Ciudad Libertad

Liza White

Aún me costaba procesar todo aquello, el ritmo vertiginoso de los sucesos, de modo que fue en lo que entretuve mi agitada mente durante el trayecto hacia el restaurante. Al menos de esa forma no me carcomía la incertidumbre. Acababa de confesar abiertamente que Nikolah me gustaba, que me apetecía saber cómo estaba y que no quería abrumarlo en el proceso... Pero cuando Mimi me aconsejó darle tiempo no se estaba refiriendo a eso.

Me esperaba días, semanas. Arceus, ¡no un par de horas!

Tomamos asiento en una mesa para dos, en un restaurante sencillo y acogedor del centro comercial. Era bastante obvio que no le estaba prestando atención precisamente a la estética, no en ese instante. Dejé las bolsas a un lado procurando protegerlas de los visitantes y encontré entonces la sonrisa intrigada de Mimi, aguardando expectante por una respuesta. La que fuese. Se me escapó una risa nasal, algo tímida incluso, y todo en mi expresión pareció responderle mientras encendía el aparato y buscaba el contacto.

"Ya va, ya va..."

A pesar de tener más experiencia que ella en el tema amoroso había pasado mucho tiempo desde la última vez. Era prácticamente una niña cuando sucedió lo de Bruno, inclusive lo de Steve. Había madurado, me había serenado incluso... Quería hacer las cosas bien, desde el principio. Y tener una perspectiva distinta podía ayudarme a dejar atrás mis inseguridades.

Confiaba en ella para eso. Tanto que ni siquiera me importaba leerlo en voz alta en primer lugar.

—De acuerdo... ¿Lista? —Aquella pregunta casi parecía decírmela a mí misma más que a ella, pero la solté de todas formas. ¿Qué me encontraría? ¿Habría sucedido algo? ¿Simplemente se pasaría a saludar? Me aclaré la voz entonces—. Muy bien...

Contenido oculto: Mensaje

Hola Liza! Estaba en Sereno y vi por la tele que ya varios entrenadores habían llegado ya a la sede de la Liga y que estaban cerca de ocurrir las finales y me acordé de ti. Y quería preguntarte como estabas y si también habías llegado, y si sabías cuando ibas a combatir, o si ibas a combatir o bueno, todo eso. Voy a estar atento para ver si tu nombre sale en algún lado para, bueno, no sé. Supongo que verlo por la tele, o escucharlo por ahí, ya que no creo que llegue para ir a verte. No sé como están los otros también, si también llegaron allí y si están bien. Y sería lindo poder ir a verlos y alentarlos a todos, pero estoy algo lejos todavía. Y también te quería contar que estoy yendo para Rococó, para pelear en el gimnasio, y que ya hice los acertijos de los gimnasios de Rococó y de Sereno, pero los de Rococó me salieron todos mal y terminé frustrado pero los de Sereno me salieron todos bien así que estoy algo confundido sobre si de verdad me gustan o no. Igual desconfío de los de Sereno, seguro les erré y me espera una sorpresa desagradable cuando vuelva. No me fío de esos azafatos.

Y bueno, y eso. Que Vega también evolucionó, y que me hice de un par de amigos nuevos en el camino, Richard y Dientón, que es un Chewtle que le acabo de poner ese nombre. Y espero que estés muy bien, y que también te vaya muy bien y... ¿y como se le pone fin a esto?

Me fue prácticamente imposible contener la risa en las últimas líneas. Compartí una mirada fugaz con ella, jocosa y enternecida a partes iguales. Aquel mensaje gritaba la esencia de Nikolah en todas partes, y era precisamente eso lo que hizo que lo disfrutase tanto. A medida que lo leí sentí esa calidez tan conocida instaurarse en mi pecho; fue como si pudiese escuchar su voz en mi cabeza con una claridad absurda a medida que plasmaba el mensaje. Su timidez, su nerviosismo, la desconfianza contra los azafatos de Sereno.

La risa volvió a vibrarme en el pecho y me llevé un mechón tras la oreja. Dirigí mi atención hacia Honda.

—No me digas que no es tierno —dije, y coloqué una de mis piernas sobre la otra—. Dice que quiere verme... ¿Supongo que eso es buena señal?

Todo indicaba que sí, pero no quería hacerme ilusiones. En cualquier caso no pude seguir barajando mi respuesta, pues uno de los camareros se acercó a nuestra mesa. Me di cuenta entonces de que ni siquiera había prestado atención a la carta. ¿Cómo de despistada estaba por un simple mensaje?

—Yo pediré... Ternera rellena y una guarnición —El refresco aquella vez tampoco faltó—. ¿Qué pedirás tú, Mims?

 

Mimi Honda

Esperé pacientemente a que White lo leyese. La expectación y el nerviosismo estaban dibujado por todo su semblante y mi sonrisa se ensanchó quizá un poco más por eso. Si alguien me preguntaste por qué estaba ayudando a este par de bobos diría que no solo porque eran mis amigos. Si no... porque aunque el amor no me había hecho feliz a mí, quería que las personas a mí alrededor sí lo fuesen.

Así que simplemente esperé sin decir nada aunque debía admitir que mi sonrisa hablaba por sí sola. Sus gestos, su nerviosismo... terminaba por causarme una ternura innegable.

El mensaje... gritaba Nikolah por todas partes. Era simple, caótico, e inocente como un niño de siete años. Se enredaba con sus propios pensamientos, deseos y palabras y al final terminaba diciendo un montón de cosas para comunicar un único mensaje que era el mismo en toda la misiva:

"Me gustas. Quiero saber más de ti"

Me preguntaba si la propia White sería consciente de la cantidad de sentimientos expuestos en ese solo mensaje. No había que ser un genio para verlo. El gigante amable estaba ridícula y absurdamente enamorado hasta los huesos y hasta un Zubat ciego por naturaleza podría verlo. ¿Debería decírselo, así sin más? ¿Que no había necesidad de tantos miedos y nervios cuando el sentimiento era mutuo en ambos?

Podría. Pero ese sería el camino fácil. ¿Qué gracia tendría si les hacía yo todo el trabajo? Eso era algo que debían descubrir por sí mismos. Yo solo obraría un poquito de mi magia.

