Ciudad Acuarela

Tema en 'Rutas' iniciado por MrJake, 31 Marzo 2015.

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    Steve Yops

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    Acuario
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    Caminé mucho por la ciudad. Primero fui por el carrito de cono-pizza donde me re-encontré con Ukita, luego pasé por la tienda donde mamá Stephanie se consiguió la "súper oferta" de uno al precio de dos en todos los productos, seguí por la sede de concursos y continué caminando, pero nada... no encontré algo que me llamase la atención del momento. Por un lado, no tenía hambre, no tenía ganas de que me estafaran ciegamente (ay, mamá Stephanie...), y los concursos nada que tenían fecha de inicio. No me quedó más remedio que suspirar con aires de aburrimiento...

    —Nope... no tiene pinta de haber nada interesante por aquí —comenté.

    Lancé la pokébola de Noivern, y le pedí que nos llevara a mí y a Phanpy a ciudad Barniz. En una de esas me encontraba algo por esos lares...
     
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    Yugen

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    Mimi Honda

    Hacía un frío horrible. Un frío realmente, realmente horrible. El viento también era feroz a tales alturas y el único calor que podía sentir era el de Sean y... el de Drake a mi espalda.

    Le dirigí una mirada de soslayo, sintiendo como mis mejillas empezaban a arder a pesar del frío casi glacial. ¿Qué tan vergonzoso era eso? ¿Por qué no podía él ir delante en primer lugar? Incluso si aquel era mi pokémon, me resultaba vergonzoso y extraño. ¡Terriblemente vergonzoso y extraño! Después de todo siempre había sido yo quien volaba detrás. Si lo pensaba de nuevo fríamente, toda esa idea era vergonzosa. Ah, ¿pero en qué demonios estaba pensando?

    Me acerqué más al plumaje de Sean, tratando de proporcionarme algo más de calor. Mis defensas se debilitaban con el frío, era muy sensible a los cambios de temperatura.

    —¿E-entonces?— pregunté de pronto. Tosí para aclarar mi garganta—. ¿Dónde está tu casa exactamente? No... no vivirás en un albergue o algo así, ¿verdad?

    Hecho, joven padawan uvu Graecus
     
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    Drake Orestes

    Mis dientes castañearon al intentar responder. Estaba haciendo mucho frío, y lo único que me mantenía encima del Braviary eran mis piernas aferradas a su cuerpo. A los pokémon no les gustaba que les agarraramos las plumas, y estaba seguro de que al primer intento de utilizar el cuerpo de Mimi para evitar caerme ella terminaría lanzandome del Braviary a bofetadas.

    —No es difícil de encontrar—respondí distraído a la pregunta de Mimiko. Poco a poco comenzabamos a llegar a la ciudad en cuestión, los primeros edificios se dislumbraban entre las nubes.

    Le dí una palmada suave al vientre del Braviary, para llamar su atención.—Sean, ¿cierto? Yo soy Drake. Buscamos el edificio más grande de la ciudad, ¿de acuerdo? En unos minutos deberíamos poder verlo.

    En cuanto pareció que me había escuchado, me enderecé.—Podemos bajar en el techo del edificio—le expliqué a Mimi, mientras el frío de la zona hacia que mis orejas se sintieran como si fueran a estallar.—Los dos últimos pisos son míos, así que me dieron acceso al tejado.

    Luego tomé aliento, y me dediqué a seguir buscando tranquilamente.
     
    Última edición: 9 Diciembre 2017
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    Mimi Honda

    —¿El más grande?— casi exclamé.

    Cuando escuché como Drake le decidía aquello a mi pokémon fue prácticamente automático. ¿Cómo que el más grande, ah? Ciudad Acuarela era una ciudad lujosa, bastante similar a ciudad Jubileo. Tener casa en tal no debería ser complicado, ¿pero la casa más grande de la ciudad? ¿cómo demonios podía costeárselo?

    —Estarás bromeando— le dije cuando volvió a hablar, mirándole de reojo—. ¿Los dos últimos pisos? ¿Aterrizar en el tejado? ¿Acaso tienes un helipuerto o algo así?

    No hubo más respuesta. No tenía más información que esa, supuse que debía fiarme de sus palabras. ¿Qué más podía hacer? En tal caso giré la cabeza, buscando con la mirada el supuesto lugar. Si es que existía dicho sitio. Un edificio grande... el más grande de la ciudad... Acaso... ¿podría ser ese edificio de casi siete pisos que se hallaba tan cercano a la Sede del Gran Torneo?

    —Sean, aterriza ahí— le comuniqué a mi pokémon.

    Braviary asintió. Sacudió las alas y planeó, descendiendo paulatinamente hacia el tejado y lo que realmente parecía... ¿una pista de aterrizaje para helicópteros? ¡¿Un helipuerto de verdad?!

    —¡¿Eh?!— y eso fue todo lo que salió de mis labios mientras Sean descendía en mitad de la enorme H que había en el tejado. Cuando posó sus garras en tierra yo aún no lograba salir de mi asombro.

    Esa H... no la veía desde que había dejado mi mansión, cierto. No era un identificativo de la familia Honda sin embargo, pues se hallaba en todos los helipuertos... pero llamó poderosamente mi atención. ¿Cómo podía tener Drake acceso a un helipuerto privado? ¿Qué era? ¿Se dedicaba en secreto a atracar bancos? ¿era el hijo de un magnate del petróleo? ¿un traficante? Si tenía realmente tanto dinero... ¿cómo es que no lo conocía de antes?

    Le dirigí una mirada significativa.

    —Es... una broma ¿cierto?

    Como que Drake va a tener que dar muchas explicaciones (?)
     
    Última edición: 9 Diciembre 2017
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    Drake Orestes

    —Es... una broma ¿cierto?

    Bajé de aquel Braviary y busqué las llaves en mi bolsillo.—¿Eh? No es una broma. Estaba cansado de ir alternando hoteles, así que mi padrastro envió el dinero hace unos meses. De todas formas, no suelo venir.

    Por fin logré encontrar el llavero en cuestión, y abrí las puertas que llevaban al piso de abajo. Aparte del pasillo que llevaba a los pisos inferiores y a planta baja, una única puerta al frente se podía ver. Madera de arce, tallada con gran delicadeza y con todos los cerrojos habidos y por haber. Tardé literalmente un minuto entero en quitar todos los seguros antes de poder abrir la puerta.

    Mi equipo pokémon fue saliendo de sus pokeball conforme entrabamos. Algunos como Arcanine y Snorlax ya estaban acostumbrados al hogar, y se recostaron en el primer lugar que se les antojó cómodo. Otros, como Crobat, aún recelaban de la zona y volvieron a sus esféricos luego de una inspeccion a las habitaciones. Aunque la casa tenía todo tipo de lujos, le faltaba ese aire hogareño que predominaba en una casa común, y por eso entendía que hubiera miembros de mi equipo a quienes no les gustara el cambio.

    —Puedes entrar—le indiqué a Mimi entonces, luego de comprobar que las luces funcionaran y que todo estuviera en su sitio.

