No respondió a mi llamado. Su voz sorprendida acarició suavemente el silencio de la noche, hasta que ya no fue posible sentir más que el susurro de las hojas. Me albergó el temor de que Spritzee se perdiera en Ciudad Barniz sin dejar rastros, debido a que desconocía completamente todo lo que formaba parte del mundo de la vigilia. Todo objeto sería motivo de distracción, por lo que era una probabilidad que no se dignara a volver hasta unas horas después, momento en que advertiría que estaba perdida. Por ende, regresé a todos los pokémon a sus pokébolas (salvo a Serperior y a Plusle), tomé mis cosas apresuradamente y salí, sin molestarme en quitar las espinas que Maractus había dejado en el acolchado. Serperior y yo salimos del Centro Pokémon y rodeamos la plaza junto a la cual el hada voladora se había perdido de vista. Pregunté a los transeúntes nocturnos si habían visto un pequeño pokémon rosa, volador, que se maravillaba por todo; mi inicial hacía lo propio, con los demás pokémon. Ambos recibimos negativas; algunos ni siquiera conocían la existencia de un pokémon con el aspecto que les describía. Pasados veinte minutos llegó a nuestros oídos el grito. Al girarme, me percaté de las presencias de Steve y Liza, y también de la de Mimi, que en ese momento movía los brazos desesperaba mientras su Oshawott la seguía. Spritzee, asustada por los gritos, trataba de hacer equilibrio sobre sus cabellos. Tras tensos segundos de lucha, Mimi llegó a apartar al pokémon de su cabeza. Spritzee se disponía a abandonar el lugar pero, en cuanto me vio, voló contenta hacia mí, para ir a parar a mis manos. —Procura no alejarte mucho de nosotros —le sonreí al tipo hada, que respondió con una exclamación en su idioma. Steve, Liza y Mimi me miraban. Los saludé con bastante tranquilidad. —¡Tanto tiempo Steve! —dije a éste, pues no había tenido noticias de él desde nuestra batalla en Acrílica. Acto seguido, encaré a Mimi con una expresión de pena en el rostro—. Perdón, mil disculpas por eso; a Spritzee le habrá atraído el color de tu cabello, pero no fue su intención asustarte de esa forma. Me responsabilizo por el mal momento que te hizo pasar.
Mimi Honda Fue una suerte que aquella extraña ''cosa''—momentos después pude comprobar que se trataba de un pequeño pokémon rosado—, acabase desistiendo y echase a volar. Sin embargo, no huyó del lugar, sino que fue a parar a las manos de... ¿Hubert? Creo recordar que era ese su nombre, el entrador de aquel sinuoso y elegante pokémon, que, de hecho, también lo acompañaba esta vez. Saludó sosegadamente al chico, cuyo nombre parecía ser Steve... Steve... ¿De qué me sonaba ese nombre? Juraría que lo había oído antes, juraría que conocía a aquel joven... pero las palabras de Hubert, que parecía avergonzado por el comportamiento de aquel ser, me devolvieron de golpe a la realidad. —Perdón, mil disculpas por eso; a Spritzee le habrá atraído el color de tu cabello, pero no fue su intención asustarte de esa forma. Me responsabilizo por el mal momento que te hizo pasar. —¿Era tuyo ese pokémon?—le pregunté, apretando los puños—. ¡Por Arceus, ten más cuidado la próxima vez! ¡Hay unas esferas llamabas pokéballs que sirven para guardar a los pokémon e impedir que asalten a la gente por la calle así!—le espeté. Suspiré profundamente, y me dediqué a arreglarme el cabello con las manos, como buenamente pude—. Y... no me asusté...—corregí, pero mi voz tembló ligeramente, mis ojos cerrados—. Sólo me sorprendí, ¿está bien? Moo, a mi lado, se encogió de hombros, y dirigió a los presentes una clara mirada de circunstancias.
Merecía cuanta recriminación quisiera hacerme Mimi, pero fue más leve de lo que esperaba. Spritzee se dedicaba a levitar a mi alrededor, mirando con curiosidad a los presentes. —La capturé hace no más de una hora —respondí con amabilidad a los dichos de Honda, pero también dirigiéndome a Steve y Liza—. Viene del Claro de los Sueños, un lugar extraño y hermoso al que sólo se puede llegar durmiendo, con esta pulsera puesta —levanté una muñeca para que mi interlocutora pudiera apreciar el curioso objeto que la rodeaba—. Spritzee no ha tenido contacto alguno con los humanos (hasta ahora) y todo cuanto nos rodea es nuevo para ella, por eso me pareció buena idea dejar que tomara un poco de aire fresco y explorara... Claro, no imaginé que iría a parar a tu cabeza —esto último lo agregué rascándome la mejilla, con una sonrisa indecisa.
