Doblé mis piernas, y puse mis brazos sobre ellas para a continuación, optar mi barbilla en los brazos. --A lo mejor lo iba a hacer pero... No sé. Me siento culpable... Otra vez.
La mire sonriendo — No te preocupes, piensa que no fue toda la region gracias a que nos ayudaste a pelear— le trate de consolar
Me quité mi "chaqueta" (si se le puede llamar así) y me la puse en la cabeza tapando al mismo tiempo mi rostro. Llevé mis manos a la cabeza para de paso sujetarla. --Mentira... -- le contesté.
--¿Y cómo puedo asegurarme de que no me mientes?-- le dije sin quitarme la chaqueta del rostro. --Eso no me dice nada.
Aquella escena había sido rara y graciosa a la vez, y sin duda si hubiera estado de mejor humor me estaría partiendo de la risa. Grovyle se acercó algo molesto y me puso una carta en mi regazo. —¿Y esto?—me pregunté mirándola mientras el pokémon variocolor se apoyaba en la pared de brazos cruzados.
Levanté un poco la cabeza, y apartando levemente la chaqueta., lo suficiente como para dejar ver mis ojos. --¿Seguro?
Suspiré; el tal Brendan había retirado a su pokémon y se había marchado sin dar fin a la batalla. No podía creerlo, pero bueno... supongo que esperaba mucho de él después de todo. Regresé a Blastoise a su pokebola, lo curé rápidamente en el centro y saqué a Skarmory. Era hora de salir de una vez de Ciudad Lienzo.
Negué suavemente. --Mañana será mejor... --le dije quitando mi chaqueta y poniéndola en el suelo. Noivern y Charizard salieron por ahí a volar. En cambio, Spark se acercó, cogió mi chaqueta y sé la puso sintiéndose todo un faker. --¿Puedo quedarme contigo esta noche?
Primero me quité mis gafas de vuelo, y me coloqué el pelo. Spark me quitó las gafas de las manos, y el mismo se las puso en su cabeza. Yo,simplemente me acerqué a Alpha y lo abracé un poco fuerte. --Gracias...
—¡Déjame salir! ¡Que necesito darle algo a Dante! ¿Que no entiendes? —exclamé enojada sentada en el suelo mientras intentaba salir a gatas de la habitación, pero Grovyle se interponía en la puerta con la botella de agua en mano. —¡Que no voy a beber! Al gritar esto, le di una patada desde el suelo a la botella y le miré con el ceño fruncido, pero nada lo hacia enfadar cuando se trataba de mi y la tomó con velocidad para volver a la puerta. —Serás pesado...
Sonrei al ver que ya estaba un poquito mejor — No hay de que— le respondi tanto sus palabras como su abrazo