    Mi inspiración esta en la shit ahora mismo /\
     
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    Yugen

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    Mimi Honda

    Oh, así que se trataba de eso. El padrastro de Drake le había enviado dinero... ¿pero cuanto dinero le había enviado? Debía tener gran poder adquisitivo teniendo en cuenta que tenía un maldito helipuerto en el tejado. Miré a mi alrededor, pero no me detuve a pensar en ello durante demasiado tiempo. El aire estaba helado y temí por mi salud. Me abracé a mí misma, tratando de cubrir mis brazos. ¿Qué más daba?, lo dejaría pasar por ese día. Aunque tenía un mal presentimiento... ¿quién podría ser el padrastro de Drake?

    —Ya veo— fui mi única respuesta, mientras seguía sus pasos hasta las puertas que llevaban al piso inferior. Tardó un par de segundos en encontrar las llaves y tardó otro par más de segundos en abrir la puerta de la casa. ¿Qué tan difícil podía ser eso? ¿Era su casa, no? ¿No la había abierto antes? Repentinamente, un abceso se pudor se apoderó de mi cuerpo. Como una acción desfasada a tiempo mis mejillas empezaron a arder una vez nos hallamos frente a la puerta de la casa. Es decir... ¿r-realmente iba a hacer aquello? ¿Iba a... pasar la noche en casa de Drake? Aún si fuese un lugar tan cómodo y yo no quisiese estar sola era terriblemente vergonzoso y estúpido. ¡Era lo más vergonzoso y estúpido que nunca se me había pasado por la cabeza! ¿Pero qué rayos estaba haciendo? En casa de un chico. A solas. En casa de Drake....

    ...¿¡A-ah!?

    Repentinamente me llevé las manos a las mejillas, tratando me aliviar el ardor que sentí en ellas. Mis manos estaban heladas en comparación. ¡Uh... Qué vergonzoso, qué vergonzoso, qué vergonzoso! Me quedé parada frente a la puerta, observando como prácticamente todo su equipo abandonaba sus respectivas pokéballs y pasaban dentro. El enorme y gordo Snorlax apenas sí logró pasar, pero eso... ¡bueno, era lo menos importante en ese momento!

    Y entonces...

    —Puedes entrar.

    Tardé un breve segundo en entenderle. Pero una vez lo hice dejé inmediatamente de tocarme el rostro, de forma fugaz, y traté de imponer un tono autoritario y seguro en mi voz. Sí, eso hice. Aquella había sido me idea, no iba a echarme atrás ahora por mi estúpido decoro. Me mantendría firme en mi decisión y tendría un lugar mucho más acomodado que el Centro Pokémon para pasar la noche.

    —¡Y-ya era hora!— exclamé entonces, aparentando molestia—. ¡Mira que eres lento para abrir una puerta! Con una mente tan corta, entiendo por qué tu padrastro te manda tanto dinero. Debe de tenerte mucha lástima.
    >> Demonios....

    Apreté los puños y entré en la casa con los ojos cerrados, tratando de sacar a Drake de mi vista. Si volvía a pensar en lo vergonzoso de la situación me arrojaría por una ventana. O lo arrojaría a él, lo que fuese más rápido.
     
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    Drake Orestes

    Ignoré el comentario tosco de Mimi, y me encargué de buscar los edredones y almohadas de repuesto que tenía en el armario para hacerme una cama improvisada en el suelo. Ya de paso logré encontrar una toalla, y se la hice llegar a Mimi.

    —Supongo que querrás tomar un baño—mencioné distraído mientras separaba del armario las cosas que me servirían de las que no.— La última vez que revisé había agua caliente disponible, así que adelante.

    Traté de mantener mi voz modulada, aunque tener a Mimi en mi casa me hacia sentir nervioso, como si ella estuviera evaluando el lugar y yo estuviera esperando su aprobación. De todas formas, me interesaba que no se sintiera incomoda en ningún momento.

    Un par de almohadas volaron desde los pisos superiores del armario, cayendo directamente en mi cabeza y sacandome de mis pensamientos.—¿Eh?

    Miré hacia arriba, donde mas cosas seguían cayendo sin ton ni son. Luego de unos segundos el aluvión de sabanas y almohadas cesó, y una cabeza pequeña se asomó. Sus ojos verdes brillaban con diversión.—¡Melo!

    Meloetta giró la cabeza entonces hacia Mimi y saludó con energía, pareciendo realmente feliz de verla. Me encargue entonces de llevar todo lo recaudado en una zona específica, esperando que aquello fuera suficiente para poder dormir en el suelo sin destrozarme la espalda.

    Casi diez dias, no merezco perdón alguno.

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    Yugen

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    Mimi Honda

    Dado el exterior tan poco común de la casa supuse que el interior no me sorprendería... pero no pude estar más equivocada. Aquel lugar derrochaba lujo por doquier. El fino suelo de parqué, el tapizado de los muebles... aún si los pokémon de Drake se amontonaban por doquier no le restaba encanto. De alguna forma me trajo recuerdos de mi mansión en Sinnoh. Observaba todo con ojo crítico, pero con una extraña opresión en el pecho.

    Sin embargo, sí se notaba que Drake no tenía servicio a su cargo y el apartamento lucía algo polvoriento y descuidado. ¿Sería cierto de que no lo usaba mucho? ¿Por qué razón teniendo una casa como esta prefería dormir en las camas duras del CP? ¿Era masoquista acaso?

    En esas me encontraba cuando sentí algo cálido y rugoso en mis manos. Bajé la mirada con curiosidad. Se trataba de una toalla blanca.

    Supongo que querrás tomar un baño—el tono distraído de Drake me devolvió repentinamente a la realidad. Le devolví una mirada interrogante— La última vez que revisé había agua caliente disponible, así que adelante.

    Un momento. No, espera... Eso no... eso era... ¿Drake acababa de decirme que podía tomar un baño en su casa?

    ....

    —¿¡AH!?— chillé.

    ¿T-t-tomar un baño en su casa? ¿Pero en qué diablos estaba pensando? ¡Como si no fuese ya lo bastante vergonzosa la situación de por sí! Mi corazón dio un vuelco repentino en mi pecho y mis mejillas empezaron a arder al tiempo que mis ojos se abrían de la impresión. Me sentí terriblemente nerviosa. Las manos me temblaban. Mi cuerpo entero temblaba en una furiosa mezcla entre el pudor y la rabia. Apreté los puños con fuerza en torno a la toalla y... con todo el coraje que pude reunir en ese momento— que al parecer fue mucho— se la arrojé directamente a la cabeza.

    — ¡N-ni aunque me estuviese comiendo la mugre tomaría un baño en tu casa, idiota!— le espeté entonces, sintiendo hasta las orejas calientes de la vergüenza—. ¿Cómo esperas que haga algo tan vergonzoso como eso? ¡P-pervertido! ¡Bestia lasciva! ¡Íncubo!

    Y solté otra larga rataíla de insultos que en difinitiva lo calificaban como un auténtico degenerado. Inspiré profundamente una vez me calmé, aún temblorosa... y fue entonces cuando me percaté de la presencia de Meloetta. Estaba allí, tal y como la recordaba. El recuerdo de mi madre. Observaba la escena con cierta curiosidad y preocupación en sus ojos verdes.

    Y entonces...

    —Oh, ¡Meloetta espera!

    Pero ella flotó hasta Drake, que seguía en el suelo, bajo una pila enorme de mantas y edredones. El golpe le había echo tropezar. Lo miró con evidente preocupación en los ojos, luchando por levantar las mantas que lo mantenían preso.

