Me reí un poco al ver a Steve irse tan rápido como se había ido Liza, tal para cual... —En retrospectiva existen las almas gemelas... —luego me recosté en el espaldar de la silla, mirando como Mismagius flotaba junto a Gengar frente a la mesa— Luego algo que no entendía... ¿Ponerse formal para ir a comer pizza? Se vería algo extraño, pero no veía nada malo en eso, bueno, si una pequeña cosa, si quería lucir formal, debería peinarme, cosa que resultaba imposible para mi sin el uso de fijador de cabello, debía usarlo, y en buenas cantidades para mantenerle fijo, era como si mi pelo fuese un monstruo velludo con alma propia, odia los cepillos y si le peinan se alborota al instante, por algo usaba gorra. —Necesito gel para el cabello si quiero lucir según formal... —anoté eso, menos mal que había una tienda de conveniencia cerca— Y debo comprar del envase extra grande... El cabello rebelde tiene que ser aplacado
Sylveon y Glaceon La pequeña zorrita de tonalidades rosadas y de aspecto dulce bostezó, acomodándose en la mullida cama de aquel típico cuarto del centro pokémon. Ladeó la cabeza y halló a su lado a su fría compañera, quien parecía disfrutar de un profundo sueño del que no querría despertar pronto. En medio de ambas, veinte diminutas pokéballs (ni una más, ni una menos) se encontraban resguardadas entre ambos cuerpos. El silencio se había adueñado por completo de la habitación, creando el ambiente idóneo para poder descansar luego de tan larga aventura. Sylveon recostó su cabeza junto al azulado pelaje de Glaceon, sintiendo emanar de ella una suave corriente refrescante, y fue cerrando los ojos poco a poco hasta quedar sumida en un profundo sueño. Pero lo que Sylveon no sabía es que Glaceon acabó abandonando la habitación, poco después de acabar cayendo en los brazos de Morfeo. La pokémon hielo, desconfiada como suelen ser los de su tipo, necesitaba asegurarse de que su entrenadora se encontrase bien. A saber qué podría pasarle sin sus pokémon a su lado. Oh, y por su puesto, sin ella. ¿Por qué Liza la había dejado durmiendo en la habitación? ¡Si siempre estaba a su lado, nadie podía ocupar ese lugar salvo ella! Decidida a sacarse de dudas, bajó hacia la cafeteria donde la entrenadora dijo que estaría por si necesitaban cualquier cosa. Corrió escaleras abajo todo lo rápido que sus pequeñas patitas le permitieron en ese momento, y poco le faltó incluso para tropezarse con su propia cola, pero llegó sana y salva al piso inferior. Caminando entre el cúmulo de entrenadores trató de divisar la particular gorra de su entrenadora, y pronto se le iluminó la mirada al visualizarla al fin al fondo de la cafetería. Pero se detuvo metros antes de llegar a su destino. Retrocedió, sorprendida, y se escondió antes de que llegase a ser vista. Liza estaba junto a otros tres chicos, pudo reconocerlos de vista de algún viaje pasado, pero pronto uno de ellos se levantó y... Glaceon volvió a la habitación tan rápido como hubo aparecido. *** La puerta de la habitación se abrió con cuidado, las orejas de ambas pokémon alertaron este movimiento. Abrieron los ojos con lentitud, solo para aliviarse al distinguir la figura cada vez más nítida de su entrenadora acercándose a ellas. Sylveon fue la primera en saltar a recibirla a los brazos, mientras que Glaceon aún se espabilaba de su efímera y dulce siesta. O al menos, eso es lo que había logrado aparentar. —Lamento haberos despertado chicas, solo venía a ducharme y a cambiarme, ha habido un ligero cambio de planes —Liza recibió con los brazos abiertos el recibimiento de la pokémon hada, estrujándola con cariño. Sylveon notó un ligero cambio en su estado de ánimo, se la veía mucho más feliz que hacía un rato, donde solo quería echarse a dormir y olvidarse del mundo. Supuso que sería cuestión de tiempo averiguar su porqué—. Iremos a cenar con los chicos a una pizzeria cercana, para celebrar... uhm, ¿el haber salvado al mundo? Sí, algo así. ¡No os preocupéis por mí, no os molestaré mucho tiempo! Depositó a Sylveon en la cama junto a la tipo hielo, quien aún simulaba estar en un estado entre el mundo de los sueños y el real, y sintió la caricia rápida de manos de su entrenadora en su pelaje como un pequeño y rápido saludo antes de entrar al baño. Sylveon alzó las cintas de sus patas a ambos lados como si se encogiese de hombros, sin entender nada de lo que estaba pasando. Cosas de humanos, supuso para sus adentros, divertida. Glaceon, sin embargo, frunció el ceño con una expresión difícil de definir. No le gustaba lo que había visto allí abajo, para nada. La desconfianza, sumado a los celos que comenzaba a sentir por culpa de aquel deconocido, comenzaron a hacer mella en la pokémon. ¿Y si ahora prestaba menos atención a su equipo por culpa de... ese? Miró a Sylveon sonreír ilusionada, aguardando la salida a la pizzeria, y sintió que era su deber hacer de vigía aquella noche. No podía permitir que la situación se le saliese de las patas, no señor Mantendría a ese chico a raya. *** Tras unos largos e interminables quince minutos, la puerta del baño se abrió finalmente dejando escapar una efímera cortina de vapor, señal de que Liza había vuelto a usar demasiado tiempo el agua caliente. La entrenadora se desperezó nada