—Acabemos ya. ¡Evade y Finta! Lo siento Nidorina... GROVYLE: Planta (Ágil) Espesura: potencia de movimientos tipo planta x2 cuando sus Ps bajan de 1/3 Salud: 100/100 Fuerza: 180 (30) Resistencia: 110 Agilidad: 2/3 (115 de Velocidad) (20) Movimientos: -Finta (30 potencia, Siniestro; Ineludible) (Usos: 1/3) -Absorber (20 Potencia, Planta; Recupera 10 PS) -Látigo (Baja 10 Resistencia rival) -Agilidad (Recupera hasta 2 puntos de agilidad) (Usos: 0/1)
Nidorina cayó debilitada y el hombre pasó a entregarle 500 puntos al chico. —¡La próxima vez que te vea las pagaras!—Le habló mientras se retiraba del lugar. NIDORINA: Veneno (Equilibrado) Punto Tóxico: lanza un dado de tres caras si el rival te ataca con un movimiento de contacto. Si sale 1, envenena gravemente. Salud: 0/140 Fuerza: 120 (3) Resistencia: 120 (3) Agilidad: 2/2 (60 de Velocidad) (4) Movimientos: -Picotazo Venenoso (20 Potencia, Veneno) -Doble Patada (20 Potencia, Lucha, el daño se aplica dos veces) (Usos: 2/2) -Cola Ferrea (50 Potencia, Acero) -Terremoto (60 Potencia, Tierra) (Usos: 1/4) Contenido oculto Ya agrego los puntos a tú ficha.
—Al menos cumplen su palabra... —exclamé mientras veía como aumentaba mi contador—, aunque eso no significa que lo que hagan esté bien —miré de nuevo al primer sujeto—. Aún así, creo que dejaré que la chica te de tu merecido. Creo que eso sería más productivo que si yo lo hiciera. Regresé a Grovyle a su pokebola y me dispuse a mirar el combate, aunque estaba dispuesto a intervenir en caso de que algo malo sucediera, pese a que fuera poco probable.
Contenido oculto No me molesta, Yago, tranquilo ^^ Mimi Honda Todo había ocurrido demasiado deprisa. Primero, Kichiro había caído en combate, derrotado a manos de Nidorino. Mi mente se mantuvo en blanco unos breves instantes, hasta que sus palabras me hicieron reaccionar. ¿Qué sacase al siguiente? ¿No se suponía que era un combate de uno a uno? No quise darle más vueltas, si me daba ventaja, debía aprovechar la oportunidad, porque hasta ahora, todo había sido un auténtico desastre. Tomé la lujo-ball de Raiden, y estaba por lanzarla al campo cuando una nueva figura apareció en escena. Era un chico alto, de cabellos platinos, aunque se veían dorados a la luz de la llama de Charizard, y una gorra que, al menos en aquellos momentos, me impedía ver sus ojos desde mi posición con claridad. Fuera como fuese, era muy lindo... (¡Y yo en pijama!) pero, ¿qué hacía él allí? ¿Venía a salvarme? un gesto muy caballeroso y galante por su parte, pero obviamente, yo no necesitaba ayuda. Y estaba por comunicárselo, y exigir explicaciones, cuando un nuevo sujeto entró en escena. Esta vez, caminaba con una Nidorina, y antes de poder procesar la situación, un formidable terremoto hizo temblar las paredes y el suelo, tomándome desprevenida y haciéndome perder el equilibrio y caer. Molesta, le grité algo que sonó como: ''¡Hey, ten más cuidado, imbécil!'' entre dientes, mientras me levantaba con cierta dificultad y me frotaba las rodillas, adolorida. ¡Estaba cansada de esto! ¿hasta cuando iba a tener que sufrir? —Al menos cumplen su palabra... —oí entonces la voz del chico de la gorra, mi salvador—, aunque eso no significa que lo que hagan esté bien —volvió su mirada al pervertido del Nidorino, con pasmosa calma—. Aún así, creo que dejaré que la chica te de tu merecido. Creo que eso sería más productivo que si yo lo hiciera. ''Estoy de acuerdo, pero... ¿quién eres tú, de todos modos?'' —En ese caso...