Kuroki Fusatada Natsu no tenía ni idea que ellas me conocían más a mí que yo de ellas, apenas si sabía el nombre de la niña, no tenía idea de quiénes eran ni de todo lo que decían. No tenía idea que me estaban esperando, ni mucho menos que una de ellas tuviese un mon imperial, es como si todo me hubiese querido dar una lección... y vaya que lo había hecho. Veo que intentar explicarme es inútil, no parecía convencer en lo mínimo a Natsu. Si empecé a decir todo eso es porque ellas mismas ya decían todo lo que sabía, el hecho de mencionar a Rengo, mi nombre, y todo esta situación. Es que no podía ocultarme. Suspiré... Gimiendo en momentos por el dolor que me causaba cuando sentía que me apretaba las heridas para parar con las mismas. No dije nada con todo lo que mencionó... tampoco es como si me dejara. Solo pude suspirar. ¿De verdad tenía que regresar arriesgando obviamente al clan solo con mi presencia? Yo creí que llamaría la atención cuando fuese a Tsu pero no... Resulta que mucho antes ya estaba en la mira. Escuchar su negativa solo me hizo apretar mis labios, sin saber qué decir... no podía hablar con él, estaba molesto y lo entendía. ¿Pero no era razonable mi posición? Suspiré, para levantarme como podía... ¿Y ahora a dónde debería ir? ¿Dónde podrían estar todos sin que alguien del equipo me vea? Sin kimono y todo sangrado es que no estaba precisamente sin llamar la atención. Solo pude llorar en silencio, aún con mi katana en el suelo, sentado en el mismo mientras el aire soplaba, suspiré ampliamente. Y me levanté está vez ya un poco más entero, tenía que admitir que Natsu sabía curar muy bien. Derrotado, visiblemente deprimido, me acerqué a mi arrumbado kimono, manché un poco más de sangre la ropa y la dejé colgada por ahí, dando unos cuantos cortes para despedazarla un poco más, dando la impresión de un trato brutal al kimono para dar la sensación de una derrota y, con suerte, pensar que sea quien fuere se lo llevaron y el kimono fue lo único que quedó. Después de eso, me encaminé en Sigilo de vuelta a las afueras de Chiryu, tenía que pensar algo, no me iba a ir aún pero necesitaba tener una oportunidad para dar con Ayame. El dinero ya no me importaba... tampoco la clase de trasfondo de Ayame, ya no había tiempo...
Calles de Chiryu [Misato; Kenzaburo] —Creo que ese shinobi sabía perfectamente que no podrías resolver esto —dijo sin sonar burlona, realmente lo pensaba, después observó la joya, se quedó pensando unos momentos —Creo que es valiosa; venderla en una ciudad pequeña no creo que sea lo mejor, espera a llegar a una ciudad grande; ve con un herrero —Miró a Kenzaburo y colocó su mano en el pecho —Para mi no tiene valor como shinobi, llama demasiado la atención, la persona a la que se la muestre, jamás olvidaría mi rostro. Ayame afirmó ante la advertencia de Kenzaburo —No debes preocuparte, no me gusta llamar la atención. —La noche se aproxima; creo que estaría bien rastrearlo después de alquilar las habitaciones— mencionó para después recibir el sake; la hizo sonreír ampliamente, algo que no solía hacer a menudo, y antes de que pudiera agradecerlo, Kenzaburo le susurró algo, le respondió con serierdad para después avanzar hacia el Shukusha. Shukusha [Misato; Kenzaburo; Natsu; Rengo; Konoe] Entraron al Shukusha donde Kenzaburo pudo reconocer de vista a Rengo, quien estaba conversando con una joven sacerdotisa. Después se acercaron a la recepción dónde alquilaron las habitaciones pertinentes; fueron quince monedas por cada integrante. Ayame negó la habitación, así que Kenzaburo terminó pagando tres. Natsu no tardó en aparecer por la puerta de entrada; notando la presencia de Misato y Kenzaburo; Rengo seguía distraído tomando té con Konoe. El kimono de Natsu estaba manchado de sangre, provocando que Rengo se levantara para acercarse a él preocupado. —¿Pero qué....?— no pudo terminar la frase. Lo miró directamente a los ojos —Si me estabas ocultando algo; ambos lo hacen ¿Qué está pasando?— su voz era tranquila, no quería sonar como si lo estuviera regañando. Ayame observó la situación alerta; pues las palabras de Kenzaburo la hicieron permanecer en guardia —Ese niño —mencionó ante Kenzaburo —Es el que dicen en Kamakura que es un demonio— miró a Kenzaburo —Pero no lo es, por lo que vi sólo habla solo. Contenido oculto rapuma Kuno Vizard Yugen Insane Afueras de Chiryu [Kuroki] Kuroki sintió una mano en su hombro; no estaba solo. La mujer del santuario le sonrió cuando este la observó. Kawa no estaba allí, era solo ella — No deberías caminar solo en ese aspecto — soltó su hombro. —¿Cómo supe dónde encontrarte? Eso estás pensando ¿Cierto? — comenzó a reír, no era una risa amenazadora, era agradable e incluso contagiosa —Yo sé muchas cosas, Kuroki; pero tu también las sabes, sólo que nunca te es suficiente— lo observó con curiosidad. —¿Quieres realmente saber que es lo que opina Mara sobre ti? —sonrió tomándole la mano, mirando aquella cicatriz —¿Quieres preguntárselo? Contenido oculto Gigavehl
