--"Parece que quiere alargar el combate". --me dije a mi mismo. Solté un suspiro y, con voz fuerte ordené: --Evade y luego usa Dragoaliento. --le ordené a Bagon, quien de nuevo cargó el ataque y lo arrojó contra su oponente. BAGON: Dragón (Equilibrado) Salud: 35/90 Fuerza: 115 Resistencia: 90 Agilidad: 0/1 (50 de Velocidad) Movimientos: -Mordisco (30 Potencia, Siniestro) -Furia (10 Potencia, Normal; la potencia del ataque se duplica cada vez que se usa. Si falla, se rompe la cadena, el máximo es 80, ahí, se reinicia.) -Ascuas (30 Potencia, Fuego) -Dragoaliento (40 Potencia, Dragón)
--¿Por qué usa todo el rato ese ataque? --pensé extrañado. --¡Esquívalo y usa Eco Voz una vez más! Eevee espero que la ráfaga de energía morada estuviera cerca de él, y dio un gran salto para evadirlo, y entonces, lanzó otro fuerte alarido. EEVEE: Normal (Equilibrado) Salud: 70/110 Fuerza: 115 (15) Resistencia: 115 Agilidad: 0/2 (60 de Velocidad) (5) Movimientos: -Rapidez (30 Potencia, Normal; ineludible) (Usos: 2/3) -Eco Voz (30 Potencia, Normal; la potencia es 50 al segundo impacto seguido, y 70 al tercero) (Usos: 3/5) -Poder reserva (10 Potencia, Psíquico; la potencia aumenta en 10 por cada 5 puntos que haya mejorado en combate un stat) -Maldición (Aumenta en 5 fuerza y resistencia, a cambio de reducir un punto de agilidad) (Usos: 4/4)
Como lo supuse, mi pokémon cayó derrotado; era por eso que no me había molestado en variar en los ataques, ninguno hubiera sido útil. Regresé a mi pokémon y felicité al chaval. --Pues felicidades amigo, venciste a mi Bagón; pero créeme, la próxima vez no me limitaré. --Tomé mis cosas y me fui lentamente del lugar. (Dice GalladeLucario que vayamos al Bosque Helado para vencer al "Caballero Rojo")
(Ugh, tan rápido? Bueno, está bien jaja) --¡Sí! --exclamé empuñando una mano hacia arriba en señal de victoria--. ¡Buen trabajo amigo! --añadí dándole un gran abrazo a Eevee. Torchic se acercó a nosotros para felicitarnos, y entre los tres hicimos una pequeña celebración. Cuando noté que Ian se iba, decidí por decirle: --¡Gracias por la batalla, Ian! Pero... ¿a dónde vas ahora?
Me estiré, y decidí irme de nuevo al Lago. --Está bien Riolu, Eevee, volved.-- Eevee no tuvo problemas de ir a su pokéball, pero Riolu sí... No quería. --Está bien... Spark, entonces ven tú.-- Hice entrar a Spark a la ball, y luego, Riolu saltó a mis brazos. No es que me pesara pero... Me cogió demasiado cariño para llevar poco tiempo juntos. --Vale... Entonces veo que quieres ser mi pokémon acompañante... ¡Genial! ¡Vámonos!-- Salí del sitio un poco a prisas... Siguiente parada Lago Helado.
--¿Qué sí a donde voy? --le pregunté riendo-- Pues al Bosque del Lago; se dice que en el habita una leyenda pokémon, el "Caballero Rojo", un pokémon de increíble fuerza, el cual revolotea con agilidad y ataca con furia. Habita en los bosques y sólo aparecerá cuando se le presente un oponente digno --hice una pausa--. Es allí a donde voy. Después de aquello seguí avanzando con tranquilidad hacía la salida de la ciudad.
--¡Wow!, ¡se oye genial! --exclamé con entusiasmo--. ¿...puedo ir? --¡Tor, Torchic! --exclamó el pokémon polluelo apoyando mi pregunta. --¡Eevee, Eevee! --exclamó con la misma causa
Sin voltearme hacía atrás le respondí con calma: --Si quieres; no tengo problemas, sólo no me atrases. --le dije mientras seguía caminando.
--Hmmm... pero debo ir al Centro Pokémon primero --pensé. --Yo me las arreglo para llegar allá, así que nos vemos luego, ¿te parece?
--¡Cómo quieras! --le grité, pues estaba demasiado lejos como para que me oyera con mi voz normal-- Pero si llegas tarde no es mi culpa. Seguí caminando por la ciudad hasta dar con la salida hacía el Lago.
Salí corriendo como un rayo al centro pokémon. Una vez que la salud de mis pokémon habían vuelto a la normalidad, sonreí y me dirigí hacia el Lago Helado.
