Ciudad Lienzo (Rol Base)

Lucas Diamond

El árbitro se acercó al campo tras un tiempo de bucle de ataques. Declaró la batalla por finalizada y con ello el torneo. Tras eso, explicó la resolución pertinente. Es cierto que yo contaba con un Pokémon menos, pero Alpha contaba igualmente con uno en condiciones de caer debilitado en cuestión de un movimiento, anulado completamente. Por tanto, el torneo finalizó con un empate, y dos ganadores, de algún modo. Ambos recibimos recompensas, aunque en mi caso fue algo menor, pero ambos obtuvimos la medalla.

... Wait, wait...

¡AAAAAAAAAAH! ¡No podía creerlo! ¡Acababa de conseguir mi primera medalla, y nada más y nada menos que contra Alpha! Con todo acabado, me acerqué a él para darle la mano y felicitarle por la victoria y la sublime batalla que había dado. Se merecía la medalla, tanto como nosotros y como su equipo. Asimismo, le pedí perdón por haberle ignorado parcialmente durante la batalla. ¡Ni me había dado cuenta de que me estaba preguntando cosas! Estaba tan centrado que lo había obviado completamente.

Pero bueno... Para bien o para mal, ¡el torneo había acabado! Había sido duro, mucho, pero al menos lo habíamos logrado. Tras descansar un largo rato en el centro Pokémon, me percaté, en la cama de mi habitación, de que tenía un mensaje en la Pokédex. ¿Eh? Lo leí con calma y me puse al día con todo lo que había ocurrido por aquí.

¿¡Elecciones!? ¿En Galeia? Qué disparate, ¡no podía ni imaginármelo! Y uno de los candidatos... ¡Era Irvine! Sin embargo, por el mensaje pude entender que no le estaba siendo fácil y necesitaba ayuda. Volé a lomos de Latios hacia la ciudad en la que se encontraba la escuela Pokémon, donde nos esperaban. ¡Karina nos necesitaba!

Tras un largo rato de vuelo, alcancé la ciudad.

 

Liza White

El portal nos llevó directamente hacia Ciudad Lienzo, e inmediatamente después de que se cerró, Victini salió de su pokéball. Se estiró con energía, dando vueltecitas en el aire, y comenzó a flotar a mi alrededor, curioseando la ciudad con sus ojillos azules brillando de emoción.

—Esta es ciudad Lienzo, el lugar donde comencé mi viaje por Galeia —le conté a mi nuevo amigo, caminando con calma a través de sus calles, sintiendo la fresca brisa de la tarde acariciarnos de frente. Victini asentía de vez en cuando, atento a cada relato que le iba contando. Había tanto que narrar que sabía que el pequeño curioso nunca se aburriría—. Te enseñaré el lugar donde conocí a algunos de mis amigos holders, está por aquí. ¡Sígueme!

—¡Tinini~!

Tomé su pequeña manita devolviéndole la sonrisa, y quizás movida por los sentimientos que se arremolinaban en mi pecho cada vez que paseaba por aquella ciudad, eché a correr hacia el lugar donde todo comenzó.

La escuela pokémon de ciudad Lienzo.

 

Ian

Jaden me dijo que me informaría si conseguía información nueva, así que de momento estaba libre. O eso es lo que me gustaría, porque durante el transcurso del combate había recibido un mensaje de Karina. Una vez más necesitaba nuestra ayuda, ahora en lo referente al tema de las elecciones.

Lo cierto es que no tenía mucha idea del tema, principalmente porque no podía votar. Sí, tenía una idea de lo que estaba ocurriendo, y estaba al corriente del ridículo que había hecho Irvine en su campaña.

Siendo sinceros, no consideraba que el campeón estuviese capacitado para gobernar Galeia; no parecía del tipo que podía hacerse cargo administrativamente de la región.

Los otros candidatos, por su parte, parecían ofrecer cosas positivas, pero sólo eran respuestas parciales al problema. Se notaba que Haku estaba demasiado obsesionada con los pokémon, y Chance, por su parte, lucía demasiado frío, y sus propuestas me hacían temer el destino de los pokémon.

Sí, en mi opinión lo que estaba mal con ellos no era exactamente lo que proponían, sino el cómo lo transmitían. Las intenciones que parecían ocultar y a la vez mostrar. Quizá en papel no era el fin del mundo, pero en la práctica, bueno...

