Ciudad Aerosol

Tema en 'Rutas' iniciado por MrJake, 2 Enero 2014.

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    Naiki

    Naiki Main solo desde la beta

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    Hice caso a Emily. Dejé que mi trasero cayese sobre el borde del colchó y eché mis manos hacia mis lados y un poco atrás con tal de darme apoyo.

    Está bien, pero antes de nada tienes que prometerme que no harás ninguna locura cuando te lo cuente, ¿sí? Por ahora sería mejor que no nos metiésemos en más líos, la verdad...

    —¿Eh? ¿Hacer una locura? ¡Pero si nunca he hecho algo así!—Pero sus ojos me azotaron entonces. Directamente me decía que hablaba muy en serio. Tragué un poco de saliva antes de hablar.—... Lo prometo.

    Emily asintió y comenzó a relatar. Le escuché atentamente y negué el saber acerca de la energía "Dinamax" o el discurso de Chance. Fue un poco después de ello cuando me desconecté del discurso; En el momento que mencionó que controlaron a sus pokémon para ponerlos contra ellos.

    Lo recordé entonces: "Chance nos dará algo para pelear con los pokémon"; "Los pokémon son armas"; "Esto es un negocio". Cada una de esas frases saliendo de boca de Adler en medio de nuestro combate. Todas y cada una de esas palabras con las que no estaba de acuerdo se habían materializado en ese hecho. Mis puños se cerraron con fuerza sobre la cobija de la cama hasta que escuche mi nombre salir de sus labios.

    ¿Que qué debíamos hacer? No lo sabía. No tenía ningún tipo de respuesta para ello más allá de lo que realmente deseaba hacer: Tomar la pokéball de Rayquaza e irrumpir ahí para destruir lo que fuese que usase para controlar a los pokémon, pero... ¿Y si controlaba a Shen? Mis puños solo empezaron a atraer más y más de la cama a mi cuerpo mientras pensaba en lo que seguiría a eso: Tomaría a Flame, a Venus, a Pietr, a Rook... A todos. Tomaría a cada uno de mis pokémon bajo su control y luego... No quería pensarlo. De ninguna manera quería combatir contra ellos.

    Pero algo quemaba de todas maneras dentro de mí. No quería quedarme de brazos cruzados.

    —Quiero—Cerré los ojos con fuerza antes de decirlo.—... Quiero hacer alguna locura—Las palabras salieron ahogadas de mi garganta. Mis ojos posaron en el suelo, entre el espacio que dejaban mis desgastadas deportivas.—. Desearía no haberlo prometido porque no me quiero sentar y esperar a que algo ocurra... No quiero pelear con mis pokémon y muchísimo menos quiero que sean... Armas.
    >>No importa lo que sea, pero no puedo solo sentarme y esperar... ¿Qué pasa si incluso toma control de Darkrai? ¿O de Necrozma? Hay... Hay que hacer algo.
     
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    Amane

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    Tras escuchar a Alpha lo único que pude hacer fue fruncir el ceño ligeramente, no molesta sino más bien preocupada, mordiéndome también el labio inferior. Acabé por suspirar, dejando caer las manos y suavizando mi expresión.

    Realmente, no esperaba otra clase de reacción. Al menos estaba teniendo en cuenta la promesa que me había hecho.

    Me puse en pie y me acerqué hasta la cama, sentándome a su lado con cuidado. Coloqué una de mis manos sobre la suya, agarrándola después y obligando al chico a separarla de la cama mientras la levantaba y la colocaba sobre mi regazo, rodeándola finalmente con las dos mías.

    Esperé a que me mirase para dirigirle la vista, sonriendo, de manera amable.

    —Escúchame con atención, ¿sí? —empecé a hablar, con tono bajo, sorprendentemente tranquilo sin apartar mis ojos de los suyos—. Estamos en una posición delicada ahora mismo, ¿lo entiendes? Chance tiene mucho poder y puede meternos en problemas, no solo a nosotros, también a Irvine. Si Irvine pierde otra vez los seguidores que tiene en las elecciones... sabes lo que va a pasar, ¿cierto?

    Aparté solo durante unos segundos la vista del chico, mirando hacia mi regazo mientras de manera casi instintiva mis dedo pulgar acariciaba su mano. Después volví a mirarlo.

    >>Nosotros nos hemos dejado llevar y hemos acabado así. No te estoy pidiendo que nos quedemos sentados a esperar, en absoluto —negué con la cabeza, ligeramente, intentando afianzar más mis palabras—. Creo que nos tenemos que preparar para lo que pueda pasar, y que tenemos que pensar alguna solución, sí, pero tenemos que pensarlo bien. Chance no va a hacer nada peligroso hasta que no tenga su proyecto preparado, y creo que va a ser en ese momento cuando debamos actuar... por eso debemos estar preparados para entonces.

    Dejé finalmente libre su mano, llevando la mía hasta su frente para apartar un par de mechones de su flequillo hacia un lado, con delicadeza,viendo como poco después caía de nuevo en su sitio.

    Le sonreí mientras me alejaba un poco, dejándole algo más de espacio personal al darme cuenta de lo mucho que lo había invadido sin permiso.

    >>Así que, ¿por favor?
     
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    Naiki

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    No desvié la mirada incluso cuando sentí el peso de Emily a mi costado. Fue cuando sentí sus dedos pasar bajo los míos y forzarme a soltar el cobertor que instintivamente giré el cuello para encontrarme con su rostro sonriente. Miré hacia abajo, a mi mano cubierta entre las suyas y sin posibilidades de volver a empuñarse. Luego volví a mirar a su rostro solo para darle el sí.

    Y así comenzamos de nuevo: Yo escuchaba cada una de sus palabras y asentía cada vez que ella preguntaba si entendía, con cierto tono de molestia en los "Entiendo" y "Cierto". Lo que ella estaba diciendo... Tenía razón. Chance realmente nos podía meter en problemas; Nos quitaría a nuestros compañeros y no había nada que pudiésemos hacer ahora mismo. Nos dejaría sin nuestros pokémon y luego... No podríamos pelear contra él. Sería una derrota definitiva, no importaba qué hiciéramos.

    No pude callarme ante eso.

    —¿...Hasta que tenga las cosas listas?—Interrumpí con voz baja, inaudible.—... ¿Entonces quieres dejar que complete su controlador de pokémon?—Volví a hablar, subiendo notablemente el volumen.—Eso es lo mismo que esperar... Hasta yo puedo darme cuenta de eso.

    Bajé la cabeza para permitirme ver mi cinturón lleno de balls. Cada una con un pokémon diferente, pero para mí no dejaban de ser lo mismo: Seres preciados. Aun si Flame no se estuviese esforzando y pelease con Rook, aun si me pinchaba en la limpieza de Pietr, aun si una buena parte de mis puntos se fuese comprando comida cara para Venus, incluso si dormía poco por Darkrai. Para mí todos se habían vuelto importantes, ya fuese desde que los capturé o después de ello. Eso lo compartían todos, pero también el hecho de que los protegería a toda costa y sin importar qué.

    —Emily—Le llamé entonces con una voz baja. Cerré y abrí los ojos antes de alzar la cabeza, pero no pude mirarle a los ojos, sino más abajo, a ningún punto en específico.—... No puedo hacer eso—Intenté sonar calmado, pero el sentimiento de rabia e impotencia solo escapaban con mi tono de voz.—. No puedo esperar a que me quiten lo más importante que tengo y tampoco puedo esperar a que se lleven lo único en lo que soy bueno.

    Guardé silencio un breve instante. Levanté la mirada para enfocarla en sus ojos antes de hacerla hacia un lado.

    >>... Si quisiera lanzarme a pelear solo... ¿Sería una locura...?
     