—¿Por qué no le pides salir después de la Liga?—le pregunté entonces, a bocajarro. Lo dije distraída como si no fuera conmigo. Ante su expresión se me escapó una risa y añadí—. En plan cita. Ir a cenar, ver una película... ese tipo de cosas. No tiene que ser nada serio.

Aún.

Pedí así una ensalada variada y algo de pescado. Estaba de humor para un poco de marisco.

Entonces recordé algo.

>>Ah, yo también estoy mensajeándome con alguien—le conté sin mayor problema y tomé a Dex para mostrarle el último mensaje en cuestión. Se lo extendí y esperé que lo tomase—. Pero no tengo idea de quién es. Dice ser mi fan y conocerme. Pedí un Pokémon por mi club de fans y él me lo consiguió...

Contenido oculto: mensajito

LeafTwinBoy: ¿Nervios? No s´w de qué mr gablas, kajaja. Yo mo estoy nervioso, ¡mi que ne estuviera edconsiendo o algo, pff! ¿Pero pir qué quieres postas? No es que me importw que sepas quién sou pero tampoco es necesario, ¿np?

Sobre Trappencher, ¡ten mucho cuidado con ese pokémon! Espero que lo cuides bien, como estoy seguro de que harás. Sobre un mote... ¿Qué te parece Bagurappu? ¡Suena bien, en mi opinión!

>>Bagurappu...—solté una risa sin gracia por la nariz—. El caso es que me gusta.

Contenido oculto

Liza: Mimi... este es Lucas.
Mimi: ...
Mimi: NANI

 

Liza White

El camarero tomó nota de ambas y tras un agradecimiento escueto volvimos a quedarnos solas. Mi mirada se desvió nuevamente hacia la pantalla. Había tantas cosas que quería decirle, tantas ideas entremezcladas que necesitaba poner en orden. Que había conseguido mi última medalla, el hecho de que la Liga comenzaría en breve...

Lo mucho que me había alegrado su mensaje.

Había encendido el borrador para aprovechar aquel momento y escribir una respuesta cuando la repentina sugerencia de Mimi hizo que me sobresaltase ligeramente. El rubor escaló hasta mis mejillas y la miré, confusa y avergonzada a partes iguales. Terminé por fruncir el ceño y tensar los labios al escuchar su risa.

¿Se estaba burlando de mí? ¡Esa tonta!

—¿...No sería un tanto precipitado? —cuestioné no muy segura... Pero la idea no sonaba mal. Quizás no emplearía la palabra "cita" pero podría usarlo de excusa para pasar tiempo juntos, a solas. Después de la Liga ya no debería importarme esa clase de distracciones, después de todo merecíamos un buen descanso—. Está bien, lo intentaré. ¿Qué puede salir mal?

Una vez dejaron nuestras bebidas sobre la mesa tomé mi propio vaso y le di un sorbo, serenando mis emociones de vuelta. Aquel ambiente distendido era como un bálsamo revitalizante; fui consciente en ese instante de que podríamos contarnos cualquier cosa, la que fuese, y ninguna nos juzgaríamos por ello. Se sentía francamente cálido. ¿Quién diría que llegaríamos a tener esa clase de relación?

Alcé las cejas con evidente sorpresa y curiosidad cuando me mencionó algo más.

—Oh —musité, y dejé de escribir en ese instante. ¿Un admirador secreto? Vaya~. Tomé su pokédex y repasé los mensajes con cierta sonrisa reflejada en los labios. Pero qué dulce. Me hacía ilusión saber que Mimi también podría tener a alguien así. Pero a medida que escuchaba los pocos datos que sabía de esa persona y que repasaba los mensajes, mi expresión se contrajo en una mueca de extrañeza. Había algo que no encajaba—. ¿Dijo que os conocéis y que es tu fan?

Nuestro círculo allí en Gérie era bastante reducido, no debía haber muchas opciones... Entonces volví a leer su nick y todo encajó. LeafTwinBoy. Había viajado tanto con él que fue imposible no verlo. Su nombre hacía referencia a su hogar y a su amor por el tipo planta. Era parte del círculo cercano de los holders... Y definitivamente solo alguien como él se declaría fan de todos nosotros.

Dejé escapar una risa baja y le tendí el aparato de vuelta, volviendo a sostener el mío en su lugar. Quizás podía aprovecharme de eso para devolvérselo...

Solo un poquito.

—Da la casualidad de que lo conozco. Puedo presentártelo si quieres —sugerí como si aquello no fuese conmigo, escondiendo como pude la diversión en mi voz. Posé la vista en ella antes de seguir tecleando, dirigiéndole una expresión inocentona—. Para eso están las amigas, ¿cierto?

 

Mimi Honda

Me limité a sonreír cuando aceptó la propuesta de la cita. Me parecía un poco tonto ir a paso de Shuckle cuando el sentimiento era mutuo en ambos... un poco de progreso no dañaría a nadie. Ni siquiera tenía que ser una cita "cita". Con un día para pasar tiempo juntos y a solas debería ser suficiente. Incluso podría hacer una reserva en algún restaurante lujoso para ellos... pero presentía que no era ese el tipo de cita perfecta que Liza y Nikolah buscaban.

Su concepción del amor era más... simple. Flores de origami, tiempo de calidad juntos solo charlando de cosas sin importancia o una noche para mirar las estrellas. Era inocente y genuino, como ellos. Así que rechacé la idea de reservarles un restaurante en cuanto se me pasó por la cabeza.

Le di un sorbo a la taza de té mientras Liz leía el mensaje en mi pokedex. Ese LeafTwinBoy... ¿pero quién diablos era? Decía conocerme pero rechazaba darme pistas sobre su identidad y actuaba nervioso y prácticamente histérico cuando insinuaba cualquier cosa. ¿Cuál era el problema si sabía quién era? Solo quería agradecerle en persona. Además, era la primera vez en mucho tiempo que tenía algo así como un admirador secreto.

Tal vez me emocionaba algo.

Me perdí tanto en mis pensamientos que cuando White mencionó que le conocía y que podía presentármelo me atraganté con el té. No estaba preparada para eso. Tosí angustiada por la falta de oxígeno y adolorida por el esfuerzo excesivo, pero logré recuperar la compostura al poco tiempo. Al menos en parte.

