solo huí, no es nada nuevo en mí claro, pero... bueno, pasó.
     
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    Hygge

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    Mi expresión, en primer lugar, pasó a ser una de genuina sorpresa. Sorpresa porque pensaba que le costaría algo más contarme lo que le preocupaba; Dante no solía mostrarse cómodo con ello, y sentí un profundo alivio al ser consciente de la confianza que me tenía para abrirse de esa forma. Sorpresa, también, porque me costaba ver a un chico tan tranquilo como él perder los estribos de esa forma. Solo lo presencié una vez en mi vida, en una discusión con Destiny, pero parece que el mal humor de Mimi también había conseguido ese logro tan difícil.

    Pronto relajé mis facciones, dedicándole una sonrisa comprensiva, y llevé ambas manos a sus mejillas con suavidad, impidiendo así que desviase la mirada. Quería intentar aliviar un poco ese malestar que parecía estar pesándole.

    —Escucha, todos tenemos cosas de las que nos arrepentimos. Aquí donde me ves, yo las colecciono a montones —me permití soltar una suave risa, sin soltar su rostro entre mis manos—. Lo que quiero decir es que... Lo que hiciste, a mis ojos, es algo normal. Yo no estuve allí, y no puedo juzgar la situación, pero creo que puedo imaginármela. Mimi... quiere proteger a Emily con toda su alma, son muy buenas amigas, y probablemente haya tomado vuestra ruptura de la peor forma posible. Tú jamás querrías hacerle daño, lo he visto con mis propios ojos todos estos años. Por favor, se nota que os seguís queriendo. La mirada que te dirigió Emily aquel día era más que suficiente para notarlo —lentamente dejé de sostener sus mejillas, sin borrar la sonrisa tranquilizadora de mis labios. Mi voz se mantuvo serena en todo momento—. Probablemente los dos estuviéseis demasiado alterados, os dejásteis llevar por vuestras emociones y... Hicisteis y dijisteis cosas de la que no os sentís orgullosos. ¡Pero es normal, sois humanos! A veces las emociones son traicioneras, pero nada que una buena charla no pueda arreglar.

    Guardé silencio por un instante, mirando mis pies tras volver a abrazar mis rodillas.

    —Quizás Mimi y tú no os llevéis bien, pero... Estoy segura de que en el fondo ella sabe que jamás le harías daño a Emily a propósito. Por más que quiera demostrar lo contrario. Y si no es así, debería hacer el esfuerzo por conocerte más. Al menos, que te vea como te veo yo.

    Leafeon, quien había dejado de escuchar las historias del resto, se acercó con cierta timidez, y no dudé en hacerle un sitio junto a mí. Acaricié su suave pelaje mientras cerraba los ojos, relajándose ante el contacto. Permanecí así un rato, hasta que una duda asoló mi mente. Me mordí el labio inferior, dudando por un instante en siquiera preguntarlo.

    —Dante... ¿Por qué os separasteis?
     
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    Nekita

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    Dante Miles

    No se molestó en poner resistencia cuando sintió que lo tomaba de las mejillas para que la mirara, la pequeña sonrisa había desaparecido pero aun así se mantenía tranquilo mirandola, escuchando lo que tenía que decirle, no era un tema especialmente agradable para él pero no podía negar lo mucho que rondaba su cabeza, pensaba en las cosas que pudo haber cambiado, las formas distintas con las que pudo haber tomado aquel pseudo enfrentamiento con Mimi.

    —Liza...no puedo tomarlo como algo normal, gritarle, quizás, lastimarla...jamás —Por mucho que en el momento que lo había hecho se hubiera sentido increíble, no había tardado nada en arrepentirse de aquella decisión. Después escuchar que a sus ojos, había una ventana en aquella posibilidad de que aquello siguiera existiendo volvió a hacerlo sonreir por unos segundos, cuando sus mejillas llevó sus manos a los lados de su rostro para darse pequeñas palmaditas para volver a centrarse en lo que hablaban —. Estábamos alterados...sí, todos somos personas y puede pasar pero, mi problema es que, no se si quiero disculparme o charlar con ella. Me sienta mal, sí, pero no se si quiera arreglarlo y no creo que ella considere eso que dices...