    Con tanta preocupación, con tanto temor, que terminó por contagiarme a mí. ¿Pero qué...? ¿Se había desmayado acaso? ¿Era siquiera posible desmayarse por el golpe de una toalla? ¿Qué tan débil podía ser? El gesto de Meloetta era tal que terminó por contagiarme su preocupación y sentí en el estómago el golpeteo de la culpa. De modo que, desafiando mi férreo orgullo, Meloetta y yo nos afanamos en liberar a Drake de su mullida prisión. Quitando mantas, sábanas y edredones de encima. Fue entonces cuando yo recuperé la toalla.

    Mentiría si dijese que no me alivió ver que seguía con vida y que no se había hecho daño. No era mi intención, yo simplemente... no sabía como manejar situaciones como esas. La vergüenza se convertía en violencia cuando hablábamos de mí.

    —V-voy a tomar un baño— le dije entonces, ceñuda, incapaz de mirarle a los ojos. Me mordí ligeramente el labio inferior—. En cualquier caso, más te vale no espiarme o la avalancha de prendas será el último de tus problemas, ¿entiendes?

    >>Vamos Meloetta— la llamé, y juntas nos encaminamos al baño. Aunque fue ella quien, aliviada de ver a su entrenador libre, me guió alegremente hasta allí.

    Tomar un baño en casa de Drake... ¿habría usado él esa bañera? ¿Lo habría hecho? ¿No se sentía como si fuéramos algo así como una... p-pareja? Cuanto más pensaba en ello, más nerviosa me sentía. Y más ardían mi cuerpo y mis mejillas. ¡Pero que cosa tan vergonzosa! De ninguna manera estaba acostumbrada a esa clase de cosas... Oh Arceus, iba a ser una noche muy larga...
     
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    Graecus

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    Drake Orestes

    Luego de que Mimi y Meloetta fueran a darse una ducha, me levanté y emergí de aquella montaña de sabanas. Todavía tenia los ojos irritados por el roce directo con la toalla de Mimi, pero me las apañé para recuperar la vista.

    Iba a pasar un tiempo hasta que ellas dos salieran del baño, así que tuve tiempo de sobra para construir mi cama. Por suerte, al comprar el piso amueblado se incluían varias docenas de sabanas limpias y almohadas extra. Coloqué lo basico al lado de la cama, y me distraje por un rato armando algo que parecía mas un fuerte que una cama improvisada. Por lo menos me habia encargado de hacer tantas capas como fuera posible para alejar mi espalda del duro suelo.

    Al final del trabajo coloqué varias almohadas en los bordes, y miré el resultado. Por ultimo me dejé caer en el centro, para comprobar la comodidad.

    Craso error.

    —Eah—gemí minutos después, mitad queja mitad alivio mientras me arrastraba hacia el sueño mas profundo. Después de todo, llevaba días sin dormir y ahogando mi cansancio en café.

    No suficiente café, al parecer.
     
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    Yugen

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    Mimi Honda

    Meloetta y yo salimos del baño un largo, largo rato después. Hacía tantísimo tiempo que no sentía el agua caliente destensar mis músculos que el baño se convirtió en una suerte de spa destinado, más que al aseo, al relax. Solté un profundo suspiro una vez sentí el agua caliente de la bañera en la piel. Meloetta, al lado opuesto de la bañera, dejó escapar otro casi al mismo tiempo.

    Ambas nos habíamos puesto un paño frío en la frente para mantener la temperatura del cuerpo en lo que durase el baño lo bastante estable para no parecer un octillery cocido al salir. A pesar de la situación, de la vergüenza y los nervios que sentía y de las penosas noticias que había recibido ese día, todo pareció evaporarse cuando entré en contacto con el agua caliente.

    Era increíblemente relajante de alguna manera. Nos habíamos ocupado ya de enjabonar y enjuagar nuestro cabello y simplemente nos limitamos a relajarnos, a compartir algo de tiempo en común.

    De algún modo, ella parecía feliz con la situación. Porque sonreía con los ojos cerrados y las mejillas teñidas y amenizaba el baño tarareando una dulce melodía que a punto estuvo de dejarme dormida. Era una canción hermosa, similar al sonido del piano, que me traía recuerdos lejanos, lindos recuerdos que hicieron de aquel baño una experiencia memorable.

    Olvidé que estaba en casa de Drake. Olvidé las palabras de mi padre. Olvidé que tenía una medio hermana y olvidé todo en general por minutos que se sintieron horas.

    Al salir del baño, vestida con un sencillo pijama rosado, todo era calma y silencio. Escuchaba, quizás algo lejana, la respiración profunda y sosegada de Drake, en el salón. Todo estaba oscuro y mi vista tardó un poco en acostumbrarse.

    —¡Melo~!— exclamó Meloetta, aún tarareando, radiante.

    —¡Shh, silencio!—la amonesté suavemente, a susurros—. O despertaremos a Drake. Bien, ahora... ¿dónde... dónde está el cuarto?

    —¿Melo?— Meloetta me miró y parpadeó, desconcertada. Entonces sonrió y sacudió la cabeza.

    No tuve tiempo de reaccionar. Tomó mi mano y tiró de mí, llevándome a un lugar que no supe discernir hasta que di... con la suerte de futón improvisado de Drake y sus almohadas.

    Meloetta miró a su entrenador con una sonrisa y haciendo un gesto teatral, como quien presenta una obra, señaló ceremonialmente a Drake y... a su fuerte de almohadas.

    —¡Melo! ¡Meloetta~!

    Entendí sin más.

    —¿¡Eh!?— chillé a susurros. Mis mejillas volvieron a arder—. ¡N-ni en sueños! ¡No pienso dormir con él!

    Ark se había acurrucado a sus pies, en un intento de ofrecerle calor a su entrenador. Fue entonces cuando me percaté de que estaba temblando. Mis pies, descalzos, bastaban para saber que el suelo estaba helado.

    Bueno... era invierno después de todo... casi tenía la impresión de que fuera había vuelto a empezar a llover.

    Meloetta me miró con sus grandes y verdes ojos, suplicantes. Yo retrocedí un paso prudencial y crucé mis brazos obstinadamente.

    —¡Que no, no, ni en mil millones de años!— exclamé—¡Ni aunque el infierno se congelase y el mundo distorsión fuese el lugar más hermoso sobre la tierra! ¡Ni aunque Groudon y Kyogre despertasen y Rayquaza tuviese que volver a calmarlos! ¡Ni en mil millones de eones...!

    ...
    .....

    De algún modo terminé tumbándome al lado de Drake, colocando más y más edredones para soportar el frío. Me alejé lo suficiente de él, eso sí, y Meloetta se tumbó entre nosotros, con una alegre y triunfante sonrisa en los labios.

    —M-manipuladora...— musité entre dientes, mirándola de reojo. Ella solo pareció sonreír aún más.—Que conste que solo duermo aquí porque tú no quieres enseñarme donde está la cama. ¡N-no es como si me importase si Drake se congelase de frío aquí ni nada así!

    —Melo... Meloetta~— y suspiró, cerrando al fin sus ojos.

    Yo solo le di la espalda y abracé una almohada. Las mejillas me ardían, el corazón amenazaba con saltar de mi pecho. El pudor me devoraba a pasos agingantados pero finalmente... finalmente fui vencida por el sueño.
     