—¿L-le conoces?—cuestioné con genuino interés, mi voz algo áspera aún por el reciente atragantamiento. ¿Cómo era posible? ¿Solo leyendo sus mensajes podía ponerle cara?—. No, espera. ¡No me lo digas!

Hice una breve pausa para poner en orden mis pensamientos. Saber su identidad tan repentinamente solo arruinaría el misterio. ¿Y si resultaba que en el fondo solo era un acosador como los imbéciles del torreón? ¿O si era Ian burlándose de mí?

Ugh, no se lo perdonaría nunca.

>>¿Cómo es?—pregunté, cauta—. Dame alguna pista.

 

Liza White

Mi comentario logró hacerla toser, probablemente ante lo inesperado que resultaba y fue como si hubiésemos intercambiado los papeles de nuevo. Ahora era yo quien caminaba por un terreno sólido, estable, confiada en que mis sospechas eran ciertas. Pondría la mano en el fuego por ello y estaba segura de que no me quemaría en el proceso.

Tan solo quería tantear el terreno con cautela. Si fuese otra persona podría usarlo en su contra, pero por suerte yo no pretendía darle falsas ilusiones. Su admirador secreto quizás no estaba interesado en esos temas...

Como su amiga debería decírselo eventualmente.

—Mhm —asentí ante su pregunta dándole otro sorbo a mi bebida—. Somos amigos desde hace mucho tiempo. Reconocería ese nick en cualquier parte.

Lucas y Mimi... Quizás lo único que tenían en común era su procedencia. Me preguntaba si habrían tenido la oportunidad de intercambiar más de una palabra. Pero sin duda lo que más curiosidad me causaba era imaginar la reacción de Honda cuando supiese de quién se trataba.

Dejé el borrador del mensaje y cerré los ojos, planteando diversas cuestiones sobre su persona. ¿Qué podría decirle exactamente sin resultar muy evidente?

—Es un chico que debe rondar nuestra edad, y que tiene un gran amor por sus pokémon —comenté, perfectamente consciente de la ambigüedad de mi respuesta—. Ha viajado mucho, es un entrenador de renombre, y...

Abrí uno de mis ojos, calma.

>>...Y no es necesario que indagues más, porque vas a verlo en la Liga.

Dejé escapar una risa nasal ante su expresión y me erguí de vuelta. La celebración estaba tan próxima que algo de misterio no iba a matarla. De hecho, creía conveniente que aquel tema se resolviese en persona. Me encargaría personalmente de ello de ser necesario.

Tomé el videomisor y lo saqué de mi muñeca, releyendo el mensaje que había escrito una vez más.

—Creo que ya tengo una respuesta para Niko... ¿Puedo preguntar tu opinión? —Junté las palmas de mis manos—. Solo esta vez, para soltarme. Lo prometo.

 

Mimi Honda

Las pistas resultaron muy ambiguas. Podía ser cualquiera con esas características. Pero White había mencionado que eran amigos desde hacía mucho así que quizás se trataba de un holder.

Enarqué una ceja, suspicaz.

—¿Huh?

Un chico que rondaba nuestra edad, tenía un gran aprecio por su equipo, había viajado mucho, era un entrenador de renombre y lo vería en la Liga.

Si iba a participar en la Liga definitivamente debía estar allí, en Gérie. Y eso reducía mucho las posibilidades. Até cabos enseguida, como mejor creí. Pero deducir nunca se me hacía dado particularmente bien. Saltaba a conclusiones precipitadas demasiado rápido.

Solté una exclamación ahogada.

—¿Es Ian?—cuestioné. Y fruncí aún más el ceño incorporándome de la silla para dejar caer con fuerza mis palmas en la mesa— ¡Por las barbas de Samurott dime que no es Ian!

¿Qué pretendía ese imbécil? ¿Se estaba burlando de mí? ¿Estaba esperando el momento preciso para aparecer y decir algo como "Creías que era un admirador secreto pero era yo: ¡Ian!" y reírse como el estúpido payaso prepotente que era?

Lo iba a matar.

Farfullé algo entre dientes, irritada. Me estaba buscando demasiado las cosquillas ese cretino. Si nos enfrentábamos estaba dispuesta a arrasarlo.

Era una lástima... LeafTwinBoy parecía tan tierno. Como si no supiera siquiera donde estaba parado. No le pegaba para nada.

Resoplé y volví a sentarme al notar la mirada del resto de comensales. No me disculpé ni dije nada al respecto, estaba molesta. Y así lo demostré cuando me crucé de brazos. Liz parecía hacer terminado el borrador de su mensaje y busqué sus ojos tratando de encauzar nuevamente la conversación.

Pero era un caso perdido.

Suspiré.

>>... A ver, suéltalo.

 

Liza White

Estúpida de mí si creía que aquello iba a ser tan fácil. Si bien le brindé los detalles suficientes para que redujese ligeramente el cerco nunca imaginé que se aferraría a una solución tan rápido. Ni con tanto ímpetu. De un momento a otro se levantó de su asiento, soltando una exclamación ahogada y golpeó la mesa con sus palmas de tal forma que los vasos temblaron. Algunas gotas se derramaron en el proceso pero ese era el menor de mis problemas.

Su exabrupto había atraído la atención del resto de comensales, quienes entre murmullos y miradas extrañadas posaron todo su interés en nosotras. Algunos parecieron reconocernos de inmediato. Me disculpé rápidamente por ambas, porque Mimi no parecía tener la intención de hacerlo, y al poco tiempo y quizás algo reticentes terminaron por volver a sus asuntos.

Avergonzada y algo molesta por su comportamiento infantil le dirigí una mirada ceñuda desde mi lugar.

—¿Se puede saber qué te pasa? —murmuré, inclinándome hacia delante en el asiento. No me apetecía que nuestra conversación se volviese un espectáculo para el resto pero eso ya era algo difícil—. Entiendo que no os llevéis bien pero no es necesario gritarlo a los cuatro vientos. Me gustaría algo de privacidad.

