Cementerio

El otoño ha cubierto el terreno de hojas muertas y hay una densa capa de neblina que te deja apenas ver unos metros delante de tus narices, obligándote a caminar despacio para no irte de cara al suelo.
Al internarte en el cementerio, en una de las tumbas de la sección baja, notas la silueta de una loba. La chica del subterráneo, Johanne Katz. Parece estar hablando pero su voz es tan baja que realmente no tienes certeza.

 

William Baxter

¿Huh? ¿Estaba viendo bien? ¡Sí! Esa cosa de ahí era una flecha para ballesta, estaba clavada por ahí, de forma algo disimulada y camuflada, por lo que me acerqué al mismo y lo tomé con fuerza para después de unos segundos, arrancarla del suelo, la revisé y limpié un momento para ver que seguía en buen estado y la guardé, siendo ahora mismo cinco las que poseía conmigo.

Así, volví mi marcha, observando con atención para darme cuenta que ya no hubo más y terminé volviendo al Cementerio, es como entonces que saqué el móvil.

"Angus, ya estoy en el cementerio y veo a Jo a lo lejos, veré si me puede decir algo de Bea, ¿tienes algún sitio en el que desees nos podamos reunir o mas tarde?"
Redacté mientras enviaba el mensaje y después fui con Brooklyn.

"Iré a ver a Jo, tan pronto tenga una confirmación de Angus te veré con él, ten cuidado"

Culminé mientras enviaba ese segundo mensaje y pronto volví a guardar el teléfono, debido a la mala vibra del sitio en si y a la neblina no pude ver que Drey estaba ahí, ya que me había centrado en acercarme hacia aquella figura. Quien parecía hablar con alguien, creo, pero igual solo opté por acercarme con calma hasta estar lo suficientemente cerca como para que se percatarse de mi presencia, pero no tanto como para interrumpir sea lo que sea que haga.

 

Antes de que estés lo suficientemente cerca, Jo le da un palmadita a la lápida y comienza a andar con la vista puesta en las hojas del suelo. No nota tu presencia hasta que está muy cerca y alza la vista para mirarte.

—¿De nuevo, Will? ¿Qué necesitas de los muertos hoy? —pregunta con cierta diversión en la voz.

 

William Baxter

Mientras me aproximaba, pude notar cómo Jo le daba un par de palmadas a una lápida y no evité sonreír conmovido, en ese momento escuché un estornudo pero antes de poder identificar el origen, volví a girar mi cabeza hacía Jo, quién se dió cuenta de mi presencia algo tarde, escuchar su pregunta solo me hizo reír.

—Consejos sobre cómo sobornar a los que administran este sitio para que me dejen por ahí arriba para cuando llegue mi hora—. Respondí con claro sarcasmo, mientras le sonreía conmovido por verla de nuevo.

Me estaba dando cuenta que, tal vez, ella era lo más cercano a una amiga en todo esto.
Que triste... Cómo cambian las cosas como para que ni con Margarita no sea tan así.

—¿Cómo estás Jo? No sé si interrumpo algo, la verdad es que deseaba hacerte compañía si es que estabas aquí—. Comenté mientras sostenía mi sonrisa.
>>¿A ustedes les gustaban el Harfest?—. Añadí, refiriéndome claro a ella y a su madre.

 

Jo suelta una risa floja ante ti primer comentario y luego te mira con el rabillo del ojo cuando continuar hablando.

—No, no interrumpes nada. —Se ajustó la chaqueta alrededor del cuerpo y se envolvió mejor el cuello con la bufanda—. ¿Hmh? Mamá solía llevarme cuando estaba pequeña y jugaba conmigo en los puestos y tal. Luego empecé a ir con los chicos de la escuela, solemos quedarnos hasta tarde fuera y tal, aunque este año no parece la mejor de las ideas.

 

William Baxter

Musité un instante conmovido por las palabras de Jo, notando como se ajustaba mejor su chaqueta y bufanda, por lo que yo solo me aparte un poco de su camino para que, si lo deseaba, empezara a desplazarse y yo le siguiera.

