Asentí a lo que dijo Mimi --Si, después tengo que pasarme por el hospital, que enfermé hace unos días...
Pidgeotto posó sus garras sobre el césped de un parque. Atardecía. Nubes aisladas en el cielo eran teñidas de naranja y rosa a causa del crepúsculo, las conversaciones del gentío llegaban a nuestros oídos en forma de calmados murmullos. Pero para mí estaba la certeza de que encontraría a otros entrenadores recorriendo las aceras, por eso esta localidad fue el destino de nuestro viaje. Antes de ir tras el rastro de alguien que deseara entrenar, hice una parada en el Centro Pokémon. Pidgeotto y Cresselia tuvieron la oportunidad de alimentarse y descansar bien; la segunda llamaba la atención de las personas presentes, pero la enfermera Joy les prohibió acercarse, porque Cresselia podía llegar a sentirse intimidada. La agradecí el gesto cuando llegó el instante de nuestra retirada. Y una vez puse pie en la vereda, Serperior y Maractus hicieron acto de presencia. Fuimos por calles diversas, iluminados por las primeras estrellas sobre el cielo que no terminaba de oscurecerse. Fue entonces cuando pude divisar a la chica de las bolas, Mimi, acompañada por Rojo y Liza. Me sonreí antes de acercarme. —¿Cómo les va? —me acerqué, levantando una mano; casi inmediatamente, encaré a Rojo — ¿Te gustaría una batalla? Llevo bastante tiempo sin entrenar.
—No hay problema, será para otra ocasión —respondí sonriendo, aunque en el fondo me sentí desilusionado por la negativa; pero después la curiosidad comenzó a picarme— ¿Qué es aquello que te trae ocupado?
-Solo mírame, la gripe me tiene como un muerto viviente y temo que sea algo peor... -comenté mirando mi estado de palidez-
Di un discreto paso hacia atrás. —Entonces no deberías ir por ahí conversando con la gente, ya sabes lo contagiosa que es la gripe. Pero en fin, te deseo una pronta recuperación.
-Caramba, solo me falta que ya me pongan en cuarentena ... -me quejé, pero Hu tenía razón- Va, nos vemos después... Y emprendí rumbo a un hospital
Mimi Honda Todo había pasado demasiado deprisa... ¡Demasiado! La repentina apareción de aquel chico, el de ese pokémon que había asustado a Moo en el centro comercial... ¿Cómo se llamaba? ¿Hubert...? y su breve conversación con Rojo, donde él había explicado que tenía algo que parecía ser la gripe... la verdad es que se le veía algo pálido y débil... No pude añadir nada, pues antes de poder darme cuenta siquiera, el chico había salido corriendo rumbo al hospital más cercano... Sin más. En un suspiro. Genial, pensé, esperaba que pudiera recuperarse pronto, mientras no se acercase mucho a mí... Un momento... ¿No había algo qué...? Algo que él había prometido hacer y claramente no iba a cumplir... Fruncí el ceño y apreté los puños mientras la tan conocida rabia convertía mi sangre en fuego líquido. —¡Oye!—lo llamé desde lejos, cuando no era más que una sombra difusa en el horizonte, dando pequeños saltitos sobre el suelo para tratar, completamente en vano, de hacerme más visible a sus ojos—¿¡Qué pasa con mi hotel?!
