— Muchas gracias Liza~ — le dije con verdadero agradecimiento antes de subirme a lomos del adorable Togekiss, detrás de Glaceon pero dejando espacio para que la entrenadora del tipo hada/volador pudiese subirse delante.
Una vez la entrenadora y Glaceon subieron, me monté de igual forma y tomé en brazos a la pequeña por su seguridad, aunque ésta se negó al principio de mala gana. Supongo que aceptó al final por miedo a salir volando con alguna turbulencia. Me sujete suavemente al cuello de Togekiss para no ahogarla y dejarle espacio a Emily y con un pequeño toque se preparó. —No hay de qué. Ah, y Dante. —hablé mirando al chico con una sonrisa. —Si quieres participar vuelvo dentro de nada. Piénsatelo mientras. —y nada más avisarle, Togekiss comenzó a batir sus alas y emprender el vuelo hacia Ciudad Óleo.
Desde que había iniciado la batalla entre Emily y Liza se podría decir que no me había movido dela banca en la que estaba sentado, simplemente me limité a observarlas como casi siempre pasaba cuando había una pelea, y después de un largo tiempo la batalla ya había concluido siendo Liza la ganadora de este, pero antes de que pasara otra cosa un repentino aviso les llegó a ambas, al parecer de lo poco que pude escuchar era algo relacionado con el torneo, torneo en el cual al parecer Liza no podría participar y uno en el cual ni bromeando un poco participaría yo a voluntad. Y luego de avisarme que Liza volvería después de dejar a Emily en óleo y que me pensara el hecho de participar, partieron perdiéndose en el aire. Me levanté de la banca y me estiré un poco, mis pokemon seguían jugando por allí hasta que los llamé para devolverlos a su pokebola y poder pasear un rato por témpera hasta que volviera a aparecer alguien por esta pequeña plaza.
Contenido oculto Perdón por la enorme tardanza, mi creatividad murió y a parte apenas he podido conectarme estos días DDD: Pero en fin, aquí está. No me quedó exactamente como quería, y lo escribí a la ligera y sin pensar mucho, pero algo es algo xD Mimi Honda Y segundos después Steve se paralizó, y con un tono ahogado y melancólico empezó a narrar su historia. La brisa fría de la tarde y el cielo anaranjado de Témpera parecían enlazarse con sus palabras, sumergiendo la escena en una atmósfera distante y trágica. Tragué saliva secamente. Yo... yo también había pasado por eso, pero mi experiencia había sido totalmente distinta. Teniendo en cuenta el carácter que tenía, para mí no había sido difícil enfrentarme a ellos cara a cara y acabar con toda aquella farsa. Pero en cambio Steve no había podido defenderse. Y a medida que pasaban los minutos, su voz se iba quebrando más y más, hasta que llegó un momento en que la avalancha de malos recuerdos fue demasiado difícil de soportar y el dique se desbordó por completo. Nadie puede aguantar una carga de tal magnitud durante tanto tiempo... incluso mis ojos estaban vidriosos a estas alturas, y debía esforzarme por mantenerme neutra. Los recuerdos habían empezado a arañarme por dentro y no quería quebrarme, no era un buen momento para flaquear. ¿Qué punto de apoyo le daría si comenzaba a llorar como si la vida se me fuese en ello? ¡De ninguna manera! ¡Aquello pertenecía al pasado! ¡Ya no era más que un condenado recuerdo que no debería de afectarme ahora! Y por supuesto que comprendía a Steve. Tarde o temprano todos los esfuerzos por mantener oculto todo ese cúmulo de sentimientos serían vanos... y la presión demasiado difícil de soportar. No me acerqué a consolarlo, sin embargo. En su lugar, me mantuve allí, de pie, sin intervenir. Escuchando y valorando en silencio cada una de sus palabras. No lo suficientemente cerca como para interrumpir su monólogo, pero sí lo bastante para que supiese que estaba ahí y que no pensaba marcharme. Si bien nuestra relación no era la mejor, yo no disfrutaba viendo a la gente sufrir. Fuese amigo o enemigo. Ni siquiera me alegraría ver a mi mayor némesis regodearse en su sufrimiento, por mucho odio que le tuviese. Es decir... no era tan cruel. Tenía mis sentimientos... que estuviesen guardados bajo una coraza no significaba que no existiesen. Y entonces, él terminó acurrucándose y ocultando el rostro en sus rodillas. Y yo suspiré. —... Ten—murmuré extendiendo mi mano y ofreciéndole uno de mis pañuelos de lino bordado. En cuanto él lo tomó, me limité a sentarme a su lado, en un banco de madera bastante cutre que parecía estar ahí sólo para momentos como este—. Soy la primera persona a la que le cuentas todo esto, ¿verdad?