—Yo realmente nunca le presté mucha atención al Harfest, creo que desde que recuerdo solamente hacía lo que tenía en mano y no más, si me llegase a disfrazar sería el primer año en que lo hago, al menos en lo personal siempre me pareció una celebración bonita a su manera. Aunque ahora que lo pienso nunca presté mucha atención a lo que ofrece la celebración en sí. Se nota que he estado muy distraído con... no sé, algo estos últimos años—. Comenté mientras me reía yo mismo de mi propia desgracia.

 

La loba da algunos pasos al frente, luego de hundir las manos en los bolsillos y darle un último vistazo a las tumbas tras ella.

—Pues te perdiste uno de los placeres de todo niño, Baxter —comenta junto a una risa—. Pero supongo nunca es tarde para participar en el Harfest, así se te ocurra disfrazarte por primera vez con veinte años.

 

William Baxter

No evité reír enérgico por su comentario, asintiendo.
—Soy un idiota inclusive con eso, pero bueno, supongo que nunca es tarde para intentarlo... ¿No es así?—. Comenté mientras le sonreía.
>>Oh, pero claro. Ya tengo mi disfraz de hecho aunque no entone mucho porque... Bueno, soy un canino. ¿Podrías adivinar quién es? ¿O prefieres esperar?—. Dije mientras le sonreía aún, con un toque divertido en mi voz.

Poco después Drey se reitró, pero ni ella ni yo pudimos siquiera percatarnos de su presencia.

 

Jo enarca una ceja al escuchar lo del disfraz y luego suelta una risa sin gracia.

—Guarda la sorpresa para el Harfest, hombre.

La loba siguió caminando, levantando apenas la hojarasca, ya demasiado apelmazada en realidad. Sacó las menos de los bolsillo de la chaqueta para llevárselas al hocico y echarse el aire cálido de su respiración.

—En todo caso, ¿qué se supone que planeas hoy?

 

William Baxter

Volví a reír por su primer comentario, encogiéndome de hombros para mirar alrededor que mas bien era nada por la neblina mientras Jo me soltaba otra pregunta.

—Lamentablemente casualmente ya no puedo hacer nada, mi vida se vuelve un poco aburrida así, en cuanto al embrollo en el que estoy metido planeo reunirme con Gregg para, ya sabes, cuidarnos las espaldas. Estamos temiendo que aquellos locos vayan a hacer algo en este día, debido a que todo mundo estará distraído con el Harfest—. Dije, esta vez serio con un tono de preocupación. Para esta vez yo hundir mis manos en los bolsillos de la chamarra para cuando sentí mi móvil, al sacarlo vi el mensaje de Margarita y me dispuse a contestar acompañada de una risa discreta.

"Si, pero si quieres quedártela, guárdala. Ya llevo cinco, creo que es una buena cantidad por ahora"

Envíe el mensaje para volver a guardarlo y volver mi vista al frente.

—Además, ando pensando si ir de nuevo al Ol'Pickaxe, necesito saber cómo hallar a Bea, siendo que tampoco la veo por aquí—. Añadí, para volver a lado de Jo.

 

Katz te dedica una mirada de soslayo cuando te escucha mencionar el Ol'Pickaxe, incluso antes de escuchar lo demás que tienes que decir. El recelo y resentimiento que tiene para con David Mason parece ir más allá de saber sus costumbres, parece un recelo proveniente de los instintos, de las raíces de su especie.

Como si oliera la peste desde kilómetros.

Aún así no le demuestra directamente y solo habla cuando mencionas a Bea.

—¿Beatrice? —Gira el rostro apenas para poder mirar hacia atrás, hacia las tumbas—. La tumba de su madre está mucho más abajo en el terreno, no creo que la notáramos desde aquí. Puedo ir a revisar si está, si gustas, creo haber escuchado de alguien que estaba en el pueblo.

 

William Baxter

No parecía molestarle a Jo que fuese al Ol'Pickaxe, cosa que me extrañó un poco pero no le dí importancia, después de la escena no convendría insistir con ello.

Poco después me respondió sobre lo de Bea, por lo que cuando terminó de hablar giré mi vista hacia la nada, por donde ella volteaba.
—¿De alguien? Oh, creo que si—. Respondí reflexivo.