más salir del cuarto, sintiendo de nuevo los músculos relajados y las energías algo renovadas. Adoraba darse un buen baño por las noches, el estrés acumulado del día acababa por desaparecer por completo. Ahora con aún más apetito que antes se dispuso a tomar las últimas cosas para salir del lugar, recogiendo todas las pokéballs bien protegidas por sus queridas pokémon, y les hizo un gesto a ambas para que se prepararsen para salir. —Creo que ya estoy, ¿me dejo algo por ahí? —les preguntó a ambas, echando un último vistazo a la habitación. Sylveon le señaló su gorra, situada ahora en la mesita de noche. Liza negó con una sonrisa—. No, hoy me dejaré el cabello suelto, no hace falta que me la lleve. Aparte está bastante arañada, hay que ir pensando en comprarme otra. La pokémon se encogió de hombros sin importancia, y siguió a su entrenadora dando saltitos emocionados. Glaceon las siguió más cautelosa, sin ponerle mucho énfasis al asunto... por ahora. Cerraron la puerta de la habitación con llave y por fin, bajaron al vestíbulo. Esperaban no haberles hecho esperar demasiado, a estas horas ya debían de tener bastante hambre. *** Sin embargo, al llegar junto a los entrenadores, Steve aún no había llegado. Curioso, y eso que siempre eran las chicas las que más tardaban, ¿eh? —¡Ya estamos aquí! Lamento la tardanza... —se escusó la entrenadora con cierto nerviosismo, haciéndoles un gesto para que fueran todos a esperar en el vestíbulo. Por el camino, apoyó la cabeza en el hombro de Dante y le miró con cierta vergüenza—. Y siento lo de antes, os prometo que yo no tenía ni idea y... n-no quería incomodaros ni mucho menos, es solo que... Bueno, da igual, vosotros me entendéis. Creo —rió por lo bajo, con una gota de sudor recorriendo su mejilla. Glaceon le había echado la mira por su parte a la bolsa de papitas que cargaba aquel Phanpy. Mientras los entrenadores parecían estar ocupados, ella se dedicó a robarle un par al pequeño elefantito comilón. Sylveon no aprobó este gesto, y como buena canguro que era regañó a Glaceon para que se disculpase. Al final, comenzó una pequeña discusión entre ambas. Phanpy sin embargo, y sin saber de dónde, ya había conseguido otra bolsa de papitas para suplantar la agotada, continuando su aperitivo tan feliz como si nada.
Liza había llegado, lo que me puso nervioso un poco, debería alistarme cuanto menos rápido en caso de que llegara Steve, así que agarré la mochila y empecé a revisar de cabo a rabo. —Por favor... Que esté por aquí —revisando el agujero negro que tenia por mochila, rogaba que estuviera el traje que tenia ahí guardado— Sabia que mamá había dejado ahí en la mochila un traje en caso de concursos, como no tenía ánimos de hacerlas de coordinador, supuse que sería apropiado para la situación, solo esperaba encontrarlo y que me quedara, nada sería peor que salir corriendo y rentar un traje, y aun mas, retrasar esta salida, así que crucé los dedos. Otra cosa que me asombró fue el encontrar algunas cosas que pensaba perdidas en casa, como las zapatillas que tenia para correr, una cadena de transmisión para bicicletas y un acumulador... Espera... ¿Que hacia con una batería de semejante tamaño en la mochila? Bueh... Supongo que servirá en algún momento, lo importante estaba en el fondo, solo no quería que el morral me comiera vivo. Tras luchar un poco con ese monstruo de tela y tejido sintético, logré sacar el traje, que tenia pantalones gris humo, un saco del mismo color junto a una camisa color rosa oscuro —Excelente —musité ya listo— Lo segundo que hice fue ir a comprar el gel para el cabello, tras unos minutos, regresé al centro con el gel en envase extra grande, y subí rápidamente a mi habitación a ducharme. Tras un baño de agua caliente sumamente cómodo y relajante, aproveché que tenia el cabello húmedo para peinarme y aplicar el gel, lo que fué sencillo, aunque tuve que usar medio envase para lo crecido que tenía el cabello. Tenía que admitirlo, estaba contento con tener el cabello al fin peinado en siglos, y tras vestirme, regresé a la cafetería, esperando no verme extraño ante los ojos de los demás... ¿Rojo peinado y formal? ¡Es el fin del mundo! —Esto... Estoy listo... —me sentía incómodo con el gel de cabello, sentía que pasaría el efecto en cualquier momento—
Dante Miles Pasaron unos largos minutos en los que me había quedando mirando la televisión del centro pokemon, no era lo más interesante del mundo pero... era lo que había, Typhlosion de vez en cuando miraba al pequeño elefante comer y algunas veces la logré ver como tomaba varias cosas de la cafetería para comer algo también para pasar el rato, después fue cuando noté a Liza llegar ya completamente arreglada para salir a comer a estas horas, ojalá no nos tomaran por locos... o algo así. Apoyo su cabeza en uno de mis hombros y casi por instinto llevé una de mis manos a su cabello con una sonrisa tranquila, para que no se preocupara de nada, solo me había llevado una gran sorpresa — Tu no te preocupes por nada de eso... son cosas que pasan — reí levemente y luego pasé una de mis manos por mi cabello, justo para darme cuenta como Rojo volvía ya completamente arreglado. — Bueno... creo que soy el único que no se ha arreglado para la ocasión..
