—Casi, pero no… debes haber olvidado que los tipo agua son resistentes al acero —sonreí, mirando a Vaporeon aguantar sin problemas el golpe—. ¡Dale otra Acua Cola! VAPOREON: Agua (Muro) Absorbe Agua: los movimientos tipo agua curan en lugar de dañar a este pokémon. Salud: 214/260 Fuerza: 190 (15) Resistencia: 170 (15) Agilidad: 1/2 (65 de Velocidad) Movimientos: -Acua Cola (60 Potencia, Agua) (Usos: 1/4) -Rayo Aurora (50 Potencia, Hielo) -Armadura Ácida (aumenta la resistencia propia en 20) (Usos: 4/4) -Ataque rápido (30 Potencia, Normal; se necesitan dos puntos de agilidad para esquivarse) (Usos: 4/5)
Mi punto de equilibrio se perdió una vez que Emily me empujó para dejarme recostado en el suelo y ella arriba de mi, pero....¿había escuchado yo bien?, ¿vestirme de mayordomo? — ¿Vestirme de mayordomo?...— murmuré mirándole algo sorprendido — ¿Eso quieres?...
—¡Quiero, quiero!—dije asintiendo con la cabeza—¡Y tomarte muchas fotos!—añadí sonriendo y empecé a darle golpecitos con mis dedos índices en su pecho.
Miré por un momento el cielo para suspirar un poco y luego la miré a ella con una sonrisa — Si eso es lo que quieres...— me fui reincorporando poco a poco hasta volver a quedar sentado mientras ella volvía estar sentada en mi regazo — Supongo que lo puedo hacer....
Mis ojos estaban enfocados en la batalla, pero cada tanto miraba de reojo a Emily y Dante... Entonces, cuando escuché que el entrenador había aceptado la propuesta de vestirse como mayordomo para que Emily le hiciera sesión de fotos, no pude evitar llevarme la mano a la boca. Lo peor de todo es que se notó la forma en que aguantaba la risa que purgaba por escapar de mis labios... —Será interesante de ver... —intervine.
Iba a responderle a Dante cuando escuché la leve risa (e intento de que no se le escapara) de Hubert, lo que hizo que me levantara y mirara al chico desde arriba. —Ya que Effy va a ganar y veo que tienes muchas ganas de llevar algo como eso, yo podría conseguir dos trajes—dije enseñando dos dedos y sonriendo dulcemente ante el chico, aunque se debía notar que mis intenciones no eran nada buenas.
A juzgar por la propuesta de Emily a Hubert pude notar de inmediato que no le había agradado en lo absoluto que a Hubert se le hubiese escapado una risa ante mi respuesta que él había escuchado. — Tranquila Emi — le sonreí sin prestar mucha atención a como Hubert aguantaba su risa — Creo que Hubert realmente no le apetecería llevar algo como eso, simplemente deja que ría, la risa es buena para las personas — miré a Hubert y reí levemente, no recordaba en ningún momento verlo reír así por algo, tan siquiera había recordado un poco al antiguo Hubert, aunque debía de admitir que todavía me costaba acostumbrarme al nuevo
Al final me encontré con que mi risa contenida sí se había notado, dado que Emily se incorporó para enfrentarme. Tuve que inclinar la cabeza hacia atrás para poder mirar su rostro sonriente. Enseñando los dedos índice y mayor, como formando el símbolo de la "Victoria", ella insinuó que, en el fondo, me interesaba llevar el traje de mayordomo... ¿Acaso quería que formara parte de la sesión de fotos? No sé, pero la sonrisa de la entrenadora escondía un trasfondo que preferí no leer. —Declino la oferta —respondí, devolviendo la sonrisa a Emily—. Para ser honesto, me siento aliviado de no tener que servir a Mimi por una semana... No la considero una mala persona, el problema es que no logro acostumbrarme del todo a su actitud.
—Si yo dejo que se ría—dije con tono quejoso girándome hacia Dante—Pero pienso que se vería muy bien en ese traje—seguí con el mismo tono y después me giré hacia el otro lado de dónde se disputaba la batalla. Escuché lo que Hubert tenía que decir y me encogí de hombros. —Tienes razón, yo tampoco aguantaría—admití antes de empezar a andar sin destino fijo—Voy a darme un paseo, ahora vengo~—avisé mientras me alejaba y me despedí con la mano.
