Aichi Chiryu

Misato Aoyama

Lucharíamos como Samurái y caeríamos como tales; no importa cuan bajo lleguemos, los Aoyama siempre observaremos las alturas, nunca nos verian de rodillas.

—¡Muere!

Un alarido de guerra que resonó en los rincones de la herrería que quizás habría resonado en todos los rincones de la ciudad, era seguido de la cercanía de ambas Katanas que dictarán el fin de tan dramática lucha, repleta de dolor, determinación y gloria...el final había llegado...hasta que...

"Caminaré en el infierno de ahora en adelante; pero no por la decisión de ningún Dios. Porque muero como he vivido, a mi modo "

Masaki enterró el filo de la katana maldita en su estómago, acabando así con su vida, era su merecido destino aunque debía reconocer su ferocidad como guerrero.

Observé al samurái y sonreí aliviada de verlo con vida, había luchado y salvado una vida...

—Abuelo gracias por tus enseñanzas ...

Dirigí mi atención a la noble mujer quien los mismísimos dioses habían enviado, entrego en mis manos el Lalago el cual apoye en mi pecho en señal de afecto.

—Yin..—las lagrimas volvieron recorrer mi rostro, había salvado a Yin de morir bajo el filo de una katana demoníaca.

—Señor Kenzo...—me aproxime hasta el guerrero para sostenerlo lo mejor que podia, entre sus manos estaba aquella katana— algo así no debe existir, algo así...no encontraríamos palabras para describir el horror desatado por los Taira— opine mientras tomaba el antebrazo de Kenzaburo para llamar su atención.

Aún aguardaba por saber quién era aquella sacerdotisa de increíble poder.

 

Casa de armamento
[Kenzaburo]

Sora miró hacia Kenzaburo, el cual tomó la espada —Mi nombre es Tachibana Sora, los he ayudado porque los kamis así lo han querido— miró a Misato quien habló sobre la espada, ahora en manos de Kenzaburo —Tus palabras son acertadas; esa arma no puede existir —miró su mano lastimada por intentar destruírla como si fuera una espada común —Pero no será una tarea sencilla; no sé cómo pueda destruirse un artefacto divino.

Se acercó al cuerpo de Masaki, se hincó frente a él y dedicó una oración en silencio; para después abrir los ojos y mirar al que fue un Taira temido en Japón —Esa arma, afecta a la mente del portador; no sólo fuimos testigos de la locura de Masaki, yo también he sido observadora de sus efectos en la persona más cercana a mi. Nada detiene al portador, el arma toma control y destruye todo ante su paso —levantó la saya del suelo, la que cubría a shi. Se la extendió a Kenzaburo —Guárdala, jamás la saques de su saya. No la muestres, no la uses; si lo haces, verás caer a las personas que quieres ante tus ojos.

Sora se levantó y los miró —Permítanme acompañarlos en su camino.

Contenido oculto

rapuma Kuno Vizard
Ya Misato está a nada de subir a nivel 2!

• Masaki
• Kenzaburo
• Misato
• Sora

• 
  Nivel 4
  Pv= 0
  Fuerza= 10
  Protección= 20
  Katana shi= +20 ataque
  
• 
  Nivel 2
  Pv= 2
  Fuerza= 9
  Protección= 6
  Yoroi simple= +10
  Katana = +18 ataque
  
• 
  Nivel 1
  Pv= 24
  Katana amatista = +13 ataque (si es que decides usar esta)
  
• 
  Nivel 5
  Pv= 93
  Fuerza= 3
  Protección= 27
  Katana = +2 (desarmada)
  

 

Kenzaburo

Recargó su peso en el hombro de Misato y dejó que la mujer le asista al caminar mientras oía a Sora. Observó la Saya de la katana y la tomó con la otra mano, aun sujetando a Shi. Miró la espada, el brillo carmesí le hablaba en su mente, una voz ominosa.

—No soy de ment débil. No m dejaré dominar. —recordó a Rengo, un crío al cual sin duda Mara podría utilizar. También recordó a Masaki, era un guerrero fuerte pero más animal que honorable; alguien de espíritu fuerte pero mente aún débil. Él poseía una mente fuerte, un espíritu ardiente y una voluntad que iba más allá de todo, al igual que Misato. No sucumbiría.