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    Drake Orestes

    No suelo recordar mis sueños mucho más de unos cuantos segundos luego de despertarme, así que los retazos de recuerdos que me invadieron al abrir los ojos estarían igual de perdidos en cuestión de tiempo que si hubieran sido lanzados a un incinerador. Pero en ese momento era distinto, podía recordarlo todo.

    Podía recordar el fondo blanco de cuando mi mente estaba tan cansada por los días sin dormir que literalmente era mas un desmayo que un descanso. Estuvo así seguramente por un par de horas, hasta estabilizarse.

    Externamente se podía escuchar el ruido de la lluvia que golpeaba con fuerza, y mi mente asoció esto con el frío del ambiente. Empecé a sentir ansiedad mientras caía en un sueño en el que me ahogaba, y las gotas de lluvia que caían eran del tamaño de mi cabeza y seguían cayendo sobre mí una tras otra. Intenté gritar, y al abrir la boca tragué suficiente agua como para reemplazar todo el aire de mis pulmones, y el frio...

    El frio...se fué, y la pesadilla con él.

    Un sentimiento cálido se extendió por todo mi cuerpo, y el aire que hasta ese momento había carecido de cualquier olor fue inundado en jazmín. La lluvia dejó de ser alimento para pesadillas y se convirtió en un murmullo suave que relajó mi mente. Una expresión de alivio y calma debió quedar en mi rostro el resto de la noche.

    Pero por supuesto, estos recuerdos fueron borrados de mi mente en cuestión de segundos. De lo contrario, al despertar habría estado mas agradecido que desconcertado.

    Abrí los ojos lentamente mientras dejaba que el sopor se desvaneciera. Me sentía bastante descansado y con energías renovadas. Me sentía...

    ...pesado.

    ¿Huh?

    Al intentar moverme, un aroma a jazmín que por algún motivo me resultaba familiar llegó a mi nariz. Mi cuerpo se sentía cálido y confortable.

    Mel...—la voz de Meloetta a unos metros me hizo girar la cabeza. Estaba mirandome fijamente, ocultando su boca con sus manos. Sus ojos brillaban de ilusión y podría jurar que sus mejillas estaban rojas.

    ¿Huh?

    Y entonces bajé la vista hasta mi pecho, temiéndome lo peor. Y acerté.

    Mimi siguió dormida sin enterarse de nada, su cabeza descansando sobre mi pecho a pocos centimetros de mi barbilla y sus manos recostadas sobre mis costillas. Su cabellera rubia conservaba un aroma a jazmín típico de un shampoo lujoso como el que seguramente se encontraba en mi baño. Y al mover mis dedos descubrí que mis brazos estaban alrededor de su espalda, en el más íntimo abrazo.

    ...

    ¡¿Huh?!

    Estaba en serios problemas.



    [​IMG]
    Aunque podría parecer forzado, esta situación tiene una fácil explicación.


    [​IMG]
    Meloetta tiene el hábito de moverse al dormir, y no tardó en quitarle el lugar a Mimi sin que ninguna de las dos se enterara


    [​IMG]
    Pero al ocupar Meloetta mucho menos espacio que Mimi, el calor corporal absorbido por la zona donde anteriormente había estado Meloetta era mucho menor que lo que Mimi necesitaba. ¡Estaba haciendo mucho frio!


    [​IMG]
    Esto fue lo que llevo a la Honda a aferrarse inconscientemente a la fuente de calor corporal más próxima: Drake.


    [​IMG]
    ¡Y así es como se creó un momento Confort al mas puro estilo de los mangas de comedia romántica!.


    [​IMG]
    ¡Y como si esto no fuera lo suficientemente vergonzoso, hasta sus piernas están entrelazadas!.


    [​IMG]
    ...Drake va a morir.
     
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    —Alpha— susurró repentinamente en sueños, con un tono del voz increíblemente suave. Su aliento caliente cosquilleó el cuello de Drake— eres tan cálido...

    Sus brazos, abrazados a su torso se apretaron aún más, si acaso eso era siquiera posible. Su cuerpo, ya cálido de por sí, parecía haber duplicado su temperatura porque si Drake se fijaba bien en la oscuridad, aunque no podía hacerlo del todo, podría ver el ardor en sus mejillas y la sonrisa que se había extendido por sus labios.

    Una sonrisa tan tierna que parecía la de una niña. Una sonrisa de genuina felicidad. Era tan extraño ver una sonrisa similar en sus labios estando despierta...

    Hubo un breve silencio.

    —Eh, hey Alpha...— continuó diciendo y lo abrazó si acaso aún más. Sus pies rozaron los suyos bajo las sábanas. ¿Es que acaso estaba soñando con Alpha? ¿Mimi hablaba en sueños?— no te vayas a ningún lado. Quédate conmigo... Quédate...

    Más silencio. Esta vez fue un silencio tan largo, tan extenso, que Drake incluso pudo escuchar la insistencia de la lluvia golpeteando afuera. Otra vez. Parecía ser una noche fría y tormentosa, pero Drake no sentía ni una pizca de frío. No, quizás era todo lo contrario. La respiración de Mimi se tornó calma y profunda de nuevo, pero su cuerpo no lo soltó, sumergido en el más profundo de los sueños. Su cabello, como un manto dorado, se había extendido sobre la almohada.

    En su onírica guarida, completamente ajena al exterior, pareció trepar sobre su cuerpo hasta acabar con sus rostro sobre el cuello de Drake. ¿Era acaso Drake el que ardía ahora? ¿O era ella tal vez? y repentinamente sus labios se hallaban sobre la oreja del muchacho, suaves y cálidos.

    >>¿huh...?— susurró en un tono muy bajo, tan tierno que ni siquiera parecía su propia voz. Era completamente distante a su orgulloso y altivo tono usual...— N-no me importa si me tocas. ¿Quieres hacerlo? ¿N-no te gusto? Ven, solo abrázame. Solo quiero... que me abraces.

    ....

    .....

    ......

    Su ceño se frunció repentinamente y la palma de su mano terminó estrellándose en el rostro de Drake. Pero el golpe no tuvo la más mínima fuerza, nada comparable a si estuviese despierta. Oh, si hubiera estado despierta eso hubiera dolido de verdad.

    —¡No así, idiota!

    Exclamó y se removió en sueños, apegada aún más a su fuente de calor. Por un momento pareció estar a punto de abrir los ojos, pero aunque apretó estos, no se abrieron en ningún momento. Llevaba días sin dormir, de verdad debía estar agotada. La isla de Udan, el caso en Óleo, Kappa, su padre y aquella terrible noticia. Musitó un "pervertido" apenas audible, susurrante y algunos murmullos ininteligibles le siguieron. Un nuevo silencio sobrevino. Un silencio tenso, frío... ¿Oh, acaso había despertado? ¿Se había dado cuenta de la situación? ¡No, no, eso sería horrible...! ¡Si solo abría los ojos y descubría la situación tan vergonzosa en la que se hallaba alguien sufriría sus terribles consecuencias!

    —Ngh~—se frotó un ojo con una voz que divagaba entre el sueño y la vigilia. Para Drake, los segundos siguientes fueron tan tensos que podrían haberse cortado con un cuchillo...

