Ciudad Témpera

Nikolah Cruz

— ¿Lo fuiste? ¿A qué te refieres con eso?— pregunté, curioso.— O sea, una vez que formas parte de una familia, siempre sigues siéndolo, no importa cuanto te alejes a la distancia. Ellos están ahí para tí, y tu lo estarás para ellos. Supongo.

Me encogí de hombros, y volví a dar un sorbo al chocolate. Me limpié la espuma con la manga de la chaqueta.

>> Volviendo a tu pregunta original, si te contara como conocí a todos y cada uno de ellos creo que estaríamos aquí todo el día... hemos vivido muchas aventuras por Galeia juntos, y todos comenzamos siendo entrenadores pokémon juntos... pero, ¿qué haces tú por aquí? ¿Qué te trae por Ciudad Témpera?

— Oh, ¡que genial! Así que empezaron todos juntos. O sea que empezaste con Alpha, y Liza, y...¿una rubia medio gritona? ¡Ah, y Emily! Y...y...los otros no sé.— dije, encogiéndome de hombros.— Supongo que me los iré aprendiendo a medida que los voy conociendo, ¿no?

>> ¿Qué qué hago yo por aquí? Estoy esperando a mi hermanita. Acabo de salir de la enorme Torre esa que está ahí, en dónde fui a combatir, y ahora espero que mi hermanita termine su combate y salga, que tenemos cosas que hacer. ¿Y tú? No me hace falta que me cuentes toda la historia de tu vida, si no quieres, aunque no me molesta, sinceramente, pero, ¿qué haces aquí?

Era extraño tener una conversación casual con alguien de esta manera. La gente con la que había charlado así desde que había llegado habían querido vencerme en un reto, o entró en debates filosóficos y no sé que cosas más. Era hasta relajante.

 

Orgen

Salí molesto de la torre desafío, me habían vuelto a machacar hacia que me fui al cafetín para almorzar.
Cuando pisé el lugar observé a lo lejos a Nikolah, acompañado por supuesto, decidí acercarme a saludar pero tampoco quería molestar.
—Hey! Hola Nikolah, ¿como andas? —le pregunté, y observando a su compañía simplemente sonreí en gesto amable.

 

—Es... complicado —respondí, mientras tomaba un poco más de té—. No quiero aburrirte con cosas que no tienen importancia, así que dejémoslo ahí.

>> En cuanto a lo otro, sí, empecé al igual que los demás, aunque un poco después; a diferencia de Liza o Emily, nunca asistí a la Escuela Pokémon de Ciudad Lienzo.

Pensé un poco en lo que había dicho el muchacho. ¿Una rubia medio gritona? Mi primer pensamiento fue que se trataba de Destiny, ya que mencionó a los primeros holders de tercera generación, pero dado que ella residía en Kalos ahora y probablemente jamás había conocido al chico, intuí que debía estar hablando de Mimi. No pude evitar una pequeña risa al llegar a esa conclusión; era un poco gracioso que se refirieran a ella de esa forma. Mi primera impresión de la Honda, ciertamente, no era algo muy distante a esa descripción.

—Pero aunque nunca fui a la Escuela Pokémon, nuestros caminos eventualmente se cruzaron, en torneos o eventos por la región —rememoré con un dejo de nostalgia en mi voz. Tomé otro poco más de té y decidí proseguir a responder lo otro que me había mencionado Nikolah—. Así que competiste en la Torre Desafío. ¿Qué tal te fue? ¿Fue un combate muy duro?

>> Yo... mi familia vive aquí, en Ciudad Témpera. Estuve pasando estos días aquí... podría decirse que me tomé unas pequeñas vacaciones. Si es que puede decírsele vacaciones a... como sea, ahora mismo estaba viendo hacia donde dirigirme a continuación para seguir mi viaje. Así que podría decir que no estoy haciendo nada importante de momento.

—¡Hey! Hola Nikolah, ¿cómo andas?

Me volví hacia el origen de aquella voz. Parecía ser que se trataba de otro muchacho, al cual no reconocí, el cual le sonreía al joven sentado en frente a mi con amabilidad. Imaginé que él no era la hermanita a quien Nikolah estaba esperando... aunque mi tiempo en el mundo pokémon me había enseñado que nunca había que asumir nada.