—Agradecemos tu intervención. —dijo con honestidad, caminando apoyado en Misato con dirección a la clínica. —¿Eres una sacertodisa, no es cierto? ¿Que hacías aquí?

Y de pronto se detuvo y se aparto lentamente de Misato; kenzaburo había recuperado el andar, podía caminar sin tambalearse. Miró la katana nuevamente, ¿ese era el poder real de esa espada a la cual Hana protegía? ¿Aquella mujer tendría relación con la madre de Takeda? Guardó a Shi en la Saya y la colgó en su cintura mientras caminaban hacia la clínica, dejando al muerto en la armería. Mal día para el herrero sin duda.

Abrió la puerta de la clínica y señaló sus cortes; era un milagro que pudiera estar de pie por sí solo.

—Señorita Misato, en el viaje de regreso le contaré la historia completa. Hoy has demostrado ser de confianza y lo agradezco mucho. Tienes no solo mi respeto desde Kamakura, sino también mi apoyo desde ahora. —observo a los médicos. —Tengo un rasguño y necesito atenderme. Puedo pagar en oro.

 

Casa de armamento
[Kenzaburo; Misato; Sora]

Sora lo observó; había escuchado esas palabras antes, sabía cual sería el resultado.

—Soy una yamabushi; practico el shugendo, el arte mística que integra los conceptos del sintoísmo, el taoísmo y el budismo zen —mencionó con solemnidad —He salido de mi reclusión en las montañas de Yoshino debido a que estas fueron tomadas por los Taira.

Avanzaron fuera de la casa de armamento para después dirigirse hacia la clínica.


Clínica
[Misato; Kenzaburo; Sora]

El mismo hombre que atendió a Misato se acercó a Kenzaburo para atenderlo. Los presentes los miraron atónitos, seguían con vida. Una mujer se acercó a Misato y decidió también atender sus heridas de manera inmediata.

Sora llevó sus manos a su frente vendada, haciendo que otro hombre se acercara a ella; era el mismo que la había atendido antes —No es bueno forzarse con una herida como esa— mencionó para quitar la venda de su frente, una gran cicatriz continuaba la que tenía cerca de su ojo izquierdo; era una cicatriz profunda, posiblemente en su momento había peligrado la pérdida de su ojo debido a la magnitud del impacto.

Mientras tanto, los habitantes que estaban presentes comenzaron a hablar entre ellos, hasta que uno se acercó a ustedes —Acaso... —mencionó un monje anciano — ¿Nos han librado de Masaki? —esto último lo preguntó en voz casi audible.

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rapuma Kuno Vizard son los heroes de Chiryu! regodéense de su victoria xD

 

Misato Aoyama

Al dejar la herrería la sacerdotisa reveló ser una Yamabushi desterrada a causa del mismísimo clan Taira, la sed de atormentar y arrebatar territorios de parte del clan imperial no tenían límites ni distinción.

Al llegar a la clínica vi nuevamente el rostro de los médicos encargados; no pude sentir algo de pena por la razón de haber permitido recibir daño poco después del tratamiento.

Reí un poco cuando escuché las palabras de Kenzo, minimizando las graves lesiones que le llevaron a un paso de la muerte...pero los dioses habían atendido mis súplicas, debíamos agradecer aquella victoria junto al premio de haber recibido un tiempo mas de vida para luchar y fortalecernos.

"¿Nos han librado de Masaki?"

Las palabras de aquel viejo monje dieron fe del tormento padecido por la pobre gente de Chiryu a manos de un demente con un arma infernal, estar vivos no era la única recompensa.

—Con la ayuda de este valiente y heroico samurái y la noble Yamabushi pudimos reunir el valor y la fuerza para acabar con tan despreciable ser—respondi al monje mientras una tierna y alegre sonrisa se dibujó en mi rostro— por ellos no hui...verlos luchar borro todos mis temores.