    No obstante, las palabras de Mimi, emitidas en un ligero tono celoso, fueron sin dudas toda una sorpresa.

    —Los pechos de Emily son enormes...—musitó entre dientes—... Deben ser muy... blanditos y suaves...
    >>Aunque no es como si me importara ni nada así...

    Y suspiró profundamente, un suspiro que estremeció su pecho, mientras volvía a sumirse en un sueño silente y profundo.

    Drake debería tratar de apartarla... ¿despertarla? ¿Era acaso eso real o se trataba de una novela visual donde sus acciones podrían llevarlo directamente a un desastroso final malo? Aún peor que ser brutalmente asesinado por una novia despechada. Mucho, mucho peor... Si ese toallazado había estado a punto de dejarlo ciego, ¿qué clase de destino le aguardaba si la Honda era consciente de la situación?

    Solo pensarlo haría a cualquiera que un escalofrío le recorriese la espalda. Pero Mimi parecía ajena, tan tranquila, tan dormida...

    ¿Qué debería hacer?

    A) Despertarla.
    B) Dejarla dormir.
    C) Llevarla a la cama.

    Dejarla dormir era una buena opción... pero... ¿y si se despertaba?

    Oh~ podría haber convertido esto en la escena de un anime ecchi pero me mantendré SFW de momento. De momento 7u7 (?)
     
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    ¿E-eh?

    Mimi comenzó entonces a hablar en sueños. O a lo mejor ella llevaba toda la noche hablando en sueños y yo acababa de enterarme. Ella...¡ella creía que yo era Alpha! ¡Si se despertaba y descubría todo esto, yo no sobreviviría a la noche!

    P-pero...¿A que venía esto? ¿Que rayos estaba haciendo Mimi en mi colchón improvisado, cuando había dejado mi cama a su disposición? ¡¿Y como rayos habíamos terminado en esta posición, habiendo tanto espacio?!

    Y además, ¿Mimi estaba soñando que abrazaba a Alpha? ¿Acaso...?

    Me atreví nuevamente a bajar la mirada, y lo que vi fue una sorpresa para mi.

    Mimi estaba radiante. Desde que la había conocido, solo conocía dos expresiones suyas: una fría indiferencia que marcaba con ceños fruncidos y malas palabras, y una melancolía trágica que pedía auxilio a gritos ahogados. Nunca había visto a Mimi sonriendo, mucho menos de esta forma. Su sonrisa parecía ser capaz de cambiar su rostro por completo y convertirla en otra persona completamente distinta. ¿Ella estaba sonriendo así porque estaba soñando con Alpha?

    Me quedé hipnotizado por unos instantes sin moverme de mi sitio. La mayoría de las veces que me había encontrado con Mimiko Honda solo había podido ver a alguien que necesitaba de mi ayuda. En todo este tiempo no me había dado cuenta de esto, pero la verdad era que Mimi era una belleza.

    Hubo una sacudida en la cama cuando Mimi comenzó a moverse. Tuve que volver la vista al frente en cuanto ella se apoyó de mi torso para acercarse más a mi, quedando su cabeza descansando entre mi cuello y mi hombro. ¡¿Que estaba haciendo ahora?!

    — N-no me importa si me tocas. ¿Quieres hacerlo?

    ¿E-EH?

    Pude sentir como todo mi rostro se tornó rojo. Ella estaba ahora con su rostro junto a mi cuello, demasiado cerca, y sus labios habían susurrado aquello a mi oreja con una voz tierna y coqueta que seguramente nunca volvería a escuchar de su parte.

    E-esto, ¡esto era terrible! Cada palabra que decía me comprometía aún más en su contra. Aunque alguien pudiera verme desde la distancia y llamarme suertudo por pasar la noche abrazado con una chica linda que me pedía que la tocara, esta situación era tan peligrosa como si tuviera un cuchillo bajo la garganta. Cada acto vergonzoso de Mimi era como una paleteada de tierra más hacia mi futura tumba.

    De repente sentí como la mano de Mimi se estampaba en mi mejilla, y temí lo peor. Ni siquiera me di cuenta de la fuerza del golpe, el solo hecho de que existiera la posibilidad de que Mimi se hubiera despertado hizo que sudara frío y viera pasar mi vida ante mis ojos. Cerré los parpados con fuerza y me despedí de este mundo.

    —¡No así, idiota!—masculló Mimi, y se hizo el silencio.

    ...

    Abrí los ojos lentamente luego de un minuto sin mayor reacción. ¿No se había despertado entonces? ¿Solo había soñado que Alpha la había tocado? ¡¿Y porque había tenido que pagar yo los platos rotos?!

    Me atreví a calmar mi respiración y separar mis brazos que hasta ese momento habían estado rodeando el cuerpo de Mimi en un abrazo. Puse los brazos a mis costados y me centré en mantener la calma.

    Lo único que tenía que hacer era alejarme lentamente y dejar que Mimi ocupara mi lugar en la cama sin despertarla. Una vez cumplido esto yo sería libre. Y con el tiempo que tenía ella sin hablar, seguramente ya podía...

    —Los pechos de Emily son enormes...

    ¡¿EH?!

    —Deben ser muy... blanditos y suaves...—continuó Mimi—. Aunque no es como si me importara ni nada así...

    ¿Que se suponía que estaba soñando ahora? ¿Le estaba contando esto a Alpha, o estaba soñando en otra cosa? ¿Cual se suponía que era el contexto de esa frase?

    ...

    Está situación estaba perdiendo todo sentido, tenía que salir de aquí.

    Moví mis pies para comenzar a separarme de Mimi y dar fin a mi martirio. La reacción de la rubia fue fruncir el ceño y apegarse aún más a mi, hundiendo su rostro en mi cuello y machacando mis nervios en el proceso. De repente fui muy consciente de sus piernas entrelazadas a las mías, y del calor que irradiaban en contraste con el frio del ambiente. Mi cara se puso aún más roja, si esto era posible.

    Escapar no era una opción, entonces. Y no podía despertarla, no solo porque sería lo mismo que suicidarme sino porque aunque al parecer estaba soñando cosas muy raras, se notaba que necesitaba descansar. Así que lo único que podía hacer era esperar.
     
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    Yugen

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    Y Drake esperó. Y esperó. Y esperó por minutos que se sintieron horas.

    La lluvia pareció calmarse fuera, ahora tan solo se escuchaba el leve murmullo del viento, el golpeteo de una ligera llovizna golpeando la ventana. Drake no podía saberlo con seguridad, pero debían rondar las tres o cuatro de la madrugada. Meloetta parecía divertida con la situación, de todos modos. Como si aquella fuese una comedia romántica solo para su disfrute.

    Se llevó las manos a la boca y reprimió una pequeña risita. Como si en cierta forma le causase gracia la situación tan delicada en la que se hallaba su entrenador.

    Repentinamente, aparentemente sin venir a cuento, emergió de los labios de Mimi un sonido completamente diferente. Un sonido agudo y gutural, más similar a un ligero quejido que a cualquier otra cosa. No... realmente... aquello había sido un gemido.

    Un gemido leve, pero un gemido en toda regla. Empalagoso, suave y, en definitiva, todo lo contrario a lo que tendía a ser la voz autoritaria de Mimi. Sus sueños, aquella noche, tal vez por el calor sofocante bajo las sábanas, había dado un rumbo drástico y terriblemente peligroso. No para ella en sí, si no para el pobre corazón de Drake.

