Spin-off Caverna helada [Pokémon Rol]

Tema en 'El cuento de la doncella y la flor de cristal' iniciado por Hygge, 15 Abril 2021.

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    Hygge

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    El gigante se resintió ante los ataques del equipo de Mimi. Furibundo, cargó su látigo dispuesto a golpear incesablemente a todos aquellos intrusos en su morada.

    La paz del bosque debía ser restaurada.

    [​IMG]
    ABOMASNOW: Hielo/Planta
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    -Zarpazo asesino (50 Potencia, Normal)
    -Látigo (30 Potencia, Planta, golpea a todos)
    -Prisión helada (las estactitas impiden que un rival se mueva en el próximo turno)
    -Drenaje (absorbe 50 PS de un enemigo, y se cura en esa cantidad)
    -Avalancha gélida (60 Potencia, Hielo)


    Lista de turnos:
    1. Coalossal
    2. Mienryu
    3. Machamp
    4. Abomasnow
    5. Primer pokémon de Cayden
    6. Segundo pokémon de Cayden
    7. Tercer pokémon de Cayden
    8. Abomasnow
    9. Primer pokémon de Aleck
    10. Segundo pokémon de Aleck
    11. Tercer pokémon de Aleck
    12. Abomasnow
     
    Última edición: 18 Abril 2021
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Cayden Dunn

    Podía rechazar a las personas a consciencia, aislarme a voluntad y seguía sintiéndome más como yo mismo cuando estaba solo, pero quizás en el fondo solo pretendía facilitar mi propia vida de una forma drástica. No era que odiara a la gente, de hecho viendo lo que acababa de hacer por Mimi sin dudar, lo que podía hacer por Gen y Aleck, por mi madre y mis tíos en Gérie, casi se diría que amaba a la gente más de lo que era sano.

    Por eso me encerraba.

    Relacionarse con las personas era complejo, errático, un problema a secas y yo era desligado, ya no porque no quisiera demostrar nada de lo que sentía, sino porque era mi naturaleza. Tenía la capacidad de amar a los demás, era consciente de ello, pero tampoco me desvivía por muestras constantes de afecto, me movía por el lado contrario. Al menos así era hasta que habían aparecido el par de idiotas que me acompañaría en mi viaje, pero incluso si hubiera visto a esta estúpida al borde de la muerte antes de eso habría acudido a su lado.

    Mimi respondió mi estupidez, consiguió arrancarme una risa que aunque no tuvo mucha fuerza fue honesta y me aflojó la tensión en un par de músculos. No me duró mucho claro, porque escuché pasos apresurados acercarse a nosotros y pronto la voz de Aleck me alcanzó; aún de rodillas en el suelo me giré para encontrar su silueta y sentí que el alma me dejó el cuerpo cuando vi la sangre que le corría desde la frente. Debí ponerme todavía más pálido de lo que ya me tenía el frío.

    El idiota ni parecía haberse dado cuenta, incluso cuando la mancha roja en la chaqueta decía que se había limpiado el rostro, y se puso a escarbar para darle a Mimi de la poción de la mañana. Cuando puso su atención en mí me extendió la botella, la tomé en automático y le di un solo trago antes de dejarla sobre el suelo. La rubia le ofreció un té que cargaba, del que se había olvidado como una idiota, y yo reaccioné entonces. Me levanté a una velocidad que hizo que la cabeza me diera vueltas un par de segundos y me le fui encima a Aleck, escarbé en su mochila, saqué el kit para escarbar por unas gazas y para cuando quise darme cuenta Nyx también se apartó de las estalagmitas, le puso las patas en el pecho y lo mantuvo sujeto contra una de las paredes de la caverna.

    —¡Una casi se congela, el otro parece que se dio de hostias con una pared, Liza no está y la mujer que envió a Poochy está en esa celda de hielo! —recriminé mientras le limpiaba la sangre de la frente con un trozo de gaza, me las arreglé para escarbar de nuevo en el kit en lo que Nyx seguía haciendo de asistente y le cubrí el corte con algo de gaza sostenida con esparadrapo—. Se supone que somos el equipo de rescate y nos van a tener que rescatar a nosotros o los tendré que sacar a todos a rastras de aquí.

    Lo dejé ir entonces ya con el corte cubierto y Nyx también lo soltó, aproveché para señalar a Mimi.

    —Deberías hacerle caso y beber tú también. Me voy a cansar de repetirles a todos que las heridas, por mínimas que sean, se sienten más con el frío. Ya debo parecer mi madre con esta necedad.

    La voz de la mujer llamó mi atención, había llamado a mi nombre y giré el rostro en su dirección, decía que no podíamos quedarnos porque era la guarida un pokémon, que atrapaba a las personas entre estalagmitas que ahora, por la luna azul, ni siquiera podían derretirse.

    Si vuestra amiga sigue allí fuera, es probable que...

    Un temblor se hizo presente, era muchísimo más fuerte que el que había llegado a nosotros hace rato y tragué grueso. Rudy no estaba apurando, quería que nos fuéramos, pero no había manera de que la dejáramos allí. No íbamos a volver con Poochy sin llevarla con nosotros y eso era algo que todos sabíamos incluso si ninguno lo había dicho.

    Al girar hacia el origen de los enormes pasos el poco color que me había regresado a la piel luego de solucionar el sangrado de Aleck debió volver a dejarme, el jodido bicho ese era enorme, pero reaccioné sin pensarlo un solo segundo a las palabras de Mimi. Lancé una esfera dos esferas al frente y le hice una seña a Cinis para que se apartara del lado de Mimi.

    Ío salió con su cara perpetua de mala hostia, ahora estaba justificada, llevaba recibiendo daño por mi culpa un buen rato y la verdad Licht tampoco parecía de mejor humor, varias chispas se liberaron de su pelaje, amarillentas. Los tres pokémon de Mimi atacaron y el gigante nos lo regresó, por supuesto.

    —Si te llevaste a Liza vamos a tener problemas importantes, gigante de hielo —dije y ni siquiera me di cuenta que había fruncido el ceño—. Te prepararemos un baño tibio aquí. ¡Rueda Fuego, Voto Fuego y Colmillo Ígneo!

    [​IMG]
    ARCANINE: Fuego
    Lvl. 24 (240)

    Salud: 69/190
    -Ascuas (40 Potencia, Fuego)
    -Velocidad Extrema (80 Potencia, Normal)
    -Rueda Fuego (60 Potencia, Fuego)

    [​IMG]
    RABOOT: Fuego
    Lvl: 34 (90)
    Salud: 125/170
    -Voto Fuego (80 Potencia, Fuego)
    -Nitrocarga (50 Potencia, Fuego)
    -Ataque Rápido (40 Potencia, Normal)
    -Doble Patada (30 Potencia, Lucha, golpea dos veces)

    [​IMG]
    LUXIO: Eléctrico
    Lvl. 26 (180)
    Salud: 86/146
    -Colmillo Rayo (65 Potencia, Eléctrico)
    -Mordisco (60 Potencia, Siniestro)
    -Colmillo Ígneo (65 Potencia, Fuego)


    pedazo de tocho esto qué es *c mata*
     
    Zireael ha tirado dados de 60 caras para Rueda fuego Total: 27 $dice
    Zireael ha tirado dados de 80 caras para Voto fuego Total: 47 $dice
    Zireael ha tirado dados de 65 caras para Colmillo ígneo Total: 61 $dice
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    Hygge

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    Los ataques de tipo fuego del equipo de Cayden causaron estragos en el gigante de hielo. Rugió, y su ira fue a parar directamente a Luxio, el pokémon que más daño le había causado. Drenó sus energías y se curó a sí mismo en el proceso.


    [​IMG]
    ABOMASNOW: Hielo/Planta
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    -Zarpazo asesino (50 Potencia, Normal)
    -Látigo (30 Potencia, Planta, golpea a todos)
    -Prisión helada (las estactitas impiden que un rival se mueva en el próximo turno)
    -Drenaje (absorbe 50 PS de un enemigo, y se cura en esa cantidad)
    -Avalancha gélida (60 Potencia, Hielo)


    Lista de turnos:
    1. Coalossal
    2. Mienryu
    3. Machamp
    4. Abomasnow
    5. Arcanine
    6. Raboot
    7. Luxio
    8. Abomasnow
    9. Primer pokémon de Aleck
    10. Segundo pokémon de Aleck
    11. Tercer pokémon de Aleck
    12. Abomasnow
     
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    Rider

    Rider One of a Kind and... yes?

    Cáncer
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    Aleck Graham

    Suspiré aliviado al ver a los dos chicos beber, junto con el calor de Cinis y un poco del té ahora podía estar seguro de que todos íbamos a sobrevivir toda esta desventura. El ambiente estaba cálido, no sólo por la presencia del Arcanine de Cay, no sólo por el té, sino que el ambiente se sentía enrarecido, era afable, era cómo estar rodeado por el calor de un hogar, de una familia.

    Mimi poco a poco se pudo reincorporar, parecía ya sentirse mucho mejor, incluso noté cómo su tono de voz volvía a la normalidad, hasta estaba seguro de ver el rubor en sus mejillas, lo cual era algo bueno, significaba que la sangre seguía circulando por su cuerpo, aun si no sabía porque estaba sonrojada. Por un segundo me le quedé viendo fijamente, analizando las marcas en su rostro pálido con excepción de la mejillas, estaba llena de rasguños diminutos, algunos más profundos que otros, parecía que realmente había pasado un mal rato.

    Sin darme cuenta, ella también se había quedado mirándome, me sentí un poco extrañado, era como si estuviese viendo algo en específico, pero antes de que si acaso pudiera preguntar, ella desvió la mirada para sacar algo de su bolso, era un termo en donde ella también había traído té, me extendió el recipiente para que yo también pudiese beber un poco, mencionando que era té phu erh. No pude evitar abrir los ojos sorprendido, no sólo porqué el phu erh era uno de los tes más refinados de todo oriente, no sólo porqué el mero aroma de la bebida era exquisito y mostraba que la rubia también tenía talento para el té, sino por el simple y gentil gesto de ofrecerme un poco de de la bebida.

