Spin-off Caverna helada [Pokémon Rol]

Contenido oculto: Gracias por tanto Mely

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Más allá de la llanura nevada, allí donde el bosque empieza a desaparecer, el terreno se torna rocoso y escarpado. Surgen elevaciones, pequeños montes escarchados, y a su paso la erosión del agua crea diversas grutas, de profundidades diversas. Siguiendo las coordenadas, las indicaciones de Dex y la experiencia de Liza en los alrededores del lago, terminaron por hallar aquella que buscaban. La más profunda y laberíntica de todas.

La caverna helada.

—Entonces... este amuleto nos permite liberar a nuestros pokémon, ¿no? —White prestó atención el objeto que Aleck cargaba tras escuchar las palabras de Cayden—. Es un alivio. Necesitaremos toda la ayuda posible aquí dentro.

Liberó a Amber, su Luxray, y acarició su pelaje antes de prestar atención a su videomisor. Tecleó un par de cosas aquí y allá, mientras el pokémon olfateaba el aire. Cuando tuvo lo que necesitaba se dirigió hacia Aleck y Cayden.

—Necesito vuestros números. Aunque tengamos a nuestros pokémon lo mejor es prevenir desgracias: cada vez que hallemos un callejón sin salida o estemos en apuros informaremos al resto, sin excepción —Su mirada se posó en todos y cada uno de ellos antes de regresar a la pantalla—. Aún si todo va bien es preferible ir comunicando nuestros movimientos. Así sea para hacernos una idea del mapa de este sitio.

Encontró los orbes dorados de Amber y con un gesto de su cabeza comenzó a caminar hacia el interior. No perdió detalle de la entrada, las estalactitas, cualquier forma que creyese reconocible. Detuvo sus pasos por un instante.

>>Tened mucho cuidado.

Su cabellera castaña no tardó en perderse en la distancia. Dos caminos se abrían ante ellos ahora.

>>Derecha
>>Izquierda

Contenido oculto

¡Empezamos con esto! Iré actualizando el mapa a medida que lleguéis a un nuevo tramo. Cada uno se compondrá de tres post, donde tendréis que lanzar esta lista:

1.- Nada
2.- Nada
3.- Enemigos
4.- Trampa
5.- Nada
6.- Nada
7.- Nada
8.- Enemigos
9.- Nada
10.- Enemigos

Se usarán los equipos de Gérie, los nivelaré a cada uno a medida que aparezcan. Puede que Liza os vaya dando ayuda de vez en cuando.

Suerte, la necesitaréis uwu Yáahl Rider Yugen

 

Mimi Honda

El nombre del lugar logró encender todas las alarmas en mi cabeza. De por sí mi resistencia al frío era un chiste, estar dentro de una caverna gélida solo lo empeoraría aún más. Sin embargo, no había tiempo para demoras ni dudas. Todos nos pusimos en pie dispuestos a iniciar la marcha cuanto antes... y entonces el Poochyena saltó bruscamente de los brazos de Cayden —logrando asustarme lo suficiente para soltar un "¡Cuidado idiota!"— y regresó con un extraño amuleto tallado en piedra.

El amuleto en cuestión nos permitiría usar a nuestros Pokémon fuera de la cabaña. El primer día, cuando Nikolah huyó al bosque y quise salir en su búsqueda, le pedí a Kokoro, mi Indedee, que lo localizara. Pero apenas pudo alcanzar la puerta y fue bruscamente regresada a su pokéball.

Eso evitaría el extraño efecto de la montaña.

Sin embargo, Poochy... no parecía que vendría con nosotros. Se quedó firme junto a las yurtas con sus ojos brillando de determinación. Tenía una promesa que cumplir, esperaría allí nuestro regreso. Desvié la mirada sintiendo un conocido peso en mi pecho. No podía creer que lo conociera desde hacía tan poco, que me hubiese arrojado el suelo y hubiera mordido a Liza y aún así me fuese tan difícil despedirme. Pero sin duda, él más afectado por la decisión del cachorro era... él.

Aleck Graham.

—Es su decisión, no se le puede hacer nada—comenté al aire tras cerrar momentáneamente los ojos y tomar aire sin fuerza. Alcé la mirada para verle a los ojos y mi voz llevó consigo el tono firme de quien pretende consolar a un hermano—. Una promesa debe cumplirse sin importar qué. Y nosotros hemos dado nuestra palabra. Encontraremos a su familia. Eso es todo lo que importa ahora.

