Sonrei levemente mientras la cargaba de nuevo --Para que mi vida no se canse de caminar--Dije sonriendo levemente mientras la veia ya que la tenia cargada--
Sonrei y rodee su cuello con mis brazos para no caer. --Jaja, gracias mi corazón--le dije sonriendo levemente.
Sonrei y empece a caminar hacia la salida --Oye tenemos que ir a ciudad oleo, vamos mi vida?--Le pregunte sonriendo mientras salia del cementerio con mitsuki cargada--
--Bueno es que rojo dijo que fueramos jaja--Le dije sonriendo mientras la veia--Lo malo es que no te puedo llevar en pidgeotto ya que este es pequeño para dos jaja--Le dije sonriendo a mitsuki--
Libere a pidgeotto y baje a mitsuki --Vale pues sigue a pidgeotto jaja--Le dije sonriendo mientras me montaba en pidgeotto y esperaba a mitsuki--
Cuando llegamos a Ciudad Témpera, Chad y yo nos encaminamos rápidamente hacia el Centro Pokémon, donde nuestros compañeros fueron curados. Hecho esto, Fósforo, Serperior y el resto de mi pokémon planta abandonaron sus pokébolas, y fuimos todos juntos hasta la cafetería del Centro… Donde comencé a contar todo lo que aconteció respecto a la captura de Cresselia. —Un día, Effy me habló de un rumor que quería confirmar y me invitó a acompañarla. Crucé el cielo siguiendo a su Skarmory, y sin perder de vista su cabellera rubia, hasta que nos vimos obligados a detenernos en la zona del Volcán Barniz, a donde ella había descendido de forma brusca. Una suposición cruzó mi mente respecto a lo que venía a continuación, pues había leído muchas leyendas relacionadas con ese volcán. >>Effy me lo confirmó cuando comentó que allí, supuestamente, se escondía el Sol Escarlata. Nos encontramos con la dificultad de que hacía falta el instrumento conocido como la Flauta Solar para invocarlo, el cual no teníamos en nuestro poder. Sin embargo, como por obra de un milagro, apareció Ian de la nada, creando música con el mencionado objeto. Casi al mismo tiempo, aparecieron Alpha, Liza y Steve (los últimos dos serán nuestros rivales por el Bronce en el Torneo Acrílica). Ian y Steve tuvieron un pequeño pero gracioso altercado que no voy a reproducir, pero digamos que estuvieron a punto de hacer que el volcán entrara en erupción. Y creo que fue Alpha quien después se encargó de tocar la Flauta Solar. Lo hizo mucho mejor que Ian, porque el Sol Escarlata apareció al instante, envuelto en una bola de fuego. Era un Volcarona bastante fuerte, pero no tanto como nuestros pokémon, que lo derrotaron en unos pocos minutos. >>Fue después de eso que a los que peleamos contra Volcarona nos llegó un paquete bastante raro, conteniendo esta pulsera… Retraje la manga derecha de mi camisa, para que Chad y Fósforo pudieran admirar la pulsera que rodeaba mi muñeca, con extraños símbolos grabados a lo largo de su cuerpo. El entrenador dejó escapar un silbido de admiración, mientras que Fósforo mantuvo su compostura seria. Sentados junto a mí, Cottonee y Maractus también escuchaban con atención la historia, pues todavía no se habían unido a mi equipo cuando sucedió todo lo que estaba contando a Chad. Serperior se mostraba tan sereno como siempre. Di un largo sorbo a mi café antes de continuar relatando sobre el encuentro y posterior captura de Cresselia (por cierto, ella había regresado a su pokébola, al igual que Pidgeotto). @Hey Miguel
—Junto con el paquete, venía un mensaje de una persona que desconozco… Tal parece que es un fanático de las Leyendas Pokémon, y está siguiendo con suma atención los movimientos de quienes vamos tras ellas… Si un día llegamos a atrapar a la última de las leyendas de Galeia, tendré el placer de saber quién es ese sujeto… >>Pero siguiendo a lo nuestro: el mensaje decía que esta pulsera funcionaba cuando el usuario se dormía, y que le permitía tener sueños lúcidos… No era ese su único poder: permitía acceder a una mazmorra conocida como el Laberinto de los Sueños (el cual ya te mencioné anteriormente), un camino que conducía a los dominios de otra de las leyendas pokémon. Tú la conoces: mi Gardevoir… El Hada Soñadora… >>Así, un día me coloqué esta pulsera para saber si de verdad funcionaba, o bien para concluir que esa persona me estaba tomando el pelo —hice una pausa para tomar otro poco de café, pues se estaba enfriando—. Grande fue mi sorpresa cuando desperté, no en la habitación de Centro Pokémon, sino en un sitio algo oscuro, hecho completamente de piedra y con símbolos de hadas dibujados en las paredes… Mi cuerpo estaba en condiciones normales, la ropa puesta y todo… Pero no tenía a mis pokémon conmigo, ni el morral, ni el Holomisor… Me encontraba solitario e incomunicado en el Laberinto de los Sueños. >>Sin embargo, aparecieron Lucario, Magmortar y Lapras, sonriéndome… Yo sabía que se trataba de invenciones de mi mente, porque después de todo, me encontraba soñando con la mazmorra, los pokémon y mis acciones. Podía manejar el sueño a mi voluntad… Pero sólo hasta cierto punto… >>Porque cuando iniciamos nuestro particular viaje hacia el Claro de los Sueños, donde vivía Gardevoir, nos encontramos con Lucilos, Pesadillas y Recuerdos Latentes. No fue nada agradable enfrentarlos. >>La mazmorra tenía puntos en los que el camino se dividía en tres senderos. En algún momento, tomé un camino que me condujo hasta un pedestal sobre el que descansaba una hermosa pluma. Había un letrero que rezaba: "La pluma lunar, servirá para llamar a tu sueño a la guardiana principal de los sueños. Su portador puede considerarse afortunado de tener la ocasión de verla a ella"
