Spin-off Caverna helada [Pokémon Rol]

Tema en 'El cuento de la doncella y la flor de cristal' iniciado por Hygge, 15 Abril 2021.

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    Hygge

    Hygge Game Master

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    Pero el tramo descendía y descendía, resbaladizo e inestable, amenazando con hacerle perder el equilibrio en cualquier momento. Cinis logró amortiguar su caída, llevándose cierto daño en el proceso.

    -30 PS


    Y Mimi fue asediada por otro amenazante tipo hielo.

    upload_2021-4-17_22-50-29.png
    MAMOSWINE: Hielo/Tierra
    Lvl: 50

    Salud: 270/270
    AP: 100/100
    Ataque: 180
    Defensa: 130
    Ataque especial: 100
    Defensa especial: 90
    Velocidad: 80 (<52)
    Habilidades pasivas:
    -Ataque furia (20 Potencia, normal, físico, golpea dos veces, no puede usarse dos veces en un ataque doble. -20 AP)
    -Poder pasado (60 Potencia, Roca, especial, -20 AP)
    -Nieve polvo (20 Potencia, Hielo, especial, -5 AP)
     
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    Rider

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    Aleck Graham

    Ya no sabía sí era el frío que se convertía en principios de hipotermia o tenía algo que ver el hecho de que había desayunado algo tan ligero, o yo que sé, el creador tenía ganas de reírse un rato. Pero ahí estaba, otra vez, el jodido Smoochum, el mismo Smoochum de hacía tan sólo unos segundos, otra vez bloqueando el camino, haya a donde fuera, sólo había Pokémon salvajes.

    Solté un pesado suspiro, para seguidamente girar a mi derecha, caminando de tal manera que estaba justo frente del muro rocoso de la cueva. Me quedé mirando unos poco instantes a un punto muerto, sólo para después comenzar a darme de topes con la cabeza contra el muro, quizás en un intento de regresar a la realidad, olvidarme del frío y del cansancio, algunos golpes sonaran más fuertes que otros, pero, al menos funcionaron, en cierta manera.

    Mi mirada estaba estática, inexpresiva, no sólo por el entumecimiento en mi cara a causa del frío, sino porqué genuinamente ya no sabía cómo reaccionar, digo, estábamos tratando de ayudar a alguien, estábamos tratando de hacer algo de provecho, ¿Qué clase de karma asqueroso estaba pagando para que me estuviera pasando esto?

    Un breve recuerdo de hace años regresó a mi mente tras haberme hecho aquella pregunta.

    Ah, claro, "eso".

    Sobé suavemente mi cabeza con mi mano, cubierta por los guantes de lana, el tacto alivio un poco el dolor, pero el frío seguía ahí. Antes de poder seguir pensando en nada más, un par de voces en la radio me ayudaron a tranquilizarme un poco más, pero no por mucho tiempo. Era Cay y Mimi. No era ningún secreto de estado, se notaba en nuestras voces y expresiones, esto estaba empeorando a pasos agigantados.

    — Recibido, chicos, — Contesté en la radio a los dos mensajes. — Sí no estoy mal orientado, creo que estamos cerca los unos de los otros, los veré más adelante cuando me encargue de...— Hice una breve pausa para dedicarle una mirada de soslayo al Pokémon.— ...Algo.


    >> Escúchame bien pequeña Smoochum, tal vez ya este delirando, pero juro por Arceus que si te vuelvo a ver frente a mí, mi macaco no te hará daño, ¡Yo mismo te patearé!

    [​IMG]
    THWACKEY: Planta
    Lvl: 30 (110)

    Salud: 184/184
    AP: 20/100
    Ataque: 110
    Defensa: 89
    Ataque especial: 67
    Defensa especial: 76
    Velocidad: 103 (<78)
    Habilidades pasivas:
    - Espesura: potencia de habilidades tipo planta x2 cuando sus PS bajan de 1/3.
    Habilidades activas:
    -Doble Golpe (20 Potencia, Normal, golpea dos veces, físico, no puede usarse dos veces en un ataque doble. -20 AP)
    -Desarme (30 Potencia, Siniestro, físico, elimina el efecto del primer objeto equipado. -12 AP)
    - Malicioso (baja en un 25% la defensa física del rival durante dos turnos. -15 AP)
    - Mofa (impide al rival usar movimientos no ofensivos por 2 turnos. -20 AP)
    -Hoja afilada (30 Potencia, Planta, físico, -8 AP

    Tras apartar al Pokémon del camino, otra vez, continué avanzando, casi corriendo, para aliviar un poco la desesperación, el frío, o algo, lo que sea. No podemos parar ahora. No vamos a parar ahora.

    [2/2]
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    Mi camino de regreso fue extremadamente difícil. Largo y extenuante. Helada como me encontraba había tropezado en varias ocasiones y me había forzado a mí misma a incorporarme para mantenerme lejos del frío suelo porque la temperatura debía haber descendido uno o dos grados desde la última comprobación que hice. Los arañazos de los Linoone aún me ardían sobre la piel aunque empezaba a no sentirlos porque incluso las mejillas se me entumecían por la exposición constante y directa al frío.

    Volví a echarme la capucha del anorak sobre la cabeza.

    Sin embargo, aunque había llegado lejos no pude avanzar más. El camino fue cortado sorpresivamente. Esta vez no por un Weavile si por un Mamoswine completamente fuera de sí. Era... un Mamoswine ¿verdad?

    Apreté la mandíbula.

    —H-Himeko...—balbuceé tras liberar a Gardevoir de su esférico. No pude lanzarla... solo se me cayó de las manos y rodó, liberándose en un intenso rayo de luz blanca—. ¡D-doble Fuerza Lunar!

    [​IMG]
    GARDEVOIR: Siniestro/Hada
    Lvl. 54 (80)

    Salud: 192/232
    AP: 50/100
    Ataque: 76
    Defensa: 97
    Ataque especial: 199
    Defensa especial: 179
    Velocidad: 117 (<89)
    Equipo:
    -Coraza superior (+10 PS, +5 ataque especial)
    Collar de amatista (+5 ataque especial)
    Collar de amatista (+5 ataque especial)

    Habilidades pasivas:
    -Regia presencia (inmune a ataques de golpes múltiples y ataques de daño aumentado en ataques dobles)
    -Despotismo (aumenta el ratio de efectividad cuando se ataca a un Pokémon de tipo lucha)

    Habilidades activas:
    -Defensa férrea (+50% Defensa propia por dos turnos. -30 AP)
    -Tajo Umbrío (45 Potencia, Siniestro, físico, -12 AP)
    -Psíquico (50 Potencia, Psíquico, especial, -15 AP)
    -Bola Sombra (50 Potencia, fantasma, especial, -15 AP)
    -Fuerza Lunar (50 Potencia, Hada, especial, -15 AP)
     
    Última edición: 17 Abril 2021
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    Zireael

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    Cayden Dunn [2/3]

    El tramo no era seguro, eso lo noté en el primer paso que di. El suelo estaba cubierto por una capa de hielo diferente, mucho más resbaladiza, era el jodido hielo negro que se formaba a veces en las calles o las aceras, te deja ver lo que hay debajo de él pero es como caminar con patines sobre un montón de aceite derramado.

    La voz de Aleck surgió del videomisor en el preciso instante en que el hielo me traicionó —como ya era costumbre, la verdad—, y me fui al suelo, temí caer hasta quién sabe dónde y romperme la cabeza en el proceso, pero un gran cuerpo amortiguó la caída. Cuando me atreví a abrir los ojos noté el pelambre anaranjado, negro y color crema de Cinis, se las había arreglado para adelantarse y recibirme. Lo escuché lloriquear como un cachorro a pesar de su tamaño y me hice a un lado con prisa para revisarlo.