    —Kyah— chilló entonces, estremeciéndose de pies a cabeza. Sus brazos se abrazaron aún más a Drake, apretándolo contra su pecho. Su voz sonaba increíblemente empaloga sobre su cuello—. ¿D-dónde crees que estás tocando? ¡Ese lugar es...! Ngh~ ahí no, estúpido...

    Su voz fue perdiendo volumen hasta acabar en un ligero jadeo y entonces, como si Arceus escuchara las silenciosas plegarias de Drake, Mimi dio la espalda y se acurrucó lejos del calor corporal de él, demasiado alto en esos momentos como para ser soportable. ¿Es que acaso Mimi...? ¿Es que podría ser que ella...?

    Algo inintelegible emergió de sus labios, pero fue tan bajo y suave que apenas se lograron entender las palabras. Y después de aquello volvió el silencio.

    Meloetta había enrojecido aún más y le dirigió a Drake una mirada expectante, brillante, con ambas manos aún cubriendo su boca.

    Y entonces, para alivio del muchacho... la noche terminó ahí. Mimi lo había dejado libre sin despertarse. Aunque habían sido unos momentos tensos y extraños, por ahora podía declararse salvado.

    ***

    La mañana llegó acompañada de una brisa suave; la luz cálida del sol se agradecía tras una noche tormentosa. Mimi se removió entre las sábanas desechas, apartándolas con las piernas a consecuencia del calor que sentía en su cuerpo.

    Se frotó el ojo derecho con un quejido, molesta por la luz del sol que incidía directamente sobre sus ojos. A sus pies, Ark bostezó y se sacudió. Parecía haber dormido como un tronco.

    —¿Ah...?— murmuró entonces, extrañada. Sentía una fuente de calor a su derecha. Le daba la espalda, pero el cabello puntiagudo y negro eran inconfundibles. Drake. Era Drake. Y estaba demasiado cerca—. ¡AH!

    Su extrañeza se tornó agitación y se incorporó de un salto del futón, preguntándose en que maldito momento había terminado en medio de él y Meloetta. Esta última abrió los ojos entonces y tras parpadear un poco, luchando por salir de su sopor, le sonrió dulcemente. Como lo haría una niña pequeña.

    Mimi apretó los puños y se volteó a mirarla.

    —¿¡Q-qué hace este aquí!?— le espetó a susurros, señalando a su derecha con las mejillas ardiendo—. ¡Yo estaba donde estás tú y tú estás donde estaba yo y...! ¡Y...!

    Meloetta siguió sonriendo dulcemente, al parecer ajena a su desconcierto, y emergió de las sábanas para estirar sus brazos e incorporarse. Dio un par de vueltas sobre sí misma, agradecida por un nuevo día.

    —Mel~♫♪— canturreó.

    Mimi quiso decir algo pero se dio cuenta de que no tendría sentido algurno tratar de replicar. Bueno, si Drake había dormido toda la noche sin ser consciente de ello no importaba realmente. Se levantaría, fingiría que había dormido en la cama y obviaría cualquier tipo de comentario al respecto. De modo que eso hizo. Se levantó despacio, tratando de no hacer el más mínimo ruido. Andando casi de puntillas abandonó el improvisado futón, dejando a Drake dormido en él... y caminó hasta el baño donde se dio su tiempo de asearse. Su cabello estaba hecho un desastre así que se apresuró en adecentarlo como buenamente pudo y recogérselo en dos sencillas coletas. Por supuesto también cambió su ropa.

    —Bien, creo que esto ya está...— suspiró frente el espejo—. Al menos mis ojeras han desaparecido... Supongo que realmente necesitaba un buen descanso.

    —Mel, Meloetta~— exclamó alegre el pokémon melodía, asomando la cabeza por la puerta.

    Mimi suspiró.

    —Buenos días— dijo, al parecer entendiendo sus palabrás. Puso sus brazos en jarras—. Tengo algo de hambre así que... al menos me dirás donde está la cocina, ¿no?

    Meloetta asintió, enérgica y acompañó a Mimi hasta la lujosa cocina de encimeras de mármol. Normalmente Mimi se sentaría en la mesa y esperaría a que le pusieran el desayuno delante, pero ese no era el caso. Aún si podría despertar a Drake y exigirle que le hiciera el desayuno, aquella mañana se sentía con ánimos renovados.

    Prepararía ella misma el desayuno. Esa sería una buena forma de darle las gracias por darle hospedaje en una noche tan fría. Por supuesto, no era como si fuera a admitirlo en voz alta, pero se sentía en deuda con él. Así que, ni corta ni perezosa, se puso manos a la obra. Meloetta flotó a su alrededor con ojos llenos de curiosidad.

    —Veamos...—musitó la joven abriendo la nevera. Su expresión mudó de color al hacerlo. Una mueca de desagrado apareció en sus labios— Ah...

    La nevera estaba prácticamente vacía. Salvo por un par de huevos y un bote de leche Mu-mú, unas bayas aranja y latas y latas de café frío en aquella nevera no había... nada.

    Pero absolutamente nada. Mimi chasqueó la lengua con disgusto.

    >>Supongo que tendré que hacer algo con esto— dijo llevando los huevos, la leche, las bayas y el café a la encimera. Se subió las mangas y asintió con decisión— Bien, vamos a probar a hacer unos... unas... esto... ¡lo que sea!

    >>Meloetta, dame la sartén— intruyó mientras Meloetta, feliz por ser de ayuda, tarareaba una dulce melodía— Enciende esto... ¿Horno? Como sea que se llame esta cosa rara donde se calientan las sartenes y las ollas.

    —¡Melo~!— exclamó la pokémon, feliz. Encendió la vitrocerámica al máximo. Mimi mientras tanto tomó los huevos y los partió como pudo, vertiéndolos incluso con cáscara en la sartén. Luego virtió la leche, que terminó salpicando por todas partes... y posteriormente las bayas aranjas con piel y el café. Usó una cuchara para mezclarlo todo, sin tener la más mínima idea de que demonios estaba haciendo. Su idea lejana de unos pancakes terminó siendo una especie de tortilla achicharrada con trozos de cáscara de huevo y sabor a café.

    Nunca había visto el fuego tan cerca en su vida. Se había cortado un dedo al tratar de cortar la bayas aranja y sus mejillas estaban manchadas por el humo negro de la sartén.

    Suspiró con dramatismo. Ella no era Effy, sabía perfectamente que sus dotes culinarias eran irrisorias. Es decir, nunca había tenido la necesidad de cocinar. Ella siempre había sido una niña mimada a la que se lo habían dado todo hecho. Tenía sirvientes a su cargo. Una princesita de plástico en una jaula de oro... ¿eh?

    En tales momentos odiaba sentirse una absoluta inútil. Sabía que sin la ayuda de otros no podría cuidar ni de sí misma.

    —Esto es horrible— musitó. Meloetta, preocupada, puso una mano sobre su hombro y trato de darle ánimos. Mimi apretó los puños, negandose a volver a dejarse abatir por sus pensamientos—. Ugh, ya tendré tiempo de aprender a cocinar. Ahora vamos a tratar de arreglar como sea esto...