Desde que nos habíamos vuelto reconocidos en la región eso era complicado de evitar. Ya no eran solo los entrenadores novatos buscando un combate y consejos de sus ídolos, si no la prensa y todo lo que conllevaba dejar de ser anónimo. Me importaban poco y nada los rumores que llegaban a esparcir sobre nosotros para conseguir audiencia y prestigio, pero la conversación sobre Nikolah era importante para mí.

Tensé los labios y desvié la mirada, algo abochornada aún.

—Olvídalo —dije y apagué el aparato en el proceso. Probablemente ni siquiera estaba de humor para escucharme—. No creo que sea el momento ni el lugar adecuados. Ya veré qué se me ocurre.

Suspiré, relajando un poco el ceño, y limpié las gotitas sobre la mesa con una servilleta. Parte del calor por la propia vergüenza desapareció de mi rostro. Miré la hora en mi videomisor. Seguíamos teniendo todo el día por delante pero las opciones comenzaban a reducirse.

>>¿Tienes algún lugar en mente para después? —cuestioné y señalé las bolsas de ropa con un gesto de mi mano—. Podemos dejarlas en el centro pokémon y aprovechar para descansar los pies un poco. ¿Qué tal ver una película?

 

Mimi Honda

Liza no lo negó así que suponía que había dado en el clavo. Ian... ¿de verdad era Ian? Arceus, repentinamente estaba de muy mal humor.

El resto del almuerzo se desarrolló sin más. Liz me regañó por mi exabrupto—no hice comentarios—, y decidió que no era el momento ni el lugar para leerme el borrador de su mensaje. Propuso regresar al centro para dejar las bolsas y ver una película y entonces le recordé que no teníamos por qué hacer eso.

Teníamos estancia gratuita en un hotel por parte de la comisión organizadora del campeonato. Sería tonto volver a pedir habitación en el CP cuando teníamos una suite de cinco estrellas esperando por nosotras ¿no?

Así pagamos a medias la cuenta—para evitar discusiones que no venían al caso—y abandonamos el restaurante.

Había decidido pedir un taxi. Los pies me estaban torturando de forma agónica, no podía esperar a quitarme los zapatos. Así que salimos fuera del C.C. y usé a Dex como teléfono para contactar con la agencia de taxistas regional.

—¿Hola?—saludé—. Hola, sí. Quería pedir un taxi—la voz al otro lado respondió y fruncí ligeramente el ceño, desconcertada—. ¿Aero-taxi? ¿Qué es es eso? Bueno, como sea. Vengan a buscarnos al C.C. Freedom. Sí, somos dos personas. Gracias.

Colgué entonces y me giré para mirar a Liz.

>>Deberían estar aquí en unos veinte minutos.

Cuando pedí un taxi... esperaba un taxi. Pero lo que apareció al poco tiempo agitando sus grandes alas negras desde el cielo era todo menos eso. Ahora intendía lo de "aero".

Se trataba de un Corviknight como Yorube, que sujetaba con sus patas una especie de cabina negra. El tipo acero aterrizó y plegó sus alas y la puerta trasera de la misma se abrió sola.

No daba crédito. Era... ¡¿qué diablos era eso?! ¡Era la primera vez en toda mi vida que veía algo así!

—Entrad, por favor—nos pidió una voz desde delante. Era un hombre uniformado y soltó una carcajada añosa ante nuestro visible desconcierto—. ¡Adoro las caras de los turistas cuando ven los aero-taxis de la región!

Parpadeé con lentitud anonadada e incapaz de hacer que los engranajes de mi cerebro funcionaran apropiadamente.

White y yo intercambiamos una mirada significativa.

¿Era en serio?

Pasado el sobresalto inicial lo cierto es que el viaje fue cómodo. Era... como volar con nuestros Pokémon pero desde la seguridad y comfort de una cabina con asientos de polipiel.

Corviknight sobrevolaba la ciudad y nos permitía seguir nuestro paseo turístico desde las alturas a través de las ventanillas cerradas.

Pudimos ver los jardines Fénix con su estatua y el Castillo Libertad con su torreón y las personas congregadas aún allí, diminutas por la distancia.

De vez en cuando el chófer buscaba conversación y nos preguntaba si nos gustaba Gérie, si habíamos probado la comida y nos contó diversas anécdotas, como cuando mencionamos que éramos entrenadoras participantes en la próxima Liga y dijo que ser entrenador era su sueño frustrado o cuando nos contó que su hijo también estaba inscrito en el torneo.

—Ahí lo tienen, el Hotel Freedom en todo su esplendor—dio dos golpecitos al techo de la cabina—. Sir Lancelot, puedes ir aterrizando por aquí.

El paseo terminó resultando bastante ameno e interesante. Aterrizamos frente al hotel y yo me encargué de pagar el trayecto. Propina incluida. El chófer agradeció y se tocó el ala de su sombrero antes de emprender el vuelo nuevamente. No pude evitar reír en voz baja mientras me encaminaba hasta las puertas del hotel.

Qué experiencia más surrealista.

***

Salí de la ducha con mi pijama y el cabello suelto poco después. Olía a jazmín. La suite era lo bastante grande para dos, no vimos necesario pedir una segunda habitación. Podíamos compartir una cama.

Estaba atardeciendo, el sol caía lentamente y pronto anochecería. Dudaba que fuéramos a salir más veces.

La noche no era para nosotras.

Además las vistas desde las ventanas de la habitación eran increíbles. Casi mágicas. La vida nocturna me resultaba tan diferente a la diurna... como un mundo a parte. ¿Y cómo de increíble era pasarla en un hotel con todo incluido en lugar de en un Centro Pokémon al uso? ¿No era en definitiva lo que merecíamos como estrellas?

Todo era perfecto.

Bueno, casi.

Descolgué el teléfono de la suite.

—¿Servicio de habitaciones? Buenas tardes, sí. Quería pedir un éclair.

Todo era perfecto.

 

Liza White

Terminado el almuerzo decidimos regresar al Hotel Freedom en su lugar, solo que esta vez no sería andando si no en taxi. No me di cuenta hasta ese instante de lo cansada que estaba, de modo que lo agradecí internamente. Aguardamos el tiempo reglamentario charlando de cualquier cosa pero no fue un taxi al uso lo que apareció si no...

Si no... ¿¡Qué se suponía que era eso!?