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    Amane

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    Pestañeé un par de veces ante el tono de voz de Alpha, sorprendida, echándome un poco hacia atrás de modo instintivo. ¿Acaso no había hecho bien en contarle aquello? Era consciente que el chico no iba a tomárselo bien y que seguramente querría lanzarse a luchar contra Chance y todo lo que se pusiese en su camino, pero de alguna manera me sentí en la capacidad de calmarle lo suficiente para evitarlo.

    Parecía que estaba bastante equivocada.

    Mi expresión pasó de aquella calma fingida a mostrar completa desolación. Escuchar a Alpha hablar así de convencido sobre su equipo y sentir aquellos ojos ámbares apuntando directamente a los míos tuvo un efecto mucho más poderoso de lo que me había esperado.

    Sentí como las lágrimas volvían a llenar mis cuencas y aquella vez fui incapaz de pararlas. "No había nada qué hacer", esa parecía ser la única respuesta que habíamos sacado de todo aquello... y yo no sabía que otra decirle a Alpha.

    Sin pensarlo mucho, volví a levantar la mano, con lentitud, hasta alcanzar su mejilla y acariciarla con el pulgar, intentando así llamar su atención una vez más. Negué con la cabeza cuando me miró. No supe muy bien qué estaba negando, ¿su última pregunta quizás? ¿mis palabras? Ni idea.

    Me limpié el reguero de lágrimas que había dejado caer sobre mis mejillas, así como los ojos mismos, quizás enrojeciéndolos algo más pero ya no me importaba mucho. A decir verdad, hubiese preferido que Alpha no me hubiese visto llorar. No sabía por qué pero sentía una extraña necesidad de querer cuidarlo y protegerlo, como si fuese un niño a pesar de tener la misma edad y a pesar de ser él el que fuese más propenso a protegerme a mí en muchas ocasiones.

    —Lo siento —dije, con voz pastosa, intentando recuperar la tranquilidad tras aquel episodio—. Tienes razón, no puedo obligarte ni pedirte que estés quieto, lo sé. Ese no sería el Alpha que conocemos —le sonreí ligeramente ante aquella última afirmación, intentando destensar el ambiente—. Entiendo como te sientes... cuando Zera y Bisharp impidieron que me moviese... sentí como se me partía el corazón, ¿sabes? No quiero que eso se repita, nunca.

    Necesité unos segundos antes de poder continuar. Sentía que la voz se me quebraría de nuevo al recordar aquellas imágenes tan difíciles de olvidar, así que preferí esperar a recuperarme de las mismas.

    >>No sé si sería una locura, lo que si sé es que te estarías poniendo en peligro, a ti y a tu equipo. Y Alpha, yo no quiero que te pongas en peligro... no quiero que ninguno lo esté. No quiero perderos.

    Miré en ese momento hacia la ventana, sintiendo como un muy leve rubor se extendía por mis mejillas al decir aquellas palabras tan sinceras, tan repentinamente.

    >>Es tarde y te he dado demasiada información de golpe, ni siquiera te he preguntado como has estado, lo siento —volví a mirarle entonces, recuperando un poco aquel brillo de preocupación por su persona al hacerlo—. Por lo menos por esta noche, deberíamos descansar, ¿sí? Chance no va a avanzar más con sus planes ahora mismo.

    ¿Podía decir aquello con total certeza? Posiblemente no. Pero si podía convencer al chico de ello, podría servir.

    >>Puedes quedarte aquí si quieres, yo puedo pedirme otra habitación —añadí, con una leve sonrisa pero sin perder el tono de preocupación, se le notaba ciertamente cansado—. ¿Qué te parece?
     
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    Naiki

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    Quedé a la espera de su respuesta. Necesitaba que dijese que no. Quería saber que podía actuar sin romper la promesa pasase lo que pasase. Pero entonces sentí de nuevo el tacto cálido de su mano sobre mi mejilla; Me llamaba de nuevo a que le mirase.

    Tardé un par de segundos. Necesitaba tragarme toda la rabia que me estaba llenando y usarla en el ataque contra Chance. Gastar energías ahora mismo no me serviría de nada, y mucho menos hablar enojado contra ella. Fue por eso que clavé mis dientes contra el interior de mi mejilla, quizás de esa forma podría olvidarme de ello antes de girar.

    Cuando volvimos a cruzar las miradas, sentí inmediatamente un nudo en el cuello.

    Emily lloraba.

    Intentó contenerlo y aun entre lágrimas volvió a hablar.

    No aguanté.

    Cuando dijo que no quería perdernos no pude más. Mi cuerpo se movió por impulso, mis brazos se estiraron y pasaron por sus costados para unirse detrás de ella en un abrazo algo apretado. Mi repentino acercamiento y la forma en la que estaban mis brazos lograron dejarla cerca, más cerca de lo que estaba antes incluso.

    —Como en la Catarata.—Recordé.

    Mi mano posó igual que aquella vez sobre su cabeza. Bajó y volvió a subir, una y otra vez. Ella solo siguió hablando y sí, ella sobretodo necesitaría descansar, pero antes de eso... Iba al menos a detener su llanto.

    —Lo prometí—Dije en voz baja.—. Ya prometí que no haría ninguna locura—Continué mientras desviaba la mirada hacia la ventana que me permitía ver el exterior de la ciudad.—. Pero no me voy a quedar tranquilo de ninguna manera... Solo soy bueno combatiendo, así que intentaré pensar en alguna forma de combatir a Chance... O quemaré mi cerebro intentándolo.

    Una risa ínfima se escapó de mí tras ese comentario. Por supuesto que tendría que quemar hasta la última parte de mi cabeza si quería salir con algo medianamente bueno. No podía solo tener un plan.

    —Y no—Respondí a sus últimas palabras, aunque tarde. Brindé una última caricia a su cabello antes de subir la mano por el costado y llevarla a su parte anterior. Con dos dedos estirados, empujé su frente.—, no te voy a robar tu cuarto. No puedo dormir mucho—Los dedos pasaron a mi rostro, bajo la zona morada de mis ojos para estirar esa piel y que fuese más notoria.—, así que aguanto mucho más que tú.
    >>También tengo que ir a buscar a Manaphy y... El libro—Ugh.—con Mimi. Pediré una habitación para mí luego de eso.

    Una pequeña sonrisa se colocó sobre mis labios. Ni cuenta me di... Pero ya nada me quemaba.
     
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    Amane

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    El abrazo por parte de Alpha me tomó por sorpresa, a decir verdad. No me pareció extraño, pues a pesar de que el cariño que nos tuviésemos en ese momento pareciese muy repentino, lo cierto es que se sentía natural y genuino. Me recordó a la Catarata, sin embargo, a todas esas emociones que acabaron por explotar dentro de mí y que se vieron reflejadas en lágrimas y sollozos.

    Como en ese mismo instante.

    ¿Acaso tenía Alpha alguna clase de poder para conseguir aquello? ¿Quizás me sentía cómoda con él porque no éramos tan diferentes? No lo sabía. Lo único que sabía es que mis brazos no tardaron en corresponder aquel abrazo, apretándola con fuerza contra mí, sintiéndome segura de aquella manera.

    Cuando nos separamos finalmente y escuché sus palabras, simplemente reí, de forma ligera pero genuina. Asentí después, manteniendo una sonrisa comprensiva y mucho más aliviada.

    —Muchas gracias, cariño. Por todo —dije, apretando su mano con la mía de forma cariñosa una vez más antes de soltarla y dejarle finalmente libre—. Y hey, no tienes que pensar tú solo, ¿vale? Estoy aquí, Alpha, para lo que necesites, ¿sí? No dudes en llamarme con cualquier cosa.

    Me puse finalmente en pie, sin perder la vista del chico, pero todo mi cuerpo se sentía mucho más destensado en ese momento y se notaba, también en mi expresión, aunque no pude evitar un deje de preocupación al recordar una de las cosas que me había dicho.

