Lucas Diamond Aparecí tras el portal en la ciudad se Barniz. Me había quedado muy extrañado por aquella aparición de los chicos de Umbreon y Espeon... Curioso, quería saber más, así que fui a visitar a Jaden, para saber qué tenía que contarme acerca de las eonitas, ahora. Contenido oculto GalladeLucario aaaaa
Jaden recibió a Lucas en su casa, acostumbrado ya a que el chico viniese a traerle información sobre las eonitas y a recopilar nuevos datos para el siguiente paso en la investigación. Estudió con interés los nuevos datos que traía Lucas sobre la eonita morada y la negra, y luego, tras apuntarlo todo, dijo, reflexivo: —Bien, bien... Estamos cerca de obtener todas esas extrañas eonitas, ¡muy bien hecho! >> Pasemos a dos de las últimas que quedan por estudiar... Según la información que he recopilado por mi cuenta, dos de las formas de Eevee evolucionan estando en determinados ambientes: uno boscoso, en las profundidades de un mar de árboles, y otro gélido, escondido entre la nieve. En Galeia hay dos sitios que encajan muy bien en esas descripciones: el Claro Pincel y el Bosque del Lago. >> Se dice que son rocas especiales las que generan la energía para producir la evolución en estos ambientes... ¿no suena eso extraño? ¡Es similar a la megaevolución! Teniendo en cuenta que las eonitas parecen ser artificiales, que específicamente sea Eevee la especie de la que derivan todos los sujetos de megaevolución me hace pensar que quizá, las eonitas tienen alguna relación con esas piedras extrañas. >> Así que ya sabes: si te animas, ve a buscar esas rocas en los lugares que te indico. ¡Estoy seguro de que debe haber alguna pista!
Ian Lockhart Salamence aterrizó frente a aquella mansión que había visitado con anterioridad hace ya mucho tiempo, cuando a penas era un novato y mi equipo pokémon se componía de Blastoise y poco más. Desde entonces, no había vuelto después y lo único que había sido de la persona que vivía allí, un hombre de mediana edad llamado Jaden, era por aquella vez que Iota mencionó haberle robado su mega guante. Sin duda había crecido mucho desde aquel momento, y su equipo pokémon estaba mucho más nutrido y variado que antes; aún así, la razón por la que iba allí no era para rememorar el pasado ni nada parecido. Jaden era, por lo que sabía, un experto en el campo de la mega evolución, y como tal, no se me ocurría otra persona que pudiese decirme algo acerca de aquel Leafeon que me topé en el Claro Pincel. Antes de venir a Barniz había vuleto a pasar por el Claro, y ya no le encontré por ningún lado. Así que mi única pista sería este tipo que no podía ni cuidar un simple guante de una loca —y atractiva— pelirroja. Suspiré mientras regresaba de nuevo a Salamence a su pokeball y me acercaba a tocar la puerta de aquella "casa". —¿Hola, hay alguien allí? —golpeé ligeramente el marco con los nudillos, mientras elevaba la voz lo suficiente como para que se me escuchara a través de los muros.
Jaden recibió a Ian, interesado, y rápidamente asumió lo que el chico pretendía. —Hola, hola... debes ser un holder, ¿eh? Si te interesa el tema de las eonitas, como a tus otros compañeros, debes saber que estás de suerte: acaba de llegarme una carta de alguien que parece haberse dado cuenta de que andamos detrás de las eonitas... y ofrece dar más datos sobre las mismas a un entrenador fuerte que se disponga a pelear con esta persona. Jaden suspiró. —No soy especialmente fuerte; mis épocas de entrenador pasaron hace mucho. Pero, si tú estás interesado, debes saber que el remitente dice que esperará en la Pueblo Lápiz... si estás dispuesto, sería un gran favor para mí obtener información al respecto... y un gran logro para ti obtener, quizá, una de esas eonitas. >> Tuya es la decisión, en todo caso.
Ian Lockhart Asentí, prestando atención a las palabras de Jaden. Así que un entrenador fuerte estaba ofreciendo información de la Eonitas a quien le plantase un buen desafío. Nada me aseguraba que de verdad aquella persona contase con aquella información realmente, pero no perdía demasiado por ir a intentarlo. En el peor de los casos, tendría que volver con el antiguo holder de nuevo. —Así que Pueblo Lápiz, ¿eh? Iré a echar un vistazo entonces. Entre más pronto vaya, más pronto sabré si lo que dice aquella persona es cierto o no. Además, un buen combate sin tener que poner mi vida en riesgo suena a un buen cambio, para variar. >>Muchas gracias por la información, le haré saber mis avances dentro de poco. Salamence salió de su pokeball, comprendiendo que íbamos a despegar una vez más. Así que Pueblo Lápiz, hace mucho que no iba a ese lugar... sin duda podía ser interesante.