Blaziken y Phanpy El inicial tipo fuego estaba recostado en el respaldar de su silla, con sus manos en la nuca. Pegó un bostezo mientras miraba la urbe en su versión nocturna, a través de la ventana. Todas las luces estaban encendidas, un montón de personas estaban recorriendo las calles: alguna entraban a las tiendas, otras a los restaurantes y comederos. También pudo identificar el carrito de cono-pizzas de la otra vez. Ciudad Acuarela incluso de noche es muy activa. Generalmente, los Blaziken son súper activos, serios y con sed de luchar. El Blaziken de Steve sí tenía la primera y última característica, aunque a estas horas se ven un poco mermadas... prefiere relajarse todo lo que pueda, aunque si su entrenador lo llamara para una batalla, éste no le rechazará la petición. Lo que sí, no es taaan serio. Quizá lo aparentaba en un inicio, pero lo cierto es que esa ternura y alegría propio de los Torchic la sigue teniendo muy presente. Adora a su entrenador y no tiene reparo en hacerle muestras de cariño. Phanpy, por el otro lado, tenía su vista enfocada en una sola cosa: las papitas. El elefantito estaba comiendo de lo lindo, cuando de repente, una Glaceon llegó y le comenzó a robar del paquete de papas, que él había robado anteriormente. Mientras masticaba la última papa del paquete, una Sylveon llegó a regañarla y entonces las Eeveeluciones empezaron a discutir. Phanpy, por su lado, al ver que las dos emitían gritos, comenzó a reírse, pensó que todo se trataba de un juego. Sin terminar de enterarse de la situación, Phanpy se acercó a Glaceon y... ¡Paf, paf, paf! Con su trompa, le pegó a la tipo hielo hasta dejarla mareada, sin que ésta tuviera tiempo de reaccionar ni antes ni después del suceso. Contenido oculto El glotón azulado, luego de saltar para celebrar que había ganado el juego que él interpretó, sacó otro paquete de papitas como premio al ganador. Blaziken, al ver a Liza llegar, se levantó alegre de su asiento y le puso la cabeza para que lo acariciara. Sin duda alguna le caía bien esa chica también. (...) Steve Stone —Y... estoy listo. Luego de una ducha fugaz, rápidamente me vestí con un atuendo que había guardado para una salida de amigos. Fue una de las compras de mamá Stephanie en aquella "promoción" una al precio de dos. Me miré al espejo, y suspiré sonriente. Me gustaba como me veía; me sentía bien, me sentía seguro. Es bastante curioso como de un momento a otro todo puede cambiar, ¿no? Hace unos treinta minutos estaba angustiado por cierta chica, sin tener noticias de ella, y sin que ella supiese lo que sentía. ¿Y ahora? Apareció como una mismísima manifestación milagrosa, y luego de seguir mis impulsos... Los dos dijimos lo que teníamos que decir, sin usar muchas palabras a decir verdad. Miré una última vez el espejo sin perder la sonrisa antes de abandonar el baño y posteriormente la habitación. Caminé por los pasillos bastante alegre. Todo era tan... distinto. Cielos, hasta encontraba detalles bonitos de esos pasillos que antes ni siquiera me había percatado que estaban ahí. Las perillas brillaban mucho, la alfombra tenía un tono muy tranquilizador. Todo era... wow. Simplemente, wow. Al bajar por las escaleras, divisé a lo lejos al grupo. Ahí estaba Dante, ¿un sujeto con traje formal? y... ella. Tan bonita como siempre. Tomé aire antes de dar un paso, cuando de repente, sentí el sonido característico de una pokébola abriéndose. Y la diva de hielo hizo su aparición. La tipo hielo miró a los alrededores con su típico aire despectivo, y emitió un sonido de desaprobración. "Esto no es de mi nivel", pensará ella. En otro momento me hubiese avergonzado, enojado, en fin. Pero hoy, hoy era distinto. Simplemente me reí por su actitud, y lo dejé pasar. Nada era molesto hoy, todo era perfecto tal cual estaba. Emprendí el paso, entonces, y al momento de estar cerca del grupo, puse mis manos en los hombros de Liza. Contenido oculto —¿Todo listo para irnos? —susurré a su oído, sonriente. Fue cuando entonces vi a Rojo... él era el chico del traje. —Emm... aún iremos a comer pizza, ¿verdad? —pregunté un tanto confundido. Ojalá que los planes no hayan cambiado a último momento y ahora vayamos a un restaurante lujoso. Me da pereza cambiarme de nuevo. Por otro lado, estaba el comilón Phanpy concentrado en sus papas, a Blaziken siendo concentido, a una Sylveon sonriente... y a una Glaceon medio inconsciente.
Liza White Dante colocó una de sus manos en mi cabello como ya era costumbre entre nosotros y alcé la cabeza, dirigiéndole una mirada algo preocupada. No sabía cómo se había llegado a tomar todo, ni siquiera si se encontraba bien con todo ello, y eso me inquietaba. Pero vamos, era Dante, no podía esperar nada malo de él. Sus palabras, acompañadas de aquella risa tranquila suya, me hicieron sentir mucho más tranquila. Él era como mi hermano mayor, necesitaba tener su visto bueno aunque no lo hubiese llegado a notar. Así que si decía que estaba todo bien... ¡no podía estar más contenta! Aguardamos los siguientes cinco minutos en el vestíbulo, a la espera de los otros dos chicos. Rojo también había subido a cambiarse en algún determinado momento, por lo que tan solo quedamos Dante y yo a la espera de poder irnos. Bueno, rectifico: Dante, yo y todos nuestros pokémon, que parecían divertirse entre ellos a su manera. Me alegró ver a Glaceon y Sylveon jugar con el pequeño elefantito de Steve. Menos mal que se llevaban bien entre ellos, ¿verdad? O al menos, eso me pareció a simple vista, porque entre lo distraída que me encontraba y que giré justo en el momento en el que mi pobre Glaceon recibió un buen golpe, no llegué a percatarme de lo que ocurría en realidad. Blaziken se acercó a mí, y así fue como me alejé de los peques, dejando a la tipo hielo a su suerte. (¡Te lo recompensaré luego, tranquila!) El inicial de Steve era el claro ejemplo del refrán "No hay que juzgar un libro por su portada". Podía parecer tan fiero e imponente en un principio, pero cuando te cogía confianza era de lo más simpático. Acaricié su cabeza con ternura, notando lo bien recibido que fue el gesto, y volví una vez más junto a Dante, esta vez acompañada por el inicial de Hoenn. —Y bueno, Dante, con tantas cosas se me ha olvidado preocuparme yo por ti. Qué descuidada soy. Tú has estado bien, ¿a que sí? —solté una pequeña risa, tirando suavemente de la manga del chico repetidas veces. Estaba segura de su respuesta, pero aún así necesitaba asegurarme. En cambio... el resultado no fue el que hubiese esperado. Dante me miró a los ojos, y fue entonces cuando supe que algo iba mal. Con el tiempo me había sabido acostumbrar a sus expresiones, sabía cuando de verdad se encontraba todo en orden... pero algo le pasaba hoy. Y eso hizo que la felicidad acumulada que tenía se disipara un poco. El silencio se hizo entonces, y mi rostro perdió toda su expresión. —Dante... ¿qué ha pasado? ... Pero todo se quedó ahí. Rojo apareció al momento, super arreglado y con un traje demasiado... ¿formal? Y luego sentí unas manos en mi hombro, junto al susurro de Steve en mi oído. Giré la cabeza hacia él y le sonreí, una sonrisa pequeña y tímida, y asentí. Miré a Dante una vez más, indicándole con la cabeza que luego hablaríamos, y comenzamos a caminar hacia la salida. Sylveon, quien arrastraba a su magullada compañera hacia el resto, comenzó a seguirnos hacia las afueras del centro, tratando de reanimar a Glaceon a su manera. Phanpy las siguió de igual forma junto a Blaziken, y así, dejamos atrás de una vez por todas el Centro Pokémon, dando inicio así a la noche de pizzas tan esperada.