    >>Yo a veces también tengo problemas para dormir, ¿sabes? Si quieres hablar o algo alguna vez, puedes venir también —dije aquello en voz algo baja, con un tono más serio, fruto de la preocupación, pero pronto recuperé la sonrisa mientras le revolvía el pelo de manera juguetona, aprovechando la posición—. Anda, ve entonces. Suerte~
     
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    Naiki

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    Mis manos no se separaron de ella en ningún momento. Planeaba quedarme ahí todo el tiempo que fuese necesario para que su llanto parase.

    Pensaba que sería más que unos minutos para poder ver una sonrisa de su parte, pero sinceramente fue lo mejor. Ni siquiera pude evitar el contagiarme y entregar un gesto semejante al de ella, pero tan pronto empezó a hablar mi ceño se frunció y parte de mi rostro se coloreó de rojo.

    ¿"C-Cariño"? Y me revolvió el cabello.

    —¡N-No soy un niño pequeño!

    Me quejé de inmediato. Llevaba todo el rato tratándome así, incluso cuando me explicó lo de Chance. ¡No estaba bien! ¡Ya era un hombre, aunque no tuviese una barba genial! Incluso ahora parados podía ver que teníamos un poco de diferencia de altura ¡Un niño pequeño no es más alto que tú de ninguna forma! No pude evitar subir dos dedos para empujar un poco su frente.

    —Voy—Arreglé los dos tirantes de mi mochila sobre mis hombros antes de dirigirme a la puerta. Con la mano deslicé este hacia el lado para poder abrir la puerta antes de salir.—... Si lloras en el campo de batalla me vas a distraer, así que avísame antes, ¿va? Porque no pienso perder ninguna batalla.

    Sin siquiera esperar a que contestase, pasé el marco y cerré la puerta tras mis espaldas. Rasqué mi mejilla un poco, todavía sintiendo el calor de estas... Creo que era un poco débil al tipo Emily.

    ***

    Esperé el tiempo que fuese necesario para que la cara se me enfriase. Si estuviese fuera del centro fijo pediría a Venus un poco de ayuda con sus movimientos de agua o hielo, pero aquí dentro solo me quedaba esperar en el hall. Así que una vez conseguido eso, busqué a Mimi infructuosamente hasta que la idea de preguntarle a Joy vino a mí.

    —Oh, claro, un cuarto.

    Reí un poco cuando ella lo mencionó junto con el número. Me rasqué detrás de la cabeza un poco avergonzado de que ello no se me hubiese ocurrido antes de dar las gracias y encaminar hacia el lugar... Eso si la enfermera no me hubiese detenido. En sus manos ahora posaba la pesadilla, el titan de titanes, el gran verde... Ese libro.

    La expresión levemente avergonzada se me borró de inmediato y fue reemplazada por preocupación; En la vida lo iba a terminar. Mientras más lo veía, más lo creía. ¿¡No había una versión de bolsillo, Mimi!?

    —G-Gracias—No muchas.—por guardármelo, Joy. L-Le daré las gracias a Mimi.

    Sí... Por el dolor de espaldas que me daría cargar esto en la mochila todo el tiempo. Al menos la puerta de su cuarto no quedaba tan lejos... Recuperaría a Manaphy y podría soltar este peso enorme en un cuarto cuanto antes. Así que toqué.

    —Yo!—Saludé apenas la puerta se abrió.
     
    Última edición: 1 Mayo 2020
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    Había tratado de dormir sin éxito. Mi mente parecía incapaz de callarse y solo iba de un lado a otro. De Chance a la relación de esos dos y viceversa. Incluso llegó a un punto en el que, cansada de dar tantas vueltas sobre la cama dejé escapar un gruñido y me eché la almohada por encima del rostro. Solté un grito ahogado.

    Arceus, ¿por qué me preocupaba tanto? ¿Era porque sentía que no tenían la suficiente confianza para decirme algo tan simple? No podía ser eso ¿o sí? Había sido un día de mierda después de lo ocurrido con esa bastardo de Chance. Primero el laberinto, luego el combate fallido contra Adler, el control mental de mis Pokémon y el secuestro de Joel... y ahora eso.

    Me iba a explotar la cabeza.

    Al menos Manaphy quedó satisfecho tras terminarse media pokochera completa. Se había hecho un ovillo a un lado de la cama y a aquellas horas dormía apaciblemente.

    El silencio se adueñó del cuarto después de eso. No se oía nada. Ni murmullos, ni ronquidos, ni absolutamente nada salvo la respiración de Manaphy. Y entonces, alguien tocó la puerta.

    Aparté la almohada a un lado y me incorporé recogiendo mis piernas hasta quedar sentada. ¿Podía ser... Alpha? ¿Quién iba a ser si no a aquellas horas? ¿Y a qué venía hora? ¿A una segunda ronda con la otra?

    Mi ceño se frunció.

    Tenía tantas cosas que decirle... pero él había preferido irse con Emily así que... ¿qué demonios importaba? Ni siquiera sabía si quería verle después de todo eso. A veces simplemente pasaba por alto que Alpha y yo éramos personas muy diferentes. No podía esperar el mismo tipo de reencuentro emotivo que había tenido con Emily con él. Dudaba siquiera que me hubiese echado de menos.

    Tardé unos largos y extensos segundos en decidirme finalmente a abrir la puerta. Pero una vez lo hice, mi expresión no varió un ápice.

    —Ah, ¿ya terminaste?—fue todo lo que le pregunté con cierta intención y volví a sentarme a los pies de la cama—. ¿La dejaste satisfecha?

    Soné más ácida de lo que pretendía. Pero no podía evitar sentirme molesta.
     
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    Amane

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    Don't mind me, solo soy un post de relleno

    Emily Hodges

    Observé a Alpha salir de la habitación con la cabeza ladeada pero una sonrisa enternecida en mis labios. Desde luego, era más alto y más fuerte que yo, ¡pero no podía evitarlo! Era tan despistado y descuidado con algunas cosas que no podía evitar preocuparme y querer cuidarlo, como si fuese una madre.

    Solté un suspiro cuando la puerta se cerró detrás del chico, llevándome entonces la mano hacia mi frente, acariciándola con suavidad ahí donde Alpha había usado sus dedos para empujarme ligeramente. Sonreí, cerrando los ojos, una sensación cálida apoderándose de mi corazón. Aquello era lo que justamente necesité después del día que habíamos tenido.

    * * *
    Después de un rato, me dirigí al bañó para darme un ducha caliente que me ayudase a liberar la tensión sufrida. Fue de agradecer, sin lugar a dudas, pues salí prácticamente sintiéndome como nueva. Finalmente me coloqué mi pijama y me dejé caer en la cama, agotada.

    Miré hacia un lado cuando estuve ya cubierta por la manta, hacia donde mis pokéball reposaban. Ni siquiera Espeon había salido a hacerme compañía en lo que quedaba de día, y aquello era realmente extraño. Suspiré, volviendo la vista hacia la pared.

    —Supongo que también necesita su tiempo... —murmuré, cerrando los ojos.


    Sería mejor que intentase dormir, necesitaba fuerzas para el siguiente día.
     
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    Naiki

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    Alpha Xenodis.

    Abrió la puerta y empezó de manera directa.

    —¿Eh?

    Giré mi cabeza hacia un lado mientras me llevaba una mano bajo el mentón con una notoria confusión dentro de mí. ¿Satisfecha? Bueno, dejó de llorar y parecía bastante más feliz, pero no sé si eso realmente fuese estar satisfecho... Quizás debí llevarle algo de la cafetería. El café le gustaba, ¿no? Quizás con algún dulce porque esa cosa es demasiado amarga.