Arceus, ¡las ciudades eran todo un mundo aparte!

—¿D-De verdad esto es seguro? —No pude evitar preguntar con un pie dentro, evidenciando mi inexperiencia. Apenas había montado en un par de vehículos en toda mi vida, de modo que saber que estaría suspendido en el aire me conflictuaba el doble.

—¡Si no lo fuera me habrían sacado del trabajo a patadas, jovencita!

Y soltó aquella carcajada sonora que solo me dejó más intranquila si cabía. Esbocé una sonrisa forzada, nerviosa, y me obligué a entrar porque mi orgullo era más grande que otra cosa. Mi mano sostuvo el asa del techo para mantenerme sujeta a algo en todo momento y entonces Corviknight emprendió el vuelo, haciendo que la cabina se sacudiese ligeramente. Cerré los ojos durante los primeros segundos, y me permití abrirlos con cautela una vez se estabilizó en el aire.

Mi perspectiva cambió por completo.

Era una experiencia completamente distinta a cualquiera que hubiese tenido con anterioridad. No era como volar sobre Zazú pero tampoco como montar en un avión. La cabina era cómoda, espaciosa y estaba bien iluminada; tampoco parecía resentirse con los movimientos del ave. Poco a poco fui liberando mi agarre y me permití entablar conversación con el conductor con normalidad, sacando mi cámara en el proceso.

Reconocí los lugares que habíamos visitado, difuminados en la distancia e iluminados sutilmente por la luz del sol. El parque Fénix, el castillo, la orilla del río, que terminaba desembocando en el mar. Era una bonita forma de volver la vista atrás y finalizar el recorrido con broche de oro.

Las vistas eran preciosas. Y allí, desde las alturas, deseé compartirlas con alguien más. Ajusté la mira y coloqué el dedo sobre el botón.

Click.


***

La tarde había caído cuando la última de nosotras salió de la ducha. La suite del Hotel Freedom tenía vistas al mar, y era lo suficientemente espaciosa para dos personas. No era necesario pedir más. En aquella ocasión me había adelantado a Mimi y aguardé en el balcón con el pijama puesto y el cabello suelto, ya seco sobre uno de mis hombros.

Había tomado una silla, y decidí aprovechar ese tiempo para terminar de enviar el mensaje. El olor a sal, el rumor de las olas y el ambiente pacífico y calmo sirvió de aliciente para inspirarme. Cerré los ojos y me permití respirar hondo.

Ah. Se sentía tan bien.

Contenido oculto: Mensaje

Hola, cielo. Debo admitir que me sorprendió tu mensaje. ¡En el buen sentido, quiero decir! Es lindo saber que se acuerdan de una.

Yo estoy bien. La Liga comenzará en breve, por suerte conseguí llegar a tiempo para inscribirme. La última batalla no fue fácil pero logramos salir victoriosos, todo gracias a mis chicos. Los combates serán retransmitidos, así que no te preocupes por ello. Saber que estás ahí es suficiente. ¡Daré todo de mí para no decepcionar a nadie!

Me alegra mucho saber de ti, Niko, pero sobre todo ver que estáis bien. Que estás bien. Estoy deseando ver a tu equipo con mis propios ojos y saludar a Dientón, suena tan tierno. Los azafatos y sus pruebas son algo extraños, sí... Pero te deseo la mejor de las suertes con sus líderes. Shea y Arthur te estarán esperando con los brazos abiertos. ¡Aprenderás mucho de ellos!

Dado que es probable que no nos veamos en un tiempo... ¿Te parece bien si te sigo mandando mensajes de vez en cuando? Para conocer vuestro progreso, ya sabes... En cualquier caso, espero que a ti también te vaya bien. Estoy segura de que así será.

PD: Hoy estuve haciendo turismo con Mimi y me monté en un taxi aéreo, ¿puedes creerlo? Un corviknight transportando una cabina. El conductor era muy agradable y las vistas preciosas, y pensé que merecía la pena compartirlas.

Espero que te guste.

Contenido oculto

Enviado.

Solté un suspiro de alivio, una pequeña sonrisa dubujada sobre los labios. Suponía que eso sería suficiente. Me hubiese quedado allí releyendo una y otra vez el mismo mensaje de no ser porque escuché la voz de Mimi llamar a recepción y me giré sobre el respaldo del asiento, curiosa.

Alcé la voz desde el balcón.

—Cuidado con los excesos, Mims. Es el segundo en menos de veinticuatro horas —comenté y solté una risita jocosa, claramente en broma. Volví la vista al paisaje, al atardecer reflejado en el agua cristalina y abracé las rodillas contra mi pecho, abstraída.

Sin lugar a dudas estaba siendo un buen día.

 

Mimi Honda

—¿Estás celosa Liz?—repliqué—¿Quieres que pida uno para ti?

Caminé hasta el balcón y me apoyé en la baranda. Las vistas eran preciosas. El sol había comenzado a ocultarse y el cielo teñido de naranja y rosado empezaba a tachonarse de las primeras estrellas.

Nos quedamos así, lado a lado y en silencio. Solo observando juntas el atardecer.

Desde el balcón teníamos vistas de toda Ciudad Libertad. Y allí en su centro, justo frente a nosotras podíamos ver el estadio y como sus luces empezaban a prenderse.

Solté un suspiro ligero y apoyé mi mejilla sobre la palma de la mano. Pronto estaríamos allí luchando por el título de campeón de la región. Ese era el final del viaje. Estábamos experimentando los últimos días de nuestro periplo en Gérie.

Debíamos hacer que valiesen.

—Parece que fue ayer cuando conocí a un travieso Grookey que me robó mis gafas de sol—hablé de pronto a media voz, perdida en mis propios pensamientos y la brisa ligera me rozó las mejillas. El ocaso y el océano siempre me hacían sentir nostálgica—. No puedo creer que ya esté terminando.

Habíamos pasado por un sinfín de cosas. Los Howl, Adara, la traición de Arnie, Zach. Siempre nos pasaban ese tipo de cosas pero en esa ocasión se sentía diferente. Como... el cierre de un importante capítulo de nuestras vidas.