>>Si no es ningún problema, ¿podrías revisar? Igual si no está, ni hablar. Me harías un favor, te esperaré aquí de ser así, no creo que sea bueno que vaya ahí cuando está visitando a los que se les adelantó—. Dije, junto a una leve sonrisa.

 

Jo asiente ante tu petición y sin responder mayor cosa, regresa sobre sus pasos hacia las tumbas que acababan de dejar atrás. Pronto desaparece entre la espesa niebla.

Es extraño, pero casi es como si la niebla bloqueara el ruido, porque si acaso se escuchan sus pasos alejándose y luego, ni siquiera eso. Lo cierto es que la tumba de la señora Santello está prácticamente al final del terreno y es casi un milagro que un sumidero no la hubiese tragado todavía.

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Bea Santello

Había llegado al pueblo haría cosa de dos días, aprovechando unos días libres y que papá se sentía más o menos bien como para poder cuidarse solo, recalentarse la cena, levantarse del sofá y tan siquiera ver por la ventana o algo. Me faltaba muchísimo para poder ahorrar ya no solo para pagar la renta cada mes, como la gente normal vaya, sino para poder sacar dinero de los ingresos del Ol'Pickaxe y poder pagarle a papá la terapia que había necesitado desde el momento en que mamá falleció.
La cagada era que el pueblo estaba cada vez más en la mierda, los ingresos en vez de aumentar disminuían, y tenía que mantener al menos un par de empleados porque ya me faltaba poco para poder graduarme por fin de la universidad, luego de haberme dejado la vida para conseguir una beca.

Estaba terminando de dedicarle una oración a mamá en su tumba cuando escuché el rumor de pasos, se detuvieron metros más allá y me dejaron terminar. Cuando alcé la vista, con el cigarrillo eléctrico encendido porque no pensaba fumar de verdad en la tumba de mi madre, noté los ojos amarillentos de Johanne Katz entre la neblina.

La chiquilla era ruda, brusca, pero algo más extrovertida que yo. El caso es que también había perdido a su madre por la misma maldita enfermedad y cada vez que venía al pueblo, la veía en su tumba con puntualidad. A veces traía consigo lirios blancos, algunas otras veces parecía gastar más dinero y traía un par de tulipanes, otras tantas aparecía con florecillas que recogía del bosque.

Me veía en ella, de alguna forma, y por eso cuando nos topábamos directamente no negaba su conversación o sus saludos.

Tener una madre muerta te unía de formas inexplicables con más gente con madres muertas, porque claro, todos debían morir, pero las nuestras se habían ido mucho antes de lo que les correspondía.

—Hola, Bea —saludó en cuanto me acerqué a ella.

—Jo.

—¿Qué tal estás? —preguntó a lo que yo me encogí de hombros mientras seguía avanzando—. Sí, normal.

Seguimos andando unos metros en silencio, hasta que ella volvió a romperlo.

>>Hay alguien que quiere hablar contigo, Bea.

—¿Conmigo? —Asintió con la cabeza—. Un chico de apellido Baxter, ¿lo ubicas?

—A sus padres, sí. ¿Qué se supone que necesita?

—Prefiero que te lo diga él, pero quiero preguntar, ¿has hablado con Gregg o alguno de los otros últimamente?

Me tensé por reflejo, hará unos cinco días había recibido una llamada de Gregg en la noche, pasada ya la hora de cenar, y me contó a grandes rasgos lo que había estado pasando en Possum Springs. La desaparición de la niña, los rastros de sangre, las señales de radio descompuestas y... La llamada de Mae hace meses.

Afirmé ante la loba y ella pareció a gusto con la respuesta pero no dijo más. Poco después, noté una silueta que fue aclarándose mientras nos acercábamos. El cachorro Baxter llevaba en la espalda una ballesta.

Joder.

—Bueno Will, tuviste suerte. Esta es Bea, Bea este es William Baxter.

Lo saludé con un movimiento de cabeza antes de hablar.

—Yo recomendaría que buscáramos otro sitio para conversar —dije mientras retomaba la marcha.

Contenido oculto

Giga puedes decidir a dónde irte con Jo y Bea, bueno puede ser cualquier sitio que se te antoje (?) solo roleas y por si las moscas con las alertas, me etiquetas.