    Se sentía mal y al mismo tiempo molesto con ella, no quería arreglarlo del todo, no quería relacionarse con ella realmente y si lo hacía, probablemente terminaría fingiendo que nada habia pasado para estar lo más tranquilo posible.

    Se sintió un tanto en shock al escuchar aquella última pregunta, quizás...debió de haber intuido que en algun punto terminaría apuntando a esa cuestión, era común, ni siquiera sabia con seguridad quien lo sabía. Se mantuvo en silencio un par de segundos, golpeteando su pierna con sus dedos a cierto ritmo abría y cerraba continuamente sus labios en la indecisión sobre lo que tenía que tenía que decir.

    —Fue...mi decisión —Y como cada decisión que tomaba para él, no había terminado especialmente bien—, pero...de esa forma, Emi ya no tendría que cargar conmigo, es...supongo la mejor manera que puedo decirlo.
     
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    Naiki

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    Alpha Xenodis.

    Abrí mis ojos y de inmediato me encontré con el techo del centro pokémon que tanto conocía. Me quedé observándole unos cuantos segundos mientras bostezaba en un par de ocasiones. Respiré tranquilo, aliviado de que finalmente había podido tener una noche buena: Ningún sueño o pesadilla. Solo no tener nada por mucho tiempo hasta que volvías a despertar. Qué genial había sido eso.

    Pero ahora...

    ¿Se quieren salir de encima?

    Pregunté al girar mi cuello hacia abajo, pudiendo encontrarme con Venus, Manaphy, Masquerain, Squirtle y Midoho sobre mi cuerpo. Todos dormían, a excepción del legendario quien simplemente me saludó con la alegría que le caracterizaba.

    Hey~.—Le saludé mientras intentaba retirar mi mano del cuerpo de Milotic que como de costumbre se había enrollado en el mío.

    Logré hacerlo con cierta dificultad y entonces pasé mi mano sobre la cabeza de aquella gota de agua. Vi como cerró sus ojos y simplemente saltó tras ello, lanzando unos pequeños chorros de agua en señal de alegría. La seguí con la mirada hasta que observé como caía en el lomo de Flame, tumbado en el piso. Inmediatamente pude observar al resto de mis compañeros afuera, todos descansando en el suelo de la habitación y con bastante cercanía entre ellos... Excepto por Flame y Rook, separados por Cobalion... Par de orgullosos. Bueno, no es como que yo fuese distinto.

    Meh.

    Rendido ya ante la posibilidad de escaparme, decidí volver a cerrar mis ojos y a disfrutar la cómoda cama, la compañía de mis pokémon y, por supuesto, la pequeña tregua que establecimos.

    ...

    Liberé un enorme suspiro de relajo mientras sentía el agua caliente correr a través de todo mi cuerpo. Sentía como poco a poco mis cansados y adoloridos músculos iban recibiendo un poco de energía a través del agua, como si de un Acua Aro se tratase. La sensación era tan buena que me apegué a la pared mientras mi cuerpo estaba bajo la cálida lluvia por unos diez minutos aproximadamente. Tras eso solo decidí limpiarme, teniendo dificultades para quitar la sangre de mi cabello.

    Salí como pude a la habitación, siempre ayudado de mi mano izquierda contra la pared con tal de no forzarme demasiado. Proseguí a vestirme, sentado en la cama y colocándome el mismo set de ropa, pero limpio. Sí, era demasiado problemático andar cambiando de ropas y decidir qué ponerme con qué... Así que solo compré el mismo dos veces, ¿a que soy el más inteligente? ¿No? Ya sabía.