 

Nikolah Cruz

— Escuela Pokémon, ¿eh? Lugar curioso, o al menos así suena. Yo ni enterado estaba sobre esa escuela.— dije, mientras me rascaba la barbilla, pensando. Su pregunta me sacó del estupor al que había entrado.— ¿Eh? Ah, perdí. Pero le enseñé a sonreír a una niña, así que gané.

Me encogí de hombros mientras hablaba, para luego sonreír.

— Ah, tomarse vacaciones está bueno, sí, sí. Ah, ¿y también no tienes idea de a dónde ir? Je, en eso estamos iguales. ¡Yo también nunca sé a dónd ir!— una voz nueva me hizo voltear la cabeza.— ¡Hey...tú! Sabes mi nombre, pero no me acuerdo del tuyo, creo. Todo bien, gracias por preguntar. Supongo que tú también estarás bien, ¿no?

Le dediqué una sonrisa y volví a tomar un sorbo del chocolate.

 

Talía Wells~

Había permanecido un rato observando las puertas cerradas del ascensor, extrañada por el curioso símbolo familiar que tenía Kai en la parte trasera de su sudadera. Pero también me sentía aliviada. Las palabras de Kai me relajaron en cierta medida, y estaba más que decidida en cumplir esa promesa. ¡Volvería pronto!

Poco después abandoné el lugar con una pequeña sonrisa. No estaba del todo satisfecha, pero no me arrepentía en lo absoluto de lo que había decidido.

Busqué por todas partes a Nikolah y me asusté al no encontrarlo. Pregunté en recepción sobre el paradero del chico rubio, y me dijeron que este se había marchado hacía ya un rato. Murmurando un gracias salí corriendo del lugar, temiendo que se hubiese marchado sin mí al no avisarle de que me había adentrado a combatir.

Suspiré con un gran alivio, tratando de recuperar la respiración, al verlo sentado en una cafetería cercana a la Torre, y sin importarme mucho lo que había alrededor, corrí hacia él con una gran sonrisa.

—¡Hola, Ni~kolah!— Canturreé feliz de verle, lanzándome a abrazarlo por detrás, rodeando su cuello—. ¡Pensé que te habías ido sin mí, me había asustado mucho! Perdona por no avisarte de que iba a combatir, fue… una decisión repentina.

Apoyé mi barbilla en su cabeza con un ligero puchero y observé con curiosidad y algo de vergüenza a las otras dos personas que se encontraban allí. Ambos me eran muy familiares, sobre todo el muchacho.

Apreté mis labios al recordar en qué situación nos conocimos y arrugué el ceño con cierta incomodidad. Cerré los ojos, queriendo alejar cualquier pensamiento relacionado a… a ello.

—Ho-hola— murmuré mirándolos momentáneamente a los dos, para luego posar mi mirada en el cabello de Nikolah, al que abracé con más fuerza.

 

¿Así que Nikolah no recordaba al chico que había aparecido para saludarlo? Bueno... eso era un tanto incómodo. Aunque al rubio no parecía inquietarle aquello. Ciertamente, por lo que había visto hasta ahora, parecía ser un chico que no se incomodaba con facilidad. Resuelta a romper la incomodidad de la situación, estaba a punto de presentarme ante el otro chico cuando de repente...

—¡Hola, Ni~kolah! ¡Pensé que te habías ido sin mí, me había asustado mucho!

Una niña pequeña y bonita pareció materializarse de la nada y rodeó el cuello de Nikolah desde atrás. A juzgar por su tono de voz afectuoso, ella debía ser la hermanita a la que estaba esperando en el café... y ya veía el porqué. ¡Parecía ser una niñita adorable!

Pero por adorable que fuese, no parecía ser del tipo de persona que hablaba hasta por los codos como lo era su hermano. Parecía algo tímida, escondiendo su mirada en el cabello rubio de Nikolah y abrazándolo con un poco más de fuerza. Intentando no intimidarla, sonreí con dulzura y le dí el último sorbo a mi té.