    El golpe no había sido tan fuerte como tal, no veía heridas visibles, pero debía estar comenzando a agotarse y la verdad era que yo también, pero no sabía detenerme. Nunca había sabido parar cuando tenía una meta delante, una tarea, lo que fuese. Me privaba de sueño, de comidas, de todo hasta llegar al final aunque llegara medio muerto, pero ahora estaba arrastrando a mi equipo conmigo y lo cierto es que siempre había sido un debilucho de corazón, a pesar de todos los muros que había levantado a mi alrededor.

    Verlos ponerse en riesgo por mí me destrozaba la vida, a quién coño iba a engañar.

    Inhalé aire con fuerza, tratando de poner mis mierdas en orden, porque entre el cansancio, la resaca y todo lo demás de repente hasta me apetecía sentarme a llorar un rato en una esquina, como un crío.

    Pero no tenía tiempo.

    Cinis se levantó con cierta dificultad, mordió la capucha de mi chaqueta y me obligó a ponerme de pie para luego hacerme avanzar, empujándome con el hocico. Me echó una nube de brasas encima, ligera, ni siquiera amenazó con quemar nada, solo me hacía lanzando algo de su aliento para regresarme el calor al cuerpo, un calor que ya no era solo físico. "Enfócate" parecía decirme, "no hemos terminado, hay un cachorro esperando que le devolvamos a su familia".

    Debes volver como hiciste ayer.

    —Vale, vale —murmuré y me detuve un segundo solo para tomar aire—. No me regañes, ¿no se supone que eres un cachorro en el cuerpo de un gigante?

    Chocó suavemente su cabeza con la mía antes de que retomáramos el camino y supuse que esa era su respuesta.


    Wey es la segunda vez que youtube me tira esta canción narrando a Cayden y LAS DOS VECES casi me lo hace trizas, this should be illegal u know


    1.- Nada
    2.- Nada
    3.- Enemigos
    4.- Trampa
    5.- Nada
    6.- Nada
    7.- Nada
    8.- Enemigos
    9.- Nada
    10.- Enemigos
    PERO HERMANA CÓMO VA A SER ESTO, YA A CAY LE VA DAR UN BREAKDOWN FFS
     
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    Hygge

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    Tanto Aleck como Mimi se libraron de sus respectivos oponentes de una sentada. El primero corrió la misma suerte que Honda y llegó a un callejón sin salida. La pared de hielo parecía inamovible y solo le quedaba dar media vuelta y encontrarse con el resto.

    Por su parte, Cayden siguió avanzando a duras penas por el hielo. Cinis tuvo que ayudarlo en varias ocasiones a mantener el equilibrio, agotándolo un poco en el proceso.

    -20 AP
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Cayden Dunn [3/3]

    ¿Existía la posibilidad de tomar otro camino que no fuese seguir y seguir adelante hasta quebrarnos? Imaginaba que sí, quiero decir, sería raro si no. Era claro que yo no sabía tomarlo por supuesto, ni siquiera tenía idea si lo veía excepto en momentos muy muy jodidos, en general cuando me bifurcaban el camino a la fuerza y casi siempre tenía que ver con lo que me parecía correcto a mí colisionando con los deseos de los demás.

    Para rechazar tanto a la gente la verdad era que me desvivía mucho por ella, lo que era un poco hipócrita.

    El hielo negro seguía siendo una puta mierda, tuve que apoyarme en Cinis más de una vez y comencé a notar que respiraba con pesadez, con evidente cansancio. Tensé la mandíbula porque no quedaba de otra que seguir avanzando, incluso él parecía incapaz de detenerse a pesar de su agotamiento y me pregunté en qué momento se había vuelto tan tozudo o si había sido así desde que lo capturé.

    ¿Dónde diablos estaría Liza ahora que lo pensaba?

    Aleck y Mimi se comunicaban con frecuencia, pero la castaña... Bueno, no recordaba haber escuchado nada de ella luego de habernos encontrado. No era una buena señal, dar vueltas en una caverna como esa solos no solo era peligroso físicamente. El silencio, el frío y los obstáculos empezaban a mellar emocionalmente, incluso para alguien acostumbrado a aislarse a voluntad.

    la reputísima madre, quién soy, Aleck?
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    Mamoswine se desplomó con estrépito. Cayó y yo sufrí exactamente el mismo destino. Volví a tropezar, mis músculos entumecidos y agarrotados se debilitaron repentinamente y ya no pude mantenerme en pie. Himeko giró su rostro para mirarme y por una mílesima de segundo juraría que el semblante pétreo de la reina oscura se contrajo en un ínfimo gesto de preocupación.

    Quizás empezaba a ver cosas.

    Mi respiración se había vuelto rápida y superficial desde hacía minutos y el corazón me golpeaba con fuerza en el pecho en un intento por transportar sangre suficiente a mis tejidos helados. Temblando como una hoja, erráticamente, logré quitarme uno de los guantes... mi mano estaba mortalmente pálida y las puntas de mis dedos empezaban a tornarse azules.

    La imagen fue tan impactante que me paralizó. Me arrancó el aire de los pulmones de golpe.

    Mierda.

    No podía quedarme ahí.

    Debía seguir... debía hacerlo. Porque había hecho una promesa. Mi padre siempre rompió todas y cada una de las promesas que me hizo y por eso yo me juré a mí misma que jamás rompería ni una sola de las que hiciera yo. No iba a ser como él. Yo sería consecuente con mis actos, no le daría a nadie falsas esperanzas cuando había probado el sabor amargo de la decepción. De la desilución. Cuando sabía lo doloroso que podía ser para alguien perder toda esperanza.

    Cuando confiabas ciegamente en alguien y todo se hacía pedazos.

    Flexioné la rodilla en el suelo y dando un impulso débil, prácticamente tumbos, me puse en pie.

    Aún no. Aún no, maldita sea. No estaba preparada para eso aún.

    [2/2]
     
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    Rider

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    Aleck Graham

    — No...No...¡No, no, no, no, no! — Repetí hasta el cansancio, mientras contemplaba lo que había frente a mí, era sólo un estúpido muro de hielo, alzándose imponente en el camino, no había nada que hacer, era un callejón sin salida, un puto callejón sin salida.

    — T-Todo este camino, tantos Pokémon en el camino, tantas tropelías...Y lo único que veo... — Me tire de rodillas frente al final de camino. — , son más muros, sólo muros.

    El frío comenzaba a agolparse más y más en mi pecho, sentí cómo mi respiración se cortaba con cada exhalada, la fatiga se hacía cada vez mayor, mi vista se nublaba, a la par que el resto de mi sentidos. Ya no sentía tanto el frío, en mi cuerpo, ya no sentía preocupación. Lo único que podía sentir, era ira, una ira que hacía hervir mi sangre, ira que sentía cómo iba carcomiendo mi cabeza.

    — Maldición...¡Maldita sea! — Cerré mis puños con fuerza y comencé a golpear el piso con fuerza, lastimando un poco mis manos en el proceso, pero ni siquiera podía percibirlo en ese instante, la frustración lograba ahogar todo mis demás sentires. Me puse de pie, aun cuando sentía que las piernas estaba a nada de fallarme y seguí con mi ráfaga de puños hacía el muro, cómo si un estúpido impulso infantil me hiciese creer que lo podría derribar con mi propias manos. Pero era claro que eso no iba a pasar.

    Recargué mi frente despacio sobre aquella pared de hielo, a la par que un par de lagrimas diminutas y heladas se escapaban de mis ojos.— Fallé.—Musite por lo bajo. —Fallé otra vez. Madre, padre, ¿Están felices ahora? Tenían razón, volví a fallarles a los demás. — Por un instante pensé en sencillamente dejarme vencer por el agotamiento, mis Pokémon estarían seguros en sus Pokéball hasta que alguien los encontrara, y aquella caverna, era un lugar que parecía tan apacible, podría no ser un mal final, después de todo, siempre intuí que moriría joven, pero...Sus voces, esas voces, por alguna extraña razón las escuchaba tan cerca, aun cuando no sabía que estaban ahí.

