Ciudad Barniz

Aterrizamos en Barniz, la ciudad más próxima al volcán… ya en el centro pokémon, esperé en el hall de entrada por un breve rato junto con Skarmory, hasta que Chansey regresó llevando una camilla que contenía los tres pokémon que presentaban quemaduras por los ataques del Sol Escarlata, ahora completamente curados.

Le agradecí al pokémon de la enfermera y procedí a guardar a los tres pokémon en mi cinturón.

—¡Pig! —el pequeño chanchito de fuego emergió con una exclamación de mi bolso, lo cual causó mi alarma por un segundo hasta que recordé… en el calor de la batalla, me había olvidado de él. Lo saqué y tomé en brazos con una sonrisa, el bebé era muy cariñoso y adorable.

 

Pidgeotto nos dejó frente a las puertas del Centro Pokémon, donde no perdimos ni un segundo. En los interiores, la enfermera Joy y Chansey restauraron la salud de Chandelure, Magmortar y Tentacruel, que todavía estaba irritado al no haber tenido batalla alguna.

—Pronto llegará tu momento —le dije acariciando su cabeza, con cuidado de que sus aguijones venenosos no hicieran herida en mi mano, y lo devolví a su pokébola. Serperior, por su parte, se acercó hasta el lugar donde se encontraban Effy y el Tepig variocolor. Lo seguí.

—Ha sido una aventura emocionante, ¿no te parece? —dije una vez que estuve junto a ellos.

@Nami Roronoa

 

—Ha sido interesante, sin duda —admití en cuanto el chico se nos acercó. Tepig se refugió en mi pecho, como intentando escapar de la mirada de Hubert, lo cual causó que suspirara… al parecer no se sentía cómodo con nadie que no fuera yo—. Y ahora… ¿hacia dónde irás, Hubert?

 

—La respuesta es clara: a buscar más batallas. Pero antes... Iré tras un pokémon tipo Eléctrico. Recuerdo haberme topado con Shinx en los inicios de mi viaje como entrenador. Con buen entrenamiento, será el miembro más electrizante.

 

—Shinx… —murmuré, recordando el Luxio de Mizuki que había enfrentado en el pasado—. No es mala opción… no hay muchos pokémon salvajes tipo eléctrico, aunque tendrás que entrenarlo mucho para hacerlo fuerte a Shinx...

 

—Shinx estará en buenas manos —fue mi respuesta.

A un gesto mío, Serperior y yo emprendimos el camino hacia la puerta de salida. Pero, cuando mi mano estaba a punto de tomar el picaporte, mi inicial se volteó enigmáticamente para mirar hacia donde se encontraba Effy. Me bastó una mirada de parte del tipo planta para darme cuenta de lo que estaba pasando.

Entonces yo dirigí mis ojos a los de Effy. Le dirigí una afable sonrisa.

—¿Quién habrá evolucionado esta vez? —pregunté, y salimos.

Una vez en el exterior, Pidgeotto me trasladó a la inmensidad del cielo.

 

Aterrizamos en la Ciudad y en cuanto Togekiss volvió a su ball eché a correr hacia el C.P como alma que lleva el diablo para curar cuanto antes a mi equipo. Una vez todos estaban sanos, monté de nuevo en la pokémon hada y le di la orden esperada para volver a surcar los cielos hacia una nueva aventura.

 

Tras despedirme de Hubert, supuse que era hora de partir en mi propia aventura nuevamente… pasé la noche en el centro pokémon, y a la mañana siguiente, con Togepi firmemente sujeta entre mis brazos y el recientemente evolucionado Marowak a mi lado, decidimos que era hora de partir. Skarmory se alzó por los aires, y pronto Ciudad Barniz quedó bien atrás...

 

Después de un rápido viaje, llegamos a la ciudad, donde rápidamente entramos al centro pokémon.

—Buenas tardes —exclamé—, ¿Podría curar a mis pokémon?

Afirmando con la cabeza, la enfermera procedió a realizar su trabajo terminandolo en instantes. Al cabo de esto, pedí una habitación y me fui a dormir.

 

En el centro pokémon ya pedí la restauracíon de mis pokémon. Esta misma fue muy ágil al igual que el pedido de las llaves de un cuarto por mi parte. Entonces fui a ese lugar colocándome en la cama y echando el cuerpo al estado de sueño.

 

Al llegar a la ciudad, luego de escapar del Volcán Barniz donde ocurrieron fenómenos tan... particulares, fui al Centro Pokémon, y me dirigí directo a la cafetería, donde estaba tomando jugo de mora con total tranquilidad...

—¡Nada mejor que un refrescante jugo de mora para relajarse!

 

Mi estado de inactividad llegó a su fin. En ese momento salí del lugar y alcé el vuelo a rumbos conocidos por el pokémon de Acero: Skarmory.

 

Luego de beber hasta el último sorbo del jugo de mora, me levanté de la mesa con una sensación de vitalidad.

—¡Ese jugo de mora es estupendo! —exclamé—. Tengo muchísimas energías, ojalá haya algo interesante por hacer pronto.

 

Salí del centro pokémon, luego de haber pasado por la cafetería de la bebida eterna y haber curado a mis pokémon.

—Bien, Noivern, vamos a donde nos lleve el viento.

El murciélago salió de su pokébola, me subí a su lomo y nos fuimos a algún lugar...

 

—Intenta llegar a las puertas de la tienda, Togekiss. —sonreí al igual que ella y eso hicimos.

