Dante Y antes de nadie Mimi fue la primera en correr, lo correcto para mí era que ella y Effy se dijeran lo que tuvieran que decir y luego los demás visitarla cuando el peligro hubiese pasado, vaya, lo normal. Pero al contrario de cualquier otra posibilidad de que ellas se arreglaran solas, Emily se fue corriendo hacia donde se encontrarían Effy y Mimi, suspiré. Ojalá no pasara nada malo entre ellas y Emily terminara más afectada entre la posible discusión, poco a poco me fui levantando de mi silla y le dije a Ukita que estaría esperando en la puerta de la entrada al centro pokemon, Effy pasaría por allí sí o sí si intentaba apartarse de los demás como lo había mencionado Mimi. Y quizás, quien sabe... intentar lograr que dejara de pensar así si las chicas no lo conseguían. Todo estaría en manos de la suerte. — Veamos que pasa...
Mimi Honda Cuando Effy abrió la puerta de golpe, de forma tan repentina que estuve a punto de caer, no esperé encontrar sus ojos vidriosos y aguados. ¡De ninguna manera podría haber esperado algo como eso! ¿Eso... también era culpa mía? ¿Yo había hecho a Effy llorar? ¿A-a quién quería demostrarle nada? ¿De quién rayos estaba hablando? —¿Qué...?—musité, el ceño fruncido en confusión. Sin embargo, antes de poder hacer cualquier movimiento o de añadir nada más, Emily apareció de la nada y se echó a los brazos de Effy como si la entrenadora fuese a desaparecer en cualquier momento. ¿Ah? ¿Me había seguido hasta aquí? ¿En qué momento—? Lo peor de todo era que estaba llorando. De un modo sollozante y casi desesperado. Retrocedí un paso prudencial, incómoda, sin saber exactamente que hacer o qué decir. Ver a Emily llorar era... una escena desgarradora. Sentí un nudo en la garganta ante el sólo hecho de ser testigo de algo así. —E-Emi...—musité tras un instante eterno de sollozos ahogados y peticiones de disculpa. Effy no parecía saber qué hacer, pero tampoco había correspondido al abrazo. Por lo que supuse que no estaba de humor para ello—. ¡Ya... Ya deja de disculparte, nada de esto es por ti...! Apoyé la mano en su hombro tembloroso en un intento por calmarla. No podía sencillamente decirle que en cierto modo estaba molestando a Effy, que tener a alguien llorando encima no era lo que necesitaba ahora. ¡Era normal que se preocupara, por supuesto! ¡Era su amiga, qué demonios! Pero no era el momento adecuado. Y yo sencillamente no podía decírselo. No así. —Emily...— insistí al ver que se negaba a escucharme. Mi tono, sin embargo, fue firme cuando continué—. Basta.
—Dé… déjame… —musité con debilidad. Entonces, apreté los puños; ¿qué era esa impotencia? Yo no soy así, yo no soy de las débiles que titubean. Mi voz recobró su fortaleza y espeté con firmeza—. ¡Déjame! Me liberé de los brazos de Emily y di un paso hacia el frente. Miré a Mimi directamente a los ojos… pero en mi mirada no había nada de odio o de recriminación hacia la rubia. Curiosamente, estaba segura de que reflejaban una pequeña ola de gratitud hacia la muchacha de Sinnoh, como un pequeño agradecimiento por haberme hecho darme cuenta de lo que me sucedía. Sin más que una mirada, me retiré del lugar en largos y rápidos pasos. Mi primer pensamiento fue huir. Quizás a Ciudad Témpera, pasar un tiempo en casa, lejos de todos. Luego se me cruzó irme a entrenar a una de las islas hacia el sur durante una temporada entera, y volver más fortalecida que nunca. Pero todas aquellas ideas cayeron a pedazos. No, no quería eso, yo… Yo salí del centro pokémon y me encontré cara a cara con nada más ni nada menos que con Dante. ¿Cuánto tiempo llevaba allí parado, a la espera de algo? O acaso… ¿había estado esperando a que yo pasara por allí? —Dante… —murmuré al verlo allí de pie. Contenido oculto @Nekita ha llegado el día en que Dante sabrá finalmente lo que Effy quizo decir cuando se conocieron y dijo que ese no es su verdadero nombre :O
Dante Finalmente el largo tiempo que había esperado ya había dado frutos, cuando menos lo esperé ella apareció algo confundida al verme pero yo estaba más aliviado de verla allí, lo malo es que ni siquiera sabía si se había arreglado algo o no. Esa era la única desventaja. — ¿Quieres salir un rato a caminar? — pregunté señalando el camino fuera del centro pokemon — Así hablamos un poco más tranquilamente y sirve para que tomes algo de aire fresco, ¿te parece, Effy?