—dije, obviando la pregunta. Ya tendría tiempo de pedir explicaciones después—. ¡Vamos Raiden, es hora de sacar la basura! ¡Usa Triturar! LUXIO: Eléctrico (Potente) Intimidación: Baja 10 la fuerza del rival cuando sale al campo. Salud: 120/120 Fuerza: 180 (35) Resistencia: 98 Agilidad: 2/2 (75 de Velocidad) (15) Movimientos: -Colmillo Rayo (50 Potencia, Eléctrico) -Onda Trueno (Paraliza al oponente) (Usos: 2/2) -Mordisco (30 Potencia, Siniestro) -Triturar (60 Potencia, Siniestro) (Usos: 3/4)
Contenido oculto Noir, recuerda que cuando un pokemon tuyo se debilita debes atacar :3 —¡Venga! ¡Me haré con tres pokémon fuertes y una chica linda! ¡No tienes oportunidad!—De inmediato las palabras del hombre fueron calladas por un fuerte mordisco de Luxio a su pokémon.—. ¡M-maldita! ¡Traía un pokémon fuerte con ella!—Dijo al momento de regresar a su pokémon y salir corriendo del lugar dejando caer 500 puntos de su bolsillo. NIDORINO: Veneno (Equilibrado) Punto Tóxico: lanza un dado de tres caras si el rival te ataca con un movimiento de contacto. Si sale 1, envenena gravemente. Salud: 0/125 (3) Fuerza: 120 (3) Resistencia: 115 (3) Agilidad: 0/2 (65 de Velocidad) Movimientos: -Picotazo Venenoso (20 Potencia, Veneno) -Doble Patada (20 Potencia, Lucha, el daño se aplica dos veces) (Usos: 0/2) -Taladradora (50 Potencia, Tierra) -Golpe Cabeza (40 Potencia, Normal)
Mimi Honda Cuando aquel pervertido salió corriendo aterrado después de su derrota, y desapareció en la oscuridad, una sonrisa se dibujó en mis labios. Me sentía orgullosa de mí misma. Sí, orgullosa. A pesar de encontrarme descalza y en pijama delante de un chico mono, me sentía orgullosa, porque me había defendido yo sola, había plantado cara (a pesar del terrible miedo que había pasado) y ahora tenía quinientos fantásticos puntos que lo demostraban. Por fin parecía que comenzaba a pasar mi racha de mala suerte; si además de esto lograba recuperar mi dinero, mis bolsas de ropa, mis zapatos de Monna Karan y la suavidad de mi cabello ahora quemado, podía darme por satisfecha. Mi Luxio, perfectamente indemne, se volvió hacía mí y me sonrió. —¡Buen trabajo, Raiden!—le felicité entonces—. ¡Has hecho honor al apellido Honda! Lástima que Effy no esté aquí para verlo... parece ser que realmente no me hacía falta aquel absurdo viaje de entrenamiento que ella había preparado... Con un simple movimiento devolví a Raiden a su lujo-ball. Charizard, en el suelo, había comenzado a despertase. Bostezó, abriendo aquella gigantesca boca. y se incorporó como si acabase de dormir la mejor siesta de toda su vida. Grandísimo vago... murmuré entre dientes, menudos momentos se busca para dormir... él y su entrenador, eran tan idénticos que llegaba a asustar... Cruzándome de brazos, ligeramente irritada, le dirigí una mirada de circunstancias. Sin duda, tenía una forma muy ''curiosa'' de protegerme.
El Dragón finalmente se levantó de su sueño viendo terminada la batalla de la chica. Por su parte sonrió al ver a la gente del equipo Gamma salir corriendo. Soltó una gran llamarada logrando iluminar totalmente la cueva, y de paso ahuyentar a los pokémon salvajes de la cueva que pudieran molestar en el camino de la entrenadora. Rugió mientras miraba al Luxio de Mimi, al parecer era una felicitación por ganar.