    Era curioso, estaba tan acostumbrado a ser yo quien iba ofreciendo té de aquí para allá, que cuando alguien hizo eso por mí, sentí cómo el corazón me daba un vuelco en el pecho y cómo mi rostro volvía a sentir algo de calor. Bebí con calma el liquido, mientras sentía con cada trago cómo me ayudaba se controlaba mi ritmo cardiaco y mi respiración. Solté otro suspiro, sólo para ver cómo el vaho se condensaba para rápidamente desaparecer.

    — ¡Muchas gracias, Mimi! — Le dediqué una sonrisa serena mientras le devolvía el termo, realmente había algo especial en beber té que siempre me traía tanta paz.

    Parecía que ya todos nos comenzábamos a sentir mejor, pero de manera sorpresiva Cay se puso de pie ni bien el chico había dado tan sólo un par de tragos al té, comenzó buscar algo en mi mochila, lo cual me pareció sumamente extraño, más cunado sacó mi kit de primeros auxilios para tomar una de las gazas del mismo. Antes que me diera cuenta, Nyx se me había tirado en cima, acorralándome contra una de las paredes de la sala con sus patas sobre mi pecho, el pelirrojo se acerco a nosotros, aun con la gaza en la mano.

    —¿Eh? ¿Qué les pasa? — Antes de que pudiera más cuestionar las acciones del chico, este coloco de manera apresurada la gaza sobre mi frente, escapándoseme un pequeño quejido de dolor. — ¡Ah! ¿¡Que demo-!?— Fui interrumpido nuevamente por las recriminaciones, o mejor dicho, el resumen del chico, sobre todo lo que estaba pasando. Seguidamente el Pelo de fuego me mostro el trozo de tela, que había pasado de ser blanco a estar teñido de rojo. Mierda, realmente no estaba sudando, estaba sangrando.

    — N-No me había dado cuenta...— El chico tomo un trozo nuevo de gaza y siguió limpiando la herida hasta que parara de sangrar, para después dedicarnos unos de sus típicos regaños afectivos. — Je. Más que una madre, pareces un hermano mayor sobre protector, ¡oh, espera, pero sí eso eres! — Me tomé el atrevimiento de burlarme un poco, en un tono cálido, realmente ese siempre había parecido el rol de Cay, ser el hermano mayor de todos.

    Le agradecí por haber tratado aquella herida que no sabía en que momento me había hecho, pero con ese asunto arreglado, pude redirigir mi atención a nuestro objetivo. La familia de Poochy, o bueno, Rudy, el nombre ahora mismo era lo de menos, estaban ahí, realmente estaban ahí, habías llegado a tiempo.

    Me acerqué a aquella prisión helada que rodeaba a esas personas mientras la mujer hablaba, mencionando cómo habían probado de todo, pero penetrar aquella barrera era casi imposible. Coloqué mi mano sobre el hielo, podía sentir cómo la sensación helada perforaba mis guantes hasta llegar a la palma de mi mano, casi cómo si quemara. Lo recordaba, era exactamente cómo aquella pared de hielo que me había topado en el callejón cerrado.

    Las palabras débiles de la mujer confirmaban nuestras sospechas, esto era obra de un Pokémon, el supuesto Pokémon guardian la cueva. Repentinamente, varis pisadas se pudieron escuchar a lo largo de la caverna que hacían temblar el suelo con cada impacto, pisadas que se acercaban cada vez más y más a nuestra posición. Los tres nos pusimos alerta, listo para enfrentar a lo que se avecinaba, mientras la mujer evidentemente se preocupaba.

    Era un Abomasnow descomunal.

    No pude evitar soltar una pequeña risa nasal involuntaria, el Pokémon colosal se había colocado justo en la entrada de la sala, cómo si estuviese tratando de bloquear nuestro escape, aunque ciertamente, estaba loco si creía que íbamos a salir de ahí sin todas esas personas.

    La rubia fue la primera en hablar, adoptando ciertamente un rol de líder, la verdad, no me molestaba, ella sin duda era la más experimentada y capacitada para dicho rol, no podía evitar sentir cierta confianza sabiendo que aun con tremendo enemigo enfrente, contaba con Cay y Mimi a mi lado. Tal vez Abomasnow era más grande, pero teníamos la ventaja numérica, y teníamos que usarla.

    Hubo unas breves palabras pronunciadas por el pelirrojo que lograron preocuparme; si acaso esta criatura le había hecho algo a Liza lo íbamos a reducir a puras cenizas, no era una amenaza, era una promesa, otra promesa que deberíamos cumplir.

    — Sé lo dije a Niko antes, y lo vuelvo a decir — Inquirí, mientras cerraba mis ojos y se dibujaba una sonrisa determinada en mi rostro. — , ser holder es un trabajo mal pagado, pero por Arceus...Cómo amo este trabajo. — Abrí mis ojos y le dediqué una mirada decidida a aquel gigante níveo, lanzando mis tres mejores Pokémon al campo.

    >> Muy bien señores, ya escucharon a la dama: Éstas son las ligas mayores. Nada de juegos, ¡Démosle con todo lo que tenemos! ¡Desarme, Nieve polvo y Calcinación!

    [​IMG]
    THWACKEY: Planta
    Lvl: 30 (110)

    Salud: 154/184
    -Doble Golpe (35 Potencia, Normal, físico)
    -Desarme (65 Potencia, Siniestro, físico)
    -Hoja afilada (55 Potencia, Planta, físico)


    [​IMG]
    LOCHIE: Agua
    Lvl. 28 (460)

    Salud: 70/212
    Habilidades activas:
    -Pistola agua (40 Potencia, Agua, especial)
    -Nieve polvo (40 Potencia, Hielo, especial)

    [​IMG]
    CARKOL: Roca/Fuego
    Lvl. 24 (310)

    Salud: 82/112
    -Giro Rápido (50 Potencia, Normal, físico)
    -Calcinación (40 Potencia, fuego, especial)
    -Antiaéreo (50 Potencia, Roca, físico)
     
    Rider ha tirado dados de 65 caras para Desarme Total: 30 $dice
    Rider ha tirado dados de 40 caras para Nieve Polvo Total: 24 $dice
    Rider ha tirado dados de 50 caras para Calcinación Total: 34 $dice
    Última edición: 18 Abril 2021
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    Hygge

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    Los esfuerzos de los chicos mermaron considerablenente las fuerzas del gigante, herido como estaba, pero era tremendamente insistente. Absorbió la vitalidad de Katsuo, buscando resistir un poco más, y golpeó a todos con su látigo en mitad de su frenesí de dolor y rabia.

    Parecía... estar sufriendo de verdad.


    [​IMG]
    ABOMASNOW: Hielo/Planta
    Salud: 65/500
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    -Zarpazo asesino (50 Potencia, Normal)
    -Látigo (30 Potencia, Planta, golpea a todos)
    -Prisión helada (las estactitas impiden que un rival se mueva en el próximo turno)
    -Drenaje (absorbe 50 PS de un enemigo, y se cura en esa cantidad)
    -Avalancha gélida (60 Potencia, Hielo)


    Lista de turnos:
    1. Coalossal
    2. Mienryu
    3. Machamp
    4. Abomasnow
    5. Arcanine
    6. Raboot
    7. Luxio
    8. Abomasnow
    9. Thawkey
    10. Lochie
    11. Carkol
    12. Abomasnow


    ***

    Liza White

    Abrí los ojos con brusquedad al sentir la lengua de Amber empaparme el rostro. La bruma retrocedió y pude volver a enfocar el mundo lentamente, aturdida y confusa. No supe cuánto tiempo estuve ausente pero pude notarlo en sus gestos, el terror que tuvo que haber vivido al imaginar que no volvería a posar mis zafiros en ella de nuevo. La palidez de mi piel era notoria y por más que intentase ignorarla la herida necesitaba atención urgente.

    Ahogué una exclamación cuando se me fue encima para recibirme, tomada por sorpresa, y hundí mis manos en su pelaje oscuro débilmente, intentando aferrarme al mundo que giraba a mi alrededor con uñas y dientes. Mover el brazo me mandó una descarga a la columna que me hizo contraer el rostro en una mueca de dolor. Cayden tenía razón; el frío lo hacía insoportable, pero al menos me mantenía despierta.

    Y eso era suficiente.

    —E-Estoy aquí, Am... —murmuré, con los sentidos aún embotados. Los temblores regresaron, tratando de mantener el calor en mi cuerpo, y la sentí acurrucarse sobre mi regazo gimoteando como un cachorro—. Estoy aquí...

    No te dejaré sola de nuevo.

    Tenemos un lugar al que regresar.


    Las imágenes regresaron a mi mente con claridad. El accidente, el temblor, la cercanía de un pokémon salvaje hacia nosotras. Sentí el frío en mi espalda y al alzar la mirada lo noté. El muro de hielo en el que estaba apoyada y que nos aislaba del exterior, como una suerte de prisión absoluta. Algunas voces llegaron a mis oídos y entonces lo comprendí. Lo comprendí y la sola idea cerró el nudo prieto en mi garganta. Estábamos atrapadas.

    Pero no estábamos solas.

    —Hasta que al fin despiertas —Giré el rostro hacia la voz con lentitud, arrugando el ceño—. Intentamos reanimarte, pero ese pokémon peludo de ahí casi nos arranca la mano en el proceso.

    Amber alzó la mirada y gruñó con furia. Su pelaje chisporroteó electricidad a modo de advertencia y la atraje hacia mí, extrañada. No solía ser así con los humanos. Fue entonces cuando lo noté. Aquellas personas llevaban una serie de uniformes que reconocí al vuelo. La insignia, los intrumentos tirados por el suelo, destrozados por las pisadas de un pokémon gigante. Los cepos y las trampas.