Contenido oculto So sorry @Fabian, avísame cuanto te conectes de nuevo para ver como concluímos la batalla. Pero mientras tanto, rolearé para no quedar estancado ^^U Habían pasado díiiiiiiiiiias (creo que casi un mes, la verdad es que ya ni lo recuerdo), desde que Ukita y yo tuvimos una emocionante batalla en esta ciudad. Sin embargo, no pudimos concluír la batalla puesto que llegaron entusiastas aficionados a gritar el nombre de los legendarios, seguido de numerosos Poké-Hippies que nos lanzaron tomates por "incentivar la violencia inter-pokémon", y vaya que era agresivos para ser supuestos Hippies. Desde entonces, Ukita y yo corrimos como si no hubiera un mañana, y luego de que estuvieramos a salvo, nos despedimos y cada uno siguió su camino, prometiéndo que continuaríamos la batalla en otro momento, en un lugar libre de protestantes furiosos, irónicos e inconsecuentes. En este momento, mis pokémon se encontraban comiendo su alimento mientras yo disfrutaba de una pizza de pollo y champiñones para el almuerzo. Sí, quizá no era muy nutritivo, pero vamos, con todo lo que caminamos los entrenadores, nosotros nunca engordamos... O al menos eso espero.
Rojo giró sobre sus talones ante el intempestivo llamado de la chica... ¿Mimi Honda era su nombre completo? Sí, así se había presentado a viva voz en los interiores del centro comercial, su voz ampliada por la acústica de aquel lugar. El entrenador se acercó de nuevo a nosotros con su palidez fantasmal para, sin más, depositar una paupérrima suma de dinero en las manos de la joven Honda... Me llamaba la atención que estuviera destinado al pago de un hotel... —Disculpa mi intromisión —hablé en dirección a Mimi , dedicándole una sonrisa—. Pero en el Centro Pokémon se alquilan habitaciones sin ningún costo para los entrenadores. Son muy acogedoras, se descansa bien y ahorras dinero que se puede invertir en otras cosas ¿Por qué un hotel?
Mimi Honda Se dio la vuelta, extrañamente, y cuando regresó, me tendió unas cuentas monedas... No me lo esperé, pero ya estaba enfadada, furiosa en realidad, y ese gesto no apagó todo mi fuego interior. Aparté su mano con cierta rabia. —¡Ugh!—le grité, los puños tan fuertemente apretados que los nudillos se me volvieron blancos, —¡Quédatelo! ¡No lo quiero!—gruñí, dándome la vuelta de súbito. Cerré los ojos y traté de calmarme. ¡Era tan fácil hacerme enfadar! ¡Y Rojo era tan... ugh! Reuní todo mi orgullo y alcé la cabeza con dignidad— Me hospedaré en el Centro Pokémon, ¿está bien?—¿Qué acababa de decir? ¡Horrible, horrible! ¡El CP era tan mainstream! ¡Y gratis! Gratis era el antónimo de calidad, el opuesto, el... Pero traté de dejarlo a un lado y no pensar en ello, (por mi bien) Tomé aire profundamente, llenando totalmente mis pulmones, y lo encaré. —¡Y corre al hospital de una vez, antes de que tu estado empeore!
Miré a Mimi -¡Vamos! -dije, a ver si podía calmarla- No es necesaria la violencia Si había algo que odiara más que a los niños pijos era lidiar con uno enojado
—'Amo la pizza, la amo, la amo...' —dije en mis pensamientos mientras comía sin parar. Entre mi amplio equipo, se encontraba Blaziken haciendo abdominales. Tranquilos, no le pasará nada... el luchador tipo fuego se alimenta de golpes, palizas victorias. No... era sólo una broma. Blaziken come liviano y ya hizo el reposo necesario para poder hacer ejercicio sin problemas. A su lado, estaba Scizor, que se encontraba afilando sus tenazas con Skorupi. Vaporeon y Leafeon comían con calma, tan pasivas como de costumbre, mientras que la maternal Togekiss regañaba al travieso Phanpy para que no comiera comida de los otros. En lo que corresponde a Metang, Haunter, Noivern y Luxio... ellos estaban concentrados en su comida, aún no tenían mañas/rasgos destacables que pudiera notar. Prinplup comía aceleradamente, asegurándose de que su comida fuera de él y de nadie más. Y la diva de Froslass se encontraba comiendo con tenedor y cuchillo... los utensilios que yo no ocupé, porque no sé, no me gusta la idea de comer pizza con cubiertos, es excesivamente sofisticado para mi gusto. —¡Uff! Estuvo rico. El mejor almuerzo en aaaños... —susurré, dejando caer mi cabeza en el respaldo de la silla, una vez que terminé la pizza entera.
