Me sorprendí al escuchar que su equipo había perdido, los otros dos debian ser muy fuertes para vencerlo. — Si te hace sentir mejor, eres el entrenador mas fuerte con el que he luchado. —Fósforo asintio repetidamente para animarlo tambien. — Me ha ido bien... —dije tranquilamente—. ¿Quién es ese pequeño de ahí? —señale al pokemon que se escondia atras.
—Gracias por el halago, Chad —sonreí—Y no te preocupes, pues yo sigo de maravillas: la derrota casi nunca me afecta; más bien, la derrota me enseña. En tanto decía esto, Cottonee purgaba por mantenerse apartada del contacto visual del chico y Combusken. Varias veces había intentado meterse en mi mochila, pero se encontró con que sus interiores estaban ocupados por el huevo pokémon que me habían dado esos bailarines de Isla Caballete. Hasta intentó ocultarse debajo de mi camisa, sin éxito. Lo rescatable de estas acciones era que al pequeño pokémon ya no le incomodaba mantenerse cerca de mí: me estaba tomando confianza. Era bueno, eso podría significar que ya no desaparecería como lo hizo antes. Eso sí, sus intentos por esconderse terminaron haciendo más evidente su presencia, porque Chad alcanzó a verla. Cuando preguntó por ella, y a pesar de que yo no podía verla, sentí cómo se quedaba paralizada y me imaginé que se ruborizaba intensamente. La verdad es que era extraño conocer a un Cottonee así, ya que tenían fama de juguetones. —Esta pequeña es el último pokémon que capturé —respondí, dándome repentinamente mediavuelta, para que pudiera verla— Saluda a Cottone; Cottonee, ellos son buenos amigos nuestros, Chad y Combusken. La tipo planta/hada dirigió una mirada entre tímida y nerviosa a sus nuevos conocidos. Cuando vio a Combusken, un pokémon de tipo fuego, sobre el que su tipo Planta era débil, y su tipo Hada no era muy efectivo, dejó escapar un gemido. Volvió a esconderse de ellos, esta vez acurrucándose en mi pecho. —No te preocupes, Chad —dije, mirando al chico sobre mi hombro mientras acariciaba la bola de algodón—. Es una pokémon extremadamente tímida, pero sé que ustedes se llevarán bien más temprano que tarde.
— Ya veo... —miré a la Cottonee del entrenador. Me puse en cuclillas y meti la mano en mi mochila buscando algo. Saque dos piruletas de cereza, a Fósforo y a mi nos encantaban y siempre las comprabamos para los viajes. Le alcancé una a Cottonee sonriendo. La pequeña tipo planta se asusto un poco cuando acerque mi mano a ella, rei un poco, le saque la envoltura a una y la meti en mi boca. — No pasa nada, ¿ves? —aseguré sonriendo—. Te gustará. Le saqué su envoltura a la otra y probe de nuevo, ofreciendo el dulce a la pequeña pokémon.
Cottone no se sentía muy segura de cómo debía reaccionar. Volvió a acurrucarse en la zona menos visible de mi cuerpo cuando notó el sonido de la desenvoltura. Mas, estuvo poco tiempo escondida, porque asomó la mirada unos segundos después para mirar lo que estaba haciendo Chad. Sus ojitos brillaron cuando notó la dulce piruleta cerca de ella. Aun así, una especie de acto reflejo le hizo retroceder algunos centímetros… “No pasa nada, ¿ves?” fueron las palabras de Chad que la tranquilizaron. La tipo Planta/Hada recordó cuando yo le dije algo parecido en el Claro, cuando tras una larga búsqueda encontramos el sitio hacia donde se había escapado, y donde se puso a llorar sobre mi pecho. Aquel recuerdo pareció animarla. Habrá advertido que Chad y sus pokémon no eran malos, porque tomó rápidamente la piruleta y, tras saborear el dulce, se puso a hacer exclamaciones de gozo, mientras volaba contenta alrededor del entrenador y su Combusken. Una sonrisa se me escapó. —¿Estás listo para ir a la Torre de los Dragones? —le pregunté a Chad al cabo de instante.
Cottonee se veia muy alegre y menos asustada después de comer la piruleta, parecía haber entrado en confianza con nosotros. Hubert solo observaba con una media sonrisa en su rostro, con su siempre templado semblante. "—¿Estás listo para ir a la Torre de los Dragones?" — ¡Sí, más que listo! —respondí de forma entusiasta.
Hice un asentimiento con la cabeza. Al comprender la inminencia del viaje, mis tipo planta regresaron a sus pokébolas a excepción de Cottonee, quien posada sobre mi cabeza disfrutaba de la piruleta que le había regalado Chad. En un veloz movimiento de manos saqué a Pidgeotto de su pokébola. De alguna manera nos ingeniamos para caber cómodamente en su lomo. Emprendimos vuelo en dirección a donde se encontraba la Torre de los Dragones.
Contenido oculto @Dark-chan Aterrizamos frente a mi casa, y bajé de Aerodactyl —Okey, aquí andamos —sonreí mientras esperaba a Mizuki—
Regresé a Aerodactyl a su correspondiente esférico y procedí a abrir la puerta, siendo recibido alegremente por mi madre y hermanos
Tanto mi madre y hermanos recibieron alegremente a Mizuki —¡Mizuki! Cuanto tiempo... ¿Qué tal se porta mi muchacho, eh? —sonrió mi madre, jalándome una oreja— —Vale, vale, duele un poco —le dije con una leve sonrisa a mi madre—
—Jajaja, bueno saberlo, y dime... ¿Es cariñoso contigo? —le preguntó mi madre, de nuevo— —Si, y mucho... —dije, un tanto enrojecido—
—Owww... Mi hijo es todo un Romeo.... —sonrió mi madre, dando a entender que aprobaba nuestra relación— —Ah pues, eso creo... —sonreí sonrojado—
—Bien chicos, pónganse cómodos, yo llevaré a los niños a dormir —tras servir la lasaña en la mesa, mi madre llevó a mis hermanos a sus habitaciones— Seguido, me senté en la mesa, y en cortesía, le serví primero a Mizuki