—pregunté, pero no esperé una respuesta—. Rayos... ¿por qué no lo dijiste antes? ¿Creías que por guardártelo todo dentro y hacer como si nunca hubiese pasado iba a desaparecer sin más? Sentí la necesidad de recriminarle el porqué no se había defendido. Por qué había creído que podía confiar en todo el mundo y que todo el mundo tenía buenas intenciones. Era estúpido pensar así... incluso siendo un niño de apenas nueve años. Pero en cierto modo le comprendía. Siendo una persona tan tímida y solitaria, resultaba normal que se hubiese aferrado de tal forma a cualquier tipo de contacto humado. Fuese como fuese... cualquier amistad era válida, incluso viniendo de un puñado de bastardos. — Steve— continúe, con un tono más suave—. Olvídalo. Aquello pasó, y tú estás aquí ahora. No dejaste que te hundieran, no dejaste que aquello te impidiese seguir adelante. Y eso es lo que importa. Se esforzaron en acabar con tu autoestima y tu auto-confianza, pero no les dejaste hacerlo. Y ahora estás aquí y eres un entrenador pokémon. Ganaste, eso es lo único que debes sacar de toda esta experiencia— desvié la mirada, sintiéndome levemente hipócrita con mis palabras. Yo no era precisamente una santa en toda esa historia—. Por otro lado... supongo que ahora soy yo quién debe pedirte disculpas, ¿no? Así que... S-siento mucho haberte tratado tan mal durante todos estos años, no tenía ningún derecho a hacerlo. En cierto modo yo también miné tu autoestima y tu confianza en ti mismo y lo lamento. En realidad... no pretendo que me perdones, sólo quiero que sepas que lo siento, ¿bien? >>Y con respecto a Sinnoh... si tanto te preocupa lo que ocurrió y tanto temes que aquel trágico episodio vuelva a repetirse, tal vez deberías llamar a cualquiera de ellos y pedirles explicaciones tú mismo. Cuando entiendas lo que ocurrió agradecerás no haber subido a ese avión. Sólo... piénsalo. Hubert, Emily y los demás han estado contigo en las buenas y en las malas siempre, ¿verdad? Si no te han fallado antes, ¿por qué iban a empezar ahora? ¿No crees que es un poco tonto pensar eso? >> Bobo, no te hagas ideas extrañas si no conoces ni la mitad de la historia—murmuré tras acercar mi mano a su cabeza y darle un pequeño golpe con el canto de la mano.
Pasaron un par de horas de mi haciendo absolutamente nada productivo, me había decidido a ir a Óleo pero no podría ir realmente, no contaba con un pokemon con golpe roca asi que no podría salir de la caverna para pasar a la pradera arte la antes llanura de los relámpagos. Suspiré y me recosté en una banca del parque cerrando mis ojos un poco, ¿y ahora que hacía yo aquí? Podría ir a Lienzo pero no aseguraba que Emily no se molestara porque yo caminara de Témpera hacia Lienzo asi que me iría a lo seguro y tal vez me quedara un rato por acá en Témpera, creo que al final Staraptor si me hacía mucha falta, no solo para moverme si no que se notaba su falta en el equipo.
Había estado bastante rato "demasiado para mí" sin hacer algo, y pensé..¿Estará Brendan en el Bosque del Lago? Debería ir a ver por si acaso, tal vez" con una leve sonrisa, salí de quedarme "pegada" al suelo y me estiré un poco. —Aay, si que me engañaste con Zoroark, Liza..—susurré, recordando lo que pasó no hace mucho en el combate que dejamos en pausa por un asunto de la misma, y con mi objetivo marcado monté en Pelipper, y nos dirigimos por el Bosque del Lago. @Arno Dorian
Contenido oculto Pero si te quedó súper! Súper emotivo y todo, me llegó el mensaje jajajaja —...¿Emily? —pregunté un tanto pensativo y confundido—. ¿No es esa la chica que salió en pijama a abrazar a Dante en la mañana antes del torneo? Me quedé pensando por unos instantes hasta que sacudí mi cabeza; creo que ese no era el punto, definitivamente. Lo más probable es que no supiera que apenas acababa de conocer a la novia de dante, pero pues sobraba decir que la intención de Mimi era referirse a todas las personas que había tenido la oportunidad de conocer en este viaje y había desarrollado un lazo de amistad. Dije un "eeen fin" para no romper la atmósfera que se había creado y asentí con una sonrisa tranquila, luego de secarme las lágrimas con el pañuelo brindado por Mimi. —No te preocupes, Mimi, de verdad no hay lío. El hecho de que te hayas tomado la molestia de escucharme pacientemente y me hayas consolado es algo que sin duda te tengo que agradecer. Sin que ninguno de los dos se hubiera dado cuenta, Phanpy había salido de nuevo de su ball, pero se detuvo al escuchar toda nuestra conversación, y finalmente el elefantito decidió anunciar su aparición al saltar a la banca y darle una pequeñita lamida a Mimi como muestra de cariño. Yo reí en voz baja, aún con una mirada melancólica pero mucho más tranquila y dije: —Y... discúlpame a mí también —dije bastante sincero, con un gesto facial de arrepentimiento—. Por haberte ofendido hace un rato, y por todo lo malo que te pude haber hecho. >>La verdad creo que conversé de esto con la persona adecuada, porque nos trajo un efecto positivo: arreglar nuestras cosas. Porque, quizá si me hubiera encontrado a Effy, hubiéramos tenido una discusión súper larga y acalorada, o si hubiese sido Ukita, de seguro le hubiese hecho pasar un mal rato al pobre. Me quedé en silencio por unos momentos, mientras meditaba lo último que me dijo. Esto me estaba dando muchas vueltas en la cabeza. —Bueno, la verdad es que vi tanto a Liza como a Hubert en la batalla por el Bronce, pero no hablamos de eso. Digamos que las circustancias no fueron precisamente las mejores... —aclaré acompañando con una risa suave. Hice una pausa y volteé a mirar a Mimi con muchísima incertidumbre. —Entonces... ¿tú sabes qué fue lo que ocurrió en ese viaje? —La verdad como no subí nunca a ese avión, desconocía si Mimi había ido a Sinnoh con ellos. Lo que sí era certero, era que ella estaba al tanto de lo ocurrido, puesto que su afirmación fue muy segura. Me dispuse, entonces, a esperar la respuesta de Mimi con mucha intriga.