Ian Lockhart Aterrizamos de nuevo cuenta frente a la casa de Jaden, con una de las eonitas rosas en la mano. El caso de Eon me resultaba ciertamente curioso, y quería saber más a fondo de éste. Por lo poco que sabía, entre los holders ya contábamos con todas las eonitas de las evoluciones de Eevee conocidas. Así que... ¿Cuál sería el siguiente paso? Ansioso, volví a tocar la puerta de Jaden. Contenido oculto GalladeLucario nada más informo a Jaden y me voy a la misión (?)
Jaden recibió a Ian, y, tras escuchar la historia que le contó, sobre Ixie, la eonita original y el padre de aquella, quedó reflexivo, meditando en silencio. Finalmente, habló: —Vaya, con que el padre de Ixie y mentor de Stock fue quien descubrió esta piedra. Así que no es artificial, solo son artificiales las modificaciones hechas a los distintos trozos, ¿eh? >> Tengo que investigar un poco esto... cuando consiga algo, os lo notificaré. Muchas gracias por la colaboración, Ian.
Emily Hodges Llegamos a Barniz bastante rápido, pues volando quedaba realmente cerca. Unfezant aterrizó delante del Centro Pokémon y decidí guardarlo en su pokéball tras bajarme, pues prefería saber que estaba cerca en ese momento. Entramos en el edifico y tras pedirle a Joy que curase a mi equipo, también le pedí una habitación a la que subí con rapidez. Dejé mis cosas en la cama en cuanto la alcancé y lo primero que hice fue dirigirme al baño. La ducha que me di en ese momento fue realmente necesaria. Me ayudó a calmar por completo los nervios de mi cuerpo, tanto mentalmente como destensando mis músculos. Cuando salí, me encontraba como nueva. Tras vestirme y secar mi pelo, me tiré en la cama con el holomisor en mis manos, jugueteando con sus botones. ¿Sería buena idea llamar...? Negué con la cabeza, tirando el aparato a mi lado. El cansancio de todas las emociones vividas acabaron por superarme y, antes de poder darme cuenta, caí en un profundo sueño.
Emily Hodges Así fue como acabé pasado un par de meses en Barniz, yendo al Dojo para entrenar casi todos los días y los que no, entrenando con mis pokémon. Había conseguido hacer una rutina que me mantenía ocupada y en la que era productiva, así que mi mente era capaz de centrarse solo en eso y, con el tiempo, me ayudó a superar los problemas que me habían perseguido durante ese tiempo. Supongo que eso es lo que hacía a Effy y Alpha tan fuertes. Fue una noche tras haber estado entrenando todo el día en dojo, que tras ducharme, me fijé que mi Holomisor estaba parpadeando. No pude evitar tragar saliva con fuerza, temiendo que fuesen malas noticias (¡y tan pronto!) pero tuve que armarme de valor para recibir el mensaje. Lo que vi, sin embargo, me pilló desprevenida. "Hey Em. Verás... he vuelto. No quería decírtelo pero estos dos meses he estado en Sinnoh. Me fui el día inmediatamente posterior a lo que sucedió y le pedí a Alpha que no te lo contase. Han pasado muchas cosas desde entonces. Un millón de hecho. He descubierto más sobre mí misma y... Creo que necesitamos hablar. Sobre todo. Por favor, mándame un mensaje cuando estés lista." Me quedé mirando el aparato aun cuando el mensaje acabó. Así que... ¿en Sinnoh? Ni siquiera... me lo había planteado. Asumí que la chica estaría por Galeia, haciendo sus cosas, o incluso quizás en Udan. Pero... tenía sentido, porque era raro que no hubiese venido a la misión del futuro después de todo. Suspiré, dejando caer el aparato a un lado, en la cama. Me puse en pie poco después y me dirigí al bañó, donde me peinaría y acabaría de secar y vestir. Gracias a Alpha e Ian había podido olvidar todo aquello y centrarme, pero todo lo sucedido antes de aquello me golpeó de repente y no pude evitar sentir un escalofrío. Tras colocarme el pijama y terminar de peinar mi larga melena para recogerla en una trenza, volví a dirigirme a la cama. Me tiré a la misma, cogiendo una almohada entre mis brazos, sin dejar de mirar el aparato. —Está bien, Em, puedes hacerlo, ¡si ha dado el paso es que todo está bien! ¡Sí, sí, eso es, eso es! Adquiriendo valor de mis propias palabras acabé cogiendo el Holomisor entre mis manos y me incorporé. Carraspeé