Kuroki Fusatada Contenido oculto: Piano in a Empty Room tengo miedo Conforme fui avanzando, katana aún desenfundada y con Sigilo, me di cuenta tarde que ya ni era necesario estar con la ofensiva en alto, era hasta estúpido, el shock y hasta cierto trauma del encuentro me había dejado bastante mal. Me detuve un momento, sujetándome el ciertamente vendado rostro aún en shock, para secar mis lagrimas y girar la katana para enfundarla, la noche se aproximaba y empezaba a reducir el tiempo. Sin ver ningún rostro conocido o a Konoe por ahí, fui avanzando, totalmente absorto en mis pensamientos cuando de pronto, una mano me tocó el hombro, haciandome dar el respingo mas grande de mi vida para voltear asustado, pensaba que fuese Ayame o Kenzaburo... o inclusive Misato quien me había atrapado pero... ni de lejos... Era... Era ella. Me sonrió, era la misma sonrisa amable que presentó cuando me había acercado a hablarle como a Kawa también, aunque esta vez soltó mi hombro. Estaba claro que la desventaja, si estaba presente con Kawa no me quería ni atrever a pensar con ella. Pero... Kawa no estaba por ningún lado. ¿Porqué? Ciertamente me preguntaba cómo me había hallado pero mi mayor duda y miedo era Kawa. Aunque de verdad no parecía estar por ningún lado, dioses. Era mala jugada tras mala jugada hoy. Aunque su risa ciertamente me calmó, inclusive hasta me hizo sonreír un instante pero era más la incertidumbre que otra cosa, sí que temía ser emboscado en cualquier momento. Esa misma mirada curiosa... ¿Porqué? Yo solo pude bajar la mirada, visiblemente derrotado, la adrenalina del momento se había esfumado por obvias razones y tampoco me quedaban muchas fuerzas después de tremendo esfuerzo. —Siempre fui demasiado curioso... Siempre vi que para entender a las personas o las situaciones se tiene que dar con todo el contexto para dar con una opinión firme y sólida. Para que cuando se hable se sepa qué hacer, me han derrotado, lo admito. Pude haber muerto... también lo admito. Tampoco peco de orgullo—. Dije, abatido, cuando mencionó lo otro, dejándome congelado. Sin saber qué decir de forma verídica. Analicé mil veces las palabras finales que me dedicó, miré sus gestos, cuando me di cuenta me tomó la mano donde hice el pacto, lo sabía.. Sabía que estaba conectado a Mara de alguna manera pero... Dioses, he aceptado mi error. Esto comenzaba a superarme. Miré a los lados, esperando a Kawa pues sentía que de alguna manera era una distracción, era normal que estuviera asustado si apenas escapaba de la muerte por Natsu. Luego volví a mirar a aquella mujer, con temor, bastante temor. Derrotado... —Es la idea—me sinceré. —¿Para qué mentir? Ambos sabemos que era mi intención... A-Aunque- Me corté, era tal el nivel de shock y de temor que no sabía que hacer. >>No lo entiendo. N-No sería tan fácil... ¿verdad? Quiero decir. Técnicamente perdí el combate, no entiendo porqué me ofreces esta oportunidad. Simplemente, yo... Ah, no creo que esté nada contento conmigo.—desvié la mirada, tenía tal nivel de conflicto emocional que ya ni sabía que hacer. ¿Porqué? ¿Porqué volvía? Estaba destrozado, era claro.
Natsu Gotho Sus pupilas divisaron al hombre con el que se había encontrado hace un rato ya, sin prestarle mucha atención en realidad al escuchar a Rengo hablarle al acercársele. Sus facciones se suavizaron al mantenerse en la ambivalencia, pues había dejado al mocoso atrás, suponiendo que era lo mejor, mantener lejos aquella luz brillante de Kuroki luego de salvarle la vida. Si recapitulaba... el salvar a Takano de la muerte, a Rengo y ahora a Fusatada. Frunció ligeramente el ceño. Todos eran un completo fastidio. —Traté de atrapar un par de ranas, eso es todo —murmuró desinteresado, caminando hacia los baños para quitarse las prendas manchadas y sujetar unas nuevas, regresando sobre sus pasos hasta Rengo.
Konoe Suzumiya Shukusha La katana enfundada chocó con fuerza contra el arma de Rengo. El joven samurái había detenido sin dificultades el ataque y pronto el entrenamiento tocó a su fin. Konoe tomó aire y lo exhaló con lentitud por la boca regresando la katana a su lugar en el hakama. Nadie había resultado herido y eso era todo un alivio. Los sucesos se precipitaron entonces. Natsu pareció tensarse, su semblante se agravó y una sensación extraña sacudió su propio cuerpo al percatarse. ¿El templo? Oh dioses, realmente le hacía ilusión visitarlo. Pero tal parecía ser una ocasión muy poco adecuada. Ambos hombres parecieron sumidos en un asunto que escapaba a su comprensión. Con solo miradas parecían entenderse y Konoe comprendió que Rengo no parecía especialmente emocionado con la idea de visitar el santuario. "Que el idiota permanezca aquí" ¿Huh? Aquellas palabras en su oído hicieron eco directo en su cabeza. El tono profundo y hosco con el que fueron pronunciadas. Separó los labios para decir algo, tal vez reprochar la forma en que lo había llamado, pero no encontró palabras. Sentía, en algún lugar, que Natsu estaba tratando de proteger a Rengo. Y una vez Natsu se marchó, la joven saderdotisa dirigió su mirada hacia él. —Rengo-san, regresemos al shukusha—le dijo al joven y deslizó nuevamente un mechón oscuro tras su oreja al inclinar ligeramente la cabeza—. Sí hace algo de frío. El interior nos mantendrá calientes. ¿No te gustaría un poco de té? De esa forma ambos regresaron al Shukusha. El tiempo transcurrió sin incidentes aunque la muchacha se sentía extrañamente inquieta. ¿Qué implicaba la gravedad en el semblante de Natsu? ¿Qué era ese presentimiento desagradable que se cernía sobre la imagen del templo? ¿Por qué le había pedido que mantuviera lejos a Rengo? La puerta corredera se abrió entonces y Natsu ingresó en el Shukusha. Sus ropas manchadas de sangre fresca y las mangas rotas fue lo primero que captó su atención. La imagen la golpeó con la contundencia de un mazo y el corazón le dio un brusco vuelco en el pecho. —¡Gotho-san!—exclamó conmocionada y se levantó apresuradamente de la mesa—. ¿Qué sucedió? Ranas fue la respuesta. ¿Ranas? Contrariada permaneció en pie con el corazón latiéndole fuertemente mientras lo veía marchar. ¿Qué clase de ranas provocaban tal derramiento de sangre?