    Con todo listo, solo regresé a mi equipo rápidamente a cada una de sus pokéball y salí de la habitación... ¿Quién se carga las puertas para entrar? Bueno, no importa. Salí del centro, pese a que algunos chicos me intentaron detener porque decían que había llegado mal y todo eso. Fui a por un par de provisiones para el camino, o sea un poco de comida basura, un sanguche, como decía el hermano Nikolah, y agua gasificada.

    Vamos, Nori, hay un lugar al que debemos ir.

    Monté en el pokémon y entonces partimos.
     
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    Hygge

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    Se me partía el alma mientras escuchaba cómo se sentía. Estaba aturdido, molesto y continuaba sintiéndose culpable, pero no había solución que acabase con aquellos tres sentimientos de golpe desde su propia perspectiva. Lo comprendía: en momentos como aquel era realmente complicado encontrar una salida para sacar la espinita clavada en su pecho. Por ello busqué su mirada en todo momento, asintiendo con calma, haciéndole saber que le escuchaba y le daba todo mi apoyo en silencio.

    —No es necesario que lo hagas —murmuré, apoyando de nuevo la barbilla sobre mis rodillas—. No tienes por qué disculparte si no sientes que de verdad quieras hacerlo. Nadie saldría ganando con eso, ni siquiera Mimi. Así que... Todo estará bien, ¿sí? Lo importante es que Emily no está molesta por lo sucedido, he convivido mucho con ella este tiempo y puedo asegurártelo de corazón —le sonreí, recordando su rostro cuando la mencioné instantes antes—. Y si sientes que puedes quedarte más tranquilo después de ello, la próxima vez que vea a Mimi podría intentar hablar con ella, sin dar detalles —agaché la mirada, avergonzada—. Aunque eso sería entrometerme, uh... Disculpa, s-solo quiero intentar ayudar.

    La intranquilidad llegó a mi pecho instantes después de pronunciar esa pregunta, e inmediatamente sentí deseos de retirarla, como si nunca la hubiese dicho. Yo no... n-no quería tocar un tema sensible para Dante, es solo que... Ambos eran muy amigos mios, y me preocupaba por ellos. Nunca tuve respuestas acerca de ello y... pensé que era el momento perfecto para saberlo.

    Lentamente me acurruqué al lado de Dante, tumbándome al sentir los párpados algo más pesados, pero sin dejar de prestarle atención en ningún momento. Sonreí.

    —...Entiendo —dije, simple. Permanecimos así un par de segundos, y entonces, proseguí—. Yo siempre respetaré tus decisiones, Dant, ya lo sabes. Y comprendo que tendrás razones para ello, así que para mí es suficiente —me hice bolita, con la mirada perdida en algún lugar de la habitación, y bajé el volumen de mi voz, confidencial. Cerré los ojos, en calma—. Pero si tuviese que añadir algo más... Diría que Em aún te necesita. No necesariamente en calidad de pareja, pero... Sigue estando muy feliz de verte siempre que puede.

    Y guardé silencio, permaneciendo en aquella posición un rato, totalmente relajada.
     
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    Se sintió algo más tranquilo consigo mismo cuando escuchó aquello, si realmente no tenía que disculparse si en verdad no quería, podía evitar culparse tanto en aquel ciclo donde peleaba consigo mismo. Tenía razón, ninguna de las dos partes terminaría ganando si hacía aquello sin realmente sentirlo, luego, sobretodo lo que consideraba más importante, Emily no estaba molesta con él.

    —Por mucho que eso suene consolador, lo menos que quisiera en este momento es meterte en un problema —Tampoco quería que ella asumiera que Liza hablaba por él no porque fueran prácticamente familia, no quería que se repitiera aquella reacción que había sucedido con Astrid —, pasará lo que tenga que pasar...supongo, estas ayudando, de eso no tengo duda. —Ya escucharlo era algo suficiente, más si todo resultaba tan confuso como nada.

