Mimi Honda No pude sino sorprenderme ante las palabras que Effy le dirigió a Emily. Fue realmente inesperado. No por el hecho de que no la dejara pasar —pues yo tampoco tenía intención de hacerlo—, sino por la pasión y la sinceridad con la que pronunció cada una de las frases siguientes. Le dirigí a Emily una mirada de soslayo... sus ojos estaban vidriosos de la emoción. Parecía haber sido realmente difícil para alguien como Effy sincerarse de eso modo... Hablar de muros y defensas me sonaba tan familiar. —Mimi —cuando pronunció mi nombre en ese tono, sólo alcancé a sobresaltarme. Me sentía como una niña a punto de ser reprendida por un mayor—. Tú y yo hemos chocado desde el día que nos conocimos. Pero ahora veo que te he juzgado erróneamente; no mentiré, sigues siendo vanidosa y con un ego que sólo se rivaliza con el de Alpha. ¿Ah? ¿Eso era lo bueno que tenía que decir de mí? ¿Pero qué...? Iba a replicar, molesta, cuando sus siguientes palabras me impidieron musitar nada más. >> Pero eso no es lo más característico de ti— continuó. ¿Ah sí, y qué más? ¿También era una niña mimada de papi? —. Eres una buena persona en el fondo, puedo verlo ahora, y fue malo de mi parte haberte juzgado sin conocerte. Se que esto puede sonar raro viniendo de tu rival, y aclaro que no quiero dejar de ser tu rival, pero… me gustaría intentar ser tu amiga… si es que me lo permites… Ser... ¿amigas? ¿Effy quería ser mi amiga? ... Mi expresión de ligero enojo pasó a la confusión más absoluta. De todas las cosas que jamás esperé oír de Effy esa se encontraba entre las primeras de la lista. ¡No, esa era la primera en la lista! Effy y yo... ¿siendo amigas? Sonaba tan anti-natural... Desvíe ligeramente la mirada. Mis mejillas debían estar vivamente enrojecidas porque me ardían como si la sangre fuese fuego líquido bajo la piel. ''Eres una buena persona en el fondo, puedo verlo ahora.'' ¿Effy... creía que era una buena persona? ¿De verdad? ¿Por qué? Si era cierto que había hecho lo que podía para hacerla entrar en razón, cuando se trataba de ella tan sólo me había limitado a molestarla, discutir y espetarle aquellas cosas tan estúpidas en la isla. Seguía sin saber si era o no culpa mía, y ahora Effy me decía que... No supe en que momento mis ojos se habían anegado de lágrimas. Ni cuando había empezado a morderme el labio inferior en un intento por evitar romper en llanto. Mis puños estaban apretados a cada lado de mi cuerpo y mi ceño, deformado por mi patético esfuerzo de controlar las lágrimas, temblaba sin que pudiese hacer nada por evitarlo. —N-no es justo...— musité con un tono apenas audible, evitando su mirada—. Yo siempre he sido tan mala contigo y tú... ¡Tú me dices que...! ¡No es justo! ¿Ahora te das cuenta? ¡Todo este tiempo he intentado disculparme y hacerte entrar en razón porque Alpha se fue por mi culpa y no quería perder a nadie más! ¡No quería que te fueras!— el dique se rompió y acabó desbordándose a pesar de mis patéticos intentos por mantener mis emociones a raya. Cerré los ojos con fuerza mientras las lágrimas se deslizaban impávidas por mis mejillas—. ¡Lo siento! ¡Lo siento tanto! ¡Por todo, tratarte como mi enemiga siempre ha sido tan estúpido!