    —Estamos juntos en esto.
    —El frío está empeorando.
    —Tened mucho cuidado.

    Mis amigos, mi familia, el pequeño Poochy.

    Yo sabía que algún día me iba a rendir en la vida, sabía que con nuestro estilo de vida, tarde o temprano iba ser incapaz de tolerarlo, iba ser incapaz de seguir, iba simplemente a tirar la toalla. Un día simplemente me iba a acabar por rendir.

    Pero ese día no iba a ser hoy.

    Porqué aun cuando ya no me quedaba nada de combustible en el tanque, ellos seguían ahí, en alguna parte de esta jodida cueva, y no los iba a dejar solos, no les iba a permitir cargar un cuerpo derrotado a la cabaña. Despegué mi frente del hielo y rebusque con algo de dificultad algo en mi mochila, mi cantimplora. Era bien sabido que el licor ayudaba a para los temblores por el frío a regular la temperatura, pero eso no era algo bueno, consumir alcohol mientras se estaba expuesto a baja temperaturas aumentaba de manera peligrosa el riesgo de hipotermia.

    Era una pistola de un sólo tiro, y si fracasaba, las consecuencias podrían ser fatales, pero, era un riesgo que había que correr. Sólo sería una solución temporal, había que hacerla valer.

    Di un trago grande al la boquilla, dejando el liquido pasar por mi garganta sin hacer la más mínima expresión de disgusto, no es cómo si pudiera saborear algo a estas alturas de todos modos. Tras volver a a guardar la botella de plata, me dirigí a la radio una ultima vez.

    — Chicos, aquí Aleck, — Sequé con mi manga las lagrimas. — El camino al sur esta bloqueado, regresaré por donde vine. — Hice una breve pausa al hablar.— No se donde demonios están ahora, pero voy hacía ustedes ¿Sí? Por favor, si aun están escuchando: No sé rindan. Estamos juntos en esto ¿Recuerdan? encontraremos a la familia de Poochy y saldremos de aquí ¿De acuerdo? Sólo, por favor, no nos rindamos ahora, sé que estamos cerca...Podemos lograrlo.

    Mi cuerpo tal vez se había rendido minutos atrás y yo ni lo había notado, pero mi espíritu, había encontrado una razón para seguir, algo que aun le daba un poco de fuerza, e íbamos a seguir adelante, sin importar qué.

    Y así, con ese ultimo impulso, regresé por donde había venido, para encontrarme nuevamente con los chicos.

    Este post todo intensito y dramático es culpa de Jen y de Gurenge
     
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    Hygge

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    Liza White

    —¡Maldita sea!

    Lancé el objeto al suelo con auténtica rabia. La pantalla ahora oscura e inservible del videomisor se quebró aún más, si es que acaso era posible. Amber agachó las orejas y se inclinó para olisquear el aparato, dirigiéndome una mirada significativa desde abajo. Sus orbes dorados chispearon, consternados. Ya no solo por el agotamiento que compartíamos tras haber sido rodeadas en innumerables ocasiones si no por los arañazos que había recibido, y que no había podido evitar con su propio cuerpo.

    Lo había notado al vuelo, ¿cierto? El mordisco de Poochyena y el verdadero dolor que me estaba causando.

    Sostuve uno de mis brazos, aquel cuya tela del anorak se encontraba rasgada y teñida ligeramente de rojo, y desvié la mirada sin saber qué decir. De repente me sentía tan expuesta, aunque tan solo se tratase de mi pokémon. No quería ser un maldito lastre. Apreté la mandíbula, sintiendo los ojos, la herida, incluso mi piel arder con intensidad. Tenía tantas ganas de echarme a llorar desde hacía tanto pero me negaba sistemáticamente a derramar una sola lágrima más.

    No cuando la vida de alguien dependía de nosotros.

    Hacía tiempo que sentía que caminábamos en círculos. Las paredes parecían cerrarse y engullirnos a su paso y el frío calaba mis huesos, entumeciendo mis articulaciones en el proceso. No había traído ningún tipo fuego, pero el profuso pelaje de Luxray y su constante cercanía retuvo en parte el calor. Me pregunté cómo estarían los demás y el corazón se me aceleró en el pecho ante la propia incertidumbre. Confiaba, pero Cayden y Aleck recién empezaban su viaje. Y Mimi... Mimi ni siquiera podía resistir el frío, por el amor de Arceus.

    La Luxray se detuvo al notar que me iba hacia delante y me apoyé en su cuerpo durante un instante, algo aturdida. Frunció el ceño al sentir mi frente arder. Dejé escapar pequeñas nubes de vaho en mitad de mi agitación, conteniendo el dolor mientras me arremangaba la tela del anorak lentamente. La venda que había tomado del botiquín de Al rodeaba mi brazo y la aparté, apretando los dientes mientras buscaba comprobar su estado.

    Podía notar las marcas de sus colmillos sobre mi piel. La sangre se había secado pero el enrojecimiento y el calor que emanaba de ella no eran ni por asomo normales, lo supe desde el primer instante. Tampoco lo era su evidente hinchazón; estaba infectada. Lo estaba y aún así había guardado silencio, me había tragado el dolor y el miedo porque sabía que eran tan estúpidos como para volcarse en mí cuando aún había algo más importante que hacer. Podían haber perdido un valioso tiempo. No sabía mentir y por ello había guardado distancias, pecando de fría y distante incluso.

    Pero lo cierto es que estaba tan asustada.

    —...No me mires así —murmuré, un tanto brusca si se quiere. El dolor no me estaba dejando pensar con claridad. Me separé de su cuerpo y me dispuse a seguir avanzando, a pesar de su clara desaprobación y del temblor en mis pasos—. Al... prometió que me ayudaría. Me curará la herida. Solo... solo tenemos que salir de aquí primero.

    Amber no tuvo más remedio que seguirme. O lo intentó, al menos. Las paredes de la caverna se sacudieron sobre nuestras cabezas, y abrí mis ojos, alerta. Aquel no era un temblor como los de antes. Algo se estaba acercando. Fue un instante; giré el cuerpo hacia mi pokémon en el momento en el que el mundo empezó a darme vueltas, tratando de regresarla a su pokéball. Pero simplemente no pude hacerlo.

    Lo último que sentí fue su pelaje sobre mi rostro y el sonido de cristales impactando contra el suelo antes de que todo se fuera a negro.
     
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    Hygge

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    Cayden hijo de mi vida, ¡mal vamos! Mira, hasta esta Smoochum piensa lo mism...

    ¡Oye, baja ese dedo! ¡Grosera!

    [​IMG]
    SMOOCHUM: Hielo
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    Habilidades pasivas:
    -Puño hielo (45 Potencia, Hielo, físico, -12 AP)
    -Cuchillada (50 Potencia, Normal, físico, -15 AP)
    -Nieve polvo (20 Potencia, Hielo, especial, -5 AP)

    Marchando un poco de comic relief (??)
     
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    Cayden Dunn

    Una intranquilidad espantosa había comenzado a caerme encima, ya no estaba relacionada siquiera a los suplicios que estaba pasando, a las caídas, los resbalones y los pokémon de mala leche. Era diferente, como si una parte de mí estuviera perfectamente consciente de que los demás no estaban pasándola mejor, de que de hecho estaban congelándose, yéndose a negro o al borde de darse por vencidos.

    De nuevo la voz de Aleck, esta vez casi consigue hacerme dar un respingo pero en su lugar lo que hice fue detenerme un instante y lo escuché con una atención estúpida.

    Camino bloqueado.

    Que no nos rindiéramos decía, como si aquello fuera siquiera una opción, pero de cualquier forma sus palabras consiguieron activar un par de interruptores. Quizás los que había necesitado hace rato, los mismos que se accionaban de vez en cuando y pretendía ignorar porque consideraba que había cosas, emociones, que no eran realmente parte de mí.

    —Copiado, Al —respondí mientras volvía a caminar.