Podía parecer ciertamente brusca pero estaba tratando de animarle. Él había sido el primero en conectar con el Poochyena desde prácticamente el primer segundo. Incluso le había puesto aquel ridículo apodo que todos habíamos aceptado como real aunque ni siquiera era su Pokémon. Lo había curado y mimado entre sus brazos. Cayden le dejó su bufanda y yo, terca cómo podía ser, le pedí que no siguiera destrozando yurtas.

Nuestra travesía inició entonces. La búsqueda por la Caverna Helada se hizo extremadamente pesada cuando todos sentíamos que cada maldito segundo en el reloj podía ser el último para la persona o personas que buscábamos. Dex fue de bastante ayuda al localizar el lugar exacto e indicarnos con su voz robótica por donde y por donde no adentrarnos. Finalmente, allí estaba, profunda, apenas lograba filtrar la luz y el agua goteaba desde las frías estalactitas, como colmillos sedientos de sangre.

Parecía la boca de un dragón.

—Estamos juntos en esto—fue lo que le dije a ambos cuando White fue la primera en marcharse. ¿Trataba de ser amable, inclusiva? ¿Era tal vez mi forma de admitir que empezaba a considerarlos parte de mi familia y levantar mis muros? Quién sabe. Giré sobre mis talones y me interné en el interior. Solo se oyó el sonido de mis botas haciendo crujir la nieve de fuera—. Suerte.

>>Izquierda.

 

Aleck Graham

Contenido oculto: AVISO URGENTE:

Ni se molesten en leer esta wea, la onda se salió de mis manos y son las 3 de la mañana SEND HELP

Mimi extendió el mapa de la zona por toda la lona, se le veía bastante determinada, incluso podía jurar que se le había escapado un risa nasal ante mis palabras, comenzó a analizar el mapa de arriba a abajo, para seguidamente usar su Dex a manera de ubicar con precisión exacta el sitio donde marcaban las coordenadas; incluso se tomó unos instantes para explicarme cómo se podían leer coordenadas, de una manera algo breve pero concisa. Estaba genuinamente impresionado, y se podía contemplar en mi ojos, completamente abierto y perplejos, estaba contemplando una faceta de Mimi que aun no había podido conocer: "Mimi, entrenadora veterana."

Empezaba a entender ese afán por llamarnos novatos, en efecto aun teníamos mucho por aprender, no sólo sobre ser un entrenador, sino sobre ellos.

Y con un poco de asistencia, la chica pudo señalar a donde nos debíamos dirigir.

—Ese es el lugar que marcan las coordenadas. ¿No soy increíble?

— Y bastante modesta también ¿Verdad? — Solté entre unas cuantas risas ahogadas y en un tono bastante bajo, no en un tono burlón u ofensivo, sino más bien con cierta ironía, Mimi realmente era increíble, pero escucharla decir eso a ella misma, era cuanto menos curioso. Tal vez éramos un montón de adolescentes disfuncionales, pero, cómo equipo, parecía que funcionábamos bastante, o en funcionábamos en niveles óptimos al menos, y eso me daba esperanzas.

Liza entonces retomó la palabra, revelando el nombre de aquel lugar misterioso que marcaban las coordenadas. "La caverna helada" Un lugar marcado por los propios Rangers de la zona cómo un sitio peligroso y restringido para el publico, un lugar con decenas de corredores y callejones sin salida, donde la temperatura podía descender aun más que en el exterior, habitada por Pokémon salvajes, y nosotros estábamos a punto de embarcarnos en un viaje hacía aquel lugar.

— Muy bien, ¿Qué esperamos? Hay trabajo que hacer. — Respondí lleno de decisión y con una amplia sonrisa en mi rostro, todos habíamos pensado lo mismo, podían mandarnos a las profundidades del mismísimo mundo distorsión, eso no nos iba a frenar ni un poco; la tribu, la familia de Poochy, necesitaba ayuda, tal vez ellos preferirían a un grupo de Rangers expertos, pero con nosotros sería más suficiente. Podíamos lograrlo, lo lograríamos, por Poochy y por su familia, porqué por el cachorro y esa pequeña sonrisita suya seríamos capaces de logarlo todo.