—Maldición, creo que en este día las lágrimas no se acaban —murmuré con una pequeña sonrisa, a pesar de que mis propios ojos también se vieron anegados de lágrimas ante lo pronunciado por Mimi. Se sentía bien, creía, poder finalmente ser sinceras entre nosotras, decir la verdad y expresar genuino afecto… sonaba terriblemente cursi, ¿pero qué importaba eso? Era una sensación hermosa y tan bella como ver el amanecer tras una larga noche fría. Emily extendió los brazos y sabía que no iba a aceptar un no por respuesta esta vez. Avancé a ella y la abracé, y una mano de Emi se extendió para empujar a Mimi dentro y abrazarnos así a ambas, en un abrazo donde el llanto no significaba tristeza y la sal del sabor de las lágrimas no era tan amargo como sonaba. Era… era el comienzo de una nueva etapa, para mí y para las tres, podía sentirlo… No sabía cuanto tiempo pasamos así, pero eventualmente nos separamos. Y entonces recordé… recordé algo dicho por Mimi, y… sabía que era algo que no podía ignorar. Y podía ver a través de la ventana de la habitación, allá a lo lejos en el cielo, el acceso a aquella dimensión desconocida, el Núcleo Espejismo. No quería dejar esa habitación, quería sentarme junto a Emily y Mimi en la cama y charlar durante horas de quien sabe que cosa… pero sabía lo que tenía que hacer. —Chicas, esto tal vez parezca una huída clásica de mí, pero… os garantizo que no lo es —dije, mirando a ambas—. De hecho, es todo lo contrario. Hay algo que debo hacer y… Mimi, tú sabes lo que es. Victoria por default o no, fuiste la vencedora de nuestro combate, y debo cumplir con la apuesta que propusiste, ¿no crees? Creo que llegó el momento… hablaremos al respecto más tarde, ¿sí? Debo terminar este asunto pendiente primero. Y sin revelar mucho más, abandoné la habitación. Vi a Dante en el exterior, y al verme salir con una sonrisa me pareció verlo lanzar un suspiro de alivio, como si hubiese estado preocupado de lo que pudiese ocurrir allí dentro. Y en la recepción vi a Ukita a lo lejos… hacia tanto que no hablaba con él… ya habría tiempo de ponernos al día después de esto. Finalmente, salió Skarmory, y el ave de acero emprendió vuelo con rumbo al portal que me llevaría al mundo espejismo…
Mimi Honda —¡O-oye, pero aún no acabé de hablar!— solté sollozante, en el momento en que sentí un repentino tirón en mi muñeca y me vi envuelta en medio de un confortable abrazo. ¿¡Eh!? Al principio no supe que hacer, pues me tomó completamente desprevenida. Mi corazón se aceleró y mis mejillas enrojecieron, pero después, apenas segundos después, todas mis dudas se disolvieron como el azúcar en una taza de café. Dejar de lado el orgullo no era nada fácil, lo sabía. Nadie mejor que una persona tan orgullosa como yo podía saber algo así. Pero cuando dabas el paso y lo hacías, la recompensa era tan reconfortante y cálida que valía absolutamente la pena. Las frías lágrimas se volvieron tibias sobre mis mejillas y los sollozos ahogados no tardaron en convertirse en cálidas risas... No supe exactamente por qué empecé a reír. ¿Reía de alivio? ¿Reía porque sentía que me había quitado una peso de encima? ¿O sencillamente reía porque me sentía... feliz? ¿Felicidad? ¿Qué era eso? Sentirme así no era nada común en mi vida. De hecho y si era sincera, podía contar con los dedos de una sola mano las ocasiones en las que había sido realmente feliz. En Sinnoh... Desde que mamá murió y papá volvió a casarse, aquella había sido una felicidad tan vacía y superficial... Una felicidad banal construida a base de mentiras, hipocresía y sonrisas de plástico. Pensé que jamás recuperaría esa calidez perdida y sin embargo... Miré a Emily y a Effy cuando nos separamos de ese abrazo —me había sabido a tan poco... podía haberme pasado horas así—, y no pude hacer nada por ocultar la sonrisa en mis labios. Aquello que tenía en el pecho ahora mismo se asemejaba muchísimo a ese sentimiento que creía perdido. A esa calidez y cariño. Y no hizo sino acrecentarse cuando Effy nos comunicó que tenía un asunto pendiente que realizar. Supe perfectamente a que se refería, por supuesto. ¿Cómo no saberlo? Ese era otro de los motivos por el que estábamos ahora allí. Era el momento perfecto, y no pude evitar sentir como la emoción me superaba como una ola de siete metros. —¡Yay, al fin lo harás!— exclamé con un tono de júbilo infantil. Soné más entusiasmada de lo que pretendía, pero tenía mis motivos. Que por fin Effy accediera a hablar con Hubert era un milagro que no pude evitar celebrar. Sin embargo... no tardé en ser consciente que aquello había sido demasiado infantil por mi parte. Bajé el puño que tan alegremente había alzado al aire y me aclaré la garganta, tratando de pasar por alto aquel pequeño desliz—. Q-quiero decir... ¡O-obvio que lo harás! ¡Como bien dices gané la batalla, así que debes cumplir tu parte de la apuesta! >> Y más te vale contarnos todo cuando vuelvas, ¿bien?— le espeté, poniendo mis brazos en jarras—. ¡Si osas guardarte un sólo detalle para ti me enojaré! No estaba molesta realmente. De ninguna manera podía estarlo. De hecho, definitivamente aquello se parecía mucho a ese sentimiento perdido, a esa felicidad, alegría o como quiera que se llamase... y no podía estar más agradecida por ello. Desfrunciendo el ceño, simplemente le sonreí.
