— Bueno... trataré de acercarnos más a la posible única ciudad que nunca he estado: Acrílica, así... conocemos una ciudad que ninguno de los dos conoce, ¿te parece?
-¡Hai!-dije levantando la mano derecha con el puño cerrado-Pero entonces... ¿me tengo que bajar?-pregunté con cierto toque de tristeza en mi tono de voz.
-No te preocupes-dije sonriendo mientras me bajaba de su espalda de un salto bastante profesional y cogí la pokéball de Piodve para soltarlo y así pudiera volar junto a nosotros y aprendiera también el camino.
Saqué la pokebola de mi Staraptor ue extendió sus alas estirándose un poco después de haber descansado todo ese tiempo — Bueno.. damas primero — dije acariciando a Staraptor esperando a que ella subiera
-Hola Stara-chan~-saludé al pokémon mientras me subí en él de cuidadosamente. Cuando estuve cómoda esperé a Dante para partir.
Una vez que Emily subió a Staraptor subí detrás de ella para podes despegar — Staraptor... llévanos a la pradera arte — le indiqué a mi pokemon para que este iniciara su despegue
Mimi Honda Corrí arrastrando a aquella chica tras de mí durante aproximadamente veinte minutos, por las calles, ahora casi solitarias de Ciudad Barniz, con el sol que empezaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo de un intenso ocre. Era una vista hermosa, pero yo no tenía tiempo de detenerme y admirarla, ¡aquella era una cuestión de vida o muerte! y yo corría todo lo que me permitían mis pies. Sinceramente, no tenía idea de por dónde iba, mi sentido de la orientación, era, cuanto menos, poco destacable. Por no decir inexistente, teniendo en cuenta que sólo estaba de paso por la ciudad. ¡Acabé en callejones sin salida... dos veces! pero, finalmente, y con un poco de ayuda, logré llegar al centro comercial. Ni siquiera tuve tiempo de recuperarme de la carrera, pues, nada más poner un pie frente a la puerta del centro, descubrí con horror la verdad. ¡Allí no había nada! ¡Nada, de nada, de nada! —¡Mis bolsas!—exclamé—. ¡No están! Miré a un lado y a otro con rapidez, tratando de localizar, aunque fuese sólo una mísera bufanda. Moo saltó al suelo y me imitó, pero no hubo suerte. Nada. Allí no había bolsas ni el más mínimo rastro que indicase que las hubiese habido nunca. Era como si se hubieran volatilizado en el aire. —¿Pero cómo es posible?—pregunté horrorizada—. ¡Menuda panda de ladrones!—me volví hacia Moo y a la chica, brazos extendidos como si así pudiese abarcar la magnitud del problema— ¿No he tardado tanto, o sí?—pregunté, pero no esperé una respuesta—¡Oh! ¿Qué voy a hacer ahora? ¡Necesito esos Monna Karan o mi colección estará incompleta! ¡Que horror, que horror!— Y aún había algo más... algo aún peor que perder aquellos estupendos zapatos... saqué mi monedero del bolso y lo agité un poco sobre mi palma abierta. Nada. No cayó una maldita moneda—. Me he gastado todo el dinero de papá en esas compras...—murmuré con desazón— ¿Cómo voy a pagarme un hotel ahora? Mi cubrí el rostro con las manos. Pero esta vez no lloré—suficiente había dejado caer mi dignidad ya—, simplemente, me lamenté en silencio de mi desgracia.
Aterricé en la ciudad, para dar una vuelta por los alrededores de la misma, Gengar y Lopunny decidieron hacerme compañía, al igual que Blastoise --Vale, a ver que encontramos... Empezamos a caminar cuando divisamos a una chica, parecía en apuros --Disculpa... ¿Sucede algo? @Noir
Mimi Honda —¿Sucede algo?—repetí las palabras del joven recién llegado, con cierto tono de rabia contenida—. ¡Algo es poco! ¡Esto es una mundo comparado con ese ''algo!''—suspiré profundamente todo el aire contenido en mis pulmones—. Esto es horrible, horrible... ahora tendré que dormir en un banco del parque... o... ¡o debajo de un puente!—. Moo me dirigió una mirada de circunstancias, y yo lo tomé en mis brazos—. Desde que llegué aquí no me han ocurrido más que desgracias...—terminé, dejando caer la cabeza con pesadez, derrotada, y apretando los puños con fuerza. ¡Maldita sea la hora en que mi padre decidió abrir una empresa en Ciudad Óleo! ¡Con lo bien que estaba yo en Sinnoh!
--Oye, cálmate... --le dije en un intento desesperado de calmarla-- Si buscas un hotel y no tienes dinero yo pago
Mimi Honda ¿Había oído bien? Me volví de súbito hacia él, mi ceño aún fruncido. —¡No necesito tu caridad!—le espeté, sin pensar. ¡Estaba tan rabiosa y molesta! Pero... un momento... ¡sí que la necesitaba! ¡Por supuesto que sí! Mi expresión se suavizó ligeramente al racionalizar sus palabras. Estaba tan sorprendida que mis mejillas se tiñeron de un ligero tono rojo... estaba anonada... y... ¿me había sonrojado? ¡Ugh! Parpadeé lentamente, confusa, intentando que la idea me calase hondo en el cerebro—. Pero... ¿en serio? ¿Harías eso por mí? O sea... ¿de verdad?