Si volvía la vista atrás me daba cuenta de todo lo que habíamos cambiado y madurado desde nuestros inicios. Las distintas situaciones vividas nos habían moldeado, cambiado nuestro carácter y nuestro modo de ver y enfrentar la vida. Al menos yo no me sentía la misma persona que ayer. No solo Gérie... Udan y la propia Galeia me habían permitido conocerme mejor a mí misma.

No era la niña malcriada encerrada en una jaula de oro.

Ya no más.

Cerré los ojos para reorganizar mis propios pensamientos e ideas. Quizás quedaba poco tiempo... pero precisamente por eso debíamos aprovecharlo. Entonces me giré apoyando la espalda contra el balcón. No era momento para ponerse nostálgicos.

Ya habría tiempo para eso.

Abrí uno de mis ojos para mirarla.

>>Y bien, ¿cuál es el plan ahora?

Contenido oculto

Jen: Tener sexo salvaje por toda la habitación.
Mimi: Qué
Jen: Qué

 

Liza White

Los atardeceres siempre cargaban ese aire nostálgico y aquella vez no fue diferente. Permanecimos allí, en silencio, solo interrumpido por el murmullo de la ciudad y el rumor de las olas.

También parecía ayer cuando Archer tan solo era un pequeño y asustadizo Sobble, tan frágil que podría partirse en dos con la más mínima brisa. El tiempo no pasaba en balde, ni para ellos ni para nosotras. Habíamos perdido, habíamos ganado, pero sobre todo habíamos madurado en el proceso. Seguíamos buscando la mejor versión de nosotras mismas pero estaba tan orgullosa de mi avance. Ya no había ataduras que me anclasen al pasado.

Tenía todo un futuro por delante y estaba dispuesta a alcanzarlo.

El sol rozaba la línea del horizonte cuando la pregunta de Mimi me alcanzó y me levanté de mi asiento, conteniendo un bostezo. Las tonalidades pastel apenas permanecían en el cielo y no vi caso a quedarnos mucho más allí. Comenzaba a refrescar un poco.

—La televisión tiene servicio de películas y series gratis. ¿Qué tal si vemos algo? —sugerí a medida que entrábamos en la suite y cerrábamos la puerta del balcón. Tomé el mando de la televisión, también el teléfono de la habitación y de un saltito me senté en la cama. Coloqué el teléfono en el espacio entre mi oreja y mi hombro una vez marcado y encendí el aparato—. Podemos encargar la cena al servicio de habitaciones, imagino que tardará un rato. Puedes disfrutar de tu éclair mientras tanto.

Así, dejamos hecho nuestro pedido e inició la parte más difícil de todas: ponernos de acuerdo en qué demonios ver.

Y eso, sin lugar a dudas, fue lo que tomó más tiempo.


***

Spinsaw.

Ese era el nombre de la película que rezaba en pantalla. Era una remasterización sobre aquel relato acerca de un Spinda sádico que encerraba a la gente y les obligaba a resolver puzzles horribles y sanguinarios. No tenía mucho sentido pero de alguna forma extraña funcionaba. A pesar de que a Mimi no le gustaban las películas de miedo habíamos terminado por escoger al azar y había resultado la ganadora.

Satisfecha, me acurruqué bajo la manta que compartíamos, las piernas cruzadas sobre el colchón. Hubiese deseado tener palomitas pero prefería hacer espacio para la cena.

Apoyé mi mejillas en su hombro durante un instante y la miré desde abajo, con el mando extendido hacia delante.

—¿Le doy ya? —pregunté y ante su respuesta le di al play. Sonreí—. Después de esta puedes escoger tú si aún seguimos con ganas.

Y la película inició así.

 

Mimi Honda

Enarqué una ceja.

—¿Esta?—cuestioné y revisé nuevamente su portada. Era oscura, tenebrosa, con un Spinda sujetando una sierra circular. Le di nuevamente la vuelta, mostrándosela— ¿Estás segura?

Era la película que había decidido el azar. ¿Spinsaw? ¿Qué sentido tenía un Spinda psicópata que asesinaba gente? Los Spinda eran probablemente uno de los Pokémon menos tenebrosos que existían. ¿Esa era la gracia del filme? ¿Imprimir un aura maligna a algo que claramente no lo tenía?

—Tsk, como sea.

Me senté en la cama y me acurruqué bajo la manta más que nada porque empezaba a refrescar. Las noches tendían a ser frías especialmente en esa época del año y no me convenía exponerme demasiado a las bajas temperaturas.

No sabía qué esperar. La última vez que había visto una película de miedo había sido con Emily y resultó tan ridícula que terminó aburriéndome. Tenía como cincuenta años y era en blanco y negro después de todo. Esperaba que sucediera algo similar con esa teniendo en cuenta lo estúpido de su premisa.

Bueno... eso no sucedió.

Los escenarios lúgubres, la tensión más que palpable en cada instante en consonancia con la música y las escenas sangrientas—que me trajeron imágenes muy poco afortunadas a la mente—, no me causaron aburrimiento. Más bien... tensión. A medida que el maldito filme transcurría el corazón se me aceleró en el pecho bruscamente. ¡Ese... bastardo de Spinda era todo un psicópata! ¿Cómo iba a verlos igual a partir de entonces? Me parecían monos, con esas caras de atolondrados por la vida.

—Ugh...—murmuré.

No sé en qué momento terminé por acurrucarme contra White con la manta a la altura de la nariz. No iba a cubrirme los ojos, era lo bastante orgullosa para ni pensarlo siquiera. Estaba notablemente tensa, rígida, aferrada a la manta que nos cubría con tal fuerza que mis nudillos se tornaron blancos; aguardando quién sabría qué.

En ese momento los protagonistas de la película, un grupo reducido de cinco personas—uno había muerto ya— debían encontrar una llave en un máximo de un minuto para poder escapar de la celda donde habían sido encerrados. Sin embargo la llave estaba dentro de uno de ellos, en la pierna. Así que habían tomado una tubería rota y...

Dieron dos golpes en la puerta de la suite. Dos golpes secos y contundentes.

—¡Eek!

Palidecí primero, blanca como una hoja de papel y enrojecí después, cuando una voz servicial pronunció desde el otro lado de la puerta: "Servicio de habitaciones, les traigo su cena".

...