Giré la cabeza para ver a Mimi justo antes de sentir como Effy aceptaba el abrazo y pasaron segundo hasta que obligué a la otra a unirse también. Pasaron segundos, ¿minutos? Qué sé yo, lo importante es que fue el mejor abrazo que había dado en tiempo y me sentí muy satisfecha en cuánto nos separamos. Triste, pero a la vez satisfecha. Demasiadas mezclas raras de sentimientos estaba teniendo esos días. Llevé mis manos a la espalda mientras escuchaba lo que Effy tenía que decir, dirigiendo la mirada hacia atrás durante unos segundos para mirar por la ventana. — Haz lo que tengas que hacer — murmuré con una cálida sonrisa mientras observaba a la entrenadora saliendo de la habitación. Finalmente me senté en la cama con total tranquilidad y miré a Mimi, radiante. >>¿Y ahora qué hacemos? — pregunté con una leve carcajada entre medias.
Mimi Honda Sacudí la cabeza, dando a entender a Emily que no tenía ni idea sobre en que ocupar las horas siguientes. Tenía claro que hacer cuando volviese Effy, pero por el momento... Quizá podría acabar el combate que no había podido con la entrenadora... Lo que si que tenía claro, sin embargo, era algo que no tardé en pronunciar en voz alta. Llevaba bastante tiempo dando vueltas en mi cabeza, pero no había acabado por sopesarlo hasta ahora con seriedad. —Estaba pensando en lo sencillo que habría sido ser sincera desde el principio...— respondí con un ligero suspiro, antes de volverme para mirar a Emily—. Es como... un poco tonto, ¿verdad? Esos muros de los que Effy habla realmente no sirven para nada. Caminé hasta sentarme en la cama junto a Emily. Ella se veía feliz, tranquila y yo definitivamente también me sentía feliz de algún modo. Aliviada. Apoyé las manos en mi regazo e inspiré, buscando el valor para continuar la conversación sabiendo que aquel sentimiento de molesta vulnerabilidad se haría presente de nuevo. >>Yo siempre...—empecé— Yo también soy así. Fría, ogullosa, pragmática... Una persona que siente la necesidad constante de proteger sus emociones de la nada. ¿Y es estúpido, verdad? ¿Qué sentido tiene? Ni siquiera pude responderte cuando me dijiste que era importante para ti aquel día en Témpera... Me volví para mirarla a los ojos. En mis orbes celestes debía haber una determinación férrea. Cerré mis manos a las sábanas y la miré con la mayor seriedad posible. Estaba segura de mis palabras. >> Emily, ¿crees que yo podría ser feliz de nuevo si derribase esos muros? Y si... ¿dejar de lado el orgullo era todo lo que necesitaba?
Escuché con tranquilidad y seriedad las palabras de Mimi, asintiendo de vez en cuando por inercia, pues le estaba tomando verdadera atención. — Esto es solo una opinión ¿sí? Pero yo pienso que deberías derrumbarlos en algunos casos y en otros no. Está bien que te muestres desconfiada, por así decirlo, con personas que lo creas convenientes. Pero es obvio que sonreirías mucho más si te dejarás llevar con personas de confianza. Esto que diré suena egoísta, pero creo que no te haría mal soltarte cuando estás conmigo, o con Liza, o con Effy... — expliqué pasando mi mirada del techo a ella repetidas veces — La respuesta es simple. Antes te has dejado llevar, ¿te sientes mejor? Ya sabes que hacer — luego reí un poco mientras la miraba — Pero tampoco creo que debas seguir el consejo de una persona como yo, al fin y al cabo tampoco sé como se siente lo que tú sientes y como deberías reaccionar — me encogí de hombros y volví a mirar al frente.