y me arreglé rápidamente el pelo que se había desordenado al tumbarme en la cama, y finalmente pulsé el botón de grabar. "H-hola, Mimi. Ahora mismo estoy quedándome en Barniz, si quieres hablar podemos vernos mañana por la mañana en al cafetería del Centro Pokémon. E-estaría bien hablar, sí... ¡N-nos vemos!" Enviar. Bueno... Esperaba que a los karatekas no les molestase que llegase un poco tarde al día siguiente. Por fortuna, estaba demasiado agotada después de los ejercicios de ese día así que caí rendida sin mayor problema no mucho después de dejar el holomisor en la mesilla de noche. Mañana sería un largo día... Kurone
Mimi Honda Mi destino fue Ciudad Barniz. Pedí una habitación en el centro pokémon y subí hasta ella. Nada más hacerlo cerré la puerta y apoyé la espalda contra la misma dejando escapar un profundo suspiro. Uno que me estremeció el pecho. Emily estaba también allí. En alguna de las habitaciones del centro y nos encontraríamos al día siguiente por la mañana. No podía negar que muy dentro de mí me sentía nerviosa, preocupada y al mismo tiempo ansiosa y emocionada por lo que pudiera pasar. Tenía muchas ganas de verla y sin embargo... Suspiré nuevamente. Había hecho tantas cosas mal. Había metido la pata tantas veces... ¿de verdad podríamos arreglarlo? ¿Podríamos mirarnos a la cara sin que resultase incómodo? ¿Podríamos seguir siendo amigas a pesar de que la besé? Ugh, diablos. Llevé mis manos a mi cabello y liberé los lazos negros que sostenían parte de él. La melena rubia y suelta cayó sobre mi espalda, los mechones rebeldes me hicieron cosquillas en el rostro. —Necesito un baño. Aquella fue mi resolución final. Un baño caliente, con olor a jazmín... nada lograba relajarme y calmar el ruido de mi mente como eso.
Emily Hodges No pude evitar despertarme un par de veces a lo largo de la noche, presa de los nervios, hasta que finalmente vi que dieron las siete en el despertador y fui incapaz de volver a dormirme. Era bastante temprano así que podía tomarme mi tiempo para prepararme. Así lo hice, centrándome quizás demasiado en los aseos matutinos solo para tener mi cabeza centrada en algo y mis pensamientos no se fuesen volando demasiado. Incluso Espeon pareció nerviosa, mirándome desde la cama con cierta preocupación, moviendo la cola. Suspiré al sentarme en el borde de la cama, al lado del pokémon, una vez ya preparada. Acaricié su cabeza con cuidado mientras miraba la hora: apenas habían pasado 45 minutos, no creía que Mimi estuviese ya abajo pero... quizás me vendría bien desayunar algo antes de verla. —¿Vamos? Miré a Espeon mientras me ponía en pie y pronto el tipo psíquico me siguió. Así pues, bajamos a la cafetería del Centro. Efectivamente, aun si había ciertos entrenadores ya desayunando, no estaba tan recurrido como en otros momentos. Y... Mimi, ciertamente, aun no estaba ahí. Con un suspiro tembloroso, me adentré finalmente en el interior de la zona. Me serví una taza de café que esperaba me sirviese para despertarme y algo de comer antes de dirigirme a una de las mesas libres, cerca de una ventana. Así podría distraerme mirando por la misma mientras esperaba...
Mimi Honda Técnicamente el baño no sirvió para nada. O sea, sí ayudó a mantener mi cuerpo limpio y a que mi piel y mi cabello oliesen a jazmín—ese champú que usé en la casa de Drake y había comprado en Sinnoh nada más tuve oportunidad— pero no logré relajarme. El corazón me golpeaba en el pecho con inusitada fuerza. Mientras secaba y peinaba mi cabello frente al espejo mil escenarios posibles pasaron por mi cabeza. Ella... ¿estaría bien? No la dejé muy bien después de todo. Si había pasado más tiempo en Udan quizás estuviese más morena... ¿Más alta quizás? ¿Se podía crecer en dos meses? ¡¿Sus pechos podían crecer en dos meses?! Tuve que palmear mis mejillas para volver en mí y darme ánimos. Ya estaba hecho. De ninguna forma me echaría atrás ahora. Era algo que debíamos hacer si queríamos recuperar toda la confianza perdida. No quería sentirme incómoda ni que ella se sintiese así conmigo. Nuestra relación siempre había sido... especial de alguna manera. Quizás