Alpha Xenodis. Mimi también se ducharía. Había sido una enorme suerte para mí el poder relajarme el tiempo que ella durase dentro del baño, que seguro sería bastante. —¿Qué vamos a hacer? ¿Ninguno de ustedes puede ayudarme?—Miraba a mis compañeros pokémon, dormidos en su gran mayoría. Solo quedaban despiertos Flame, Nori y el mismo Manaphy que se encontraba entre mis piernas. El primero solo mostraba una mueca a ojos cerrados, divertido por la situación. El segundo solo observaba curioso.—. Eres un amigo horrible.—Recriminé a mi inicial que solamente pudo soltar un par de ascuas por su nariz al liberar aire. Pedí a Manaphy apagarlo antes de quemar el piso completo. ¿Había alguna manera de evitarlo? No es que odiase la idea de hacer algo así con Mimi, pero no éramos pareja. Son esa clase de cosas que solo debes hacer con alguien a quien amas, ¿no? Yo no odiaba para nada a Mimi, ¡la quería demasiado! Pero no tengo claro si para llegar a un extremo así. Aunque ella era muy linda, nunca había pensado de esa manera. Si hasta me sorprendió demasiado que dijese que ella me amaba... Que ella me amaba. —Eso tendría sentido—Golpeé la palma de mi mano con mi puño como si hubiese llegado al último descubrimiento de la humanidad. Eso era: Mimi quería hacer esto por amor, ¿no?—... Pero también había dicho que me odiaba, ¿no? ¡No entiendo! Me revolqué en la cama unos breves segundos hasta que el bebé salió de entre mis brazos, quizás porque era incómodo estar en medio de mis problemas o quizás porque le estaba apretando un poco de más. Quería encontrar una solución válida a todo este asunto y simplemente que nada íntimo ocurriese. Pero si Mimi quería... ¿D-Debería acceder? Sin embargo, ya no quedaba tiempo para pensar. Cuando ella salió del baño en pijamas solo me tensé, observándola con la mejor sonrisa que pude esbozar y que obviamente reflejaba lo nervioso que me encontraba. No había logrado salir a flote una buena idea y ahora solo tocaba improvisar... Sí, es más o menos lo que siempre hago. —¿En serio? ¿Por qué aceptas hacer algo que no quieres hacer? Si tanto te incomoda la sola idea de dormir conmigo puedo irme a mi cuarto. No quiero ser una molestia. Cuando acabó con esas cosas el rubor cubrió totalmente mi rostro. Me dejé caer de espaldas sobre el colchón y sentí como la sensación de nerviosismo se escapaba de mi cuerpo. —Pensé que querías que hiciéramos otra cosa—Solté un enorme suspiro mientras levantaba mi torso para observarle, sonriente.—. Me puse muy nervioso por eso.—Dejé mis brazos un poco hacia atrás, sosteniendo mi cuerpo de volver a caer mientras me acomodaba en la orilla de la cama. >>Y no eres ninguna molestia... Solo me sorprendiste bastante. Reí avergonzado. Yo y mis pensamientos.
Mimi Honda Alcé la mirada al escucharle. ¿Cómo...? ¿Cómo había dicho? Sentía no haber oído bien. Mi cabeza seguía embotada de todos modos pero en el momento en que mi cerebro terminó de procesar aquellas palabras mis ojos se abrieron como platos de la estupefacción. ¿Por eso estaba tan nervioso? Mi corazón dio un brinco en mi pecho y un conocido calor escaló hasta mis mejillas apoderándose incluso de mis orejas. —¿¡Ah!?—casi chillé entre la vergüenza y la indignación— ¿Q-q-qué otra cosa estabas pensando, maldito degenerado? ¡Yo hablaba de dormir! ¡D-O-R-M-I-R! ¡Solo no quiero dormir sola! ¿De verdad había pensado que yo siquiera...? ¿Pero qué estupidez era esa? Solo había una persona en el mundo a la que le permitiría tocar mi cuerpo sin restricciones de ningún tipo. Y esa persona no era él. A esa persona ni siquiera le importaba si era el único ser en todo el mundo con semejante privilegio. A esa persona... no le importaba en lo absoluto. Tomé una bocada de aire para despejar mi mente. >>No quiero pasar sola mi última noche en la región, es solo eso—continué con más calma, con un tono más apagado, bajando el brazo que había levantado para señalarle con amenaza—. Y antes de que preguntes: No, no puedo decirle a Emily. Ella no... ella está totalmente fuera de cuestión. Rodeé la cama y me dispuse a destapar el lado izquierdo, el que daba a la puerta. Debía despertarme pronto así que era mucho más adecuado si tenía la salida más cerca. Eché un vistazo al reloj. Las once y cuarto de la noche. Aún era relativamente temprano. Me tumbé en la cama bajo las sábanas dándole la espalda a Alpha. No podía creer que... que realmente hubiera pensado que yo de entre todas las personas tendría la intención de tener sexo con él. Él me rechazó. Me miró a la cara y me dijo "no estoy a tu nivel" como si eso fuese un combate pokémon. Todo era un maldito combate pokémon para él. Pero... ¿de verdad era necesario tanto nerviosismo e incomodidad? ¿Qué pasaba? Siempre me había considerado una chica atractiva a pesar de mis muchos defectos. Mi ánimo volvió a derrumbarse nuevamente. Eso en el caso hipotético de que hubiese estado elevado en algún momento de la conversación. Cosa que era francamente dudosa. ¿Acaso era yo el problema? —... ¿Tan horrible sería hacerlo conmigo?—murmuré entonces, en mitad del silencio. En un tono muy bajo pero no lo bastante para no ser escuchada. Había vergüenza, inseguridad en mi voz. Me mordí el labio—. Es... ¿porque mis pechos son pequeños?
