(De hecho, estoy en una cafetería tomando un jugo de mora x'DD) Escuchpe un ruido desde afuera. Me asomé por la ventana, y vi a un chico volando sobre un pequeño pollo... ¡Un Natu! Algo que no tiene lógica de ninguna de las maneras, ya que Natu no vuela y bueno... es tan pequeño. Eeeen fin, supe que era Ukita así que le voleé la mano alegremente. —¡Qué tal, Ukita! ¡Cuanto tiempo!, ¿eh?
Aterricé ileso, era de alguna forma divertido viajar en mi pequeño Natu. —Lo sé amigo, ¿qué hacías por aquí, descansando?
Asentí con una sonrisa. —¡Así es! —exclamé—. A decir verdad no he hecho nada interesante en este último tiempo. Buenoo, excepto una vez que fuimos por el Sol Escarlata pero llegó un chico desconocido, lo atrapó y se fue así... con la buena vida y la poca vergüenza.
—Otra de las leyendas de Galeia. Se trataba de un Volcarona con un exceso de paciencia —comenté divertido.
—¿Qué cosa? —pregunté curioso. ¿Alguna sorpresa? Quizá alguna noticia importante... o algún cupón de rosquillas gratis y deliciosas. La verdad Ukita es un tanto impredecible en ocasiones, pero eso hace divertidas las cosas.
—¿Recuerdas a mi travieso Totodile que era de color raro y pensé que estaba enfermo?—reí ante ese recuerdo.—¡Bueno mira en lo que se convirtió con tanto entrenamiento! De mi pokeball saqué a mi único variocolor.
—¡¡Woooooooooooooooooooow!! —exclamé anonadado—. ¡Está muy grande! Vaya, se nota que aprovechaste tu entrenamiento. Te felicito, amigo.
El cocodrilo de colores brillantes se alegró y dio sus típicos saltos. —Pero hay un problema con todo esto...—le susurré, para que el pokémon no escuchara.
—¿Y cuál es el problema? —pregunté extrañado. Yo no veía problema alguno.... salvo a que Ukita también le diera miedo Feraligatr... porque si es así evolucionar un pokémon para él sería tanto bueno como malo.
—Bueno... ¿Recuerdas a otro cocodrilo en mi equipo? Pero más rojo... y nada amigable...—comenté en voz baja.
—Bueeno, es que ellos dos juntos no son la pareja perfecta que digamos...—dije, recordando los agresivos pleitos entre estos dos.
—¿En serio? Pero si Feraligatr se ve súper amigable.... Y que curioso que ambos sean cocodrilos y no se lleven bien —dije luego de pegar un suspiro.
—Bueno Feraligart sí es amigable... pero Krookodile al parecer no mucho.—Suspiré, quizás Steve podría ayudarme a que estos dos se lleven bien.
—Hmmm... Entonces tendrás que darle algún pokélito o algo para que Krookodile se amanse un poco, ¿no crees?
Entré en el centro pokémon al llegar a la ciudad, cure a mi equipo, pedí un cuarto y me dirigí a el. — Ojala no este solo..— Fue mi comentario al colocarme una pulsera y ponerme a dormir en la cama del lugar.
Aterricé en la Ciudad, ya algo tarde, por lo que me dirigí al Centro Pokémon a dormir allí, sin embargo, debido a que todas las habitaciones estaban llenas tuve que dormir en el sofá. —Ya qué... —me dije a mi mismo, acomodándome en el sillón— ésto me saco po no hacer reservación. —Me acosté, cerré los ojos, me remoliné en el sofá, giré, recé, pené e imaginé, hasta que después de hora y media al fin me quedé dormido.
Después de un largo viaje por la nada, Staraptor recorrió los cielos de Barniz pensando si debía quedarse allí o no, pero ya había recorrido demasiadas rutas y ninguna parecía convencerlo del todo y el pokemon ya estaba cansado, así que decidió descender por delicadeza en un parque vacío de ciudad Barniz, y esta vez descendió de esa forma porque, como lo había previsto, mi cuerpo ya no había soportado tanto tiempo despierto y había caído dormido, por suerte no caí de su lomo en ningún momento. Al tocar tierra fue moviéndose de lado a lado para lograr deslizar el cuerpo adormilado de su entrenador a tierra bajo la sombra de un árbol y recostarse al lado suyo, cubriéndolo bajo una de sus alas para ignorar un poco el frío momentáneo de Barniz hasta que despertara.