Alpha. —Mucho ocio por un día. Así es, me tomé un descanso al fin. Unas diez horas al menos que llevaba entre sueño y miradas a la televisión donde retransmitían batallas de los torneos y de la torre de desafío, donde puse una atención especial a los combates donde yo aparecía y también a la final por el bronce entre Liza, Steve, Brendan y Hubert. La verdad yo veía otro resultado, pero lo hecho hecho está. También di mis merecidas siestas, bueno, más de las que me permitía al estar viajando con Mimi, viaje el cual debía retomar rápido. La chica se pudo haber perdido entre tanta moda que solía estar presente en los escaparates de la ciudad, osea, de ahí salió el hermoso cinturón que yo con mucho orgullo dentro de pokéballs portaba. Entonces el momento más difícil de la vida llegó: Levantarse. Empecé a estirar mis músculos saliendo de las ropas que me cobijaban en la cama. Mi pecho descubierto se llenaba del sol que por ventana entraba, molestaba un poco ante los ojos que solo se habían estado centrando en una televisión o en la oscuridad de unos ojos cerrados. —Ya, ya, deja de molestar.—Le reclamaba al pokémon que movía mi cuerpo, una juguetona Whimsicott que me tiraba de un lado hacia el otro. Al ser un pokémon pequeño lo había dejado fuera de su pokéball junto a unos cuantos, claro que con Charizard a su cuidado.. Aunque él no es el mejor guarda de mi equipo. Ni siquiera es un compañero que pueda aguantar gastarte una broma. Malicioso y orgulloso, algo que por desgracia heredó de mí. Ya luego de poder separarme de la mota de algodón me dirigí a la ducha que estaba en mi habitación.
Alpha. Un par de minutos fueron los que tardé en la ducha. El agua fría me había permitido tardar poco, la verdad no era la mejor idea, pero normalmente servía para despertar más efectivamente. En la habitación un desastre se armaba, Whimsicott estaba lanzando sus múltiples motas de algodón contra la espuma del pequeño Froakie, mientras por otro lado Charizard desafiaba a Chimchar a lanzar fuego por la ventana.. ¿Qué clase de guardian es ese? ¡Deja pelear al resto y se une a lanzar fuego por la ventana! —Regresen.—Uno a uno los devolví a todos. Ya debería dejar este lugar para seguir avanzando como entrenador, y conseguir un nuevo colega. ¡Sí! ¡Ese es mi punto débil! Necesito algo para elevar mi poder a un nivel máximo, un nivel que ni el dios del ataque Rayquaza podría alcanzar. Y creo que algo tenía en mente. —Skarmory, vuelo.—Dije al salir por la ventana liberando a mi pokémon de Acero. >>Tenemos algo que conseguir.. Entonces las alas metálicas del pokémon se batieron en el aire, provocando un poco de viento, para luego salir en dirección a otra ciudad.