Dante Miles "Y bueno, Dante, con tantas cosas se me ha olvidado preocuparme yo por ti. Qué descuidada soy. Tú has estado bien, ¿a que sí?" Y un par de tirones en mi manga hicieron que la mirara para intentar responder su pregunta, algo que al instante la hizo preocupar pero bueno... nada se podía ser con respecto ahora, tampoco pensaba hablar de ese tema ahora, más cuando había algo bastante agradable pasando y siempre iba a poner como segundo plano algún tema que me tratara a mi, no le prestaba demasiada importancia. "Dante... ¿qué ha pasado?" Tomé algo de aire y suspiré a pesar que su pregunta y su nueva mirada me indicaron que luego trataría ese tema conmigo, ahora simplemente deberíamos concentrarnos en lo que haríamos ahora — El festejo es primero pequeña — murmuré colocándome de pie para que de una vez por todas nos encamináramos a buscar nuestro propósito: comer pizza.
Me sentía bastante extraño, por el hecho de que estaba muy formal para la ocasión pero... ¡Era lo que tenia a la mano! —Es lo que tenía en la mochila, un traje para concursos tampoco es lo mas formal del mundo pero bueno... Perdón... Me limité a inflar las mejillas de la vergüenza, mientras miraba a Gengar mirarme confundido —Es que metí la pata... —solté una pequeña risa, mientras me acomodaba el saco— Debería tener mas ropa en la mochila, es horrible no tener más ropa El fantasma se rió con su característica sonrisa burlona, no lo culpaba
Steve Stone. Cuando empezamos a caminar noté que Liza y Dante estaban en otra. Y era comprensible. Los dos eran amigos muy cercanos y como Liza andaba desaparecida el poké-hippie no ha tenido tiempo para hablar con ella, y de seguro desea contarle lo ocurrido con Emily. Sonreí levemente. Era momento de darles su espacio, no hacerlo sería demasiado desconsiderado de mi parte. —¡Oh, Rojo! Ya que lo mencionas, yo tenía planeado inscribirme en los concursos pero no he dado con el auditorio —dije, para luego voltearme a ver al hippie y a Liz—. Chicos, me adelantaré con Rojo para preguntarle un par de cosas sobre los concursos, ¿les parece bien? Les dirigí una sonrisa amigable a ambos y comencé a caminar varios pasos más adelante con el chico de nombre colorado. Blaziken les dirigió una sonrisa enérgica, Phanpy volteó a mirar a ambos y no pudo sonreir puesto su boca ahora estaba ocupada con un paquete de galletas (y quién sabe de quién de las cuatro personas era) y Froslass... bueno, ella fue la única que no estaba muy sincronizada con la amabilidad del resto de nosotros, puesto que hizo su típica mirada de pies a cabeza, y así, los tres pokémon apuraron el paso para ir junto a mí, y de paso, darle la merecida privacidad a ambos chicos.
Gengar se limitó a flotar sobre mi cabeza, siguiéndome, junto a Mismagius, no sabia de que iban estos dos, pero me alegraba que al fin se llevaran bien, debido a la personalidad rústica y ruidosa de Mismagius y la timidez de Gengar, aunque bueno, era una dupla dispareja, Steve me llevaba consigo para hablar de los concursos —Tenía planeado ser coordinador de medio tiempo también, los entrenadores deben ser versátiles, ¿O no? —me llevé las manos a la nuca aunque ese gesto me asustó un poco, el fijador no me convencía del todo— Temía que mi cabello se soltara en una maraña de pelo monstruosa dejándome en ridículo —Bueno, tal vez será la única vez que me vean así de arreglado... Le temo a mi cabello aún con fijador puesto...
