El pokemon hada/vuelo fue en picada desde el cielo hacia el Alakazam para darle con el ataque. TOGEKISS: Hada/Volador (Resistente) Entusiasmo: ataques de daño con límite de usos reducen sus usos a la mitad a cambio de más potencia (x1.5) Salud: 27/170 Fuerza: 170 Resistencia: 210 Agilidad: 0/2 (80 de Velocidad) Movimientos: -Tajo Aéreo (90 Potencia, Volador) (Usos: 0/2) -Viento Féerico (30 Potencia, Hada) -Bola Sombra (90 Potencia, Fantasma) (Usos: 0/2) -Vuelo (50 Potencia, Volador, en el primer turno vuela y en el segundo ataca)
—Lo hiciste bien, Alakazam, ahora descansa —murmuré, regresando al tipo psíquico a su pokebola y sacando un tercer esférico—. ¡Starmie, yo te elijo! ¡Acaba esto con un Rayo! STARMIE: Agua/Psíquico (Ágil) Cura Natural: cualquier problema de estado o efecto nocivo de este pokémon se ve eliminado al cambiar de pokémon. Salud: 120/120 Fuerza: 175 Resistencia: 170 Agilidad: 4/4 (120 de Velocidad) (5) Movimientos: -Giro Rápido (20 Potencia, Normal, elimina basura del campo) -Surf (50 Potencia, Agua) -Rayo (60 Potencia, Eléctrico) (Usos: 3/4) -Telequinesis (hace al objetivo inmune a los ataques tipo tierra; no obstante, cualquier otro ataque atinará, sin importar la agilidad, todos serán ineludibles) (Usos: 1/1)
Togekiss recibió el rayo el cual logro debilitarle por fin. Cuando sus ojos se volvieron espirales la regrese a su pokeball y la puse con el resto tras felicitarlo. —Buen trabajo, descansen—Les dije a los que había combatido en la batalla, levante la mirada y vi a Effy y levante mi pulgar con una sonrisa.
Tomé una bocanada de aire, respirando finalmente una vez concluyó la batalla… sí que había sido intensa. Le devolví la sonrisa a Mitsuki, mientras que Teddiursa saltó de mi hombro y se puso frente a Starmie, admirando su reflejo en la joya en el centro del pokémon estrella. —Ha sido una buena batalla… —admití, acercándome, mientras revisaba los mensajes que había recibido en mi Holomisor mientras tanto—. Oh, las salas de batallas se han abierto… Mi batalla en la primera ronda sería contra Chad; no debía tomármela a la ligera, Chad había mejorado significantemente en estos últimos tiempos y había demostrado buenas estrategias cada vez que nos habíamos enfrentado. Mi mano instintivamente se fue a las pokebolas de mi cinturón, las primeras cuatro; Blastoise, Dragonite, Florges, Steelix… esta iba a ser una batalla muy dura, esperaba poder tener lo necesario para hacerle frente al joven Redflame. Mitsuki, por su parte, se enfrentaría a Emily; ambas entrenadoras eran fuertes, realmente cada una tenía buenas chances de avanzar a la ronda siguiente. Por otro lado, Hubert se enfrentaría a Mizuki… Hubert es uno de los entrenadores más fuertes que conozco, y ciertamente sus estrategias son peligrosas cuando uno lo enfrenta, pero algo me decía que Mizuki se traía un par de trucos bajo la manga… vaya, sería un torneo más que interesante al fin y al cabo. —Será mejor que vayamos a nuestras respectivas salas… buena suerte Mitsu —le deseé a la joven, agarrando a Teddiursa en mis brazos. Starmie fue regresado a su pokebola un instante después. Antes de llegar a la sala, pasé por el centro pokémon y recuperé tanto a Flareon como a Alakazam; no creía realmente que fuese a usar a alguno de ellos dos en la batalla contra Chad, pero más valía prevenir que lamentarse después. Luego hice mi camino hasta la sede del Torneo Óleo; una vez en la puerta, me frené, tomé aire y finalmente me adentré al campo de batalla.
