Lucario y quilava salen de sus pokeballs --Hola chicos--Les dije a mis pokes y estos sonrieron y saludaron a mitsuki--
—Hola lucario y ho...—veo a quilava y sonrio, el chiquitin ya era todo un quilava—felicidades por la evolucion quilava—le dije sonriendo mientras le acariciaba la cabeza a el y a lucario.
Quilava se lanzo contra mitsuki y este la empezo a lamer la cara --Hay quilava tu forma de saludar es buena jaja--Le dije sonriendo--
—Jajaja, que lindo eres quilava—le sonrio y le veo los ojos—que ojos tan bonitos tienes quilava—el se quita de encima— y pensar que antes los tenias rasgados y ahora son rojos.
—Si—me levanto y rati se posa en mi hombro—Ahora chikito y tu estan en su segunda evolucion, que bien.
--Oye hace tiempo que...--lucario me interrumpio haciendome ver afuera el cual empezaba a hacer frio--Oye mitsu quieres quedarte aqui o afuera ya que afuera se esta poniendo frio--
—Ah, que bien que me hizo ese descanso —exclamé, dejando mi habitación. Togepi y Cubone venían junto a mí, caminando un poco delante mío.
Togepi se cansó de caminar, de modo que la cargué en brazos. Caminamos junto con Cubone por un rato hasta que dimos con dos entrenadores que conocía. —¡Ey! ¡Yair! ¡Mitsuki! —exclamé, acercándome.
—Creo que no conoces al nuevo integrante en mi equipo—rati salta de mi hombro, se pone delante de yair y lo ve con una sonrisa—Hola Effy—la salude al escuchar su grito.
—¿Encontraste la MO al final, Mitsuki? —le pregunté a la chica—. Skarmory regresó tan pronto, espero no te haya tirado en el medio de la nada o algo parecido...
—Si—le respondí sonriendo mientras regresaba a Rati a su pokeball—ya la conseguí y tranquila, Skarmory me dejo en las ruinas—dije soltando un bostezo.
—¡Aaachus! —estornudé fuertemente mientras corría a toda velocidad por las calles de la ciudad buscando algún lugar donde cobijarme de la lluvia que se me echaba encima o en mi suerte el Centro Pokémon. Eran las 5 de la tarde de un lluvioso día, hacía bastante frío y las nubes negras cubrían por completo el lugar. Logré llegar a tiempo al C.P y justo al llegar a sus puertas pude refugiarme por completo gracias al porche que tenía. Me sequé el pelo como pude y miré cómo la gente se recogía con gran rapidez, como yo había hecho. La verdad es que la lluvia me cogió por sorpresa.
Tras despedirme de Mitsuki y Yair, decidí pasar por la sede del torneo, donde recibí la grata sorpresa de que las semifinales habían concluído. Dante fue el vencedor del combate, parece que después de todo su promesa se volvería algo cierto, nos enfrentaríamos al fin y al cabo… ¡y en la final! Pero Dante fue uno de mis oponentes más difíciles de vencer, no podía confiarme, necesitaba entrenar… y entonces tenía que largarse a llover. Maldije por lo bajo mientras observaba la lluvia caer desde una de las ventanas del hall de entrada del Centro Pokémon. ¿Cómo se suponía que iba a entrenar así? Miré a la gente que entraba corriendo al centro buscando refugio, y entre ellos distinguí a alguien conocido. —¡Liza! —la llamé, acercándome.
—Genial, ¿y ahora cómo voy a entrar al centro pokémon si estoy calada hasta los huesos?" —me preguntaba con el ceño fruncido mientras volvía a estornudar, suerte que había porche, si no ahora mismo hubiera cogido una gran pulmonía. De un momento a otro escuché que alguien me nombraba y me giré para ver a Effy acercarse a mi. —¿Pasa algo, Effy? —pregunté por si acaso cuando llegó a mi lado mientras la miraba.
—Sí, que vas a enfermarte si sigues parada ahí afuera —repliqué, mirándola de arriba abajo. La chica estaba empapada, supuse que la tormenta la había agarrado desprevenida… había sido bastante repentina después de todo, sin aviso previo—. Entra, Joy y Chansey esta repartiendo mantas y chocolate caliente para los entrenadores que están igual que tú.
—Está bien, está bien...—suspiré ante lo dicho y me encaminé dentro del centro la primera. Había ya bastantes entrenadores en el hall y mucho alboroto a decir verdad. Mientras observaba el ambiente que se había formado en el lugar debido a la lluvia la enfermera Joy se acercó por detrás y me colocó una manta, a lo que me giré y le sonreí agradeciéndole el gesto. Me dijo que si me apetecía un chocolate caliente, tal y como me explicó Effy, pero negué amablemente y me volví a girar para ver a la entrenadora acercarse. —Eres una de las personas que ha tenido suerte y se ha librado de la lluvia por lo que veo. Con el buen tiempo que hacía hace rato...