porque era mi mejor amiga. La primera y única que alguna vez tuve. Salí del baño vestida pero no me acosté enseguida en la cama. Me senté y busqué en mi bolso algo que había atesorado con el pasar de los años. Una especie de pequeño tesoro personal. Aquel llavero de Jirachi. Era... sólo era un llavero. Pero no pude evitar ver las similitudes con el pokémon al que hacía referencia. Lo sostuve entre mis manos cerradas y deseé, como quien desea a una estrella fugaz, que todo estuviese bien. Que todo saliese bien el día siguiente. Con ese deseo en mente luché por dormirme. *** Desperté temprano. Demasiado tal vez para lo que acostumbraba a despertar. Me incorporé de la cama y me encerré en el baño. Tenía que asearme y vestirme, prepararme para estar presentable y que Emily no pensase que una manada de Tauros salvajes me habían pasado por encima. Maquillé mis ojeras... y una vez acabé me miré al espejo. Molesta conmigo misma por mis repentinas dudas, fruncí el ceño a mi reflejo. Con seriedad. —Vamos Mimi, casi te conviertes en campeona de Sinnoh. ¿Cómo va a asustarte esto? ¿Acaso eres estúpida? Debía serlo. Oh Arceus sí, lo era. Una completa estúpida. Tomé mi bolso, a Dex y abandoné el cuarto. Mi mano estaba temblando cuando cerré la puerta. La cafetería no estaba tan concurrida como siempre. Y de hecho, era lógico teniendo en cuenta lo temprano que era. Tomé una taza de té—no solo porque lo amaba si no porque la teína me mantendría alerta como si hubiese dormido ocho horas—y me encaminé a su mesa con toda la seguridad que logré reunir. Estaba mirando por la ventana, quizás por eso sentí algo más de confianza en mí misma al acercarme. Espeon sin embargo sí me vio y agitó su cola. Pero era una especie de advertencia más que realmente un saludo. Lo entendía bien. Nerviosa, en un ademán tímido, me llevé un mechón rubio tras la oreja. Me costó encontrar las palabras en mi garganta y mi voz quizás sonó mucho más vulnerable de lo que pretendía cuando finalmente hablé. —¿Puedo... sentarme?
Emily Hodges Debía admitir que el desayuno me había sentado realmente bien, especialmente el café. Poco a poco sentí que el líquido me empezaba a hacer efecto y el sueño que estaba sintiendo se disipaba. Aun así, en ningún momento dejé de mirar por la ventana, quizás porque sabía que si lo hacía iban a notarse mis nervios y era lo último que quería. Tan enfocada estaba en aquello que no noté cuando Espeon se irguió, alerta, y con ello la voz de Mimi me tomó por sorpresa. Salí de mi ensimismamiento con un leve respingo para después girarme y poder mirarla. Le sonreí levemente y asentí con la cabeza, no siendo capaz de hablar con tranquilidad en ese momento. La seguí con la mirada hasta que se sentó y poco después dirigí la misma hacia la taza de café, donde aun quedaba algo de la bebida, y empecé a jugar con la misma entre mis manos, algo nerviosa. —¿Qué tal... por Sinnoh? —fue lo primero que logré decir, después de un rato.
Mimi Honda Tomé asiento frente a ella sin una palabra dejando el bolso colgado a la silla y la taza de té sobre la mesa. Solo logré mirarla durante algunos segundos— el tiempo suficiente para comprobar que no estaba tan cambiada—, antes de volver mi mirada a la ventana. Era una mañana fría y los ciudadanos de Barniz pasaban frente al cristal cubiertos de abrigos y bufandas. ¿Nevaría quizás? Jugué con la punta de una de mis coletas, nerviosa, incapaz de encontrar en mi mente una forma de empezar todo lo que quería decirle. ¿Cómo diablos hacerlo? Arceus, la había besado. Le habría metido la lengua en la boca si se hubiese dejado, ¿qué tan vergonzoso era eso? No podía detener el acelerado ritmo de mis latidos ni el cauce casi frenético de mis pensamientos. Mi mente iba a mil revoluciones por segundo, mis piernas bajo la mesa repiqueteaban el suelo con mis zapatos. Pero si no rompía el hielo y abría esa bocaza que no parecía callarse nunca jamás resolveríamos aquella situación. Nunca podríamos volver a estar juntas sin que resultase incómodo. Ni hacer esas cosas que se suponía que hacían las amigas. Ella parecía demasiado nerviosa e incómoda para decir