Steve Stone. Froslass observó a Mismagius, que era más bien inquieta, y se tapó el rostro con su mano, avergonzada. —Lass, Fros, Froslass... —Traducido al idioma español significa: "Primero la infantilsita Glaceon y ahora esta Mismagius con aires de Noivern de Steve. ¡Y encima comparto tipos con las dos! Oh, no. Que dirán mis amistades..." Phanpy, por su parte, le ofreció galletas a Blaziken y Gengar, estirando el paquete con su pequeña trompita. Mi inicial aceptó gustoso y le acarició la cabeza, queriendo decirle "Buen chico", remarcando que ya está aprendiendo a compartir (Ahora sólo falta que deje de robar...). Yo, por mi parte, escuchaba atentamente a Rojo y asentí a sus palabras. —Exactamente —afirme—. La verdad los concursos me habían captado la atención hace muchísimos años atrás cuando vivía en Hoenn, pero no alcancé a participar allá. Quiero intentarlo aquí, a ver que tal va. Luego me reí con el comentario de su pelo. Cuando mencionó la palabra fijador, inmediatamente se me vino a la cabeza mamá Stephanie con su adorado "Loreal Kalos". Ya hasta me sabía el diálogo del comercial. —¿Y ya te inscribiste? Quiero saber donde queda el auditorio, me he perdido buscándolo.
Mismagius había aprendido algo de mi, que era hacerse el idiota a la hora de comentarios a espaldas propias, táctica que le funciona en este tipo de casos, y como no, hizo de oídos sordos a eso. Por su otra parte, Gengar aceptó las galletas del pequeño Phanpy, a la larga le parecía adorable, pero le temería a la hora de que evolucionara. —Eso es raro, viví en Férrica y nunca fuí a los concursos... ¿Como es que no nos conocimos antes? —me reí un poco avergonzado— Y no, no me he inscrito aún, ni mera idea de donde queda el auditorio... ¿Y si le preguntamos a la enfermera Joy?
Dante Miles La ida a buscar la pizza simplemente pasó a dar un pequeño giro inesperado. De un momento a otro Steve se adelantó con Rojo para preguntar algo sobre los concursos pokemon, me detuve casi al instante cuando noté como Steve nos había sonreido a ambos antes de irse con él, no creía que esa sonrisa fuera del todo normal... mas bien parecía como si esperara algo de ambos..., llevé una de mis manos a mi nuca y suspiré antes de volver a mirar a Liza — Es la primera vez que vamos bien en este plan, ¿no? — reí levemente, tan siquiera esta vez teníamos la seguridad de que volverían para comer la pizza todos juntos. Pero bueno, esta vez no era el momento de bromear, y aprovechando este momento que al parecer se había esforzado en darnos, comencé — Verás... — mis dedos golpeaban la pokebola de Typhlosion constantemente mientras ella se paseaba a los alrededores tratando de no alejarse tanto, pero desde que comencé no la había mirado en lo absoluto — Hoy terminé mi relación con Emily... y... no se como sentirme al respecto, tengo pánico de que le afecte más de lo que yo logré ver cuando se lo dije... por que vamos... quiero seguir pensando que lo que vi es real y no la haya lastimado realmente... — Además que... siento que fui demasiado egoísta con todo esto... me sienta fatal esa sensación, pero bueno. — Tomé aire y la miré tranquilo antes de girarme para quedar frente a ella y colocar mis manos en sus hombros, haciendo que nos detuviéramos en el camino — Lo mínimo que quiero es pensar en todo eso este día, no el día en el que han pasado tantas noticias agradables... quiero concentrarme en este momento que te está rodeando y en que Steve te quiera el doble de lo que yo hago y te proteja igual que yo... >> Si quieres... podremos hablar de eso más tarde....
Liza White Afuera, en el exterior, la noche invitaba al paseo. Clima perfecto, cielo despejado, brisa fresca y un gran ambiente en la ciudad, ¿qué más se podía pedir de la maravillosa ciudad Acuarela? Ciertamente, quedarse dentro del centro Pokémon con un ambiente nocturno así no habría sido una buena opción. Tomé una discreta bocanada de aire, expulsándola por la boca con suavidad, sintiendo la brisa refrescante recorrer mi rostro. Nuestros pasos sobre el asfalto se perdían entre la gran muchedumbre, desapareciendo el silencio incómodo que nos había rodeado desde el principio, sustituido ahora por el murmullo de los habitantes de la ciudad. De vez en cuando miraba a los chicos, y volvía a desviar la atención hacia las calles iluminadas de Acuarela y sus habitantes. Mi cabeza en aquel momento, sin embargo, no parecía querer colaborar. Me encontraba distraída, fuera de lugar. Tantos pensamientos rondaban mi cabeza ahora que me era imposible disfrutar de aquel lindo paseo como me gustaría. Y eso me hacía sentir mal en parte, porque había esperado esto desde hacía demasiado tiempo. De un momento a otro, Steve se giró hacia nosotros. Comentó algo de adelantarse junto a Rojo para preguntarle algunas cosas sobre los concursos, y nos dirigió una mirada significativa a ambos, tanto a mí como a Dante. Abrí los ojos entonces, comprendiendo la situación, y una sonrisa sincera adornó mis labios. —Gracias... —le susurré, articulando lo suficiente para que captase mi mensaje. Despedí a sus pokémon con la misma sonrisa, y me quedé observándolos alejarse poco a poco. Como lo imaginaba, Dante también había captado el mensaje de Steve. Ambos fuimos reduciendo la velocidad de nuestros pasos, alejándonos lo suficiente, y fue entonces cuando el chico parecía querer hablar. Con las manos en los bolsillos de mi chaqueta y la mirada cabizbaja, aguardé entonces a escuchar todo lo que me tuviese que contar. "Es la primera vez que vamos bien en este plan, ¿no?" Rió, aparentando