Al entrar a la ciudad respiré ese aire contaminado propio de estos lugares, mientras avanzaba acompañado de Blastoise, quien aún cargaba el cuerpo de la chica a sus espaldas. Divisé una banca a lo lejos; perfecta para lo que tenía planeado hacer. Nos acercamos a la banca y dejamos a la chica allí. Oficialmente había dejado de ser mi problema.
Luego de lo ocurrido en el Lago Helado, llegué a Ciudad Barniz y estuve entrenando a Combusken por algunas semanas. --Bien, amigo, ¡has estado increíble! --¡Com, Combusken! --exclamó el pokémon con mucha energía.
Luego de haber descansado un rato y tomar un granizado en una cafetería cercana, supe que el momento había llegado... Mis pokémon habían terminado su tazón de comida, así que regresé a todos a sus pokébolas, excepto mi inicial. Me levanté con una mirada y sonrisa decidida, mientras el sol alumbraba fuertemente mi rostro y el viento oscilaba sobre mi chaleco. --Bien, llegó la hora. ¡Al torneo Barniz! --¡Cooom-busken! --exclamó el ave corral alzando uno de sus brazos. Inmediatamente eché a correr al estadio de dicho desafío, en compañía de mi fiel Combusken.
Salí de la Sede y decidí que aprovecharía mi tiempo libre para descansar un rato; así, saqué a Sigiliph y le ordené que usara vuelo sin nigún rumbo fijo, simplemente para ver la tierra desde los aires.
Llegué a Ciudad Barniz, lleno de arena, con sed, cansado, estaba echo polvo. --Ufff...Vamos Bulbasaur...--Fuí al centro Pokemon y recuperar mis energías y reposar al menos en el sillon.
Salí feliz del estadio, corriendo a toda velocidad y pegando un salto gigante con entusiasmo. --¡Sí!, ¡pasé a la segunda ronda!
Y como entré, salí del Centro Pokemon, pero muy diferente, me habia compuesto por completo del terrible viaje por el desierto, no llevaba durmiendo nada, pero a decir verdad nuevamente se me había ido el sueño. --Vamos Bulbasaur, caminemos por ahí...--Salí junto a mi amigo tipo planta y no pude evitar ver a un chico que saltaba y celebraba por las calles.
Mientras iba caminando por el lugar, supuse que debía agradecerles a mis fieles compañeros como se debía. Lancé, entonces, dos pokébolas; de las cuales salieron mi pokémon inicial y el Caballero Rojo. --Bien, amigos, hicieron un excelente trabajo en la primera ronda. Definitivamente se merecen esto... De una especie de panera, saqué dos pokélitos para aquellas criaturas. Los dos se alegraron de una manera gigante al ver a aquellos postres al frente suyo, y no pensaron dos veces en darles un gran bocado.
--Wow! Esos son tus pokemon?!--Interrumpí quizás de una manera imprudente, pero no me importó, mi curiosidad por los Pokémon era mayor. Habia visto al muchacho saltar feliz, pero en el momento que liberó a tan poderosos pokemon me tuve que acercar lo antes posible.--Se ven muy fuertes!
Sentado en una banca y con el rostro cubierto con un sombrero pude observar en la lejanía a Steve celebrando alegremente con sus pokémon, acompañado además por Ukita. --Vaya, vaya --dije maliciosamente--; al parecer ya sabemos quien pasó a la siguiente ronda. Esto se pone interesante...
--¡Oh, hola! --exclamé saludando al recién llegado--. Creo que no nos conocemos, mi nombre es Steve. En seguida, Combusken y Scizor pronunciaron sus nombres para presentarse. --Veo que tienes un Bulbasaur, ¡genial! Hasta ahora no había conocido a alguien con un inicial de planta --comenté riendo.
Acaricié a sus pokemon, siendo un poco indiferente ante lo que me decia el muchacho, pero esto no fue al propósito, solía distraerme cuando veía Pokemon con apariencia ruda.--Oh si hola... Soy Ukitashi, me puedes decir Ukita, un gus-tó! Bubasaur saludó de igual forma.--Pues si, los tipo planta no son muy elegidos estos tiempos... puros fuego eh?--Rei igual.
--Ukitashi. Hmmm... ¿eres japonés? --pregunté con curiosidad--. Oh, bueno, la verdad es que Torchic es uno de mis pokémon favoritos, por eso lo elegí --expliqué riendo. Combusken y Scizor estaban bastante tranquilos mientras era acariciado por Ukita; habían notado que era alguien amigable. --¿Y qué otros pokémon tienes?
--Bueno... no sabría responder esa pregunta, mi padre dijo que mi madre lo era... de seguro por eso eh?--Sonreí y seguí dedicándome a apreciar sus geniales Pokémon.--Oh bueno... mis pokémon son algo especiales; tengo un Elekid algo flojo, y una Larvitar demasiado vanidosa al parecer... --Liberé a Elekid y a Larvitar para que saluden.--Hace poco, en el desierto... capturé a otros dos, pero...--no quería decir que me daba miedo sacarlos de sus pokeballs--Debe estar muy cansados, fue un largo viaje por el desierto para llegar hasta aquí.
--Hmmm... ya veo, pero, ¿por qué estás temblando? --pregunté al ver que las manos de Ukita se tambaleaban de un lado a otro.
--Eh...--Demonios, lo había notado, no podía quedar mal--Debe ser por clima! Sí, de seguro es por eso...--Traté de ocultar mi temor.
--Pero está muy soleado aquí --dije un poco extrañado--. Bueno, si tus pokémon están algo cansados, ¿por qué no los llevas al centro pokémon? Creo que un descanso les vendría bien.