Mimi Honda Su respuesta en un principio me confundió. ¿Derrumbarlos a veces? ¿Ah? Yo no sabía como hacer eso. Ni siquiera sabía como derrumbarlos. Me habían costado años construirlos en primer lugar; esos metafóricos muros eran todo lo que tenía. Toda mi defensa. Era consciente de que era una defensa burda, infantil y estúpida, pero no conocía otra cosa. Mi vida se sustentaba sobre esos pilares. La falsa autoestima como un método de ocultar mis defectos y complejos, el orgullo y la frialdad para proteger mis emociones y evitar salir dañaba. Aunque siempre acababa hiriéndome a mí misma, era algo que sentía por el simple hecho de ser una Honda. —No es desconfianza— le corregí finalmente, suspirando con pasadez— Es... La verdad es que no sé muy bien lo que es. De algún modo es algo que llevo conmigo desde siempre. Ser sincera con mis emociones no... no es típico de mí. >> Pero supongo que puedo intentarlo. De hecho, creo que voy a empezar justo ahora. Tomé mi bolso y tanteé dentro de él hasta sacar una pequeña pulsera de plata que destelló un breve instante a la luz anaranjada del atardecer. Me recordó a ese momento, hace no tanto, que Emily me hizo entrega del llavero de Jirachi que ahora llevaba colgando de mi bolso. >>No pude responderte cuando me dijiste que era importante para ti— me expliqué, mostrándole la pulsera con una leve sonrisa de confianza—. Pero... tú también lo eres, y aunque supongo que lo sabes no es suficiente. Cuando eres una persona de tanto prestigio nunca sabes quienes son tus verdaderos amigos. Nunca sabes... Si la gente que está a tu lado está ahí por ti, o si es la codicia o el interés lo que los mueve. >>Por eso, me gustaría que tuvieras esto—continué—. Esta pulsera tiene un gran valor sentimental para mí. Fue un regalo de mi madre, y la he guardado durante años como uno de los recuerdos más importantes de su memoria. Hice una breve pausa. A estas alturas mis ojos deberían verse agudos y vidriosos, pero en lugar de eso en mi rostro resplandecía una sonrisa cariñosa y nostálgica. — Como muestra de mi confianza y mi gratitud me gustaría que la tuvieras. Considéralo una prueba de fe de que pondré todo mi empeño en ser más abierta a partir de ahora. Y con aquellas mismas palabras y una sonrisa más amplia y sincera, cerré la pulsera en torno a la muñeca de Emily. Aquella era la muestra de mayor lealtad y confianza que Mimiko Honda podría dar jamás.
Miré como Mimi se movía con la cabeza ladeada, curiosa por lo que iba a decir o hacer. — Oh... — abrí la boca inevitablemente al observar mejor lo que tenía entre sus manos. Escuché con total atención y una cálida sonrisa todo lo que tenía que decirme. No tenía que sentirse culpable por no haber respondido a aquello pero el hecho de que lo sintiese me hacía comprender que realmente yo le importaba, sino, no se hubiese preocupado tanto por aquellas palabras. >> Mimi... sé que debió ser difícil tu situación, lo que te llevó a ser como eres, pero esto... Gracias. Es... es genial para mi ver como por fin te sientes segura con alguien, y me alegra más que ese alguien sea yo — bajé la cabeza unos segundos, dejando de sonreír — Yo... desde que inicié este viaje me propuse intentar hacer que la gente sea feliz, porque sabía lo que era sentirse abandonado y triste, y no soportaba la idea de que alguien se encontrase en esa situación — volví a mirarla sonriente — Y creo que lo conseguí — la abracé con fuerza — Cuidaré esta pulsera con todo lo que tengo, te lo prometo — y tras unos pocos segundos me separé. Noté que se me habían aguado también los ojos por lo que me limpié rápidamente y después llevé mi dedo a las orbes de la rubia. >> Pero, ¡eh!, quiero conocer alguna vez esa mansión tuya — bromeé al final, intentando animar el ambiente.