Misato Aoyama Caminé en medio de la multitud, donde muchas voces se cruzaron confundiéndose entre sí, aunque tal nivel de confusión, miedo, rabia y frustración que rondaba mis pensamientos dejaba al bullicio de la ciudad como un jardín zen. Las imágenes....aquella imágenes; Kuroki luchando, la mujer de mirada siniestra capaz de helar la sangre y la chica albina... ¿Porqué no intervine? ¿Cuestión de honor? ¿Miedo a lo sobrenatural? Kuroki era lo bastante fuerte para lidiar y enfrentar a alguien con su valía...el no caería tan fácil...podía ser digno de reconocimiento por su sentido del honor...yo...sentí que faltaba a su honor si intervenía...eso mismo sentí...hasta que las palabras hicieron acto de presencia. Un plan de hace varios inviernos...Seguidoras de Mara...¿Mara? Rengo...¿Demonio? Mara según había leído busco impedir la iluminación de Buda, según aquella religion...mis recuerdos viajaron entonces hasta mi infancia, donde obviamente me iniciaba en el sintoismo, aprendía a practicarlo...pero eso no me impedía leer sobre las otras religiones practicadas más allá de Japón. Muchas veces lleve sorpresas agradables pero no fue hasta encontrar cierto pergamino donde supe que el mundo de los Dioses podías encontrar cosas... inquietantes. Mara... Como olvidar aquel aspecto demoníaco, conocido como Mara...Dios del deseo y la destrucción. Una deidad inteligente capaz de lograr que humanos corrientes actúen como piezas a su favor... "Estoy más cerca de el de lo que tú puedes creer y entender...eres tú quien no lo verá nuevamente no lo conoces lo suficiente...se lo que busca. ¿Verlo? ¿Kuroki estaba en contacto con una deidad de tal naturaleza? ¿Al igual que las guerreras siniestras? Si definitivamente el hijo de Satou cruzaba una senda muy peligrosa y oscura...¿Pero porqué? Presentía un gran peligro para nuestro clan. Tome el Lalago y lo observe con preocupación, el amuleto brindaba protección y fortuna para su portador, la única fortuna además de cumplir la misión era saber que había detrás de lo ocurrido en Tsu, aquello fue un ataque a todos. Y justo iba a rezar y quizás a investigar, Chiryu era una ciudad tranquila ¿Que podía ocurrir salvo relajarme? Y para mí "fortuna" la información llegó, aunque más que sentir satisfacción, la intriga lleno mi corazón...parecía no estar preparada para escuchar todo aquello...pero lo hice. Ahora...no estaba segura donde empezar a actuar. Llegué hasta donde Kenzaburo, escuché sobre la ruta secreta de hasta Tsu...vaya no sé si ahora deseaba ir...lo que esperaba que ocurriera se dio inesperadamente, atendí las indicaciones de la Shinobi a pesar de estar aún absorta en mis pensamientos...ahora debíamos ir al Shukusha...algo de relajamiento no iría mal.... Pero no contaría con ello... Cuando entramos al hostal, estaba a punto de deshacer el nudo para liberar mi cabello para tomar un baño hasta que....lo vi. —eh... imposible Allí estaba el, no podía ser...Rengo ,la persona que figuraba entre los posibles interesados en las cercanías de Tsu y su santuario estaba allí presente ¡Justo el mismo día que Natsu! Demasiadas casualidades debía estar ocurriendo algo con Kuroki y este par; el debía mencionar hasta la última verdad oculta a penas lo encuentre. Pero ¿Estará bien? Dioses, debía haber intervenido si quería protegerlo, ya estaba tardando demasiado... "Es el que dicen en Kamakura que es un demonio pero no lo es" Y Lo volví a escuchar...sentí mis nervios crispar a niveles alarmantes Ayame había mencionado lo mismo que en el santuario...no sabemos con que podía referirse a demonio pero no me fiaria mucho de el, solté un suspiro mientras jugaba con un mechón de mi cabello...no era momento de estallar y encarar al niño raro, estaba en compañía de una Miko, no sabía si fuese a reaccionar de forma agresiva o poco favorable...algún día debía encararlo... Cuando por fin estaba algo serena, senti unas pisadas aproximarse y pertenecían al mismo Natsu, Kenzo tenía razón el junto al chico extraño buscaban algo y parecían seguirnos. Y sentí mi calma disiparse de nuevo al ver al hombre con grandes manchas de sangre en su kimono ¿Donde había ido? ¿Habría asesinado? Eso y el hecho de que Kuroki aún no llegaba aceleró los latidos de mi corazón. Mordí mi dedo índice por aquella imagen, demasiadas cosas ocurrían y no sabía que pensar...Dioses guienme por favor. —Señor Kenzo tengo algunas dudas sobre nuestra visita a la herrería ¿Podría atenderme?—menti y lleve al samurái hasta unos pasos más atrás me acerque a su oído — Kenzaburo...Kuroki ha tardado mucho, si no llega debemos buscarlo, ver a Natsu me ha inquietado...yo...recomendaría alertar a los que usted pueda señor, a quien sea en el clan—sugeri algo nerviosa pero concisa, todo se tornaba peligroso y nisiquiera llegabamos a Tsu.