Ingrese al centro pokemon detrás de Effy, no tenia na estrategia de verdad en estos momentos pero ¿Qué más da? tenia a mis pokemon y ellos eran lo suficientemente fuertes, ya se nos ocurriría una estrategia en el campo de batalla. Mi rival era una entrenadora llamada Emily, no la conocía pero esta seguro era una oportunidad para conocer más entrenadores como ella. Espere a que Effy curara sus pokemon primero y luego yo hice lo mismo. Guarde las 4 pokeballs en mi cinturón y le sonreí a Effy, no era necesario desearle suerte, ya que todo que tuviera ojos sabría que ella es demasiado fuerte. —Suerte, Effy—Le desee suerte de todos modos. Salí del centro pokemon y me dirigí a donde se llevaría acabo los combates y entre a mi sala a esperar a mi oponente.
— Bueno, Liza, lo siento pero debo irme ya que soy la primera en sacar~ — le di un abrazo a la chica antes de salir corriendo hacia la sede nuevamente. Cuando ingresé al lugar observé a Hubert sentado en el sofá, ¿enfrascado en una lectura? Posiblemente. — ¡Suerte con Mizuki, Hubert! — le deseé pasando a su lado rápidamente. Por las pantallas pude comprobar que Effy y Chad ya estaban en la sala de combate. — ¡Suerte chicos! — dije a las pantallas con deseo de que llegase a ambos y finalmente me introduje en la que sería mi sala de combate.
—¡Buena suerte, Emily! —vociferé colocando las dos manos alrededor de mi boca y la despedí agitando el brazo alegremente. Instantes después de que hubiera desaparecido finalmente de mi vista, me giré hacia donde estaba Glaceon para mirarla con seriedad, acercándome de brazos cruzados a ella. —Glaceon eso no está bien, ¿por qué tratas así al pokémon? —ésta se limitó a desviar la mirada sin importarle lo que le decía, a lo que no pude evitar reprimir un suspiro cansado. —Como sigas así no vas a conseguir nada de mí, y lo sabes. Me agaché para tomar al pequeño Poochyena del suelo y le acaricié la cabeza con una sonrisa avergonzada, disculpándome por su comportamiento, pero entonces caí en algo; ¿un Poochyena shiny? ¿De qué me sonaba? Giré sobre mis talones y allí le vi, tal y como esperaba. —¿Se te volvió a perder, señorito despistado? —reí suavemente colocándome detrás de él y subiendo al pokémon a su cabeza. @Arno Dorian
Sentí como colocaban a un pequeño pokemon de un color dorado sobre mi cabeza y me voltee para ver a la persona que me había hablado, por lo visto estaba en lo cierto, la persona que había creído ver con esa gorra y esa coleta saliendo de ella era la que yo creía. —Hey Liza! Bueno al parecer si soy bastante despistado verdad?— decía mientras una ligera risa salia de mi y tomaba a Poochyena en brazos que al instante salto a los de Liza, era un tanto cariñoso con ella, le tenia un afecto desde que la conoció y me parecía algo un tanto normal, Liza era demasiado cariñosa con los pokemon. @Liza White
—Un poquitín... bastante, sí. —asentí divertida mientras cogía con algo de sorpresa en brazos al Poochyena, que volvió conmigo al instante. Lo abracé con una tierna sonrisa, el pequeño era demasiado adorable. —Parece que Poochyena ya no te quiere, ¿no? —bromeé sacándole la lengua mientras el pokémon me seguía el juego negando con la cabeza, para luego reír dándole a entender al entrenador de que no era verdad. —Y bueno, ¿qué hacen por aquí?
