Ciudad Lienzo (Rol Base)

Tema en 'Rutas' iniciado por MrJake, 27 Agosto 2013.

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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

    Piscis
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    Emily Hodges

    El viaje, por alguna extraña razón, me llevó a Lienzo. Yo misma hice que Unfezant aterrizara ahí, y ni siquiera supe porque lo hice.

    O quizás sí.

    Cuando mis pies tocaron aquel suelo, no pude sino sentir algo especial. Mi corazón se encogió, lleno de emoción. Sí, era cierto que había venido hace poco a esta ciudad pero fue algo rápido, y ni siquiera vine a la misma, fui al laboratorio y luego desaparecí. Me fui sin apreciar lo que Ciudad Lienzo me hacía. Los recuerdos que me sacaba y la sonrisa que afloraba.

    El pokémon que salió de su pokéball para hacerme compañía, por primera vez en mucho tiempo, no fue Espeon, fue Emboar.

    Al igual que yo, el gran y fuerte pokémon sintió la calidez del lugar, de su hogar, y salió a hacerme compañía.

    —Demos un paseo, ¿sí~?

    Estaba cansada pero... necesitaba aquello.

    Caminamos, entre la gente que habitaba o visitaba la urbe, sintiendo la brisa mover mis cabellos, y sintiendo como las miradas de los niños se posaban en Emboar. Desde luego,era un pokémon imponente y para cualquier futuro entrenador, resultaba un objetivo a alcanzar.

    Mis pasos, una vez más, fueron previsibles.

    Lo que una vez fue mi hogar se encontraba ahí, delante de mí. Una casa que se notaba ya deshabitada. ¿Habrían cogido todas las cosas o habrían dejado algo dentro? Lo que estaba claro era que no la venderían, pues no había ningún cartel que lo indicase.

    Saqué las llaves y abrí la puerta, sorprendiéndome de que aun fuese posible realizar aquello.

    Todo se veía triste, abandonado... incluso la habitación de Alice y yo compartíamos y que tan colorida había sido siempre. La cama seguía ahí y sin dudar, me tiré en ella. A pesar del polvo, a pesar de lo incómodo que sería.

    Cerré los ojos.

    El cansancio se apoderó de mí.

    * * *

    Al abrir los ojos, no me podía creer lo descansada que me sentía.

    Miré el reloj que aun estaba ahí, funcionando como si nada ocurriese fuera de aquellas paredes. Apenas había logrado dormir un par de horas, pero me sentía como si nada hubiese pasado, como si no hubiese estado a punto de morir un par de veces en aquel mismo día, como si no hubiese estado en un ordenador, atrapada, luchando contra un científico loco.

    Cómo si los Gamma no estuviesen a punto de destrozar toda Galeia cada día que pasaba.

    Emboar se encontraba al lado mía, descansando también.

    No nos dirigimos más que una mirada, pero ambos nos pusimos en pie y nos alejamos de esa casa al mismo tiempo.

    El siguiente destino fue...

    —El Cementerio, ¿eh?


    Mis pies quisieron entrar, de hecho di un par de pasos hasta la entrada. Pero fue imposible. Algo dentro de mí me lo impidió. Me paralicé y no pude moverme. Solo unos terribles escalofríos me recorrieron todo el cuerpo.

    >>N-no... aun no soy capaz, lo siento, papá... Fred... —murmuré, cabizbaja, antes de dar media vuelta y alejarme, casi corriendo, de ahí.

    Las lágrimas se apoderaron de mis ojos.

    Finalmente, un pequeño parque no muy conocido, fue mi último destino. Escondida entre los columpios, me tapé el rostro y seguí llorando, desahogándome.

    ¿Qué había dicho Ian? ¿Qué había madurado? Seguía siendo una llorona. Una llorona escondida entre los columpios de un parque infantil que solo podía lamentarse, sola, de lo que le sucedía. ¿Por qué aun no era capaz de superarlo?

    Perder a mi padre y mi hermano, y no ser capaz de visitar su tumba. Dejar que la persona que más he querido desde mi viaje desaparezca tras una terrible pelea. Enfadarse con, posiblemente, mi mejor amiga, y no poder solucionarlo sin ayuda. ¡Ni siquiera era capaz de visitar a mi familia sin miedo! ¿Qué madurez había en todos esos actos?

    Lo único que hacía era seguir molestando y enojando a mis allegados.