cualquier cosa. Y el silencio no hizo más que extenderse. Decidí que había sido suficiente al cabo de unos minutos. La miré. —Esto... ¿qué tal por Galeia? Nuestras voces se mezclaron en ese segundo preciso. Habíamos hablado a la vez, preguntándonos cosas sorprendentemente similares. Abrí los ojos de la sorpresa, impactada, paralizada en el sitio. Pero entonces mi expresión se suavizó. "Vaya, qué coincidencia". Y mientras descendía la mirada hasta mi taza de té sosteniéndola entre mis manos para sentir el calor que trasmitía aquella gélida mañana de invierno, no pude ocultar una leve, casi imperceptible sonrisa. Aquel pequeño accidente me hizo sentir un poco más cercanas. Como si el muro que parecía separarnos hubiese empezado a derretirse. —Bien—le respondí pues con suavidad—. Al principio fue complicado, me sentía ajena en mi propia casa. Pero con el tiempo todo se normalizó. >>Estuve... centrada en ganar a los líderes de mi región. Combatí en todos los gimnasios. Y tengo todas las medallas, las ocho. Me volví en ese momento y de mi bolso saqué un pequeño estuche de color oscuro. Lo abrí y se lo ofrecí a Emily con una sonrisa más amplia, genuina. Estaban todas. Brillantes, relucientes y como nuevas. La prueba de mi victoria. Si solo hubiera sido un poco más fuerte... quizás ahora fuese campeona y no "casi" campeona de Sinnoh. >>Desde la Medalla Lignito hasta la Medalla Faro—señalé—. Centrarme en ello me ayudó bastante a despejar la mente de... bueno, todo lo que pasó. Dejé el estuche frente a Emily y regresé mi mano a mi cabello, nerviosa aún, jugueteando nuevamente con algún mechón rebelde. ¿Debería contarle la otra parte de la historia? ¿O lanzarme de una vez con lo que quería decirle? La otra parte de la historia no la sabía nadie fuera de mi entorno familiar. Salvo, bueno... mi psicóloga. Entraba un terreno espinoso. Aunque estaba segura de que Emily no me juzgaría no podía evitar sentir cierto temor... después de todo había considerado que pedir ayuda era una debilidad cuando lo hice. Suspiré. —También... asistí a terapia un tiempo. Guardé silencio unos segundos aguardando su reacción—la que fuese, cual fuese— y entonces, con la vista fija en el oscuro rojizo de mi té Phu erh, seguí relatando sin detenerme. —Cobraba una cantidad exorbitada de dinero pero podía costeármelo. Ella me dijo que confundo el cariño con el amor porque... en el fondo estoy obsesionada con encontrar a alguien que me quiera. Alguien... a quien le importe. Mis carencias afectivas originaron todo. Mi actitud desafiante y a la defensiva, mi miedo a la soledad, mi incapacidad total y absoluta para controlar la rabia. >>Estoy tan desesperada por unas migajas de atención que...—reí con sorna—. Es ridículo. Si todo se debía a eso, quizás, no había hecho más que la estúpida todo el tiempo. Solo era una niña tonta con un sinfín de carencias emocionales desesperada por encontrar alguna forma de llenar sus muchísimos vacíos. Cuando logré comprender eso parte de todo lo ocurrido hacía meses empezó a cobrar sentido en mi cabeza. Logré reunir coraje y la miré por fin, directamente a los ojos. Con seriedad. Necesitaba que lo comprendiese. Necesitaba disculparme de una vez por todas. Con sinceridad, con toda la que guardaba dentro. Por nuestra amistad y por lo mucho que la había echado de menos. —Lo siento Em—le dije al fin—. Quiero decir, no todo estuvo errado. De verdad me enamoré de ti, estoy segura de eso. Pero no por las razones adecuadas. Solo porque me hacías sentir especial, porque me comprendías, porque me diste ese cariño que nadie logró darme. >>Eras una necesidad. Te necesitaba y no en un sentido figurado. Eras lo poco que tenía que lograba darme esa estabilidad. Por eso me enamoré de ti. No porque fueras una buena persona, ni siquiera por tu amabilidad. Solo te quería... porque te necesitaba. Incluso si hubieras aceptado mi confesión no hubiese salido bien. Era una relación egoísta, posesiva y tóxica. >>Es ridículo ¿verdad?—sonreí con cierta amargura, avergonzada de mí misma—. Volver la vista atrás ahora que sé todo esto y darme cuenta de... como son realmente las cosas.