Mimi Honda Correspondí el abrazo de Emily con una leve sonrisa en los labios. Definitivamente se sentía bien ser realmente sincera para variar. —¿Mi mansión...?— musité con cierta sorpresa ante sus últimas palabras. Mi casa... ¿quería ver mi casa?—. ¡Oh, por supuesto! Está erigida sobre una llanura, en las afueras de Ciudad Jubileo. Es... era, en realidad... de estilo barroco, y fue construída por mi tatarabuelo, un afamado empresario y arquitecto en el siglo XVIII. Conté, henchida de orgullo y con los ojos llenos de ese brillo tan carasterístico de la nostalgia. >> Cuando papá y yo nos mudamos se remodeló, así que su aspecto clásico fue derrumbado a golpe de talonario. Ahora es la jet set entre las mansiones de Sinnoh, todo un empodio arquitectónico muestra de la riqueza y el poder de los Honda. Crucé mis brazos y asentí para mí misma, con la convicción de una persona que tiene pleno conocimiento de la causa. >> Tiene ciento veinticinco habitaciones, dos plantas, salón recreativo, biblioteca, y piscina cubierta más pista de tenis. A mi padre y a Matt les gusta el golf, así que hay un pequeño campo justo detrás, y fuentes de mármol y estatuas en todas las habitaciones. Y en el jardín hay un estanque con Seakings, Finneons y Lumineons dedicado a la meditación y a los momentos de relax. Oh, ¡y si deseas cualquier cosa, toda una plantilla de mayordomos y sirvientas se desvivirán por tu comodidad, seas cuales sean tus deseos! ¿No es genial? ¡No me digas que no es el sueño de cualquiera! Me detuve en ese mismo momento. Un pensamiento fugaz cruzó por mi mente, y mi expresión pasó del orgullo a la confusión. —Ahora que lo pienso...—murmuré, descruzando los brazos—. ¿No ibas a ver la nueva casa de tus padres en Témpera? Creo recordar que tu hermana te llamó para eso cuando discutí con Noah...
No pude evitar reír y abrir la boca con sorpresa con cada dato que me otorgaba. — Definitivamente me gustaría visitarla algún que otro día... pero seguramente me pierda entre tantas habitaciones — nuevamente dejé escapar una carcajada para después bajar la mirada pensativa — ¿La casa de mis... padres? Ehm, sí — levanté el brazo para mirar mi holomisor — En unos días iré y les daré una sorpresa. Ahora Alice debe estar enfadada así que es mejor esperar — expliqué volviendo a sonreír, algo más débil — ¿Quieres venir conmigo? — propuse más bien en broma, mirándola.
Mimi Honda —¿Eh? ¿A-a tu casa?— musité no sin cierta sorpresa, contrariada. ¿Ir a la casa de Emi?—. B-bueno, no puedo declinar una invitación así... Aunque tu hermana menor me preocupa... Añadí con una ligera mueca y rascándome la mejilla, recordando a Alice y a las insinuaciones tan extrañas que había hecho aquella otra vez. La loli pervertida. ¡Yo no quería tener nada que ver con eso, sinceramente! Por otro lado, si se trataba de Ciudad Témpera, siempre podría pasar por la Torre Desafío de camino y rehacer de nuevo la promesa que le hice a Alpha. ¡Y esta vez estaba dispuesta a cumplir las cuatro victorias consecutivas sin falta! ¡Por mi honor como Honda! >> Que remedio...— finalicé, pesarosa—. Supongo que puedo hacerles una visita si me lo pides de ese modo. Así yo visitaré tu casa y tú visitarás la mía, ¿no? Y en cuanto a lo de perderte, no te preocupes por eso. Ya tendrás tiempo de sobra para perderte en el laberinto de setos del jardín trasero. ¿No había mencionado que tenía también un laberinto de setos? Pues sí, lo tenía. Hala, ya pueden morirse de la envidia. Dicho aquello me levanté de la cama y me colgué con soltura el bolso al hombro. Demasiado tiempo allí, mi mente necesitaba una estimulación constante para mantenerse activa y a pleno rendimiento. Obviamente no iba a encontrarla entre las cuatro paredes de un cuartucho del Centro Pokémon. Revitalizada por todo lo ocurrido, me sentía llena de energías, lista para recorrerme la ciudad de tienda en tienda si hiciese falta. >> Y ahora...— exclamé, risueña— ¡hagamos algo divertido!
— No te preocupes, no es así siempre — murmuré con una sonrisa mientras ella se ponía en pie. Seguí sus pasos, estirándome en toda mi longitud en el proceso, y después asentí con la cabeza alegre. >> ¡Está bien! ¡Salgamos! — y con esas palabras cogí mi mochila para después agarrar la mano de Mimi y empezar a caminar hacia el exterior del centro. Estuvimos un largo rato andando por la ciudad, observando los alrededores mientras hablábamos o admirando alguna que otra tienda, con las respectivas quejas de Mimi, por supuesto. >> ¿Hay algo en especial que quieras hacer? — pregunté al rato, tras haber alcanzado un banco donde decidimos descansar un poco.