Mimi Honda Contenido oculto Me alegra que te gustase ^^ Igual, perdona de nuevo la demora, se me han amontonado muchas cosas y apenas he podido pasarme por el foro D: Y del rol de ''Love&Lies'' mejor ni hablar (? xDD >>La verdad creo que conversé de esto con la persona adecuada, porque nos trajo un efecto positivo: arreglar nuestras cosas. Porque, quizá si me hubiera encontrado a Effy, hubiéramos tenido una discusión súper larga y acalorada, o si hubiese sido Ukita, de seguro le hubiese hecho pasar un mal rato al pobre. —Ya, es que con Effy es muy fácil discutir...— le respondí entonces obviando el resto de la conversación, frotándome la mejilla en un intento vano por borrar el ''beso'' inesperado de Panphy. Sencillamente no acostumbraba a que me lamiesen la cara y me resultaba extraño, incómodo y poco higiénico, aún viniendo de un pokémon. Por su parte, Steve parecía más tranquilo, después de todo. Sus lágrimas habían cesado por fin, había logrado desahogarse y una leve sonrisa se dibujaba en sus labios. Entre tanta charla, incluso se tomó un tiempo en disculparse. Yo no dije nada, no respondí. Acepté la disculpa sin más, porque a pesar de todo no era una persona rencorosa... O... trataba de no serlo; al menos cuando me pedían disculpas mi prioridad era perdonar y olvidar. ¿En eso consistía, no? Si la otra persona te pedía perdón de corazón significaba que estaba realmente arrepentida de sus acciones. La mayoría de veces. Sin embargo, en ocasiones aquel concepto me resultaba distante y lejano. Casi intangible, sencillamente no podía perdonar. Ése era el caso con mi madre. O... con mi padre, a veces. Nunca le perdonaría el haberse casado con aquella mujer, jamás. Porque aquel era el epicentro de todos mis problemas. La partida de mamá sin despedirse y la boda de mi padre apenas dos años después. Me había perdido tanto en mis pensamientos, que cuando Steve me preguntó lo que había ocurrido en el viaje, fruncí ligeramente el ceño, extrañada y confusa, y sólo fui capaz de soltar un bajo ''¿Uh?'', que sonó más débil de lo acostumbrado. Y entonces, los engranajes de mi cerebro volvieron a funcionar con normalidad, comprendí la pregunta y mi expresión se ensombreció ligeramente. ¿Qué si sabía lo que había ocurrido en Sinnoh? Sí, por supuesto. Yo había estado allí, en primera fila. Si bien mi mente había borrado todo lo relacionado al incidente, aún recordaba el maldito paseo por el Monte Corona y todos los problemas que había tenido allí. Asentí en silencio, y me limité a cruzarme de brazos. —Sé— le respondí entonces—. Pero... realmente no logro recordarlo con exactitud. Mis recuerdos están ahí, pero cuando trato de sacarlos permanecen reprimidos y bloqueados, es como si sencillamente hubiesen desaparecido, como si no existiesen. Sin embargo, lo que si recuerdo con claridad... es un grito agudo y estridente, y después un fuerte temblor que sacudió la tierra y derrumbó la mitad de los pilares de la Columna. También recordaba estar llorando junto al cuerpo inerte de alguien a quien no podía ver. Y había oído la voz de Emily a lo lejos. Aunque apenas entendía que decía, y las palabras me sonaban distantes e irreales, su voz era pequeña y vulnerable, como rota. Fruncí el ceño ligeramente, en un esfuerzo intenso por recordar. >> Y...—continúe tras un breve silencio— segundos después sentí un fuerte golpe en la cabeza y todo se volvió negro. Cuando volví a recuperar el sentido, me dolían muchísimo la cabeza y las sienes... y aunque sentía como si hubiera dormido años, estaba agotada y las piernas difícilmente me respondían. Effy estaba allí cuando desperté. Fue ella quién me contó lo que había sucedido; y cómo supongo que le ocurrirá a cualquiera que escuche tamaña historia; no le creí.— alcé la mirada, y fijé mis orbes azules en los suyos—. Pero en cierta forma, tenía sentido. Absurdo, pero tenía sentido. ¿Puedes creerlo? Morimos. Casi todos morimos en la Columna Lanza, excepto Chad Redflame. Arceus nos devolvió a la vida después, según Effy. >> El resto es historia. Los muertos no usan teléfonos, así que supongo que esa es la razón por la que ninguno contestó a tu llamada. Y los otros... los otros sencillamente estarían demasiado preocupados para nada más. ¿Lo entiendes? No es que no quisieran responder, es que sencillamente no podían, por uno u otro motivo—expliqué—. Es simple. Por otro lado, pienso que si Arceus nos ha dado una segunda oportunidad será por algo; ¡y sea como sea, Mimiko Honda no piensa desaprovecharla! Finalicé, levantándome del banco casi de un salto. Aunque era tarde, tenía la esperanza de que la Torre Desafío aún estuviese disponible.