    Y nunca era capaz de dar la cara para solucionarlo.

    Era era yo, Emily Hodges, la chica más cobarde que Lienzo habría visto.

    * * *

    Pasaron bastantes minutos hasta que logré calmarme, deteniendo el llanto y logrando ponerme en pie, saliendo de los columpios.

    Ahí estaba Emboar, esperando, como siempre, fiel, hasta que me encontrase mejor.

    Estaba decidido lo que haría.

    Aun no era capaz de enfrentarme a mis problemas, dudaba serlo en algún momento, pero en ese mismo instante no sucedería. Así que haría lo que mejor se me daba: centrar mis esfuerzos en la aventura, olvidar todo y hacer como que no existía, esperando así que el problema desapareciese, mientras me concentraba en viajar, combatir, entrenar... o cualquier otra cosa que implicase centrar la atención.

    Cualquier cosa que me hiciese olvidar lo sola que verdaderamente me sentía. Y todo por mi culpa.

    —Volveré a Udan. Sois buenos pokémon, chicos, sois muy fuertes... pero yo no, yo no lo soy, así que no os pondré en peligro con lo que está sucediendo. No por ahora, que están los demás, los más fuertes, encargándose de ellos. Ellos lo harán bien, ellos nos protegerán. Ahí... en Udan, puedo hacer otras cosas. Aun hay mucho por descubrir y hay cosas de las que yo me puedo encargar. Cuidaos mucho, volveré más pronto de lo esperado, ¿sí? Y todo irá mejor —con aquellas palabras dirigidas a mi equipo, me despedí de ellos.

    Aproveché mi localización para dejarlo en el laboratorio, donde sabía que estarían bien. Y con nueva energía, con aquella sonrisa que empezaba a aparecer mientras olvidaba mis preocupaciones, finalmente hice mi viaje de vuelta a la extraña isla de Udan.
     
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    Steve Yops

    Steve Yops Usuario popular

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    Steve Stone

    Aterrizamos en cuestión de minutos en la blanca ciudad. Al bajarme del lomo de Noivern, cerré mis ojos e inspiré hondamente. Ya sentía la emoción correr por mis venas... había pasado mucho tiempo desde la última vez que tuve una sensación así. Y es fantástico... las posibilidades se reinician, y yo ya tengo el ánimo necesario para aprovecharlas.

    Devolví a Noivern a su pokébola y caminé con paso decidido hacia el Laboratorio del profesor Abeto.
     
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    Lucas Diamond

    Lucas Diamond Dios de FFL

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    Lucas Diamond

    —¡Para aquí, Archeops! —le pedí al tipo volador. Por algún motivo, el vuelo se descontroló en los últimos instantes. El vaivén en el aire provocó que sintiera algo de temor a caer, pero pronto la altura fue la suficiente para poder pisar tierra. Eso sí, el porrazo llegó cuando intenté bajar de lomos de Archeops, por su inquietud. Estas cosas pasaban cuando volaba en un pokémon así, era muy impulsivo, lo que provocaba accidentes esporádicos. Sin embargo, sabía que podía confiar en él, a pesar de eso.

    Una vez en la ciudad, surgió la gran pregunta. ¿Dónde encontrar la caverna? Pasé más de una hora preguntando en los alrededores, pero o bien me tomaban por un loco, o simplemente no sabían nada de lo que hablaba. Encontré entonces un anciano que se encontraba sentado en un banco, dando de comer a los Pidoves. Pensé que él sería el más indicado para informarme, si llevaba aquí toda su vida debería haber escuchado alguna leyenda sobre la caverna.

    —Hola, señor. Soy Lucas Diamond... ¿Sabe usted algo sobre una caverna submarina que hay en alguna ruta próxima? Si fuera tan amable de contarme todo lo que supiera, le estaría muy agradecido
     
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    MrJake

    MrJake Game Master

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    —Oh, ¿caverna submarina, dices? Hmm...

    El viejo comenzó a pensar. Estuvo un buen rato con la mirada enfocada en la nada, reflexivo. Al final, pareció acordarse de algo.