—Bueno... Pensábamos entrar al Torneo de Oleo pero al parecer llegamos bastante tarde para registrarnos...— exclame bajando la cabeza aunque luego la subí con mas animo mientras acariciaba a Plusle en mi hombro. @Liza White
—Yo tampoco he podido participar, pero porque ya lo hice en el primer torneo Óleo. —suspiré desviando la vista hacia la pantalla de televisión, donde cada entrenador comenzaba a aparecer en sus respectivas salas de combate. —Pero en fin, otra vez será. —dije finalmente volviendo a mirarlos, acariciando el pelaje del Poochyena en mis brazos.
—La verdad esperaba llegar a tiempo a inscribirme pero bueno... Sera para el siguiente— vocifere con confianza cerrando el puño mientras Plusle imitaba mi acción, ambos eramos muy parecidos el uno al otro, no por nada convivíamos la mayor parte del tiempo juntos. Acto seguido mi estomago sonó mostrando solo una cosa, tenia hambre y se me había olvidado que quería comprar algo para comer. @Liza White
—Así se habla. —asentí sonriente, pero no pude evitar rodar los ojos al oír su estómago sonar; había cosas que nunca cambiaban. —¿Vamos a por algo de comer? Si te soy sincera también me entró un poco el apetito. Glaceon al oír que íbamos a ir a comer, saltó del sillón y se acercó rápidamente a nosotros, dispuesta a acompañarnos a donde fuera para almorzar también.
—Jaja vale pero tu invitas...— exclame en un tono de broma para luego reír —Tranquila invito yo!— volví a reír y salimos del centro pokemon. Mi estomago rugía como un Pyroar, sabrá Arceus desde cuando no había comido decentemente.
—¿A-ah? ¿Y por qué yo? —me quejé viéndolo con el ceño ligeramente fruncido salir del centro, siguiéndolo junto a mi pokémon a la salida. Entonces se rio y dijo que era broma, a lo que yo me limité a inflar mis mofletes y desviar la mirada al habérmelo creído por unos instantes. —Si invitara yo después de lo que comes, tú me arruinas completamente. —comenté con una pequeña sonrisita, pues era muy cierto; Brendan parecía tener un agujero sin fondo en su estómago.
—Oye! Que me coma 3 hamburguesas y 20 nuggets no es estar obeso...— exclame bajando la cabeza mientras luego reía en tono de broma junto a Plusle.
—Yo no dije que estuvieras obeso; te delataste tu solo~. —bromeé con voz cantarina mientras le veía de reojo, divertida, y me adelanté un par de pasos al ver una plaza con varios establecimientos para elegir: cafetería, restaurante, hamburguesería, pizzería... Hmm, difícil elección. —¿A dónde vamos?
Contenido oculto @Hey Miguel @Arno Dorian Me disculpo por haberlos dejado abandonados xD —Buena suerte, chicos —alcancé a decir antes de que tanto Chad como Brendan emprendieran cada uno sus respectivos caminos. Cerré el libro que tenía entre mis manos, mediante el cual pretendía encontrar respuesta a la pregunta sobre los Tangrowh en Galeia. Tenía conocimiento de que sólo los Tangela se dejaban ver en esta región, pero un cortocircuito en mi memoria me impidió determinar las características de su hábitat y la ubicación de éste; aquello justificaba la presencia del libro que ahora mismo guardaba en mi morral... En aquel momento sentí que el sonido de las maracas desaparecía, acompañado por el chirriar de una puerta que se abría y cerraba. —¡Oh, no! —musité con honda preocupación. Levanté la vista rápidamente, preparándome mentalmente para no ver a Maractus y Flare en la sala y correr tras ellos. Todavía recordaba la experiencia de cuando el Plusle de Brendan desapareció estando a mi cuidado... Aquello no me había gustado para nada; la había pasado mal buscándolo, imaginando las reacciones de su entrenador si no tenía la suerte de encontrarlo. Por suerte, esta