Mimi Honda Que tomase mi mano de forma tan repentina fue algo que me sorprendió y que por consiguiente me hizo enrojecer. Siendo sincera no estaba acostumbrada a esa clase de trato tan mundano, y aunque no era algo que me resultase incómodo o desagradable, sí que me hacía sentir cierto grado de pudor. Con el paso de los minutos y los encantos de la ciudad, sin embargo, acabé por acostumbrarme a ello. Ciudad Acuarela era un núcleo urbano a rebosar de vida y belleza— cosa que por un motivo u otro no había querido ver de cerca hasta ahora—, y que atraía a coordinadores y entrenadores pokémon por igual. En mitad de la noche galeiana, la ciudad se vestía de un encantador manto de luces que me trajo nostalgia de la vida nocturna en mi región natal. Oh, Sinnoh... Paseamos por las calles recorriendo cada pequeña tienda que veíamos. Yo pegaba las manos a los escaparates y me imaginaba ser uno de esos estilizados maniquís que vestían elegantísimos vestidos, pamelas y zapatos. Debía echar mano de mi imaginación porque mi monedero a esas alturas era de risa, algo que tenía muy presente. Más me valía hacer algo pronto si quería mejorar mi precaria situación y dejar de sentirme una plebeya indigente. Acabamos tomando asiento en una banca de la plaza. Soplaba una brisa suave, casi primaveral. Un par de niños corrían seguidos por un alegre Skitty, y en un banco cercano una pareja de ancianos se habían detenido a charlar, o a disfrutar de los años que les restaban juntos. Mi corazón se sintió reconfortado por esa vista. En el fondo era una persona romántica y soñadora como cualquier otra chica, y no pude evitar preguntarme si algún día, dentro de mucho, mucho tiempo, yo también estaría así... No... vieja, sino disfrutando de una noche de estrellas junto a la persona con la que había compartido toda mi vida. Fue en ese momento que Emily volvió a hablar, y me tomó por sorpresa. Realmente... no había nada que quisiera hacer. Si había algo que deseaba más que nada era dejar las tiendas sin existencias, pero eso no era posible ahora. Y además, mi estómago llevaba rato gruñendo vergonzosamente. Me encogí sobre mí misma y me llevé las manos a la tripa. La expresión de circunstancias de mi rostro debía evidenciarlo todo. —L-la verdad es que muero de hambre...— musité.
— Awww — dejé escapar inevitablemente, mirándola con una sonrisa — Supongo que estás acostumbrada a cenas lujosas y grandiosas pero... lo máximo que puedo pagar ahora es bastante modesto. Me puse en pie, observando el frente. >> Mis padres, sobre todo Nathan, me mandan dinero cada cierto tiempo y ahora tengo algo así que te puedo invitar a algo — expliqué alejándome un poco — Mira, ¡ahí hay bastantes restaurantes! — exclamé señalando una zona donde se concentraban varias zonas para comer — ¿Vamos? — pregunté girando la cabeza para conocer su respuesta mejor. Contenido oculto Discúlpame, me muero de sueño xD
Mimi Honda —¿¡Eeeh!?— exclamé con sorpresa cuando Emily mencionó que iba a invitarme a cenar. Pero eso era tan... No pude evitar enrojecer aún más, víctima de una asoladora vergüenza. No quería que Emily se gastase dinero en mí... Es decir, aunque no tuviese capital encima eso era un gran golpe a mi orgullo. Y tampoco quería ser una molestia. Me incorporé tan rápidamente del banco que a punto estuve de darme de bruces contra el suelo—. ¡Agh, pero—! Emily simplemente me daba la espalda ahora, hablando sobre sus padres y la paga que un tal Nathan le mandaba cada poco tiempo. La observé con una expresión difícil de definir, colocándome el zapato que casi se había salido por culpa del tropiezo. ¿Ese... ese tal Nathan era su padre? ¿Por qué lo llamaba por su nombre de pila, en lugar de ''padre'' o ''papá''? Aquello... me hizo pensar que la relación de Emily con sus progenitores no era la mejor. ¿Y si era su padrastro? ¿Y si sus padres estaban separados? ¿Una familia desestructurada, así como la mía? Ahora que recordaba, su madre la había llamado la última vez en estado de ebriedad... — ''¿Vamos?'' Había empezado a nevar. Emily me miraba ahora por encima de su hombro, con una sonrisa apremiante en los labios. Las luces de la ciudad arrancaban destellos dorados de sus ojos. Mi expresión se entristeció ligeramente. Puede que no fuese asunto mío, y no lo era de hecho, pero no pude evitar sentir lástima. Que a pesar de todo estuviese dispuesta a gastar su paga en mí era un favor que no podía rechazar sin más. Y además, mi estómago no estaba para andarse con tonterías ahora. —C'est bien— acepté con un suspiro—. Pero a la próxima pago yo, ¿sí? Y ahora... ¿qué te parece esa pizzería de allá? Creo que es lo más barato que hay en esta plaza...