    Cinis liberó otra nube de brasas para ayudarme a mantener el calor, avancé entre ellas como si nada y de repente un Smoochum se me cruzó en el camino. Parecía de tan mala hostia como el resto que nos habíamos topado, aunque esta fue particularmente grosera y provocó un chispazo de ira que se proyectó, haciendo que la migraña empeorara un poco.

    —¡Más cuidado con eso de hacerle señas groseras a la gente! ¡No eres la única con un carácter de mierda en esta desgraciada cueva!

    ¿Con esa actitud?

    No sé cómo dices que no pareces de fuego.

    Pues quizás tenía razón el enano y todo, qué sabía yo.

    —Cinis, despeja el camino, no tenemos tiempo para estas distracciones. Dos ataques normales, ya.

    [​IMG]
    ARCANINE: Fuego
    Lvl. 24 (240)
    Salud: 84/190
    AP: 36/100
    Ataque: 128
    Defensa: 87
    Ataque especial: 120
    Defensa especial: 82
    Velocidad: 108 (<81)
    Equipo:
    -Aro de plata (+2 ataque físico, +2 ataque especial)
    Habilidades pasivas:
    -Intimidación (-25% ataque rival por dos turnos al salir al campo)
    Habilidades activas:
    -Aullido (+25% ataque propio por dos turnos, -15 AP)
    -Ascuas (30 Potencia, fuego, especial, -8 AP)
    -Refuerzo (en los combates con un aliado, duplica la potencia de su próximo ataque. En combates individuales, deja un refuerzo preparado; si al próximo turno cae debilitado el usuario o cambias de Pokémon, el aliado saldrá al campo con 50% más de ataque y 50% más de ataque especial por dos turnos. -35 AP)
    -Velocidad Extrema (40 Potencia, Normal, físico. Si golpea durante un ataque doble, dañará con potencia 60, pero no puede usarse dos veces seguidas. -15 AP)
    -Rueda fuego (40 Potencia, Fuego, físico, -10 AP)
     
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    Hygge

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    Efectivamente eso bastó para que la maleducada Smoochum (¿no la había dejado noqueada Aleck?) se fuese a reflexionar sobre su actitud con la almohada. El camino quedó libre y Cayden continuó descendiendo hasta que llegó al corazón de la caverna. No había más camino, todos convergían allí.

    Esa debía ser la ubicación exacta de la nota.

    Se trataba de una cámara similar a las anteriores, pero mucho más angosta. Las paredes rocosas y las estalagmitas se hacían abundantes y dificultaban el avance, pero no había mucho más a donde ir. Un silencio opresivo se instauró, apremiante, casi como un mal augurio. Fue entonces cuando Cinis y Cayden pudieron notarlo: una serie de estalagmitas apiladas de forma demasiado conveniente en un único punto. Casi como si hubiesen sido ubicadas a elección por un pokémon.

    Los bloques de hielo formaban una barrera, una suerte de refugio similar a una choza helada, pero su interior parecía hueco. El hielo crujió bajo sus pies y alertó a alguien. Sintió cierto movimiento opacar el silencio, y antes de poder ubicar su origen, antes de identificar que provenía de la choza helada una voz lo asaltó.

    Una voz de mujer que desconocía. Temblorosa y débil, sí.

    Pero estaba viva.

    —¿Hay...? —Necesitó unos instantes para encontrar su voz, casi como si no pudiese creerlo—. ¿H-Hay alguien ahí?

    20210415_130040.jpg ¡Mazmorra despejada!

    Dejo este post introductorio bc me caigo de sueño y así os da tiempo a todos a llegar uwu Se terminó la locura y empieza otra digo qué
     
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    Zireael

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    Cayden Dunn

    Los dos golpes bastaron para mandar a la señorita grosera aquí presente a reflexionar al mundo de los sueños, solté el aire por la nariz de golpe, bastante cabreado de llevar ya no sé cuánto rato dando vueltas a decir verdad.

    De cualquier manera no tardé mucho en llegar al fondo de la caverna, el corazón del monstruo si se quiere. Era una cámara parecida al resto, más angosta eso sí, llena de rocas y estalagmitas heladas que dificultaban el avance; era como pretender avanzar en un minilaberinto. El silencio que nos cayó encima era diferente a cualquier otro, como si no lo supiera yo que apreciaba el silencio, ese en particular era pesado, apremiante.

    Como un presagio.

    Solo lo rompían nuestras respiraciones pesadas, evidentemente agotadas. Era una especie de silencio que casi te dejaba escuchar los propios ruidos de tu cuerpo, la sangre bombeando, los órganos moviéndose, todo y era desesperante; tanto que incluso en ese frío casi pude jurar que sentí una gota de sudor bajarme por la nuca hasta la espalda, provocándome un escalofrío.

    Me había quedado estático en ese momento, mirando el espacio, y noté la agrupación de hielo que evidentemente había sido acomodada a voluntad. Se asemejaba a una estructura, una suerte de choza congelada. Di un solo paso en su dirección y el hielo crujió, revelando mi presencia allí; una voz se alzó apenas, me costó un momento entender que provenía de la choza. Era femenina y no sonaba bien.

    —Soy Cayden —dije sin alzar demasiado la voz, suavizando el tono a consciencia—. Mis amigos y yo encontramos un Poochyena con una nota con estas coordenadas. Vinimos hasta aquí para ver si había algo que pudiéramos hacer.

    A tientas busqué activar el videomisor de nuevo y dije una cosa más para que todos me escucharan, donde sea que estuviesen.

    —Llegué al corazón de la caverna. Vengan tan rápido como puedan, es posible que necesite ayuda, hay una mujer aquí pero no sé cuál es su estado todavía. —Cinis permaneció alerta mientras hablaba, atento en caso de que recibiera una orden, y no sé por qué diablos seguí hablando—. Cuento con ustedes.

    Me callé un momento, porque era solo una corazonada horrible y no quería alarmarlos, pero tampoco podía solo dejarlo correr. Liza era la que nos había traído, era la primera que nos había recibido a los tres y quería con tanta fuerza que fuéramos capaces de llevarnos bien con todos los de Galeia, con su familia, que ahora tampoco podía solo ignorar que podía estar en peligro. Primero me rompía la cabeza contra el hielo de la cueva que pensar siquiera en eso.

    Me daba absolutamente igual si era mucho más experimentada que nosotros, había algo anormal en su falta de comunicación que de la nada me tenía prácticamente aterrado. Había estado distante, sí, posiblemente pretendiendo ignorar el asunto de la mordida del Poochyena o la mierda con Mimi, qué sabía yo, pero eso era diferente.

    —Es posible que debamos buscar a Liza en el interior de la caverna, lleva rato sin comunicarse.

    pero mira mi relleno

    seguiré culpando a las rolas de Kimetsu por cualquier cosa que pase con mis posts
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Esta canción me recuerda una barbaridad a Mimi así que la dejo por acá por el mood bye

    Mimi Honda

    Decidida a avanzar hasta el final continué el camino solo para regresar a la enorme sala de nuevo. Estaba dando vueltas en círculo, escoger el camino del oeste no había servido de nada. ¡No tenía tiempo para eso! Habían pasado casi dos horas y la temperatura debía rondar los treinta bajo cero. Mis fuerzas se agotaban a un ritmo alarmante, ya no sentía mis miembros y era absolutamente incapaz de mover los dedos. Eran trozos de carne pálida que ni siquiera parecían pertenecerme. Por momentos un parchón negro cruzaba aquí y allá y ni siquiera sabía dónde estaba.

    ¿Eran esos... mis dedos siquiera? ¿Tan azules...? Juraría que mi piel siempre había sido blanca.

    Me acerqué dando tumbos, aún temblando pero incapaz de coordinar mis músculos lo necesario para caminar en línea recta. Mis piernas parecían débiles palillos que ya no podía sentir, capaces de quebrarse en cualquier momento. Pero lo había hecho. Había llegado al final, al corazón de la Caverna Helada.