    —Uhm... Creo que sí—Contesté mientras cerraba los ojos y me alzaba un poco de hombros.—. Quizás por eso tardé un poco más de lo que pensaba—En realidad no tenía alguna idea de cuánto tardaría hablando con ella.—, ¡pero lo bueno es que quedó bien bien! Incluso dijo que se iba a dormir, pero también debe ser por el cansancio—Alcé mi pulgar de manera alegre. Realmente era genial haber parado su llanto.—. Así que no te preocupes por ella.

    >>Por cierto, ¿Manaphy está bien? ¿Molestó mucho a Raiden? A veces es un poco inquieto, ¡pero es un niño así que significa que está creciendo bien!... Espero no haya sido problema.—Reí con esas últimas palabras.
     
    Última edición: 1 Mayo 2020
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    Yugen

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    Crucé los brazos y aguardé una respuesta por su parte. Pero la respuesta más que disipar mis dudas solo generó más interrogantes. ¿Quizás por eso tardó más? ¿La había dejado dormida por el cansancio?

    Mi cuerpo se tensó y mientras aquellas palabras calaban en mi cerebro y lograba procesarlas, el calor se apoderó fieramente de mis mejillas. ¿Estaba hablando en serio?

    Parpadeé perpleja.

    —¿Entonces es cierto?—le pregunté a bocajarro con evidente consternación en la voz, impactada, y giré rapidamente el rostro para mirarle. Mi melena rubia ahora suelta azotó el aire antes de volver a caer sobre mis hombros cuando me incorporé—. ¿Estáis juntos? ¿Os habéis acostado?

    ¿Cuando demonios pensaban contármelo? ¿Cómo podía callarse algo semejante? Una noticia de tal impacto, similar a un golpe aéreo. ¡¿Cómo...?!

    Apreté los puños a ambos lados de mi cuerpo, tensa.

    Lo miré directamente a los ojos, repleta de seriedad. Ni siquiera escuché su última pregunta y si lo hice, tampoco le presté atención. Necesitaba saberlo. Caminé pesadamente hasta él, a grandes zancadas y una vez lo acorralé contra la pared extendí mi brazo y choqué la palma al lado de su cabeza, impidiéndole cualquier tipo de huida.

    Mi mejor amiga y mi mejor amigo, ambos ex-intereses románticos... ¿juntos? Venga ya.

    >>¿Desde cuando pasa esto?
     
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    Naiki

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    Ni siquiera pareció escucharme. De inmediato empezó a preguntar cosas que no hacían ningún tipo de sentido en mi cabeza. ¿Acostarnos? ¿Estar juntos? ¡Pero si ahora estaba aquí con ella! ¡Encima solo nos habíamos sentado en la cama un rato! Eso no tenía ningún tipo de sentido. Además, ¿cómo sabría si en realidad me hubiese acostado con Emi? Es-... Acostado con Emi... Con Emi.

    Cuando realmente entendí el sentido de sus palabras el rostro se me llenó de rubor. La cara me ardía de manera violenta y mi cerebro no hacía más que dar vueltas y vueltas en torno a esa idea. ¿¡D-De dónde había sacado las fuerzas para decir algo tan ridículo!? ¡No iba a hacer esa clase de cosas con-

    ¡Don!

    Mis pensamientos fueron cortados completamente de un solo golpe. Instintivamente cerré los ojos y encogí un poco el cuerpo bajo la mano de Mimi que pasaba sobre mi hombro. El corazón se me sobresaltó y seguramente la mayor parte del rubor se me borró y se convirtió completamente en palidez. N-Ni siquiera había podido prever que eso vendría. Pero... Estaba bien.

    Suspiré con mucho alivio tras unos segundos que fueron eternos. Abrí mis ojos lentamente para encontrarme con que el golpe había estado más lejos de lo que yo creía. Me llevé la mano al pecho antes de dejarme deslizar unos cuantos centímetros con mi espalda apegada a la pared. El corazón me estaba latiendo bastante rápido encima... Al menos me salvé.

    ¡Agh, pero todavía tenía que salir de esta!

    —¿P-Puedes esperar un poquito?—¿¡Por qué tartamudeas, tío!? ¡Sé valiente, ahora es el momento!—... No—Susurré. ¿¡Qué te pasa!? ¡Vamos, arriba!—... ¡No he hecho nada malo!

    Finalmente alcé la cabeza para mirarle a los ojos mientras le reclamaba.
     
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    Yugen

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    Pero sus balbuceos incoherentes solo terminaron por lanzar un bidón más de gasolina sobre el incendio que era mi evidente molestia en aquellos momentos. Sinceramente me daban igual sus excusas. No le estaba reclamando por eso.

    Mi ceño se frunció un poco más y tal vez, quizás de forma inconsciente, mis dedos se apretaron contra la pared junto a su cabeza.

    —Me da igual si tú y Emily estáis juntos, si os revolcáis como Hippodown salvajes en un chiquero o lo que sea pero... somos amigos ¿verdad?—le pregunté—. Los amigos se cuentan estas cosas.

    >>Creí.. que teníamos confianza para eso.

    Eso dije. Escapó de mis labios como una especie de reclamo caprichoso, decepcionado y dolido. Mi expresión se ensombreció. La sola idea de pensar que realmente no la teníamos me hacía mucho más daño que la traición en sí misma. Eran personas libres. Tenían todo el derecho del mundo a estar con quién les diese la maldita gana. Lo que me dolía era... que me lo ocultasen.

    Alcé la mirada. Pero en cuanto lo hice, en cuanto nuestros ojos se cruzaron, fue como si una daga afilada me hubiese cruzado el corazón de parte a parte. Reconocía esa expresión en su rostro. La emoción que vibraba tras sus ojos dorados, ese falso arranque de valentía.

    La conocía porque yo había sentido lo mismo ese día, cuando mis Pokémon se volvieron en mi contra y empecé a creer en las palabras de Chance sobre el peligro que implicaban para los humanos. Era esa emoción que usaba a su favor, para manejar a las masas ignorantes como si fuesen marionetas.

    Miedo.

    Lo que había en los ojos de Alpha era miedo. Un miedo atroz, paralizante. Lo miré durante un instante eterno, congelada, consternada, las pupilas dilatadas por el impacto. Repentinamente las piezas parecieron encajar de golpe. Tantas preguntas sin respuestas; esa actitud huidiza, esquiva... la forma en la que su cuerpo se encogía cada vez que me sentía cerca.

    Todo cobró sentido.

    La realización fue brutal y me golpeó con la contundencia de un camión en marcha. Aparté la mano de la pared como si me quemase y retrocedí unos pasos conmocionada.

    Sentí como si la sangre se me hubiese congelado en las venas. Por primera vez en mucho tiempo estaba paralizada, completamente congelada. ¿Cuando...? ¿Cómo? Sabía que nuestra situación no era la mejor, que teníamos nuestros roces y diferencias... pero jamás pensé que fuese tan grave.

    Nunca quise eso.

    —Y-yo no... yo...

    Las palabras estaban hechas un nudo prieto en mi garganta, enredadas de tal forma que solo movía los labios, los abría y cerraba, pero era incapaz de articular palabras. No sabía por dónde empezar. No sabía qué decir.

    No sabía cómo demonios excusarme. ¿Tenía excusa siquiera?

    Nunca quise que pasara eso. Nunca pretendí que llegase un punto en el que Alpha...

    Repentinamente el corazón se sintió pesado en mi pecho. Mis pensamientos iban y venían sin orden ni control, el tren simplemente se había salido de las vías. Qué idiota era. Pensaba que había cambiado, que la terapia me había hecho ver las cosas bajo un prisma diferente. Pero eso no cambiaba todo el mal que había hecho en el pasado. No cambiaba mi naturaleza hosca y agresiva.

    No cambiaba nada.

    Seguía siendo una zorra egoísta.

