Lucas Diamond ¡Otro más, caray, estaba de suerte! El karma me lo estaba pagando, esta era mi recompensa por el tiempo que había perdido antes sin encontrar ni un mísero Pokémon que me sirviera. Volví a lanzar el anzuelo al agua a esperar a que volvieran a picar. ¿Qué sería está vez...? ¡Qué intriga! —Ya pronto habremos terminado, vamos a tener un poco de paciencia y podremos irnos. Anzuelo: 3/5
Y así, un Magikarp picó el anzuelo, y, chapoteando en la orilla, quedó confuso y contrariado, sin saber muy bien qué hacía ahí. Seguramente ni supiese quién era. MAGIKARP: Agua Personalidad: Simplón Nado Rápido: prioridad +1 en lluvia Salud: 40/40 Fuerza: 25 Resistencia: 75 Agilidad: 2/2 (80 de Velocidad) Movimientos: -Placaje (20 Potencia, Normal) -Salpicadura (Ningún efecto)
Lucas Diamond Ahí estaba: aquel Magikarp que tanto había buscado. Había visto ya como eran los Gyarados de aquí, y eran pokémon de lo más interesante. No solo su habilidad ofrecía numerosas posibilidades, sino que además tenía un gran potencial. —Magikarp, pequeño, ¿quieres venirte con nosotros? —le pregunté al pez. Este solo chapoteaba, sin hacerme caso. Seguí insistiéndole, hasta que finalmente acabo saltando hacia mi lado. Supongo... Que ya era parte de mi equipo, ¿no? En fin, yo debía seguir pescando.
Lucas Diamond Cogí otro Wishiwashi más, afortunadamente; con eso sería suficiente para obtener una buena recompensa en el mercado. No obstante, el anzuelo estaba a punto de ceder, así que decidí aprovechar para pescar por última vez. —Pesquemos lo que pesquemos, nos iremos luego a ciudad mkuu, ¿vale?
Emily Hodges Salimos hacia a las Charcas. No sabía muy bien a donde quería llevarme pero parecía que por lo menos tendríamos que volver hasta ciudad Mkuu y de ahí, tomar uno de los tantos caminos que se nos abrían. Así que cruzamos rápidamente por la zona acuosa, siempre con cuidado. Estaba nerviosa, quería saber que había sucedido y no quería perder el tiempo en nada más.
Liza White —¡Yay, hora de la pesca! —exclamé, preparando el anzuelo en su lugar. Mis pokémon comenzaron a acomodarse, a sabiendas de que estaríamos un buen rato allí. Luxray les imitó al rato, sin comprender al principio lo que sucedía—. Tranqui, Todoroki, no tardaremos mucho, ya lo veras. O eso espero. [1/5]
Liza White —¡Nooo, Dhelmise no! —exclamé, incapaz de tirar de aquel enorme bicho. Logré quitar el anzuelo antes de que sucediese una catástrofe—. ¡Que me vas a romper la caña y aún ni la he usado! Estos pokémon de hoy en día, qué poco considerados son. En mis tiempos se dejaban pescar. [2/5]
Liza White —Maldita sea, te he dicho que no! —grité, sin ser capaz de entender cómo aquel pokémon había vuelto a caer en el anzuelo. O era muy tonto, o había pescado otro y tenía muy mala suerte. Y no quería pensar en eso, a decir verdad. Y otro cebo más que se iba al garete. [3/5]
Liza White Aww, un Dratini. Aún recordaba cuando Dragonite se unió a mi equipo, me sentí tan feliz de encontrar un pokémon tan raro en Galeia, de una forma tan casual. Dejé que se marchase, sintiéndome mal por la pesca que estaba llevando. Y pensar que prefería a un Magikarp antes que a un Dratini... [4/5]
Liza White Tienes que estar de broma, ¿un Wooper-Udan? No, sin duda esta no estaba siendo una buena pesca. Y ya estaba a punto de romperse el anzuelo, solo tendría oportunidad de pescar a alguien más. ¿Sería una buena tirada? ¡Sí que lo fue! Un Magikarp apareció y aunque no me hizo caso (¿acaso era consciente siquiera?), acabo... uniéndose al equipo. ¡Yay...! Creo.
Liza White —¡Ya estoy de vuelta~! —exclamé, ondeando la mano conforme regresaba al lugar donde les había dejado. Umiko me sonrió, tan agradable como siempre, mientras parecía tararear una cancioncilla agradable que relajaba al resto. Le devolví la sonrisa, acuclillándome cerca de ellos. Lo cierto es que Umiko siempre había tenido una buena voz. No por nada era una sirena, después de todo. [1/5]
Liza White No puede ser verdad... Dhelmise me miró desde la charca en la que se encontraba, inocente, y yo quise tirarle una chancla a la cara. Pero me contuve. Le sonreí, una sonrisa fingida y temblorosa, y cambié de dirección. Ahora salían los 2... Qué ironías del destino. [2/5]
Liza White Vale, creo que empiezo a tener miedo. Ese Dhelmise me está acosando. Cogí mi anzuelo y me fui bastante más lejos, revisando los alredores con recelo, esperando que saliese de debajo de una piedra. —Como salgas otra vez te juro que... [3/5]
Liza White Los dados se están riendo de mí. Lo noto. Ahora que tienen la oportunidad de reflejar el número innombrable se están ensañando de lo lindo. Al final acabaré cogiendo el ordenador para tirar dados desde allí, porque ya tengo miedo de este móvil, en serio. ...bueno qué. [4/5]
Liza White Sí, había merecido la pena encender el ordenador solo para esto. Tomé al Wishiwashi en cuanto se asomó a la superficie, aún vigilando todas las direcciones por si aparecía yasabesquién, y tiré una vez más el anzuelo. A ver qué tal.
Emily Hodges —Ah, el fresco ambiente de las Charcas~ Es agradable, ¿no? Sí, para mí lo era. Para Arcanine también. Seguramente para Incineroar no... Uhm, sería divertido pasar un día de descanso en las Charcas o en la Playa, junto a los demás, sí... quizás cuando todo se arregle podríamos hacerlo.
Emily Hodges Bien, bueno, de nuevo las Charcas. No tuve mucho tiempo de admirarlas de nuevo, la verdad, tenía muchas ganas de llegar cuanto antes al Desierto. Había estado con Liza en el momento en el que ella recibió su flauta así que ya sabía como funcionaba... ¡al fin podría visitar otras zonas por mi propia cuenta!
Emily Hodges No nos quedamos mucho en Ciudad Mkuu, ya la teníamos bastante vista y, casi como siempre, íbamos solo de paso. Liza había dicho algo sobre un Lopunny, quizás podría conseguir la manera de llamarlo pronto, imaginé que sería el modo de volar en la isla. ¡Y me vendría bastante bien!
Emily Hodges Pasamos por las Charcas, comprobando también que parecían estar a salvo. Sea como fuere, habíamos podido comprobar por propia experiencia que eran aquellos extraños líderes los que controlaban a todos los demás, y era a esos mismos quienes debíamos intentar derrotar cuanto antes para salvar la isla. Así que seguimos caminando, rumbo Mkuu.
Emily Hodges Así, llegamos a las Charcas Mabwawa. Miré con una sonrisa a Blastoise, que a su vez miraba el agua con cierto brillo en los ojos. —¿Te gusta? Quizás después de entrenar y combatir contra Akili podamos venir a descansar aquí. ¡O a la Playa! Os gustará. >>Pero por ahora... nos toca ir a Kikabila.