Ni siquiera la idea de un éclair recién hecho me quitó el bochorno de encima.

 

Ian Lockhart

Pronto llegamos a Ciudad Libertad, consiguiendo no ser interceptados por ningún entrenador o bicho raro al final del todo; parecía que la mayoría se habían quedado al comienzo de la ruta. Aunque los últimos metros no los caminé, sino más bien fui arrastrado por Emily hasta que al fin entramos en la ciudad, interrogándome sobre lo que quería.

—Ah, lo siento, eso es secreto~ —bromeé—, tengo que mantener el misticismo sobre mis aficiones para que mis fans se mantengan intrigados, sabes. Aunque ir a buscar una Game Boy al centro comercial no suena como una mala idea, si es que aún siguen vendiendo de esas —reí—. Mientras camino por la ciudad quizá veo algo que me interese, nunca se sabe.

Mi vieja Game Boy, uh, qué recuerdos me traía eso.

—Quizá necesite alguien que me guíe un poco por la ciudad, que se ve que es bastante más grande que el resto que hay por la región —le guiñé el ojo—, pero si ya tienes algo que hacer, al menos te devuelvo lo que me diste en Risco ahora que el ciclo de recolectar medallas se ha terminado~ —me acerqué de nuevo a su rostro como en la calle victoria, pero esta vez dejé un fugaz beso en su mejilla y di un paso hacia atrás, guiñándole el ojo de nuevo—. Bueno, ¿Qué dices, vienes?

 

Lucas Diamond

Al fin fuera de la torre, monté en Flygon para ir de vuelta a ciudad Libertad. El tiempo en la torre había sido largo y ya echaba de menos pasarme a saludar a mi lotero favorito. Probablemente, en este tiempo me había perdido muchos sorteos, pero llegaría para el próximo.

La Liga comenzaría pronto y aún había demasiadas cosas que quería hacer. Vaya, aún debía pasarme a ver a Ollam y pedirle ayuda con alguno de mis pokémon, entre ellos mi reciente Larvesta. Era un pokémon muy fuerte, seguro que podría aprovechar muy bien su potencial. Mierda, empezaba a sonar como Arryn... ¡D-da igual, no era lo mismo!

Contenido oculto

h0i, todos aquí reunidos y Lucas solito(?? Iwal estaré algo en stand by uwu

Ah, pero lotería go brr >:v

 

Contenido oculto

Os voy a cortar el día, chicas; más que nada lo digo por Mimi y Liza, que están en medio de su cita romántica digo qué.

Sorry, pero eso, asumamos que y es de día cuando llegan Lucas, Ian y Emily, ¿okay?

Repentinamente, una sirena estridente comenzó a sonar. Emily e Ian pasaban cerca de la zona justo en esos momentos, caminando junto a la sede de la Liga, el enorme estadio de Libertad. Y es que montones y montones de personas se concentraban allí, frente al edificio. La sirena que sonó no fue otra cosa que el aviso que surgió desde el estadio en sí. El aviso de que la Liga estaba a punto de comenzar.

Y resonó en toda ciudad libertad.

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Las pantallas de la ciudad se encendieron, mostrando un rostro en ellas. En edificios en las calles, en televisiones, en todas partes. Ahí estaba una persona conocida por muchos, una de las organizadoras de la Liga. La persona que llevó a todos los holders allí. Emily e Ian, acercándose entre la multitud, pudieron verla en persona, de pie en lo alto de una elevación, a las puertas del estadio.

—¡Hola, gente de Libertad! ¡Hola, gente de Gérie! Sentimos mucho haber tardado tanto, pero, ¡ha llegado la hora! ¡La primer fase de la Primera Liga Oficial de Gérie va a comenzar! Aunque los combates de gimnasio sigan sucediendo y el futuro segundo campeón esté ya curtiéndose entre los nuevos candidatos que surgen ahora, ¡aún tenemos que elegir al primer Campeón o Campeona de Gérie, y para eso, toca el evento que llevamos tiempo esperando! ¡Solo dieciséis afortunados han logrado en este tiempo las ocho medallas, y solo ellos competirán, tras alcanzar esta hermosa ciudad, en la primera ronda, que eliminará a ocho de ellos! ¡Escuchad bien sus nombres, pues estoy segura de que todos los recordaréis! Ellos son...

>> ¡Ragan!

>> ¡Destiny!

Desde alguna parte de Libertad, Liza y Mimi estaban escuchando todo el comunicado, resonando en todas partes. Los nombres, posiblemente, resonarían en la cabeza de Liza.

Los dos estarían ahí.

>> ¡Ian!

>> ¡Colin!

Lucas escuchó en la televisión de la sede de la lotería aquel nombre. ¡L-Lo había... conseguido! ¡Colin lo había conseguido finalmente!

>> ¡Arryn!

>> ¡Liza!

>> ¡Céline!

>> ¡Emily!

>> ¡Lucas!

>> ¡Mimi!

Y siguió, así, diciendo nombres y nombres, nombres que no conocían de nada, pero que la gente vitoreaba entre la muchedumbre. Emily e Ian vieron cómo hacian corrito alrededor de varios candidatos de entre los muchos que mencionaban, que parecían estar allí, también. De hecho, tan pronto como los vieron a ambos, la gente los rodeó también, gritando con emoción. Eran estrellas, ¿eh? Y aquel era el desfile final.

—Por favor, ¡los dieciséis candidatos, que andáis disfrutando de la ciudad: acudid cuanto antes al estadio! Recibiréis instrucciones y os inscribiréis para esta primera ronda de la Liga. ¡Estad preparados, porque por la tarde serán vuestros combates!

>> ¡Os esperamos, entrenadores y público! ¡Viva Gérie!

Lucas Diamond Hygge Amane Yugen Lelouch

 

Lucas Diamond

Bah, no había manera, no había recuperado la suerte para el sorteo. Me fui a dormir ese día, sin más que hacer de momento, deseando un merecido descanso. Al día siguiente, decidí aprovechar para hacer algunas tareas que aún tenía pendientes, como entrenar con Larvesta (es decir, comprarle algunos caramelos) para ver si podía evolucionar pronto. Antes de comprar nada, decidí, como era costumbre, pasarme por el puesto de lotería a revisar los resultados.