    —Bueno, dicen que en la ruta 300, que es acuática, hay una especie de gruta acuática en la que vive un pokémon que protege la zona con uñas y dientes, y que su presencia allí es lo que hace que la ruta sea tan tranquila. Sin embargo, la ruta es demasiado poco profunda en apariencia, y lo de ese pokémon es solo un rumor... nadie lo ha visto nunca, y dicen que es hermoso, con cola de sirena y de cuerpo líquido, como si fuese su cuerpo uno con el agua. No sé si tal cosa existe, pero... ¡tal vez exista! En todo caso, puede que haya algo en el fondo del agua de la ruta que te dé la pista, ¿no? Cuando me contaban la historia de ese pokémon, me decían que la pista para encontrarle era "el final del arcoiris"... aunque nunca supe a qué se referían. Hmmm... qué misterio.

    Y, sin más, se marchó, andando con lentitud.

    Hm... ¿será verdad que hay un acceso submarino en algún punto de la ruta 300? Tal vez allí habría alguna pista. El final del arcoiris, ¿eh...?
     
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    Nyxbel

    Nyxbel ♣ El Orgen ♣ Game Master

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    Volví a mi ciudad natal, estaba emocionado de ver a mi hermana pequeña, había pasado un año desde el inicio de mi aventura y ya me sentía mucho más maduro, en la euforia de mi llegada al lugar, observé a mi viejo amigo Raiven el cual se encontraba con Mei. Luego de saludarlos y darles las buenas nuevas me dirigí a mi hogar, mi madre se encontraba en la cocina cuando oyó la puerta del fondo abrirse, al verme, soltó la vasija de la emoción, la cual se resquebrajó al caer. Del susto mi hermana Alba salió de su cuarto y al verme quedó impactada por mi presencia.

    Bendición madre mía —comenté.
    Que Arceus te bendiga hijo —respondió. —¿Cuanto tiempo hijo mío, un año?

    Asentí con la cabeza y mi hermana corrió hasta mis brazos, tuvimos muchas cosas de las que hablar y ponernos al día.
    Me quedé con ellas casi dos semanas, pero mi viaje debía continuar, les comenté que me marcharía al sur, y que justamente mi Wooper aprendió Surf, por lo que aprovecharía de atravesar dicha ruta marítima.
     
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    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Después de unos segundos aquel portal lo dejó en su ciudad natal, y estar allí le transmitía mucha paz, tanta que ni siquiera parecía importarle mucho estar en esas ropas que él consideraba extrañas cuando comenzó a correr sin cesar hasta que sus pasos lo guiaron al frente de su casa. El primero en recibirlo fue su Arcanine, quien se encontraba recostado en el césped de al lado de su casa hasta que pareció visualizarlo frente a él con sus brazos abiertos para abrazarle.

    —¡Hola amigo! —revolvió su pelaje del cuello antes de dar diversos besos por su cabeza, no mucho después también recibió un lenguetazo en su mejilla —, ¿te parece si iniciamos con el patio trasero? ¿Sí? —Sonrió dando un par de caricias más por la espalda de Arcanine hasta que este le empujó por un costado antes de alejarse dando unos cuantos saltos, adoraba a sus pokémon y le emoción que significaba verlos de nuevo frente a él.

    En su patio trasero se encontraban probablemente sus pokémon más pequeños, Deino, Flaaffy, Duskull (volaba por allí aparentemente con una pequeña pelota entre sus manos y dudaba que le prestara mucha atención a menos que se colocara frente a él, si tenía que ser sincero), Accelgor y Archen. La primera en notarlo fue su pokémon electrico, Flaaffy cuando Arcanine perturbó su paz anunciando la entrada de su entrenador, por suerte, pareció esar mas interesada en correr a saludarlo que pelearse con el tipo fuego.

    —¡Flaffy! —Una vez que estuvo lo suficientemente cerca la cargó, elevandola por los aires unos cuantos segundos antes de volver a ponerse a su altura en el suelo —, ¿cómo estuviste? ¿Bien? —Acarició la lana de su cabeza con una sonrisa tranquila mientras ella le seguía abrazando, luego animó con un pequeño movimiento de mano a que los demás se le acercaran para poder abrazarlos también —, les he extrañado mucho, me alegra verles bien...

    Poco a poco se fue levantando para dirigirse dentro de su casa (después claro de llegar hasta Duskull y conseguir su atención, el fantasma pareció feliz por un segundo antes de continuar jugando con aquella pelota, pero bueno, le parecía una reacción linda), y bueno, era todo un pequeño desastre.