    Cazadores pokémon.

    —No te acerques —sentencié con brusquedad, recuperando parte del brillo severo en mis ojos. Uno de ellos se había movido, dispuesto a tenderme algo que no me interesó saber y se detuvo en el acto cuando Amber se irguió, amenazante. Lo fulminé con la mirada, acurrucada en mi lugar—. Es... vuestra culpa, ¿cierto? Vosotros provocásteis... la ira de los pokémon de la caverna. No intentes hacerte el compasivo conmigo ahora.

    Una sonrisa amarga adornó su expresión pero no me la tragué. Los odiaba, a todos los de su calaña. Los holders compartíamos un amor inconmensurable por los pokémon como para siquiera quedarnos al margen. Los atrapaban, los herían. Vendían sus colmillos, sus garras y su piel al mejor postor. Vivían de su sufrimiento y me sentí asqueada de compartir espacio con ellos.

    Y aún a pesar de todo no le deseaba la muerte a ninguno de ellos. No pensaba dejarlos allí.

    —En eso te equivocas, princesa. No es enteramente nuestra culpa —Se encogió de hombros, regresando a su sitio sin más—. El efecto de la luna fue el que los sacó de sus ejes. Nosotros solo aprovechamos la ocasión para intervenir.

    >>¿Pokémon de fuerzas inimaginables? —Soltó una risotada que me hirvió la sangre en las venas—. Debes ser ingenua para imaginar que nadie sacaría partido de ello.

    —¿Aprovechasteis... que estaban vulnerables para atraparlos? —solté una risa ronca y baja—. Cobardes. Sois peores que escoria.

    —Son gajes del oficio, no espero que lo entiendas. Tan solo trata que tu cachorro no nos arranque un brazo, ¿sí? —Me lanzó entonces el objeto que llevaba en mano. Rodó hasta mis pies y allí se quedó. Eran una suerte de vendajes—. Si no quieres aceptarlas tómalas por tu propio bien. El vendaje que llevas está en mal estado. Estamos acostumbrados a heridas de ese tipo.

    Si aquello era una forma de limpiar sus pecados iba a necesitar mucho más que eso sin duda. Tensé la mandíbula y pateé la venda lejos. Mi tozudez podría costarme la vida pero en ese instante me importó poco y nada.

    Otro temblor. En los últimos minutos abundaban. Las paredes se resintieron ante lo que parecía ser un enfrentamiento importante. La imagen de los chicos me rayó la mente y me aferré a Amber con algo de fuerza añadida. Necesitaba salir de allí. Abandonar la prisión de hielo y encontrarlos, hacerles saber que estaba bien. Que aquel pokémon al que enfrentaban posiblemente estuviera herido, tratando de proteger su hogar. Pero estaba encerrada, incomunicada y herida. Y el miedo, la frustración y la ansiedad se mezclaron en mi pecho, cortándome la respiración por momentos.

    Me erguí con esfuerzo, ayudada de Am y me dirigí hacia la pared de hielo. Saqué todos mis esféricos y la luz bañó el interior de la prisión. Sabía que era inútil, pero debíamos intentarlo. Necesitabamos intentarlo.

    Saldríamos de allí. Aún si nos dejábamos la piel en el proceso.
     
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  6.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Escritora
    Mimi Honda

    Le hicimos frente con todo lo que teníamos aunando nuestras fuerzas y estrategias, pero logró resistir. Definitivamente no era el peor en su categoría que había enfrentado pero la ansiedad que me burbujeaba en las venas tanto por la desaparición de White como la prisión gélida que tenía prisionera a la familia de Poochy me recordaba insistentemente que no teníamos tiempo para eso. Que esta maldita caverna del averno era una jodida trama mortal. Que por muy herido o impulsado por el efecto de la luna azul que estuviera Abomasnow, nos estaba reteniendo y tratando de frenar cuando Liza podía estar herida y muriéndose en cualquier lugar, sola, sin que pudiéramos ayudarla.

    Rugió con tal fuerza que toda la caverna volvió a vibrar, el sonido reverbando como un eco sordo que hizo caer varias estalactitas a nuestro alrededor. Estaba furioso y al margen de sus fuerzas, apenas lograba mantenerse en pie. Drenó las energías de Machamp y terminó tumbándolo con sus fuertes lianas.

    Mi pokémon estaba demasiado débil para soportar un golpe así.

    —¡Katsuo!—exclamé cuando cayó.

    Hatsu me dirigió una mirada de soslayo, sus ojos estaban llenos de firme determinación. Iwao hizo arder con más brío la pila de carbón de su espalda.

    Lo entendía.

    Lo entendía de sobra.

    Debíamos acabar con eso.


    En un silencio pesado regresé a Katsuo a su esférico para que pudiera descansar. Había hecho un trabajo formidable. Todos lo habíamos hecho. Los Pokémon de fuego de Cayden habían sido extremadamente necesarios y el equipo de Aleck había estado a punto de dar el golpe final.

    Aún sostenía la pokéball de Katsuo frente a mí, en mi mano, cuando separé los labios.

    >>Tal vez nada de esto sea tu culpa, tal vez solo estás herido y confuso—alcé la mirada hasta los ojos llenos de ira de Abomasnow. La luna azul había causado graves estragos en él, estaba por completo fuera de sí. Apreté los dedos en torno al esférico luchando por contener mis emociones, por mantenerme lo suficientemente estoica para que no se me quebrara la voz—. Pero estás amenazando a personas inocentes que no tienen la culpa de nada. Casi muero en este maldito lugar así que no estoy de humor y parte de nuestra familia sigue ahí fuera, ¡así que desaparece de nuestro camino!

    Hatsu lanzó una potente esfera de energía que golpeó de forma directa al gigante helado. Mi voz fue casi un rugido, un grito de guerra que llevaba consigo todo el miedo que realmente tenía dentro.

    [​IMG]
    COALOSSAL: Roca/Fuego
    Lvl. 49 (10)

    Salud: 250/300
    -Poder Pasado (60 Potencia, Roca)
    -Calcinación (40 Potencia, Fuego)
    -Cabezahierro (60 Potencia, Acero)
    -Explosión (100 Potencia, Normal, cae debilitado)


    [​IMG]
    MIENRYU: Lucha/Dragón
    Lvl. 57 (370)

    Salud: 148/198
    -Detección (Bloquea un ataque rival)
    -Onda Certera (60 Potencia, Lucha)

    Vale, me hice bolas con los dados xD Ignorad los dados de explosión pls, no quiero que se me muera el bicho. Contad el cuarenta y ese triste tres (?)
     
    Yugen ha tirado dados de 60 caras para Onda Certera Total: 36 $dice $dice
    Yugen ha tirado dados de 100 caras para Explosión alv Total: 58 $dice
    Yugen ha tirado dados de 100 caras para Explosión alv Total: 91 $dice
    Yugen ha tirado dados de 40 caras para Calcinación (???) Total: 40 $dice
    Última edición: 18 Abril 2021
    • Fangirl Fangirl x 3
    • Adorable Adorable x 1
  7. Threadmarks: Final evento: La soledad del renegado
     
    Hygge

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    Los golpes fueron precisos, y dieron punto y final a aquella batalla sin sentido. El gigante de hielo cayó sobre sus rodillas, desfallecido, pero su determinación le instó a seguir luchando. Intentó sacar fuerzas de flaqueza para erguirse y desterrar de su morada a aquellos intrusos que osaban herir a su familia... pero estaba tan débil. Sus párpados caían con pesadez sobre sus ojos, y su cuerpo se precipitó finalmente contra el suelo con un ruido sordo. El golpe hizo retumbar la cámara, varias estalactitas cayeron en tropel pero sus pokémon saltaron para protegerles a tiempo de cualquier daño.

    Entonces llegó el silencio. Las estalagmitas retrocedieron lentamente, enterrándose en el suelo hasta hacerse uno con él, y la mujer finalmente fue libre. Cayden y Mimi lo notaron; llevaba el mismo abrigo de piel azul, el mismo símbolo. No había duda: era parte de la tribu de la flor de cristal... Pero esa vez estaba sola. Se ajustó la capucha, abrazándose a sí misma un tanto temblorosa, y se irguió. A su lado el Charmeleon que la había mantenido a salvo toda la noche se veía ciertamente agotado; había llevado sus fuerzas hasta el límite solo por mantenerla a salvo. Dos Mightyena, los posibles padres de Poochy caminaron a su lado en todo momento, dirigiéndoles a los chicos una mirada de profundo agradecimiento y respeto.

    La mujer se apartó varias lágrimas traicioneras del rostro y les dirigió una sonrisa sincera, apenada por todos los daños causados. Se sentía tan aliviada. Creyó morir allí dentro, pero dejar a su pequeño pokémon solo en el mundo le dio las fuerzas suficientes para mantenerse con vida.

    —G-Gracias... Muchas gracias. Me habéis... Nos habéis salvado la vida —Acarició el pelaje de la pareja de lobos, volviéndose hacia la salida. Su gesto se contrajo con lástima al notar al Abomasnow inconsciente. Era una pena haber tenido que acabar así, enfrentando dos facciones inocentes, pero no les quedó de otra—. ...Salgamos de aquí cuanto antes. N-No sabemos cuándo volverá a despertar.

    Con el camino despejado, los chicos abandonaron el corazón de la caverna a toda prisa. Debían encontrar a Liza y dejar atrás aquella trampa mortal lo más rapido posible. No había tiempo que perder.

    Cuando la recámara fue abandonada por completo, sin embargo, algo sucedió.

    Abomasnow abrió los ojos con pesadez, tratando de incorporarse cuando una trampa de acero se cernió sobre él. Una descarga eléctrica le hizo rugir de dolor, y cayó como un peso muerto sobre el hielo, inconsciente. Una sombra salió entonces de su escondite. Se había mantenido agazapada durante todo el combate, aprovechando la fuerza de los holders para debilitar a su objetivo para ella.