    Drake sintió un repentino frío recorrerle el cuerpo cuando fue despojado de un tirón de su manta. Con brusquedad. Cuando abrió los ojos se topó a Mimi a su lado, de pie sobre él, mirándolo ceñuda y con la sábana apretada en las manos.

    —¿Hasta cuando piensas seguir durmiendo?— le espetó—. ¡No eres un Slakoth!
     
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    Drake Orestes

    Y al fin, Mimi se separó. Rodó hasta quedar a mi derecha, pateando inconscientemente mis piernas para separarlas de las suyas. Era libre.

    ...

    Era libre, y tenía que estar aliviado.

    ...

    ¡Tendría que estarlo! Mimi no se iba a enterar de nada, viviría un día más. Y sin embargo...sin embargo.

    En cuanto su cuerpo se separó del mio, la temperatura bajó a tope. Me sentí incompleto, y ese pensamiento se arraigó hondo luchando contra el alivio de estar libre hasta dejarme confuso y desorientado. Entendía que esto se debía a que era la primera vez que había dormido abrazado a alguien, y era una sensación agradable. Por otro lado, Mimi era probablemente la ultima persona con la que querría pasar la noche abrazado, básicamente porque era igual de peligroso que abrazar a un Zangoose salvaje. Y aún así...

    La miré de reojo. Su expresión era de absoluta calma, como si se encontrara en paz con su alma. Parecía seguir murmurando cosas, pero a esa distancia su voz solo era ruido, no palabras. A pesar de la carencia de iluminación su piel parecía brillar como si tuviera luz propia.

    «N-no me importa si me tocas. ¿Quieres hacerlo?»

    Mi cuerpo se alejó de ella medio metro de un brinco. Machaqué sin piedad toda duda interna, y me prometí a mi mismo conseguir al día siguiente la ducha mas fría que la regadera de mi baño pudiera darme.

    Eso si, mi cara tardó varias horas en dejar de arder.

    * * *

    ¡...No eres un Slakoth!

    ¿Huh?

    Abrí los ojos con pereza. En mi letargo, tardé varios segundos en entender la situación. El suceso de la noche me había dejado agotado, y apenas había logrado recuperar horas de sueño.

    Mimi me miraba desde arriba, sus brazos en jarra. Se había cambiado de ropa y había separado su cabello en dos lazos, dandole aspecto de niña. Sin embargo, hacer comentario alguno al respecto me haría privarme de mis ojos como mínimo, así que ni siquiera lo intenté.

    —Buenos días—saludé con cansancio, dandome la vuelta con la esperanza de poder dormir un poco más. Una segunda patada surgió, esta vez bastante cerca de mi cabeza, y desistí del plan de inmediato.

    Me senté y acaricié el vientre de Ark, lo que llevó a que se despertara y comenzara a mover la pata para expresar su agrado. Como todas las mañanas, parecía tan feliz de verme como si hubieran pasado años desde la última vez, moviendo la cola con fuerza y barriendo mis rodillas. Eso si, en cuanto me puse de pie tomó posesión de mi futón de inmediato y se volvió a dormir.

    —¿Que hora es?—le pregunté a Mimi luego de estirarme perezosamente.—Puedo ir a por el desayu...

    Y entonces mi nariz captó un aroma que parecía venir de la cocina. Aunque de aroma tenía poco, "hedor" era una palabra mas apropiada.— ¿Q-que es...?

    >> ¿...Ese olor?
     
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    Yugen

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    Mimi Honda

    Sentí un repentino golpe a mi orgullo cuando Drake con el gesto ligeramente arrugado, preguntó que era el olor que procedía de la cocina. Mi cuerpo se tensó repentinamente. Enrojecí de súbito y me apresuré en apartar la mirada con presteza. ¡Ah no, no! ¡Rayos!

    —Eso es...— mascullé, mordiendo ligeramente mi labio inferior.

    "... algo que yo hice." Eso quise decir. Eso traté con todas mis fuerzas de articular con mis cuerdas vocales. Pero no podía hacerlo, ¡de ninguna manera podía hacerlo! Admitir que el remedio había sido peor que la enfermedad era un golpe brutal a mi orgullo que trataría de evitar de cualquier forma. Mis ojos mostraron un brillo difuso mientras buscaba desesperadamente una respuesta válida donde fuese.

    Y entonces...

    —¡Melo~!

    Ella me dio la respuesta. Titubeé ligeramente.

    —... ¡E-el desayuno que te ha preparado Meloetta!— finalicé entonces, recuperando parte de la compostura perdida. Ignoré el gesto de desconcierto que se dibujó en el rostro del pokémon—. Hm-hm. Eso es. ¡Es el desayuno que te ha preparado Meloetta con todo su esfuerzo, así que más vale que te lo comas! Q-quita esa gesto de Purugly estreñido de tu rostro de inmediato.

    Le amenacé cruzando los brazos, ceñuda y temblando ligeramente de verguenza. ¿Cómo reconocer que yo le había preparado el desayuno a Drake? No se trataba solo de lo mal que había salido sino de... lo vergonzoso de la situación. No quería ni pensarlo.

    Di media vuelta sobre mis talones y me marché en dirección a la cocina. Le dirigí a Meloetta una breve mirada al pasar por su lado... antes de apartar la vista. Ella pareció entender mis disculpas, pues asintió con una inocente y alegre sonrisa y se acercó hasta Drake tarareando una dulce melodía.

    Y mi voz volvió a sonar desde la cocina.

    >>¡Date prisa y cómetelo antes de que se enfríe si no quieres que yo lo empuje hasta el fondo de tu garganta! ¡¿Entiendes?!

    ***

    ¿A dónde había ido la chica tierna de esa noche? Definitivamente Mimi estaba mucho, pero mucho mejor dormida.
     
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    Graecus

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    Drake

    ¿Uh? ¿Meloetta había cocinado el desayuno?

    Me dirigí a la cocina, algo aturdido. ¿Porque de repente le había dado a Meloetta por cocinar, cuando a ella le gustaba tanto la comida para humanos? Pastelitos, galletas dulces, biscochos con crema; les gustaba mucho y solía arrastrarme a las panaderías mas cercanas en cuanto le daba hambre. ¡Ni siquiera habia ingredientes en mi casa como para hacer nada, de todas formas! ¿O si?

    En la mesa de roble me esperaba un tazón con lo que Meloetta había preparado. Los bordes estaban achicharrados, mas de la mitad de aquella suerte de tortilla estaba completamente quemado, y sin embargo, de alguna forma el centro estaba crudo. ¿Como rayos había logrado quemar esto, si la cocina estaba programada para bajar el nivel del fuego para evitar estropear la comida? Me lo habían dicho al entregarme la casa amueblada, quemar algo con esa cocina era toda una proeza.

    —¿Se supone que tengo que comerme esto yo solo?—pregunté a nadie en particular. Mimi se mantuvo inflexible, y Meloetta no parecía tener intención alguna de probar lo que había creado, así que no tenía mas opción. No podía simplemente tirarlo o regalarselo a Snorlax, cuyo estómago era capaz de digerir hasta cualquier veneno. Hacer eso podría hacer que Meloetta se sintiera mal consigo misma. Así que...

    Así que...

    Le di un pequeño mordisco, solo para probar el sabor.