Contenido oculto kjdsakjaskjsadsadsdalsdasa Feliz cumpleaños, Nuá! :3333 :D Escuché atentamente a medida que una expresión de ansia invadió mi rostro por completo. Aquella historia la estaba sintiendo un tanto tétrica, y efectivamente, así fue. Cuando Mimi dijo directamente lo ocurrido, que perdieron la vida temporalmente, un fuerte escalofrío me recorrió por completo. No obstante, aún tenía la duda de como revivieron, pero dijeron que fue gracias a Arceus. Bueno, si Xerneas puede, ¿por qué Arceus no si tanto poder tiene? Suspiré pesadamente. No fue precisamente una revelación agradable, aún cuando se pudo revertir todo, la verdad es que debió haber sido una experiencia horrible. —Vaya... —susurré—. Entonces Dante sí tenía razón.. Me quedé un tanto pensativo, en silencio, y Mimi igual. Fue un dato bastante intenso, la verdad. Sin embargo, unos pasos llamaron nuestra atención. Era mamá Stephanie. Mi progenitora guardó lentamente su celular y fue corriendo hacia mí, conmovida. —Mi niñito... —murmuró—. Me alegra que ya hayas botado todas esas malas vibras. Yo sonreí y le correspondí el abrazo. A continuación, mamá Stephanie dirigió la mirada a Mimi y, tomándole ambas manos de una forma muy maternal, le dijo: —Mimi: Espero que, de todo corazón, Arceus pague tus buenas acciones. He de decir que quedé súper impresionada de ver como tienes tan bien guardadito ese corazoncito, ¡deberías sacarlo a flote más seguido! Ya verás como te mejoran las cosas de esa manera... A continuación, mi madre se agachó a recoger el cupón dorado, y sacudiéndole un poco el polvo, se dio cuenta que seguía en buen estado. —Ten —dijo sonriente hacia la rubia de estrato siete—. Es mi manera de decir gracias, por haber ayudado a Steve. Por favor, acéptalo. Sin que Mimi tuviera tiempo de responder, mamá Stephanie le dejó el cupón en sus manos, y luego volteó a verme con una sonrisa pensativa. —¡Humm!, ¿sabes, Steve? —comentó—. Creo que para dejar atrás todas esas cosas feas del pasado, te vendría bien algún tipo de cambio... —¿Un cambio? —pregunté, sin entender mucho a qué se refería. Phanpy, por su parte, se las arregló para bajar el bolso de mamá Stephanie y meterse a dentro en busca de algún bocadillo.
Contenido oculto ¡Muchas gracias, Steve! :'D <3 Mimi Honda El silencio que se generó después de revelar toda la verdad sobre la historia, no duró demasiado sin embargo. La expresión compungida de Steve pronto fue sustituida por una sonrisa cuando la señora Stone hizo su aparición, y por su reacción, no pude evitar preguntarme si había fingido hablar por el móvil todo este tiempo para escuchar la conversación desde detrás del seto y asegurarse de que nada más le ocurriese a su hijo. ¿Podía ser eso? Teniendo en cuenta la situación y como había reaccionado hacía unos minutos, no era una suposición tan descabellada. —Mi niñito... —le oí decir—. Me alegra que ya hayas botado todas esas malas vibras. Después de abrazar a Steve, se volvió hacia mí y tomó mis manos entre las suyas. Aquellas palmas tan suaves y cálidas... me recordaron una escena de mi más tierna infancia, cuando apenas contaba seis años y mis padres aún estaban juntos. Recordé esas tardes de primavera, en la casa que teníamos en Ciudad Corazón, cuando mi madre me había ensañado a tocar el piano, a pesar de que ya asistía a la Academia cada tarde. Y por un momento incluso llegué a escuchar como las primeras notas de Claro de Luna hacían eco entre las paredes color bordó del gran salón. Siempre había amado esa melodía, pero no había vuelto a tocarla desde que mamá se fue. El piano sí, sin embargo. —Mimi: Espero que, de todo corazón, Arceus pague tus buenas acciones. He de decir que quedé súper impresionada de ver como tienes tan bien guardadito ese corazoncito, ¡deberías sacarlo a flote más seguido! Ya verás como te mejoran las cosas de esa manera... ¿Tan bien guardado ese corazoncito? No pude evitar desviar la mirada, levemente incómoda, al escuchar esas palabras. Ciertamente me sentía muy vulnerable y expuesta cuando les mostraba a los demás aquella parte de mí que trataba de ocultar por todos los medios posibles. No es que me molestase, sencillamente... no estaba acostumbraba a hacerlo. Y entonces, la señora Stone recogió el cupón dorado del suelo y me lo tendió con una sonrisa. Yo puse las manos frente a mí, y en mis labios se dibujó una mueca nerviosa. —No... no es necesario, en realidad ya tengo uno de esos...—traté de argumentar, pero no tuvo caso. Antes de querer darme cuenta, el billete estaba en mis manos y la madre de Steve ni se había tomado su tiempo en escucharme. Tras dirigirle una mirada de circunstancias, mi pecho se estremeció con un profundo suspiro de resignación. Y entonces, llegó hasta mis oídos la idea de un cambio. Y supe a que se refería Stephanie sin necesidad de palabras. >>Un cambio de look, por supuesto— dije, y me tomé la libertad de sonreír—. No hay nada mejor para olvidar el pasado que renovar por completo el armario.