Alpha Xenodis. Cuando empezó a atacarme no pude hacer otra cosa que recibir. Pero no tenía la misma sensación de ser reprendido por mi madre, sino que solo pude sonreír con alegría al ver su rostro enrojecido y la manera en la que me estaba apuntando. Esa era la Mimi a la que yo acostumbraba, que siempre me atacaba por ser un "pervertido", según ella... Ahora tenía razón, pero en el resto de veces no, ¿vale? ¡No soy un pervertido! Sin embargo, el discurso no acababa ahí. Me comentó que quería pasar la noche con alguien, pero Emily no estaba disponible. Eso me causó cierta curiosidad. ¿Estaría en Udan ella también? Quizás ocupada entrenando, ni idea. Tomé la derecha de la cama unos segundos después que ella. Acostado boca arriba solo pude oír sus palabras que me harían abrir un nuevo pensamiento: Muchas veces me gritó pervertido e insinuó que me gustaban los pechos grandes. Venga, que es verdad, pero jamás entendí el porqué de esos alegatos. Ahora... Creo que podía unir un par de puntos para llegar a una pseudo-conclusión. —¿Por qué tendría que ser horrible hacer algo así contigo?—Me llevé mis dos manos a mi nuca, colocándolas bajo la almohada.—. A mí me gustan los pechos grandes, pero creo que no es lo único que importa. Digo, son cosas que deberías hacer con quien amas—Con mis brazos puestos, solo apoyé mi mentón sobre mi pecho y levanté mi pierna izquierda hasta que formase un triángulo con la cama. A lo que quisiese dormir me acomodaría.—. Y para que ames a alguien no creo que importe tener pechos o no, ¿verdad? Guardé silencio un breve segundo. —Es como la megaevolución: Aunque tuvieras todo lo necesario, sin tener una relación con tu pokémon simplemente no se podría hacer de ninguna manera. >>... Pervertida.—Reí.
Mimi Honda —¿Por qué tienes qué relacionar los combates pokémon con todo?—murmuré sin girarme. Pero lo cierto era... que Alpha tenía razón. Suponía que esa clase de cosas no importaban cuando amabas a alguien. Quizás me atrevería a asegurar que el físico era lo menos importante cuando tenías sentimientos de esa magnitud. Me hice un ovillo bajo las sábanas con la cabeza sobre en la almohada, pensativa. Sopesando aquellas palabras con atención. Ojalá pudiese simplemente arrancar a Emily de mis pensamientos cinco benditos segundos. —No soy una pervertida—mi ceño se frunció y cerré los ojos, molesta. Casi gruñí—. Tengo mis inquietudes. Quizás tú no las tengas porque vives en tu mundo de color donde todo es feliz y difícilmente logras enterarte de algo aunque lo tengas en frente de las narices. Pero yo no soy como tú. Guardé silencio, abriendo posteriormente los ojos. Mi mirada se perdió de nuevo en la nada, entre mis pensamientos que volvían a desbordarse sin control. Esa sensación de intensa pesadez regresó a mi pecho con más fuerza que nunca. —Alpha—le llamé con un tono firme, seguro—, Emily no puede saber que regreso a Sinnoh. No puedes decírselo. Prométemelo. Me giré en ese momento y lo encaré, mirándole directamente a los ojos. —Promételo por tu equipo y por el Gran Campeonato que no dejarás que ella lo sepa.