    Con el rostro arañado, la ropa rota, la manta de Aleck hecha jirones y al borde del colapso por hipotermia.

    Pero allí estaba.

    Y lo escuché. Fue todo lo que escuché como si mi cerebro no pudiese procesar más información que esa. No vi las estalagmitas que formaban aquella especie de prisión gélida. Solo escuché a Dunn desde la radio, en mi bolso, y lo escuché allí frente a mí nada más pronunció aquellas palabras.

    El nombre cruzó mi cabeza como un rayo, de parte a parte. La electricidad recorrió toda mi columna.

    Liza.

    Liza llevaba bastante sin comunicarse.

    Todas las imágenes desde el mordisco de Poochy pasaron rápidamente por mi cabeza; su actitud distante y fría cuando ella no era así en lo absoluto, el hecho de que no sabía mentir. Era evidente que no estaba bien desde el principio. ¿Por qué no había dicho nada? ¡No debí dejarla marcharse sola! ¡¿Cómo había sido tan estúpida?!

    Mi gesto logró contraerse por el impacto de la noticia aunque la rigidez de mis músculos la asemejó más a una vaga mueca amarga.

    —C-Cayden—titubeé— ¿Qué le ha pasado... a Liz?

    Trastabillé y ya no pude dar un solo paso más. Mis músculos estaban tan entumecidos por el frío que ni siquiera podían moverse para tratar de mantener el calor. El cuerpo ya no pudo sostenerme y caí al suelo, al borde de la inconsciencia. No sentía nada. Ni mi rostro, ni mis brazos, ni mis piernas. Mis sentidos estaban embotados, como si mi cabeza estuviese encerrada tras un grueso vidrio.

    El único sentimiento, todo lo que alcanzaba a sentir era esa sensación opresiva y asfixiante. Esa oscuridad insondable que empezaba a antojárseme tan cálida...

    —F-frío...—musité—. Tengo mucho... frío...
     
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    Zireael

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    Cayden Dunn

    Escuché los pasos, eran torpes, descoordinados. Eran los pasos de alguien que prácticamente no sabe cómo mierda moverse, pero lo hace por inercia, porque no queda otra cosa que hacer y giré el rostro tan lento que sentí como si tuviera cada músculo y articulación entumecida, lo hice justo cuando mi nombre salió de sus labios. Al verla un pensamiento me rayó la cabeza con violencia, me cruzó el cerebro de lado a lado y la migraña pareció estallarme con fuerzas renovadas, casi sentí que iba a irme de boca al suelo porque varios parchones negros me cruzaron por la vista.

    Parecía un muerto.

    La ropa rota, el rostro rasguñado, los restos de lo que debía ser una manta que seguramente le habría dado Aleck y la piel pálida hasta decir basta, estaba azul. Todas las murallas que había levantado en respuesta a las suyas se bajaron de golpe, desaparecieron como si nunca hubiesen existido y si acaso escuché su pregunta, aunque de todas formas no tenía una respuesta para ella, y prácticamente me le fui encima cuando se desplomó en el suelo.

    —¡Cinis! —llamé al Arcanine con tal desesperación en la voz que no la reconocí como propia—. ¡Rápido!

    El gran perro de fuego reaccionó de inmediato, en cosa de un parpadeo estuvo junto a la rubia y se echó a su lado, la jaló de la ropa hasta acurrucarla entre su pelaje, rodeándola con todo el cuerpo e hizo lo mismo que había venido haciendo conmigo todo el camino. Abrió las fauces y exhaló, liberando una nube cálida, pero esta vez tuvo muchísima más fuerza, lo sentí. Un poco más y le lanzaba el fuego encima, pero es que la chica se estaba puto congelando.

    Con manos temblorosas tomé otra esfera, liberé a Nyx y le indiqué que se mantuviera junto a las estalagmitas agrupadas, para que asistiera a la mujer si era necesario en lo que llegaba Aleck. Me iba a dar un colapso teniendo la atención separada en tantas cosas, pero por ahora lo único que tenían era a mí hasta que llegara Aleck.

    Liza no estaba, Aleck no llegaba todavía y temía que llegara en el mismo estado que Mimi.

    ¿La tonta no tenía un tipo fuego con ella o qué? Y si era el caso, ¿por qué no se quedó con Aleck? ¿Por qué se había dejado hasta que su cuerpo alcanzó ese estado?

    —Eres idiota —murmuré y la voz estuvo apunto de quebrárseme—. Eres una absoluta idiota, si te descuidas a ti misma de esta manera no puedes ayudar a nadie.

    Volví a sacarme la chaqueta, esta vez sí sentí el frío contra el cuerpo con una violencia ridícula, sentí que me alcanzó los huesos y me hizo tragar grueso. Me las arreglé para separarla de Cinis apenas unos segundos y envolverla con la chaqueta a pesar de que estaba entre el cuerpo de Cinis y su fuego, la regresé con el Arcanine casi de inmediato, para que siguiera absorbiendo su calor. Era contradictorio, claro, me estaba descuidando a mí mismo por ella, pero si necesitábamos más fuego yo tenía hasta para repartir en mi equipo. Primero quemaba toda esa cueva antes de dejar que cualquiera de los nuestros se congelara.

    Además, si cualquier cosa le pasaba a Mimi a Liza le daría un síncope, no importaba qué tan resentida estuviera con ella, si algo le pasaba a esta maldita terca orgullosa Liza iba a perder la cabeza. Y tampoco importaba qué tanto nos había rechazado, si nos había tratado como perros, si no nos quería allí, si éramos una amenaza o lo que quisiera, no podía dejarla así.

    Tómalo, necia. Acepta nuestro fuego de una vez.

    yo: cayden pero no estabas hasta la polla de mimi?
    cay: y la dejo morirse o qué coño? ffs
    yo: no pero y-
    cay: qUE TE QUITES PORQUE VOY
     
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    Yugen

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    Mimi Honda

    Negro.

    Era el negro profundo y ominoso que obtenías al cerrar los ojos. Denso, solo sentías como caías más y más en un abismo interminable, en aguas oscuras y pantanosas. Era el negro del pelaje de Poochyena, del cabello de Emily, del cuerpo de Darkrai.

    El frío había creado una capa impenetrable en mi consciencia y había empezado a sentir como la breve llama comenzaba a apagarse.

    Conocía esa sensación.

    La había experimentado varias veces en mi vida. Cuando combatimos en la Columna Lanza contra Arceus Oscuro y cuando fuimos borrados por Tau en el interior del Núcleo. Era esa sensación de absoluto vacío que me resultaba extrañamente familiar.

    Ah... estaba muriendo ¿verdad?

    Otra vez.

    Y ni siquiera me había disculpado con Liz. Ni siquiera le había dicho lo mucho que sentía ser una jodida cobarde y una persona horrible. Ni tampoco lo mucho que agradecía que aquel viaje a Gérie nos hiciera más cercanas. No tenía solo una amiga... tenía lo más parecido a una hermana. Y mi absurdo orgullo amenazaba con romper eso.

    Tampoco me había disculpado con Alpha, por no escucharle cuando me lo pidió. Por pedirle que dejáramos de hablarnos. Por pensar que eso era lo mejor para él.

    Lamentaba tantas cosas que se quedarían en nada.

    ...

    ...

    ...​

    No había perdido la consciencia del todo. Aún estaba despierta, aún podía oír aunque mis ojos estuvieran cerrados. Era murmullos, tal vez gritos distantes, pero estaban ahí. Y entonces una extraña calidez me envolvió. Una calidez capaz de descongelarme.

    Cinis.

    El Arcanine de Cayden.


    La bocanada de aire cálido y el contacto de su pelaje casi forzó el nudo en mi garganta a desbordarse.

    Abrí con lentitud los ojos aunque me costaba enfocar una imagen concreta.

    —¿No... eres más idiota tú?—pregunté con dificultad, con un hilo de voz aún—. Ayudar... a alguien que te ha rechazado todo este tiempo...