Mimi Honda —Ahm...—y allí estaba yo, como una tonta, sin saber como reaccionar, ni que decir. ¡Nunca nadie me había dejado sin palabras de esa forma! Pero daba igual, porque... ¡por fin parecía que las cosas iban a empezar a irme bien! Era algo raro... que un total desconocido se ofrezca a algo así, sin duda. Por un momento, un súbito pensamiento se paseó por mi mente: ¿y si sus intenciones eran otras? ¡No! Sacudí la cabeza, tratando de despejar mis ideas, y anteponiendo la emoción a la razón, una sonrisa dibujó mis labios—. ¡Genial! ¡Gracias, ojalá pudiera recompensarte de alguna forma!—me detuve una décima de segundo a pensar—. ¡Oh, ya sé! ¡Cuando vuelva a Sinnoh y a mi mansión, serás mi invitado de honor en un maravilloso banquete!—añadí con los brazos en jarras, orgullosa y feliz. Por fin parecía estar viendo la luz al final del oscuro y maltrecho túnel que habían sido estas últimas horas en Galeia... aunque aún quedaba algo que... me volví hacia la otra chica, la que me había acompañado hasta aquí, y le sonreí—. Ah, y tú también estás invitada, por supuesto. Gracias por preocuparte por mí antes. No era tan difícil eso de ser agradecido y dar las gracias cuando lo sentías de verdad.
Me dí unas suaves bofetadas, no espabilaba del todo --Caramba... Pero que falto de modales soy... Me llamo Rojo --extendí mi mano--
Mimi Honda ¿Rojo? ¿Eso es un nombre? —Yo soy Mimi. Mimi Hon....—sacudí la cabeza. Empezaba a comprender que de nada me iba a servir añadir también mi apellido. Estaba bastante claro que por allí nadie conocía a los Honda, ni a mi padre, ni mucho menos a mí, así que preferí optar por lo más práctico y fácil—. Sólo Mimi—dije y sonreí—. Y este es Monomaru, pero yo le llamo Moo— Oshawott, desde mis brazos, alzó cordialmente una mano en el aire—. Y esta chica de aquí... bueno, no la conozco, pero supongo que también tiene un nombre—dije, sonriendo tontamente y encogiéndome de hombros—. Supongo.
Miré a la muchacha, y asentí --Por favor ahórrate las bromas sobre colores --bromeé un poco-- vamos, que me sale hospital
¿Qué, cómo, dónde, cuándo...qué...? ¿Qu-qué acababa de pasar? Pestañeé un par de veces para espabilarme, estaba desorientada y agotada más que nada, trataba de coger aire como podía para recuperarme un poco de la carrera de...¿cuánto, veinte minutos? Había sido arrastrada por toda la ciudad por la chica, la cual había estado buscado sus bolsas qué, como pude entender, contenían prendas de vestir bastante caras, y una vez logramos llegar al centro comercial del que hablaba pudo comprobar que ya no se encontraban allí. Su desilusión había sido enorme y estaba a punto de ir animarla como pudiera, siempre buscaba el lado bueno de las cosas, pero mi cuerpo no daba más de sí en aquellos instantes y me senté apoyada al escaparate de una tienda de al lado. Cerré los ojos por unos instantes, sintiendo una leve brisa acariciar mi cabello castaño suavemente, y abrí los ojos una vez me encontré mejor para fijarme en que ya estaba atardeciendo y por ende, pronto tendría que volver al Centro Pokémon a alquilar una habitación para pasar la noche. Volví a fijar mi vista en la chica de la que aún no sabía su nombre y pude ver que ahora se encontraba conversando con Rojo al parecer, ¿se conocerían, tal vez? Decidí acercarme a ellos y logré escuchar algo de alojarse en un hotel, pero dejé mis pensamientos de lado al ver que la joven de cabellera rubia se había vuelto hacia mí. Ah, y tú también estás invitada, por supuesto. Gracias por preocuparte por mí antes. Al principio no entendí muy bien a qué se refería, pues no había estado prestando atención a su conversación, pero de todos modos sonreí y negué un poco con la cabeza. —No hace falta que me agradezcas, de verdad. Simplemente no hubiera sido capaz de dejarte sola y en ese estado antes, me alegra de que ya te encuentres mejor. —le respondí sin perder la sonrisa, y de pronto escuché cómo se presentó ante el chico, al fin sabía su nombre; Mimi. —Ya que no tuve ocasión de presentarme anteriormente aprovecho ahora; yo soy Liza, Liza White. Encantada de conocerte, Mimi. —y una vez finalicé, dirigí una rápida mirada de soslayo a Rojo, quien había ignorado mi presencia olímpicamente, pero de todas formas reí un poco a la par que me giraba hacia él. —Ah, y hola Rojo, me alegra verte de nuevo.
Mimi Honda Así que se llamaba Liza... bueno, creo que era el nombre más normal que había oído hasta ahora... reí ligeramente. Al parecer ella y... Rojo—que vaya nombrecito— se conocían. Me mantuve como espectadora mientras intercambiaban un par de palabras, y... ¿holandas? incluso su forma de saludar era extraña, pero preferí no darle más vueltas. ¡Iba a pagarme un hotel, no se merecía que lo estuviese juzgando de aquella forma! y eso que añadió al final... —¿Al hospital?—repetí, entre extrañada y curiosa.