    Sus pokémon iniciales, Typhlosion y Chesnaught tardaron menos de lo pensado en correr hacia él y recibirle, siendo el tipo planta quien llegó primero, elevandole unos centímetros del suelo, sacandole un poco de aire en el proceso, antes de permitir a Typhlosion abrazarlo con el mismo gusto —Una linda bienvenida, sí... —no tardó demasiado en lanzarse a abrazarlos devuelta por unos segundos y dejarse guiar por sus pokémon.

    Bisharp estaba en la cocina rebanando un par de chucherías para pokémon, al vernos solo nos saludamos a distancia, por mucho que quisiera saludarlo como a los demás, sabía que era un poco más distante y probablemente se sentiría muy incómodo, un poco más adelante por el pasillo se encontró con su travieso Haunter persiguiendo a su Piloswine por aparentemnte un pedazo de las chucherias que antes estaba cortando Bisharp.

    —Haunter, estoy seguro que luego Bisharp te dará una a ti, no debes de... —ni siquiera pudo completar su pseudo regaño cuando sintió la lengua del pokémon lamerle (quizás apropósito o genuinamente como saludo, no lo sabía del todo), provocandole un leve escalofrio antes de desaparecer—, gracias por el recibimiento... ¿todo bien, Piloswine? —Acarició un poco su cabeza para dejar que terminara de comer ese aperitivo, luego volvería a abrazarle un poco más tarde cuando no estuviera comiendo.

    Luego fue la sala de estar, donde había probablemente todos sus juegos de mesa repartidos por el suelo y en el centro de estos, Mawile y Heracross parecían jugar ahora a deslizar la roca de Spiritbomb de un lado a otro —Supongo que es bueno que Spirtbomb les aprecie tanto... —saludó primero a Heracross pues era el que tenía más cerca, luego recibió en brazos a Mawile como solía hacerlo siempre —, veo que encontraron muchas formas de entretenerse dentro de casa también, luego podremos recoger. —Terminó dejandola en el suelo de nuevo para dar un par de palmaditas a la roca de Spiritbomb. Ahora solo dentro de su casa le faltaban sus pokémon acuáticos, y sabía exactamente donde encontrarlos.

    —¿Starmie, Floatzel? —Abrió la puerta de su cuarto de baño y ver prácticamente todo mojado no le sorprendió mucho, verlos nadar (o lo más que se pudiera) en su tina llena de agua tampoco lo sorprendió en lo absoluto —, ¿no quieren venir a saludarme? —Dado que tenía ropa playera no le importó en lo absoluto empaparse cuando ambos pokémon vinieron hacia él.

    Unos largos minutos o quizá incluso alguna hora pasaron donde se dedicó a poner su casa en orden, limpiar del desastre de su baño, cocinarle algo especial a sus pokémon por su llegada y a sí mismo, ducharse y finalmente cambiarse para librarse de aquella ropa incómoda. Llenó su mochila con las cosas que normalmente necesitaba, regresó a todos a sus pokebolas y finalmente salió para llamar a su último pokemon, Staraptor.

    Cuando aquel pokémon bajó del cielo y aterrizó frente a él, se tomó su momento de acariciar con cariño sus plumas al abrazarlo y disfrutar del total silencio con su compañía, hubiera sido apropósito o no habían pasado más tiempo junto que cualquiera de sus pokémon, con él no necesitaba hablar mucho para entenderse.

    —Estoy de regreso...—por un tiempo, creía pero prefería dejar ese apunte de lado —, ¿quieres dar un paseo, amigo? —Sonrió, hace bastante que no tomaba un viaje con Staraptor y lo emocionaba un poco volver a hacerlo, asi que, cuando le dio el visto bueno, no tardó demasiado subir a su lomo y finalmente, despegar.
     
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    Nyxbel

    Nyxbel ♣ El Orgen ♣ Game Master

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    Tras haber estado un buen tiempo recorriendo Galeia, decidí devolverme a donde todo había iniciado. La ciudad Lienzo, lugar en el cual recibí a Ches y comencé mi aventura por la región; luego de haber comido en el cafetín de Tempera, me había llegado un mensaje del profesor Abeto, el cual me comentaba sobre una isla donde habían variedades de Pokémon inusuales, la Isla de Udán. Recogí mis cosas, pagué la cuenta y le dejé una propina al camarero del lugar y tomé un vuelo rápidamente hasta la ciudad de mis inicios. Al llegar respiré profundamente y podía notar un aroma sutil de flores campestres.
    —Hermoso como siempre —pensé, mientras comencé a caminar y saludar conocidos.
    Llegué hasta las puertas del laboratorio, dispuesto a entrar para conseguir la información que me tenía preparado el profesor.
     