Experimentaba una recuperación exitosa -We, me gustaría salir... -me levanté de donde estaba, en una cama en enfermería, para irme caminando, si bien estaba sano, seguía pálido, y más al sentir la sombría presencia de Gengar- Con que eres tu...
Mimi Honda —¿El Claro de los Sueños?—repetí, con un tono entre la curiosidad y el escepticismo. Hubert siguió hablando, y explicando que el único modo de entrar era mientras dormías, y sólo llevando consigo una pulsera que el se mostró presto en enseñar. Su superficie brillaba bajo los pálidos rayos de la luz de la luna, mientras él, muy ufano, seguía explicándose... y disculpándose. Suspiré—. No tiene importancia, en serio—dije—. Nadie ha salido herido ni perjudicado...—añadí, y alcé la vista hacia mi pelo, ahora alborotado a pesar del presuroso tratamiento que le había dado. Debía tener pinta de un Luxray recién levantado en un día de lluvia... ¡Maldita era mi suerte! ¿Qué había hecho yo?—... excepto mi cabello—agregué—, al que le espera un buen cepillado en cuando lleguemos al Centro Pokémon... Y suspiré profundamente.
Sentí el suspiro que dejó escapar luego de lamentar el estado de su cabello. En ese momento no se la vio como la enérgica persona que se presentaba a viva voz en el centro comercial, sino como a una chica con el corazón vulnerado por malas experiencias. No sabía qué le había pasado, pero sentí deseos de animarla. —La rebeldía también tiene su encanto —se me ocurrió decir—. Por otro lado, del Centro Pokémon venimos Serperior y yo, no está muy lejos de aquí. Spritzee se acercó a Steve. La gorra del entrenador le llamaba la atención, como hipnotizándola.
Mimi Honda —La rebeldía también tiene su encanto —comentó Hubert, entonces—. Por otro lado, del Centro Pokémon venimos Serperior y yo, no está muy lejos de aquí. La rebeldía también tiene su encanto... ¿se estaba refiriendo a mi cabello? Me sorprendió, la verdad. ¿Qué encanto podía tener un peinado tan desastrado como el que ahora presentaba? Sin embargo, me hizo sonrojar. Ugh, un poco al menos. —¿Tú crees?—pregunté, y tras un par de segundos sacudí la cabeza intentando despejar mis ideas, mientras me quitaba los lacitos azules que solía llevar a modo de coletas y me sacudía el pelo para tratar de hacerlo más presentable—. Pu-pues da igual, no va a durar mucho así... Terminé recogiéndome el cabello con tan sólo uno de los lazos. Y eso segundo que había dicho...— ¿Sabes dónde está el Centro Pokémon?—pregunté, y soné casi esperanzada mientras tomaba a Moo en brazos, que parecía sentir cierta curiosidad por el pequeño Spritzee—. ¡Oh, eso es genial! ¿Me acompañarás hasta allí, verdad? Ya me daba igual que el CP fuese gratis o que su calidad estuviese por debajo de la de un motel de extrarradio, yo sólo quería descansar y olvidar ese nefasto día.
Cuando aterrizamos nuevamente en Barniz me bajé de un salto del pokémon. -Ah~-suspiré-Ya se esta haciendo tarde-dije mirando al cielo-A lo mejor se han ido ya al Centro a dormir. ¿Y si vamos de fiesta?-propusée a modo de broma girándome sobre mis talones para mirar a Dante. Contenido oculto @Nekita
Bajamos de Staraptor al llegar a Barniz, algo tarde pero habíamos llegado y Emily rápidamente sugirió irnos de fiesta — Yo no soy de ir a fiestas Emi — dije riendo empezando a caminar
— Pues que pena — dije mientras lo seguía sin poder evitar sonreír. Observé el inmenso cielo que se extendía por encima de nuestras cabezas. Muchas estrellas iluminaban la bóveda celeste, a pesar de que ésta ya no se encontraba en su color principal sino en uno mucho más oscuro, tirando a negro. Cerré los ojos durante unos segundos y junté mis brazos detrás de la espalda, entrelazando las manos. — Dante — llamé al mayor abriendo los ojos — ¿Cuál fue la razón por la que empezaste esto? — pregunté bajando mi mirada hasta observar el suelo.