—¿...cambio de look? —volví a preguntar, un tanto desorientado. Sin embargo, no pude articular alguna otra palabra, porque mamá Stephanie se volteó precipitadamente a ver a Mimi entusiasmada, y exclamó: —¡Eeeeeeso mismo estaba pensando! —afirmó y luego volteó a verme nuevamente—. Verás, Steve, hay una cultura en la que tienen la costumbre de hacerse algún cambio en su apariencia -ya sea un corte de pelo, ropa nueva, y cosas así- cuando desean comenzar una nueva etapa de su vida ¿Qué tal te parecería un nuevo atuendo? Te ayudaría mucho a re-anudar tu viaje con energías renovadísimas y frescas. Bueno, eso, claro, si es que decides volver a viajar, ¿no? Miré pensativo a mamá, luego de que todo había pasado esa pregunta ni siquiera había vuelto a voltear en cabeza. Sonreí a lo bajo, y alcé la mirada de manera entusiasta. —¡Claro! —exclamé—. ¿Por qué no habría de hacerlo? Mamá Stephanie celebró y cruzó sus manos, fascinada con la noticia. Luego volteó a ver a Mimi y dijo: —Querida, se nota que tú sabes bastante de ropa, ¿te gustaría llevarnos a un lugar donde vendan ropa bonita?
"Hey Dante, despierta, despierta... ¡tenemos regalos que abrir!" Abrí mis ojos poco a poco hasta que logré distinguir todo lo que estaba frente mio que prácticamente solo era el cielo con un par de nubes cubriéndome del sol y en definitiva podría decir que no era navidad, ni había regalos por abrir, por lo tanto solo eran los juegos del subconsciente. Solté un tenue suspiro y muy a mi pesar me levanté de la banca para quedar sentado en esta, mis codos quedaron apoyados en mis piernas y finalmente yo apoye mi cabeza en mis manos. Estaba realmente cansado y he de suponer que esa siesta involuntaria me había ayudado un poco a retomar algo de... vaya, lo que fuera, realmente no importaba mucho que digamos, lo bueno es que había descansado algo y poco más. Llevé una de mis manos a mi nuca y suspiré antes de levantarme, ¿cuantas horas habría dormido?, ¿el torneo habría iniciado? Yo no podría ir a Óleo para comprobar la segunda pregunta por mi mismo así que la tendría que descubrir en alguna televisión de por allí y la primera pregunta podría responderla si tan solo veía un reloj así que no habría problema alguno aunque ahora probablemente me correspondería ir hacia Lienzo pero... creo que ya había caminado demasiado como para seguirlo haciendo por este día Después de un rato de mirar hacia prácticamente hacia ningún lado mis pies comenzaron a arrastrarme por la ciudad nuevamente hasta que topamos con un árbol que proporcionaba algo de sombra y terminé sentándome frente a su tronco para que la copa de este pudiera protegerme del sol y saqué unos pequeños audífonos que estaban amarrados a un pequeño reproductor de música y después de quitar el nudo hecho proseguí a colocarme los audífonos y comenzar a escuchar música, mientras pegaba una de mis rodillas a mi pecho para rodear-la con una de mis brazos y luego recostar mi frente en la misma....tal vez así el tiempo pasara algo más deprisa...
Mimi Honda —¿Hmm? ¿Ropa bonita?— repetí, tomada por sorpresa. Sí bien era cierto que la moda era una de mis grandes pasiones, que no en vano había tenido trato personal con diseñadores muy influyentes en Sinnoh, y que me había recorrido por completo la gran mayoría de tiendas y centros comerciales de Ciudad Jubileo; nada de esto me servía en Galeia. Siendo sinceros... no conocía absolutamente nada de la región, a pesar del tiempo que llevaba aquí. ¿Cómo iba a saber en que sitios vendían ropa ''bonita''? ¡Era absurdo! Si este lugar era como otra dimensión para mí, empezando por el hecho de que nadie parecía conocer a mi padre. Por otro lado... salir por ahí de compras y no poder comprar absolutamente nada era masoquista. ¡De ninguna manera volvería a pasar por algo tan horrible! >>Imposible— respondí finalmente, tras un breve silencio—. No es que no quiera, sencillamente... no sé que lugares venden ropa ''bonita'' aquí. Ni aquí, ni en ninguna otra ciudad de Galeia.