Kenzaburô El ronin se volteó a ver a Rengo y a su acompañante sin problema, pecando quizá de un tipo sin tacto para estas cosas de espía. Los observó unos momentos intensos, sobre todo a Rengo, pensando en las palabras de Takano al decir que su hermano pequeño era el mejor instrumento para la tarea que requería. Luego el comentario de un demonio, solo hizo que el espadachín enarcara una ceja. ¿Ese chaval, un demonio? La verdad es que Kenzo estaba lejos de querer ser parte de una trama distinta a la que se le ordenó. —El hermano menor de Takano. —dijo Kenzo a su informante para luego ver la entrada de Natsu al complejo. El ronin gruñó y lo miró fijamente, siguiéndolo con los ojos cuando el sujeto desapareció por una de las puertas. —No están aquí en nombre de los Minamoto. Natsu hubiera entrado en contacto cuando nos vimos en la armería. Debemos tomarlos como potenciales enemigos, es decir, vigilarlos y esperar que no se crucen en nuestros planes. —dijo tanto para Misato como para Ayame. Y entonces Misato lo tomó de la muñeca y jaló de él para llevarlo aparte. Kenzaburô escuchó con atención las palabras de la mujer y asintió levemente, dándole a entender que se encontraba de acuerdo con su razonamiento. —Pensaba escribir una carta a Takeda. Le redactaré de nuestro encuentro no deseado y de la desaparición de Kuroki, aunque intentaré ver dónde se metió. —recordó las ropas con sangre de Natsu. —El rastro de sangre me llevará a las últimas pisadas de ese sujeto que está con Rengo. Pero recuerda Misato. —y la tomó de los hombros con ambas manos. —Nuestro deber está con Takeda. Con los Minamoto. Tenemos una misión y no me importa lo que pueda ocurrir de por medio. Soy alguien práctico y eso quiere decir que dejaré de tener el plan en mente sólo si la guerra estalla em nuestro camino. Una guerra, señorita Misato; no una trifulca o una pequeña distracción fuera de nuestra tarea. Tenemos un deber y espero lo entiendas. Miró hacia los lados y se separó un poco de la mujer. —Ya tienes la habitación y Kuroki también. ¿Vienes conmigo a intentar dar con el paradero del crío? ¿O prefieres descansar? —miró hacia Ayame y se acercó a ella. —Puedes partir. No te distraigas y ve directo a tu objetivo. Gracias. Quiso despedirse con un abrazo, quizá un pequeño beso, pero simplemente desvió los ojos y se separó de ella. Una última cosa antes de encontrarse con un mito. Contenido oculto Rastreo a Kuroki y si no se puede rastreo la sangre!
Misato Aoyama Kenzaburo estaba al tanto y también desconfía de Natsu y el niño raro al punto que podría enviar un mensaje a Takeda muy pronto...debíamos estar pendientes incluso con el deber en nuestras manos, asentí a todo lo que el mencionaba de la guerra. Tampoco era ajena al tema de la misma, la verdad rogaba por qué fuese solo algo que involucre flechas, espadas y tacticas de marcha y defensa del terreno. —Lo entiendo Kenzo-dono, no abandonaré la tarea por nuestro líder—susurre observándolo a su tosco y severo rostro. —Descansare luego de acompañarlo, aún creo que debo decirle algo depende de lo que encontremos, solo demos un vistazo al rastro y continuemos continuemos preparandonos para partir—dije sin dar más detalle, lo visto en aquel santuario no era fácil de procesar y solo necesitaba encontrar a Kuroki para saber de qué se trataba todo el "plan". Tal vez Kenzo debía estar hastiado por tantos imprevisto, el deber era el deber, solo cabía sortear las amenazas en su momento y enfocarnos en un... Dragón... todo el viaje se había convertido en un recordatorio para no relegar el mundo espiritual a segundo plano.
Kenzaburô Observó a Misato por unos momentos antes de afirmar con su cabeza. Todo este misterio no le gustaba, era un hombre práctico después de todo; las cosas claras y las decisiones firmes. Nada más. —Investigaremos un poco, recuerda que si un Taira está en la ciudad eso quiere decir que habrá patrullas. —recordó las veces que estuvo en un calabozo por entrometer la nariz donde no debía. —Rastrearé un poco, al menos para tener una idea de dónde se encuentra el chico. Nada de llamar la atención. Sígame, señorita Misato.
Shukusha [Misato; Kenzaburo; Natsu; Rengo; Konoe] Rengo observó a Natsu, iba a responder pero este se escapó de aquellas palabras dirigiéndose al baño a eliminar su evidencia —¿Explotaron las ranas?— preguntó ingenuamente al aire, para después mirar a Konoe con confusión, tratando de imaginarse un escenario así; no tardó en comenzar a reír —Perdió una pelea con ranas, ya veo —mencionó mientras miraba a la nada —Ya veo, Natsu. Se giró nuevamente hacia Konoe —Es la segunda vez en el día que Natsu se ensucia en el día; seguramente creerás que esa es su naturaleza; estar sucio o maloliente —dijo nuevamente exponiendo a Natsu ante Konoe —Y nuevamente vemos como regresa al agua, cual mapache, siempre lavando sus manos porque se ha ensuciado. Te diría que fuéramos a molestarlo a los baños —miró directamente a los ojos a Konoe —Pero eso te incomodaría ¿cierto? —sonrió. Kenzaburo y Misato hablaban de su misión a su vez del tema de la desaparición de Kuroki. Ayame afirmó ante las órdenes de Kenzaburo; no necesitaba decir mucho, sabía perfectamente lo que pensaba al respecto, le entregó una bolsita con monedas y sonrió al verlo manejar la situación con liderazgo, después salió del Shukusha lista para su misión. Kenzaburo y misato también salieron, esta vez siguiendo un rastro. Contenido oculto rapuma Kuno Vizard continúen leyendo en Santuario Yugen Insane Afueras de Chiryu [Kuroki] La mujer se volvió a reír —Sólo quería saber que es lo que querías; no planeo decirte; ni yo misma sé que piensa de ti, no quiero preguntarle eso, a veces no responde; seguramente esta sería una de esas veces. Es muy molesto oírlo cuando no quieres hacerlo, no te recomiendo desear hacerlo. Te puede llevar a la locura, lo ha hecho con varios — dijo sin ninguna pizca de maldad en su tono de voz, incluso parecía estar disfrutando de la plática —A veces uno debe colocar las palabras que la otra persona quiere escuchar para obtener la información que se necesita. Le dio dos golpecitos en su cabeza —Natsu te ha salvado, de muchas formas que tú no eres capaz de entender — sonrió —aprécialo, y comienza una vida alejada de estas cosas—se comenzó a alejar despacio de Kuroki —Esa es una deuda que tienes conmigo, quieras o no. Te vuelves a inmiscuir con Natsu o Rengo y no será Kawa solo la que te busque, me encargaré yo misma, Kuroki —le dio la espalda —Mi nombre es Kyogi, te lo digo para que no le estés preguntando a nadie mas —comenzó a reír nuevamente mientras se alejaba —niño curioso. Contenido oculto Gigavehl Santuario [Kenzaburo; Misato] Llegaron allí por el rastro de sangre seguido por Kenzaburo; regresando al santuario dónde Misato había visto la pelea con Kuroki. Allí pudieron ver un gran charco de sangre, para después encontrar el viejo kimono de Kuroki, lleno de sangre y rasgado. De la mancha de sangre, pudieron seguir los pasos que fueron dejando al inicio; pero después aquellas huellas se perdieron. No había manera de seguir a alguien con sigilo, Misato lo sabía muy bien.