—Tú debes ser la hermanita de Nikolah —deducí, dejando la taza vacía sobre la mesa—. Mi nombre es Effy, soy una holder también. Un gusto. Ah, y éste es Vulpix. ¡Saluda, Vulpix!

Señalé al suelo, donde el pokémon tipo hielo le estaba compartiendo un par de galletas al Larvitar de Nikolah, que lenta y tímidamente se había ido acercando a su plato. El Vulpix se volvió hacia la recién llegada y le sonrió; parecía sentir que, si su entrenadora estaba cómoda con esta gente, pues la pokémon también lo estaría.

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Talía Wells~

“Tú debes ser la hermanita de Nikolah.”

Sentí cómo mi corazón daba un vuelco y mis ojos se abrieron con gran emoción. Mis mejillas se volvieron rojas al instante y una sonrisa no pudo evitar asomarse. Oculté mi cara en el pelo de Nikolah y solté una risita.

Me había hecho realmente feliz que Nikolah me presentase como su hermanita. Me hacía feliz tener a alguien a quien considerar mi primer hermano, fuese o no de sangre.

Me separé con lentitud mientras la muchacha se acababa de presentar, y me inspiró confianza con su rostro amable. Me acerqué a ella y miré enternecida su Vulpix, tan blanco como la nieve recién caída. Me producía una sensación tan relajante, tan pura.

—¡Encantada de conocerte, Effy!— Me presenté, aún sonriendo—. Yo soy Talía, y este de aquí es mi Pancham.

Tan pronto me escuchó se asomó por detrás de mi pierna, observando con curiosidad. Pero saltó al frente y saludó a Effy y su Vulpix estirando su patita con una gran y brillante sonrisa.

>>Está más que encantado de conoceros, también.

 

Orgen

Un poco sorprendido, sonreí y le respondí. —Orgen... soy Orgen hombre. —realicé una pausa mientras caminé en dirección a la señorita que allí se encontraba.
—Hola Señorita, un placer conocerla. —le dije mientras estiré mi mano para estrechar la suya.
Luego me dirigí nuevamente a Nikolah.

—Vengo de la torre, no me fue muy bien que digamos. —le comenté, mientras señalaba el lugar y le preguntaba si podía sentarme junto a ellos. De pronto, la señorita... ¿Tania?, si no mal recordaba llegó lanzándose sobre Nikolah y saludando a todos, devolví el saludo. Y procedí a sentarme junto a ellos.

Cuando el mesonero del lugar vino le pedí dos hamburguesas, saqué a Ches de su pokébola y éste subió hasta mi cabeza y comenzó a hurgar mi cabello.

 

Nikolah Cruz

Sentí como los brazos de Talía me rodeaban el cuello, y su vocecita sonaba detrás mío, mientras me saludaba y se disculpaba por haber entrado al combate sin avisar. Iba a decirle que no se preocupara, que lo único que hiciera luego era avisarme con un mensaje en el Dex, así no me preocupaba, pero de pronto, hundió su cabeza más en mi cabello y me apretó con fuerza. Parecía que la compañía de los otros chicos la habían puesto un poco tímida. Sonreí y le acaricié la cabeza, mientras Effy lograba sacarle una conversación a la pequeña.

Orgen, según parecía llamarse, se nos sumó también en la mesa, y pidió unas hamburguesas, al parecer. Ya estábamos formando un grupo alegre en el lugar, pero aunque quisiera seguir allí, teníamos cosas que hacer.

— No hay problema que pelees, Tali. Es más, me alegra mucho que hayas tomado la iniciativa. Tan solo mándame un mensaje la próxima, así sé donde estás.— lancé un suspiro, y me incorporé, todavía con Talía agarrada del cuello. La acomodé para cargarla en mi espalda.— Bueno, Effy, Orgen, tenemos que partir. La Compañía de Detectives Talía, Nikolah & Mimo tiene un par de cosas por resolver, en especial uno que concierne a un Machamp, al parecer. Si nos quieren acompañar, no habrá ningún problema, ¿no es así, Tali? Iremos a la Pradera Arte, por cierto, si quieren saber.

Mientras les indicaba a Larvitar y Mimo que nos estábamos yendo, esperé las respuestas de nuestros otros comensales, con una sonrisa.