    Solté una risa baja, sin fuerza, y dejé caer la cabeza hacia atrás sobre el cálido pelaje de Arcanine. El calor paulatino fue calentando mi sangre poco a poco devolviéndole el flujo sanguíneo a mis extremidades. Primero sentí ese calor en el pecho que se extendió como una ola hasta las zonas más distantes.

    No había sacado a Iwao en un principio porque sabía que su presencia me haría un objetivo claro para enemigos. Pero después, cuando empezaron a aparecer Pokémon salvajes por puro amor al arte solo lo olvidé. Estaba confusa y desorientada, ni siquiera sabía cómo demonios había logrado llegar hasta allí. Sabiendo que cada segundo me encontraba más y más cansada, más débil y vulnerable cuando eso era algo que siempre había detestado en mí. Necesitaba saber que tenía el control para sentirme segura.

    Y ahora Cayden me había salvado.

    Alguien que decía detestar.

    Mi orgullo no era nada contra eso. Era imposible mantener mis muros. Él había arrojado su orgullo y derribado sus propias murallas para salvar mi vida. Lo había hecho a pesar de todo. De mi cinismo, de mi hosquedad. Y comprendí que yo hubiera hecho lo mismo sin siquiera dudarlo.

    Si él estuviera en peligro. Si Aleck o Givan lo estuvieran. Si cualquiera de mi familia lo estuviese.

    Liza regresó repentinamente a mi mente y traté de incorporarme, pero mi cuerpo aún no respondía del todo. Apreté los dientes, reticente, pero me dejé hacer. Cayden tenía razón en algo, no podía salvar a los demás si no me salvaba primero a mí misma.

    Ese había mi ley de pensamiento durante toda mi vida hasta que en determinado punto se me antojó tan egoísta.

    —Lo siento—murmuré. Casi sonó como si me estuviera rindiendo. Aquella lucha absurda entre ellos y yo no tenía sentido en primer lugar—. Siento haber sido tan estúpida. No hay ninguna diferencia entre vosotros y nosotros.

    >>Hey Dunn.

    Busqué sus ojos y sonreí. Le dirigí probablemente una de las sonrisas más cálidas y honestas de mi vida.

    >>Gracias por no dejar morir a esta idiota.

    Welcome yo tochohell

    A VEr me caigo de sueño pero tenía que responder sí o sí porque AAAAAAA
     
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    Zireael

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    Cayden Dunn

    Por un sólido minuto temí que fuese muy tarde, que al perder la consciencia no iba a volver a despertar, que se iba a morir allí sin haberse disculpado con su amiga ni nada. Que tendríamos que sacar de esa caverna un cuerpo, que la idiota la iba a palmar y yo no había sido capaz de dejarla entrar ni ella a nosotros, a pesar de los esfuerzos de Liza.

    Fueron un montón de miedos cayéndome encima y juré que iba a romperme allí, sentí las lágrimas arderme detrás de los ojos producidas por el intenso terror que estaba sintiendo. Tomé aire con fuerza, aire helado que me rasgó los pulmones, pero permanecí allí junto a Mimi, casi fusionada con mi Arcanine y me di cuenta que cuando tiré las murallas lo único que permanecieron fueron los pilares, inamovibles.

    Era un idiota, rechazaba a la gente, disfrutaba la soledad de mi cueva y toda la mierda, pero en el segundo cero en que alguien estaba en problemas me lanzaba de cabeza para intentar ayudar. Lo hacía incluso si me dolía, si me destrozaba a mí mismo y parecía que estaba al borde de un colapso nervioso; pero no podía dejar a nadie atrás, no podía.

    Pero abrió los ojos.

    Me había acuclillado en el suelo y en ese momento las rodillas me cedieron, acabé sobre ellas, mirándola como quien ve a un muerto en vida. Estiré las manos, le ajusté la capucha de mi chaqueta en la cabeza y la envolví todavía más si era posible. No estaba pensando una mierda nada de lo que hacía, estaba escuchándola, claro, pero estaba enfocado en otra cosa realmente.

    Acabé por buscar sus manos entre la mata de pelo de Cinis, las envolví entre las mías, frotándolas, esperando que la fricción de los guantes, mi calor y el de Cinis siguieran devolviéndole el suyo. Las extremidades siempre eran las que se enfriaban primero, era donde se empezaba a notar el tono azulado de la piel que producía el frío.

    —La ventaja es que nunca dije que fuese muy listo —murmuré por fin en respuesta.

    El problema nunca fue que me rechazaras a mí.

    Eran ellos, los dos que rechazabas conmigo. Gen y Aleck no merecían rechazo de nadie, se esforzaban por encajar, por ser amables y ser útiles.


    Todo el cuerpo me estaba temblando, era por el frío y el miedo que había sentido, pero lo pasé por alto y seguí frotando sus manos; Cinis lanzó otra bocanada de aire caliente sobre ambos y mantuvo mi propio frío a raya.

    Lo siento.

    No hay ninguna diferencia entre vosotros y nosotros.

    Solté una risa floja, fue bastante amarga en realidad, y parpadeé varias veces buscando hacer retroceder las lágrimas. Era jodido que la idiota hubiese tenido que casi morirse para que tuviéramos esa conversación, eso era innegable, pero también me aliviaba recibir esas palabras. Me aliviaban de tal manera que parecían haberme sacado de encima una carga de concreto que ni siquiera me había dado cuenta que estaba cargando.

    Cuando llamó a mi apellido respondí con un sonido bajo, apenas para que supiera que la seguía escuchando y cuando noté que buscaba mi mirada no me quedó más que hacer lo mismo. La honestidad de su sonrisa acabó por hacer que le regresara el gesto, fue igual de sincero y no necesité mirarme a mí mismo en un espejo para saber que esa sonrisa hasta había cargado un aire infantil en ella, transparente como había sido.

    Ya me había resignado a que la cara de crío no se me iba a quitar pronto de por sí. Dieciocho años mis cojones.

    —La próxima intenta no tener que estar al borde de palmarla para que podamos hablar como gente decente. —Todavía hablaba en un murmuro. Levanté sus manos para que Cinis deslizara la cabeza en su regazo, al bajarlas las dejé encima, entre las orejas del Arcanine—. Incluso si no hablo mucho prefiero hacer el intento que pasar comunicándonos a puros gruñidos como hemos hecho todo el viaje. Es más fácil si me ayudas un poco.


    wey Rider perdón pero tenía que largar el tocho post (?

    Andy perdón por los tochos que tendrás que leer porque, bueno, así somos todos aquí
     
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  18.  
    Rider

    Rider One of a Kind and... yes?

    Cáncer
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    Por un segundo, perdí el sentido de donde estaba, todos los pasillos se veían exactamente iguales uno de otro, pero aun tenía ese leve resquicio de energía, aun quedaba un poco más, toda la zona estaba despejada, todo estaba por terminar, no podía parar ahora, no estando tan cerca.

    Seguí caminando cómo buenamente pude, daba vueltas en la primera intersección que me topaba, izquierda o derecha, no importaba, lo importante era seguir avanzando, no detenerse por nada, escuchaba voces por la radio, pero ya para este punto no sentía que pudiese percibir ninguna palabra en limpio, todo parecía ruido estático, pero eso ya no me importaba, sabía que estaban bien, sabía que aun se encontraban en alguna parte de la cueva, y los debía encontrar.

    Empecé a sentir cómo el sudor se comenzaba a acumular en mi frente, cómo un liquido brotaba denso y espeso sobre mi cabeza; pero no era sudor, era sangre. Tal vez me había dado más fuerte contra aquel muro más fuerte de lo que pensaba. ¡Bien hecho Aleck, de verdad que eres imbécil! La cabeza me debía estar matando, mi temperatura corporal debía estar por debajo de lo normal, poco a poco sentía cómo mi ritmo cardiaco disminuía con cada latido, pero la adrenalina seguía brotando, ahora tenía que rezar por que durase un poco más.