Kuroki Fusatada Escuchar nuevamente esa risa me hico fruncir el ceño confundido... ¿De verdad no era una trampa? Pues parecía que no. La escuché con atención a pesar de todo, parecía que al final no me iba a hacer escuchar nada, pero me sorprendía que no solo ni ella supiera si no que tampoco planeaba hacerlo. Locura... Pero ni Natsu ni Rengo parecían... enloquecer. Sus últimas palabras me dejaron muy reflexivo, al final me hizo olvidar el temor que sentía, ver... su extraña honestidad me hizo calmarme al fin. Luego sentí sus leves palmadas, casi como si fuese su hijo o algo, quien le daba una lección por haber hecho simplemente una travesura y siguió hablando. Solo pude quedarme en silencio, cuando llegó a la parte de alejarme de Rengo. —Pero...—mas no supe qué decir. Honestamente si me dejaba de castigo escuchar a Mara el resto de mi vida sonaba bastante justo, pero no. Nuevamente me daba la opción... Solamente, suspiré, mientras yo también le daba la espalda, viendo una pequeña piedra para patearla, frustrado. Chasqueé la lengua, nada cambiaba lo de los Minamoto. Misato me vió y no me iba a arriesgar a un interrogatorio. Solamente me quedó volver a caminar, cuidando de no dejar rastro alguno, para ver el Establo a lo lejos y comencé a escalar las casas para estar en su techo e ir saltando de tejado en tejado hasta quedar cerca de ese sitio y procedí a acostarme en uno de los techos, mirando el cielo... derrotado, y deprimido. Todo se me había venido abajo en una simple mala decisión. ¿Qué me quedaba? ¿Solo dar media vuelta y abandonar a todos? "Me prometiste que no estaría solo... me has traicionado" ¿Debería dejar que se cumpliera..?
Misato Aoyama Seguir el rastro de sangre. Solo saber del combate de Kuroki con las misteriosas mujeres aparentemente relacionadas al clan imperial, a la vez que Natsu y Rengo casualmente hicieron presencia quien sabe con que intención mantenía en vilo sobre el destino del joven albino. Kenzo siguio el rastro y a medida que se acercaba a una ruta familiar sentí un escalofríos ¿Porque tenía que ser el santuario? —por lo que más quieran, que no haya ocurrido...—murmure rogando por no encontrar el peor de los resultados, cerré mi ojo izquierdo en un intento vago de evadirme alguna visión chocante. Cruzamos el arco Torii, debía estar lista para ver el horror, uno donde pude haber intervenido aún a cuesta de mi propia vida. No había nadie, ni siquiera Kuroki...caminé tras los pasos del samurái hasta que esté se detuvo, divisando algo no acordé con el santuario. Dos pasos al frente y ante nuestras miradas una seña que no era para nada agradable. —E-esto es—senti que pronto no podría articular frase alguna, mi corazón aceleró sus latidos entre más escrutaba aquella ropa rasgada y sangrante— oh dioses...esto es el k-kimono de K-kuro— tome entonces la tela del mismo recordando su textura, lo había sentido desde el abrazo de despedida antes de partir de Kamakura...despedida...¿Se habría cumplido como tal? ¿Estaba destinado a ser un abrazo de despedida? Solo negué mientras podía sentir mis ojos humedecer ¿Por qué no intervine? —Pero ¿Que h-ha ocurrido? Donde ¿¡Podrá estar!? Su cuerpo— Con las ropas en una mano busque algún vestigio de donde podría estar, encontrarlo herido, no podía...no podía imaginarlo como un cuerpo sin vida. Busque y busque con ansiedad en cada rincón a la vista del santuario pero misteriosamente no había rastro salvo el de Natsu con la sangre...¿Acaso el habrá...? Luego sentí aún más culpa, pude haber intervenido, pero...algo oscuro, la advertencia de Kuroki y las revelaciones sobre Rengo...aquello era demasiado para pensar. —Kenzo-san...—me acerque al samurái mi voz era similar a la de una niña abatida en ese momento— ¿recuerda q-que iba a mencionar algo según lo que descubriese en este l-lugar?—le hablé sin mirarlo con ambas manos sosteniendo el kimono rasgado— Al salir de las ruinas vine a este santuario a rezar...cuando llegue e-encontre a Kuroki enfrentándose a una mujer de cabellos blancos... estaba en compañía de otra mayor de cabellos negros...tal vez sean las que vinieron desde el corazón del imperio—mi voz bajo a casi un susurro como para evitar ser escuchada por algún intruso—seguro pregunta porque no intervine o n-notifique—deje escapar una risa lastimera muy breve...estaba afectada hasta los huesos— pensé en intervenir pero...al verlas a los ojos, algo más ocultaban... parecían estar amparadas por una fuerza extraña y oscura...decían tener contacto con Mara...una deidad oscura, no se que podrían planear pero este chico Rengo...tiene algo que ver. Enfoque mis ojos en el samurái aún con la vergüenza inundandome. —Kuroki noto mi presencia y el grito con un gran temor, no quería la intervención de nadie parecía aterrado y furioso....no entiendo pero la mujer mencionó el contacto de Kuroki con Mara...