—¡Hola de nuevo, amigo! ¿Cómo van las cosas por aquí hoy, mucha gente? —pregunté, absurdamente, pues era yo el único que se pasaba por allí siempre, nunca había nadie más. El tipo tenía el televisor encendido, veía las noticias. Se volteó para atenderme, como de costumbre, pero entonces algo en las noticias me sorprendió. La voz me resultaba tremendamente familiar y no era para menos: Eileen estaba hablando, haciendo un comunicado oficial.

La Liga... estaba a punto de empezar, ¿eh? ¡M-mierda! ¡Eso significaba que tenía las horas contadas si quería que Larvesta evolucionase!

Una vez visto el número, hice los últimos encargos para prepararme y acudí presto al lugar donde tendría lugar el campeonato final. ¡Ay, pero cómo había pasado esto tan rápido!

Contenido oculto

¿Cuenta esto como que estoy ya allí? I guess so (? Ahora haré pedidos en artesanía.

 

Ian Lockhart

Emily aceptó acompañarme, aún algo sonrojada por el beso. Canturrié divertido un rato mientras avanzábamos, viendo un par de sitios de la zona, y justo cuando pasábamos por el complejo donde se llevaría a cabo la Liga Pokémon, comenzó un anuncio. Qué mala suerte teníamos uh, justo llegábamos y justo empezaba todo sin poder darnos una vuelta por allí tranquilos. De cualquier manera, la cuenta regresiva había comenzado, y lo siguiente que había que hacer era registrarnos. Escuché los nombres de los entrenadores que habían calificado para el campeonato, aunque sólo reconocí el puñado de siempre, a penas una cuarta parte del total.

Y hablando de reconocer, terminamos siendo reconocidos en masa en cuanto el anuncio acabó, viéndonos rodeados por un montón de gente, cerrando nuestra salida. No fue hasta pasado un rato que Emily consiguió sacarnos de aquel manojo de masas humanas, arrastrándome hasta el interior del estadio, cuyo interior estaba mucho más vacío que allí afuera.

Recuperamos el aliento durante unos segundos, y entonces la chica me arrastró al mostrador, aún algo agitada por el esfuerzo que habíamos tenido que hacer.

—Hey, ahora que lo noto desaliñada luces incluso más guapa que de costumbre~ —le piropeé mientras nos acercábamos al mostrador. Sólo éramos 16 participantes, y la mayoría ni siquiera estaban tan cerca como nosotros cuando sonó el anuncio, así que el tema del registro y la información fue bastante rápido. Nos explicaron cómo funcionaría la primera ronda, y tras ello nos dijeron que nos mantuviéramos pendientes de nuestros horarios para no llegar tarde a los combates.

—Supongo que nuestro pequeño paseo tendrá que posponerse —le dije a Emily con mi habitual tono medio burlón—, dado que no queda nada antes de empezar los combates, tengo que ir a preparar mi equipo y eso. Pero no te preocupes, seguro que podemos reanudarlo después de la segunda~

Reí un poco y me despedí de la chica con otro beso, viendo lo efectivo que había sido el primero.

—¡Nos vemos pronto, trata de no perder en la primera ronda! —me despedí, corriendo a la salida del estadio y evitando a la mayoría de la gente antes de que pudiesen reaccionar y rodearme de nuevo. No teníamos ya mucho tiempo para perder.

 

Liza White

La noche transcurrió así sin mayores percances. Al menos no para mí, aunque no podía decir lo mismo de mi acompañante. Si bien la película me había dado sus sustos me agradaba la adrenalina que me generaban... pero no parecía ser el caso de Mimi. Tensa, terriblemente inquieta, se ocultó parcialmente bajo la manta, acurrucándose contra mí en determinado momento. No se lo negué en cualquier caso. Había logrado contener la risa la mayor parte del tiempo, eso sí, pero cuando el servicio de habitaciones apareció fue francamente imposible hacerlo.

Recogí la cena agradeciendo al encargado antes de cerrar la puerta, y solté una carcajada al encontrarme su expresión enfurruñada mirarme de vuelta.

Aún sigo sin saber cómo logré eludir su almohada a tiempo.

Las luces de la ciudad se reflejaban tímidamente en las paredes de la suit cuando apagamos la bombilla, dispuestas a irnos a dormir. Apenas me percaté del transcurrir de las horas. Hacía tiempo que no compartía un día entero con alguien más, pero sentí que había merecido completamente la pena. Había olvidado los nervios acerca de la inminente Liga, y me había servido para despejar la cabeza en el proceso.

Arceus. Nos hacía tanta falta.

—Buenas noches, Mims —susurré de espaldas a ella. Me encogí un poco más bajo las mantas, pero seguía sintiendo el cuerpo algo frío. Di una, dos, tres vueltas... hasta que finalmente y con un murmullo ininteligible me acerqué a ella, acurrucándome a su lado. Cerré los ojos, relajando los gestos en el proceso—. Ngh. Mucho mejor.

El cansancio de todo un día en movimiento hizo que no tardase demasiado en quedarme dormida. Me removí bajo las sábanas por última vez, apenas consciente.

La pulsera tintineó con un movimiento ligero en mi muñeca.

***

El anuncio del comienzo de la Liga nos alcanzó en una cafetería, terminando recién el desayuno. Las pantallas retransmitieron a la conocida organizadora del torneo, Eileen, aquella que nos otorgó nuestro inicial al comienzo de nuestro viaje. Se sentía tan lejano ya. Los nombres de los dieciséis candidatos se sucedieron uno detrás del otro, y pude sentir la emoción en mi pecho al reconocer a dos de ellos al instante.

Destiny y Ragan.

No podía esperar a enfrentarlos en el campo de batalla.

—Parece que se cancela la visita al museo —comenté, levantándome del asiento, y me ajusté la mochila a los hombros. Habíamos pagado a medias porque nos conocíamos lo suficiente como para evitar discusiones de nuevo. Busqué sus ojos, desafiante—. Llegó la hora de la verdad. No les hagamos esperar demasiado.

Así, con todo resuelto, nos encaminamos prestas hacia el estadio de ciudad Libertad. Había llegado la hora de la verdad.

¡El último desafío en Gérie!