—El armero, así como todos ustedes pueden respirar tranquilos— centre mi atención en Sora quien portaba una herida profunda en la frente— jamás olvidaré su ayuda excelencia; lo agradeceré por siempre, es muy inspirador ver alguien tan espiritual y físicamente fuerte...mi nombre es Aoyama no Misato...un honor conocerla.

La hubiese saludado con una sentida reverencia pero las heridas aún debían ser atendidas así que solo pude dedicar la mejor de mis sonrisas, esas que quizás se le recuerden la candidez que aún vive en mi a pesar de seguir el camino del guerrero.

 

Kenzaburo

—¿Y qué Taira te hizo esa herida? ¿El propio Masaki, quizá? —le preguntó a la sacertodisa mientras dejaba que le atiendan sus heridas. Se recostó en una camilla y miró al techo, oyendo las palabras de Misato las cuales lo apenaron de vergüenza; no estaba acostumbrado a recibir elogios ni a ser tratado como un héroe, pero eso es lo que era junto a Misato: los responsables de haber quitado el tormento que significaba Masaki para los habitantes de Chiryu.

—Tuvimos suerte. Mucha. —dijo para enderezarse un poco, logrando sentarse y así ver a los ojos a sus interlocutores. —Mi nombre es Kenzaburo. —se quedó en silencio, quizá diciendo el apellido no sería una buena idea. —Kenzaburo Minamoto. Y créanme cuando les digo que este Taira no es el primero que arrancamos del yugo de la opresión. Podrán estar tranquilos en que ya nadie los incordiara.

Observó a la mujer que practicaba las artes místicas y asintió en su dirección.

—Podrias ser de ayuda para nuestra causa, señorita Sora. Necesitamos gente con arrojo para poder vencer la opresión de este clan sobre Japón.

 

Clínica
[Misato; Kenzaburo; Sora]

El monje juntó sus manos mientras sonreía —Los kamis nos han escuchado; sabía que no podían abandonar a Chiryu

Aquellos que atendían en la clínica estaban aliviados, relajaron sus hombros casi al instante de escuchar las palabras de Misato —Ha estado aterrorizando esta ciudad por mucho tiempo, insistía en que estábamos escondiendo a un traidor —mencionó uno de los médicos —No escondíamos nada, y cada día alguien sufría ante su filo, hemos tenido jornadas sin descanso debido a sus arranques de ira.

—Chiryu los recordará por siempre; por favor, no se atrevan a vaciar sus bolsas, nosotros atenderemos sus heridas sin ningún costo— mencionó otro de los médicos

Sora llevó sus manos a su frente vendada, haciendo que otro hombre se acercara a ella; era el mismo que la había atendido antes —No es bueno forzarse con una herida como esa— mencionó para quitar la venda de su frente, una gran cicatriz continuaba la que tenía cerca de su ojo izquierdo; era una cicatriz profunda, posiblemente en su momento había peligrado la pérdida de su ojo debido a la magnitud del impacto.

Sora también reparó en las palabras de Misato —El honor es mío.

Después siguieron las palabras de Kenzaburo, Sora no respondió en aquel momento debido al júbilo de los presentes.

—¿Minamoto?

—Entonces los rumores son ciertos, han resurgido

—¡Van a librarnos del Imperio!

Los rostros de los presentes se tornaron en unos de completa alegría —¡Hoy celebraremos su victoria!— la gente comenzaba a correr en la clínica para avisar al exterior, así pasó un tiempo mientras sus heridas eran atendidas.

Después Kenzaburo se acercó a Sora; Kenzaburo estaba lleno de vendajes; Misato también estaba con vendajes pero no se comparaban a los de Kenzaburo. Sora llevó su mano a la frente nuevamente vendada, ahora que no había muchos presentes decidió hablar sólo para que ellos escuchasen —Ningún Taira —mencionó melancólica —Uno jamás olvida el rostro de la persona a la que ama o de la persona que le hace daño; en mi caso es el mismo rostro —levantó la mirada — Fue Kato Harima —señaló a shi, ahora en poder de Kenzaburo —Con esa misma arma.