Mi primer impulso fue ir por la pokebola de Skarmory, liberarlo y salir volando de allí. Pero no fue eso lo que ocurrió. No… tomé un momento para procesar las palabras de Dante y terminé asintiendo con la cabeza. Un poco de aire fresco, por alguna razón, sonaba como una idea fantástica en aquel momento. Lo necesitaba, pues por momentos sentía que me iba a terminar ahogando. —Suena agradable —asentí, colocándome al lado del joven. Al rato nos pusimos a caminar. No tenía idea de hacia dónde caminábamos, e intuí que Dante tampoco lo sabía, pero eso no me preocupaba mucho. Poco después de que estuviésemos caminando en un agradable silencio, sentí la necesidad de preguntar algo. —¿Llevabas mucho tiempo fuera del centro pokémon? —pregunté, guardándome el "¿esperándome?" para mí misma antes de poder pronunciarlo.
Dante Cuando aceptó mi propuesta una pequeña sonrisa salió de mis labios, bien... tan siquiera le había gustado la idea y no habíamos terminado en una persecución aérea para tratar de hablar un rato y que tratara de despejarse. "¿Llevabas mucho tiempo fuera del centro pokémon?" — Claro, sabía que terminarías saliendo del centro pokemon así que decidí esperarte todo el tiempo que fuera necesario — la miré bastante tranquilo y algo preocupado, ¿qué habría pasado? — ¿Quieres decirme que pasó? — pregunté colocando mis manos detrás de la nuca — Sabes que siempre escucharé lo que tengas que decir.
Pasaron eternos segundos hasta que conseguí apartarme, avergonzada. Me limpié los ojos con mi mano y asentí con la cabeza. — Perdona... — murmuré mientras se alejaba, a sabiendas de que no me escucharía. Después mi giré hacia Mimi una vez más. >> Os he interrumpido, que mala persona soy ¿no? — le dije con una leve sonrisa, totalmente triste en un desesperado intento de no parecerlo— Creo que lo mejor que puedo hacer es ir a tranquilizarme y esperar que me perdonéis — y con esas palabras me dirigí hacia la planta inferior del lugar para pedir una llave y así poder encerrarme en una habitación. Lo primero que hice fue lavarme el rostro con agua muy fría antes de tirarme a la cama, abrazando una almohada mientras mi cabeza no paraba de dar vueltas. Debería dejar de hacer esas cosas o me quedaría sin amistades en algún momento...
—Fue una decisión acertada —comenté sin pensarlo mucho—. Necesitaba… sí, necesitaba de un poco de tiempo… "Y necesitaba oír lo que dijo Mimi" fue lo que pensé y callé. El oír lo que dijo la rubia me había hecho reflexionar y darme cuenta qué era lo que me había ocurrido en concreto. Pero creía que necesitaba contarlo, y Dante… Dante era un buen amigo. Tranquilo y pacífico, había respetado mis tiempos, incluso había confiado en mí lo ocurrido con su hermana y su tiempo con los Gamma cuando llevábamos poco tiempo de conocernos y ahora… ahora sabía que podía confiar plenamente en él. Llegamos a una especie de parque de juegos. Un niño y un Elekid se mecían en unos columpios, riendo, mientras que un grupito de niñas acompañadas de dos Jigglypuffs correteaban por ahí cantando canciones divertidas a todo pulmón. Tomé asiento en una banca, y Dante me imitó. —Yo… —no sabía bien por donde comenzar, por lo que resolví comenzar por el principio—. Yo creí que estaba enojada con Mimi, por unos insultos que me dijo en Isla Caballete que me habían afectado más de lo que creí. Pero me di cuenta que… que no es realmente con ella con quien estaba enojada… >> Es esa necesidad que tengo de hacerme más fuerte, de demostrar que puedo ser fuerte y que no soy una carga… pero no se trata de demostrarselo a Mimi, o a Alpha, o a Hubert, o a ningún otro de mis rivales… se trata de demostrarselo a… —me mordí el labio inferior, y sentí como todo mi cuerpo se tensionaba. Una parte de mí aún se resistía a confesar aquello en voz alta.