    Me abracé a mí misma con brazos trémulos, sintiendo como mis hombros empezaban a convulsionar a consecuencia de los sollozos que me atoraban la garganta. No podía detenerlos. Cuando quise darme cuenta el aluvión de sentimientos, la realización de todo el daño que le había hecho y seguía haciéndole a Alpha fue demasiada. Me aplastaba, me apretaba y casi me robaba el oxígeno.

    Me costaba respirar.

    Me encogí sobre mí misma.

    —¿Por qué...?—sollocé y me cubrí el rostro con las manos—. ¿Por qué no me lo dijiste?

    Sacudí la cabeza, en estado de negación. Como si quisiera creer, de forma desesperada, que nada de eso era cierto.

    La voz se me quebró.

    >>¡¿Por qué no me dijiste que me tenías miedo?!
     
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    Naiki

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    No pude aceptar lo que salió de su boca. Mi ceño se frunció al instante que mencionó la comparación con los Hippodown.

    Cada vez que un insulto llegaba hacia mí no me importaba. ¿Beta-Ryu diciendo que era una persona insoportable antes de enfrentarlo para que me regresase a Sabaku? Tenía razón. ¿Ukita burlándose de que no fui a la escuela con ellos en el camino a la torre dorada? Tenía razón. ¿Mimi llamándome baka día y noche porque sí y porque no? Podía tomarlo; Era cierto. Pero lo que de ninguna manera aceptaría era que dijese esas mentiras sobre Emi.

    Sabía cómo eran esos pokémon: Siempre que podían en el barro o creando tormentas de arena que volvían problemático el avanzar por la ruta 13 de su región.

    Emily no era así.

    Ella era dulce, tierna y linda. No era la entrenadora más fuerte de todas, sí. De hecho, no recordaba haber estado cerca de perder con ella alguna vez, pero ella... Ella había sido muy buena conmigo en cada ocasión.

    Quiso darme una mano con Mimi y lo que pasó después de su confesión. Y en el futuro no dejaba de tomar mi mano cada vez que algo pasaba. Era ella la que tenía miedo, claro, pero de alguna manera era tranquilizante para mí. La presencia de Emi se había vuelto reconfortante para mí en un periodo muy rápido, aun si era yo el que tuviese que contener sus lágrimas.

    No iba a aceptar que dijese cosas así de ella. ¡Iba a responder con todo lo que pudiese de inmediato!

    Pero me paralicé.

    Venía desde la izquierda. Un ruido suave, demasiado suave como para que comúnmente pudiese ser oído, pero mis oídos me permitieron captarlo. Fueron mis ojos los que me ayudaron a entender la situación en la que me encontraba pues por el rabillo de ese mismo lado lograron hallarse con los dedos de la rubia volviéndose un puño sobre la blanca pared.

    Se venía un golpe.

    No lo deseaba. De ninguna manera quería recibir ese puñetazo y volver a pelear.

    Como en Témpera.

    Esa vez, aunque fuese culpa de Ian y se lo guardaba todavía, pasó lo mismo. Ni siquiera me dio chance de hablar antes de que sus puños me dejaran en el suelo. Me sentí furioso. No podía ser que le creyese a ese tipo y directamente me golpease... Éramos compañeros, ¿no? Se suponía que había confianza, que podíamos creer en el otro... Pero parecía que ella no me creía. Nunca lo hacía. Mucho menos lo haría ahora.

    Por eso retorné la mirada hacia ella. Ya estaba: Iba a recibirlo, los que fuesen necesarios. Después de todo, no podía responderle de ninguna forma. Luego me pondría un poco de hielo y estaría bien, sí... Venus podía crearlo sin problemas. Eso es lo que haría, sí: Recibiría con la frente en alto.

    ...

    El golpe jamás llegó.

    Se presentaron unos segundos de un silencio muy incómodo entre ambos. Nos miramos todo el tiempo que duró hasta que ella se alejó y junto a ello yo desvié la cabeza hacia abajo. No tener que recibir esos golpes era como cuando soltaba a Squirtle tras la sesión de levantamientos. Parecía que me había salvado. Ahora sol restaba salir de aquí, tomar a Manaphy e irme a dormir de una vez.

    Pero no.

    Ella comenzó a llorar.

    Con la mirada centrada en mis piernas no pude ver el inicio, pero el silencio del gran pasillo lleno de habitaciones permitió que lo escuchase. Esa respiración alterada frente a mí forzó a que mi cabeza se levantase y la encontrase en ese estado. Se me formó un nudo en la garganta. Creo que antes había visto a Mimi así muy pocas veces, podría contarlas con la mitad de la mano fijo. Era... Realmente extraño. Siempre parecía estar fuerte, con esos ojos que eran tan fieros como los de su Luxray... Y ahora lloraba por... No lo sabía.

    ¿Por qué...?—¿Por qué qué...?—. ¿Por qué no me lo dijiste?

    ¿Qué se supone debía decirle? ¿Acaso iba a seguir con esa estupidez de acostarme con Emily? ¿Íbamos a llegar a-

    ¡¿Por qué no me dijiste que me tenías miedo?!

    El rugido inmediatamente me hizo achicarme. Pero más que eso: Fue el golpe que esperaba no recibir.

    Abrí los ojos de par en par. Eso... No era verdad.

    —Tú—¡No te calles ahora! ¡Valiente, tío, valiente!—... Tú no me das miedo, pero—¡Solo dilo! Me mordí la boca por dentro un segundo, con fuerza. Incluso había hecho una pequeña mueca de dolor.—... Pero no quiero que me golpees. Eso me da miedo.—Finalicé con una voz un poco más alta, solo un poquito. Necesitaba que me escuchase.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    No podía dejar de llorar, no importaba lo que hiciese. La realidad me aplastaba con una fuerza titánica. ¿Por qué era siempre tan estúpida? Alpha me tenía miedo. Yo, que solo era una obstinada y orgullosa barata. Después de años, de tanto tiempo estando juntos... ¿esa era la verdad?

    Mi ceño se frunció apenas al escucharle, en un claro gesto de confusión. Necesité algo de tiempo para procesar sus palabras. Para entender, en medio de mi mente neblinosa, todo lo que estaba diciendo. No estaba molesta solo... desconcertada.

    —¿Por qué iba a golpearte?—pregunté y alcé la mirada. Podía sentir las lágrimas calientes rodar por mis mejillas. El sabor salado en los labios. Mi expresión estaba contraída en un rictus de dolor—. Ya no lo hago. Hace años que no lo hago.

    Desde lo ocurrido en Témpera. Desde que las palabras de Ian enaltecieron mis celos y me volví loca. Había perdido perdón por eso. Me había disculpado, arrepintiéndome cientos de veces de lo que hice. No estuvo bien y no tenía ningún derecho a hacerlo. Pero había cambiado. Había logrado centrar la cabeza y bajar del trono en el que siempre creí estar sentada. Me había costado hacerlo... pero lo logré. Ya no era una mocosa de catorce, tenía diecisiete años. Pronto sería legalmente una adulta.

    Había logrado comprender que mis derechos terminaban donde empezaban los del resto. Que no podía actuar con la gente como me diese la gana hacerlo. Yo no era diferente al resto del mundo. ¿Qué derecho tenía entonces sobre ellos?

    >>Me disculpé por todo en su momento—murmuré y abrazándome a mí misma terminé clavando mis uñas en mis brazos. Mi expresión se ensombreció—. ¿No es suficiente? ¡Han pasado años, Alpha! Y aún así... ¿aún así crees que en cualquier momento perderé la cabeza y te daré una bofetada? ¿Qué te pasa?

    Estaba tan desconcertada, dolida y confusa. ¿Cómo podía seguir temiendo que le golpease? ¿Cómo podía pensar así cuando había tratado de demostrarle todo lo contrario? Era una torpe en cuanto a sentimientos se refería y simplemente no lográbamos entendernos el uno al otro. Pero yo... lo había intentado. Aunque me sacara de mis casillas, aunque su carácter torpe y distraído me enervase hasta límites ridículos.

