—No tengo ni la menor idea.—respondí con una risa. —Yo solo señalé un camino al azar para comenzar a andar. ¿A dónde te apetecería ir?
Mordí mi labio inferior y rodé los ojos. --Pensaba que el ser humano eran listo...--dije para mi bromeando--. La verdad me da igual. Yo solo quiero ir por ahí y volver a ver a la gente que hace tiempo que no veo.
cansado de oír a la gente hablar de mi, tome mi bici y me fui directo al desierto, en busca del ultimo pokémon de mi equipo.
Aterricé en Barniz causando muchos estragos, ¿Qué no era normal ver a un adolescente sobre un Rayquaza? Espera...Alpha, no seas tonto. —Regresa.—Le dije mientras el pokémon volvía a su esférico.—Cosas que pasan, ciudadanos de Barniz. Mientras la gente daba muchos murmullos yo aproveche para escaparme en dirección al Centro Pokémon. —¿Me podría curar a mis pokémon?—Pregunté estando en la mesa donde la Enfermera atendía.—Aquí los dejo.—Mientras ella los tomaba y los ingresaba en la maquina de recuperación yo me fui a sentar a uno de los asientos del lugar.
Sentí que una de mis balls se movía, y como no, de la salió Spark, inquieto al parecer... --¿Vas a seguir igual? Hazme el favor de volver a tu ball-- le dije al ratón eléctrico, pero de nada sirvió El Raichu movió las orejas, y señaló el camino hacia el C.P. --Olvídate, yo no voy a ir allí. El ratón infló sus mofletes, pero los deshinchó cuando se le había ocurrido algo... Alargó su cola, hasta que aprovechando un despiste mío, me arrebató el diario de mi padre. --¡No tiene gracia, devuélvemelo Spark! Spark negó, y salió corriendo en dirección contrario con el cuaderno en su cola, y yo, como tonta, salí tras él. El Raichu llegó a entrar en el C.P., pero no en silencio, y menos yo. --¡SPARK! ¡DAME EL MALDITO CUADERNO!-- le grité corriendo tras él
—¡SPARK! ¡DAME EL MALDITO CUADERNO!—Gritó una cabellera larga y rubia que entró muy activamente persiguiendo a un travieso Raichu. —"¿Va en serio?"—Reaccionó mi mente mientras reconocía todo lo que pasaba: La dulce voz, la hermosa cabellera y el asqueroso pokémon. Decidí levantarme del asiento y cruzarme en el camino del pokémon, quien no dudo en derribarme y quedar sobre mi. —¿Qué tal, ratita?—Me reí mientras este me miraba atónito.
Agarré la cola del pokémon, le levanté, y no dudé en dejarlo en el suelo, agarrándolo por tan solo un cuaderno. ---¡SUÉLTALO, AHORA!-- dije tirando a fuerza del cuaderno, mientras con la pierna derecha sostenía al pokémon --. ¡no me hace gracia! No me daba cuenta, pero poco a poco mi acento original iba volviendo. --¡SUÉLTALO RATA OBESA!
Alpha, corre...igual el siguiente eres tú. —Con permiso..—En voz baja empecé a levantarme y a tratar de escapar del lugar. Cuando lo logré me acerqué al lugar donde mis pokémon se estaban curando y los pedí. Liberé a Glaceon y me fui a una maquina expendedora a por un par de bebidas. —¿Dejas de gritar, rubia?—Le pregunté estando tras ella.
--¡Usted perdone! -- me disculpé tratando de recuperar mi cuaderno Una vez conseguí recuperar el diario de mi padre, me percaté de la voz, que me resultaba familiar. Me giré y lo ví. En seguida pasé de furia a alegría. --¡Alpha!--Exclamé pasando completamente del pokémon
—Hola.—Le saludé esbozando una gran sonrisa.—¿Gustas?—Le pregunté ofreciendo una de las latas de refresco hacía ella.—. Aunque primero atraparía esa rata. Spark aprovechó la confusión de su entrenadora para escapar lo más rápido posible hacía las habitaciones del centro pokémon. —Intenta no matarle.
--No, gracias...-- le dije rechazando su oferta En ese instante noté al ratón huir, mejor para él, pero sólo está eetrasando lo inevitable. --Lo intentaré... Decidí pasar del pokémon, y me centré en el chico. Rápidamente me acerqué, y le abracé fuertemente sonriendo.
—También te extrañé.—Dije mientras cruzaba mis brazos por su cintura.—¿Qué pasó? ¿No estabas en Kalos?
--Estaba...-- le dije echándole un vistazo --El caso es que... Quise tomarme unas vacaciones fuera de Kalos. No soportaba estar encerrada en una habitación... Y decidí venir aquí y de paso volver a veros.
—Me alegro de verte. Una pequeña caricia mía pasó en su mejilla derecha —Ahora mi duda: ¿Qué hizo Spark?
Una sonrisa tonta se me formó ante su gesto. --Y yo a ti... Al oír lo siguiente, decidí contestar rápidamente. --Es el diario de mi padre. Parecerá tonto pero para mi es importante, mucho.
—¿El diario de tú padre?—Le pregunté.—¿Yo podría verlo? Me gustaría aprender algo de un campeón de Liga..
--No lo vas a entender. Está escrito en Garabeo, como me gusta llamarlo. Son todo rayones y garabatos. Sin contar que algunas cosas están en Italiano y Francés-- le dije abriéndolo y mostrándoselo --. ¿Ves?
Dí una risa ante su respuesta. Aunque claro, era normal. Cerré el cuaderno, y lo puse por el interior de mi chaleco. --Lo sé. Pero ahora cuéntame... ¿No habrás estado con otra chica, verdad?-- le dije con tono de broma, pero por si acaso a su vez seria