 

La chica se presentó como Talía, y el muchacho como Orgen. Intercambié saludos con ellos mientras Orgen comenzaba a comer las dos hamburguesas que se había pedido… ¿dos? Vaya, ese chico parecía tener un apetito voraz.

Todos al parecer habían combatido en la Torre Desafío, y me parecía que todos ellos eran holders de la misma generación, de la cuarta. Me dio un poco de nostalgia, a cuando yo era una holder recién iniciada en el camino del entrenamiento pokémon… pero no pasé mucho tiempo así, pues Nikolah se ocupó de interrumpir mi tren de pensamiento.

—Bueno, Effy, Orgen, tenemos que partir. La Compañía de Detectives Talía, Nikolah & Mimo tiene un par de cosas por resolver, en especial uno que concierne a un Machamp, al parecer. Si nos quieren acompañar, no habrá ningún problema, ¿no es así, Tali? Iremos a la Pradera Arte, por cierto, si quieren saber.

¿Compañía de Detectives? ¿Eran hermanos detectives o algo así? ¿Era por eso que la primera vez que lo vi, había sido en la Prisión Boceto? Iba a preguntar, pero sentía que la respuesta sería tan confusa como cuando pregunté a qué se refería con su familia, así que decidí dejarlo pasar y procedí a responder a su propuesta.

—Pues como dije, no estoy haciendo nada importante de momento, así que creo que los acompañaré —dije, poniéndome de pie y estirando los brazos—. Salir un poco de esta ciudad me vendrá bien…

>> Así que la Pradera Arte, ¿eh? Si vamos a pie, tendríamos que atravesar la caverna, así que será mejor ir por aire… ¿ustedes tienen pokémon de tipo volador? Sino mi Skarmory puede llevarnos.

 

Orgen

Luego de que Ches comiera una hamburguesa y luego yo, Nikolah dijo que se dirigían a la Pradera Arte. Al ver que todo el grupo se dirigía, al lugar, decidí acompañarlos.
—Bueno, me sumo a la aventura. —comenté.
Acto seguido me levanté de la mesa, llamé al mesonero y pagué con los pokéolares correspondientes.
Y comencé a caminar junto al grupo.

Effy al parecer, ofreció llevarnos en su Skarmory. Yo había asentido, pero no quería forzar al pobre Pidove conmigo encima.

 

Talía Wells~

Apreté los labios apenada mientras Nikolah me cargaba en su espalda como siempre. Los nervios de adentrarme en la torre por primera vez me habían hecho olvidarme de algo tan importarle como avisarle. No quería tener que preocuparlo nunca.

Moví mi cuerpo con emoción al escucharlo mencionar de nuevo la Compañía de Detectives que formábamos, y miré con ilusión a Effy y Orgen esperando que estos también se animasen a venir. Aunque adoraba que solo fuésemos Nikolah y yo, junto a nuestros pokémon, la verdad es que a veces tener compañía era genial. ¡Cuantos más mejor, nos divertiremos mucho! O eso esperaba esta vez.

Ante la aprobación de todos metí a Pancham en su pokéball y la guardé bien con las demás para que durante el viaje no cayesen. Dirigí mis manos hacia las de Nikolah, que agarraban mis piernas, y las posé sobre ellas. Posé mi barbilla en su cabeza y solté una risita mientras miraba a Effy.

—Gracias, Effy, pero creo que ambos estamos con ganas de volar en el Flygon que Alpha nos ha prestado.

Me incorporé, posando una mano en su pelo y la otra señalando hacia delante, decidida.

>>¡Vayámonos ya a Pradera Arte, yay!

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Gomenne/-\

 

—Muy bien, parece que es momento de ponerse en marcha entonces —dije, asintiendo con la cabeza y poniéndome de pie.