¿No entiendo cómo termino involucrado? limpie algo de mis lagrimas, di unos pasos mirando a ningún lugar en especial. —He enfrentado bandidos, samurais, ronin y más recientemente a un ninja, pero no soy capaz de entender el mundo de lo oculto...no sabría que artimaña dispondría la mujer...su mirada inspiraba un aura muy pesada, el dragón es solo una parte de lo que nos espera...debemos tener muy en cuenta que trataremos con fuerzas desconocidas. Aunque nos desagrade la idea. Tome con cuidado el kimono y lo doble para evitar que mancharse mis manos al menos no tanto, mire nuevamente a Kenzaburo quien podría tomar con hastío toda la información. —Eso es todo, me avergüenza no haber actuado pero...sentí necesario mencionar estás pistas ...no sabemos dónde está Kuroki, no podemos decir que este o no con vida...o si Natsu o la mujer le hicieron algo. Guarde silencio. >>Usted decide que hacer, si enfrentamos a Natsu o Rengo podríamos comprometer el futuro de la misión, deberíamos seguir buscando a Kuro o continuar a Tsu...espero su carta llegue a manos de Takeda y decida como actuar.
Kenzaburô Seguir el rastro de Natsu había resultado eficaz; la sangre los llevó hacia el santuario donde encontraron rastros de una pelea y un kimono desgastado, el de Kuroki según las palabras de Misato. Kenzo se acuclilló y observó las gotas de sangre. Tocó una de ellas y con ayuda de su dedo índice y pulgar la desparramó sobre la yema del índice. Estaba coagulada, había pasado un tiempo desde ese enfrentamiento. Luego se irguió y siguió los pasos de Kuroki, aunque los perdió de vista a unos pocos metros saliendo del santuario. Arrugó la nariz. —Mala cosa. —dijo en voz alta, mirando la penetrante oscuridad. Se giró y volvió con Misato y olfateó el kimono. —Alguien tendría que haberlo visto, el rumor no tardará en flotar por la ciudad. —miró hacia los lados. —Deberíamos abandonar esta zona antes de que nos culpen. Cuando se decidía a abandonar el templo la señorita Misato le reveló la información que sabía. Kenzo la miró con seriedad, aunque era una seriedad íntima de la situación en la que se encontraban, no una relacionada al malestar del momento. El ronin suspiró y se frotó los ojos. —Ahora entiendo a Takano. —dijo entre dientes. —De acuerdo. No tienes la culpa, actuaste bien, aunque si me hubieras dicho podríamos haber hecho algo. Tenemos que tomar en cuenta que Kuroki decidió por él, dejando la misión y el encargo de Takano en segundo plano. Sabía las consecuencias. Se quedó mirando en silencio el exterior, pensando. ¿Cuánto tardaría Ayame en llegar a Gifu? —Haremos esto. —dijo mientras empujaba suavemente del hombro a la mujer a la salida del santuario. —Nos llevaremos el kimono y se lo daremos a Rengo; es hermano de Takano, ¿cierto? A mí entender guarda una especie de respeto por su familia. Creo. —caminaron hacia el motel nuevamente. —Le diremos que tendrá que informar a Takano de la desaparición de Kuroki. No diremos nada más, nadie debe saber porqué estamos aquí. —bufó por lo bajo mientras se acercaban. Estaba usando su máxima paciencia para la situación que parecía desbordarse más de lo debido. Eran dos para encontrar un dragón. Dos. ¿Lo lograrían?
Misato Aoyama Limpie mis lagrimas para recobrar mi semblante sereno habitual, aunque por dentro mi preocupación no daba tregua. Sentí la mano de Kenzaburo llamar mi atención, dio instrucción de entregar el kimono en sus manos. —entiendo, la verdad me gustaría seguir la pista de ese chico y ver que motivó a involucrar a Kuroki en su juego—suspire— pero tal vez deba corresponder a otros hacerlo confrontarlo sería contraproducente— deslicé delicadamente mi dedo por el kimono ensangrentado— me conformare con ver su reacción, puede que no sea tan a la ligera. Empecé a seguir al maestro de Mao camino al Shukusha. —Lo veo muy bien, entre menos sepa mejor, diría que lo encontramos en medio de los tantos caminos de Chiryu...simple y desgraciadamente desapareció sin dejarnos más información que su ropa. Volteo a ver al mayor y percibió su humor alterado, tan cercas de Tsu y un altercado amenazaba nuestra labor por Shizuoka. Lo observe con una sonrisa y me animé a hablarle. >>Lo sé Kenzaburo, será muy difícil para ambos en este camino, pero luchamos por Takeda y somos un clan como tal procuraré cuidarlo en cualquier circunstancia ¿Vale?