    Él era así. Ese era Alpha.

    ¿Qué derecho tenía a intentar cambiarlo?

    Yo había tratado... ¿qué...? ¿Siquiera me había preocupado por intentar realmente comprenderle? ¿Me había detenido en algún momento a preguntarle lo que quería hacer? ¿Qué tal había ido su día? ¿Cómo se sentía siquiera?

    No.

    Y aún así, a pesar de eso, a pesar del egoísmo... tenía algo muy claro.

    >>Sabes... sabes que eres una persona preciada para mí—confesé en un murmullo bajo— ¿Crees que hubiera buscado tu apoyo la noche antes de marcharme a Sinnoh si no lo fueras? ¿Crees que hubiera recorrido la inmensa biblioteca de Ciudad Canal para traerte ese estúpido y pesado libro si no me importase?—mi voz fue tomando mayor volumen a medida que pronunciaba cada palabra. Las uñas me hicieron surcos en la piel bajo la ropa— ¿Piensas que me hubiese preocupado un mínimo en que Darkrai no te dejase dormir? ¿Crees eso?

    Alcé la mirada repentinamente y sacudí la cabeza, negándolo todo. Las lágrimas solo caían una tras otra, deslizándose por mis mejillas enrojecidas y mi mentón hasta el suelo.

    Odiaba que me viesen llorar. Pero ya no importaba. El dique se había roto y los pedazos estaban dispersos por el suelo.

    >>No—afirmé— ¡Por supuesto que no! ¡Si he hecho todo eso es porque te aprecio! ¡¡Eres importante para mí!!

    Chillé aquellas palabras con la voz rota. Casi estrangulada por los sentimientos y las lágrimas.
     
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    Lelouch

    Lelouch Rey del colmillo

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    Lo sabía, lo sabía perfectamente. Dentro de aquel lugar, aquella fortaleza de Chance, su palacio, estábamos en amplia desventaja. Había visto la calma en sus ojos en aquel momento, los ojos de una persona que sabe que no tiene nada que temer; aquello era, para él, poco más que un simple juego en el que podía probar sus juguetes nuevos. Había barajado la posibilidad de que pudiese controlar a nuestros pokémon y que ese fuese el motivo de su seguridad y confianza tan abrumadora. Pero, incluso aunque lo había imaginado, jamás esperé a que fuese de la magnitud que resultó ser. No es sólo que aquel casco suyo le permitiese controlar a un pokémon a la vez. si no que era capaz de controlarlos a todos.

    Cuando tomó de rehén a Joel lo último que esperaba es que lo hiciese por medio de los dos Ambipom del entrenador, pero el verdadero shock fue cuando absolutamente todos nuestros pokémon quedaron bajo el control de Chance, reduciéndonos en segundos. Chance había logrado transmitirnos muy bien ese sentimiento que quería que sintiéramos, la desesperación y la impotencia humana. La impotencia que siente un humano al enfrentarse a un pokémon sin nada que lo respalde, sabiendo que es imposible para él ganar. Pero ese sentimiento se vio aplastado por el shock que me había generado el arma de Chance; porque sabía que nuestros pokémon no se habían revelado contra nosotros, si no que habían sido sometidos por el empresario.

    Sometidos, todos y cada uno de ellos, en un instante. En un instante, Chance nos había derrotado totalmente, dejándonos sin nada con lo que enfrentarle. Porque al fin y al cabo, era cierto: Los pokémon eran toda nuestra fuerza. Nuestra fuerza...

    Nuestros compañeros...

    La rabia me bañó entonces, apretando el puño con fuerza al saber que aquel sujeto estaba controlando como marionetas a nuestros pokémon, y que pensaba hacerlo cuantas veces fuese necesario. Blastoise, Slaking, Machamp...

    Vociferé y me agité con violencia todo lo que pude, pero fue inútil. Sabía que era inútil, no podía hacer nada, habiendo sido reducido con facilidad. Sólo quería soltar toda la frustración que sentía. Y entonces, aquello acabó...

    ...de la peor forma posible.

    ...

    Tsk, o al menos así es como a Chance le habría gustado que pensáramos. Aquello había sido, sin lugar a dudas, un terrible desastre, claro que sí, pero no habíamos salido sin nada. La información que recolectamos era los clavos del ataúd de Chance, y él lo sabía bien. Por eso se había llevado a Joel y nos había amenazado. De momento, era una estrategia útil que nos impediría enterrarlo, pero, ¿En serio Chance, secuestro? Si lograba mantenernos silenciados el tiempo suficiente, sería su victoria. Pero si podíamos esparcir todo lo que sabíamos a la vía pública, y le sumábamos un secuestro, la carrera del hombre estaba acabada. Quizá no podíamos hacerle frente a su control mental, pero si podíamos poner a la gente de nuestro lado, sería su fin.

    El problema por supuesto, era el cómo.

    -----

    Había terminado dando vueltas por toda la ciudad, divagando dentro de mi cabeza, hasta que la noche cayó y me vi obligado a ir al centro pokémon en busca de refugio. No solía utilizarlos para eso demasiado seguido, pero en ese momento de verdad necesitaba dormir en una cama cómoda. Antes que nada, pedí a la enfermera Joey que curase a mis pokémon, y después de ello fue cuando pedí una habitación para pasar la noche.

    Me arrastré por los pasillos con paso cansado, hasta que lo que parecían ser gritos y quejidos comenzaron a escucharse.

    Curioso, traté de dirigirme hacia la fuente de los ruidos, y un golpe seco en la pared me terminó de confirmar el lugar de origen.

    "¡¿Por qué no me dijiste que me tenías miedo?!" Escuché, justo en el instante en que vi a los causantes de aquel alboroto, en medio del pasillo. Aunque la chica estaba más cerca de la puerta de una habitación y era más complicado distinguirle visualmente, no tuve dudas de quienes eran. Me acerqué a ellos a paso lento, desganado, quedándome a media distancia de ellos.

    —¿Podrían discutir su divorcio en otra parte? Tus gritos están haciendo un alboroto como siempre, Mimi —miré de reojo a la chica, sin voltear a verla. Suspiré levemente y me encogí de hombros—. ¿Cómo esperabas que Alpha te confesase que te tiene miedo? Uno simplemente no puede volver a dirigirle la palabra a alguien que lo dejó traumatizado después de meterle una paliza tan monumental como la que le diste —me reí—, yo no podría dormir bien por las noches después de eso.

    —De verdad que me sorprende verlos juntos de nuevo —suspiré, negando con fingido pesar—, su relación luce increíblemente tóxica, sin duda. ¿Pueden ser si quiera amigos? Porque la cara de cachorro asustado de Alpha que tanto se esfuerza en disimular me hace difícil imaginarlo. ¿Qué ha sido esta vez? —no pude evitar dibujar una pequeña sonrisita en mi rostro al decir lo que venía—, ¿A caso ha sido otra escena de celos, quizás? La última fue el mayor espectáculo de devastación que he visto nunca. El pobre Alpha nunca entendió por donde le llegaron tantos golpes, ni siquiera yo lo entendí~

    —¿Entonces, qué ha sido, qué ha sido lo que originó todo este escándalo? No me dejen con la intriga chicos. Aunque gracioso, de verdad espero que no sea otra vez una historia de celos y traiciones; eso estuvo muy bien en su momento, claro, pero me decepcionaría mucho que te siguieses creyendo y montando esas historias en tu cabeza. Aunque hey, ahora que lo pienso, creo recordar que he visto a Alpha hace rato salir de una habitación mientras se subía la bragueta del pantalón y se acomodaba su despeinado cabello, sí. Uh, qué sospechoso todo, sin duda.
     
