—Algún día echaremos un combate —lo reté, pero obviamente no sería hoy, para luego ir y sentarme con Mizuki, para darle un pequeño abrazo y luego un masaje, según, ella estaba cansada del entrenamiento, según me dijo hace rato—
lancé un bostezo -- Iré a dormir, hablamos mañana -- dije realmente cansado. Estaba que me caia rendido.
Miré a Drake y asenti --Esta bien, hasta mañana--Le dije sonriendo levemente para despues mirar a Rojo--Gracias pero....--Solte un pequeño bostezo--Yo tambien tengo un poco de sueño--Le dije sonriendo para despues recostar mi cabeza en la espalda de Luxray
Sonreí para acostarme a su lado, y la miré —¿Vamos a la habitación? —pregunté mientras le miraba— Si quieres, claro
Miré a Rojo y me encogí de hombros --...Me da igual, con que este cómoda--Le dije sonriendo levemente a Rojo
—Ah bueno... —bostecé un poco, para sacar una cobija grande para los dos, y me tapé, para luego taparla a ella— Bueno, ¿Quieres dormir ya?
Miré a Rojo y asenti con la cabeza --Pues si, tengo bastante sueño--Le dije para despues dar otro bostezo--Hasta mañana--Le dije sonriendo levemente mientras poco a poco me quedaba dormida
Sonreí un poco, igualmente estaba agotado —Hasta mañana —me quedé dormido profundamente en un abrir y cerrar de ojos, el entrenamiento fué demasiado por estos dos días, necesitaba un descanso—
Me desperte un poco y veo a todos dormidos --...me ire en la tarde...aunque presiento que me dejaran...--Dije mientras me acostaba de nuevo y me dormia--
Ah, Ciudad Témpera… había regresado a mi ciudad natal. La última vez que estuve aquí fue con Jenna, me preguntaba si seguía por aquí o había seguido ya con su viaje… Skarmory eligió el espacio verde frente al centro pokémon como pista de aterrizaje, y tras un suave descenso a tierra lo regresé a su pokebola. Ingresé al centro pokémon e inmediatamente me dirigí al mostrador, pero Joy no se encontraba allí. Fruncí el entrecejo, que extraño… Procedí a la parte trasera del centro y descubrí que Joy se encontraba en la sala de operaciones, tratando de urgencia a un Golbat que presentaba terribles heridas, lo cual me hizo llevarme las manos a la boca de la impresión. Joy ni siquiera notó mi presencia cuando ingresé a esa salita que conocía tan bien, ocupada en el tratado urgente del pokémon y asistida por Togepi, que utilizaba Paranormal para alcanzarle todo lo que necesitaba. Joy me notó cuando liberé a Alakazam y Blissey, dos pokémon que poseían habilidades curativas, y nos acercamos a ella con determinación, listos para ayudar. Alrededor de media hora más tarde, Golbat se encontraba a salvo, inconsciente, pero fuera de peligro; la sanación del pokémon había sido un éxito. Joy se secó el sudor de la frente y me dedicó una amplia sonrisa; la asistencia de Alakazam en particular había ayudado mucho para salvar al tipo veneno. Luego procedió a contarme del entrenador del Golbat, un abusivo que detestaba a "ese debilucho", como lo llamaba, porque jamás ganaba una batalla y no podía evolucionar a Crobat, que lo atacó ferozmente con un Raichu y luego lo abandonó a su suerte, pero afortunadamente la Oficial Jenny y su Growlithe lo encontraron y lo llevaron al centro pokémon cuanto antes. Una historia horrible, pero Joy ahora lo había salvado, así que quizás había esperanza para que Golbat obtuviera su final feliz… dejamos al pokémon murcielago descansar y volvimos al mostrador del centro pokémon, donde nos pusimos a charlar animadamente y puse a Joy al tanto de mis más recientes batallas.
Hora de despertar, y lo hice, con bastante pereza, pegando un buen bostezo primero, y sin ganas de moverme de mi lugar —De aquí no me mueve ni un terremoto... —comenté somnoliento, y Altaria hizo de las suyas, usando dicho movimiento, a ver si era verdad, por lo que clavé una férrea mirada al Dragón/Volador— ¡Es un dicho, no literalmente!