Sonreí un instante al ver derrotado a aquel hombre; como había supuesto, aquella chica no necesitaba ayuda. Es más, incluso me sorprendió ver como aquel Luxio acaba el combate de un solo movimiento, sin la menor pizca de esfuerzo. Dejé de apoyarme en la pared de la cueva y me acerqué lentamente hacia el pequeño grupo conformado por la chica, Luxio y aquel Charizard, aunque preferí quedar a una distancia prudente, por lo que habían varios metros entre nosotros: Primero porque no quería incomodar a nadie con mi presencia, y segundo, porque tenía malos recuerdos de aquel Dragón de fuego y no quería acercármele mucho. —Felicidades por haber vencido —exclamé, mientras me acomodaba un poco la gorra, que me había estado cubriendo por descuido parte del rostro; ahora ya podría ver un poco mejor—. Veo que mi presencia estaba de más. Lamento haber aparecido tan de repente, pero cuando escuché aquel inusual rugido corrí a ver que pasaba inmediatamente. No es usual tanto ruido en una caverna como esta... Guardé silencio un segundo, hasta que caí en algo que había pasado por alto. —¡Ah, cierto! Disculpa mi falta de modales, mi nombre es Daniel, un gusto conocerte. Contenido oculto Noir, debo disculparme pero mi familia se va a una excursión por el bosque toda la semana, así que no podré responder ^^U Espero me perdones y puedas encontrar alguna forma de terminar la conversación en un post... Lo siento ^^U
Contenido oculto Sin problemas, Yago, pásalo bien ^^ Mimi Honda Charizard ignoró mi enojo, (aunque no me sorprendió) y en su lugar, abrió la boca y soltó una llamarada que en segundos iluminó toda la cueva con un resplandor ocre. Después rugió, y cuando esto empezó a hacerme daño en los oídos, y a hacer resentir cual terremoto la estructura de la cueva, una segunda bandada de Zubats pasó volando sobre nuestras cabezas, buscando frenéticamente la salida. Pero esta vez, y gracias a Arceus, apenas nos rozaron la cabeza. — ¿Quieres dejar de hacer eso?—le espeté entonces al pokémon Dragón, y no sonó como una petición en lo absoluto. Era una orden, y Charizard me miró y sonrió, como si pretendiese restarle importancia. Yo me limité a suspirar con resignación. Un instante después, llegó hasta mis oídos una voz suave pero solemne que hizo eco en las paredes; y me di la vuelta para encararle. Se trataba del chico de antes, mi joven ''salvador'', que ahora se había detenido a unos metros de nosotros. Con un gesto solemne se colocó la gorra, y entonces pude ver que sus ojos eran de color miel, pero, al igual que su cabello, mostraban un matiz dorado a la luz que proyectaba la llama de Charizard. Debía reconocer que a pesar de su más que evidente aspecto de gamberro, era lindo. Y me disponía a agradecer sus amables palabras, cuando se detuvo un momento y me comunicó su nombre. Daniel... hum, incluso su nombre era lindo. Sin embargo, no lo expresé en voz alta. Principalmente porque no me sentía cómoda estando en pijama delante de... nadie, en realidad. Y mucho menos con un pijama como áquel. —Yo soy Mimi. Mimi Honda—me presenté. Y obvié decir quién era mi padre y todo lo que solía decir, porque me había resignado a que en esta región apartada del mapa nadie iba a conocerme ni aunque mi foto estuviese enmarcada en la Plaza central de Ciudad Témpera. En ese momento recordé el aspecto que debía tener, con el pijama, el cabello hecho un auténtico desastre por la humedad, y los pies descalzos, y mis mejillas se tiñeron de un intenso rojo—. Esto... l-lamento que tengas que verme así, yo normalmente no voy en pijama por ahí... esto es tan vergonzoso...—escudé mi vergüenza con una risa nerviosa, que, lamentablemente me hizo quedar más ridícula de lo que ya debía parecer—. ¿Qué locura verdad? ¡Jajaja! ''Por el amor de Arceus, tierra trágame...'' En ese momento, un breve destello iluminó el interior de mi bolso unos segundos, y antes de poder darme cuenta de lo que sucedía, Eevee había escapado de su pokéball; esta vez tras un Zubat despistado... hacia el interior de la caverna, hasta que la abrumadora oscuridad la engulló. —¡Hey, no!—grité en vano—. ¡Ya te dije que no podías irte así como así, que yo soy tu entrenadora! ¡Eevee, espera!—olvidándome momentáneamente de Daniel, me volví hacia el pokémon variocolor de Alpha—. ¡Charizard, ve a por ella!— Le ordené. Él tan sólo me miró por un largo segundo—. ¡Ugh, demonios!—maldije, mientras, tras la más que evidente negativa de Charizard, salía a correr tras el pokémon fugitivo lo más deprisa que me permitían mis pies. La terrible oscuridad me engulló.
