Ciudad Témpera

Me quede con la duda al escuchar eso, pero le ordene a mi pokemon que siguiera al dragon.

 

Desperté de mi largo sueño, realmente necesitaba un buen descanso, pero...¿cuántos días había dormido, dos, tres?, bueno eso era lo mínimo. Me levanté del suelo y sacudí mi chaqueta que estaba llena de tierra después de ser usada como almohada, después de esto tendría que conseguir sí o sí una habitación en el centro pokemon para poder lavar mi ropa y darme un baño, realmente era lo mejor.

— ¿Me acompañas Typhlosion? — le pregunté a mi pokemon fuego que había dormido al lado mio, este asintió y caminó conmigo directo al centro de Témpera para poder ir al centro pokemon y pedir una habitación, como era de esperarse ya no había tanta gente y no tuve problemas para conseguir una.

Me dirigí a mi cuarto y me encerré en el baño para poder darme una ducha fría, sería lo mejor para mantenerme despierto

 

Sali del centro pokemon donde llamé a Staraptor para que viniera a recogerme, guardaba mi ropa habitual que ya estaba limpia en mi mochila, ahora tenía una camisa negra y mis jeans, aunque sentía raro el hecho de no tener mi chaqueta, pero bueno... tendría que acostumbrarme al igual que me acostumbre a no tener mi bufanda.

— Staraptor... necesito que me lleves a Lienzo — le pedí a mi pokemon volador el cual asintió para después dejarme subir y emprender vuelo hacia mi hogar

 

Luego de toda rutina matutina; decidí salir a pasear al parque un rato... Esta ciudad ya me tenía algo aburrido; no habían torneos ni algún evento importante por el momento.

—El aburrimiento me consume; ¿qué puedo hacer? —me quejé.

 

Llegué a Témpera sobrevolándola subida en Sigiliph y logré ver a Steve pasear por una de las calles. Le pedí a mi pokémon que me bajara un poco más y lo guardé en su ball para saltar frente al chico con una sonrisa.

—Buu. —reí tras decir eso con la intención de asustar a Steve.

 

—¡Gaaaah! —grité asustado.

Poco a poco recuperé el aliento mientras pensaba "¡Qué susto! Pero si le dio algo de emoción a este día..."

Me di vuelta para ver quien había hecho la broma, y me sorprendí de manera positiva al ver de que persona se trataba:

—¡Liza! —exclamé alegremente—. ¡Aleluya!, ¡hay alguien conocido en la ciudad!

 

Al ver como se asustó y gritó, la risa fue a más hasta que me calmé y lo miré divertida.

—Que miedica eres. —le dije a modo de broma y sonreí. —¿Por qué lo dices? ¿No hay nadie conocido aquí?

 

—Naaaaadie —repliqué—. Me siento mal con los Temperianos al decir esto, pero esta ciudad me tiene aburrido.

 

—¿Temperianos? ¿Esa palabra existe? —pregunté en alto con una risita. —La verdad es que se ve muy solitaria la ciudad...y aburrida. ¿Te apetece hacer algo?

 

—¡Sí! Necesito matar el aburrimiento con urgencia —respondí—. ¿Tienes alguna idea?

 

Me encogí de hombros como respuesta.

—Pues no la verdad, es que aquí no hay mucho que hacer: está el casino, los múltiples restaurantes, parques, zonas de ocio y la mansión abandonada de los White, nada más. —suspiré sin ideas.

 

—¿...mansión abandonada de los White? —pregunté interesado.

Vaaale, yo no era muy bueno para los misterios y fenónemos extraños, pero en momentos tan aburridos como este me le mediría con tal de ponerle un poco de emoción a mi día.
Y esperen un momento... ¡dijo White!, ¿no es ese el apellido de Liza?

 

Noté como a Steve le interesaba lo último que dice y le miré para después señalar la mansión, la cual se veía a lo lejos, de un color amarillento debido a los años que tiene ya la construccion de mis difuntos padres.

—Sí, es esa de allí. Fue mi hogar cuando era pequeña y pocos recuerdos tengo de ella. ¿Por qué la pregunta? ¿Quieres ir?

 

Me quedé en silencio. Sentí que de cierta manera Liza se incomodaba al hablar de ese lugar.

