Ciudad Barniz

Pensé un poco en lo que dijo...necesitaba pelear...pero..tal vez un pequeño relajo no haría mal, así daba un poco de "ventaja" al resto.
— Por ahora no, no creo.

 

--Ya veo...-- dije llevando mis manos tras la espalda
Empecé a balancearme hacia delante y hacia atrás un poco nerviosa y miré a otro lado.
--Como hace tiempo que apenas nos vemos y demás... Me preguntaba si está noche podríamos quedar de nuevo. Claro, si no te importa.

 

— ¿Sabes que no tienes que hacer tanto lío? Solo dilo, no tengo problema.— Le respondí.— ¿Lo segundo?

 

Di un suspiro, y paré de moverme.
--Sí, lo segundo.

 

— ¿Qué sería?

 

--Que si podríamos quedar de nuevo está noche....

 

Lo primero..ah..que tonto Alpha: Lo primero era si estabas ocupado, lo segundo si podíamos quedar, poca mente y mucha fuerza, mi día a día.
— Disculpa, confusión mía.— Hablé.— ¿Me presentaras a tú hermano?

 

Di un suspiro de alivio. Pensé que era porque me expliqué mal.
--¿Presentártelo?, ¿seguro?

 

— ¿Tiene algo de malo..?— Pregunté con curiosidad.— Es solo tu hermano, ademas debe tener un poco mas que yo en edad, ningún problema.

 

Sonreí de medio lado.
--No hay nada malo pero... Una cosita. ¿Vas a lanzarle tu reptil por lo de esta mañana?

 

Hice una pequeña mueca, lo había olvidado en la ducha.
— Eh..no, no creo.

 

Puse una mueca de desconfianza, pero luego asentí sonriendo.
--Entonces vale. Pero dudo que esté por aquí.

 

— ¿Tanto crees que se asusto?— Le dije mirando hacía fuera por la ventana.

 

Negué con la cabeza.
--No creo que sea por eso.

 

Abrí la ventana y me senté en el marco con las piernas hacía afuera.
— ¿Tú crees?

 

--Ajá... Espera... ¿Qué haces desustanciado? -- le pregunté impactada por lo que hacía
--Te la estás jugando.

 

— ¿Me quieres empujar?— Le pregunté de una forma sarcástica.— ¿No puedo simplemente sentarme aquí?

 

Fruncí el ceño.
--No es por mi, y te puedes sentar si quieres pero como que es un poquitín peligroso ¿no?
Decidí pasar de eso, con lo que me senté en la cama, y Espeon no tardó en subirse a mis piernas.

 

— Todo es peligroso de alguna u otra forma.— Respondí.— Pero unos dos pisos de caída no son mucho, ¿verdad?

 

Di una pequeña risa sarcástica.
--Todos dicen eso hasta que se rompen las piernas al caer.