    Última edición por un moderador: 8 Mayo 2020
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    Yugen

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    Mimi Honda

    Me ardía la piel de los mismos arañazos que yo misma me había causado en un esfuerzo sobrehumano por aguantar el aluvión de sentimientos. Pero el dolor no podía compararse al que me producía la desconfianza y el miedo de Alpha. A parte de recordarme todo el mal que le había hecho, me hacía ver lo mal que estaba todo entre nosotros.

    Por si las cosas no estaban lo suficientemente mal otra voz se entrometió en nuestra pequeña burbuja de problemas. Ni siquiera necesité mirarle para saber de quién se trataba. Aquel tono cínico y claramente burlón solo podía pertenecer a un bastardo como él.

    Ian Lockhart.

    Me quedé allí, tensa, furiosa, mientras las palabras salían de sus labios sin aparente descanso. Cada una de ellas era un bidón más de gasolina a la ira que crecía dentro de mí. ¿De nuevo? ¿Otra vez estaba intentando empeorar aún más las cosas entre nosotros? No volvería a caer en la misma trampa ridícula dos veces. No era una marioneta con la que pudiese jugar, joder. Apreté los puños, tensa, fruncí los labios. ¿Cómo podía hablar así después de todo lo que ocurrió por su culpa? ¿Cómo tenía el descaro de aparecer y volver a soltar aquellas estupideces?

    No logré contenerme mucho tiempo. El impacto causado por la bofetada fue todo lo que irrumpió el silencio del cuarto. Mi mano cruzó su mejilla con tal virulencia, con tal rabia contenida que le apartó el rostro de un solo golpe.

    No titubeé un solo instante. No me tembló el pulso. Ni siquiera lo dudé. Se la debía. Todo ese tiempo se la estuve debiendo.

    Estaba harta.

    A ti no te aprecio así que descuida, te cruzaré la cara las veces que hagan falta—le solté con seriedad, con una frialdad gélida, un tono tan frío y afilado que resultaba cortante.

    >>¿Qué te pasa Ian? Siempre andas metiéndote en asuntos ajenos como si no tuvieras nada más con lo que gastar el tiempo, ¿tan aburrida es tu vida? ¿Tan desesperado estás por atención?

    Solté una risa vacía, sin gracia. Sardónica.

    >>Solo eres un cabrón manipulador y mentiroso—le espeté sombría, el flequillo me cubría los ojos y sinceramente era mucho mejor si no los veía vidriosos por las lágrimas—. Vete a la mierda. Ya vienes de ahí así que te sabes el camino de sobra.
     
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    Lelouch

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    Ian Lockhart

    Esperar de antemano lo que se venía amortiguó el daño; no porque hubiese podido evitarlo o algo, que su palma impactó con toda la violencia que podía contra mi rostro, si no porque no me tomó por sorpresa. Cualquiera sabría que eso habría sido lo que se venía encima. La vez anterior, cuando el que resultó golpeado fue Alpha, esa sí había sido una sorpresa.

    Giré el cuello con lentitud para mirar a Mimi, con una pequeña sonrisa de suficiencia, incluso aunque el dolor de la bofetada seguía bastante presente.

    —Bravo, parece que al fin has aprendido a apuntar a tus objetivos correctamente Mimi, esta vez no has destrozado a Alpha en su lugar. Es un buen avance —fingí aplaudir con las manos—; casi que lo prefiero así, ¿Qué habríamos hecho si volvías a desquitarte con Alpha? Recordemos que aquello dejó muy molesto y herido al pobre, ¡Vaya, incluso dejó la región poco después de eso~! No creo que pudieses soportar el que otra vez sucediese lo mismo, ¿Cierto? Así que tomaré la bofetada sin quejarme, no puedo decir que no me la merezco.

    Me encogí de hombros, restándole importancia al asunto. Mañana, sin embargo, aquel golpe me dejaría una buena marca sin duda

    —Un último apunte antes de irme, que tampoco quiero interrumpir mucho más el mágico momento que estaban pasando —reí—; esos arrebatos de ira que siempre terminan en combinaciones de golpes dignos de una boxeadora son los que siguen y seguirán que Alpha te tema para siempre, aunque él no lo quiera —me encogí de hombros—, porque por más manía que me tengas, aquella bofetada ha sido más un impulso que algo consciente. Y como tal, podrías haber golpeado a cualquiera con el estímulo correcto, claro. Tratándose de mí, claramente no se necesita mucho. Mi propia presencia es más que suficiente para enervarte, lo sé —aquello era divertido—, pero incluso Alpha, que pareces "apreciar" tanto, no quedaría a salvo de un ataque de ira tuyo, Mimi. Un desliz y en un instante todo lo que puedas sentir por él se convertirá en una rabia que se canalizará en tu puño y lo dejará k.o.

    —Y Alpha lo sabe bien —volteé un segundo hacia donde estaba el chico, antes de volver el rostro hacia Mimi—, no podría quitarse el miedo aunque quisiese porque sabe que a tu lado no está seguro. Y claro, cada vez que te ve levantar la mano es imposible que su trauma no vuelva a salir. Pobre chico, de verdad me da pena.

    Suspiré pesadamente y negué exageradamente durante un instante, sin poder borrarme del rostro la sonrisa de lo bien que me lo estaba pasando.

    —Y claro Mimi, sólo soy un amasijo de energía vital envidioso, ¿No te jode? —reí, divertido—. Pobre Ian Lockhart, tan vacío que tiene que molestar a los demás para entretenerse con algo. Pero no te preocupes, me las apaño bien igual, incluso siendo un mentiroso manipulador falto de atención —comenté, con fingido pesar—. Pero no te preocupes, que no les incordio más, se ve que Alpha está muy feliz de seguir charlando tranquilamente contigo sobre lo que sea que conversasen antes de que estuvieses a punto de golpearle, ¿Verdad hombre? —volví a mirar al chico, antes de hacer un ademán de despedida.

    ¿Infantil? Claro que lo era ¿Divertido? Sin duda alguna. Pero mucho más ya no tenía que hacer allí.
     
    Última edición: 8 Mayo 2020
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    Naiki

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    Alpha Xenodis.

    Lo que había comenzado como la idea de recuperar a Manaphy repentinamente se tornó en un interrogatorio agresivo y de la nada se transformó en una situación realmente incómoda.

    Ella no paraba. Sus lágrimas escapaban una y otra vez de sus ojos y resbalaban sobre su rostro hasta perderse en su ropa. De sus labios las palabras continuaban saliendo y me ponían tenso, bastante tenso. Cada vez que uno de sus chillidos escapaba no podía evitar volverme más pequeño en mi lugar. Dentro de mí algo de decía que lo hiciera y sin dejarme discutir mi cuerpo actuaba.

    Me molestaba.

    Palabra a palabra Mimi no solo lograba achicarme, sino también hacerme pensar, o más bien recordar.

    Tenía razón.

    La disculpa, el tiempo, las ayudas, las veces que se preocupó: Todo era verdad.

    Me hacía sentir... Extraño, más extraño que nunca.

    Era innegable que no había recibido un solo golpe de Mimi desde que eso había pasado y ella incluso se había disculpado. Eso no ayudó de ninguna manera con los moratones... Pero si lo pensaba bien eso jamás había ocurrido antes. Ella sinceramente nunca me mostró arrepentimiento. Ni cuando me dio con el bolso, ni cuando me dio una bofetada, o la otra vez que me dio una de esas... O las otras muchas veces que ocurrieron.

    ¡No era el punto!

    Solo-

    —¿Podrían discutir su divorcio en otra parte? Tus gritos están haciendo un alboroto como siempre, Mimi.

    Cortó todos mis pensamientos. El simple hecho de escuchar su voz fue suficiente para que mi cuello girase de golpe hacia la fuente para verificarlo: Ian.

