Hacía todo lo que podía para mantener animada a Mizuki, incluyendo actuar como tonto, quería verla por lo menos, alegre
Me levante de la cama de un salto y miré a Rojo --Te gusta esa pared ¿eh?--Le dije sonriendo levemente
Me puse a pensar en lo de ayer, finalmente había tumbado la cortina de mentiras y misterio de Mizuki, ella sabe que la puedo ayudar, no importa cuan difícil sea...
Pidgeotto sobrevoló algunas zonas zonas de Galeia al azar, hasta pasar sobre las nubes que proyectaban frescas sombras sobre algunos barrios de Ciudad Óleo. Mi memoria me dictó que este era el lugar donde Rojo vivía, ya que una vez estuve en su casa. —Su casa quedaba cerca de esta esquina —le dije a mi tipo volador después de que aterrizara cerca de una tienda de comida. Mi inicial y Maractus bailarín ya estaban junto a nosotros, en tanto que Cottonee dormía sobre mi cabeza— Síganme...
Me puse a vagar por la casa, no sin antes llevarme una regañina de mi madre por que supuestamente no había recargado la batería se su auto —¿Cómo ese pedazo de hojalata drena una batería tan rápido? —dije un tanto mosqueado—
Justo en el momento en que regresaba a Pidgeotto a su pokébola, la vi. Debía admitir que la casa de Rojo contaba con un arquitectura agradable. En cuanto la vi al doblar una esquina, no dudé en acercarme a su puerta y golpearla suavemente con los nudillos... Esperaba que se encontrara... Y que no significara molestia hacer entrar a Serperior, Maractus y Cottonee en caso de que me dejara pasar... @Rojo FireRed
Antes de que pudiera ver que diablos sucedía con el auto de mi madre, abrí la puerta, era Hubert —¡Anda ya! Hola Hubert —saludé al muchacho que se apareció por aquí—