Una vez estábamos ahí, me baje de la pokémon hada y juntas entramos a una inmensa tienda de ropa para matar el rato. Es que había de todo. No dudé en coger casi toda la ropa de la tienda con la ayuda de Togekiss y me fui directa al probador.

Contenido oculto

@Jenna Bodt Fubar, te etiqueto para cuando vayas a aparecer sepas que estoy aquí :3

 

[Jenna regresa, Jenna volverá a nacer de sus cenizas como el ave Phoenix. Ámenme (?)]

Creo que habían pasado hasta siglos que no veía a nadie y me sentía sola. Realmente, fue todo mi culpa, me gustaba mucho pasar varios días, semanas en un mismo sitio, más bien porque tenía de todo, pero un dia me vino vagamente el recuerdo de algunas personas que conocí tiempo atrás y decidí que ya iba siendo hora que me pusiese en marcha a buscar gente, pokémon, o aventuras, yo que sé.

Caminando, llegué a una Ciudad y me sentí jodidamente perdida. Ni sabía el nombre de aquel sitio, para empezar, así que, amablemente, me acerqué a un hombre para preguntarle dónde estaba y hacia donde iba si salía de aquí. Pero fue simplemente tocarle el hombro, se giró bruscamente y me gritó que le dejara en paz con sus asuntos y que no lo incordiara más, luego, volteó y se alejó caminando.

Aquello me enfureció. Me irritaban demasiado las personas que ni siquiera las has dicho algo, y ya te están echando sermones, como si fueras un niño pequeño que acaba de tirar un jarrón.

Pero yo ni acaba de tirar un jarrón, ni le hablé de malas maneras y tampoco me dejó expresar mis dudas.

Apreté los puños y me la mano derecha me empezó a doler, un dolor agudo y punzante, y gemí. No recordaba que al intentar situarme, subí a un árbol, la rama se partió y acabé apoyando todo el peso en la mano derecha, doblándomela, rompiéndomela o yo que sé. El caso es que me dolía mucho y la vendé como mejor pude.

—¿Y qué diablos hago ahora? ¡Shet! Si aquí la gente es así de amargada y de imbécil, mejor que me pierda en las demás rutas. —pensé en voz alta, levantando los brazos como tonta.

 

Tras unas...¿dos, tres, cuatro horas? Ni yo misma lo sabía, acabamos las compras, al final solo me llevé cuatro bolsas, que decepción. Me dirigí al centro pokémon para pedir una habitación y dejé todo allí para poder estar más cómoda y salí de nuevo a la calle en todo momento con la compañía de Togekiss. Decidimos ir a entrenar un rato a un parque de las afueras con todo el equipo y así poder conocer a nuestro nuevo integrante.

—¿Tú quieres enfrentarte primera en el entrenamiento, Togekiss? —le pregunté a la pokémon para hacer algo de conversación mientras caminábamos por la calle en dirección al susodicho parque.

La pokémon asintió decidida pero en ese momento, pasando una calle paralela a esta vi a una chica que se me hizo muy familiar. Me la quedé mirando por unos instantes pero me encogí de hombros y seguimos nuestro camino sin más paradas. Creo que me había confundido.

 

Me di la vuelta mientras bajaba los brazos y pateé con rabia una piedra. Después, pude apreciar una figura de una chica y recordé lo muy perdida que estaba.
Esta vez, decidí ser un poco más educada y me acerqué correteando y cuando me puse a su lado, intenté llamar su atención.

—Eh... hola. Mire, no quiero molestarla —pensar en el incidente de antes hizo que añadiera esto la forma más rápida posible—, pero me preguntaba si podría ayudarme con un problema que tengo... —al mismo tiempo que me explicaba, la miraba a los ojos con el ceño fruncido, y mi mente se esforzaba por intentar recordar esa cara. Sé que la tenía en algún archivo de "personas que Jenna ha visto alguna vez en su vida y ha entablado conversación", segurísima.— Primero: ¿Qué ciudad o pueblo, lo que sea, es este?

Me preguntaba si me iba a dar de plantón, o decirme de forma precipitada que se tenía que ir a algún sitio, inclusive si solo era girar la esquina.

 

Justo cuando iba a cruzar la carretera seguida de mi leal pokémon hada/volador, noté que alguien me hablaba y frené mi caminata para girarme a ver. Era la misma chica que me quedé mirando hace unos instantes, ¿de qué me sonaba tanto?

—¿Ah? —dije algo confundida al principio al escuchar la forma en la que me hablaba. Parecia que me hablaba como si yo fuera una persona mayor, aún así me limité a sonreir y decidí ayudarla con su duda. —Pues, estás en Ciudad Barniz.

 

Muy bien. Ciudad Barniz, al menos ya sabía dónde estaba. Asentí en silencio, ya que no me atrevía a decirle que me sonaba de mucho su cara. Me rasqué las vendas, ya sucias y de color gris, ya que no tenía nuevas, por el tremendo picor que estas me daban a veces.

En ese momento, Infernape y Luxray salieron de sus poké balls curiosos, ya que anteriormente los dejaba libres, sin estar adheridos a sus poké balls, así que supuse que querían estar un rato libres.

—Hey, chicos, ¿habéis descansado bien? Mirad, estamos en Ciudad Barniz. —me agaché un poco y volví a sonreír. Luego recordé lo maleducada que fui con la chica y me giré bruscamente, sonrojándome de vergüenza. —¡Gracias por la ayuda, perdón!

Sin darme cuenta, Infernape metió la mano en la mochila que la llevaba medio abierta, sacando así los cascos que siempre llevaba hecho un asco.