— Oh, ¿Mimi conoce un alimento tan vulgar como la pizza? — dije con cierta sorpresa para después reír levemente — Es broma, es broma, no te enfades. ¡Claro! ¡Una pizza calentita nunca entra mal! ¡Vamos! — exclamé con una alegría antes de emprender marcha hacia el lugar con emoción. Al entrar, nos sentamos en una mesa cercana a la ventana y ambas pedimos una ración partida por dos sabores a gusto de cada una. Mientras esperábamos la comida, hablamos de temas sin gran importancia. Finalmente el alimento alcanzó nuestra mesa y no tardamos ni cinco segundos en empezar a comer. Por mí parte, no pude evitar mirar por el gran cristal hacia el cielo. >> ¿Crees que estarán bien? Es obvio que Effy está con otras personas en algún lugar y... presiento que están en peligro — murmuré al rato, mirándola con expresión preocupada.
Mimi Honda Le dirigí a Emily una mirada de circunstancias. ¿En serio? Que fuese una señorita acostumbrada a los lujos no implicaba que desconociese lo que era una insulsa pizza. Si bien era cierto que nunca había probado una... sí que sabía lo que era. Una masa fina y sosa con queso y tomate por encima, ¿cierto? No era tan complicado. No había casi nadie en el local cuando entramos, lo que me hizo pensar que este lugar no era demasiado popular entre los ciudadanos. Era un lugar pequeño, recogido. Hacía frío, y fuera de la ventana frente a la que se ubicaba nuestra mesa la nieve caía como una lluvia suave. Era relajante en cierto modo... pero yo no estaba relajada en lo absoluto. —¿Dónde están los cubiertos?—me pregunté en voz baja cuando dejaron la pizza sobre la mesa, ceñuda—. ¿O los palillos? ¿Esperan que coma la pizza con las manos? Que desagradable... Cuando más me encontraba sumida en mi ignorante idea de que la pizza se comía con cubiertos, la voz de Emily suave y sosegada me sacó de súbito de pensamientos. ¿Effy en peligro? ¿Qué? Ahora que lo pensaba... ¿por qué tardaba tanto en regresar? ¿No era que sólo había ido a hablar con Hubert? ¡Habían pasado horas! Por si eso fuese poco, desde hacía algún tiempo sentía que algo no iba del todo bien. Era un sentimiento amargo, inquietante. Y ahora que Emily lo había pronunciado en voz alta no pude evitar sentir que se trataba de un peligro real. Tragué saliva. —Ella... seguro que está bien, ¿sí?. Pero por si acaso llamaré a Hubert, no creo que venga mal una segunda opinión...— dije, mientras sacaba de mi bolso mi pokédex-holomisor. Hubo un instante de silencio—. Hubert, ¿puedes oírme? ¿dónde estás?—la pantalla permaneció en negro, sin imagen ni sonido. Extrañada, fruncí el ceño—. ¿Qué pasa? ¿no hay señal? La voz mecánica de Dex rompió la tensión generada. —No se puede localizar al objetivo, señorita Honda— comunicó. Mi expresión se contrajo en una mueca de disgusto. —¿Cómo que no?—le espeté, molesta—. ¿Tú no eras infalible? —Lo soy, y en otras circunstancias lo hubiese ya localizado... Pero aunque se encuentra en la región, mis satélites no logran hallar su señal. —¿Que quieres decir? Silencio. —Que... no está. —¿¡No está!?— solté—. ¿Es una broma? ¿Como no va a estar? ¡No puede haber desaparecido de la nada! Me levanté de un salto de la mesa, tensa. De pronto, ya no tenía ganas de cenar.