Admiraba el jaleo que se acababa de formar ante mis ojos como quien ve una película comiendo palomitas tranquilamente, apoyada bajo la sombra de un árbol próximo. En verdad que ver lo enfadada que se había puesto Mimi por nada me había sorprendido, al haberla conocido recientemente no tenía idea de cómo era, pero supongo que todo el mundo tiene un lado malo, aunque también un lado bueno. Solté un pequeño bostezo mientras me tapaba la boca para no hacer ruido, y finalmente decidí que lo mejor sería dar una vuelta hasta que la cosa se calmara, a parte de que yo no estaba haciendo nada allí. Me acerqué a Mimi por detrás y le di un pequeño toque en el hombro para llamar su atención delicadamente, aunque por dentro estaba algo asustada al no saber como reaccionaría. Le sonreí una vez se giró. —Mimi voy a ir a dar una vuelta por la ciudad, si necesitas cualquier cosa búscame por la zona. De todas formas luego en la noche nos vemos por el Centro Pokémon, yo también alquilaré una habitación. —le comenté con simpatía. —Y las habitaciones del centro no están nada mal, te lo digo por experiencia. ¡Nos vemos luego! —y una vez me despedí de todos los presentes, comencé a caminar por una de las calles paralelas a ésta, alejándome del pequeño grupo finalmente.
Luego de eso, págamos la cuenta y nos fuimos de la Pizzería Barniz, y comenzamos a caminar por ahí. Como de costumbre, tanto Blaziken como Phanpy quedaron afuera de sus pokébolas, aunque esta vez también nos acompañaba la diva de hielo, puesto que se había negado a entrar a su pokébola... lo cual era una lucha a diario después del almuerzo, no sé cual era ese capricho. De repente, Phanpy comenzó a olfatear y a olfatear... ¡Y se puso a correr como loco! —¡¡Phanpy!!, ¿a dónde vas? —grité, siguiendo al loco elefante.
Mientras caminaba por las calles de Ciudad Barniz escuchando música por mis nuevos cascos y mp4, noté como algo me hacía cosquillas cerca de mis pies y giré mi cabeza levemente, deteniendo así el paso y logrando ver de quien se trataba; era un pequeño Phanpy el cual conocía bastante bien y que olisqueaba con su trompa cerca de mi. Me quité los cascos y los metí en uno de mis bolsillos para agacharme y acariciar al pequeño pokémon. —¡Hola Phanpy, cuánto tiempo sin verte! —le saludé acariciando su lomo y mirando al rededor nuestra, buscando con la mirada a su entrenador. —¿Dónde está Steve? El pokémon apuntó con su trompa tras de mi y al girarme logré ver al chico junto a su Froslass y Blaziken. Metí las manos en mis bolsillos mientras me acercaba junto al pokémon. —¿Se te ha vuelto a escapar este pequeñín? —reí levemente mientras le miraba.
Me detuve y me agaché levemente para recuperar el aire. Vaya que corría rápido ese elefante para ser tan comilón... Noté que iba con alguien y ese alguien era Liza. Cuando ambos se acercaron, me levanté y sonreí para saludar. —Sí, el elefante fugitivo se ha vuelto a escapar... Seguido de mi comentario, Blaziken saludó a Liza con un gruñido entusiasta mientras Froslass se acercó a Liza y le inclinó su patita/mano/lo que sea como una princesa... como si quisiera que Liza le besara la muñeca como muestra de saludo. —¿¡Qué estás haciendo!? ¡Así no se saluda a la gente! —musité, intentando quitarle la mano a Froslass, pero la muy caprichosa no me dejaba.