Ya se había ensanchando bastante la distancia entre nosotros y Skarmory durante el viaje aéreo, razón por la cual aterricé un Ciudad Témpera sin saber con exactitud del paradero de su entrenadora. —No tardaremos en encontrarla —comenté encongiéndome de hombros, Pidgeotto caminando a mi lado, al igual que Serperior y Maractus, quienes acaban de aparecer al sentir el contacto con la seguridad de la tierra. Era un día agradable, de modo que guardé mi chaleco en el morral y arremangué las mangas de la camisa. La ciudad se mostraba tan apacible como siempre… ¿Effy había dicho que quería ver a su familia en este lugar? Si era el caso, entonces era oriunda de aquí. Al pasar frente al Centro Pokémon, distinguí desde la vereda una cabellera rubia en los interiores, una que reconocería desde cualquier distancia. Sonreí e ingresé, saludando a Effy.
Tras levantarme y estirarme un poco, noté que Blastoise había aprendido un ataque nuevo, Protección, por lo que sonreí, era un movimiento de tamaña utilidad, y podría ser de mucha ayuda al lidiar con ataques ineludibles —Bien hecho —felicité al Pokémon, por su buen pensar y aprender un movimiento muy útil, a lo que éste correspondió asintiendo respetuosamente—
Interrumpí mi relato de mi más reciente batalla contra Liza cuando oí que alguien me llamaba por mi nombre… me volteé y vi que se trataba de Hubert, sí me había seguido después de todo… —Vaya, viniste después de todo —comenté con una sonrisa, mientras que Togepi saltaba sobre el mostrador, emocionada de ver nuevamente a aquel amigo. Alakazam se mostró tan impasible y sereno como siempre, cruzándose de piernas para proceder a meditar como solía hacer cada vez que podía. Blissey, por su parte, dirigió una sonrisa amplia amable hacia el entrenador que la había derrotado hace poco. La enfermera Joy simplemente sonrió al chico y lo saludó con un amable "buen día".
—Era lo mejor que tenía para hacer —respondí, acariciando la cabeza de Togepi y devolviendo la sonrisa a Blissey—, además de que tenía curiosidad por conocer a tu familia. Ah, y buenos días para usted también, enfermera Joy. Serperior y Maractus ingresaron al Centro Pokémon, cada uno saludando a su manera. Como Pidgeotto había regresado a su pokébola antes de que entráramos, sólo el color verde se sumó al grupo. Mi inicial dirigió una mirada severa al nopal en cuanto éste se levantó las maracas para empezar a tocarlas. Le dijo algo en el idioma que sólo ellos comprendían y el nopal, encogimiento de hombros mediante, simplemente bajó los instrumentos musicales. Leí en los ojos de Serperior que había un paciente que necesitaba reposo y tranquilidad, por eso su petición de que Maractus no hiciera música. Eso sí, el músico de mi grupo reparó en Alakazam. Se acercó para mirarlo desde diversos ángulos, con curiosidad. —¿Y cómo van las cosas por aquí? —entonces se me ocurrió una conjetura— ¿Vives aquí, Effy?
—Y… ¿y qué si es así? —contesté, volteando mi rostro… ¿acaso era un dejo de verguenza lo que sentía? No, no me avergonzaba de donde prevenía sino… bueno, la mayoría de los entrenadores tienen una verdadera casa a la cual regresar, una madre y un padre, y yo… yo tenía el centro pokémon. —No seas así, Effy —suspiró Joy, acostumbrada a la actitud de la muchacha. Al parecer, nada en el mundo podría cambiar eso, aunque en cierta forma le alegraba que seguía siendo aquella chica que se crió allí mismo—. Si te lo preguntó de buena manera… Suspiré y volví a mirar a Hubert, descubriendo que en su rostro no se reflejaba una mueca de superioridad ni nada por el estilo, sino genuina curiosidad e interés; no me había prejuzgado. La sonrisa regresó a mi rostro. —Sí, éste es mi hogar… lo es desde que tengo uso de la razón. Y ésta es mi familia —presenté, mostrando a Joy, al Blissey que había sido el Chansey que había acompañado a Joy durante toda mi vida, al Togepi que ahora cumplía sus funciones como enfermera asistente de Joy, a Alakazam, quien flotaba a unos pocos metros del suelo meditando, intentando concentrarse a pesar del ruido que producía naturalmente el cuerpo de Maractus, que daba vueltas a su alrededor intrigado por el tipo psíquico, y a Blastoise, mi pokémon inicial que había escapado ahora de su pokebola, mi querido y más viejo compañero, que se crió conmigo en estos pasillos cuando apenas era un bebé Squirtle—. Aunque supongo que ya conoces a todos, de modo que no necesitamos realmente mucha introducción más...