Hice otra pausa, en la que Chad y su Blaziken asintieron, animándome a seguir. Les devolví el asentimiento con una sonrisa y dije: —La Guardiana de los Sueños era Cresselia. No lo supe hasta más adelante, cuando sentí un explosión en el frente. Cuando miré mejor, allí se encontraba Alpha, su Charizard, su Milotic y Garchomp, atacándola. Y aquí viene la parte más graciosa: aparecí por la espalda, ataqué a Cresselia y, una vez herida, fui el primero en lanzar la pokébola, ante los ojos incrédulos y furiosos del pobre Alpha… Me reí un poco ante el recuerdo, aunque después me sentí culpable por hacerlo. —Por lo menos ahora tiene a Rayquaza para que lo consuele —comenté, y vacié mi taza—. Después enfrenté a Cresselia contra el Hada Soñadora (acompañado por Ian, Alpha y sus pokémon), quien al ver mi fuerza tomó la resolución de servir a mi equipo, pues era lo que nos había prometido… >>En esa pelea hubo mucha tensión, porque yo también le había hecho una promesa al Hada: si ella nos derrotaba, yo me quedaría para siempre en el Claro de los Sueños, sirviendo como Guardián. Poco me faltó para correr ese destino, pero quiso la suerte que no fuera así.
Escuché atentamente la historia de Hubert, como un niño que escucha historias de fantasía, emocionado. — Genial... la verdad te tengo envidia, suena muy emocionante y peligroso—sonreí—. Suena a aventura. Tomé el resto de mi café y sonreí nostálgico. — ¿Sabes? Desde pequeño he amado las historias de grandes héroes que viajan por el mundo teniendo épicas aventuras, héroes que viajan por el tiempo con sus pokémon, conocen legendarios pokémon y combaten, se enfrentan a todo tipo de peligros con mucha valentía y coraje. Siempre soñé con formar parte de tales aventuras, es una de las razones por la cual inicié mi viaje... —miré el fondo de mi taza que contenía restos de café—. La próxima me avisas, ¿sí? —reí. @Bruno EVF
—Lo mismo digo —contesté mientras me acomodaba en la silla—. A veces sucede que uno es encontrado por la aventura, incluso cuando no está buscándola. Te sucederá algún día, pero puedes contar con la tranquilidad de que, si estás en un apuro, habrá entrenadores dispuestos a brindarte su apoyo. Sonreí para mis adentros. Pensaba en Steve, Liza, Ian y Alpha cuando hablaba. Cada uno de ellos parecían atender sus propios asuntos en esquinas opuestas de Galeia, pero siempre uníamos fuerzas cuando los peligros eran demasiado graves para la integridad de las personas, los pokémon y la región. La verdad es que no podía quejarme de pertenecer a esta generación de entrenadores y de batallar contra ellos. Mucho menos podía quejarme de la presencia de Effy, la persona con la que más momentos y batallas compartí; mi rival principal, a la que ansiaba vencer a toda costa, para demostrar que podía ser tan fuerte como ella… Ahora que me lo planteaba mejor: ¿Por qué éste afán por enfrentarla, por no negarle una batalla? ¿A qué se debía la gran admiración que me inspiraba? ¿Radicaba esto solamente en su valía como entrenadora, o quizás…? Sacudí la cabeza sin mucha convicción. Miré a Chad, esperando que no haya notado alguna expresión llamativa de mi parte. —Fósforo y Ember serán de gran ayuda contra la séptima leyenda: el Arce del Edén —dije, sacando mi libreta del bolsillo—. Estuve investigando al respecto; se trata de un Sawbuck, pokémon de tipo Normal/Planta, sobre los que los tuyos tienen gran ventaja. >>También podrías acompañarnos cuando vayamos a por la Trituradora Chispeante… No tengo datos precisos sobre esta leyenda, pero deberemos ir con cuidado: se trata de un depredador temible. De repente, Chad y yo nos sobresaltamos al notar que mi morral, apoyado en una silla vacía, se sacudió con un poco de violencia. Blaziken y Serperior se pusieron en posición de batalla, derribando otras sillas en el proceso. —¡Momento! —me levanté, alzando los brazos ante los iniciales— No creo que haga falta la fuerza bruta. Simplemente ha eclosionado el huevo que me dieron los breakdancers de Isla Caballete. No había desacertado. Cuando abrí el morral, la cabeza de un Turwig variocolor nos miró con curiosidad.