Después de un sueño reparador en la casa del árbol mi estomago comenzaba a rugir casi como un Pyroar, debido a eso recordé vagamente que una vez había venido a una pizzeria en Ciudad Acuarela, vaya que esa Pizza con baya Aranja era totalmente deliciosa, y debido a mi gran bocota Plusle había abierto sus ojos como plato, rapidamente trepo a mi hombro, a lo que accedí venir a Acuarela por la famosa Pizza. Me di un baño y salí solo con la toalla a la cintura viendo mis vestimentas para decidirme por algo para quizá verme diferente, gracias a Plusle tuve una elección bastante decente, el clima afuera era algo frió así que opte por regresar a mi estilo anterior pero tomando algunas vestimentas en especifico complementándolo con unas botas y una chamarra distintas a las anteriores. Contenido oculto Estando listo mi atuendo salí volando sobre el lomo de Flygon, en un abrir y cerrar de ojos me encontraba en Acuarela por lo que me dirigí a la famosa pizzeria e ingrese a paso apresurado pues el hambre no se hizo esperar en ningún momento. Para mi sorpresa dos chicas conocidas se encontraban en el mismo lugar, Emily y la señorita Mimiko Honda, un ligero calor paso por mis mejillas al ver a la ultima mencionada sin embargo tome mi postura normal y me acerque a saludar, sin embargo justo antes de llegar a su mesa pude notar una expresión preocupada por ambas chicas por lo que tome cierta cautela. —Emily ¿Que tal? Señorita Honda ¿Todo bien Madmoiselle?...— pregunte mientras Plusle saludaba detrás de mi hombro dejando caer una ligera capa de nieve por el lugar, solté una ligera risa y acaricie la mejilla del ratón eléctrico, mismo que tenia un atuendo bastante parecido al mio, la única diferencia es que su gorro tenia abertura para sus orejas rojas.
Mimi Honda No... ¿estaba? Eso... ¡eso no podía ser posible! Es decir... ¿estaba en la región pero no...? ¿Cómo podía estar sin estar? ¡Rayos, máquina inútil! ¿Acaso se había estropeado? Apagué la pokédex-holomisor sin una palabra. ¿Y ahora qué? Me sentía preocupada, inquieta. No podían ser imaginaciones mías, tenía el horrible presentimiento de que algo estaba pasando... algo malo. Fuera lo que fuese. El simple hecho de no saber qué o como interferir me hacía sentir impotente. Precisamente ahora que habíamos logrado superar nuestras diferencias... Me encontraba sumida en mis pensamientos cuando una voz conocida me interpeló desde la puerta. A mí y a Emily. En un principio no la reconocí. Recordaba haberla escuchado antes y me sonaba familiar, de hecho... pero me vi obligada a dirigirle una mirada curiosa por encima del hombro para verificar su procedencia. —¿M-mademoiselle?— fue todo lo que pude murmurar con las mejillas enrojecidas, una vez le reconocí—. ¿qué... qué estás diciendo, Brendan? Me eché el bolso al hombro. De un modo u otro me estaba preparando para salir de allí y buscar a Effy y Hubert por mí cuenta.
Al final de cuentas la señorita Honda volteo con esa mirada angelical pero con un semblante totalmente rojo, no pude evitar sonreír ante tan asombrosa escena que se había formado, por lo que solo me acerque y tome su mano para darle un ligero toque con mis labios, en otras palabras un beso. —Que pasa señorita Honda, acaso no es así como a usted le fascina que le traten?— comente con una ligera risa mientras de un momento a otro un silencio quedo entre los dos y me quite tanto formalismo y la tome entre mis brazos en un abrazo. Un abrazo duradero, probablemente fueron unos segundo pero para mi fue eterno, rápidamente la solté de una forma delicada y un enorme sonrojo se centralizo en mi nariz, una sonrisa se escapo de mis labios mientras la miraba a los ojos, de cierta forma en ese momento sentí perderme en algún lugar donde solo la tenia a ella frente a mi pero de un momento a otro regrese a la realidad. —P-Perdona Mimi...— comente avergonzado pero sin retirar la mirada de sus ojos tan cristalinos y angelicales.