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rapuma Kuno Vizard

 

Misato Aoyama

Cuando Kenzaburo mencionó el apellido Minamoto tuve cierto temor, sin embargo todos estallaron en alegría y pronto esparcirian aún más las buenas nuevas, ver tal alegría rebosante valia todo el esfuerzo y el riesgo de perder nuestras vidas.

El tiempo prosiguió y todo el sangrado había sido detenido; estábamos a salvo, al quedar la clínica vacia Sora sintió la confianza para responder la pregunta sobre la grave herida en su cabeza.

—¿K-Kato?— dije con algo de miedo, un escalofrío recorrió mi espalda...alguien con la habilidad de Kato, siendo manipulado por esa espada, solo eran mayores razones para que dicha arma deba ser destruida.

—Entonces usted y Kato eran...—La sorpresa no permitió continuar mi respuesta, ver la triste historia de personas que un principio fueron unidas, separadas por un mal desconocido. Kato es hermano de Hana ¿Habria intentado controlar tal espada? Kenzaburo muy pronto aclararía todas mis preguntas una vez partieramos de Chiryu, acabando con mi búsqueda de la verdad de los incidentes en Tsu.

>>¿Como pudo hacerse con un arma como esa?

 

Kenzaburo

—El demonio carmesí. —agregó el ronin a la conversación; el mote por el cual era conocido y ahora, finalmente, como mosaicos todo se alineaba. —Es una historia que te contaré a su debido tiempo, señorita Misato. —observó a Sora con el ceño fruncido: la mujer conocía al águila de Kamakura. Kato Harima, ¿sería cierto que hubiera intentado asesinar a su... esposa? Kenzo no lo tenía muy en claro, pero ese mínimo pensamiento cruzar su mente le hizo dar un escalofrío que le recorrieron por la espalda como si una mano esquelética congelada raptara lentamente por su espina dorsal.

Los gritos de júbilo le distrajeron por unos momentos, ¿habría sido buena idea dar su apellido? Él era el primero en ser paranoico y no lo veía mal, después fue la paranoia misma que lo mantuvo con vida tantos años. Se acercó a una ventana y observó al exterior. No quería que la noticia trajera alguna desagradable sorpresa. Se acercó a las mujeres y colocó los brazos en jarra.

—Tendremos que charlar en otro sitio. No quiero quedarme más del tiempo permitido aquí. —habló hacia Misato y luego observó a Sora. —Pero le invito, señora, en que nos acompañe. No puedo revelar el destino pero podría ayudarnos en esta lucha.

 

Clínica
[Misato; Kenzaburo; Sora]

"Entonces usted y Kato eran..."

Sora afirmó —Eramos esposos —mencionó con tranquilidad, su expresión era serena —Esa espada pertenece a la familia Harima; la crearon su padre y su tío— mencionó para responder a la pregunta de Misato, iba a completar la historia pero Kenzaburo reaccionó.

"El demonio carmesí"

Sora volvió a afirmar; para después terminar de escucharlo.

—Si portas ese apellido; soy yo la que quedo a su servicio —mencionó —no sabía que daría con integrantes del agónico clan Minamoto en un sitio como este —se levantó, dispuesta a seguirlos — Sé dónde podemos hablar, necesitamos hacerlo antes de partir hacia dónde deseen. —miró a shi —Porque es necesario que conozcas los peligros al portar un arma como esta —se giró hacia Misato —Porque es necesario que las personas cercanas al portador conozcan los peligros.

Sora los obligó a seguirla; algunas personas trataron de persuadirlos para que no se fueran, pues querían celebrar con ellos su victoria; Sora les explicó que tenían importantes obligaciones, por las cuales no podían quedarse, de ese modo, los llevó hacia las ruinas; dónde nadie los escucharían.

Ruinas
[Misato; Kenzaburo; Sora]

Sora alzó una plegaría a Inari, la Diosa representada en aquel viejo templo destruido para después dirigirse a ambos —Lo que ahora voy a contarles será ahora parte de ustedes. Si oculto información jamás lograré que mi perspectiva de los eventos sea entendida, ustedes serán jueces justos, pues tendrán las armas para defenderse; y con armas me refiero al conocimiento.