Emily Hodges Lo cierto es que no pude evitar soltar una leve carcajada al escuchar como nuestras voces se entremezclaban, habiendo hablado al mismo momento. Me callé después, sin embargo, permitiéndole hablar a la chica. La escuché con atención, mirándola de vez en cuando a la cara con cierta timidez. En una de esas, observé el brillo de un estuche que sacó de su bolso y no pude evitar fijar mi vista en él. Sonreí con cierto orgullo mientras las miraba, tocándolas levemente con la yema de mis dedos, sin querer ensuciarlas. Pero después... tuve que admitir que me tomó por sorpresa lo que Mimi me dijo. En aquel momento, prácticamente olvidé todos mis nervios y la miré atentamente, escuchando todas y cada una de las palabras que me estaba diciendo. No la interrumpí en ningún momento y mi expresión era de comprensión, aunque admito que no pude evitar sentir algo de preocupación también. Cuando acabó de hablar, lo que hice sin dudar fue llevar mi mano hacia la suya, rodeándola. La apreté levemente, intentando transmitirle mis sentimientos a través de ese pequeño tacto. También le sonreí, son sinceridad, antes de hablar. —Mimi, te quiero, eso no va a cambiar nunca pase lo que pase —empecé a decir, con una sorprendente calma—. Muchas gracias por contarme esto, no tiene que haber sido fácil para ti y... siento que hayas tenido que llegar a ello por una situación tan... mala. Pero me alegra que estés mejor, se nota que la terapia te ha servido, me alegro mucho... de verdad. Me quedé un rato en silencio, acariciando con mi pulgar su mano antes de finalmente separarme y volver mi atención de nuevo a la taza que volvía a estar entre mis manos. Mi expresión era suave, tranquila. >>Me gustaría que siguiésemos siendo amigas después de todo... si eso está bien para ti, claro, no quiero estropear todo el trabajo que tu psicóloga ha hecho. Cerré los ojos, cogiendo aire antes de soltarlo en un suspiro y mirarla, de nuevo, en esa ocasión con algo más de seriedad. >>Mimi, aquí las cosas han sido... complicadas, también. No sé si has visto que estamos de elecciones... Algunos de nosotros tuvimos que viajar al futuro porque Irvine no parecía ser capaz de ser un buen candidato y, Mimi, lo que vimos ahí fue... aterrador, e-en serio. Haku había ganado las elecciones y... muchos murieron ante nuestros propios ojos... Ian, Hubert, m-mi Espeon... Tuve que tragar saliva con fuerza en aquel momento, intentando recuperar la compostura para poder seguir hablando, pues las ganas de llorar parecían estar apoderándose de mí de nuevo. Cuando me tranquilicé, sonreí levemente. >>I-Irvine pareció recapacitar, al menos, pero no sé si aun estamos a salvo... Así que he intentando mejorar para estar preparada, ¿sabes? Alpha y yo fuimos a atrapar a Keldeo, y también he conseguido añadir a Heatran a mi equipo... Además, he estado yendo al dojo para ser más fuerte y poder defenderme, e-en el peor de los casos... Golpeteé un poco la taza con mis uñas. >>Me alegra que hayas vuelto, te necesitamos aquí por muchos motivos...
Mimi Honda El tacto de la mano de Emily sobre la mía hizo que mis mejillas frías se llenasen de calor. Ella... me quería. A pesar de que había sido una maldita egoísta. A pesar de que le había hecho daño... Emily realmente no había cambiado nada en ese tiempo. Seguía siendo una persona pura, llena de amabilidad, incapaz de odiar a nadie. —Pensaba que pedir ayuda me haría más débil—le comenté en voz baja, con cierta culpabilidad—. Pero afrontar mis problemas solo me hizo más fuerte. Aunque la terapia no había sido lo único que me había ayudado. La medicación que estaba tomando también y por supuesto mi propia fuerza de voluntad. Mi deseo por superar y mejorar todo aquello que estaba mal en mi vida. La terapia conductual no me hubiese ayudado por sí misma. Aunque me hizo mucho bien tener alguien con quien hablar. Mi idea antes de irme había sido justo esa. Avanzar. Y parecía que al menos en parte, había superado el reto con creces. —Quiero que sigamos siendo amigas—le respondí con seguridad, interrumpiédola—. Te llamé por eso. Quería que hablásemos para tratar de arreglarlo todo porque yo...—me mordí el labio inferior y sacudí la cabeza con obstinación. Sentía los ojos empañados por las lágrimas— no quiero perderte Em. Incluso si tengo que empezar todo desde cero. El ambiente pareció cambiar de forma repentina. El gesto de Emily se tornó serio, mucho más de lo que recordaba haberlo visto nunca. Escuché todo lo que me contó a continuación con sorpresa, con atención, consternada por sus palabras. ¿Viajar al futuro? ¿Haku? ¿Ian y Hubert habían... muerto...? Pero habían revivido ¿no? Siempre pasaba eso. ... ¿Eh? Mis ojos se abrieron nuevamente de la sorpresa impactada por la noticia y su aparente gravedad. Al notar la consternación y la tristeza en el rostro de Emily fui yo quien buscó su mano, sin vacilar, sosteniéndola bajo la mía en un intento por darle apoyo y transmitirle consuelo. Se la veía sumamente afectada. No lograba entenderlo del todo pero había visto antes esa expresión en su rostro. Justo después de la masacre en la prisión Boceto cuando la abracé en la playa de Islas Artistas. Y eso me hizo entender la gravedad de la situación. —¿Todo eso ha pasado en mi ausencia?