Alpha Xenodis. Esas palabras antes de que se diera vuelta me hicieron perder un poco el hilo de la conversación. Adler me había dicho algo muy parecido hace un ratillo. ¿De verdad era tan así? Sé que muchas veces no me entero de nada... ¿Pero eso me hace diferente del resto? ¿Soy peor que ellos? No pude evitar entrecerrar mis ojos y bajar la cabeza, pese a tenerla contra mi cuerpo ya. Cuando se giró hacia mí solo pude mirarle breves segundos de arriba a abajo. ¿Cuál era la diferencia? Dos ojos, una nariz, un par de labios, dos orejas. Solo teníamos colores distintos, pero eso ocurría en muchas otras especies. Mordí mi labio inferior. De verdad no entendía... Solo soy más lento en algunas cosas, pero en combates era mucho más capaz... ¿Cuál era la diferencia? Ha de ser algo mental seguro. —No decirle a Emily que te vas—Susurré, repitiendo su petición a la que había dado menos del cincuenta de mi atención.—. Prometerlo por mi equipo y el campeonato—Guardé otro pequeño silencio para integrar la idea.—. Está bien. No entendía lo que ella tenía en mente, pero no era realmente importante. La miré de nuevo una última vez y volví a la posición que tenía antes de prometer. Quería preguntarle qué nos hacía diferentes, pero sentí que solo me diría lo mismo: Que era idiota. Apreté mi derecha, agarrando un poco de la almohada. Suspiré y simplemente decidí cerrar mis ojos. >>Mañana tengo un combate importante—Usé un tono tan tranquilo como pude.—. Duerme bien.
Mimi Honda La respuesta de Alpha no me dejó del todo satisfecha... pero no podía esperar realmente otra cosa. Ni siquiera sabía lo que había pasado. Solo me quedaba confiar en que cumpliría su promesa esta vez. Quería creer en ello. Volví a darle la espalda. —Mañana me voy de la región—repetí con el mismo tono calmo que él—. Buenas noches. Eso dije, pero mis ojos permanecieron abiertos. El tren de mis pensamientos prácticamente descarrilándose. Tres años... tres largos años habían pasado. Desde que esa zorra de Tau nos creó. Mi familia era real. Mis problemas eran reales. Mis sentimientos también lo eran. Rememoré aquellos vagos recuerdos de mis primeros días en Galeia. Cuando conocí a Alpha de improvisto golpeándole con mi bolso en la cara. El incidente de las bolsas de la compra con Effy que me hizo proclamarla como mi rival. Conocer a Emily. Hubert. Nuestro combate. Aquella apuesta perdida que me hizo ponerme finalmente en marcha, con Alpha a mi lado como compañero de viaje. Tantas aventuras vividas. Tantas buenas como malas experiencias sobre mi espalda... que en Sinnoh no serían más que distantes recuerdos. Abracé la almohada. Ya escuchaba la respiración profunda y sosegada de Alpha a mi espalda cuando finalmente cerré los ojos. Cuando los abriese la luz del sol habría reemplazado a la de la luna y yo diría adiós a la región que había aprendido a considerar mi hogar durante años. Qué irónico. Jamás pensé que tomaría una decisión como esa. *** Dex me había despertado con su usual voz monótona e impersonal. Sobre las ocho y cuarto de la mañana. La luz apenas se colaba por la ventana arañando mi rostro y obligándome a estrechar los ojos con molestia. Me había aseado, cambiado de ropa y recogido mi cabello como usualmente solía hacerlo. Con mis dos típicas e infantiles coletas. Me miré en el espejo del baño. Y mi reflejo me devolvió una mirada determinada, repleta de seriedad. No reflejaría el dolor que sentía por dentro. Regresaría a casa con una sonrisa. Una sonrisa impostada pero que me esforzaría por tratar de hacer pasar por real. No iba a derramar otra sola de mis lágrimas. Ya no. Era demasiado tarde para volver atrás. Había tomado una decisión. Podía considerarla una promesa. —Sí Matt, ya voy a salir. ¿Qué demonios haces despierto a estas horas?—hablaba con mi hermanastro a través del holomisor. Solo voz. Sinceramente no tenía ganas de ver su estúpida cara antes de tiempo—. No, no quiero que venga por mí el jet de papá, viajaré en turista. —¿En turista? Venga Mii-chan, ¿seguro que eres tú? —Que no me llames "Mii-chan", maldita sea. Gruñí. Y de esa misma forma cancelé la llamada. Salí del baño tratando de no hacer ruido... era demasiado temprano para despertar a Alpha. Estaba allí, dormido como un Slaking, ocupando toda la cama con brazos y piernas. No pude evitar esbozar una pequeña sonrisa al mirarle. Una sonrisa enternecida... porque agradecía todo lo que había hecho por mí. Y a la vez una sonrisa de lástima, dolida... porque sabía que debíamos separarnos y desconocía cuando nos volveríamos a ver. Era mi turno esta vez. Él había abandonado la región antes... ahora era mi momento de hacerlo. Ojalá lograse ordenar todo lo que estaba mal en mi vida. Ojalá pudiese hacerlo todo mejor. Esa era la misión real de este viaje. Resiliencia. —Adiós senpai—susurré en voz baja, una voz cargada tanto de agradecimiento como emoción, antes de salir y cerrar la puerta a mi espalda.