vez fue distinto: me encontré con Fennekin sentada justo frente a mí. Contenido oculto No había seguido a Maractus al exterior, a pesar de que su música le gustaba. Simplemente decidió quedarse a observarme. Serperior, al fondo de la escena, cuidaba a Maractus desde una de las ventanas. —Chad volverá enseguida —le aseguré con una sonrisa a la pokémon mientras me agachaba para acariciarla. Fennekin movió las orejas, complacida por el cariño. En ese momento, uno de los monitores de la sede del Torneo mostraba a un Mega-Tyranitar golpeando a... un Mega-Steelix. —Bueno, en realidad tardará un poco —aclaré, recorriendo el suave y cálido pelaje de la tipo fuego de Chad con la yema de los dedos—. En éste momento está enfrentándose a un desafío demasiado duro —reí mi propio chiste—. En fin, ¿qué dices si damos un paseo por la ciudad? El día está espléndido. Por toda respuesta, Fennekin dejó escapar una exclamación alegre y, con total confianza, saltó a mis brazos para que la alzara. Sí que era cariñosa. —¡Vamos, amigo mío, a ti también te vendrá bien este brillante sol! —dije a Serperior al tiempo que me acercaba a la puerta de salida. Salí al exterior escoltado por mi inicial y con Fennekin en mis brazos. Seguimos el eco de la música de Maractus, quien no se hallaba lejos.
Salí del laboratorio con una sonrisa —Por fin tengo mis primeros pokémon, aún no me lo creo. ¡Hoy por fin comienza mi aventura!—exclamé entusiasmado sin saber por dónde empezar, en ese momento solo quería estar con mis pokémon—Salid todos—. Chikorita, snubbull y hoothoot salieron de sus pokeballs y corrieron hacia mí. Al verlos me embargó una sensación que nunca antes había sentido, era una mezcla de felicidad, nervios y orgullo. Corrí en dirección al parque y una vez allí nos pusimos a entrenar, nuestra primera sesión de entrenamiento. Al rato, decidí sentarme a descansar mientras ellos continuaban incansables, para ser tan pequeños tenían mucha energía. Pasada una hora me di cuenta de que se me estaban cerrando los ojos. —Bueno, creo que es hora de marcharnos, como siga aquí me voy a quedar dormido, regresad. Y ahora, ¿qué hago? Bueno, me daré un paseo por la ciudad para conocerla—. Dicho lo cual, guardé mis pokeballs en la mochila y comencé a recorrer la ciudad de arriba abajo, no sin antes pasar por una tienda a comprar un dulce, me rugían las tripas.
Serperior, Fennekin y yo alcanzamos a Maractus al cabo de dos cuadras, cuando se detuvo para danzar alrededor de un árbol que quedaba frente a una tienda en la que se vendían dulces, ante la mirada curiosa de los demás peatones de la ciudad. Algunos se alejaban siguiendo el compás de la música con movimientos de cabeza; lo mismo hacía la Fennekin de Chad en mis brazos. —Bueno, ya que estamos aquí, ¿gustan unos dulces? —pregunté a los pokémon con una sonrisa. La sola mención de las golosinas hizo que Maractus se quedara completamente tieso. Ante de que me diera cuenta, lo tuve frente a mí asintiendo enérgicamente con la cabeza, mientras en sus manos las maracas vibraban con más intensidad. Fennekin comenzó a ladrar su nombre, contenta con la idea, mientras que Serperior declinó la invitación con suma educación y elegancia. En ese momento, miraba con curiosidad hacia el interior de la tienda. —Ustedes dos esperen aquí —le pedí a mis tipo planta, quienes permanecieron en la acera mientras yo ingresaba a la tienda con Fennekin en brazos. Nada más ingresar, tuvimos un leve choque con otro entrenador que, en ese momento, salía con una golosina en mano. —¡Los sentimos! —me disculpé con el chico que tenía frente a mí. Fennekin ladeó la cabeza, intrigada por la presencia nueva— ¿Estás bien?