Sentí que las miradas de los demás comensales nos atravesaban, atraídos por el sonido que hicieron las sillas al caer, e incluso voces alarmadas cuando notaron que Blaziken y Serperior estaban por acabar con la mesa sobre la que comían. Cottonee huyó espantada al interior de su pokébola y Maractus… siguió tocando las maracas, como venía haciendo desde que entramos. Si algo podía decir de él, es que nada borraba su sonrisa. —No ha pasado nada, señoras y señores —dije, sonriendo con disimulo a nuestro nuevo público—. Sigan disfrutando el café, que está delicioso… Ha sido una pequeña confusión. Algunos se encogieron de hombros. A otro les costó volver a concentrarse en los croissant, pero igual seguían mirándonos de soslayo cuando retomaron sus propias conversaciones. Suspiré y miré al pequeño Turtiw. Éste sacudió las hojas de cabeza. Me miraba como preguntándome amablemente: “¿Quién eres tú?” —Soy tu nuevo entrenador —le sonreí—. Unos buenos señores me dejaron a tu cuidado. Como había pasado con el Tepig shiny de Effy, Serperior se acercó para mirarlo bien de cerca… Nada escapa a su entendimiento, por lo que supe que detectó algo especial en el Turtwig… El tipo planta variocolor se sintió algo intimidado, pero no huyó como solía hacer Cottonee, sino que se animó a sostenerle la mirada. Supuse que se llevarían bien...
—Iré a seguir entrenando —anuncié a mis acompañantes al cabo de un rato—. Si necesitas ayuda con algo, no dudes en hacerme llegar un mensaje. Así, me levanté del asiento, les di las gracias por la batalla que tuvimos en la Pradera Arte y salí del establecimiento. Como siempre sucedía: los tipo planta regresaron a sus pokébolas, el volador de mi equipo emergía. Desaparecíamos en el cielo, buscando nuevos retos...
Tras nuestra pequeña parada en la Guardería Pokémon, Skarmory nos llevó de regreso a casa. O bueno, mi casa, mejor dicho. El ave de acero descendió frente al centro pokémon de Ciudad Témpera y yo fui a primera en bajar de su lomo, aún sosteniendo firmemente el huevo pokémon que acababa de recibir… me preguntaba que tipo de pokémon saldría de aquel pequeño… —Jenna ven, seguro tus pokémon están exhaustos, Joy los curará sin problemas… —le dije a la chica una vez estuvimos en tierra firme. Contenido oculto @Jenna Bodt Fubar
Yo, bajé de un salto. Luego, me giré y le sonreí a Effy. —Gracias, Effy, por todo —carraspeé y me rasqué disimuladamente la cabeza—. Por todo lo que has hecho por mí hasta el momento. Ya más tranquila, asentí y decidí que sí, sería buena idea curar a mis pokémon. Y de paso, que se conocieran los nuevos entre ellos.
—No hay de que; aunque quizás no me creas, es poco lo que yo he hecho, tienes más fuerza de la que te das crédito… —le aseguré a la joven, regresando a Skarmory a su pokebola. Hecho esto, procedimos a atravesar las puertas de cristal del centro pokémon. Llegamos ante el escritorio y mi vieja amiga Joy recibió las pokebolas de Jenna, al igual que la de Skarmory, que estaba agotado de tanto viaje. Mientras las curaba, mi Blissey hizo acto de aparición para saludar a Joy y mostrarle su nueva forma evolucionada. También, mi antiguo Togepi saltó sobre el mostrador para enseñarme el pequeño sombrerito blanco que Joy le había hecho a su medida, mostrando su estatus como enfermera; Togepi había deseado quedarse a ayudar a Joy cuidando pacientes en nuestra ciudad natal, y yo no pude negarme a los deseos de mi pokémon hada. Y a cambio, Joy me pidió que cuidara de su Chansey, el cual prefería las batallas antes que la curación, de modo que todos salimos ganando al final. Una vez terminó con la sanación, nos devolvió nuestras pokebolas y salimos del establecimiento médico. Guardé la de Skarmory pero dejé a Blissey libre, para que caminara junto a nosotras. Le sonreí a Jenna. —¿Y ahora? ¿Qué sigue?