Alpha Xenodis. Pasé una noche curiosamente buena. Solo desperté un par de veces por pequeñas pesadillas. Claro, Darkrai seguía conmigo todavía, ¿no? Era de esperarse. Simplemente esperaba que ninguna alterase a Mimi en su sueño. Pese a lo que había dicho antes de dormirnos... Simplemente no me gustaría que algo malo le pasase. Pero quizás no fue así. O sí. No lo sé porque cuando desperté ella ya no estaba. Su olor continuaba conmigo en la cama, pero su presencia simplemente se había esfumado. Se había ido, y no solo de mi cama, sino que de la región también. Suspiré mientras me acomodaba contra el respaldo de la cama. No sabía si ella volvería... No es que pudiese hacer demasiado ya, ¿no? Tenía mi propia misión. Regresé a todos los compañeros a sus balls, hice lo necesario con mi aseo personal y me vestí. Lancé mi cabello un poco hacia los lados con tal de despejarme los ojos y simplemente bajé la cabeza. —Tío, primero el torneo. Luego te puedes preocupar de otras cosas, ¿entiendes? ¡Primero el torneo! Golpeé mis mejillas dos veces antes alzar la mirada al espejo, decidido. ¡Haría lo mejor que pudiese fuese contra quien fuese! —¡Nos vamos, señores!... ¡Cierto, los regresé a todos!—Reí cuando vi que ninguno esperaba fuera del baño. Error mío. Solo cogí mis cosas y decidí salir hacia la arena.
Lucas Diamond La batalla fue dura, demasiado. Liza lo dio todo en el campo, y su equipo no se quedó atrás. Sin embargo, pudimos alzarnos con la victoria de la primera ronda del torneo. Habíamos pasado directamente a la final, por los pelos. Salí de la sala eufórico, aunque extenuado. Lo primero que hice, una vez fuera, fue ir al centro Pokémon a descansar. La enfermera Joy se ocupó de mi equipo mientras yo tomaba algo en el restaurante, para reponer fuerzas. Al terminar, recogí las balls pertinentes y pedí una habitación para descansar. Subí, me duché, y tras ponerme el pijama me tumbé a descansar, hasta el próximo día, que tendría que combatir de nuevo. Amaneció en lo que a mí me parecieron segundos; ¡qué corta se me había hecho la noche! Sin embargo, podía jurar que llevaba durmiendo más de diez horas; mi cuerpo se sentía lleno de energía, estaba dispuesto a darlo todo. —Chicos, es la hora de la final. Espero que estéis listos, porque toca darlo todo. ¡Vamos allá!
Liza White Salimos de la sede del torneo todos juntos, contentos con nuestro desempeño en aquella última batalla. Los chicos estaban charlando entre sí, animándose con gestos entusiastas, varios de ellos admirando el desempeño de Garchomp y de Umbreon en la batalla. Yo solo podía limitarme a caminar a su lado, enternecida ante tal estampa. No podía estar más orgullosa de mi equipo y de la relación que por lo general tenían entre sí. Todos regresaron a sus pokéballs tras hacerle una visita merecida a la enfermera Joy. Necesitaban descansar después de tantos enfrentamientos, el frente y el torneo debía haberles dejado exhaustos, sin duda necesitaban un buen descanso. Por mi parte, decidí dar un paseo por primera vez en mucho tiempo, sin ningún objetivo en concreto. Tan solo disfrutar del lugar y de la calma que había regresado a Galeia después de todo lo sucedido. Pronto, decidí que sería buena idea curiosear la bandeja de entrada de mi videomisor. Lo cierto era que algunos de aquellos mensajes no habían sido leídos, y quizás podrían ser importantes. Sentada en un banco, observando a los niños corretear con sus pokémon en el parque, hallé algo que me llamó la atención. Información acerca de los legendarios que aún no habían sido atrapados en Galeia. Al leer el nombre de uno de ellos, cientos de recuerdos de mi estancia en Teselia regresaron a mi cabeza. Victini... ¿Ese no era el pokémon que mi hermano mayor gritaba a los cuatro vientos que quería atrapar antes de irse de viaje? Meneé la cabeza, llamando a Togekiss para salir de viaje. Este chico... No podía creer que aún no lo hubiese atrapado. Eso significa que tengo el camino libre para intentar invitarle a mi equipo, ¿no es así? Con una nueva meta en mente, emprendimos el vuelo hacia la Isla Triunfo.