Suspiré. Aunque no me gustase demasiado, Irvine era el único punto medio. Habría, pues, que prepararlo para que siguiese en la contienda.

 

Alpha Xenodis.

El torneo acabó. Un... Un maldito empate. Apreté los dientes con frustración. Oficialmente había sido yo el que se llevó la victoria en el torneo... ¡Pero no había ganado la batalla! ¡Incluso si todo el mundo lo reconocía, para mí no contaba como una victoria al cien por ciento! Mis sentimientos se transmitieron hasta en el apretón de mano que compartí con Lucas. Creo que puse un poco más de la fuerza debía, pues noté como el pobre se sacudió. Me disculpé de inmediato, claro.

Recuperé las fuerzas de todos y me vi de nuevo tumbado en la cama. El olor del perfume de Mimi seguía ahí. Pero mi atención solo había cubierto eso unos cuantos segundos, pues ahora se enfocaban en el plateado de esa medalla que se encontraba en mis dedos. Tuve ganas de lanzarla lejos. No era mía. No le pertenecía a nadie. Suspiré con pesadez antes de ser interrumpido por mi pokédex, la cual recién prendía tras regresar de Udan.

—Ayudar a Irvine... Entendido. No soy un hombre de política, ¡pero sí que puedo hacerle un buen piledriver para que reaccione!

Y salté por la ventana a las espaldas de Flygon.

***

Una vez llegados a Lienzo corrí a la Escuela. Curioso, nunca había ido a ella.

 

Liza White

Volver a ciudad Lienzo siempre activaba el botón de la nostalgia de alguna forma. Los finales siempre son nuevos comienzos y todos parecían, de alguna forma, conectados con nuestro origen. Tal y como pasó con Udan, cuando aquel chico extraño cargado de pokéballs apareció ante nosotros, aturdido y sin comprender una sola palabra de lo que decíamos. Ni Lucas, ni Emily ni yo imaginamos jamás todo lo que desencadenaría aquel casual encuentro mucho después.

A pesar de que aquella vez no se tratasen precisamente de unas vacaciones, si no de algo así como una... ¿misión en cubierto? No podía evitar volver a sentir esa chispa de emoción otra vez en mi pecho. Nunca había desaparecido, siempre permanecía allí, cálida y latente. Pero las nuevas aventuras solo lograban avivar la llama y todos sabíamos qué sucedía después de eso.

Togekiss parecía conocer a la perfección ese brillo especial en mi mirada. Al menos, por la mueca que estaba haciendo en ese preciso instante.

—¿...qué? —me encogí de hombros, fingiendo desconcierto. Mis pies se dirigían raudos hacia el laboratorio del profesor Abeto, y ni rodando los ojos pudo hacer que me detuviera—. Sí, estaba en mitad de una sesión de relajación. Y síii... dije que me iba a tomar unas vacaciones. ¡Pero de verdad que me siento mejor! Mira, ya no tengo tantas ojeras, ¿ves? —y para corroborar mis palabras me detuve frente a la entrada, estirando mi párpado inferior con convicción.

Togekiss, por su parte, no parecía impresionada. Solté una breve risa por la nariz, dejando caer los brazos.

>>Vale, quizás todavía no haya descansado lo suficiente para todo lo que se avecina. Pero algo ha pasado con Joel, y me siento horrible por no haber estado ahí. Solo... prometo cuidarme mejor esta vez, ¿sí? Anda~.

Togekiss desde hacía mucho tiempo que se había convertido en algo así como mi segunda madre. Era maternal, cuidadosa y... demasiado protectora de vez en cuando. Con los años me había vuelto mucho más tranquila, pero esa energía infantil no se había perdido del todo, y le tocaba siempre hacer de voz de la razón. Pero por alguna razón, algún sexto sentido maternal suyo, supo que aquel cambio de aires me vendría bien contra mi insomnio.

Que fuese un viaje con segundas intenciones no quería decir que se disfrutase menos. Con un asentimiento de cabeza me dio el visto bueno, exasperada, y no pude evitar abrazarla antes de alistarme el cabello, lista para entrar.

>>¡Esa es mi chica! Venga, vamos allá.

Contenido oculto

Andy: voy a aguantar hasta que acabe los examenes para no desconcentrarme.
Also Andy: *se distrae sin siquiera estar*

Supongo que toca organizarse, mi peor enemigo (??)