    Había sido un completo éxito.

    Acortó las distancias, sacando un extraño aparato similar a una pokéball de su equipaje. El gigante desapareció en su interior, y cuando ya no quedó nada frente a sí se apartó la escarcha de los hombros.

    Formó una media sonrisa.

    —Parece que hoy es mi día de suerte.


    ***


    Liza White

    Las piernas me fallaron y me dejé caer sobre ellas, respirando pesadamente. Mi equipo se dirigió miradas fugaces entre sí; lo habíamos intentado todo. Lo habíamos hecho y la pared no cedió ni un poco. Era tan frustrante. Ni siquiera tenía fuerzas para gritar. Me miré las manos, temblorosa. Su extraño color aumentó mi terror y mis ganas de llorar.

    ¿De verdad... iba a terminar todo allí? ¿De esa forma? Era tan... lamentable. Al menos las otras dos veces morí sin arrepentimientos. Ahora que estaba allí, perdida y a punto de desfallecer me di cuenta de lo estúpida que había sido todo este tiempo.

    No merecía la pena estar enfadadas en primer lugar.

    Noté el suave roce del pelaje de Amber, el de Urshifu; incluso Ginger se acercó a nosotros. Poco a poco todos se arremolinaron a mi alrededor, buscando preservar el calor, y cerré los ojos. Estaba tan cansada.

    Tan... cansada...


    El chirrido de las estalagmitas retrocediendo me llegó lejano y note movimiento entre mis pokémon. Abrí los párpados con pesadez, y tuve que parpadear varias veces para cerciorarme de que aquello era real. Que la prisión había cedido. Éramos libres.

    Los chicos lo habían conseguido, ¿cierto? Solté el aire por la nariz en una suerte de risa baja. Esos idiotas. No sabían cuándo rendirse.

    Akira me cargó y me subió a lomos de Amber, ajustándome la capucha del anorak entre mis temblores. Mi brazo caía a un lado como un peso muerto, incapaz de moverlo, pero me aferré a su cuello con fuerza con la otra mano. Era hora de abandonar aquella caverna del averno y encontrar al resto. Me esforce por mantener los ojos abiertos, enterrada en su cuello, y fulminé con la mirada a los cazadores al notar que se dirigían hacia la salida.

    Archer y Akira les cortaron el paso en un abrir y cerrar de ojos, cruzando los brazos contra su pecho.

    —No. Vosotros... Vosotros iréis delante —sentencié a duras penas, señalando el camino con la cabeza—. No permitiré... dejaros solos en esta caverna. No de nuevo.

    Los hombres soltaron un pesado suspiro, amenazando con tomar sus pokéballs y salir por la fuerza. Pero sus pokémon parecían agotados después de un largo día de caza y los míos estaban realmente enfurecidos. No tenían oportunidad alguna.

    Desistieron al poco tiempo. Aunque intentasen ocultarlo estaban igualmente exhaustos.

    —...Bien. Indícanos la salida, entonces.

    El recorrido de vuelta se sintió laberíntico pero el olfato de Amber era todo cuanto podíamos necesitar. Avanzamos entre los pasillos helados sin cambiar el ritmo de la marcha, vigilando al grupo en todo momento. Fue entonces cuando el olfato de la Luxray reconoció algo más. Dos olores en concreto. Se detuvo y comenzó a aullar con fuerza, su llamado resonando entre las paredes y rebotando hasta perderse en la distancia. Enterré mi rostro en su cuello, sintiendo cómo parte de la tensión se desvanecía de mis hombros.

    Era eso, ¿cierto?

    Los había encontrado.


    —...Sigue así, Amber. H-Haz que nos sigan hacia la salida.

    Amber siguió aullando, acelerando la marcha, apremiante. Las paredes de hielo fueron retrocediendo, la ansiedad burbujeándome en las venas con cada avance. Estábamos tan cerca. Tan malditamente cerca. Solo necesitábamos un poco más.

    La luz del día me obligó a cerrar los ojos cuando llegamos finalmente al exterior. La brisa helada me erizó la piel, pero era infinitamente mejor comparada con el interior de la caverna. Mis pokémon hicieron el ademán de atacar a los hombres cuando intentaron escabullirse en un momento de distracción pero alcé la mano, dejándolo estar. Con que dejasen aquella caverna era suficiente para mí, no tenía fuerzas para lidiar con nada más.

    El grupo se marchó entonces, no sin antes dirigir miradas extrañas hacia la entrada, como si esperasen a alguien que nunca llegó. Quizás estaba imaginando cosas. Fueron minutos que se sintieron eternos, rodeados por un silencio pesado cuando Luxray agitó las orejas, escuchando pasos acercarse.

    El corazón me dio un vuelco y me forcé al alzar el rostro.

    Los reconocí a la perfección. La cabellera rojiza, la chaqueta verde, las dos características coletas. Una sonrisa débil me cruzó el rostro sin ser consciente de ello. El alivio fue tal que opacó el resto de emociones y el propio dolor por un instante.

    Estaban allí. Lo habíamos conseguido.

    —¿Chicos...?

    Habíamos vuelto a casa.

    Con esto termina el evento principal de vuestra quest <3 Aún quedan algunas cosas que preguntarle a la mujer pero eso será de regreso a las yurtas, en el tema de exteriores. Podéis postear aquí mientras tanto, fue un honor casi morir de nuevo con vosotros (?)
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

    Piscis
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    Mimi Honda

    Abomasnow se desplomó con estrépito incapaz de seguir luchando. Había dado todo de sí y ahora merecía un descanso. Oí un crujido y al volverme en la dirección del sonido comprobé que las estalagmitas de la prisión helada se reducían hasta desaparecer. La mujer en su interior estaba ahora a salvo y libre junto a sus Pokémon. Aquel Charmeleon que lucía exhausto y los dos imponentes Mightyena, probablemente los padres del pequeño salvador.

    Poochy.

    Rudy.

    Qué más daba.


    Lo habíamos conseguido. Habíamos cumplido nuestra misión. Habíamos rescatado a su familia como prometimos. Después de todo el dolor y el esfuerzo, después de haber estado a punto de morir... sentía que merecía la pena solo por eso.

    —No nos agradezca a nosotros—le dije a la mujer y el alivio se coló en mi voz, suaviazándola a propósito—. Fue su Poochyena quien nos trajo hasta aquí. Es un verdadero héroe.

    Así seguimos a la mujer hasta la salida. Había que encontrar a Liz, no importaba si tenía que volver a recorrer esa caverna de arriba a abajo de nuevo. No iba a salir de ese lugar sin White, no importaba qué. Mi ansiedad habia estado creciendo a pasos agintados durante la batalla. Estaba tensa, estaba genuinamente aterrada. No quería pensar en posibilidades nefastas. Quería creer que estaba bien, que estaba a salvo en algún lugar, que se había perdido aunque era altamente improbable, antes que pensar que era un trozo de hielo gélido en algún lugar oscuro de aquella caverna.

    Fue entonces que lo oí. Un aullido que hizo eco por las paredes de la cueva, extendiéndose hasta nosotros. Lo reconocería en cualquier parte.

    Amber.

    Apresurada, apreté el paso y eché a correr.

    —¡Es su Luxray!—le comuniqué a los chicos—. ¡Deprisa!

    Sentí estar viendo cosas porque la imagen que me devolvieron mis ojos cuando alcanzamos finalmente la salida me resultó difícil de creer. El cabello castaño prolijamente recogido en una coleta alta, los mechones que le enmarcaban el rostro meciéndose con la brisa... el ocaso estaba por caer y cuando abrió los ojos la luz anaranjada arrancó destellos dorados de sus zafiros.

    El corazón me dio un vuelco brusco en el pecho.

    —Liz...—murmuré casi sin aire.

    Estaba allí.

    Estaba viva.


    No había sufrido un destino horrible. Estaba viva, estaba a salvo y el alivio que eso me produjo fue difícil de describir. Las palabras se me cortaron en la garganta por el nudo y mi cuerpo se paralizó, atenazado nuevamente por mis miedos e inseguridades. No supe qué hacer. Mi cerebro no lograba poner en marcha ninguno de mis músculos.

    Estaba paralizada.

    Reparé en su brazo que colgaba lánguido a un costado del cuerpo de Amber. La imagen me rayó el cerebro con una fuerza abrumadora. Era eso. Todo el tiempo había sido eso. El mordisco de Poochy había terminado por infectarse.

    Tensé los labios, apretándolos, conteniéndome. Pero fue inútil. El tren se salió de las vías.

    >>¿Por qué no dijiste nada?—le espeté. Mi voz no cargaba reproche, pero sí tensión— ¿Por qué te forzaste a seguir a pesar de todo? Eres una idiota, White. ¡Eres una completa idiota!

    Estaba frustrada. Estaba tensa, estaba aterrada. Al igual que yo su imprudencia podía haberle costado muy cara. Sabía cuál era la razón detrás de su comportamiento y detestaba esa consideración cuando era ella la que había estado sufriendo desde el principio.

    El labio inferior me tembló y sobrepasada por la emociones sentí que las piernas no me sostendrían por más tiempo. Mi semblante se contrajo en un rictus amargo.

    —¿Puedes pensar un poco más en ti misma por una vez, tonta...?

    El alivio, la tristeza, la culpa. Todo me cayó encima y se hizo una bola de demolición inmensa que destruyó los restos que quedaban de mi orgullo.

    Ya basta.

    Ya es suficiente.

    Esta lucha absurda no tiene ningún sentido.


    Estaba viva. Estaba viva, maldita sea. Eso era suficiente.