Suspiré al ver a Emily irse, y con ayuda de Staraptor me levanté del suelo, iría a buscar algo de comer y tal vez volviera aquí por si Emily volvía, luego me giré hacia Hubert para despedirme — Espero poder brindarte más risas cuando pase aquello — sonreí amablemente y luego señalé el centro pokemon — Iré a comer algo rápido al centro pokemon, felicita a Effy de mi parte si gana la batalla... — Nos veremos... después — sin mas que agregar Staraptor emprendió vuelo dejandome solo y me encaminé hacia el centro
Saludé a Emily a pesar de que ya había tomado distancia de nosotros dos. Dante se incorporó con la ayuda de su Starapor casi inmediatamente y, entre avisos de que iría a proveerse de comida al Centro Pokémon, se despidió de mí deseando que tuviera más momentos de risa con él y que felicitara a Effy. —Eso espero —respondí con una sonrisa mientras lo veía alejarse—. Y espero llegar a tiempo para ofrecer tu felicitación a Effy, ya que también tengo algo en mente. Spritzee y Maractus no se hallaban demasiado lejos del campo de batalla, donde ahora un Aron estaba peleando del lado de la joven Honda. Los llamé con la mano en alto y no tardaron mucho en acercarse. —Compañeros, nos vamos al Gran Desierto —anuncié. El escuchar semejante cosa, Maractus dejó escapar una sonora exclamación de alegría: llevaba mucho tiempo sin pasar por la que anteriormente había sido su casa, su hogar en este mundo antes de conocerme. La idea de volver a sentir la tormenta de arena golpeando su rostro como quien disfruta de la lluvia, lo llevó a bailar con enérgica alegría, para divertimento de Spritzee, quien lo acompañó con una danza aérea. Serperior me miró, como preguntando el por qué de tan repentina visita al desierto de Galeia. —Iremos en busca de un viejo amigo, al que conociste cuando eras apenas un Servine recién evolucionado —le sonreí—. A todo esto, ¿dónde se metió Plusle? —¡Plusle! Todo este tiempo había estado durmiendo en el interior de mi morral. Maractus y Spirtzee rieron ante esto mientras que yo negué levemente con la cabeza. —Últimamente está holgazán —comenté con una expresión amable—. Ven, vamos a estirar las piernas. Dicho y hecho, los cuatro nos dirigimos al Norte.
Despues de unos minutos pidgeotto aterrizo en la ciudad barniz, sonrei, me baje del pidgeotto para despues agradecerle, regresarlo a su pokeball y empezar a caminar tranquilamente, mientras mi eevee subia a mi cabeza y este veia todo con una sonrisa alegre
Había llegado al centro pokemon, mas específicamente a la cafetería del centro donde fui directamente para agarrar algo para comer, al final simplemente me había decidido por un jugo y carne. No quería tardar mucho después de todo me gustaría ver el final de la pelea en cuestión, sería interesanete ver como reaccionaba la realeza de Mimi ante la apuesta que habían hecho. Todo era muy interesante por una mínima apuesta.
Pidgeotto aterrizó cerca del campo de batalla donde Mimi y Effy se enfrentaban. Por suerte no me había perdido el desenlace, puesto que continuaban allí, realizando su duelo de miradas. Con Pidgeotto de vuelta en su pokébola, Maractus y Serperior fuera de las mismas y con el equipo modificado, nos sentamos en un costado del campo de batalla para seguir viendo el combate...
Seguia caminando mientras pensaba, claro estaba viendo a ver si veia a algun entrenador o alguien con el cual platicar un.rato
Seguí caminando sin rumbo fijo hasta que llegué a las puertas de un enorme parque, de esos llenos de fuentes y plantas. Decidí entrar y buscar un sitio donde relajarme y asimilar todo lo que había pasado, pues aún no me lo creía. Me senté a la sombra de un árbol y, apoyada en el tronco se este, me quedé observando el cielo que se extendía encima mía, con aire risueño, recordando todo lo sucedido y sonriendo como una tonta. ¿Quién diría que volver a salir de aventura me daría tantas emociones repentinas? Echaba de menos eso de sentir todo de forma tan extrema. Echaba de menos esto.
Sonrei mientras veia el cielo, pues pensaba en algo. Eevee me veia y este sonrio y se fue a jugar con cubone ya que este estaba solo
Mimi Honda Con un simple movimiento de mi mano derecha devolví a mi debilitado pokémon a su pokéball. A lo lejos, el grupo de inesperados espectadores parecía haber menguado, y yo lo agradecí internamente. Como si no tuviera suficiente con haber perdido, no quería que mi fulminante derrota se acabase convirtiendo en una humillación pública. ¡Sería una hecatombe para mi reputación! —Casi, pero no… debes haber olvidado que los tipo agua son resistentes al acero. —No lo había olvidado—le respondí a Effy, volviendo el rostro con dignidad—, simplemente no lo recordé a tiempo. Bien, el combate había terminado, y mi derrota había sido tan humillantemente rápida que ni siquiera me había dado cuenta... Effy era muy buena, aunque me reventase decirlo, pero, por supuesto, eso era algo que me guardaría para mí, ni mucho menos iba a reconocerlo ante ella y su estúpida Vaporeon, que aún permanecía en el campo de batalla, igual de orgullosa por su victoria que su entrenadora. Yo, sencillamente, giré sobre mis talones para marcharme.