Kenzaburô Las últimas palabras de la mujer obligaron a que el ronin curve las comisuras de sus labios en un intento de sonrisa. Se detuvo y se volteó para enfrentarla con la mirada. —Señorita Misato, es un honor compartir esta misión con usted. Su espíritu de samurái puede encender antorchas en los lugares más recónditos y oscuros. —se colocó una mano en el pecho y se inclinó unos pocos centímetros. —Si algo sale mal siempre podremos volver por donde vinimos. En el peor de los casos si nos separamos, deberíamos establecer un punto de reunión. Podría ser esta prefectura tranquilamente. Esperaremos un día completo, y en caso de no tener noticias, dejaremos un mensaje en la posada. Dichos los términos, Kenzo volvió a emprender su viaje al shukusha. Cuando ingresaron por el portal de la entrada, el espadachín caminó despacio por la sala hasta encontrar a Rengo, Natsu y la mujer que les acompañaba. Se acercó a ellos y miró únicamente a Rengo mientras hablaba. —Eres Rengo, ¿no es cierto? El hermano menor de Takano. —comenzó a mirar a la mujer intensamente, intentando descifrar si ese rostro no lo había visto antes. Luego con Natsu, midiendolo con los ojos; Kenzaburô nunca dedicaba miradas de pies a cabeza, para él sólo existía una única y profunda mirada para intentar ver más allá. —Por lo que entiendo estás con él. —volvió a mirar a Rengo. —Encontramos algo en el santuario, algo curioso a simple vista pero que pertenece a un Minamoto. —le hizo una seña con la cabeza a Misato para que enseñara el kimono. —No tengo contacto con tu hermano, tampoco medios para poder informarlo. No se me ocurre mayor buena fortuna encontrarte para que puedas enviar un mensaje. Quizá el chico esté muerto. Querrán saber de su deceso. No dijo más, tampoco quería hablar demasiado. Observó a Misato de reojo.
Shukusha [Misato; Kenzaburo; Natsu; Rengo; Konoe] Misato y kenzaburo regresaron al shukusha; Rengo seguía allí, estaba de pie junto a una miko, una sacerdotisa sintoísta a la cual no conocían. Natsu había regresado a su lado, con el cabello húmedo; ambos se notaban tranquilos, a pesar del aspecto en el que vieron entrar a Natsu. De hecho Rengo parecía listo a soltar una broma hacia Natsu pero Kenzaburo irrumpió en el grupo. Su voz era fuerte y bastante autoritaria, algo que preocupó a Rengo desde el inicio de su oración, afirmó ante sus palabras mientras dejaba que terminara. Habló del santuario, después le pidió a Misato que le mostrara aquel kimono que Rengo reconoció de inmediato; su corazón se sobresaltó mientras observaba la sangre y las rasgaduras en él. Rengo se acercó a Misato y tomó el kimono entre sus manos observándolo cuando escuchó las palabras de Kenzaburo. "Quizá el chico esté muerto. Querrán saber de su deceso" Rengo se petrificó en su lugar, sus manos comenzaron a temblar y sus ojos se comenzaron a nublar mientras no separaba la visión del kimono, en el cual comenzaron a caer sus lágrimas. Contenido oculto Las lágrimas brotaban con intensidad —Sabía que mi obscuridad lo consumirían, y aun así....—tapó su rostro con el kimono ensangrentado — ¿Quién ha sido el responsable? — observó a los presentes, esperando que alguno le dijera algo, en especial clavó su mirada en Natsu, una mirada ajena completamente a la personalidad de Rengo; su tristeza se estaba convirtiendo en rabia. —¿Por qué no me respondes?— preguntó al aire con una frustración la cual lo hizo avanzar a la entrada del shukusha —Lo buscaré, si en verdad ha muerto; podré encontrarlo, y él me dirá quién le ha hecho esto. Contenido oculto rapuma Kuno Vizard Yugen Insane Afueras de Chiryu [Kuroki] Kuroki se mantuvo en los tejados, completamente alejado de todos; borrando sus rastros, no había nada que alguien pudiera hacer para encontrarlo. Sólo Kyogi aparentemente. Contenido oculto Gigavehl
Kuroki Fusatada Por fin... Algo de paz... Me hacía falta con estas últimas horas de tanta intensidad y riesgo. Solo necesitaba descansar un poco más, al menos hasta máximo el anochecer empezara a presentarse. Cerré un momento mis ojos, para empezar a reposar, pero pronto algo me intrigaba demasiado, algo me punzaba, como si quisiera moverme de ahí. Muevete, idiota. Debes ir a confrontar tu error. Tsk... necesito estar calmado, dioses. Abrí los ojos para volver a ver el cielo mientras el aire soplaba, me rasqué el brazo incómodo, mientras me sentaba, nervioso, incómodo. Algo iba muy mal... Muy mal. ... Ah, dios, Kuroki. Solo... descansa por una vez, ha sido un sin parar desde Kamakura. Negué mientras me acostaba de nuevo, esperando a ver si sucedía algo o escuchaba algo. Tenía que relajarme, tenía que pensar todo con calma, saber qué decir si me topaba con todos si me veían. Solo... confía Kuroki, hazlo por esta ocasión. Todo debe ir bien. Debe hacerlo... ¿No..? Contenido oculto Have fun... Ya los confrontaré a todos cuando sea el momento.