Dante Poco a poco nuestro paseo nos llevó a un punto en específico: un parque, un par de niñas jugaban con un par de pokemon cantando y corriendo con toda la energía del mundo mientras que un pequeño niño y su Elekid se columpiaban tranquilamente, pero Effy y yo decidimos tomar asiento en una banca cercana, este podría ser un buen lugar para hablar. "Yo creí que estaba enojada con Mimi, por unos insultos que me dijo en Isla Caballete que me habían afectado más de lo que creí." Así que había iniciado en esa Isla... y había iniciado específicamente con un par de insultos, llevé una de mis manos a mi nuca y suspiré levemente, ¿qué clase de cosas se habrían dicho como para lograr ese efecto?, o mejor.. ¿qué había encendido la mecha del problema? "Pero me di cuenta que… que no es realmente con ella con quien estaba enojada…Es esa necesidad que tengo de hacerme más fuerte, de demostrar que puedo ser fuerte y que no soy una carga… pero no se trata de demostrarselo a Mimi, o a Alpha, o a Hubert, o a ningún otro de mis rivales… se trata de demostrarselo a…" — Effy... no se quien se atreve a hacerte creer que no eres fuerte o porque crees que tú no eres fuerte — subí una de mis piernas a la banca y apoyé uno de mis brazos en mi rodilla mientras la miraba — Eres una de las entrenadoras más fuertes que he visto y lo demostraste desde el primer día. Y en cuanto a ser una carga.. no se a que te refieres, creo que eres el alivio para muchas personas, ayudas a muchos de los entrenadores a crecer de varias maneras, no solo fortaleciendo a sus pokemon, si no a ellos mismos y creo, creo que me quedo muy corto en decir eso. >> No trates de demostrarle nada a nadie, este es tú viaje y tienes que disfrutarlo al máximo Effy, luego vendrán las preocupaciones de demostrarle a alguien que, con solo verte no quiere creer que eres fuerte.
—Eso es lo que yo solía pensar también —asentí a lo dicho por Dante, dirigiendo mi mirada hacia el cielo azul sobre nuestras cabezas—. Creía que ser fuerte en batallas pokémon equivalía a ser fuerte yo, emocionalmente… pero ya ves, derrumbarme es más fácil de lo que creía… yo… Tragué saliva, observando como una bandada de Pidgeys volaba por los cielos, sin ser capaz de ver a Dante a los ojos. Sin embargo, esta vez, no me silencié justo a tiempo y continué hablando. —¿Recuerdas el día que nos conocimos, en la Plataforma de los cielos? Dije que Effy no era mi verdadero nombre… y ya ves, esa era una verdad a medias —continué hablando; ahora no estaba segura de poder parar hasta terminar de decirlo todo—. Porque la verdad es… que ni yo se cual es mi verdadero nombre. >> Era una bebé cuando fui abandonada en la puerta del centro pokémon de Ciudad Témpera. Mi padre, o mi madre, o quién fuese que me tenía me dejo allí… abandonada, a mi suerte, y junto a mí una pokebola de un Squirtle bebé que se encontraba muy débil, y que tuvo que ser tratado de urgencia por la enfermera Joy de aquel momento, la madre de la Joy que actualmente atiende en el centro pokémon de Témpera. >> El Squirtle fue curado y la enfermera Joy madre me acogió en su hogar y me crió como si fuese su propia hija. Su verdadera hija, Joy, es diez años mayor que yo, y me cuidaba cuando su madre se encontraba atendiendo pacientes. Y allí fui adoptada y fui criada, ese acogedor centro al que los entrenadores suelen ver como un lugar de pasada se convirtió en un hogar para mí… Tomé aire, sin dejar de ver hacia arriba. Creía saborear sal en mis labios, y pronto descubrí que era verdad. Era tremendamente humillante, llorar como si aún fuese una niña pequeña delante de Dante, pero aunque apretara los puños con fuerza no podía hacer nada para detenerme. —Por eso toda mi vida creí ser una carga, descartable… si no lo fuese, si fuese fuerte e indispensable, entonces mamá y papá no me habrían abandonado aquella noche, ¿no? —dije, volviéndome hacia Dante. Era una lógica retorcida y probablemente errónea, pero involuntariamente esa idea había regido mi cabeza durante toda mi vida.