estar tranquilo. No le miré, a pesar de todo. Me limité a murmurar un "hum", asintiendo con la cabeza, confirmando sus palabras. Por lo menos, que supiese que no le estaba ignorando. Mantuve la mirada en el suelo esperando que comenzase, jugueteando con una pequeña piedra cercana por el momento. "Verás... Hoy terminé con Emily... y..." Mis ojos se abrieron con sorpresa al escuchar sus palabras, y levanté la cabeza para poder verlo. Dante continuó hablando, y mi sorpresa se vio en aumento cuando acabó por contarme lo que más le preocupaba, que era el estado de Emi. Él me miraba ahora, pero yo no sabía cómo reaccionar; la noticia me había chocado mucho. ¿C-cómo...? ¿Y... por qué? Ellos se veían muy bien, siempre les había visto así, me ilusionaba ver lo felices que se notaban juntos y ahora... ahora... Parpadeé, anonadada, cuando sentí las manos de Dante sobre mis hombros. Le dirigí una mirada difícil de definir, sin saber cómo asimilar sus palabras, pero él no había acabado. Aún así, a pesar de lo mal que lo debía estar pasando en aquel mismo instante, Dante se mostraba tranquilo. No quería estropear aquella cena, incluso prefería dejar la charla para después con tal de que yo estuviese bien. Volvía a hacer lo mismo de siempre. Aquello fue la gota que colmó el vaso. Bajé la cabeza con lentitud, viéndome incapaz de mantener el contacto por mucho más tiempo, ocultando mi rostro en aquel mismo instante. Apreté mis puños con impotencia y con un movimiento brusco de mis hombros, me desprendí de su ligero agarre. Le abracé. —Siento mucho todo esto, Dante. Supongo que si has escogido eso, tendrá su porqué y lo entiendo... Emily es fuerte, la conozco bien, y sé que a pesar de que es normal que se encuentre mal después de la ruptura... tiene a muy buenas personas a su lado para ayudarla a superarlo. Confío en que todo estará bien con ella, pero... Aquí la que me preocupa tanto no es ella... —hice una ligera pausa, escondiendo mi rostro en el abrazo, sintiendo la voz algo quebrada—. ... Eres tú. >>Incluso ahora que te encuentras mal, antepones la felicidad de los demás a tus propios problemas. Siempre lo has hecho así, y no es justo. ¡Yo no quiero que ocultes tu bienestar solo para no preocuparme ni a mí ni a nadie, Dante!, ¿no lo entiendes? ¡Así me siento una mala persona, por comportarme así sin ser consciente siquiera de tus propios problemas! Tú también eres importante, ¿entiendes? Fue entonces cuando el chico sintió cómo me iba separando lentamente, hasta acabar mirándole fijamente a los ojos. Mi expresión se había vuelto en una de molestia, con las cejas ligeramente arqueadas, dejando entrever las lágrimas que se deslizaban por mis mejillas sin darme tregua. Traté de articular palabra alguna, a pesar de que me resultase difícil en aquel estado. —Tú siempre te has preocupado por mí, y ahora que me tocaba hacer lo mismo, yo no tenía idea. E iba tan feliz por ahí, sin tenerte siquiera en cuenta. >>A veces, Dante, está bien ser egoista con uno mismo por una vez... Mis mejillas tomaron entonces cierto color al darme cuenta de lo vergonzosa que debía verme ahora mismo, y desvié la mirada hacia el suelo, sin llegar a mirar la expresión de Dante tras mi pequeño "berrinche infantil". —Lo sé, lo sé. Sé lo que estarás pensando, tú pasándolo mal y yo aquí, llorando como si nada —dejé escapar una pequeña risa avergonzada, tratando de secar mi rostro con las mangas de mis brazos, como si de una niña pequeña se tratase—. Perdona... debo verme realmente estúpida ahora mismo.
Dante Miles Y..tal y como había predicho ella se había quedado algo sorprendida, confundida y probablemente muchas cosas más que no podía descifrar en este momento y era lo que menos quería, que se preocupara.. Verla de esa forma no me gustaba en lo absoluto. Mucho menos cuando noté que su mirada ya no se encontraba sobre mi, si no que ahora al parecer el sueño era el mejor centro de atención que ella pudiera tener y de pronto, un movimiento rápido había separado mi agarre, lo cual me había dejado bastante sorprendido y algo asustado. ¿Había hecho algo...? Y me abrazo. Me había quedado estático sin saber qué hacer o cómo reaccionar. Ella comenzó a hablar y poco a poco fui correspondiendo su abrazo y recargue mi cabeza en su hombro una vez que me había puesto a su altura una vez que dijo que no era Emily la que le preocupaba, si no yo. A todo lo demás que decía iba asintiendo aunque ella no lo notaría y comenzaba a sentir un ligero nudo en mi garganta, siempre había hecho las cosas así y mo conocía otra manera de hacerlo... Preocuparme por ellos siempre era lo que tenía como prioridad, porque necesitaba saber que estaban bien para sentirme tranquilo y seguro en muchas ocaciones, ¿qué iba a hacer si algún día desaparecían?.. ¿Cómo se iniciaba a ser egoísta? — Liza... — murmuré una vez que había finalizado todo lo que tuvo que decir y ahora solo notaba como estaba llorando, tal vez por enojo que otra cosa — Jamas pensaría algo como eso..— Le sonreí ligeramente e hice que me mirara — Gracias por preocuparte por mí, lo aprecio bastante. Aunque no puedo prometerte que te contare todos mis problemas... Es algo que prefiero guardarme para mí, ¿sí? — Acaricie levemente su cabeza como una pequeña disculpa — Pero tratare de ser más abierto para que no te sientas así de nuevo... >> Así que... Cambia esa cara por favor... Haré lo mejor que pueda para cumplirte eso.. — Y sin más volví a acercarme a ella para abrazarla una vez más, de ahora en adelante me tocaría hablar más sobre mi..