— ¿Por qué inicié esto?...— murmuré deteniéndome un poco para pensar la respuesta, cuando la obtuve volví a caminar — Para cumplir el sueño de otra persona, si fuera por mi jamás hubiera salido...— confesé, sin darle mucha importancia, claro que ahora si consideraba buena esa lección de salir
— Comprendo... — fue lo único que se me ocurrió responder. ¿Podría preguntarle por quién? ¿No se enfadaría? Mi curiosidad ya me había metido en bastantes problemas así que preferí no seguir hablando. De igual manera yo estaba en una situación parecida y no me sentiría muy cómoda si me preguntasen sobre el tema. — ¿No estás cansado? Es muy tarde ya y creo que llevas sin dormir todo el día. Deberías descansar — dije con ton preocupado mientras levantaba la vista y así poder observar su rostro.
Reí levemente ante su preocupación de si descansaba o no, aunque realmente casi nunca lo hiciera...descansar al 100% no, claro que con lo que se suponía que debía hacer para dormir: funcionaba, ¿hace cuanto tiempo yo dormia por ayuda?. Aparté esos pensamientos rápidamente y coloque mi mano en su cabeza para revolver sus cabellos — Si me voy a dormir ahora, prométeme que si te vas de fiesta regresarás relativamente temprano.
No pude evitar reírme ante su frase. -No tiene gracia irse de fiesta solo-comenté y me moví un poco más hacia al lado, quedándome más cerca de mayor-Así que me daré una ducha y me quedaré leyendo o algo parecido-dije encogiéndome levemente de hombros.
— No creo que en una fiesta te dejen estar sola, pero si quieres hacer lo segundo, por mi esta bien — le sonreí un poco y observé el centro pokemon a lo lejos — Entonces..¿vamos al centro?
-Vamos~-canturreé y aceleré el paso para conseguir llegar cuanto antes al Centro. Cuando nos adentramos en el edificio me acerqué hacia la enfermera y le pedí una llave para una habitación. Me entregó el plateado objeto y me giré hacia Dante, con el brazo extendido -Toma-puse la llave en su mano derecha y cerré ésta en un puño con las mías propias-Sube que en un momentito voy yo-dije sonriendo.
Llegamos al centro pokemon y Emily pidió de inmediato el cuarto, ahora simplemente faltaría Ukitashi y viviríamos de nuevo lo que hacíamos los tres. Pero teníamos que adaptarnos ahora sin él, sería casi lo mismo — Esta bien... me adelanto — dije guardando la llave y comenzando a subir las escaleras. Una vez que llegué al cuarto lo abrí con la llave y me adentré en este, dejandole sin seguro para cuando viniera Emily, me recosté en una de las camas pegadas a la pared y me serví un poco de agua en el termo que traía en mi mochila junto con un pequeño envase de pastillas para conciliar el sueño, no me agradaban en lo absoluto, pero el cuerpo humano tenía que descansar. Tomé las que se indicaba y cerré el envase para colocarlo en mi mochila, tomé algo de agua y junto con esta me tomé las pastillas. — Ahora solo esperar...
Observé como subía las escaleras y me giré hacia la mujer de pelo rosa. -Joy-san, ¿me ayudarías a hacer una cena ligerita?-pregunté y la enfermera aceptó, tan amable como siempre. Preparamos un crema de verduras que servimos en el plato y puse éste en una bandeja. Con un poco de pan (por si acaso él quería), un vaso de agua y un pequeño bol de fresas en la misma bandeja subí al primer piso y fui hasta la habitación en la que se encontraba el chico. Apoyé cuidadosamente la bandeja en un rodilla levantada en el breve lapso de tiempo que llamaba a la puerta para después volver a agarrar la fuente.
Después de un par de minutos se hizo presente un pequeño ruido en la puerta, me levanté y caminé hacia esta para abrila, descubriendo que: Emi llevaba una bandeja con su cena, abrí la puerta completamente y le ayude a cargarlo — Me hubieses avisado y te ayudaba desde un principio — dije llevando la bandeja al escritorio del cuarto
Inflé los mofletes cuando me quito la bandeja. -Quiero que descanses-dije entrando y cerrando la puerta tras de mí-Y eso incluía no llevar bandejas-suspiré sentándome en la cama-Espero que te guste-deseé-La mayoría lo ha hecho Joy-san porque yo no soy muy buena en la cocina-informé.