Talía y Nikolah contaban con un pokémon volador, afortunadamente, así que no sería necesario para Skarmory realizar dos viajes hacia la pradera. Así que un Flygon que Alpha les había prestado, ¿eh? ¿Acaso se trataba de…

Sonreí con un dejo de nostalgia. Alpha debía tener mucha confianza en ellos para haberles confiado a una de las Leyendas de Galeia, aún si era temporalmente. Orgen, por su parte, aceptó la oferta de ir en Skarmory. Iba a preguntar si no quería que esperemos a que se terminara sus hamburguesas, pues sólo lo había visto comer una… pero al mirar el plato del chico noté que estaba vacío. Y recién entonces vi que, a su lado, había estado sentado un Quilladin. Oh, ¿acaso él se había comida la otra hamburguesa? ¡Pero qué velocidad!

Luego de que tanto Orgen como yo terminaramos de pagar nuestra respectiva comida, los cuatro salimos al exterior. Talía regresó a su Pancham a su pokebola, y yo hice lo propio con mi Vulpix. Liberé a Skarmory de su respectivo esférico, y Nikolah hizo lo propio con Flygon. Tosí un poco mientras Skarmory desplegaba sus alas y estiraba su cuerpo para prepararse para el viaje, pero nada que no pudiese controlar.

Y, luego de que Orgen y yo montáramos al ave de acero, abandonamos la ciudad, con los otros dos holders volando tras nosotros.

 

Dante Miles

...Al final, había logrado ganar la batalla.

Había sido abandono, sí, pero... ganó.

Lo cual lo había terminado tranquilizado un poco porque, si era sincero consigo mismo no tenía mucha idea de cómo iban a terminar las cosas una vez que su Heracross terminara siendo debilitado. Agradeció a Uma y abandonó la torre de forma tranquila, haciendo como primera parada el centro pokémon para curar a sus compañeros y después, pasarse a la cafetería para darles algun postre para felicitarlos por el buen trabajo que habían hecho.

Era conciente lo mucho que les gustaba pelear así que, claro que tenía que premiarlos por lo bien que se habian desempeñado en la batalla después de tanto tiempo sin participar en una.

—Lo hicieron bien, espero...espero hacer que pronto sigan haciendo lo que les gusta. —Sonrió y acaricio sus cabezas con cariño, tendría que hacer muchas cosas aún pero, suponíamos que ese podía ser un primer paso que, aunque no lo convencía del todo, tenía que hacerlo.

 

Drake Orestes

—...Cuidado.

Dí otro paso al frente. Mi espalda empezaba a quejarse por la prolongada posición incomoda en la que me encontraba, y la sangre se me empezaba a subir a la cabeza por estar tanto tiempo en cuclillas. Mis brazos extendidos empezaban a picar por pasar tanto tiempo sin estirar los músculos por mantenerlos en una sola posición.

Cyndaquil, con una alegría evidente en el rostro, dio otro pasito.

Llevábamos así un par de horas. Tenía que encargarme de que Cyndaquil aprendiera a caminar sin que sufriera ningún percance que lo traumara de por vida, así que me encargué de que mis manos estuvieran siempre a su alrededor para protegerlo en caso de que fuera a caerse. Lo único malo era que al ser tan alto estar en esa posición era demasiado incomodo.

Sableye se encontraba a unos metros con los brazos extendidos, esperando a que Cyndaquil lograra caminar hasta su posición sin caerse, lo que significaría que nuestra misión había terminado. Lo cual tenía toda la pinta de ser pronto.

Cyndaquil seguía su camino lento pero constante, sin entender muy bien lo que estaba haciendo pero feliz del mundo de posibilidades que se abriría ante él en cuanto aprendiera a caminar, o al menos eso parecía expresar su cara de felicidad. Sableye, en cambio, parecía a punto de perder la paciencia, y su cara de ansiedad por el tiempo prolongado que llevábamos en nuestro plan me hizo saber que sí Cyndaquil volvía a caerse tendríamos que dejarlo para otro día.

Cyndaquil dio otro pasito. No entendía muy bien como un pokemon que había luchado contra un Hydreigon tuviera tanto problema en controlar sus patitas, pero así era. Cyndaquil tardó otros veinte minutos más en llegar en donde estaba Sableye, y pudimos por fin descansar.

Ark me lamió la mejilla en cuanto me senté a su lado, y mientras le acariciaba la cabeza me llegó a la mente aquel Growlithe tan diferente pero tan parecido, ese que hice mi amigo en aquella isla tan extraña. ¿Cómo se encontrarían en mi ausencia?