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    Nyxbel

    Nyxbel ♣ El Orgen ♣ Game Master

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    Salí del laboratorio con un nuevo compañero, decidido a viajar por la tal isla udan.
    El profesor había comentado que debía llegar hasta la pradera arte nuevamente, lugar en el cual abordaría el transporte necesario para continuar mi aventura y conocer nuevas especies de pokémon.
     
  9.  
    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Su viaje a Lienzo fue bastante tranquilo, siempre agradecería que estuviera dispuesto a llevarlo siempre a todas partes y mantenerse como su pequeño (no tan pequeño en realidad, pero siempre sería su pequeño Starly) vigía en el cielo. Aterrizaron frente a su casa y una vez que bajó, le dio su merecida golosina a Staraptor antes de sacar nuevamente a todos sus pokémon que no tardaron demasiado en aventurarse hacia el camino que llevaba a su patio trasero mientras otros se quedaron en patio frente a su puerta.

    Con todos entretenidos y con la seguridad de que Staraptor y Mawile tendrían un ojo sobre todos, se encaminó a una tienda acompañado de Typhlosion y Chesnaught para comprar la comida que necesitarían, además de un plato extra para el nuevo pequeño que había encontrado. Le gustaba hacer esa clase de cosas, aunque normalmente eran sus pokémon quienes escogían los platos que les gustaban pero no había tenido corazón para simplemente apartar al pequeño shinx de los demás cuando rápidamente había ido a jugar con los demás.

    Así que, con el nuevo plato, los sacos de comida y bolsas de chucherías para sus pokémon, todo eso repartido entre los tres, volvieron de nuevo a la casa donde comenzaron a guardar todos esos sacos y el nuevo plato, las chuquerías quedaron dentro del refrigerador. Luego vinieron sus modificaciones a su casa, como siempre hacía cada que tenía que irse de viaje.

    Sacó los futones que jamás eran utilizados para otra cosa que ser camas para sus pokémon, guardar los albumes de fotos que había estado acumulando en un lugar a salvo de...cualquier travesura, guardar en cajas las cosas de vidrio junto con sus peluches y regalos para, de nuevo, protegerlos de futuros posibles bromas que se harían entre ellos.

    También, sacó esos pequeños soportes para las pokebolas que fue colocando uno a uno en la estanteria donde antes estaban sus albumes de fotos, escribiendo sobre un papel a quien correspondía cada una de ellas.

    —Okay...Mawile, ya sabes, si alguno prefiere dormir dentro de su pokebola ya sabrán de quien es cada una, la de los más pequeños estan allí abajo y los más altos en el primer nivel de la estantería, ¿sí? Y...

    Sintió a Typhlosion darle toquesitos en su hombro y al voltearla a ver, notó sus llamas encendidas y su gesto molesto, seguido de diversas quejas de su parte —Lo siento, lo siento pero sabes que Mawile es algo más responsable y...—las flamas parecieron hacerse más grandes —Es la verdaaaaad, Ches, por favor, ayudame.

    Al final, todo resultó un poco más a su favor cuando el otro inicial pudo intervenir por él un poco.

    —Tu tienes el trabajo de tener a todos en orden como siempre... eso es un trabajo también muy importante —Ahora que las llamas estaban apagadas pudo abrazarla y acariciar su cabeza con una sonrisa —. Ches cuidará a los mas pequeños y Staraptor verá que no se alejen demasiado, todo estará bien...

    >> Volveré pronto.

    Se despidió de ellos y luego de cambiarse a la ropa que poco le agradaba y colocar su cámara con nuevo rollo en la pseudo bolsa que había tenido en Udan junto con un bloqueador, antes de finalmente desaparecer por aquel portal.
     
    Última edición: 7 Junio 2019
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    Hygge

    Hygge Game Master

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    Togekiss me dejó a la entrada del laboratorio del profesor Abeto. Sé por su mirada que está intentando ver a través de mí, mi sonrisa de regreso no fue suficiente para convencerla de que perder en el frente no me había afectado tanto. Me conoce demasiado bien, y por ello antes de adentrarme en el lugar le brindé una caricia, agradecida por su preocupación.

    Ahora tenía que pensar en el torneo. ¡Lucas ya me estaba esperando!
     
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