—...no, creo que es mejor no ir —me limité a decir.

Pero apenas dije esas palabras, un periódico cayó encima mío, con un titular escalofriante:

"Rumores hablan de turistas desaparecidos luego de entrar a extraña mansión en el Gran Pantano"

—Y... ¿qué tal si vamos ahí? —le dije mostrándole el periódico.

 

Sonreí mientras suspiraba al escuchar su respuesta. Parecía que el chico me leía el pensamiento, la verdad es que me había ahorrado un gran malestar. Tomé con curiosidad el periódico y un brillo en mis ojos delató mi emoción por este tipo de cosas.

—¡Yo quiero verla! ¡Vamos! —exclamé emocionada sacando a Sigiliph de su ball y éste me tomó por los hombros. —El último que llegue es un slowpoke

Tras decir eso mi pokémon empezó a levitar y nos fuimos de allí.

 

Mi lado competitivo salió a flote al escuchar las desafiantes palabras de Liza...

—¡Pues te veo allá! —exclamé luego de sacar a Noivern y subirme a su lomo.

Entonces nos fuimos rumbo al Claro Pincel.

 

Pedaleaba y pedaleaba a todo lo que daban mis piernas y mi vieja bici. El pequeño Fosvorito, mi Torchic, se agarraba como podía de la precaria canasta que estaba en la parte delantera de la bicicleta. Apenas llevabamos un tiempo de ser compañeros y el pobre ya estaba viviendo más emoción de lo que un pokémon primerizo debía experimentar. Iba a gran velocidad, debido a que en algún punto de mi viaje me perdí y fuí perseguido por una manada de Tauros furiosos —Mala idea traer mi chaqueta roja. — pensé, volteando la cabeza para darme cuenta que ya no me venían siguiendo, tal vez los perdí kilómetros atrás, pero quién sabe. — Ay, rayos... — Al momento de volver la cabeza al camino, maldije mi distracción, pues me desvié del camino e iba directo hacia un árbol, maniobré como pude, pero al ver la inminente colisión, saqué una pokebola de mi bolsillo trasero y meti a Fosvorito en ella, segundos después estaba despatarrado en el suelo, al lado de los restos mortales de mi difunta bici. — Me has servido bien, y hemos tenido buenos momentos... — Dije cerrando los ojos un momento, para luego ponerme de pie. Tenía varios raspones y me dolia la cabeza, pero nada grave.

 

Me sacudí el polvo de la ropa y miré a mi alrededor un poco desorientado, le eché un ultimo vistazo a mi ex-bicicleta y caminé unos metros para salir del bosque y tratar de orientarme, abrí mi mochila buscando un mapa... —Oh, lo olvidé... — Un Spearow me había robado el mapa que tenía días atrás. Más mi suerte empezaba a cambiar, y no fué necesario el mapa, ya que me encontraba ante un enorme cartel que rezaba: "Bienvenidos a Ciudad Témpera".

 

Avancé hacia la ciudad, era una de las ciudades principales de Galeia, donde se celebraba el primer torneo de la Liga. Tambien escuché que era famosa por su casino. — Tal vez debería probar suerte en él, debería aprovechar mi racha de suerte. — Me dije mientras caminaba por la calle principal, sonriendo y saludando a todos los que veia. Noté que algunos reian al verme, ¿Por qué sera?

 

Me dirigía al Centro Pokémon más cercano, para conseguir un mapa y descansar un poco. —Sí señor, el centro pokémon... pokémon... ¿Pokémon? ¡Fosvorito!— Grité apurandome a sacar la pokebola de mi bolsillo, la tome torpemente entre mis manos y saqué a mi pequeño Torchic de ella rapidamente. Era una particularidad de mi compañero; Odiaba entrar a su pokebola. Tan típico de los pokémon caprichosos y rebeldes, ya corregiría yo eso mas adelante. En el instante en que salió de su pokebola, el pequeño Fosvorito, saltó hacia mi en un arranque de furia, picoteandome repetidas veces en la cabeza.
— ¡Ay, ay, ay! ¡Lo siento! ¡Lo siento, lo olvidé! — Repetía tratando de cubrirme la cabeza. A simple vista puede parecer un pequeño, tierno e indefenso pokémon, pero es solo una farsa. Sus picotazos dolian como ningún otro.