Dante — Muchas personas, y me incluyo también pensaban que derrumbarse después de pasar muchas cosas sería muy difícil, casi imposible y en mi caso creo que ya sabes como me derrumbé. Por suerte para ti hay mucha gente a tu alrededor que se preocupa y no dejaría que sigas así. — me recargué un poco en la banca y continué escuchando lo que tenía que decir. Y no podía negar que me había tomado por sorpresa, era una historia bastante reveladora a decir verdad y ya comenzaba a entender el porqué se sentía como una carga, si lo pensaba de esa forma era comprensible, tal vez algo erróneo pero comprensible. Pero cuando me volteó a ver lo primero que hice fue limpiar las lágrimas que se habían escapado de sus ojos y finalmente comenzar a opinar al respecto. — No debes sentirte así por culpa de esa clase de padres, hay muchos que no merecen serlo. Pero creo que eres muy afortunada de llegar con la enfermera Joy... creciste en muy buenas manos siendo amada y en un lugar donde siempre ibas a estar segura — me alcé levemente de hombros sin saber si se lo tomaría bien o mal — Porque creo que me atrevo a decir que un padre o madre no solo son los que te traen al mundo si no los que te crían y te ayudan a ser quien eres ahora, así que no pienses mucho en eso o en ellos. >> No eres una carga, de ningún modo llegarás a ser eso, puedes creer en mi.
—Dante, yo… —tragué saliva antes de continuar—. Creo que tienes razón… Sí, era cierto. Quizás no tenía a mis padres, quizás mis padres me habían abandonado. Pero tenía a Joy, y lo tenía a Dante, y a Emily, y a Hubert, a Alpha, a Ian, a Liza, a Chad, a Mizuki, a Ukita, a Steve, a Mitsuki, a Elisa… incluso los tenía a Lucas, a quien mucho a decir verdad no conocía pero sabía que era una buena persona, y a Mimi, que por más que chocaramos mucho este último día me enseño que su dureza no era más que un mecanismo de defensa, que en el fondo podía ser buena y se preocupaba por los demás… —Tal vez yo… tal vez no tenga una mamá y un papá que me quieran, como lo tienen los niños de esta plaza —dije, mirando a nuestro alrededor. Mis labios se curvaron en una mínima sonrisa, a pesar de las marcas húmedas en mi rostro en los lugares que habían recorrido las lágrimas antes de que Dante las limpiara—. Pero sí tengo gente que me quiere, gente que lo vale… personas a las que considero mi verdadera familia. Sin sentirme capaz de controlar mi propio cuerpo, mis brazos se enroscaron alrededor del cuello de Dante y abrazó al joven. En un susurro, inaudible para cualquiera que no fuera él, musité un suave "gracias". Creía que ni hacia falta aclarar el porqué del agradecimiento.
Dante Finalmente Effy se había dado cuenta del punto más importante: quien era su verdadera familia y me alegraba bastante que ya se notaba que estaba mucho mejor de cuando había salido del centro pokemon. Podía decir que mi propósito estaba cumplido y que ya podría avanzar sin sentirse "mal". Pero antes de que pudiera decir algo al respecto, Effy ya estaba abrazándome y por el shock de tan repentina acción tardé un poco en devolvérselo. — No hay nada que agradecer — murmuré antes de que el abrazo terminara — Estoy para servirte en estos aspectos, y ahora... ¿quieres volver al centro?, estoy seguro que se mueren por ver como estas.