Liza White "Liza... Jamás pensaría algo como eso..." Le oí murmurar mi nombre, mas no reaccioné. Me mantuve cabizbaja, evitando cualquier tipo de contacto. No quería que Dante me viese así... al menos, no de nuevo. Sin embargo, una de sus manos hizo que levantase la mirada para verlo, y no me quedó más remedio que hacerlo. El temor que me supuso la posible reacción de Dante se esfumó entonces al ver su sonrisa, y sus palabras me hicieron sentir mucho más tranquila. Contagiándome su expresión, aguardé en silencio escuchando lo que me decía, con pequeños sollozos interrumpiéndole por lo bajo cada cierto tiempo. "Gracias por preocuparte por mí, lo aprecio bastante. Aunque no puedo prometerte que te contare todos mis problemas... Es algo que prefiero guardarme para mí, ¿sí?" Acarició mi cabeza entonces, tratando de disculparse por aquello último, y yo me limité a asentir repetidas veces sin borrar la pequeña sonrisa de mis labios. Lo entendía, por supuesto que lo hacía. Todo el mundo guardaba sus problemas más personales para ellos mismos, sabía que en eso no podría ayudarle. ¡Pero no importaba! Solo quería verle feliz. "Así que... Cambia esa cara por favor... Haré lo mejor que pueda para cumplirte eso..." —No te preocupes, no te preocupes... estoy bien. Solo son tonterias sin importancia, ya me conoces —logré articular, algo más tranquila. Traté de secar una vez más mi rostro mojado por las lágrimas y le dirigí una nueva sonrisa, mucho más sincera que las anteriores—. Solo quiero que estés bien, ¿sí? En un momento determinado recordé que estábamos en mitad de un paseo, y al mirar hacia delante podía ver a Steve y a Rojo bastante alejados de nuestra posición. Tomé a Dante de la manga de su camiseta y tiré de él con suavidad, tratando de reiniciar de nuevo la marcha hacia el resto. Sin embargo, frené a los pocos pasos hasta secar con mi chaqueta todo rastro existente de lágrimas, asegurándome del todo antes de volver a emprender la caminata. —No quiero que Steve se preocupe por esto, suficiente tengo con haberte hecho sentir mal a ti —le expliqué nada más detenerme, y una vez lista, palmeé mis mofletes como si no hubiese pasado nada. Tomé de nuevo su brazo y tiré de él tranquilamente, poniéndonos en marcha una vez más—. Vamos, ya verás como esta noche te animará un poco todo esto. Voy a tratar de hacer todo lo posible para que te encuentres bien, ¿vale? Y tras revolverle el cabello cariñosamente, volví a prestar atención al camino. Uhm, me preguntaba si sería mejor ir yendo a la pizzeria y esperar a los demás allí. ¿Tardarían mucho en regresar?
Dante Miles Para mi suerte, la expresión de Liza fue cambiando poco a poco mientras iba hablando y eso me tranquilizaba mucho, volver a verla sonreír tranquila era reconfortante después de todo, siempre se veía mucho mejor cuando estaba alegre y activa siendo completamente la extrovertida Liza que había conocido desde que inició todo esto. "No te preocupes, no te preocupes... estoy bien. Solo son tonterias sin importancia, ya me conoces" — Sabes que nada de lo que digas frente a mí será una tontería, ya me conoces — reí y luego atendí a lo siguiente que dijo — Y lo estaré, no te preocupes más por eso, ¿trato? Sonreí y me reincorporé de nuevo, no sin antes sentir como Liza tiraba un poco de mi manga para incitarme a caminar nuevamente, con todo esto Steve y Rojo ya se habían adelantado, vaya... o nosotros habíamos tardado mucho o ellos caminaban demasiado rápido, bueno.. me gustaría pensar que sí, ellos caminaban demasiado rápido, pero Liza antes de lo planeado se detuvo, la miré extrañado y comprendí todo cuando se secó las lágrimas que habían quedado. — Cabe aclarar que no me hiciste sentir mal, pero no he de negar que Steve se preocuparía si ve que has llorado... — cuando sentí que me jalaba de nuevo, comencé a caminar a su lado — Y bueno... confío que esta noche será buena para los dos. — Dejé de caminar un poco para posicionarme detrás de ella y, solo para molestarla un poco rápidamente la cargué como si de una princesa se tratara >> Si te molesta... puedo bajarte pero, no sería divertido ya que hoy no hay gorra con la cual pueda molestarte un poco, ya sabes...
Liza White "Y bueno... confío que esta noche será buena para los dos" Sí, yo también lo deseaba. Esta cena de pizzas llevaba planeada desde... ¿hacía un año, dos? Sí, Dante me hizo la promesa de ir a comer pizzas cuando me encerré en mi habitación y no quise salir más, tratando de animarme en medio de mi depresión tras la muerte de... U-uhm, el caso es que la promesa se fue posponiendo poco a poco, pasaron tantas cosas y al final... aquí estábamos. Y nos acompañaban Rojo y Steve esta vez, mejor aún. Debíamos acabar esa promesa con broche de oro, y hoy parecía ser el día. —Si no me equivoco, vi aquella pizzeria cuando pasábamos esta calle, pero no recuerdo bien si era por la derecha o... ¿D-Dante? —giré la cabeza al no ver al chico caminar a mi lado como hacía hace un segundo atrás, cuando sentí entonces cómo me levantaba del suelo, volviendo a hacer una de las suyas—. ¡W-waah! ¿P-pero qué...? ¡Dante! Cuando quise darme cuenta, Dante me había cogido en brazos como medio alternativo para molestarme, debido a que aquella noche no llevaba mi gorra puesta y no podía picarme con ella. Pataleé, tratando de zafarme con cuidado de su agarre sin dejar de lado el juego, cuando le escuché añadir. "Si te molesta... puedo bajarte pero, no sería divertido ya que hoy no hay gorra con la cual pueda molestarte un poco, ya sabes..." —No sé cómo lo haces, pero siempre encuentras la manera de molestarme con tus juegos —bufé, inflando mis mejillas y cruzando los brazos, resignada. Sabía que si trataba de zafarme iba a llamar más la atención y realmente... tampoco se estaba mal allí arriba. Me veía alta y todo, oye. Recargué mi cabeza en su hombro y balanceé mis piernas de vez en cuando, preguntándome cuándo tendría pensado Dante dejarme libre, cuando entonces un recuerdo pasó fugaz delante de mí. Sonreí sin poder evitarlo, sintiendo cierta añoranza y ternura por recordar mis inicios en Galeia. Y de cómo conocí a Dante. —La primera vez que me cogiste así... fue cuando nos conocimos, ¿a que sí? Recuerdo ese día, yo y mi manía de subirme a los árboles, y tú siempre cuidándome desde el principio. Si no me hubieses cogido al vuelo no sé cómo habría acabado ese día—solté una pequeña risa sin poder evitarlo—. Aunque también estaba Destiny a mi lado, si no recuerdo mal. >>La echo mucho de menos Dante, ¿sabes? Es... es complicado, pero aún me sigue afectando el hecho de que se haya ido de Galeia sin siquiera despedirse. Cerré los ojos por unos instantes, e instintivamente acaricié el collar dorado que llevaba siempre escondido tras la ropa. Uno de los pocos recuerdos que me quedaban de ella. —Supongo que a ti te ocurre algo similar con Ukita, aunque al menos él aparece... de vez en cuando, pero lo hace. ¿Dónde se habrán metido el pequeñajo y su natu ahora?