    Continué corriendo por el lugar, sin sentir que tuviese un rumbo fijo, todo se veía borroso, ¿Acaso había neblina en la caverna ahora? Sabía que la respuesta era en el fondo que no. Todo lo que escuchaba, eran mis pasos impactando contra la nieve, haciendo eco en la lejanía, pero repentinamente, sin si quiera haberme percatado, la nieve que mis botas pisaban poco a poco se convertían en hielo, hielo que se quebraba con mis propios pasos.

    — ¿D-Donde rayos estoy? — Traté de centrar mi vista por un minuto, estaba en una sala amplia, con lo que parecían unas estructuras de hielo y lo que casi podía jurar eran más de dos personas, uno con una melena roja cómo el fuego y otra dorada cómo el sol.

    ...

    La fatiga me hace delirar.

    — Chicos, ¿De verdad son ustedes? — Mi semblante cambio por un instante mientras mi vista se aclaraba, aquel ultimo tirón de energía había funcionado. Ahí estaban, de verdad estaban ahí, al menos dos de tres. Esbocé una sonrisa cuando crucé mirada con ellos, sonrisa que poco a poco se desvaneció al ver el estado en el que estaban. Sequé lo que yo pensaba que era sudor de mi frente, justo con el ante brazo de mi chaqueta, no percatándome de que la estaba manchando de rojo.

    — ¡Por todos los cielos, chicos! — Corrí hasta donde se encontraban los dos, se veían fatales, pero por Arceus, Mimi se veía fatal, tanto su ropa como su rostro se veían llena de rasguños, su cara estaba pálida y sus dedos casi en un tono azul total. — Por Arceus, ¿Qué les ocurrió?— Cuestioné evidentemente alarmado, pero sin esperar una respuesta, no había tiempo, además, la respuesta era más que obvia: hipotermia. O bueno, esa era la respuesta para lo dedos, pero no para los rasguños

    Coloqué nuevamente mi mochila frente a mí, buscando no tardar demasiado, había empacado algo muy importante, algo que sabía que en el fondo iba a necesitar para un caso cómo este, el termo, mi termo para té con aquel brebaje que había preparado hacía un rato en la cabaña. — Por favor dime que sigue caliente, por favor dime que sigue caliente...— Musité, mientras repetía aquellas palabras; era de vital importancia darle algo de beber tibio a alguien con síntomas severos de hipotermia.

    Abrí algo preocupado el recipiente, pero para mi fortuna, el termo había cumplido su función, el té seguía tan caliente cómo si tuviera nada de haber salido de la tetera. — ¡Sí! — Solté algo más enérgico y me apresuré a verter algo del contenido sobre la tapadera que también servía como taza, y la extendí con gentileza pero algo de prisa Mimi. — Anda, bebe esto, es el "menjunje" que hice hace rato. — Le dediqué una leve sonrisa, para tratar de ocultar mi evidente intranquilidad por su estado.

    Aunque el buen Cinis ya había logrado regular su temperatura, parecía que la chica aun tenía algo de dificultad para sujetar la taza, con lo cual la ayudé a sujetarla mientras le daba un trago a la bebida, ya sabía que el sabor no era nada espectacular, pero en una situación así, esperaba que fuese suficiente.

    — Anda, bebe tú también,— le extendí el termo hacía el pelirrojo, quien ahora no portaba chaqueta para ofrecérsela a Mimi para aliviar su frío. Ya no tenía más tazas, así que invité al chico a beber directo de la boquilla, era un poco impráctico, pero vamos, no era hora de ponernos quisquillosos.

    Tras que los dos bebieran, no pude evitar sentir que el ambiente estaba..."raro", bueno, quizás esa no era la palabra correcta, más bien sería "singular", tanto Mimi y Cay, parecían estar sonriendo entre ellos, cómo si hubiesen podido limar asperezas de alguna peculiar manera, pero era de esperarse, después de todo, había sido Cay el primero en atender a la chica, mostrándole un gesto desinteresado de auxilio. Parecía que por una vez en mi vida había tenido razón, estos dos era más similares de lo que uno se podría imaginar, y en efecto, sólo bastaba que uno bajara sus muros para que el otro hiciese lo mismo, para poder demostrar lo que realmente éramos.

    No teníamos porqué ser un "Ustedes" y "Nosotros" cuando, si nos dábamos aunque sea una oportunidad, podíamos ser un "Todos".

    No estaba en la labor de decirles: "Se los dije." en primera, porqué no iba arruinar el momento con una de mis acostumbradas idioteces, y en segunda, porqué tristemente este momento se había tenido que dar en las circunstancias más extremas, pero había pasado, y eso era lo único que debía importar, así que decidí simplemente soltar una sonrisa aliviada por lo bello del momento...Sonrisa que tuve que borrar poco a poco, al recordar que aun nos faltaba alguien.

    ¿Dónde estas, Liz?
     
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    Hygge

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    La mujer al otro lado de la prisión gélida se removió ante la voz de Cayden, sobrecogida. Una oleada de alivio le recorrió el cuerpo.

    —Rudy... S-Sabía que lo lograrías, pequeño —murmuró para sí. Se dirigió hacia alguien más dentro de la prisión; no parecía estar sola—. Han... han venido a por nosotros. Lo consiguió.

    Pero el alivio no duró mucho. A pesar del muro que les separaba escuchó la llegada de los otros chicos a la perfección. El estado deplorable en el que se encontraban, la ausencia de uno de los suyos. Aquellos desconocidos habían sufrido tanto solo por ella.

    Aguardó en silencio, tensando los labios hasta que la situación pareció regularse. Apoyó la cabeza hacia atrás, contra el muro helado y cerró los ojos, acariciando el pelaje de uno de sus pokémon. Parecía derrotada.

    —Cayden... ¿cierto? —Su débil voz llegó hasta ellos—. No... podéis quedaros mucho tiempo aquí. E-Es su guarida. La guarida del pokémon de la caverna. Atrapa a los intrusos entre estalagmitas... p-pero la luna le ha dado fuerzas suficientes para que ni siquiera el calor pueda derretirlas.

    Un destello brilló desde el interior. Uno de sus pokémon había intentado usar sus llamas. Esbozó una sonrisa amarga.

    >>¿...Veis? Lo he... intentado todo. Solo logramos crear una pequeña apertura por la que escapó mi Poochyena —Se calló un instante, culpable. Le apenaba decir aquello—. Si vuestra amiga sigue allí fuera, es probable que...

    Pero no pudo seguir hablando. Mimi reconoció ese temblor. Fue el mismo que sintió cuando las estalactitas amenazaron con golpearla, solo que este era más fuerte. Se sentían como... pisadas. Pisadas de un pokémon enorme. Y se estaban acercando irremediablemente hacia ellos.

    La mujer ahogó una exclamación.

    —R-Rápido, ¡tenéis que salir de aquí! ¡Es... Es muy peligroso!

    Pero no podían dejarla allí. No cuando habían llegado tan lejos. Si las estalagmitas habían sido creadas por ese pokémon, derrotándolo quizás lograsen hacerlas desaparecer.




    Las pisadas se detuvieron. Al girar sobre sus pasos pudieron verlo: el cuerpo pesado de un Abomasnow furibundo que había encontrado intrusos. Sus ojos destellaron bajo la luz escasa y se adentró en el corazón de la cueva a paso lento. Si tenían intención de salir, ya era demasiado tarde. Su cuerpo cubría la salida, bloqueándola en su totalidad.

    Su exclamación retumbó entre las paredes de cristal y las estalactitas se resintieron, amenazantes.

    ...Ya no había marcha atrás. Era hora de luchar.


