—Si lo se, demasiado despistada diría yo. —reí. No me importaba que me dijeran aquello. Al revés, me hacía gracia. Ante su pregunta, miré incómoda el suelo. No lo sabía. Si el lapsus de tiempo en el que conocí a Pauline difícilmente lo recordaba entonces el cómo recuperé mi memoria estaba en blanco. Samurott me miró atentamente ante aquella escena. —Si te digo la verdad, no lo se. Pocos recuerdos tengo del momento en el que te conocí y durante todo ese tiempo. Aunque recuerdo con esfuerzo el qué me hizo perder la memoria. —Cuando le expliqué aquello moví un poco un mechón de pelo dejandole ver una cicatriz. —Nada más.
—Es un misterio—dije observándola fijamente. Realmente, esa chica era un extraño y despistado misterio. De repente, mi estómago gruñó. Sentí que me sonrojaba de verguenza—. Lo siento, no he comido nada desde que estaba en la Ruta 305—me disculpé. Comencé a rebuscar en mi bolso por si me había quedado algo de comida; papeles, migajas, mi pañuelo, más papeles, las 6 pokéball... Un momento, ¡¿6 pokéball?! Yo solo tenía 5. Saqué la pokéball y la miré extrañada, ¿qué hacía en mi bolso? Y en ese momento, un pokémon salió de ella. Era nada menos que... ¡El Cyndaquil de Yair!
La miré con una sonrisa y saqué de mi mochila un bocadillo que compré no hace mucho rato y que me sobró ya que no tenía más hambre y se lo ofrecí. —Tranquila, yo tengo comida de sobra. —sonreí y le di mi bocadillo para mirar al cindaquil que acababa de salir. —Pauline, ¿ese no es el cindaquil de Yair? —le pregunté extrañada.
Tomé el bocadillo que Liza me dio y asentí ante su pregunta. ¿Cómo había llegado el Cyndaquil de Yair a mi bolso? Entonces me di cuenta; cuando caí en el sótano, él lo dejó conmigo, y yo olvidé de devolvérselo. ¡Tonta de mí! El pequeño pokémon me miró y se acercó para colocarse en mis pies. Me agaché y lo acaricié con cariño. Levanté la vista y le dije a Liza: —Tengo que devolvérselo a Yair, pero no sé cómo. Al fin y al cabo me había separado de él en Ciudad Témpera y ni siquiera sabía si seguía allí, junto con Rojo.
Me llevé una mano a mi cadera y me quedé pensativa. Miré mi videomisor y gracias a él pude ver de que Rojo se encontraba aún en ciudad Témpera y según lo que le dije estaría con Yair, o eso esperaba. Metí a mi inicial a su pokeball y saqué a Sigiliph para subir en él y miré a Pauline con una mirada divertida. Le tocaría que Sigiliph la llevara con sus especies de "patas" volando a Témpera. —Tú quieres ir a Témpera ¿no? Pues entonces vamos allá. —dicho esto le dije a mi pokémon que cogiera por los hombros a Pauline y esta cargó a Cindaquil para empezar a elevarnos.
Nos estábamos elevando, ¡nos elevábamos! ¡Era demasiado genial! Miré el amplio paisaje que se extendía ante mis ojos; era hermoso. —¡Liza, esto es genial! No volaba desde que conocí a Bruno. ¡Wujuu!—Le grité a mi compañera.
Sonreí ante su reacción. Pensé que se lo tomaría peor. —¿Anda? ¿Conoces a Bruno? —le pregunté con sorpresa mientras volábamos.
—Ah, finalmente, ¡Ciudad Barniz! —exclamé, exhausta, en cuanto llegamos a nuestro tan deseado destino. Miré a mis compañeros en una mezcla entre agotada por el viaje a través del desierto y emocionada por haber llegado a la ciudad por fin. —¡Lo logramos! ¡Finalmente llegamos! Contenido oculto @Liza White @LucarioErmitaño
—No se... ¿a dónde deberíamos ir primero? —me pregunté, mirando a ambos—. Ustedes dos conocen a Liza... ¿a dónde creen que iría en esta ciudad?
—¡Chuki prii! --gritó emocionada la pokémon al llegar a Ciudad Barniz y echó sola a correr hasta el centro pokémon, esperanzada de que Liza estuviera allí.
—Creo que se dirige al Centro... ¡apúrate Yair, la perderemos de vista! —exclamé, echando a correr tras el pokémon hada.
La pokémon bebé nada más llegar al Centro pokémon, subió al mostrador de la enfermera Joy, quien la reconoció al haber estado desde hace poco tiempo curándola y la sonrió. —¿Qué haces aquí sola, pequeña?¿Y tu entrenadora? —Togepi la miró triste, intentando decirle que no lo sabía.
Llegamos al Centro apresurados, y localizamos a Togepi sobre el mostrador de la enfermera, quien la estaba examinando con una sonrisa. Me acerqué hacia ellas de inmediato. —Disculpe, enfermera Joy... estamos buscando a la entrenadora de este Togepi, su nombre es Liza y creemos que pasó por aquí hace poco... ¿de casualidad la ha visto recientemente?
Togepí saltó a los brazos de Effy en cuanto llegó y escuchó la conversación atentamente. —Oh, ¿se perdió? —preguntó la mujer de pelo rosado, preocupada. —Hace unas horas que ella pasó por aquí y dejó sus pokémon conmigo.
—Ya veo, entonces ya pasó de esta ciudad... —observé tristemente, abrazando a Togepi que se encontraba ahora en mis brazos, sabía que era demasiado fácil como para que terminara todo allí—. Pero espera, si tienes sus pokémon significa que volverá, y tampoco puede haberse ido muy lejos... ¿mencionó a dónde se dirigía ella?
—No, no, me expliqué mal, dejó sus pokémon conmigo pero ya se los llevó. Escuché algo como que debía estar preparada para una batalla muy importante, algo de una Torre plateada. —le explicó Joy todo lo que sabia.