    ...

    Tuve que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para no escupir. Estaba demasiado salado, y como si eso fuera poco, parecía que le habían echado azúcar a la vez. Esto le daba al platillo un gusto tan horrible como comer jabón. Por lo demás, no tenía sabor alguno salvo a granos de café quemados.

    Esto...¡esto era incomible! ¡Iba a morir si lo intentaba, no había duda! Yo...

    —¿Melo?

    Levanté la vista. Meloetta se había sentado justo al frente, y parecía preguntarse qué estaba pasando. Mimi al fondo parecía estar atenta a mi reacción, aunque apenas me fijé en ella, así que puede que me lo haya imaginado.

    Tomé una decisión.—Esto no esta tan mal—mencioné, con una voz tan falsa que es imposible que alguien me creyera.

    Y me tragué la tortilla de tres bocados.
     
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    Yugen

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    Mimi Honda

    Antes de que Drake llegara a la cocina le dirigí a aquella suerte de tortilla de café una mirada de circunstancias. Aquello... aquello era... ¿qué demonios era aquello? ¡Ni siquiera yo sabía exactamente que era aquella suerte de proeza culinaria!

    Me sentí mal incluso por poner el peso de aquella asquerosidad nauseabunda en los hombros de Meloetta. Me mordí el labio inferior, insegura... pero cuando Drake llegó finalmente a la cocina una suerte de orgullo me impidió decir nada al respecto. Fruncí el ceño y simplemente aparté la mirada. No estaba molesta con él, estaba molesta conmigo misma. ¿Qué necesidad tenía de hacérselo pagar a Drake?

    Empujé aquel pensamiento lo más lejos que pude, incapaz de tolerar la vergüenza de haber querido preparar el desayuno para él y el orgullo que tanto me caracterizaba.

    —Siéntate— le indiqué.

    Drake tomó asiento con una expresión bastante significativa en su rostro. Por un momento lo vi palidecer y después, después... Probó un bocado. Un bocado muy pequeño, pero que contrajo su gesto en una mueca de desagrado. Me recordó a mí misma probando los sándwiches quemados de Effy. Y entonces, con una voz aguda y forzada comentó que el sabor no era tan desagradable... y la tortilla desapareció en su boca de tres bocados.

    ¿Eh...? ¿No era tan desagradable?

    Yo suspiré. Me llevé las manos tras la espalda y rocé con los de dedos de mi mano izquierda el corte que me había hecho en el índice al preparar los ingredientes. Y entonces, también tomé una decisión, a riesgo de tirar por la borda toda aquella absurda farsa. Yo simplemente... ¡no era justo! ¡no estaba bien de ninguna manera!

    —No tienes que mentir tan descaradamente ¿sabes?— le dije a Drake entonces. Pero era incapaz de mirarle a los ojos—. Sé... sé que es horrible. Quiero decir, Meloetta no preparó el desayuno.

    Meloetta se volvió para mirarme con curiosidad. Yo evité sus ojos y miré a Drake.

    >>... Lo preparé yo— admití finalmente—. Quería... darte las gracias por dejarme pasar la noche en tu casa. Pero no sé cocinar, nunca tuve la necesidad de aprender a hacerlo, así que sé que mis habilidades culinarias son irrisorias.

    >>No puedo adjudicarle algo tan horrible a Meloetta, eso no tiene la más mínima lógica—continué—. De modo que asumo toda la culpa.

    Me quedé allí, al fondo, sintiendo como las mejillas me ardían. Internamente agradecía que Drake lo hubiese comido, aunque tanto su aspecto como, deduje, su sabor, eran horribles. Simplemente por no hacer sentir mal a Meloetta se había terminado el plato. Si supiera desde el principio que lo había preparado yo... ¿habría hecho lo mismo?

    La idea se impuso con fiereza y de nuevo, el orgullo me obligó a apartar el rostro con obstinación. Fruncí el ceño.

    >> Y ahora— continué, con un tono radicalmente más seguro— ¿puedes traerme el botiquín de primeros auxilios? Necesito curar mi mano.
     
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    Mimi Honda

    ...
    ...
    .....

    —¿Qué diablos te pasa?—espeté repentinamente ante el asolador silencio que le siguió a mi confesión. Sentía tanta vergüenza que notaba los ojos húmedos—. ¡Tsk! ¿Sabes qué? Buscaré el botiquín yo misma.

    Abandoné la cocina a paso rápido y grandes zancadas. Ni siquiera sabía si Drake tenía un botiquín de primeros auxilios en la casa, pero me daba igual. Meloetta salió de la cocina detrás de mí, preocupada. De Drake, al menos por el momento, no se oía nada. Era como si el hecho de que yo hubiera intentado cocinar fuese todo un shock para él. ¿Tan extraño era que yo quisiera ser amable y considerada? ¡Bueno, pues definitivamente ya no lo volvería a hacer!

    Al final no consiguí hallar el dichoso botiquín, pero el pequeño corte de mi índice había dejado de sangrar hacía mucho. Me había esforzado en preparar aquella comida, aunque fuese horrible... me había cortado con un cuchillo al tratar de cortar los ingredientes, incluso... ¡Mi mano impoluta y perfecta! ¡Y todo para que el estúpido de Drake ni siquiera lo tuviese en cuenta! Lo había comido, pero solo porque pensaba que era obra de Meloetta... Que irritante.

    —¿Melo?

    Recogí mi bolso del suelo y me lo eché al hombro.

    —Me voy— le expliqué al pokémon—. No tengo nada que hacer aquí. Ni siquiera sé para que vine en primer lugar.

    "Porque no quería estar sola" replicó una insidiosa vocecita dentro de mi cabeza. Porque papá me dio una horrenda noticia y me sentía sola... sí, pero había sido absurdo.

    >>Iré a la Torre Desafío a prepararme para enfrentar a Alpha—continué diciéndole a Meloetta y abrí el ventanal del salón, liberando a mi Braviary. Este agitó sus alas con fervor—. Es un asunto pendiente que tengo que atender cuanto antes.

    "Tsk... maldito Drake. Lo dije una vez, pero lo diré de nuevo: De verdad que no tienes ni idea de como tratar a las chicas"

    Y con esas, emprendí el vuelo.
     
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    Steve Yops

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    —Gracias, Noivern. Regresa.

    Llegamos a nuestra meta más próxima. Caminamos con Phanpy hasta que vimos la característica escalera que llevaba al sub-suelo de la región; a.k.a las "Grutas Bebé".
    Lancé dos pokébolas, saliendo el bromista Skorupi y el timiducho Snubull. Éste último se escondió detrás de Phanpy, intimidado por las tenazas del travieso escorpión... aunque el glotón elefantito estaba distraído quién sabe qué. Ya ni sabía yo de donde sacaba tanta comida.

    —Bien, ahora sí, llegó la hora. Los pokémon de Alpha están esperando por ustedes allá abajo. ¡Disfruten de la aventura! Y cuando quieran un descanso, no es sino que avisen... creo que esto tiene un sistema de notificaciones o algo así.

    Phanpy corrió alegremente hacia las escaleritas, seguido rápidamente por los otros dos (cada uno con un humor distinto). Yo, sonreí enorgullecido. ¡Sé que esos tres se lo pasarían a lo grande a partir de ahora!
     
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