    Cuando quise darme cuenta me había abalanzando prácticamente sobre ella, allí, aún sobre el lomo de Amber, de rodillas en la nieve. La rodeé con mis brazos y la estreché con fuerza. La abracé como si el mundo fuera a acabarse, como si ella fuera el trozo de madera a la deriva a la que aferrarme en mitad de un mar de emociones convulsas. La abracé como si no quisiera volver a dejarla ir nunca más. Quería compartir parte de mi calor, devolverle las fuerzas aunque había estado a punto de morir de frío hacía cuestión de minutos.

    ¿De qué valía el orgullo? ¿De qué servía la obstinación cuando lo único que hacía era aislarte de las personas que querías, aquellas que eran más preciadas e importantes? Mis muros ya no eran nada más que ceniza y yo volvía a ser la cría indefensa y rota que tanto me esforzaba por ocultar.

    No quería formar parte de esa estúpida guerra. Quería alzar la bandera blanca en el aire y rendirme y volver a tenerla de mi parte y no en el bando rival.

    Como si fuésemos enemigas.

    —Lo siento—musité al borde de las lágrimas. La voz se me quebró irremediablemente y me aferré más a ella, ahogando un sollozo convulso en su cuello. Todo el miedo y la ansiedad se desbordó de golpe y me arrastró con ella—. Lo siento. Lo siento. Lo siento. Nada de lo que dije anoche lo pienso de verdad. Estaba frustrada y borracha y aunque eso no me exime de la culpa, quiero que sepas que lo siento muchísimo...

    Había querido marcharme porque la culpa me estaba destrozando por dentro. Porque tenía miedo. Porque no sería la primera vez que alguien me abandonaba y todo sería mi culpa. Prefería evitarlo, prefería no hacer frente a las circunstancias y huir. Era mucho más fácil.

    >>Entenderé si ahora me odias pero incluso así, yo...—sollocé de forma entrecortada y me sentí ahogar con mis propias lágrimas— solo quería que lo supieras...
     
    Última edición: 19 Abril 2021
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    Rider

    Rider One of a Kind and... yes?

    Cáncer
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    Fue golpe tras golpe sin descanso, sin dudar, todos nuestros Pokémon se habían unido para concentrar sus ataques contra aquella criatura: y aunque su fuerza era tan abominable cómo su tamaño. al final el pobre Abomasnow acabó por caer sobre sus rodillas, pero sin en ningún instante despegar la mirada de nosotros, nos miraba con esos ojos rojizos, lleno de ira, aunque, por un instante ese semblante iracundo pareció tornarse a uno de severa mortificación, cómo si estuviese preocupado.

    Pero aquella mirada acabó por durar poco, pues instantes después el Pokémon abominable terminó por irse de bruces contra el suelo de la caverna de manera estruendosa, tal fue el impacto, que debido a su peso, logró hacer retumbar toda la cámara, desprendiendo una peligrosas estalagmitas. Para nuestra fortuna, ni siquiera hizo falta advertir del peligro, pues todos nuestros Pokémon saltaron veloces a detener y destruir dichas amenazas puntiagudas.

    Me acerqué lentamente a mi equipo y coloqué una rodilla en el suelo mientras les sonreía, dedicándoles un par de caricias. — Una vez más, me salvan de una potencial muerte ¿Eh, chicos? De verdad les agradezco mucho. Ahora, descansen, se lo merecen. —Regresé a mis tres compañeros Pokémon a sus respectivos esféricos, no sin antes dedicarles una mirada aliviada.

    Posteriormente, los barrotes gélidos que tenían retenida a la mujer comenzaron ha descender hasta fusionarse con el suelo. De aquella prisión había salido una mujer adulta, que portaba un abrigo azul con un extraño símbolo grabado, sin duda era de la tribu ¿No? Tenía toda la pinta. Pero...Estaba ella sola. Bueno, "sola" no era la palabra correcta, sino que era la única humana atrapada ahí; junto con ella venían una Charmelon, ya con la llama de su cola casi por extinguirse, evidentemente estaba agotado; también salieron una par Mightyena, aparentemente un macho y una hembra, presumiblemente los padres de Poochy.

    La mujer soltó un par de lagrimas, esperando que esta vez fuera de alegría, agradeciéndonos por haberla salvado. — No fue nada, señora. —Solté, restándole importancia a nuestra acción, había sido toda una proeza llegar tan lejos y no sólo sobrevivir, sino poderle salvar la vida a alguien más, pero era lo que cualquier persona con un poco de empatía hubiera hecho—. Tienen un Poochyena muy fuerte y valiente, espero que lo sepan.

    Le dimos al cachorro el crédito que se merecía, después de todo, había sido gracias a él que habíamos venido en primer lugar.

    Misión cumplida pequeño Poochy, lo logramos.

    La mujer volvió a hablar, rescatando de que quizás lo más prudente sería salir de aquel lugar antes de tener volver a lidiar con aquel Pokémon, pero, pude notar que varios le dedicamos una mirada de lastima al Abomasnow, realmente creíamos que no habían Pokémon malos en el mundo, pero algunos simplemente tienen mala suerte. Nosotros éramos los invasores, los que habíamos estado atacando Pokémon salvajes e invadiendo su territorio, el sólo buscaba proteger su hogar. Pero no había tiempo para lamentarse, lo hecho, hecho estaba.

    — ¿Chicos? — Giré mi vista al pelirrojo y a la rubia—. Juremos nuca volver a este sitio ¿De acuerdo? Creo que ya tuve suficiente exploración de cuevas por una vida.— Solté un par de risas mientras les dedicaba una sonrisa amplia, genuinamente esta contento de que todo hubiese terminado.

    Todos los presentes comenzamos a tomar el camino de vuelta hasta la salida de la caverna, el objetivo principal ahora era escoltar a la mujer hasta la salida, después de eso, íbamos regresar a buscar a Liz en aquella caverna, aun si nos tomaba toda la mañana, ni de chiste la íbamos a abandonar ahí.

    Los pasillo repentinamente ya no se sentían tan fríos y oscuros, tal vez tenía algo que ver con el hecho de que ahora recorríamos aquellos corredores todos juntos, y ahora no se sentía cómo un lugar tan peligroso e inhóspito. El tramo fue considerablemente corto, tras un par de minutos, pudimos ver cómo la luz en el lugar se intensificaba con cada pasó que dábamos, una extraña luz blanca que venía de adelante. Era la bendita salida, por fin.

    Por unos instantes, escuchamos unos aullidos en la lejanía, aullidos que Mimi pudo reconocer con una claridad excepcional. Se trataba del Luxray de Liza. La rubia comenzó a correr, y todos la seguimos.

    Anduvimos con pasos apresurados, tras haber estado tanto tiempo en aquella cueva, repentinamente la luz solar calaba con mayor intensidad en mis retinas, incluso necesité tapar parte de la luz con mi ante brazo para no sentir cómo mis ojos se derretían.

    — ¡Agh! ¡Alguien apague el sol! — Exclamé disgustado, pero aun pudiéndose notar cierto tono de broma en mi voz. Espere un par de segundos a que mis ojos se acostumbraran a la nueva iluminación, para cuando podía distinguir algo más que una enorme mancha blanca de luz frente a nosotros, me percaté de que había una silueta de alguien afuera, esperándonos. Esos mechones castaños, esos ojos celestes cómo el cielo.

    — ¿L-Liz? — Cuestioné, incrédulo de lo que mis ojos estaban viendo, de verdad era Liza, estaba ahí, había logrado salir de la cueva junto con sus Pokémon.— ¡Realmente eres tú! — Una amplía sonrisa se dibujó en mi rostro, a la par de que mis ojos se llenaban de brillo, era un alivio saber que todos estábamos bien. Corría a abrazar sin cuestionarme nada, quería asegurarme de que no estaba alucinando, estaba fría, temblando, pero realmente era ella.

    Mimi fue la primera en hablarle a la castaña, en un principio pareció una recriminación, pero su tono de voz, sus expresiones la delataron, era todo lo contrario. La rubia, por fin, tras tanto tiempo, dejó caer todos sus muros, todo ese orgullo, para finalmente hacer las paces con Liza, para por fin recordarle cuanto se preocupaba y cuanto la quería. Era una escena conmovedora, esta absurda guerra fría había terminado. No hacía falta ser un genio para saber que la castaña correspondería al abrazo.

    — ¿Lo ves, Fueguin? — Le cuestioné a mi hermano, quien se había quedado atras junto a mí y la señora, contemplando la bella escena. — Este mundo necesita menos muros y más abrazos. — Rememoré aquellas palabras que le había dicho la noche anterior entre trago y trago. Los muros tal vez te pueden mantener "A salvo" pero le prohíben en paso al cariño y el amor—. Cuando finalmente dejas de construir muros y le abres los brazos al mundo, repentinamente ya no parece un lugar tan aterrador ¿Eh?

    Dejamos a las chicas continuar todo el tiempo que necesitasen, después de todo, había sido un día especialmente agotador para ellas dos, además, interrumpir un momento así sería un crimen.

    Cuando finalmente se separaron, me tomé el atrevimiento de acercarme un poco y también abrazar a Liz, yo también estaba feliz de ver que mi compañera de imprudencias estuviera bien, de saber que todos habíamos salido de aquel infierno helado. Aunque cuando mi brazo entró en contacto con el suyo pude notar perfectamente cómo hizo una mueca de dolor, justo el brazo donde le había mordido el Poochyena. — ¡Arceus, lo lamento! ¿Te encuentras bien? — Me despegué por un momento para poder analizar con mayor detenimiento su brazo, lo sujete por un instante, para recoger su manga y ver la herida directamente, un pequeño quejido de dolor se escapó de la chica.

    — Mierda, esta peor de lo que creí. Debí atenderte esto antes. — Solté culpable, me sentía mal de no haberme dado cuenta antes de cuanto daño había sufrido el brazo de la castaña. — Será mejor que vayamos al campamento, todos necesitan ser atendidos y descansar un poco. — Nunca me había percatado del enorme complejo de enfermero que tenía, ¿Realmente pretendía atender a todos los presentes? Pero por supuesto que sí. En el campamento había visto que tenían un par de hierbas y vendas, además de que en un sitio un poco más abrigador podría usar lo que quedaba de mi kit con mayor facilidad.
     