En principio Effy me ofreció una respuesta brusca y volteó el rostro, al parecer… ¿avergonzada?… Sentí que fue mala idea haber formulado esa pregunta; mi curiosidad era genuina y no despectiva, pero al ver que fue mal interpretada ya me preparaba para aclarar la cuestión. Pero gracias a la oportuna intervención de la enfermera Joy, a Effy le bastó con mirarme para comprender la verdadera intención con la que había hecho la pregunta. Volvió a sonreírme, y yo hice lo mismo. Ella tenía una historia de vida muy interesante. —Yo también he crecido en un sitio público —comenté después de que Effy me presentara a su familia—. Mi hogar fue una biblioteca de Pueblo Mosaico, en la región de Kalos. Cuando yo era un bebé, mis padres no estaban pasando por un buen momento económico, de modo que perdieron la casa de Ciudad Luminalia en la que vivíamos, a causa de las deudas. >>Sin embargo, casi al mismo tiempo, mi madre heredó una biblioteca en ese humilde pueblo, que pasó a ser nuestro hogar y fuente de trabajo. Trabajaban sin cesar, y a mí me permitieron atender la biblioteca, más o menos, desde lo doce años. Vivimos allí y nuestra situación mejoró, pero me encariñé demasiado con el sitio como para mudarme a una casa… Y un buen día decidí viajar por el mundo… Aquí me tienes, hecho todo un entrenador pokémon —reí.
Finalmente dí por revisar, al parecer tanto las defensas de Blastoise como la de Lopunny experimentaron un leve incremento, igualmente, el ataque de Mismagius también aumentó, no pude evitar sonreír más, nuestro entrenamiento estaba dando resultados positivos —¡Bien hecho, seguiremos entrenando! —alzamos el puño derecho, con excepción de Mismagius, al no tener articulaciones, para entonar un grito de guerra, simbolizando el inacabable ánimo característicos de nosotros, y también por luchar hasta el final—
Vaya, Hubert tenía una historia bastante particular… no tenía ni idea de la región de Kalos, pero sonaba como un lugar algo lejano… me pregunté si algún día mis viajes me llevarían allí… —Suena como un gran lugar, aquella biblioteca, me gustaría visitarla algún día… —comenté, y luego agregué—. Y tus padres suenan como buenas personas también, Hubert... —Bueno, discúlpenme —interrumpió la enfermera Joy en ese preciso instante—. Voy a ir a chequear las heridas de Golbat, con permiso… Togepi, ¿cuidarías el mostrador? La tipo hada hizo un ruido de asentimiento positivo en su idioma, y Joy se marchó a revisar la salud del Golbat. Supuse que Hubert estaría algo confundido respecto a esto, de modo que procedí a contarle la historia que Joy me contó cuando llegué, acerca de aquel Golbat y su entrenador abusivo y como lo había tratado de urgencia...
Doddy aterrizo en la ciudad y me baje de el en un salto, luego lo regrese a su pokeball y empecé a caminar por la ciudad con una sonrisa, con la mirada buscaba donde poder hacer un pequeño entrenamiento con mis pokemon. También buscaba a Effy o algún otro entrenador con el cual poder luchar, luego de unos minutos me sente en el césped recostada de un árbol y saque a Lax, el cual se volteo para verme. --Bien, ya que estamos en la ciudad ya puedes comer--le dije sonriendo mientras empezaba a buscar en mi mochila un poco de comida para el Munchlax, el cual se ponía cada vez mas impaciente ya que yo tardaba un poco en encontrar comida.