Natsu Gotho No era imperceptible ante sus ojos el que Misato y Kenzaburo hubiesen dirigido sus miradas hacia ellos, sin embargo se mantuvo ausente, intuyendo que por el aspecto de su kimono no apartaran su atención de él, siguiéndolos únicamente con el oído agudo al escuchar sus pasos salir. Regresó entonces de forma desinteresada su mirada hacia Konoe, frunciendo levemente el ceño. No entendía su espanto al verlo llegar de aquella forma, como si le preocupara pese a recientemente conocerse, sabiendo de lleno que el engañarla con una patética historia no iba a ser tan fácil como resultó con Rengo al éste simplemente armarse la otra parte de la anécdota sin siquiera hacerlo esforzarse en ello. Arrastró entonces sus dedos por su propia cabellera húmeda luego de salir de los baños, sintiendo los músculos relajados pese a que su cabeza no dejaba de girar los engranajes sobre aquella mujer reprendiendo a Kawa por cómo se había dirigido a él, como si hubiese cometido una insolencia merecedora de un llamado de atención, volviendo sus palabras como una resonancia en su cabeza. El portador de Shi. Un día más. Esperar. Fue entonces que aquel par cruzaron nuevamente por la puerta. Sus pupilas ámbar depararon en Kenzaburo al escucharlo hablar, manteniéndose inerte pese a lo que estaba soltando hasta que notó el malestar en Rengo, sin comprender el por qué comenzaba a relucir el fastidio al verlo caminar hasta la entrada del shukusha, deteniéndolo al hablar con aquella apatía innata. —Rastreando son realmente inútiles —siseó al ver lo inservibles que parecían ser por presentarse ahí con aquellos trapos sucios que cortó rato atrás para detener el sangrado. ¿Kuroki había sido tan inoperante hasta para dar con su propio grupo? Miró de soslayo a Kenzaburo de nueva cuenta. Había tratado de intimidarlo en el primer encuentro en aquella prefectura, y ahora parecía estar tanteando un terreno desconocido en la oscuridad de su mundo, osando el probar la afinidad de Rengo con aquel niñito temerario para probar qué tantos pasos podía permitirse. Vaya chiste. Dar con aquella batalla a punto de concluir para encontrarse con aquella mujer que espetaba una sensación extraña, como si una brecha interminable de poder los diferenciara. Si hubiese ido a Kioto... ¿Qué habría sucedido? Miró entonces de nueva cuenta a Rengo, con aquella parsimonia impresa en lo filoso de sus doradas pupilas. —¿Y entonces que sucedió después? La tormenta no frenaba a las afueras de esa cueva, manteniéndose resguardado bajo la tela gruesa de aquel pesado abrigo negro, notando el cuerpo del anciano temblar al estarle contando un pequeño fragmento de su vida mientras encendía una improvisada, tratando con sus palabras de suavizar aquella coraza que seguía forjándose en aquel infante abandonado. —Vaya mocoso, te causó curiosidad la historia, ¿eh? Natsu frunció el ceño al sentir sus mejillas calientes al verse expuesto. —Solo quiero saber —siseó en respuesta, notando el cómo las arrugas se suavizaban al sonreírle de aquella forma extraña que removía un pequeño grado de afinidad. —Después le confesé la verdad, era una persona preciada para mí. No podía vivir mintiéndole. Chasqueó la lengua en desacuerdo. —No sé quién es más patético. Tu sincerándote, o él creyéndote luego de mentirle tantas veces. —Depende. —¿De qué? —De que las veces en que le mentí... era por su seguridad. La información es valiosa pero muy peligrosa, muchacho. Las palabras del demonio llegó de lleno a su cerebro, casi como secundando las palabras del viejo. <<Rengo no debe encontrarse con esa mujer>> —Kuroki está vivo —soltó sin más de forma impersonal—. Traté sus heridas de regreso y le ordené volver con ustedes. Al parecer es tan inepto buscándolos como ustedes rastreándolo.
Misato Aoyama Cuando Kenzaburo dio la señal mostré el kimono rasgado mientras el rostro de aquel niño raro se mantenía bajo mi escrutinio; esperando alguna reacción llamativa. Y llegó... "Sabía que mi obscuridad le consumiría" Aunque mi rostro permanecía apático por dentro una sensación chocante surgió con sus palabras... ciertamente aquel niño empleaba influencias más allá de los mortales. Vi lagrimas y sollozos ir en aumento en el rostro del hermano menor de Takant, por un instante sentí algo de pena, pero debía ver más si podía revelar algo util, que revelase sus secretos y la extraña conexión de aquel llamado Mara. —De verdad n-no lo sabemos solo desapareció y encontramos esto—respondi con voz quebrada a la desesperada pregunta de Rengo, no revelaría nada sobre las mujeres, debía ver hasta dónde podía llegar. "Sí ha muerto el me dirá quien lo ha hecho " Reafirmó lo que su hermano había dicho sobre sus dotes para el mundo espiritual, pronto partiría a contactar a Kuroki de alguna forma. "Rastreando son realmente inútiles" El hombre intervino con su acostumbrado tono apático, parecía querer revelar algo, a lo que mis sentidos se enfocaban. "Kuroki está vivo" Escuchar aquellas palabras derivaron en cierto alivio a mi alma, pero ¿Diría la verdad? Recordé entonces las habilidades médicas del hombre tatuado por lo que tal vez decía la verdad...en parte, aún ocultaba ciertas cosas. —Kuroki es experto en sigilo...no sería raro el poder ocultarlo—comente aún con cierta serenidad melancólica, Kuroki estaba huyendo de nosotros, algo muy grande oculta a final de cuentas. —nadie ha visto que pasó realmente, solo resta esperar su aparición. Y no sabía cuándo podría ser, depende de el hasta donde llevar su jugada secreta...no podrá ocultarla por mucho tiempo.
Kenzaburô Se quedó impasible ante la reacción de Rengo, viendo los movimientos y el lenguaje corporal. No entendía la razón, pero eso le daba a entender que estaban estrechamente ligados. Tampoco le dedicaba un segundo pensamiento, pero le extrañó. Las palabras de Natsu hicieron que el ronin ladeé la cabeza mientras le oía. ¿Le estaba llamando inepto? ¿A él? Sonrió con desdén, observándolo con su acerada mirada. Levantó su mentón. —Son palabras muy severas, pero... ¿puedes responder por ellas? —se puso de frente y llevó la mano a la empuñadura de su katana. Estuvo a pocos segundos de acariciar el pomo pero se detuvo a escasos centímetros. La mano se congeló y poco a poco comenzó a subir y se cerró formando un puño macizo que escondió al cruzarse de brazos. Contener una rabia que, por norma general, dejaba que explotaba al menor confrontamiento, le era difícil de controlar. Pero tenía un deber, una misión. Se separó de Natsu y tocó el hombro de Misato. —Si el chaval está vivo es que entonces decidió su destino. Cada quién es esclavo de sus decisiones. Pero le haré saber qué cosa pienso de sus acciones. Iré a los establos un momento, ¿vienes conmigo, señorita Misato?