Mimi Honda No fue Emily quien la soltó, sino la propia Effy quien le obligó a dejarla. Algo reticente, Emily acabó por acceder. Ugh. Era precisamente eso lo que trataba de evitar, pero mi esfuerzo había sido en vano. Después de aquella escena, nuestras miradas se cruzaron un leve momento. Esperé hallar algo de reproche en los profundos ojos de Effy, pero no fue así. No esta vez. En su lugar, en aquellos fríos ojos azules había un brillo cálido, de genuina gratitud. Definitivamente eso era algo que jamás esperé hallar en los ojos de Effy. Al menos tratándose de mí. Ninguna dijo nada, como si las miradas bastasen para entendernos. Normalmente eran las palabras hirientes y las discusiones nuestro único modo de comunicarnos, la única forma que teníamos de dirigirnos la una a la otra; porque nuestra rivalidad parecía ser algo que había estado ahí desde siempre. ¿Que no lo era? ¡Nos habíamos llevado mal desde que nos conocimos! Algo así como la enemistad existente entre Kyogre y Groudon... pero más especial. Cuando Effy continuó su camino hacia la puerta la seguí con la mirada, pero no hice ademán alguno por tratar de detenerla. Aunque en el fondo de mí algo quedó frío, preocupado e insatisfecho. ¿Debería dejarla ir así? ¿Y si...? >> Os he interrumpido, que mala persona soy ¿no? —aquella voz triste detuvo de súbito el cauce de mis pensamientos. ¿Emily? Sonaba tan... dolida. Y esa sonrisa era tan amarga...— Creo que lo mejor que puedo hacer es ir a tranquilizarme y esperar que me perdonéis. —¡Ah!— exclamé, sorprendida en un principio—. ¡Espera, Emi! Volví un momento la vista hacia la puerta del CP para toparme con que Effy ya había desaparecido. Tsk! Tensé la mandíbula y apreté los puños, molesta. Que huyera era precisamente otra de las cosas que trataba de evitar... y ahora me encontraba en una disyuntiva. No podía seguirla ahora. ¡No podía continuar mi conversación con Effy en este momento! Debía ir con Emily, de ninguna manera la dejaría pensando que la odiábamos o estábamos molestas con ella. Subí rápidamente las escaleras y golpeé la puerta de la habitación, esperando cualquier cosa por su parte. Ya tendría tiempo de arreglar las cosas con Effy. Confortar a mi mejor y única amiga era mi prioridad ahora.
Mis ojos pesaban, sentía como en cualquier momento acabaría cayendo en los brazos de Morfeo, de forma inevitable. No fue así sin embargo, pues alguien decidió llamar a la puerta, rompiendo el silencio la tranquilidad del momento. — Adelante — dije con voz pastosa en un intento de grito, esperando que la persona me escuchase y decidiese hacer aparición. Intenté erguirme sobre la cama, dejando la almohada de lado y conseguí arreglarme un poco mi despeinado pelo. Fuese quien fuese no quería recibir a nadie con ese aspecto. Formé una leve sonrisa mientras la puerta se abría.
Asentí con la cabeza. Normalmente, ya habría sacado a Skarmory a esta altura y me habría alejado a buscar la siguiente batalla pokémon. Pero no. No hoy. Dante y yo nos pusimos de pie y caminamos juntos el tramo de regreso al centro pokémon. Atravesamos el parque y caminamos un rato más hasta que dimos con el centro de curación. Llegamos a las habitaciones esperando aún encontrar a Mimi y Emily allí, pero las encontramos en otro lugar más adelante. Mimi estaba de pie frente a una habitación golpeando la puerta, llamando a Emi por su nombre. Me volví hacia Dante. —Creo que esto es algo que yo debo hablar con ambas, por mi cuenta —decidí—. De nuevo, gracias por todo, Dante… eres un gran amigo. Y sin mas, me encaminé hacia Mimi, justo en el momento en que la puerta de la habitación era abierta. Mimi ingresó, y se disponía a cerrar la puerta detrás de sí cuando la detuvo, poniendo mi mano sobre la puerta con suavidad. —¿Puedo pasar? —pregunté, mirando primero a la rubia, y luego a Emily, que estaba sentada en la cama.
Mimi Honda Un ''adelante'' ahogado fue mi única respuesta. Inspiré profundamente, pensando qué decir. Mi mano se balanceó sobre el pomo de la puerta, aunque no hice ademán alguno de intentar abrirla. ¿Cómo manejar una situación tan delicada? Ser sincera debía ser lo mejor, seguro. Le diría algo como: ''Emily, Effy no quiso actuar como lo hizo'' o ''No hiciste nada malo, ¿por qué me molestaría contigo?'' Sí, haría eso. Abrí la puerta de un tirón. —¡Emily, yo...!— empecé, pero mis palabras fueron cortadas de raíz cuando una nueva presencia me impidió cerrar la puerta. Esa voz... Dirigí una mirada extrañada por encima de mi hombro. Mi expresión pasó de la extrañeza a la confusión—. ¿Effy? ¿Qué hacía ella aquí?
— Mimi... ¿Effy? — salté como un resorte para ponerme en pie al ver a ambas chicas — Oh... c-creo que lo mejor es que me vaya y os deje acabar lo que he interrumpido — dije apresuradamente, moviendo las manos con nerviosismo y caminando por la habitación de igual manera, hasta acabar en la puerta — Ehm... si me dejáis pasar claro... —murmuré cabizbaja dándome cuenta que no había hueco por el que escaparme y poder cumplir lo que había dicho. Era consciente que ambas necesitaban hablar a solas, sin mí de por medio molestando con mis ataques infantiles.