Sora comenzó a narrarles una historia, una que involucraba al que ahora era su maestro. El hombre que les entregó el nombre de su escuela.

—Pero he de advertirles, esta historia no ha terminado; es donde yo me quedé. Esta siguió sin mi presencia, por lo tanto hay muchas mas verdades, e incluso posibles mentiras— Sora cerró los ojos —Sólo el tiempo nos dirá que mas es lo que necesitamos saber. Porque nunca tenemos demasiada información para poder conocer a una persona.

Abrió lentamente los ojos; pues ella sabía que Kato había tenido mas hijos. Aquello le dolía, pero aun no conocía toda la verdad, y deseaba conocerla.

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rapuma Kuno Vizard

 

Misato Aoyama

Decidimos acompañar a Sora a un lugar más alejado, en un principio el pueblo quería celebrar nuestra victoria pero Sora se opuso, algo innegable. Estábamos en una misión y debíamos mantener el margen.

Fuimos hasta las ruinas del templo a Inari, en compañía de Sora dedique un breve y silencioso agradecimiento al Kami del arroz por otro día más.

En la soledad de las ruinas la sacerdotisa abrió su pasado a nuestros oídos con la confianza de una más del clan...allí habló; la historia de Sora provocó momentos de sentimientos encontrados, algo de melancolía, pero sobre todo horror por lo que significaba portar la espada del Dios de la muerte.

—Shi....—murmure mientras observaba de reojo la misma katana capaz de corromper hasta el guerrero más virtuoso, de haber tenido la forma yo misma la hubiese hecho añicos apenas la tocase, Kenzo atendía cada palabra, pero nunca supo que aún existía cierta desconfianza el solo hecho de llevar a Shi en el cintillo...apenas podía apartar la mirada.

— Me recuerda a una historia familiar supongo que es algo muy fácil de manejar para los Taira—afirme con algo de melancolía en mi voz— los dioses les dio oportunidad de vivir pero luego de lo ocurrido...Tal vez sus sentimientos con el maestro Harima no existan...pero hizo lo que pudo señora.

Observé a Kenzaburo— Mucha información está por salir a la luz, a costado y pero tendremos lo necesario para lidiar con lo que se nos plante.


Ahora solo restaba esperar la historia de Kenzo sobre Rengo, la cual podría arrojar más pistas sobre la relación con el plan de Shi, todo se tornaba en una situación aterradora.

 

Kenzaburo

—Hana murió. Fue asesinada por uno de los nuestros. —recordó el espíritu de la mujer en las cuevas, señalando a Kuroki; era utilizada por alguien más. —Creo que sé quién fue, pero no sé dónde se encuentra para aplicar justicia. —se rascó el mentón, pensando. —Es por eso que esta espada se encuentra libre por Japón, la protectora dejó esta vida y su fantasma esta siendo manipulado por alguien más, según el chaval es una mujer, una Taira.

Luego oyó la voz de Mara en su cabeza y pareció que la voz inundaba todos sus sentidos; los ordenó con parsimonia y dejó esa voz atrás. Miró ahora a Sora.

—Kato Harima nos entrenó, está de nuestra parte. —la miró intentando analizar sus posibilidades. —Y Jiin es un buen hombre, al menos lo poco que lo conocí. —el Harima fue el único que le había llevado comida cuando estaba de guardia en el calabozo, protegiendo que ningún Fujiwara intentará acabar con Murai, eran intensos, más que él mismo.

—Es hora de irnos. Antes iré a la armería a vender lo necesario y nos encontraremos en los establos, señora Sora será mejor que prepare su equipaje.
—les hizo una reverencia y volvió a la herrería, esperando esta vez vender sus productos.

 

Ruinas
[Misato; Kenzaburo; Sora]

Sora observó a Misato —Los sentimientos no desaparecen; por más que la mente los aleje. Estos perduran porque son obstinados— hablar de Kato le era difícil; pero no por lo que ella pudiese sentir, sino por la incertidumbre de saber lo que Kato pensaría al verla de nuevo, si se unía a los Minamoto, seguramente ese encuentro sería predestinado, si los Dioses así lo deseaban.

