--Supongo, gracias. --sonreí volviéndolo a abrazar. --Oye, te parece si vamos a Ciudad Témpera. Tengo que coger algo de mi antigua casa. --le propuse.
(Era obvio, si no, ¿de qué sirve la MO? No podéis saltaros los posts que tenéis que escribir, si queréis ir volando, un pokémon debe conocer vuelo)
(De todas maneras estaré muy ocupado en esta semana xD Así que te lo dejo encargado hasta el viernes jajaja)
Aterricé de nuevo en Ciudad Barniz y me dirigí un segundo al C.P a toda prisa. Al entrar, fui al mostrador del centro, y la Enfermera Joy me devolvió a Gengar, quien me di cuenta me dejé allí. Con una gota de sudor, abrí la puerta para salir del lugar.
Había vuelto por la ruta 305, luego por Témpera y el Lago Helado, y ahora me encontraba en Ciudad Barniz. Bostecé pues tenía bastante sueño, así que me dirigí al Centro Pokémon, a ver si tenían una cama para esta cansada viajera. En la puerta, vi un Gengar y grité:—¡Oh, por dios, que genial!
Gengar miró a la chica con su sonrisa caracteríctica y soltó una gruñido y me giré al escuchar aquello. —¿Pasa algo, Gengar? —le pregunté a mi pokémon fantasma y este negó con la cabeza para señalarme a la chica. La miré extrañada. Sentía que la conocía...¿pero de qué? Dándole muchas vueltas, recordé que fue en mi período de amnesia cuando la conocí y lo entendí todo. De repente su nombre me vino a la cabeza y sonreí. —¿Pauline? —le pregunté para sacarme todas las dudas y certificarme de que era la misma.
—¿Pauline?—Preguntó una voz. Me volteé y vi, nada más y nada menos, que a Lima. No, no era Lima... ¡Maldita memoria! Li... Li... ¡Liza! Sí, así era. Le sonríe y me acerqué a ella. Parecía que Gengar era su pokémon, porque cuando me acerqué, éste me gruñó. —¡Hey, Liza!—Le dije con alegría—. Tiempo sin vernos. ¿Cómo has estado?
Sonreí cuando se acercó y le respondí. —Pues muy bien, de aquí para allá pero genial. —respondí con la misma alegría que ella. —¿Y tú? ¿Dónde te metiste durante todo este tiempo, Pauline? Gengar nos escuchaba atentamente pero en un segundo se aburrió y de un bostezo se metió en su pokeball. Miré de reojo aquello. Que aburrido es el pobre.
—Uf, decidí que ya era hora de dejar de ser una entrenadora sedentaria. Fui hasta el Lago Helado, luego a Ciudad Témpera; también estuve en la ruta 305 y en la cueva de la psicópata—dije pensando en todo lo que había hecho en el tiempo que no nos vimos—. Conocí personas geniales en el corto tiempo que he estado de viaje, y espero seguir conociendolas—sonreí—. Ha pasado mucho tiempo desde nuestro primer encuentro, ¿no lo crees? Me han contado que te volviste una entrenadora muy fuerte.
—Vaya, ya has estado en bastantes sitios. —exclamé con sorpresa para luego sonreir. —Me alegro de que hayas estado bien. Samurott salió solo de su pokeball y saludó con alegría a la chica. Aún la recordaba. Miré a Pauline y respondí a lo último. —No creas que soy tan fuerte, pero algo he avanzado con mi equipo, Samurott es la prueba. —sonreí. —¿Y tu equipo? De seguro tú también te has fortalecido.
Miré con felicidad el Samurott de Liza. ¡No podía creer que aún me recordara! Saqué una pokéball de mi bolso e hice salir a Tre y a Azumarill. —Bueno, como verás, Treecko evolucionó—dije acariciando a mi Pokémon—, pero sigue igual de quisquilloso y pesado; ahora, como es tan grande, no puede saltar a mi cara, pero cada vez que conozco a alguien nuevo, sale de su pokéball a molestar—. Grovyle miró a Liza e hizo una leve inclinación de su cabeza como saludo—. Oh, y hay un nuevo miembro en la familia, ¡Blue!—Dije también acariciando a Azumarill. —¡Azumarill!—dijo él alegremente saltando. Me acerqué a Liza y le susurré en el oído:—No te dejes guiar por las apariencias, es macho.
Saludé a los dos pokémon con simpatía y Samurott miró a Grovile con orgullo. Sabia que cuando él era un Osawhott, Treecko tenía ventaja pero ahora las cosas habían cambiado y como no, mi pokémon lo echaba en cara. Observé a su nuevo Azumarill y reí un poco ante su comentario. Las apariencias engañaban. —Los dos se ven muy fuertes. —le comenté a Pauline con una sonrisa. —Se nota que haces un buen trabajo.
Llamé a Liza, no encontré a Yair por ningún lado de Témpera —Jopé, Yair anda más invisible que un fantasma, no lo he encontrado —dije preocupado—
Grovyle se adelantó y gruñó ante la altanería de Samurott; Tre era demasiado orgulloso e impertinente, no pensaba antes de actuar. Coloqué una mano en su brazo y lo miré fijamente; él me correspondió a la mirada y se tranquilizó. Sabía que no me gustaba que iniciara peleas por estupideces. —Tendrás que disculparlo, es un tontín que se enfada por todo—dije con una risita, y lo regresé a su pokéball; hice lo mismo con Azumarill—. Magby, Elekid y Smoochum están bien, aunque están un poco cansados, por eso no los he sacado. Así que... ¿qué te trae a Ciudad Barniz, Liza?
Suspiré y miré a Samurott para fruncir el ceño. Sabia que él también daba lo suyo. —Mi pokémon es igual, tranquila. —le comenté apartando mi vista de mi inicial cuando este se calmó y me puse a recordar. —Pueees...ah si, que me dejé la pokeball de Gengar en el centro pokémon. Menos mal que la enfermera me lo cuidó. Menos mal que tengo la cabeza sujeta que si no ya la hubiera perdido también. —reí. La memoria me fallaba a veces, pero que digo, SIEMPRE.Si no pasara eso, no seria la verdadera Liza.
—Ay, Liza, sigues igual de despistada que antes. Lo que me llama la curiosidad es cómo recuperaste la memoria; cuando nos separamos aún seguías sin saber sobre tu vida—dije observando a mi compañera. Recordé cuando Liza buscaba su identidad al haber perdido su memoria. Mi bicicleta rota, el quisquilloso de Tre... buenos tiempos.