—Ah, bueno —dijo con simpleza mamá Stephanie encogiéndose de hombros—. Entonces iremos a la tienda que fui a comprar hace poco; ahí venden ropa buena, sólo que pensé que quizá conocías una aún mejor. Mamá Stephanie tomó su bolso rápidamente -con Phanpy dentro de él, quedando patas arriba-, y luego nos tomó a mí y a la rubia de estrato siete de los brazos y nos llevó corriendo como si estuviera en una maratón, sin darnos ningún tiempo de reaccionar. En la trayectoria, vi al pobre elefantito agitando sus patitas consecutivamente y lleno de pánico, sin éxito de poder salir de la cartera. Yo tragué saliva nerviosamente al pensar que quizá qué cosa había comido dentro, y me las arreglé para sacar la pokébola rápidamente y regresarlo a su cápsula esférica. —¡Bien! Llegamos. La Boutique Très Chic —anunció mi progenitora. —Pero mamá, ¡esta tienda es carísima! —exclamé, nervioso. —¡Tengo uno de estos y uno de estos, bebé! —En la mano derecha, mamá Stephanie tenía su billetera, y en la izquierda, un largo ticket de colores amarillo y salmón: era un Vale descuento— Bien, ¡empiecen a buscar! Hay mucho por dónde elegir.
Mimi Honda Todo fue deprisa. Tan deprisa que aún me mareo al recordarlo. Antes de poder darme cuenta, la señora Stone me tomó del brazo y me arrastró por media ciudad sin mediar la más mínima palabra. Como si yo fuera una criaja o una amiga de toda la vida. ¿P-pero qué? ¿Qué clase de confianzas eran esas? ¿Q-qué se creía que estaba haciendo esta mujer? ¡Arrastrarme como si yo fuera una cualquiera por media Témpera, ignorando mis gritos y mis exigencias! —¡H-hey!—fue lo único que alcancé a decir—. ¿P-pero qué hace? ¡Suélteme inmediatamente! ¡Oiga, le exijo que..! Ni siquiera había tenido tiempo de procesar que estaba pasando, cuando nos detuvimos frente a la puerta de un establecimiento de dos pisos. Yo, viéndome liberada del agarre de Stephanie, estuve por espetarle, furiosa, el horrible trato que me había dado—trato que una persona de mi clase en absoluto merecía—y que no tenía perdón, cuando Steve señaló los precios exorbitantes de aquella tienda. Era la ley no escrita; las cosas caras siempre, siempre, eran mejores que las baratas. Por lo que por simple curiosidad, mi vista se fijó en los escaparates iluminados de la Boutique y en los artículos que allí había expuestos; y como por arte de magia, mi enojo se evaporó en cuestión segundos, siendo sustituido por una emoción súbita. —Très Bien!—exclamé en francés, pegando las manos al cristal tanto como pude.
—Jovencita —Una alta y delgada mujer con su rubio cabello recogido, uniformada con una blusa blanca cubierta por un chaleco negro, pantalón y zapatos oscuros se acercó a Mimi y le tocó el hombro con el lápiz para llamarle la atención—. Debo pedirle que aleje sus manos del cristal, por favor; sí se llega a romper le saldría una suma, uff... monstruosa. Sin esperar respuesta alguna, la vendedora se fue a atender a clientes que prácticamente venían abanicándose con fajos de billetes. Se notaba que la tienda era un tanto... "elitista", por decirlo así. Mientras tanto, yo estaba buscando algún atuendo que me convenciera, y comencé a encontrar diferentes cosas que me llamaron la atención: una camisa verde azulado con doble manga -la interior era de color blanco-, unas bermudas azul oscuro, unos zapatos azul claro con detalles blancos, una mochila café y una bufanda amarilla. Volteé a mirar a mamá Stephanie; ella me preguntó con la mirada si me había decidido y yo asentí con determinación. Ella celebró con un suave aplauso y yo proseguí a entrar al vestidor. Conforme me fui quitando la gorra y la chaqueta roja, todos y cada uno de los recuerdos de mi viaje pasaron por mi cabeza: La llegada como novato a ciudad Barniz, el golpe de suerte al capturar al Caballero Rojo, la rápida evolución de mi inicial, el enfrentamiento a Iota en el monte Espejismo, la evolución de una de las Eevee a Vaporeon, la medalla de Bronce en mi primer torneo, el largo viaje de Barniz a la Arboleda Lápiz donde capturé a varios pokémon y la segunda Eevee evolucionó a Leafeon, la llegada a Isla Artistas donde conseguí el huevo del Piplup variocolor, la cáptura del Raikou, el enfrentamiento contra Ho-Oh, la pelea contra Lugia oscuro, el combate contra la energía oscura de Omicrón, el despertar en el hospital luego de aquello -aunque afortunadamente todo salió bien-, el volver a ver a mi padre en Galeia y enfrentarse a todos esos criminales junto a mis amigos, la derrota en el torneo Acrílica, mi victoria en la Torre desafío, y finalmente, mi más reciente crisis decisiva con el viaje que fue resuelta con la ayuda de Mimi. Mientras toda esa ola de recuerdos pasó por mi cabeza, yo me estuve cambiando al que sería mi nuevo atuendo. Al verme en el espejo, sonreí grandemente. Mi nuevo aspecto sin duda me agradaba, estaba justamente, proyectando la imágen que estaba buscando: tranquilidad, confianza y flexibilidad. Respiré aire hondamente, muy satisfecho, y salí del vestidor, alcé la mano y vociferé para llamar la atención de mamá Stephanie y Mimi: —Señoritas, con ustedes: ¡El nuevo Steve Stone en persona! —exclamé, haciendo una leve reverencia. Contenido oculto: Nuevo aspecto de Steve