    Última edición: 19 Abril 2021
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    Hygge

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    Liza White

    Siempre había algo indescriptiblemente cálido en los reencuentros. En volver a ver los rostros de las personas que atesorabas con todo tu corazón como si el tiempo jamás hubiese pasado. Cuando vivías una experiencia cercana a la muerte y volvías para contarlo, sin embargo, aquella sensación se incrementaba. Los colores cálidos bañaron con su luz sus rostros cansados cuando abandonaron finalmente la caverna, como verdaderos héroes, escoltando a una mujer tras ellos. La sonrisa de Al brilló con una intensidad abrumadora cuando encontró mis ojos, le sacó destellos a la cascada de sol de Mimi y tardé unos instantes en reaccionar, prendada de aquella imagen.

    Se me antojó el atardecer más hermoso de todos.

    Por un instante no supe cómo reaccionar. Había tantas cosas que quería decir pero simplemente era incapaz de dejar ir mi voz. Quería terminar con aquella absurda disputa de una vez por todas. Ya no tenía sentido. No cuando había estado a punto de perderla sin siquiera saberlo. Abrí los labios, pero cualquier sonido fue opacado por la tensa voz de Honda. Parpadeé ligeramente, haciendo contacto visual al fin con ella. Hubo algo verdaderamente extraño en escuchar su voz dirigirse hacia mí después de medio día sin hacerlo.

    Y que lo primero que saliese de sus labios fuera una especie de reproche hizo retroceder el alivio y me puso inevitablemente a la defensiva, sintiendo mi orgullo herido de repente. Arrugué los gestos ligeramente.

    —No... tienes ningún derecho de decirme cómo debo actuar, Mimi —le recriminé, tensando los dedos sobre el pelaje de Amber. No lo tenía cuando la noche anterior parecía simplemente odiarme, sin tener en consideración cómo podría llegar a herirme con sus palabras. Parte del dolor se mezcló con mis emociones convulsas y fui incapaz de mantener la boca cerrada—. No pretendas fingir que te preocupas por mí cuando...

    >>¡A-Ah!

    Si quedaba algún resquicio de rencor este desapareció en el acto al sentir su cuerpo abalanzarse hacia mí y rodearme con sus cálidos brazos. Todos mis músculos se paralizaron e ignoré el dolor ante el contacto brusco cerca de mi herida, porque era Mimi y estaba llorando. Estaba llorando y el alma se me hizo pedazos porque podía notar en su voz cuán arrepentida estaba por lo que hizo. Sus sollozos me arrancaron el aire de los pulmones y el ardor en mis ojos regresó hasta hacerse insostenible.

    Cuando quise darme cuenta ambas estábamos llorando, allí, refugiadas en los brazos de la otra, sin intención de dejarla ir de nuevo.

    Todo el miedo, toda la frustración que había sentido allí dentro. Todo se mezcló en una vorágine de sentimientos y terminaron volcándose en aquel llanto desconsolado. Me di cuenta entonces de cuánto quería a esa estúpida. De lo agradecida que estaba por tenerla en mi vida a pesar de nuestras riñas, de nuestras rivalidades y nuestros sinsentidos. Porque lo que me daba y lo que había hecho por mí era más importante que cualquier absurda disputa.

    La estreché con mi brazo sano, enterrando mi rostro en su hombro entre sollozos. Negué con la cabeza, exhausta, pero aún así logré sacar fuerzas para responder en un murmullo. No la odiaba, nunca podría llegar a hacerlo.

    —No... No fue solo culpa tuya —dije, tratando de encontrar mi voz—. Yo... siento haberte tratado con tanta condescendencia. Vivo aterrada de que os pase algo y ese miedo... ese miedo me hace sobreprotegeros de forma absurda. Sois lo único que tengo —Me tomé un instante para tomar aire, tratando de poner en orden mis pensamientos y de recuperar el oxígeno en el proceso—. No... No volveré a inmiscuirme de nuevo. Te lo prometo.

    No supe cuánto tiempo estuvimos allí, balbuceando palabras inconexas. Pero aquel gesto, aquel abrazo fue suficiente para regresarme el calor al cuerpo y parte de las fuerzas que creía perdidas. Me sentía en paz. Lentamente, cuando nuestras respiraciones se fueron serenando me separé de ella, llevando mis manos hasta sus húmedas mejillas.

    Le dirigí una sonrisa débil, pero fue la más honesta que pude esbozar para ella.

    —¿Qué demonios te ha pasado en la cara? —inquirí, acariciando sus mejillas con mis pulgares en un intento por secar sus lágrimas. Estaba llena de rasguños, e intenté evadirlos porque debían arderle ante el contacto. Me sentí con ánimos de bromear incluso—. No te pega nada ese look, ¿sabes?

    Sentí entonces la llegada de Aleck y me aparté de Mimi para abrazarlo también, aliviada de verles a todos sanos y salvos. Noté cierto rasguño en su frente pero en general todos estábamos hechos un completo desastre. Contraje mi rostro en una mueca de dolor, tensando la mandíbula con dificultad ante su atenta observación sobre el estado de mi brazo.

    —Lo siento, no debí habértelo ocultado. Tomé algunas vendas prestadas... pero supongo que no fue suficiente —¿Suponía? Debía estar bromeando. Era tan imprudente como Honda y por eso había acabado en aquella arriesgada situación. Pero la familia de Poochyena había sido rescatada y aquello hizo que mereciese completamente la pena.

    Amber se levantó del suelo entonces y me aferré a ella de nuevo. Suspiré, cerrando los ojos con notorio cansancio.

    >>Es hora de regresar. Todos necesitamos un buen descanso.
     
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  11.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Escritora
    Cayden Dunn

    Lo habíamos logrado, es decir, no era como si tuviéramos realmente otra opción, debíamos lograrlo o terminaríamos en una celda de hielo y nunca regresaríamos a Rudy con Poochy, no sabríamos si Liza estaba todavía en la cueva y posiblemente hubiésemos terminado convertidos en bloques de hielo.

    Rudy quedó libre de las estalagmitas y salió acompañada de un Charmeleon agotado, además de dos Mightyena que debía ser los padres del cachorro que había llegado a nosotros. Había logrado permanecer con vida por ellos, por el pequeño que había enviado como una bengala esperando que alguien lo viese y solo eso, saber que estaba viva, me hizo regresarle una sonrisa amplia.

    —Poochyena es el héroe de la historia, en eso tienen razón los chicos —secundé antes de que nos dispusiéramos a salir.

    Obviamente lo escuché, a media oración de Mimi ya Cinis había reaccionado al llamado de Amber, aulló también con tal fuerza que hizo vibrar el hielo a nuestro alrededor y me hizo reaccionar. Me eché a correr sin pensarlo un solo segundo, guiado por el perro de fuego, y cuando todos alcanzamos la salida, cuando la vi todavía viva casi me largo a llorar como había estado a punto de hacer cuando Mimi llegó media muerta.

    Me quedé estático unos segundos, respirando con cierta dificultad por la carrera, y solo vi como Aleck y Mimi se le iban encima, la segunda le reprochó como yo le había reprochado a ellos dos, Aleck sonrió como si fuese lo único que sabía hacer. Saber que estaba viva, que había logrado salir de la caverna, que Mimi por fin se estaba disculpando con ella logró que el golpe de adrenalina que me había mantenido avanzando hasta entonces se desvaneciera.

    El cansancio me cayó encima de golpe, cada maldito músculo del cuerpo me lanzó un relámpago de dolor que me alcanzó el fondo del cerebro y también el frío, incluso ahora que ya no estábamos en el terrible corazón de la cueva, me golpeó el cuerpo sacándome el aire de los pulmones. Tuve que sujetarme a Cinis, apreté su pelaje entre las manos y tomé aire con cierta dificultad, absolutamente agotado.

    Yo había sido el menos adecuado para regañar a Mimi y Aleck por descuidarse a sí mismos. Me había desgastado para llegar al corazón de la caverna, había entregado la bufanda, la chaqueta y posiblemente hubiese entregado la vida a secas por Poochy, su familia, y este trío de estúpidos que me acompañaban.


    ¿Lo ves, Fueguin?

    Este mundo necesita menos muros y más abrazos.

    Vamos, Dunn. No dejes cosas a medias. Un poco más.

    Me enderecé a como pude, el Arcanine me ayudó un poco y me acerqué a los demás. Al pasar junto a Mimi le dediqué una caricia en la espalda, fue ligera, tan estúpidamente suave que el tacto seguro ni debió parecerle mío e hice lo mismo cuando estuve cerca de Aleck, al llegar con Liza me mordí la lengua para no regañarla como había hecho Mimi, estaba aferrada a Amber pero me tomé el atrevimiento de rodearla con los brazos.

    Y estuve apunto de hacerme trizas.

    Te pregunté varias veces por el brazo.

    Y te callaste, idiota. Te callaste en vez de dejarnos ayudarte.

    —Bienvenida a casa, Liz. —La voz me tembló ligeramente. Estaba tratando a consciencia de que el cuerpo no me cediera para no ir a echarle mi peso encima, así que la dejé ir no mucho después—. Hora de volver, sí. Tenemos que revisarte bien ese brazo y si te resistes lo haremos a la fuerza, así como le vendé la frente a Aleck.

    Di algunos pasos adelante con las extremidades gritando de dolor y cosa de un par de metros más allá el cuerpo me cedió, fue como si alguien bajara todos los interruptores sin permiso. Perdí la fuerza del cuerpo, sentí el frío chocar con las palmas de mis manos incluso a pesar de los guantes y con costos sostuve mi propio peso para no comerme la nieve.