    El sentirla acurrucarse le hizo rodearla con sus brazos para abrazarla, incluso una de sus manos estaba acariciando su cabello para entretenerse un poco y al mismo tiempo, relajarla. Seguirla escuchando lo hizo sonreír, además claro de hacerle repartir un par de besos sobre su cabeza, no estaba completamente seguro de decir que en su estado pudiera hacer alguna clase de ayuda, incluso aunque estuviera allí con Liza, no sentía que...fuera suficiente para continuar como alguna clase de apoyo.

    Sin pensarlo mucho más se dejó caer en la cama arrastrandola con él sin dejar de abrazarla —Gracias, Liza...—murmuró —, es lindo que lo digas.

    Pero tenía que hacer muchos esfuerzos para cambiar, si deseaba seguir en la vida de todos ellos, siendo un apoyo... estar un poco más cerca suyo.
     
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    Hygge

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    "Gracias, Liza... es lindo que lo digas".

    Entonces, y solo entonces, pude permitirme soltar un suspiro casi imperceptible, cargado de un profundo alivio. Caí de espaldas contra el colchón entre risas, abrazando a Dante en el proceso, y me acurruqué junto a él sin poder borrar la sonrisa de mis labios. Todo estaba bien, había conseguido relajar una ínfima parte del malestar de Dante, y eso era toda una victoria para mí. Deseaba de corazón que mis inexpertas palabras sirviesen para que ordenase las ideas en su cabeza, que pudiese ver las cosas con mayor claridad.

    De momento, eso sí, me daba por satisfecha.

    La habitación, ahora que habíamos dejado de intercambiar nuestras voces, había adquirido un pacífico silencio, y no me hizo falta inclinarme para saber que la gran mayoría de nuestros pokémon habían caído rendidos por el agotamiento. Se merecían noches como esta con más frecuencia, donde poder recargar fuerzas después de tantas semanas y meses durmiendo a la interperie, dispuestos a proseguir nuestro viaje. Y qué decir... yo también las merecía. Estar allí, acurrucada con Dante como solíamos hacer hacía tanto tiempo me generaba una paz indescriptible. No podía desear un mejor descanso que aquel que me estaba ofreciendo sin ser consciente de ello.

    Cerré los ojos, rindiéndome lentamente al sueño acurrucada junto a Dante.

    —Gracias... por todo —susurré entonces, sin abrir los ojos. La sonrisa aún no desaparecía—. Te quiero mucho, Dant.

    Mis últimas palabras cayeron en un murmullo, y finalmente fui vencida por el sueño. Aquella noche, sin duda, dormiría mejor que nunca.
     
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    Nekita

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    —...Gracias a ti por todo, yo también te quiero mucho...—Le sonrió aunque ella ya no pudiera verlo y por unos cuantos minutos más, se mantuvo unos cuantos minutos más acariciando su cabello hasta que finalmente él también simplemente terminó cediendo al sueño junto con ella, un descanso como los que hace mucho no tenía en la paz de estar rodeado de una paz solo creada por la compañía que allí tenía.

    Jamás habría pensado que en el día tan extraño que él había tenido, terminaría reencontrandose con Liza y sobretodo, jamás habría esperado volver a retomar aunque fuera por un día las cosas que hacían cuando habían viajado juntos, una parte de él no podía negar cómo lo había extrañado pero otra...la otra parte jamás negaría (como ya había mencionado) lo orgulloso que estaba de ver cómo ella y los demás con los que había compartido un tiempo, viajaban, exploraban, incluso si eso terminaba provocando que cosas que amaba hacer simplemente desaparecieran.

    Pero todo terminaba valiendo la pena con encuentros como esos, de eso estaba seguro.

    Al día siguiente fue el primero en despertar aunque aun sentía sus párpados pesados y sobre todo, sin tener muchas ganas de moverse así que se mantuvo en su posición disfrutando de aquella tranquilidad y jugando con un par de mechones de cabello de la ajena hasta que se obligó a despertarla.

    Así que, con aquel mechón que estaba jugando decidió pasarlo ligeramente por su rostro con la intención de causarle alguna clase de cosquilleo —Liza...ya es de mañana...
     
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