Charizard comenzó a caminar lentamente siguiendo a la chica Honda y pasando de Daniel que mantenía una mirada que no le daba buena espina, aunque el pudiera acabar con lo que sea -o eso él creía-. Ya cuando llegó con la joven Mimi logró ver la situación de escape de la pobre Eevee hija de sus compañeros pokémon en el viaje de su entrenador. Rugió para la pokémon evolución luego de lanzar un escupitajo de fuego frente a ella cortando su camino. Sonrió con confianza cuando logró su cometido y tomó en brazos al pokémon para entregarlo a su entrenadora. La pequeña simplemente mantenía una expresión de terror.
Mimi Honda Antes de poder darme cuenta, un nuevo rugido hizo eco en las paredes, y al volverme vi a Charizard, que, abriendo la boca, se disponía a lanzar una terrible llamarada en dirección a Eevee. Grité entonces, pidiéndole que se detuviera, pues ya se había derrotado Kichiro y no quería lamentar más pérdidas. Pero él me ignoró, y aunque lo hizo, la llama no fue a parar en Eevee, sino unos metros por delante, creando un círculo de fuego que le cortó la retirada con éxito. Suspiré con alivio. Tanto porque no había pasado nada, como porque por fin, después del largo trecho recorrido, había logrado atraparla. Pero me había asustado, y yo, a pesar de todo, no podía quedarme callada. ¡No se lo merecía, después del terrible miedo que me había hecho pasar! Ya casi había podido ver a Eevee debilitada y achicharrada en el suelo... Me disponía a espetarle una serie de cosas, cuando el orgulloso pokémon de Alpha pasó por delante de mí sin prestarme la más mínima atención, y poco después regresaba y me entregaba a Eevee en brazos. Ahora, él sonreía y parecía orgulloso de sí mismo, mientras mi pobre pokémon evolución temblaba de terror entre mis brazos, pálida como una hoja de papel. ¿Hmm? No me había esperado un gesto como ese. — Gracias...—le dije a regañadientes cuando comprendí la situación. Puede que fuese igual de bruto y molesto que su entrenador, pero; al igual que su entrenador, también podía ser muy amable y atento cuando quería... ¡Ugh! Fuera como fuese, aquello me molestaba, porque me instaba a ser igual de amable y atenta con él cuando evidentemente no se lo merecía. No después del brusco trato que había tenido conmigo desde Ciudad Témpera. ¿Qué rayos? ¡Ni siquiera me había ayudado cuando aquel pervertido me atacó! Sin más, devolví a Eevee a su pokéball, preguntándome cuanto faltaría para salir de este lugar.
Charizard al ver todo el trayecto que quedaba de Caverna tomó una decisión por si mismo: Salió del lugar a una velocidad grandiosa dejando solo un rastro de ceniza por la cueva. A lo largo de cinco minuto volvió trayendo una bicicleta en sus garras para la señorita Honda. Dio un pequeño rugido al momento de dejar la bicicleta en el suelo en perfecto estado. Sonrió a la entrenadora con gran arrogancia. De inmediato volvió al suelo esperando a la entrenadora para que pudieran salir del lugar de forma rápida.
Mimi Honda De un momento a otro, Charizard desapareció de mi lado, para volver al poco rato con un extraño cachivache entre las garras. Al verlo de cerca, comprendí que se trataba de una bicicleta nueva y en perfecto estado, con un acabado brillante y pulcro. Pero... ¿de dónde había sacado una bicicleta en un lugar así? ¿a que pobre paseante se la habría robado? Y aún peor... ¿qué pretendía que hiciese yo con ella? ¿Montarla? —¿Q-qué...?—fue todo lo que alcancé a manejar. Miré a Charizard, anonada, y él me devolvió esa misma sonrisa confiada que empezaba a atacarme los nervios—. Y-yo no voy a montar eso... —mascullé entonces, horrorizada—. ¿Te has vuelto completamente loco? ¿Quién te has creído que soy? No pienso caer más bajo, ya es un horror andar por ahí en pijama; no me imagino lo que será hacerlo además en biciclo...—le dije, cruzándome de brazos y volviendo el rostro con dignidad. Principalmente... porque a pesar de que era una afrenta a mi orgullo como señorita (las bicicletas eran para plebeyos, no para damas de la alta sociedad,) yo no sabía montar en bici, y corría el riego de partirme la crisma contra las paredes de piedra.