—cuestioné tras unos segundos de silencio una vez ella finalizó su historia. Chasqueé la lengua—. Tsk, diablos. De verdad que a esta región no se la puede dejar sola ¿eh? Me llevé la taza a los labios y cerré los ojos en un intento por organizar mis ideas. La campaña electoral que estaba anunciada en cada rincón de Galeia... traería graves problemas a futuro. Si Irvine no salía elegido como ganador. Guerra. Sangre. Raiden herido de muerte... Abrí los ojos. ¿Raiden herido de muerte? Volví a tomar su mano, aunque realmente estaba conteniéndome para no abrazarla como tanto deseaba hacer. Nunca había soportado verla llorar. Aquel sentimiento siempre había sido genuino. —También te quiero—convine—. Y me alegra haber vuelto. Hemos salido de situaciones mucho peores que esta. Sobrevivimos a nuestra propia destrucción cuando era literalmente imposible cambiar el curso de la historia ¿recuerdas?—le dije—. Estoy segura de que podemos superar esto. Me sentía... aliviada a pesar de todo. Hablar con Emily había sido como quitarme un enorme peso de encima. Aunque aún quedaban cosas por decir me sentía como si me estuviese ahogando y hubiese vuelto a respirar, escapando de las gélidas aguas embravecidas. >>En cualquier caso, andar nerviosas y deprimidas no va a ayudarnos. ¿Hay algo que quieras hacer hoy? ¿Ir a la Torre? ¿A la sede? ¿Quieres ir de compras? El mundo no se va a ir a pique por un día—Aquella idea me ilusionó incluso antes de que abandonase mis labios. Nunca había podido ir con ella de compras. Le guiñé un ojo con resolución— Te compro lo que quieras ¿no es una fantástica idea? Realmente solo trataba de aliviar la tensión... y dibujar en sus labios una genuina sonrisa. Contenido oculto debo contener las ganas de escribir fics Mimily (?) Y un cuerno de Tauros, heh.
Emily Hodges Agradecí el tacto de Mimi en ese momento. No quería volver a derrumbarme como me había pasado con Alpha, menos después de todo el progreso que había hecho desde entonces... Asentí ante sus palabras, aunque no del todo convencida. Habíamos salido de cosas peores sí... pero la experiencia en el futuro fue desoladora y no habíamos salido bien parados de ello, ¿acaso siempre lograríamos salvar la región o en algún momento fallaríamos? La imagen de nuestras versiones futuras me atormentaba aun a día de hoy... Levanté el rostro después de un rato y la miré con genuina curiosidad. —Uhm... los karatekas me iban a enseñar hoy una nueva llave y no es que me haga mucha... —paré en seco, sin embargo, al fjarme mejor en su expresión. Ir de compras no era algo que me apasionase, realmente, y mucho menos iba a aceptar que Mimi gastase dinero en mí, pero vi la ilusión en sus ojos y simplemente no pude negarme. Supongo que un día de descanso no me vendría mal... >>Está bien —acepté finalmente, con una leve sonrisa—. Vayamos a ver tiendas, supongo que mi ropa ha sufrido demasiado daño ya así que...
Mimi Honda Realmente no esperaba que Emily aceptase mi propuesta, pero su respuesta y la leve sonrisa que se dibujó en su rostró me hizo sumamente feliz. —¿Ropa?—repetí entonces—. No, no hablaba de eso. Quiero comprarte algo que realmente te haga ilusión. Algo que signifique algo. Como el llavero que tú me regalaste. Ese llavero significaba un mundo para mí. Nunca había podido devolverle a Emily lo que había hecho por mí todo ese tiempo. Había tratado de proteger su felicidad pero no había surtido efecto... por no decir que había salido justo al revés de lo que pretendía inicialmente. Quería algo que fuese de mí para ella, al contrario que lo era la pulsera de mamá. Mi mirada viajó fuera de la ventana en ese momento. La plaza frente al Centro Pokémon de Barniz estaba llena de pequeñas tiendas. Y no pude evitar fijar la vista en una de ellas en particular. —Jirachi te gusta mucho ¿verdad?—comenté a la nada con la vista fija en la ventana. No era una pregunta que esperase respuesta, ya la sabía de todas formas—. Espera aquí. Me levanté de la mesa y abandoné la cafetería. No tardé demasiado tiempo. Quizás diez, tal vez quince minutos... antes de regresar con Emily. Galeia estaba en peligro y moriríamos si no hacíamos algo. ¿No era lo que pasaba siempre? Me alegraba haber vuelto y poder ayudar... pero estaba cansada de eso. Solo quería tener un día normal, una vida normal, sin tener que preocuparme por si el mundo se iría a la mierda al día siguiente. Tener esa responsabilidad sobre nuestros hombros era demasiado. Mi psicóloga dijo que si no usaba estrategias de evitación me volvería loca. Le hablé de los casos de la CSG. De Nina destripada sobre una mesa de metal, de la masacre en la prisión Boceto... Todo eso era demasiado para una chica de diecisiete. No era justo. No era justo para Emily, para mí y no es justo para nadie. Pero si no podíanos cambiarlo, al menos por un día, quería que nos sintíesemos como chicas normales y no como heroínas a tiempo completo. —Quizás es algo infantil... pero creo que es perfecto—le dije al regresar sujetando entre mis brazos un peluche de Jirachi. Mis mejillas ardían—. Pensé en una pulsera o un collar.... pero me pareció demasiado frío. >>Quiero que lo aceptes Em. Eres libre de ir con los karatekas si quieres. No voy a retenerte conmigo contra tu voluntad solo... porque te he extrañado todo este tiempo. Abracé el peluche con algo más de fuerza cuando realmente lo que quería hacer era abrazarla a ella. Temía ser demasiado repentina, incomodarla o... hacerla sentir mal en general. No quería separarme aún pero pedirle que se quedara sería egoísta. Y yo quería cambiar eso. De modo que dibujé en mis labios una pequeña sonrisa mientras le extendía el peluche para que lo tomara. —Anda, ve.