Dante Miles "No sé cómo lo haces, pero siempre encuentras la manera de molestarme con tus juegos" — Pues se que con cosas que te tomarán desprevenida pero... que no te molestarán tanto como para enfadarte conmigo — me expliqué con una sonrisa tranquila mientras seguía caminando para evitar que Steve y Rojo no se adelantaran mucho más y así pudiéramos llegar todos... relativamente juntos o tan siquiera con un poco de retraso. Cuando Liza se rindió, se recargó en mi hombro y antes de lo pensado comenzó a recordarme que de esta forma nos habíamos conocido y sin pensarlo sonreí con nostalgia.. recordar todo eso de nuevo era bastante lindo — Creo que tienes toda la razón... incluso antes de que comenzáramos una amistad ya te estaba cuidando — dije algo divertido, de allí había iniciado todo lo que eramos ahora, de allí se podría decir que no dejé de cuidarla e intentar acompañarla en todo lo que me fuera posible. "La echo mucho de menos Dante, ¿sabes? Es... es complicado, pero aún me sigue afectando el hecho de que se haya ido de Galeia sin siquiera despedirse. " — Es normal que pase eso... pero tal vez le resultaba más fácil irse así sin más y que recordaras todos los momentos lindos que pasaste con ella en vez de despedirse... — suspiré — Piensa que es casi lo mismo que cuando yo desaparecía, llegas a pensar que es menos doloroso no despedirte e irte con los recuerdos que ver a esa persona cuando lo haces... "Supongo que a ti te ocurre algo similar con Ukita, aunque al menos él aparece... de vez en cuando, pero lo hace. ¿Dónde se habrán metido el pequeñajo y su natu ahora?" — Con Ukita... no puedo negar que no me duele o afecta cuando desaparece así de repente, pero no sería la primera vez que pasa... así que, me hago la idea y trato de esperar... y en lo que respecta a su paradero, espero que este con su padre o en algun lugar donde este bien. — finalicé antes de bajarla poco a poco para que tocara el suelo nuevamente.
Steve Stone. Decidí sacar la Pokédex y revisar la aplicación del mapa. Seguro ahí nos pueden dar una idea de donde queda el auditorio, puesto que es un punto turístico clave a mi parecer, así que no es muy sobre-elaborado tener esperanzas de encontrar información ahí. La otra opción es preguntarle a Cindy, la app de voz, pero se confunde mucho y quizá me lleve a la región Hoenn directamente. En un inicio apareció el mapa de Galeia entera. Hice click en la ciudad Acuarela, y entonces salió algo tipo "Street View" y tenía que desplazarme por las calles. Pero antes de que pudiese hacer cualquier cosa, mi Pokédex vibró dos veces. Dos notificaciones aparecieron al instante, eran dos mensajes de remitetentes no registrados. Fruncí el ceño y tragué algo de saliva con inquietud. ¿Y eso? Podría tratarse de algo trivial, podría haberlo pasado de largo y seguir con el mapa, pero no pude vencer la incertidumbre. Sentí algo extraño, necesitaba leer esos mensajes. Tomé aire hondamente, y abrí los dos de manera sucesiva. ¿Q-qué? Me rasqué la cabeza, sin acabar de enterarme de todo. Los dos mensajes enviados trataban del mismo asunto: un conflicto donde una persona está siendo molestada por otra. Lo confuso es que precisamente son las personas involucradas la que mandan el mensaje, y ambas adoptan el rol de inocente y acusan a la otra de ser el buscapleitos. Me llevé un dedo a mi boca, y me puse a pensar. De una u otra forma, quedé metido en el asunto. Llámenlo intuición, sexto sentido, ser adivino o todas las anteriores, pero de nuevo sentía ese "no sé qué". Algo estaba pasando, y pidieron nuestra ayuda... hay que actuar. —Chicos, llegaron unos mensajes un tanto... inquietantes. Algo está ocurriendo en ciudad Lienzo. De verdad, de verdad disculpen la interrupción abrupta de la salida, pero algo no anda en orden y siento que tengo que ir a ver que ocurre. Trataré de ser breve, de hecho, vayamos todos... así después de resolver el problema podemos comer la pizza allá. Liza, Dante y Rojo me quedaron mirando por unos segundos, mientras procesaban toda la información, pero afortunadamente terminaron por asentir con amabilidad. ¡No podía esperar otras cosas! Son mis buenos amigos... y ella, claro que entenderían. Sonreí agradecido, y luego de devolver a Blaziken y los otros a sus pokébolas, saqué a Noivern, dándole la instrucción para ir a Ciudad Lienzo.