Charizard suspiró y de inmediato tomó a la chica y la montó con delicadeza en la bicicleta. De inmediato sonrió y comenzó a llevarla de un forma lenta hacia el final de la cueva donde una enorme piedra obstruía el final. Charizard dio un golpe a ella sin poder romperla, de inmediato miró a la chica y sus pokéballs apuntando en especial la de "Kichiro". Rugió con la intención de pedir a Mimi que lo sacará para partir la roca.
Mimi Honda Pretendía protestar cuando Charizard me tomó en brazos y me subió a la bicicleta sin la más mínima dificultad. Para un pokémon cómo él, una niña de catorce años no le debía suponer gran resistencia, por mucho que yo me negase a aceptarlo. A parte, tenía hambre, y sed, y estaba cansada de andar y correr descalza. Me resigné, tal vez demasiado pronto, mientras el pokémon de Alpha me llevaba hasta el trecho final de la cueva, donde una gran roca obstruía el camino hacia la salida. ¡Lo que faltaba! Recordé los terremotos de Nidorina, y me pregunté entonces si aquello lo habría causado un derrumbamiento debido al sismo. Obvié aquella pregunta. Sinceramente me daba igual, yo sólo quería salir de allí. Como leyéndome el pensamiento, Chiot, mi pequeño Lillipup, escapó de su pokéball con un destello, y al poco tiempo, la roca se había reducido a la nada más absoluta. Anonada, lo miré. ¿Cómo una cosa tan pequeña podía tener tanta fuerza? Pero él, imperturbable, solo se sentó en el suelo, y, moviendo alegremente la cola, soltó dos cortos y satisfechos ladridos.
Entre a la caverna Témpera y liberé a mi inicial de fuego Typhlosion para que me acompañara, sus llamas me serían útiles para cruzar por su obscuridad, obscuridad donde había conocido a Mawile y Duskull hace mucho tiempo atrás, ¡oh! y también el lugar donde a Ukita menos le agradaba estar, había uno que otro pokemon fantasma que no le agradarían del todo a él. — ¿Cuando dejarán de darte tanto miedo los fantasmas Ukita?...— murmuré con una ligera risa mientras lograba apreciar la luz del final de la cueva junto con mi Typhlosion para adentrarme a Témpera
Kyotsuke Al fin había llegado a la caverna, aquí de seguro encontraría a un pokemon fantasma para completar mi equipo, los mas potables para mi gusto serian algún extraño Sableye o un Duskull solo por el echo de agradarme, aun así recorría la caverna de forma calmada, para no tropezar con ninguna roca o pokemon de dicho tipo. —Esta tan oscuro que apenas puedo ver— solo caminaba con cautela, pronto debería de encontrarme con algo.
Kyotsuke Mientras caminaba sentía algunos pokemon pasar por mi lado, pero aun así seguía firmemente mi paso, pronto habría de llegar al otro lado, aun así ya no recordaba hace cuanto tiempo había comenzado mi aventura, ¿dos, tres, cuatro meses?, aun no había echo nada para orgullecerme. Sentí algo moverse al rededor mio, solo me puse atento con la pokebola de Vulpix en mi mano por si acaso, y mi bicicleta a mi costado, para luego hablar con voz temblorosa. —¿Que eres?— no oía pasos, pero sentía una presencian, y justo frente a mi apareció de pronto aquel pokemon de tipo siniestro y fantasma, definitivamente, su figura era la de un Sableye,
Kyotsuke Aquel pokemon era veloz e intento arrebatarme mi pokebola, pero sin embargo lo evadí, para luego sacar a Vulpix y atacarlo con un ataque de fuego, a lo que este contesto con un arañazo, la pelea era monótona y muy evidente, ya que ambos pokemon al parecer no tenían mucha experiencia en batalla. Los ataques iban y venían, pero en un débil movimiento del pokemon fantasma, le lance una pokebola acertando en el blanco, el esférico desprendió una luz roja con la cual introdujo al pokemon dentro de ella, y tras moverse unas veces, dio un pitido afirmo la captura de dicho pokemon —Al fin, equipo completo— tome la pokebola y sonreí mientras la guardaba, ahora solo debería entrenar a mi equipo y pronto se volverían mas fuertes.
Entonces sonidos de rocas moverse se escuchaban. Tras Kyotsuke un hombre había aparecido junto a un poderoso Machoke. —¿Qué tal si nos entregas tus pokémon niño?—Le preguntó de inmediato con una mirada que iba hacia abajo, él era más alto que Kyotsuke.