    Un par de lágrimas de puro cansancio me rodaron por el rostro, se sintieron estúpidamente cálidas, y se fueron a perder entre la nieve. Cuando quise darme cuenta Cinis me había alcanzado, se acomodó en el suelo y con ayuda de Nyx se las arregló para subirme a su lomo entre su pelaje tibio y cerré los ojos de inmediato.

    —Lo siento —murmuré no sé bien si para mi equipo, los chicos o para mí mismo por hacer lo de siempre.

    Seguir hasta casi acabar conmigo.

    ah, creyeron que se habían salvado de mi tocho y de mi propio drama? THINK TWICE, BITCHES
     
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  12.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

    Piscis
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    Mimi Honda

    Sacudí la cabeza cuando trató de disculparse. Ella no tenía motivos para hacer eso. Yo era la estúpida con difultad para regular sus emociones, no ella. El hecho de que me devolviera el abrazo, de que me apretara con toda la fuerza que le permitía su brazo sano redobló mi llanto y se sintió indiscriptiblemente cálido. Me sentí genuinamente tonta por haberme negado tanto tiempo a eso. Por haber pensado que largarme era la respuesta correcta cuando solo terminaría por distanciarnos.

    Entendería si me odiase, si me abandonaba. A Emily y a Alpha también les pasó. Tarde o temprano todo el mundo que se acercaba a mí demasiado terminaba abandonándome por uno u otro motivo. La culpa era mía pero el primero en abandonarme fue mi propio padre ¿qué mierda se podía esperar?

    Él me decía que era como una rosa. Bonita desde lejos pero si te acercas demasiado, si osas tocarla, terminas clavándote sus espinas. Solía tocar con mamá Heidenroslein en el piano. "Pequeña rosa de matorral" era mi canción.

    —No—musité y cerré los ojos dejando que las lágrimas corrieran libres por mis mejillas. La brisa de la tarde hizo que se sintieran gélidas al contacto con mi piel pero me importó poco y nada—. No importa lo que hicieras, lo que dije no estuvo bien. Tenías motivos para quitarme el vaso. Estaba actuando como una completa imbécil.

    La sentí apartarme con suavidad para mirar mejor mi rostro y mi gesto se contrajo levemente cuando se fijó en los arañazos de los Linoone. Ah, mierda. Debía tener un aspecto lamentable.

    Sonrió con debilidad pero sonrió y la culpabilidad volvió a golpearme con una contundencia ridícula. Parpadeé tratando de apartar el exceso de lágrimas en mis ojos, abrumada por mis propias emociones.

    —¿No... me odias?—fue lo primero que pregunté, cauta, pero la respuesta parecía bastante obvia. ¿Cómo bromeas tan confianzudamente con alguien que odias? ¿De verdad acababa de decir que ese look no me pegaba? Venga ya, White. Se me escapó una risa baja pero considerablemente aliviada y llevé mis propias manos a sus mejillas tirando ligeramente de sus mofletes con algo de frustración añadida—. ¿Ah sí? ¿Sabes que no te pega a ti? Ese brazo de espantapájaros muerto. Ahora mismo regresaremos donde la tribu y dejarás que te curen aunque tenga que obligarte por las malas.

    Y así nuestra guerra fría tocó a su fin. Ambas nos queríamos, ambas nos preocupábamos por la otra hasta el límite de lo absurdo y teníamos nuestros problemas y nuestros roces como cualquier persona normal. Pero en el fondo éramos incluso más parecidas de lo que nos gustaría admitir. Dos caras opuestas de una misma moneda.

    Me aparté del cálido abrazo de Liz y me puse en pie para permitirle a Aleck abrazarla. Revisó su brazo y enseguida tomó la firme resolución de tratarlo cuando regresáramos. La herida de su frente había dejado de sangrar pero me hacía cierta gracia que todos los presentes fuéramos unos idiotas imprudentes, preocupados más por el resto del mundo que por sí mismos.

    Todos nosotros. Incluso...

    Mi mirada buscó el cabello rojo de Cayden. Se me había ido encima como un poseso nada más me desplomé en el frío suelo de la caverna. En ese momento aún tenía el peso de su chaqueta sobre mis hombros y él había quedado tan desprotegido y a merced del frío solo por mí. Sintiendo el frío más intenso ahora que me había separado del cálido abrazo de White me froté los brazos con las manos enguantadas.

    Me había salvado la vida y eso era algo que no iba a olvidar nunca. Como yo hubiera hecho exactamente por él, como comprendí en ese entonces que hubiera hecho sin pensarlo dos veces por cualquiera. No importaba de dónde viniéramos ni nuestras experiencias pasadas... todos éramos iguales. De Gérie, de Galeia... qué más daba.

    Por eso la imagen me rayó el cerebro y el chispazo eléctrico me recorrió la columna devolviendo mis sentidos a la cruda realidad cuando lo vi irse de bruces a la nieve. Su equipo no tardó en socorrerlo, en ir en su ayuda pero aún así mi cuerpo reaccionó por inercia, en piloto automático, y cuando quise darme cuenta ya había echado a correr.

    No. No, maldita sea.

    —¡Cayden!—chillé con tal desesperación que no reconocí esa voz como propia.
     
    Última edición: 19 Abril 2021
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  13.  
    Rider

    Rider One of a Kind and... yes?

    Cáncer
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    Y todo lo bueno terminaba bien...

    Mimi y Liza habían hecho las pases, la familia de Poochy estaba bien y toda esta aventura de locos por fin había concluido. La escena era algo bello de ver, el suave tacto del sol de ocaso recorriendo cada centímetro del cielo, las pocas nubes en la bóveda celeste desplazándose a una velocidad mínima, la brisa alborotando mi ya maltratado cabello castaño, y los chicos, mi familia, fuera de aquella cueva, y en compañía de una vida que habíamos logrado salvar, más por imprudentes que por ser unos rescatista de profesión, pero aun así, estaba feliz.

    Continuando con la castaña, tras que se pudiese poner al día con Mimi, esta se disculpó por haber tomado una de las vendas de mi kit de primeros auxilios y no haberme contado, yo sólo solté una leve risa por lo bajo. Para ser justo, después de mi muy brillante enfrentamiento contra el muro de hielo, yo no era nadie para juzgar. — Hey, está bien ¿Sí? Siempre podrás tomar de mi kit lo que necesites, ¡rayos! ,podrías tomar toda mi mochila si lo necesitaras, y no tendrías porqué darme explicaciones. Pero... — Me interrumpí, mirando nuevamente el vendaje improvisado de la castaña— ...Apretaste demasiado las vendas y no cauterizaste del todo la herida, ni siquiera sabíamos si necesitarías sutura.— Le di un pequeño golpe con la palma de mi mano en su nuca, no hubo ni la más mínima fuerza en dicho impacto, era más un gesto cariñoso, a manera de que escuchara bien las palabras que estaba por decirle.

    —Sé que te preocupas mucho por nosotros, pero también debes dejar que nos preocupemos por ti. No tienes porqué ocultarnos estas cosas si podemos ayudarte —Enfoqué mi vista por un par de segundos tanto en Cay cómo en Mimi.— ,sé que eres igual de necia que estos dos, pero, sí algo así vuelve a ocurrir, por favor, en serio por favor, háznoslo saber, no tienes porqué lidiar con este tipo de cosas sola. Ninguno de nosotros tiene porqué. Somos familia ¿No? — Le dediqué una amplia sonrisa a la castaña, para demostrar que aquello no era un reclamo, sino una invitación a dejar que nosotros también cuidáramos de ella, así cómo ella siempre había cuidado de nosotros.

    — Oh, y por cierto ¿White? — Le dedique una ultima mirada a la chica antes de separarme— .Lo que los chicos dicen no es ninguna broma, si te niegas o te resistes, te ataremos a una silla si es necesario para atender tu herida ¿De acuerdo? — Le giñé el ojo a la castaña en señal, de juego, evidentemente no la íbamos a atar a nada.

    Siempre y cuando cooperara, claro.

    Seguimos caminando, por fin, rumbo a acompañar a la mujer hasta el campamento de su tribu. Sin haberme dado cuenta, Cay se nos había adelantado un poco en el camino, pero algo no estaba bien, sus pasos eran pesados y torpes, sus brazos parecían colgar sin energía, su rostro se tornaba en un color amarillo pálido. y debajo de sus mejillas un par de lagrimas que acabaron por despegarse de su rostro y hundirse en la nieve. El chico acabó también sobre la nieve poco después de eso.

    Por un instante, sentí que el tiempo se detenía, el aire dejaba de soplar y el sol junto con las nubes se dejaban de mover. Mis pupilas se contraían al contemplar tan horrida escena frente a mí, el cuerpo de Cay acabó por dar contra la nieve, trató de colocar las manos para evitar el impacto.

    —Cay...— Solté por lo bajo, aun incrédulo de lo que estaba mirando. —¡Hermano! — Grité mientras corría a toda velocidad hacía su posición, gracias a Arceus Cinis se había quedado cerca de él, y había logrado junto con Nyx subirlo sobre su lomo. — ¡Cay! ¡Cay! ¡Hermano!— Lo llamé con cierta desesperación, pero el chico sólo contestó con un "lo siento". Si mis alarmas estaban en rojo, esas palabras las habían puesto en carmesí.

    Me saqué la chaqueta de encima, aquella chaqueta verde que el me había regalado esa misma mañana, y se la coloqué por encima. Era de los que mejor había logrado aguantar el frío de aquella caverna, pero él había estado expuesto por horas a esas bajas temperaturas sin nada más que su camisa, así que resolví simplemente dársela sin esperar represalia alguna. Ya íbamos camino al campamento, sólo teníamos que mantener su temperatura un poco más.