Quizás era hora de visitarlos de nuevo.

 

Liza White

Desperté al sentir el suave toque del ala de Togekiss acariciando mi cabello. Abrí los ojos con pesadez, intentando comprender dónde estaba ahora y por qué no veía a los holders cerca. Togekiss me sonrió, indicando que todo estaba bien, y me ayudó a ponerme en pie con cuidado. Alcé la mirada y pude ver que estábamos en las puertas del centro pokémon de ciudad Témpera.

—¿Me has traído tú sola hasta aquí? ¿Para que pudiese descansar? —Togekiss asintió con calma, y le acaricié en señal de gratitud, volviéndome hacia la puerta—. Gracias... De verdad que necesitaba un descanso.

Ella simplemente asintió, sabiendo de primera mano lo que necesitaba, y se abrió paso hacia su interior. Yo la seguí con esfuerzo, resfregándome los ojos enrojecidos con mis manos.

Me sorprendió ver que en el interior del centro todo estaba hecho un desastre. Decenas de personas ayudaban a quitar los objetos que obstruían puertas y ventanas, como una suerte de refugio seguro que había dejado de tener efecto. Iban y venían de un lado a otro, contrariados, e intuí que el fenómeno de Irvine había dejado un gran impacto en Galeia. Confiaba en que pudieran volver pronto a sus vidas de siempre.

—Una habitación, por favor.

—¡En seguida! —la enfermera Joy, a pesar de todo, seguía tan amable como siempre. Buscó en su ordenador las habitaciones libres, y pronto me dio la llave de la puerta con una sonrisa—. Si no estoy mal, un entrenador y su Thyplosion deberían haber desalojado ya la puerta de esta habitación. Hemos tenido que refugiar a mucha gente durante este acontecimiento y aún nos estamos resintiendo, disculpa.

—Oh... Está bien, muchas gracias —le dediqué una débil sonrisa y ambas nos encaminamos escaleras arriba, en busca de mi habitación.

Y en efecto, desde el final del pasillo pudimos ver cómo alguien dejaba la habitación atrás, cargando consigo un par de sillas que habían logrado trancar la puerta desde su interior. No le di mayor importancia, hasta que detrás de él salieron un Thyplosion y una Mawile... Entonces fue cuando me enfoqué en reconocer a aquella figura, y comencé a caminar hacia él a pesar del cansancio. Cuando dejó la silla a un lado tironeé con suavidad de su camisa, haciendo que se girase hacia mí, y en efecto, el rostro de alguien muy familiar me devolvió la mirada, sorprendido.

Dante... Mi hermano mayor, aunque no fuese de mi misma sangre.

—Hola, Dante... —murmuré con un hilo de voz, y pronto le rodeé con mis brazos. No fue un abrazo tan enérgico como los otros, no tenía fuerzas, pero la emoción de poder volverlo a abrazar era incluso mayor que de costumbre—. Me alegra que estés bien, después de todo esto. N-no sabes lo feliz que me hace estar viva en este momento, t-temí que... que te hubiese pasado algo.

 

Dante Miles

Al final la pequeña celebración para sus pokémon que habían decidido pelear había terminado de una forma bastante tenebrosa.

Figuras pseudo humanas habían emergido del suelo, figuras de una aparente niña mezclada con ¿pokémon? Comenzaban a marcar sus caminos por la ciudad mientras algunos entrenadores les hacían frente. Y, aunque él había terminado saliendo de aquel centro y sus pokémon habían terminado luchando contra esas cosas, se concentró más en juntar a las personas que no corrían ser la suerte de ser entrenadores "formales" para guiarlas al centro pokémon hasta que, finalmente, terminaron atrincherados dentro.

Ya allí fue cuestión de intentar proteger todo lo que pudiera hacerlos entrar al lugar para evitar que alguna persona terminara herida, incluso había pedido a Chesnaught utilizar su barrera espinosa para cubrir algunas cosas mientras otros entrenadores, con ataques de sus pokemon, reforzaban un poco todos los muebles y cosas que habían terminado usando.

¿Estuvo asustado durante todo esos momentos?