Emily Hodges Sentí mis mejillas arder cuando Mimi me respondió. ¿H-había sido demasiado rápida asumiendo...? ¡Qu-qué vergüenza! No me dio tiempo a mucho más, la verdad, antes de poder darme cuenta la chica había desaparecido de mi vista y la vi en el exterior del centro con destino a una tienda. Aproveché los minutos de soledad para terminar de beber mi café, y menos mal que me quedaba poco porque se había enfriado bastante y había perdido todo el gusto. Jugueteé después con Espeon hasta que finalmente vi a la chica aparecer de nuevo con un peluche de Jirachi entre sus brazos. No pude evitar mirarla con una sonrisa enternecida, ladeando la cabeza. Me levanté y cogí el muñeco, sin dejar de sonreír, abrazándolo después. Lo coloqué sobre la silla en la que había estado segundos atrás y me giré para rodear a la chica posteriormente, abrazándola con cuidado. —Gracias —murmuré, cerrando los ojos. Cuando me separé, la miré con una sonrisa. >>Los karatekas no creo que me echen de menos por un día —dije, con tono divertido—. Además, ¡ya estoy bien fuerte! ¡Le puedo dar unas buenas patadas a Haku! —añadí con una risa, mostrando los brazos como si estuviese haciendo fuerza. Suspiré después y llevé las manos a la espalda, entrelazándolas. >>Llevamos dos meses sin vernos, yo también te he echado de menos, ¿sabes? ¡Así que! Hey, he oído que en la Torre se pueden hacer combates cooperativos ahora, ¿te gustaría probar? O quizás podríamos ir a la Sede, sí, ¡apenas hice una vuelta del Coliseo! Cualquier plan está bien para mí, lo único que he hecho estos días ha sido entrenar...
Mimi Honda En un principio mi cuerpo se paralizó cuando los brazos de Emily me rodearon. No esperaba que me abrazase. ¿Era quizás demasiado repentino? ¿Me había leído la mente tal vez? Pero era Emily y eso bastaba para que lograse calmarme en cuestión de segundos. Emocionada le devolví el abrazo, estrechándola con fuerza con una pequeña sonrisa entre mis brazos. Ah, sí que la había echado de menos. Había tenido tanto miedo de perder todo eso... parte de mi viaje a Sinnoh derivó de la idea de poder seguir siendo amigas. Necesitaba sacarla de mi mente primero. Me alegraba tanto que nada hubiese cambiado. Realmente no sé qué hubiese hecho si no hubiésemos podido hablarlo o nuestra amistad hubiese quedado en el olvido después de tanto. Hubiese sido... un completo desperdicio. Una verdadera lástima. No pude evitar reír cuando Emily dijo que patearía a Haku, sin embargo. Fue tan repentino y tan fuera de su carácter que me arrancó una carcajada genuina. —¿Eh? ¿Sí?—comenté divertida—. Me gustaría ver eso. Estoy segura de que se merece unas buenas patadas en el culo. Recogí mi bolso echándomelo al hombro tras guardar las medallas y me volví hacia ella, extendiendo mi mano en su dirección. —Vamos entonces. Combatí en la Torre hace poco pero quizás sí pueda entrar en cooperativos. ¡Tengo muchas ganas de recuperar todo el tiempo perdido contigo, Em! ¿Te conté que tengo una hermana?—hice una pequeña mueca, culpable—. Media hermana en realidad... c-como sea. No le había contado a Emily demasiada cosas de mí... y yo tampoco sabía demasiadas cosas de ella. Debía arreglar eso cuanto antes. >>Isamu nos llevará hasta Témpera—proseguí una vez tomé su mano y nos encaminamos fuera del centro—. Estoy segura de que ese pájaro carcarrabias también te ha echado de menos. Contenido oculto Me hace happy rolear a Mimi happy qué decir (?)