Mimi Honda —Jovencita —escuché una voz femenina, y al sentir como algo golpeaba mi hombro, me volteé con curiosidad. ''¿Ah?''—. Debo pedirle que aleje sus manos del cristal, por favor; sí se llega a romper le saldría una suma, uff... monstruosa. ¿Eh...? fruncí ligeramente el ceño, molesta, preguntándome por qué tendría que romperse el cristal, ni que estuviese dejándome caer sobre él. Y aunque lo hiciese, no pesaba tanto como para quebrarlo. ¡No era un Miltank, por el amor de Arceus! No pude replicar, sin embargo, pues antes de poder decir nada, la empleada había desaparecido a través de la puerta de la Boutique. —Tsk...—chasqueé la lengua, apartando las manos del escaparate a regañadientes—. D-de todos modos ya me había aburrido de mirar esa ropa tan horrible... Dije a nadie en particular, y mentí, obviamente. Alcé la vista. El cielo, aunque aún presentaba el tono anaranjado del ocaso, había empezado a tachonarse de estrellas bajas. Una bandada de Staravia se perdió graznando en el horizonte donde el sol ya empezaba a decaer. Suspiré. Menudo día... ¿Cómo me había visto envuelta en todo esto? Yo sólo quería ir a la Torre Desafío y combatir, no estaba segura si ahora tendría que aplazarlo para otro día, porque realmente estaba agotada. Y fue entonces cuando la voz de Steve llamó mi atención. Había salido del vestidor y estaba allí, con una sonrisa satisfecha en los labios, contento con el nuevo atuendo que había elegido. Yo, en cambio, palidecí de súbito al verlo, como un fantasma. Stephanie, al parecer, mostraba la misma mirada orgullosa que su hijo. ¡Por las barbas de Samurott! ¿Pero qué era esa... cosa? ¿Y esto lo vendía en una Boutique tan exclusiva? ¡Increíble! Esa camisa azul de manga doble... ¿Y qué pintaba allí la bufanda amarilla? Oh... no quería decirlo en voz alta pero el estilo de Steve era pésimo. Que digo, ¿pésimo? No tenía estilo, simplemente. —Ahm... E-esto... —farfullé, tratando de disimular lo más que pude mi reacción. Podría decir lo que pensaba sin tapujos, pero no quería estropear las cosas ahora que todo parecía estar bien, no tenía caso. Sin embargo, mi idea tampoco era mentirle y decirle algo halagador, porque a parte de que yo no hacía halagos, no había nada merecedor de ellos allí. Finalmente, me decanté por la opción más segura—. ¿A ti te gusta... eso? Pregunté.
—Síp, esto me gusta —contesté, sonriente—. Reflejaba sencillez, relajo y seguridad... era lo que estaba buscando. A continuación, se apareció una vez más la vendedora y dijo, tocando el hombro de mamá Stephanie con el lápiz... —Emm... disculpe, el tiempo límite para probarse la ropa es de dos minutos y medio, por cuestiones de higiene y relacionados... —¡Epa, epa! —la interrumpió mamá Stephanie, mostrándole su billetera y el Vale descuento—. Compraremos este vestuario, dama. —¡Ohh! —La vendedora caambió de actitud bruscamente. La expresión desabrida de su rostro desapareció, dando lugar a una amable y cortés—. ¡Claro!, ¡como no! Me parece estupendo que haya elegido uno de nuestra colección "Simulación clase media". A simple vista se parece a una ropa que venden en esas cadenas mundiales de ropa promedio, pero si usted toca la tela, verá que es diferente: Tiene una firmeza y contextura de envidiar, y le dura para toooda la vida. Así que descuiden, gente estilosa, es una buena elección... lo digo ahora que veo la cara de terror del angelito de allá —estas últimas palabras las dijo mirando a Mimi—. Lo sé, la clase media tiene unos gustos... pero es bueno probar cosas nuevas a veces, con nuestros arreglos, claro. Mamá Stephanie y yo quedamos viendo a la vendedora, perplejos. —Ajá, sí... —dije asintiendo lentamente—. Creo que iremos a pagar ahora, por favor. —¡Seguro!, ¡adelante, adelante! Síganme por acá. La vendedora se dirigió a la caja registradora con aires de felicidad, mientras que mamá Stephanie y yo la seguimos. —En esta tienda venden ropa hermosa pero las vendedoras son lo más elitista del planeta... —susurró mamá Stephanie. —Lo sé, siento como si hubiéramos venido a tomar el té con las aristócratas del primer mundo... —respondí.