Demasiado, absolutamente. Ni siquiera podía asomarse por las ventanas de la habitación que pidió cuando las cosas parecian haberse "tranquilizado" un poco y no se necesitaba tanta gente haciendo guardia en las posibles entradas, su piel se erizaba y su estómago se revolvía sin poder evitarlo, solo se llenaba de malos recuerdos cuando, sin poder evitarlo, cambiaba ciertas caracteristicas de aquellas cosas y terminaba pareciendole más familiar de lo normal. Así que, al final de todo y como probablemente todos aquellos que se habían refugiado en las habitaciones en cerrar las cortinas y esperar a que todo pasara, pensando en que probablemente jamás entendería lo que estaba sucediendo en esos instantes.

El tiempo pasó y eventualmente se escuchó el silencio fuera del centro, seguido de varios sonidos producidos por su Staraptor, quien se había mantenido vigilando desde los cielos como siempre hacía. Suspiró aliviado, dejando ir a Mawile finalmente de sus brazos ahora que parecía haberse tranquilizado un poco más y luego de que Typhlosion lo levantara del suelo, salió un tanto dudoso.

No terminaba de procesar lo sucedido, pero aun así terminó checando como estaban las demás personas en los cuartos, anunciando que al parecer todo volvía a estar despejado. Muchos salieron a ayudar a quitar las cosas del frente, otros prefirieron mantenerse un poco más de tiempo dentro de las habitaciones y él, bueno, en primer lugar junto con sus dos pokémon comenzó a deshacerse de las barricadas de aquel piso dejando pasar más luz en el proceso hasta que, finalmente le tocó cargar lo que él había utilizado para su propia habitación. No sentía que debiera quedarse allí mas tiempo si lo necesitaba y, si de paso no dejaba un desastre detrás de él, todos podían salir ganando.

En ningún momento esperó que alguien jalara su camisa y que, cuando se girara a verificar quien era, ese alguien terminara siendo la persona que menos esperaba de todos.

—...¿Liza? —Ahora estaba más confundido, la situación en sí, verla tan cansada, ¿qué había pasado? Todas aquellas dudas, se perdieron en el momento en que sintió que lo abrazaba y sin perder tiempo, él también terminó rodeandola con sus brazos, agachandose incluso un poco para poder levantarla del suelo para repartir varios besos por su frente y mejillas. Ni siquiera sabía la razón de todo eso pero estaba seguro que Liza sentía toda su preocupación que llegó de golpe en su cuerpo —, ¿estar con vida? Liza, por Arceus...¿ahora qué sucedió? ¿Te pasó algo? ¿Les...pasó algo? —No parecía ni siquiera interesado en volverla a dejar tocar el piso —, yo estoy bien, nos encerramos aquí no mucho después que esas cosas salieron...

 

Liza White

Dante no tardó en devolverme el abrazo, sorprendido y aliviado a partes iguales, mientras me alzaba sobre el suelo y depositaba besos en mi frente y en mis mejillas. No pude evitar reír con suavidad, apoyándome poco después en su hombro mientras le abrazaba con más fuerza. Probablemente él no lo supiera, pero nunca había necesitado tanto un abrazo hasta entonces. La calidez que me brindaba ayudó a calmar parte de mi malestar por todo lo acontecido hasta ahora, podría permanecer fundida en aquel abrazo durante horas.

Ver a Dante siempre me relajaba, y agradecía infinitamente que él se alegrase también de verme a mí.

Negué con la cabeza, sonriente, con mi barbilla aún apoyada en su hombro. Pasé una de mis manos por su cabello, acariciándole con ternura para tranquilizarle con aquel gesto. No había necesidad de que se preocupase por algo que ya había sido resuelto.

—Nada, nada, tranquilo... Todo está bien ahora, ¿sí? —susurré en su oído, con voz calma. No dejé en ningún momento de acariciar su cabello—. Conseguimos encontrar el origen de aquellas... criaturas, y acabamos con lo que las estaba generando. Todos los holders están sanos y salvos, regresando a sus quehaceres. Todo ha vuelto a la normalidad, y esperemos que sea así por mucho tiempo.