    [​IMG]
    ABOMASNOW: Hielo/Planta
    Salud: 500/500
    Movimientos:
    -Zarpazo asesino (50 Potencia, Normal)
    -Látigo (30 Potencia, Planta, golpea a todos)
    -Prisión helada (las estactitas impiden que un rival se mueva en el próximo turno)
    -Drenaje (absorbe 50 PS de un enemigo, y se cura en esa cantidad)
    -Avalancha gélida (60 Potencia, Hielo)

    Bienvenidos a las estupendísimas batallas de jefe, chicos de Gérie (? Esta mecánica es un tanto distinta: solo cuenta la salud y la potencia de los movimientos ofensivos. Probablemente esa potencia no se corresponda con vuestra ficha de Gérie, os aconsejo buscarla en wikidex. Si por ejemplo Ascuas tiene potencia 40, se lanza un dado de 40 caras. El resultado será el daño que se le hace a Abomasnow.

    ¡Pero eso no es todo! Dado que ascuas sería doblemente eficaz, el resultado del dado se multiplica x2, que sería su efectividad. Por lo tanto, si sacáis un 40, ¡le haríais 80 de daño! Agregar que el daño del jefe siempre es fijo, no tiraré dados.

    Usaremos turnos atacando con 3 pokes cada uno, pondré la lista aquí abajo para seguir un orden y luego la edito con el nombre de los pokémon que elegísteis. Cualquier duda, ya sabéis uwu

    Ah, sí: nadie se curó. Chale.

    Lista de turnos:
    1. Primer pokémon de Mimi
    2. Segundo pokémon de Mimi
    3. Tercer pokémon de Mimi
    4. Abomasnow
    5. Primer pokémon de Cayden
    6. Segundo pokémon de Cayden
    7. Tercer pokémon de Cayden
    8. Abomasnow
    9. Primer pokémon de Aleck
    10. Segundo pokémon de Aleck
    11. Tercer pokémon de Aleck
    12. Abomasnow
     
    Última edición: 18 Abril 2021
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    Ver sus intentos por proteger del frío a una estúpida orgullosa como yo solo reafirmó la idea de que mi desconfianza inicial y mis intentos por alejarlos habían sido una mierda muy jodida. Era desconfiada no por naturaleza si no porque las experiencias en mi vida me habían hecho así. Detestaba los cambios, detestaba cualquier mínima, ínfima, pieza del puzzle que no encajara en un principio, cualquier evento que me sacara de mi zona de confort porque generalmente ninguno de ellos habían sido para bien.

    Hasta ahora.

    El calor que había perdido regresó poco a poco pero pude empezar a mover los dedos. El nudo en mi garganta se había hecho lo bastante grande para que sintiera las lágrimas arder tras mis ojos. Quería llorar. Quería llorar y gritar como la niña tonta que era y que tanto me esforzaba por negar. Pero logré contener las lágrimas y en su lugar solo se me escapó una risa liviana y honesta cuando Cayden tomó mis manos y las dejó sobre las orejas de Cinis. Ya podía mover los dedos pero me dejé hacer con una sumisión ridícula.

    Quizás incluso estaba de humor para bromear.

    —Lo tendré en cuenta para la próxima.

    Unos pasos apresurados alertaron mis sentidos que volvían lentamente en sí y aún con la cabeza sobre el cálido pelaje de Cinis la giré. El impacto de aquella imagen me golpeó con la contundencia de un mazo y abrí los ojos en su máximo por el shock. El rojo se deslizaba desde su frente y no era necesario ser un genio para saber que se trataba de sangre. Un impulso extraño me recorrió el cuerpo y me incorporé como si aún con las fuerzas reducidas necesitara acercarme a él.

    —¿Qué nos ocurrió?—cuestioné con incredulidad—. ¿Qué te ocurrió a ti? ¡Aleck, estás sangran—!

    Pero no esperó una respuesta. Apresurado empezó a buscar en su mochila y sacó un termo de su interior. Me sentí muy tonta. Yo también tenía un termo caliente con té rojo, lo había preparado conociendo mi irrisoria resistencia al frío. Pero lo había olvidado por completo entre los enemigos, los Linoone y la hipotermia.

    Al menos empezaba a tener sangre suficiente en el rostro para que el rubor me subiera a las mejillas cuando el tonto me entregó el té y lo sujetó para mí. Detestaba sentirme vulnerable pero aquella calidez, no ya la del té, si no la amabilidad desinteresada y honesta me desarmaba por completo. Bebí sin quejas, abrumada. Al ver a Graham más de cerca pude comprobar que la sangre provenía de su frente, de una pequeña herida que dejaría de sangrar por sí sola pero que aunque no revestía gravedad era simplemente aparatosa.

    Suspiré, volví a soltar todo el aire de golpe.

    —Arceus, deberías beber también—le dije al ver como le ofrecía el termo a Cayden. Había recuperado la fuerza en mi voz, ya no era un hilo débil e inestable. Volví a tratar de incorporarme y aunque tuve que apoyarme en Cinis lo logré. Abrí el bolso y tomé mi propio termo—. Bebe, es té phu erh. Te vendrá bien. Yo...—desvié la mirada y me alisé nerviosamente un mechón rubio con la mano contraria—... lo olvidé todo este tiempo.

    Pretendía decir algo más, añadir el lamentable estado en el que estaba su manta, pero no pude. Pretendía dirigirme hacia la salida e ir en busca de Liz, encontrarla donde demonios estuviese aunque tuviera que hacer frente a ese frío de nuevo. Pero tampoco pude.

    Una voz extraña, débil y femenina llamó mi atención desde el centro del corazón de la caverna y entonces vi las estalagmitas en el suelo, aquellas que se había cerrado y agrupado de tal forma que habían formado una impenetrable prisión gélida.

    El corazón me dio un vuelco en el pecho. Era... era la familia de Poochyena, las personas que estábamos buscando. Todo este viaje, el esfuerzo, el dolor, había servido de algo. Habíamos cumplido nuestra misión, había cumplido mi promesa. El alivio que sentí fue tal que las lágrimas que había estado intentando contener todo el tiempo se derramaron y consternada por el sentimiento me cubrí los labios para evitar sollozar en voz alta.

    Gracias.

    Oh Arceus, gracias.


    Estaban vivos, estaban a salvo.

    Entonces el suelo vibró. Tembló de la misma forma que en aquella ocasión, cuando las estalactitas me cayeron encima. Pero era más fuerte, más intenso. Pisadas de una bestia enorme.

    Sabía lo que significaba. No era la primera vez ni sería la última. De modo que se sequé apresuradamente las lágrimas y giré sobre mí misma para enfrentarlo cara a cara.

    Un abomasnow de tamaño descomunal.

    —Chicos, sacad a los tres Pokémon que confiéis que pueden hacerle más daño—declaré rápidamente acostumbrada como estaba a esa clase de situaciones. Ahora que habíamos limado asperezas y los consideraba parte de mi familia aquello se sentía como una tarea más. Algo que tenía que hacer como siempre había hecho—. Hay que derrotar al abominable hombre de las nieves. Bienvenidos a las misiones de los holders veteranos.

    >>Iwao, Katsuo; Calcinación y Sumisión. Hatsu, ¡Onda Certera ya!

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    COALOSSAL: Roca/Fuego
    Lvl. 49 (10)

    Salud: 250/300
    -Poder Pasado (60 Potencia, Roca)
    -Calcinación (40 Potencia, Fuego)
    -Cabezahierro (60 Potencia, Acero)
    -Explosión (100 Potencia, Normal, cae debilitado)


    [​IMG]
    MIENRYU: Lucha/Dragón
    Lvl. 57 (370)

    Salud: 148/198
    -Detección (Bloquea un ataque rival)
    -Onda Certera (60 Potencia, Lucha)

    [​IMG]
    MACHAMP: Lucha
    Lvl. 44 (110)

    Salud: 56/228
    -Sumisión (60 Potencia, Lucha)
     
    Yugen ha tirado dados de 40 caras para Calcinación Total: 24 $dice
    Yugen ha tirado dados de 60 caras para Onda Certera Total: 44 $dice $dice
    Yugen ha tirado dados de 60 caras para Sumisión Total: 42 $dice
    Última edición por un moderador: 18 Abril 2021
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