—¡Alto ahí! —exclamé, alzando mi mano tipo barrera, en cuanto noté que Mimi comenzaba a marcharse—. No olvidarás nuestra pequeña apuesta, ¿verdad? No me digas que no eres una mujer de tu palabra… Mimi se frenó en seco en cuanto oyó mis palabras, y me acerqué a ella con pasos pausados. Hubert se había marchado, también Dante, y al igual Emily. Nadie quedaba en el campo de batalla más que nosotros y Vaporeon, la cual me siguió sin mascullar un sólo sonido. —Según los términos de nuestra apuesta, debes obedecer mi órden… y sí, en singular, porque sólo tengo una órden para ti. Y debes obedecerla sin importar qué, ¿entendido? —instruí, preparándome para hablar—. Y lo que debes hacer es esto… no usarás ningún traje de sirvienta, no me servirás como una simple esclava, no te daré comandos para hacerte sufrir. Pero sí te daré ésta órden y tú deberás cumplirla: vete. Por el norte de esta ciudad, está la salida al Gran Desierto. Por el oeste, puedes pasar por el Volcán Barniz. Quiero que abandones esta ciudad por cualquiera de esos caminos y comiences efectivamente tu aventura pokémon. >>>Te has quedado en la seguridad de la ciudad hasta ahora, pero nunca progresarás ni mejorarás, ni tus pokémon ni tú como entrenadora. Y al contrario de lo que tú crees, no disfruto aplastando novatos en batallas; quiero que te marches y viajes, y entrenes, y captures nuevos pokémon… y que te vuelvas una entrenadora fuerte, realmente fuerte, y cuando lo hagas, entonces nos encontraremos de nuevo y entonces tener una épica batalla equilibrada y justa. Esa es mi órden, y a menos que quieras que cambie de opinión y te encuentres sirviéndome jugos de maracuyá y naranja toda la semana, ¡vete ya! Finalmente, Mimi se descongeló, aunque estaba de espaldas así que no podía ver su reacción, pero la joven apuró el paso y se metió de nuevo en el centro pokémon, presumiblemente a curar a sus debilitados compañeros. Suspiré y miré a Vaporeon… luego levanté la vista para ver que Hubert se encontraba algo alejado de la escena, supuse que para Mimi no notara que había regresado y había visto todo lo recién ocurrido… ahora que ella se había marchado, me acerqué al joven entrenador con una sonrisa.
La caída del último pokémon de Mimi marcó su aplastante derrota. Me sorprendió bastante el hecho de que dos de los tres pokémon que envió a luchar estuvieran apenas en su primera fase evolutiva… ¿Será que acaso eran las únicas opcionescon las que contaba? En el Gran Desierto y en el Volcán Barniz habitaban pokémon salvajes con características que le habrían permitido dar más pelea ante su rival, pero intuí que, en el tiempo que estuve en Ciudad Témpera, Mimi Honda no había abandonado la ciudad. Dejé a un lado estas preguntas: la entrenadora de Raiden ya había pasado por muchos pormenores desde que llegó a la región, y no me agradaba la idea de contribuir a su malestar si se llegaba dar cuenta de que su humillación había tenido testigos presentes. Por eso me alejé discretamente del campo de batalla junto con Serperior, Maractus y Plusle, hasta que quedamos fuera de su campo visual. El pokémon de las maracas y el de Brendan se fueron a bailar por ahí, no muy lejos de mi inicial y yo. La distancia no me impidió escuchar la orden que Effy le daba a Mimi cuando ésta se dispuso a marcharse: la puesta seguía en pie. Mi amiga le pidió a la joven Honda que dejara atrás Barniz para comenzar con su viaje y volverse una entrenadora fuerte. Quedarse en la seguridad de estas calles no le iba a dar la oportunidad de derrotarla. Mimi simplemente permaneció un momento en pie. Desde mi posición podía distinguir su perfil. Un flequillo rubio cubría sus ojos, pero noté que apretaba los labios. Finalmente, desapareció tras las puertas del Centro Pokémon. Suspiré. No me gustaba verla así, he de reconocer: estaba sufriendo mucho. Me intrigaba saber por qué había dejado atrás su hogar, donde tenía todas las comodidades con las que uno podría soñar, para convertirse en entrenadora pokémon… Tomé la resolución de que brindaría mi apoyo más adelante, pero por ahora era mejor dejar que se subsanara su orgullo herido. Effy se acercó a mí con una sonrisa embelleciendo su rostro. —Me has quitado las palabras de los labios —le devolví la misma expresión—. Aquello que le dijiste a Mimi pensaba expresárselo yo también, aunque en forma de consejo —la miré a los ojos—. Me gustó presenciarlo: demuestras que tu grandeza no radica sólo en el campo de batalla.