"Hana murió. Fue asesinada por uno de los nuestros"

Sora cerró los ojos y elevó una oración silenciosa —Los poderes sobrenaturales, son algo tan temible que uno simplemente desea alejarse de ellos; aun así, pueden ser seductoras —observó a Kenzaburo —Y debemos recordar que nosotros sólo somos mortales.

Sonrió al escuchar el nombre de Jiin, la mantuvo hasta que Kenzaburo terminó de hablar.

—Una yamabushi no posee demasiadas pertenencias; yo estoy lista; iré contigo a la armería— No podía dejarlo solo con esa arma en su poder; miró a Misato, sabía que ella entendía los riesgos que ahora corrían con tener a shi en su equipo.

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rapuma Kuno Vizard

 

Kenzaburo

La miró en silencio y afirmó a su propuesta; a decir verdad no estaba muy cómodo con esa mujer siguiéndolo, algo había en ella, un aura que le hacía estar alerta, como cuando era un ronin en los caminos de Japón. Se despidió de Misato y camino hacia la armería, hablando con Mara dentro de su mente. Estuvo mucho tiempo en silencio y observó a Sora, ¿lo estaba vigilando? Ingresó a la armería y se acercó a la recepción.

—Armero esta vez espero que nadie nos inoportune. —habló con fuerza, cargando un brazo en la barra que separaba el interior. —Quiero vender este tanto simple, la katana simple que tengo conmigo y los kunais. —miró el establecimiento con ojo crítico, viendo los detalles de la pelea, ¿quien le pagaría aquello al herrero?

 

Misato Aoyama

Vi a Kenzaburo ir a la armeria seguido de Sora, algo que vi como sensato, dejarlo a solas con la influencia de Shi podia ser mala idea...ni yo deseaba apartar mi mirada de aquella katana.

No tenia mucho por hacer en Chiryu salvo ir con Kenzaburo, di una ultima mirada al altar dedicando una reverencia, segui asi al duo hasta la armeria. El lugar aun era un desorden por la intensa batalla contra Masaki.

—Señor armero estoy segura que podra recuperar muy pronto su local—dije al entrar y sentir cierta pena por el caos— Espero no tenga algun daño grave señor ¿seguro no necesita ayuda?

El armero habia vivido momentos de terror tras el mostrador, lo menos que podia hacer era preguntar por su bienestar... Pero de seguro estaba aliviado como todo el pueblo de Chiryu.

 

Casa de armamento
[Misato; Kenzaburo; Sora]

La armería estaba desierta; el cuerpo de Masaki había sido removido y sólo quedaba el anciano que limpiaba el suelo de bambú, la sangre estaba impregnada, seguramente tendría que lijar y pulir para sacarla; mientras que parte del suelo debía ser reemplazado por completo.

Levantó la mirada a Kenzaburo y se cubrió el rostro con sus brazos en cruz.

Lentamente bajó los brazos, el hombre envuelto en vendajes quería seguir haciendo negocios —Señor...— dijo levantándose y caminando detrás del mostrador—Pagaré por todo lo que me pueda vender, como agradecimiento por librarme de ese mal hombre.

Sora y Misato también ingresaron a la armería, no dejaría a Kenzaburo solo.

El anciano le sonrió a Misato —Así será; Inari provee este pueblo; los cultivos son buenos y siempre recogemos lo que sembramos, yo sé que esto será pasajero. Son bienes materiales, al menos sigo con vida, a pesar de que sentía como pecho se comprimía en la batalla— dijo apesadumbrado —Gracias guerreros, libraron a Chiryu de alguien que no dejaba de torturarnos.

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rapuma Kuno Vizard

 

Kenzaburo

Afirmó a las palabras del armero, entregando a su vez el tanto junto a la katana simple y los kunais. Observó fijamente a los ojos del herrero, no para intimidarlo, solo que estaba pensando mientras sopesaba sus palabras.

—¿Cree que el señor de Aichi le agrade enterarse de esta noticia? —miró entonces a Misato y bajó la voz. —Quizá estemos ante otro aliado justo frente nosotros. Aunque la política no se me da bien; creo que ingresar al castillo con tantas vendas no será la mejor impresión.