    El aire se me fue por un segundo. Mi espalda se heló completamente mientras escuchaba cada una de las palabras salir de su boca. Mi cabeza volvió de golpe hacia el lado de Mimi; Supe al instante que las cosas no irían bien. La atmósfera a su alrededor estaba pesada: Delataba el peligro.

    Y avanzó.

    Ni siquiera lo pensé. Cuando me di cuenta ya había dejado de mirar, mis dientes se estaban apretando con intención de no recibir tanto daño del puñetazo que me daría.

    El golpe suena. Llena mis orejas, pero mi cuerpo no se mueve ni un solo centímetro. Toda la tensión dentro de mi se evaporó en un solo instante y se creó un sentimiento de alivio. Ahí sí que tenía razón Ian: Apuntó bien esta vez... Pero aun así no me dejaba un real buen sabor de boca; En cualquier momento podría seguir yo, ¿no...? No estaba en una situación ventajosa. Encima ese tipo no se callaba; Ni con magia podría salir ileso.

    —[...]¡Vaya, incluso dejó la región poco después de eso~! [...]. Pobre chico, de verdad me da pena. [...]

    No necesité escuchar nada más.

    Me levanté de golpe. Ni el peso del libro en la mochila pareció detenerme pues di pasos rápidos hacia donde estaban esos dos y mi cuerpo se movió con más precisión que nunca: Mis dedos se metieron entre los suyos antes de afirmarlos para permitirme jalarle con rapidez hacia el interior del pasillo. Miré una única vez hacia atrás y dejé escapar unas palabras.

    —Lo siguiente eres tú.

    Lo único que se escuchó tras mis voz llena de agresividad fue un portazo.

    ***

    Una vez dentro, no esperé un solo segundo.

    Mi ceño estaba fruncido, mis ojos un poco más pequeños de lo común y ambos apuntaron directo a los de Mimi como si fuesen los de un Haxorus al que invades su territorio. La mano libre que tenía igual se movió para atrapar la segunda de ella, ahora solo rodeando el cuerpo, e inmediatamente subir ambas para colocarlas entre nuestros cuerpos.

    —Esto no me puede ganar, ¿¡entiendes!?—Rugí esas palabras tan pronto como pude ver mis dorsos.—... Aun si me tengo que pasar días en el Dojo para aprender cada uno de tus golpes o recibir cada uno de ellos hasta que me vuelva inmune, no pienso dejar que esto me gane, ¿¡¡entiendes!!?

    Mi visión se distorsionó entonces. Solo pude apretar los dientes mientras hacía lo mismo con los párpados en un intento de contenerlas.

    —... Dejé la región porque no pude aceptar una derrota. Fui débil y pensé que era todo para mí; Tiré la toalla y me fui... Pero volví. Y no solo volví, sino que también mejoré: Soy mucho muchísimo mejor que el Alpha que se fue. Estoy más que seguro que podría patear su trasero sin dificultades—Hice silencio un segundo.—... Yo no soy un pobre chico, ¿me entiendes?—Mis dedos empezaron a apretarse sobre sus manos.—. Peleamos varias veces y le he derrotado en dos... Hemos peleado como equipo y nunca he sido una carga. Incluso ganamos la maldita medalla juntos.

    >>Aun así... Dijo que le doy pena.

    Pero fallé: Las lágrimas de frustración comenzaron a escapar de mis ojos.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Era un cabrón manipulador y mentiroso. Y lo cabrones manipuladores y mentirosos sabían dar donde dolía con una precisión milimétrica. Sí, había usado fijar blanco. Tenía equipada una maldita garra rápida y la suerte le jugaba a favor, porque todos sus golpes eran críticos e ineludibles.

    Me golpeaban con la intensidad de una bofetada. Me costaba reconocerlo, me dolía pensar en ello, detestaba aceptarlo. Pero Ian tenía razón.

    Y eso solo aumentaba el hoyo en mi pecho. Me quedé allí en medio del pasillo, tensa, apretando los puños a ambos lados de mi cuerpo con tal fuerza que las uñas se clavaron dolorosas en mis palmas y los nudillos se me pusieron blancos por la presión y la falta de sangre. Sangre. No me hubiera importado en ese momento manchar el pasillo con la suya. Quería matarlo. Porque era un maldito cínico, pero sus palabras eran lo suficientemente ciertas para hacerme sentir minúscula y acrecentar el dolor que ya sentía por dentro. El pecho me pesaba, el corazón me latía con fuerza, pero mi mente no estaba allí.

    Estaba recordando. Todas y cada una de esas veces en que mi comportamiento terco y deshonesto terminó lastimándole. Todas y cada una de las veces en que la rabia se apoderó de mí y fui incapaz de detenerme. Todas las razones por las que nuestra relación era de hecho tóxica y no debería existir.

    No debería existir.

    Apenas lo sentí. Y si lo hice, mi cuerpo estaba demasiado insensibilizado para prestarle atención. Sus dedos cálidos aferraron los míos y tiraron de mí. Escuché la voz de Alpha y luego un portazo. Y supe que ya no estaba en el pasillo si no dentro del cuarto. De cualquier modo, las palabras de Ian seguían golpeándome con contundencia a través de las paredes.

    Nuestra relación no debía existir.

    No debía—

    Su otra mano buscó a la mía tomándolas entre sus palmas. Sus manos eran cálidas, sorprendentemente. Lograban alejar la frialdad que sentía por dentro. No lo miré a los ojos aún así. En todo el tiempo que duró su discurso, en todo el tiempo que pareció desahogarse, apretando mis dedos cada vez que sentía que las emociones terminarían por sobrepasarle. Lo escuché. Y lo escuché... hasta que la voz se le quebró.

    Alpha estaba... llorando. La realización me golpeó con fuerza y alcé la mirada, lo necesario para ver sus ojos llenos de lágrimas. Nunca... lo había visto llorar. En todos los años que habíamos estado juntos como compañeros, desde que nos conocíamos... ni un solo segundo. Siempre se mantenía como el chico alegre y despreocupado, ajeno a los problemas. Era fuerte o tal vez demasiado inconsciente... pero nunca derramó una sola lágrima.

    Me impactó. Lo suficiente para saber que Ian había cruzado la línea. Jamás iba a perdonárselo.

    Algo simplemente me impulsó a hacerlo. A pesar de todo lo que quería decirle. A pesar de que nuestra relación era tóxica y nos hacíamos daño constantemente. Sacudí la cabeza, negándolo todo.

    —No le hagas caso—le pedí. Liberé mis manos de las suyas y las apoyé en sus mejillas forzándole a mirarme—. Es él quien da pena. Él es el pobre chico. Un cínico mentiroso y manipulador que se cree con el carisma suficiente para hacer lo que le de la gana con la gente. E imponer lo que le da la gana. Es escoria, no tiene ningún valor. Ni siquiera se efuerza por ocultarlo. Eres mucho, mucho mejor que él. Como persona, como entrenador, como todo.

    Llevé mis pulgares a sus ojos y con cuidado enjuagué sus lágrimas. Hubiera deseado tanto que él le hubiese soltado un puñetazo en toda la cara. Se lo merecía. Pero yo no volvería a alzarle la mano. No mientras Alpha estuviese presente.

    Tenía que decírselo. Pero en lugar de eso le sonreí. Honesta, genuina. Una sonrisa de verdad. Sentía mis propias lágrimas arder en mis ojos.

    ¿Cómo iba a perdonar a ese bastardo ahora? Todos nuestros problemas habían sido impulsados por él. Témpera. Y ahora esto. ¿Cómo podía Alpha compararse? Él que era bueno y honesto y siempre luchaba por proteger a aquellos que quería con la ilusión y convicción de un niño. Él, que era Alpha. El número uno. El líder de una manada de Mighyena.

    Lockhart no le llegaba ni a la suela de los zapatos.

    >>Eres mucho mejor, Alpha—afirmé sosteniendo su rostro entre mis manos—. No lo dudes un instante.
     
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