    — Bien, bien, calma, veamos...— Me pegué directamente al chico, tratando de analizar lo que le ocurría, pues parecía ser algo más que mera hipotermia, que ya para estas alturas, estaba claro que todos estábamos sufriendo en mayor o menor medida por ello. — ...Piel de tonalidad amarilla— Coloqué mi oído sobre la espalda del chico, a manera de oír sus latidos. — ,ritmo cardiaco bajo— tomé uno de sus brazos, para darle un pequeño pellizco, sólo para notar cómo se quedaba una marca de color rojo-azulado, pero aun con aquella acción, el chico no parecía sentir el dolor— ,piel áspera y falta de sensibilidad en las extremidades.

    >>Lesiones internas y externas por frío. — Declaré, con una evidente mirada de preocupación al resto de los presentes.— Tenemos que llegar pronto al campamento, necesitamos hacerlo entrar en calor y que repose, al igual que ustedes— Coloqué mi mano sobre la espalda del chico, mientras le repetía las misma palabras— .Descuida hermano, estarás bien ¿Me oyes? sólo necesitas recostarte un poco frente algo de fuego y descansar ¿De acuerdo? Estarás bien, estarás bien...

    Las palabras más que para tranquilizar al chico, eran para tranquilizarme a mí, realmente el único tratamiento para las lesiones por frío era el descanso y regular la temperatura, pero teníamos que darnos prisa en llegar al campamento. Había trabajo por hacer, no sólo con Cay, todos los presentes requerían de un poco de tratamiento antes de descansar.

    Voy a atender las heridas y males de todos y cada uno de ustedes. Y NO PUEDEN HACER NADA PARA EVITARLO >:c (?
     
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  14.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Tenía un sentido del deber muy marcado, caía en lo insano, en lo enfermizo, con una facilidad estúpida. Bastaba con que alguien me diese una tarea o yo mismo estableciera una meta para que no hiciera otra cosa más que seguir adelante hasta que la mente o el cuerpo se me hicieran trizas, e incluso así a veces me levantaba para seguir hasta consumirme como un trozo de madera en medio del fuego. El punto era que nunca daba espacio a medias tintas.

    Hacía un frío de mierda, ¿no?

    Joder que sí, ni siquiera era consciente pero estaba temblando. El frío en esa caverna era muchísimo más crudo de lo que era en Sereno, era más parecido al de Valle Tundra y aún así lo superaba, allí afuera ya no se sentía tanto pero había estado mucho tiempo expuesto.

    Y lo sabía, hijo de puta yo que lo sabía, si había crecido en medio de la nieve.

    No estaba por congelarme como había pasado con Mimi, el calor de Cinis no había dejado que la sangre dejara de fluir para calentarme apenas el cuerpo, pero la sensación de frío era pesada aún así, se colaba con facilidad bajo la ropa incluso cuando llevaba la camisa encima de la camiseta, los guantes y las botas. Me rasgaba la piel como hielo seco, tenía la fuerza de una llama viva porque el hielo quemaba con la misma violencia que el fuego.

    Cuando Nyx se las arregló para subirme al lomo de Cinis apreté la mandíbula para no quejarme de forma audible, el solo contacto de un cuerpo ajeno dolía de forma espantosa. El calor del pelaje del Arcanine hizo retroceder el dolor corporal, que también empeoraba por el frío, y fue allí cuando pude relajar los músculos y prácticamente me derretí sobre su lomo. Su respiración era pesada pero aún así tomó aire y exhaló, reiniciando la nube de brasas.

    Con los ojos cerrados hundí la cabeza en la mata de pelo de su cuello, absorbiendo todo el calor que pudiese de él aún siendo consciente de que debía estar casi tan agotado como yo. Asumí que no se había levantado de entre la nieve por eso, casi la podía escuchar derretirse bajo su calor, pero entre mi adormecimiento escuché la voz de Mimi, de la idiota tozuda que casi se muere y me hizo destrozar las murallas en dos segundos. También escuché a Aleck incluso con más claridad.

    Levántate, Cayden, deja de preocupar a la gente.


    Levanta de una maldita vez.


    Volví a apretar la mandíbula mientras intentaba tan siquiera enderezar la espalda, incorporarme aunque fuese un poco pero estaba absolutamente drenado y el solo intento estuvo al borde de hacerme llorar como un crío, ya no solo del agotamiento sino también de impotencia por verme reducido a eso de golpe. Por un segundo creí que me iba a ir a negro, pero por suerte no fue el caso, en su lugar boqueé por aire y me forcé a al menos girar el rostro para poder mirarlos, también para que la voz no se me amortiguara entre el pelo del perro de fuego.

    —Estoy bien —murmuré para ambos.

    Aleck se me fue encima, sentí que me echaba su chaqueta y quise regañarlo, deseé tener la fuerza para incorporarme, bajar del lomo de Cinis y volvérsela a poner subiéndole la cremallera hasta el cuello al idiota. Todo lo que me salió de los pulmones fue una queja hastiada, recordó más a un gruñido que a cualquier otra cosa.

    El idiota siguió revisándome, lo sentí pegarse a mí, controló temperatura, pulso, circulación, las mierdas que hicieran falta para saber que, bueno, no la iba a palmar. Cuando por fin imaginé que había terminado volví a forzarme, seguí haciéndolo porque era esa clase de estúpido.

    Logré separar apenas el rostro de Cinis, solo para darme cuenta que Nyx estaba casi pegada a Mimi lloriqueando como una cachorra. La rubia la había acariciado una sola vez y ya Nyx se creía que era, no sé, su amiga de toda la vida... Y confiaba en ella para decirle que temía por la vida del imbécil que tenía por entrenador, como si quisiera decirle que no era la primera vez que me veía llegar a esos extremos.

    Lesiones internas y externas por frío había dicho.

    ¿Estaba sorprendido? Ni un poco.

    Tosí un par de veces, fue una tos seca, y tuve que pasar saliva después para ser capaz de articular alguna palabra.

    —Ya sabes que me pone incómodo que me toquen tanto, Al —dije con un hilo de voz, tomé aire con algo de fuerza y volvió a rasgarme los pulmones haciendo que apretara la mandíbula de nuevas cuentas unos segundos—. Estoy bien, se necesita más que una caverna con grados bajo cero y pokémon descontrolados para deshacerse de mí. ¿Quién va a cuidar de sus culos irresponsables si no soy yo?

    Él mismo lo había dicho después de todo.

    Más que una madre, pareces un hermano mayor sobreprotector.

    Estiré la mano izquierda para darle un par de palmadas en el costado al Arcanine, instándolo a levantarse por fin, y dejé caer el rostro entre su pelaje de nuevo. No sé de dónde mierdas saqué la energía para alcanzar a dedicarles una sonrisa si me dolía todo, pero lo logré y fue sincera. Lo cierto es que podía parecer cerrado a cal y canto, pero mis emociones podían ser estúpidamente transparentes.

    —Ahora ya dejen de preocuparse como idiotas y muévanse —añadí mientras cerraba los ojos—, o tendré que bajarme de este perro gigante y patearlos hasta el campamento porque estamos haciendo esperar a Poochy. Rudy debe estar agotada también, hay que... hay que volver de una vez.

    Pero gracias, Arceus, gracias por preocuparse.


    yo viendo este tocho: that's illegal
     
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  15.  
    Hygge

    Hygge Game Master

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    Yo iba a postear todo en los exteriores pero estoy cansada de mis TOCHAZOS so en cuanto llegue a casa os etiqueto allá.

    Liza White

    No era sorpresa para nadie que vivía aterrada. Había sido así desde que Bruno murió. Logré superar su partida y dejar de estancarme en el pasado pero no podría soportar algo similar de nuevo. Sería demasiado. Mi corazón era frágil, estaba lleno de grietas y yo era una niña perdida y asustada que solo quería desesperadamente un lugar al que regresar. Alguien a quien llamar familia. Había huído de casa, me había ganado el rencor de los míos y había vagado sin rumbo durante tanto tiempo que ahora que la tenía, ahora que creía haberla encontrado, tenía demasiado que agradecer para una sola vida.

    "Bienvenida a casa, Liz"

    Se sentía tan egoísta recibir de otros cuando me habían dado algo así.

    Sorbí por la nariz cuando Cayden me envolvió con sus brazos, amenazando con romperme de nuevo. Acaricié brevemente su cabello porque sabía que no estaba acostumbrado a edas cercanías pero simplemente me nació. Fue mi forma de darle las gracias y de disculparme por todo. Me sequé el rostro y agaché la mirada como un chiquilla regañada cuando Aleck me pidió que no volviese a hacerlo, que no les ocultase las cosas y sufriese en silencio, a pesar de la enorme amabilidad que asomó en su voz. Mordí mi labio inferior, avergonzada; me costaba tanto recibir. Dejar que fuesen otros quienes me cuidasen a mí. Pero les había ocasionado tantos problemas que simplemente no supe con qué cara negarme a algo así.

    Separé los labios, dispuesta a añadir algo cuando la figura de Cayden se tambaleo frente a nuestros ojos.

    El corazón me dio un vuelco en el pecho.

    —¡Cay!

    Todo sucedió demasiado deprisa. Hasta entonces no me había percatado del enorme esfuerzo al que debía haberse sometido, pues no solía expresarse demasiado de por sí. Se lo guardaba todo, lo mandaba a un lugar recóndito de sí mismo hasta que su cuerpo no daba más y la bola de nieve se volvía demasiado grande como para evadirla. Éramos el mismo tipo de idiotas en el fondo.

    —Venid al campamento —La mujer actuó con resolución ante el desfallecimiento de Cayden, incapaz de seguir al margen. Los Mightyena ahullaron, impacientes por regresar junto a su cachorro—. Allí podremos descansar y atender vuestras heridas. Es lo menos que puedo hacer por vosotros.

    No aparté la mirada del chico aún cuando sus pokémon lo asistieron y le restó importancia. Le di un toque ligero a mi pokémon.

    —Amber, vamos.

    El grupo de personas se movilizó entonces, dejando la caverna helada atrás bajo la atenta luz del ocaso. Era hora de un merecido descanso. Aquello aún no había terminado.
     
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