>>Me alegra que no te haya pasado nada, y que hayas ayudado a mantener a la gente a salvo. Estoy orgullosa de ti.

Cerré los ojos, manteniendo una pequeña sonrisa tras aquellas palabras. Probablemente me dijese que no era para tanto, pero estaba muy orgullosa de tener un amigo con un corazón tan grande como él.

 

Dante Miles

Se había mantenido moviendo su mano un poco de arriba a abajo para darle pequeñas caricias mientras la abrazaba, en el momento que sintió que ella le abrazaba con más fuerza se detuvo e hizo lo mismo por unos momentos, no sentía que fuera adecuado dejarla ir por el momento, menos si parecía sentir que necesitaba eso de él en ese instante.

Además, si ya se habían conocido gracias a que la había cargado, podía mantenerse así incluso todo el día si era necesario para que supiera que no se iría a ningún lado.

En cuanto a su preocupación, bueno, no iba a ocultar que aquellas caricias en su cabello lo tranquilizaron más rápido de lo que le hubiera gustado admitir, sumado luego a sus palabras, no le quedó de otra que aceptar esa realidad: todo estaba bien. —Son los salvadores y salvadoras de la región, por supuesto que fueron ustedes los que lograron encontrar todo eso y arreglarlo. Espero que todo se mantenga así, merecen un descanso, ya han hecho bastante por todos, el mundo necesita darles vacaciones...

Sonrió, todos ellos siempre estaban en las peores situaciones para lograr el bien para toda una región, nadie más que ellos necesitaban descansar y solo ser... Adolescentes con una inusual gran capacidad de brindar su ayuda donde se necesitara.

—Gracias, Liza... —Habló bajo un tanto avergonzado por sus palabras, pero sabía que no podía negarselas por mucho crédito que se quería quitar. Sus pokémon habían sido la mayor parte de la ayuda a su parecer —. Yo también estoy muy orgulloso de ti, pero eso no hace falta decirlo, creo que se nota cada vez que nos vemos como lo hago. Eres increíble, ¿sí?

 

Liza White

—Un descanso... ¿eh? —susurré, dejando de acariciar su cabello para mirar mis manos detrás de su espalda. Aún temblaban ligeramente debido al cansancio acumulado. Suspiré, asintiendo ante sus palabras—. Sí... eso estaría verdaderamente bien.

Lentamente me fui separando, y Dante comprendió que era hora de que volviese a aterrizar sobre el suelo. Me hubiese gustado permanecer así más tiempo, pero tampoco quería cansarle, con aquel gesto ya me había tranquilizado lo suficiente. Le sonreí una vez más, halagada por sus palabras. Ambos estábamos orgullosos del otro, y eso no hacía si no causarme aún más ternura. Lo cierto es que se sentía bien que reconociesen todo tu esfuerzo, a pesar de que el mayor mérito se lo debían llevar mis pokémon. Después de todo, ellos han sido los que han salvado a Galeia, no nosotros. Aún así, acepté sus palabras con cariño.

—Gracias... Realmente no me importaría salvar el mundo cien veces más con tal de tener reencuentros así —reí con suavidad, frotándome los ojos en el proceso. Alcé la mirada una vez más, dudando unos instantes en hablar—. Uhm... ¿Dante? ¿Tienes algo que hacer ahora? Ya es algo tarde y lo cierto es que me muero de sueño, pero me da algo de miedo dormir sola. Siento que voy a tener más de una pesadilla después de todo esto —me rasqué la mejilla, avergonzada. Debería parecer una niña pequeña en aquel momento, pero no era la primera vez que Dante me acompañaba cuando no podía dormir y viceversa. Era algo que se había ido perdiendo con el tiempo. Mientras tanto, Togekiss se acercó a nosotros al ver que tardaba en ir a la habitación. Me miró con cierta reprobación y señaló mi estómago, a lo que no pude evitar poner los ojos en blanco: Togekiss de verdad que parecía mi madre—. Sí... Sí... Después de comer algo, entendido.

Dirigí un rápido vistazo a mi alrededor, recordando el estado del centro pokémon con cierta culpa.

—Pero antes, ¿necesitas que te ayude en algo?