— Le echaré agua.— Reí levemente mientras lo llevaba al cuarto y lo dejaba en una mesa. Luego volví y le ayude con la otra bandeja.
Desperté, sin saber cuántas horas dormí. Después de curar a los pokémon que se enfrentaron a los compañeros de Steve, había la decisión de pedir una habitación: necesitaba un buen descanso para poder concentrarme en las batallas futuras. Y el cuerpo, al parecer, venía reclamando la instancia del reposo, porque me dormí profundamente apenas apoyé la cabeza en la almohada. Me desperecé, recordando el sueño que acaba de tener. No pasó nada extraño ni épico en el mismo, simplemente era belleza pura. Me encontraba yo, nostálgico, navegando mediante bote por el vasto cuerpo de un mar azul. El cielo del amanecer tenía una tonalidad dorada. Y ambos colores se abrazaban en el horizonte, una combinación única… Verlos en esa unión me provocaba una inmensa sensación de bienestar. Me senté en la cama. Sentía que tenía los cabellos despeinados, pero Maractus se encargó de confirmarlo cuando, entre risas, señaló en dirección a mi cabeza. —Muy gracioso —sonreí. Más allá, sobre un gran almohadón, Serperior todavía dormía, medio enrollado y con la cabeza apoyada en su propio cuerpo. Como no quería interrumpir su descanso, tomé un libro de mi morral y, echado otra vez sobre la cama, me enfrasqué en la lectura. Maractus hacía lo mismo, con un libro sobre Jazz.
—Nos vamos, enfermera Joy, aquí tiene la llave de la habitación... Sí... Cómo no... ¡Gracias! Vamos a necesitar bastante de esa suerte en el Torneo ¡Adiós, que tenga un buen día! ¡Regresen a sus pokébolas, muchachos! Mientras cruzaba las puertas del Centro Pokémon (peinado y prolijo, eh), hice que los tipo planta ingresaran a sus esféricos. Pidgeotto, a sabiendas de que se avecinaba otro viaje, salió por sí mismo del suyo. —¡Vamos! —le dije mientras subía a su lomo— ¡Busquemos entrenadores! Y echamos a volar.
Me llevé la mano a la cara. — ¿Qué pediste de comida?— Le repetí.— Osea lo que está en las bandejas..
Alcé una ceja ante su comentario. --¿Qué esperas para estar inseguro? ¿Un ratata con una manzana en la boca?-- pregunté llevando mi mano a la asa de la tapa --. ¿En serio?
Pensé un segundo y luego miré la tapa. — No, pero bueno.— Le dije quitando la tapa esperando que me dijera que era lo encargado por ella.
Reí ante su inseguridad --¿Qué? ¿No te gusta la ternera grandullón?-- dije burlonamente Contenido oculto
Miré hacía al lado y le hablé. — Claro..— Dije volviendo a comer la carne.— Podría vivir de esta carne..
--Con il vostro permesso, il mio turno...--dije a punto de destapar lo que vendría siendo mi cena, pero preferí hacer algo antes... Despertar a Snivy. Yo ya sabía que si la despertaba para eso, yo comería más bien poco. Decidí coger a la pequeña serpiente, que al notar ser levantada sé despertó, y al oler la comida se puso contenta. Me volví a sentar esta vez con Snivy en mi regazo, y ella misma se encargó de destapar mi cena y de probarla antes que yo. Eso si, con el tenedor, como debe ser. --Vale, tú primero-- Dije riendo Contenido oculto
La miré por un momento y me reí un poco. — ¿En serio le has enseñado modales a un pokémon bebe?— Le pregunté sorprendido.— Bueno, a nadie más que a ti se le ocurre eso...
--Sí, y orgullosa que estoy-- dije cruzando los brazos --. Ya que va a pertenecer a alguien de familia educada, que al menos tenga modales a la hora de sentarse a la mesa. A parte, le pega a Snivy.