—Ay... yo y mis tontas ideas de meterme a lugares que no conozco—lloriqueé mientras esquivaba unas rocas. Grovy, Azu y Staravia venía detrás de mi, silenciosos como sombras, atentos a cualquier sonido—. ¿Saben?—les dije—, esta es la última vez que me meto a una cueva.
Refunfuñando y tropezándome de vez en cuando con rocas que se me interponían en el camino, divisé una luz. ¿Sería la salida? Sonreí esperanzada y comencé a avanzar más rápido, esperando poder salir de la condenada cueva.
Un momento... las luces se movían. ¿Acaso eso era normal? Retrocedí un tanto asustada. Quizá era mejor no ir por ese camino.
Escuché unos pasos y risotadas en la lejanía. ¿Acaso había gente allí dentro? ¿gente... peligrosa? Les dije a mis pokémon que no hicieran ruido y nos sentamos todos detrás de unas rocas, esperando.
Todavía podía sentir murmullos, y eso me daba un poco de miedo. No sabía qué clase de personas había allí, pero por mi propia seguridad no iba a salir de mi escondite. Mis pokémon me miraban extrañados y entonces, Starr gritó: —¡Staravia! Le cerré el pico y justo en ese momento sentí una respiración cerca mío.
—¡Ajá, te atrapé!—Escuché una voz masculina, y unos brazos me aprisionaron—. ¿Qué haces husmeando aquí, niña? Le gruñí y me safé de su agarre para luego propinarle una patada en la entrepierna. Me dirigí hacia donde estaban mis pokémon y les dije que corriéramos. Nos alejamos bastante, ya no sentía los murmullos ni las pisadas. Suspiré aliviada. (Sí, ya lo sabía, pero lo quería hacer más largo porque son 20 posts. xDDDD)
—Por dios, esto va de mal en peor—susurré—. Ustedes tres, será mejor que regresen. Debo avanzar rápido, quizá este tipo me esté persiguiendo. Regresé a los chicos a sus pokéball y volví a seguir mi camino, esta vez, con más sigilo.
Por suerte, nadie me había seguido. Dentro de la cueva estaba helado, no sé por qué. También podía sentir la presencia de los pokémon tipo fantasma, y eso me asustaba mucho. Deseaba salir de allí lo más rápido posible, o sino me volvería completamente loca.
—Para la próxima trataré de ir a lugares más bonitos...—murmuré mientras pateaba una roca—. Quizá si hubiese usurpado la casa del Artista Batista no estaría en estos apuros, ¡rayos! Me sentía un tanto cansada, pero no iba a parar hasta salir de allí.
Sentí un extraño sonido detrás mío, y por temor a que fuese otro hombre, salí corriendo como alma que lleva el diablo. ¡No quería que me hicieran pasar otro susto!
Jadeando, me apoyé en una pared para descansar. Abrí mi bolso, saqué una botella de agua, y bebí un poco, mientras pensaba dónde estaría la salida de la condenada cueva. Guardé las cosas y me propuse continuar mi camino, pero esta vez caminando. Estaba segura de que el maleante ya estaba lejos.
Por donde iba caminando algunas rocas se desprendían del techo de la cueva. Mi cabeza y mi pañuelo estaban llenos de tierra y pequeños fragmentos de roca. Algunas veces se me dificultaba ver entre tanta oscuridad, pero tanteando las paredes lograba ubicarme. El frío se me había pasado, ahora tenía calor. Un calor agobiante, a decir verdad.
Doblé en una esquina y pude vislumbrar otra luz... No, estaba estaba fija, no era como las otras. ¿Habría podido ya llegar a la salida? Sonreí y lancé un ¡hurra!
Caminé más rápido para poder llegar. Y cuando lo hice, me di cuenta de que la salida estaba bloqueada. No importaba, podía con ello.
—¿Sabes? creo que no odio tanto la cueva como antes—le dije mientras chuchu salia de su pokemon y caminaba adelante mio.