Solo pude encontrar a Flame, Slowking, Porygon2 y a Skarmory, pero eso me basto-- Llevame rapido al lago helado-- Mi Skarmory me llevo muy rapido al lugar y me lanzo en la entrada
Abrí lentamente mis ojos, y los primeros haces de luz se asomaban por la ventana abierta que tenía al lado, para darme en la cara, haciéndome despertar perezosamente. Lancé un bostezo largo y cansado y me refregué los ojos para espabilarme del todo. Miré todo a mi alrededor. ¿Dónde estaba? ¿Qué hacia allí? ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente? Millones de preguntas venían a mi mente pero decidí no entrar en pánico y vi como una enfermera pelirrosa entraba a la habitación para traerme el desayuno. Yo sonreí y se lo agradecí pero ahora no tenía hambre, no me encontraba del todo bien. Noté que llevaba una venda bien forzada en la cabeza, y Joy (que así me dijo que se llamaba) me explicó que había sufrido un gran golpe en la cabeza y unos chicos me trajeron aquí.Yo la escuchaba atentamente e intentaba recordar algo, pero tenía la mente completamente... en blanco. La enfermera se marchó al cabo de un rato y yo me eché de nuevo hacia atrás y me quedé mirando el techo, con una pregunta que sobresalía entre las demás. --¿Quién soy yo?
--¡Cuidado!--grité--. ¡Fuera, fuera del camino!-- aceleré sobre la bicicleta y reí a carcajadas cuando un pequeño niño se apartó asustado. Miré hacia los árboles, buscando a mi fiel compañero--. ¡Treecko! ¿Dónde estás, pequeño endemoniado? Treecko apareció saltando de rama a rama, casi camuflándose con el espeso follaje de los bosques de Ciudad Barniz. Y entonces, sin que yo me diera cuenta, saltó sobre mí. Cayó sobre mi cabeza pesadamente y por un momento perdí el control de la bicicleta. Nos estrellamos contra un árbol, saliendo él ileso y yo con un gran chichón en la cabeza. Furiosa hasta la médula, le espeté: --¡Treecko! Esas cosas no se hacen, ¡argh! Suficiente por hoy, ¡regresa a tu pokéball! Me miró como si no entendiera por qué estaba tan furiosa, ya que casi siempre jugábamos a las luchas, pero obedeció. Cuando entró, me quedé mirando la pequeña pokéball y pensé: ¿por qué no pudo tocarme un Treecko con una naturaleza un poco más tranquila?
Llegué montado en mi Skarmory a la ciudad y sin perder tiempo me dirigí a mi siguiente destino: La nueva forma del volcán. --Se que la persona que busco está allí. --me dije mientras avanzaba hacía el volcán.
Estaba mirando el techo mientras me dormía levemente cuando escucho un golpe y rápidamente miré por la ventana que tenía a mi lado de la camilla, para ver una bicicleta estrellada contra un árbol y a una chica riñendo a su treecko, que después volvió a su pokeball y la chica se quedó allí refunfuñando por lo bajo. Al ver esa escena me pregunté: --¿Yo tendré algún pokémon? --me dije a mi misma mientras miraba la ciudad desde la misma ventana.
--¡Por fin!-- Dije muy alto estirandome hacia arriba. Riolu bajó de mi hombro, y me imitó de igual manera. --Vale, lo primero es lo primero... Centro Pokémon y a divertirnos. Porque necesitaré un plan para atrapar a un pokémon que busco...-- Riolu me oyó, y tiró de mi camisa para tener más información. --No te preocupes, es un pokémon fuerte, pero no sé donde está, es el problema...-- Empecé a caminar en dirección del C.P., para curar a mis pokémon. Se merecen un buen descanso después del gran trabajo que hicieron.
--¡Aquí no conseguiré averiguar nada! --me regañé a mi misma por lamentarme el haber perdido la memoria y no salir para refrescar las ideas. Me salí de la cama, desconectándome de los cables que me tenían sujeta desde hace bastante rato y me fui a cambiar. Cuando acabé, encontré en la mesilla una gorra rosa y me la coloqué, al parecer la usaba antes de que perdiera la memoria. Abrí lentamente la puerta para que la enfermera Joy no me viera y bajé rápido las escaleras para salir de allí y descubrir algo sobre mi, aunque sea tan solo mi nombre.
Bien. Pokémon curados, Riolu ya listo, yo ya lista... Ahora de entrenar. --Bien Riolu... Tú, y Froaxy van a entrenar ¿vale?-- El pequeño chacal asintió, y salimos de ahí, para empezar el entrenamiento
Maldecí por lo bajo y me quedé mirando mi bicicleta. Estaba arruinada. La rueda delantera y la trasera estaban dobladas y ya no tenía asiento. Había perdido mi medio de transporte, ahora debería avanzar caminando. Para mi suerte, cerca de allí, había un centro Pokémon. Decidí ir a descansar junto con mis pokémon, había sido un día largo y agotador. Sobé mi cabeza, en donde estaba el chichón. ¡Auch! Dolía demasiado. Tomé lo que quedaba de mi bicicleta y me encaminé hacia el centro. Antes de llegar, vi a un chica saliendo de allí. Tal vez ella sabía en dónde podía arreglar mi bicicleta. --¡Oye! ¡Hey! ¡Espera!--le grité, y traté de seguirla.