—Mhm, no, creo que no te dejaré pasar —decidí, dando un paso al frente para que hubiese el espacio suficiente para poder cerrar finalmente la puerta de la habitación. Emily parecía un tanto dubitativa, Mimi lucía sorprendida, y yo… bueno, yo un poco de todo. Estaba un poco confundida aún, y mi confianza no se había restaurado del todo para se rhonestos, pero sí sabía que quería enmendar esto y solucionar los asuntos pendientes que aún me quedaban. Y por fortuna, casi todos esos asuntos se encontraban en aquella habitación. —Emily —comencé, mirando a la aludida—. Te equivocas si crees que estabas estorbando. Eres una excelente persona y una gran amiga; me alegra mucho que te hayas cruzado en mi camino. Yo… te considero como parte de mi familia, ¿sabes? Y no quisiera que eso cambie, jamás… Tomé aire antes de darme vuelta para ver a la otra persona en aquella habitación. Mimi Honda. No tardé mucho en volver a hablar; tenía que hacerlo, pues sentía que si no continuaba hablando y diciendo todo aquello que tenía guardado desde hace tanto mi pecho iba a estallar. —Mimi —proseguí, ahora mirando exclusivamente a la joven de Sinnoh—. Tú y yo hemos chocado desde el día que nos conocimos. Pero ahora veo que te he juzgado erróneamente; no mentiré, sigues siendo vanidosa y con un ego que sólo se rivaliza con el de Alpha. Pero eso no es lo más característico de ti. Eres una buena persona en el fondo, puedo verlo ahora, y fue malo de mi parte haberte juzgado sin conocerte. Se que esto puede sonar raro viniendo de tu rival, y aclaro que no quiero dejar de ser tu rival, pero… me gustaría intentar ser tu amiga… si es que me lo permites… >> Y eso… eso es todo lo que quería decir. Eso es lo que necesitaba decirles. Yo… me llevó tiempo comprender que he levantado muros a mi alrededor para protegerme, para protegerme de heridas que me acompañan desde muy temprana edad. Pero ahora entiendo que esos muros no hacen más que dejar afuera a la gente que me importa y yo… he decidido que no haré eso nunca más. Y entonces me quedé callada. Apreté los puños, esperando que sucediera algo, cualquier cosa, que Emily se marchara llorando o que Mimi se riera diciéndome que había dicho puras ridiculeces o que Dante entrara de repente o lo que sea… lo que sea sería mejor que este silencio que no hacía más que extenderse…
"Emily. Te equivocas si crees que estabas estorbando. Eres una excelente persona y una gran amiga; me alegra mucho que te hayas cruzado en mi camino. Yo… te considero como parte de mi familia, ¿sabes? Y no quisiera que eso cambie, jamás…" Levanté el rostro al oír mi nombre y me quedé callada escuchando lo que me tenía que decir. ¿Effy... me consideraba parte de su familia? Eso quería decir... ¿que no estaba enfadada conmigo? Mientras la chica hablaba con Mimi no pude evitar sentir mi corazón palpitando más veloz por la emoción. No hacía tanto tiempo que conocía a Effy y ella me consideraba tan cercana... y eso me hacía enormemente feliz. Pestañeé varias veces intentando apartar las lágrimas que nuevamente amenazaban con crearse en mis ojos. Pero aquella vez era muy distinto, eran lágrimas de felicidad, de pura felicidad. Mi sonrisa lo demostraba. — Effy, no sabes lo que me alegra que digas todo esto. No solo por el hecho de demostrar el cariño que nos tienes sino porque parece que finalmente conseguirás ser más feliz gracias a los que has descubierto — empecé a hablar — Eres una persona excelente, de verdad que lo eres y te mereces muchas cosas buenas. Y espero poder estar junto a ti cuando esas cosas buenas te pasen. Siento la necesidad de disculparme por mi acto de antes... fue impulsivo y bueno... lo siento — solté una leve carcajada antes de mirar a Mimi. Aquello de los muros que dejan a la gente apartada me era tan familiar... >> ¿Me permites ahora darte el abrazo más fuerte que te puedo dar? Ya sabes que soy cariñosa, no puedo evitarlo — añadí finalmente con una sonrisa y mis brazos extendidos, esperando.