Y entonces le dio un leve golpe amistoso en la mejilla al herrero, como un padre felicitando a un hijo. —Kenzaburo. Que ese nombre no se le olvide.

Parpadeó y agitó la cabeza; no sabía porque había hecho eso; se mantuvo en silencio hasta que la transacción se haya terminado. Ahora junto a Sora y la señorita Misato debían de volver a Shizuoka.

 

Casa de armamento
[Misato; Kenzaburo; Sora]

El armero tomó todas esas armas y las llevó detrás, en otra sección de la armería. El hombre tardó en reaparecer, pero cuando lo hizo cargaba consigo una caja de madera, la cual le extendió a Kenzaburo —Es mucho dinero; pero gracias a usted, podré revender estas armas e invertirlo para reconstruir la armería — Los observó y sonrió ampliamente, dejando tres sodes en el mostrador —No tengo mucho mas que darles, pero reciban esto como un pequeño agradecimiento. Son resistentes y no tan pesados, me gustaría ofrecerles armaduras completas pero el señor Kenzaburo ha usado el único que tenía.

—El señor Murakami se enterará de esto; puedo asegurarlo. Aunque no sé que piense al respecto, el señor de Aichi es muy reservado; no deja entrever sus decisiones; pero puedo asegurarle que es un señor justo y honorable que siempre procura ver por el pueblo. Su hogar es en Nagoya, allí podría solicitar una audiencia con él.

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rapuma Kuno Vizard las estadísticas de personaje fueron actualizadas con su nuevo sode simple

 

Misato Aoyama

Medite un poco las palabras de Kenzaburo sobre ganar un nuevo aliado algo que no estaba de más, la fuerza de la union marcaba grandes diferencias en las batallas

El armero accedio con gran entusiasmo, obsequiando de paso unos Sodes como recompensa por derrotar a Masaki, sonrei al tomar su regalo el cual no estaba de más; necesitaba algo de protección... Aun recordaba la ultima vez que porté algo de indumentaria para las guerras, senti algo de nostalgia y dolor.

—Como usted dijo Inari le ayudara a prosperar buen hombre—declare juntando ambas palmas y sonriendo cálidamente, todo el tema de Shi hizo reconsiderar mi lado espiritual, algo que sentia debia fomentar.

—Aumentar nuestras alianzas siempre será prioridad señor Kenzo, aunque...una audiencia con el señor de Aichi supondria un retraso para dar nuestro parte a Takano...recuerde tambien que pronto la ciudad estará bajo asalto— añadi con preocupación...los dias transcurrían y la batalla por Shizuoka estaba mas cerca.

Además...—me acerque a murmurar al oido del ronin aunque podia ser escuchada por Sora—debemos asegurar que Shi este en un lugar donde nadie reciba su influencia maldita, entre mas pronto mejor...

Definitivamente no habria paz si continuabamos recorriendo los caminos de japon con un arma que seguramente alguien mas debia estar buscando.

 

Kenzaburo

—Murakami. —repitió en voz alta, intentando que el registro del nombre quede en su mente para poder reproducirlo al estratega del clan, al Harima encargado de los movimientos militares. Podría ser el comienzo de una próxima alianza, pero Misato tenía razón, la alianza debía esperar, tenían asuntos más urgentes que tratan como la guerra próxima en Shizuoka. —Lamento los daños ocasionados. —habló con fuerza y se apartó de la recepción, tomando con recelo la empuñadura de Shi al oír las palabras de su compañera de equipo. —Shi no se puede destruir. —confesó entonces. —Pero no podemos confiar en guarecerla en un sitio y esperar que nadie la encuentre. Yo seré el guardián de ella. —dijo con decisión, tomando con fuerza la empuñadura; el sentido de posesión era muy fuerte y no entregaría la katana a nadie que no crea ser merecedor de su protección. O al menos eso era lo que él quería creer.

—Es hora de partir entonces. —se despidió del armero y guió a las mujeres a los establos para así partir de una buena vez.