Todos nos pusimos en pie, Cay, aun con el tipo siniestro en brazos, y salimos de la yurta con un sólo objetivo en mente: Llegar a la cueva y ayudar a quien estuviera ahí, sin importar qué. Pero ni bien estábamos a un par de pasos de salir del campamento, el pequeño Poochy dio un salto de los brazos de Cay, por un segundo sentí cómo mi corazón se detuvo, preocupado, preocupado porqué un simple Poochyena había dado un saltito de un metro y medio para caer en la nieve, preocupado por su patita, preocupado porqué estuviera bien.

El cachorro cojeaba aun un poco de su patita, pero lo único que necesitó fue tomar algo de impulso para volver a correr, avanzó a cierta velocidad hacía uno de los extremos de campamento, rebuscó entre los escombros, volvió con algo en su hocico, se acercó tranquilamente hasta donde yo estaba y dejó caer aquello que había encontrado, parecía ser una especie de amuleto de piedra tallada. El cachorro se quedó mirándome unos segundos, con aquellos orbes que alternaban entre rojo y amarillo, para seguidamente darle un par de golpecito al amuleto con su nariz, mostrando bastante interés en que lo tomara.

Planté una rodilla en el suelo, para conseguir tomar aquel objeto en mis manos, le quité la poca nieve que tenía encima, los chicos pudieron reconocer con facilidad de que se trataba. Un amuleto de la tribu que permitía sacar a nuestros Pokémon de sus esféricos en esta zona, el pelirrojo mencionó cómo esa sería nuestra carta de emergencia si algo salia mal, y tenía el feo presenctimento de que íbamos a necesitar esa carta. Una vez que había tomado el amuleto, Poochy simplemente se sentó en la nieve, le dediqué una mirada confundido a la par que inclinaba mi cabeza, pero el sólo respondió ladeando su cabeza de la misma manera, cómo si tratará de imitar mi movimiento, todo sin despegarme la mirada de encima.

El pelirrojo se acercó, otorgándole un par de caricias más al cachorro, mientras lo envolvía con su bufanda para protegerlo del frío, gesto a los cuales el Poochyena respondió con un par de ladridos alegres y lo más semejante a una sonrisa, el Pelo de Fuego le dedicó unas ultimas palabras, dándole nuestra palabra de que encontraríamos a su familia y que aun quedaba comida para él en el campamento. Estaba claro, Poochy había prometido quedarse en el campamento.

Cay se había levantado del lugar, para regresar junto a las chicas, pero yo no pude, mi rodilla seguía sobre la nieve, y mis ojos clavos en aquel pequeño amigo que habíamos hecho. No podía dejar de mirarlo. No me iba a poner a llorar, era sólo un Poochyena que llevábamos poco más de media hora conociendo, seguramente tenía entrenador propio, no tenía sentido que quisiese llorar, no lo iba a hacer, pero entonces, ¿Por qué? ¿Por qué quería hacerlo? ¿Por qué me dolía tanto dejarlo aquí solo? Porqué era una criatura inocente e indefensa, que había perdido a su familia, que ahora estaba sola, preocupada por aquellos a quienes ama, pero habiéndoles prometido que los iba a esperar, que conseguiría ayuda y los esperaría en su hogar.

Y ahora lo teníamos que dejar, solo. Por un fugaz instante pensé en quedarme con él y esperar a los demás aquí, pero no podía hacerles eso, no podía dejar solos a mis amigos, a mi familia.

Antes de que pudiera hacer cualquier otro movimiento, el cachorro se levantó una ultima vez, sólo para alcanzar mi rostro y darle un par de lamidas amistosas. Solté un breve risa, ahogada en mi labios cerrados, pero ese pequeño gesto me ayudó a volver a centrarme, me ayudó a no derramar ninguna lagrima absurda. Le dediqué una ultima sonrisa, que era un poco opacada por mi mirada triste. Acaricié debajo de la barbilla de Poochy una ultima vez, antes de ponerme nuevamente de pie.

— Más vale que te encontremos aquí cuando volvamos con tu familia ¿De acuerdo? — Le dediqué una vez más al cachorro, para posteriormente escuchar las palabras de Mimi, quien parecía haberse dado cuenta de mi mortificación, sus palabras parecían un poco ásperas, pero sabía que iban con las mejores intenciones, incluso, me atrevería a decir, estaba tratando de animarme.

—Una promesa debe cumplirse sin importar qué. Y nosotros hemos dado nuestra palabra. Encontraremos a su familia. Eso es todo lo que importa ahora.— Remarcó la rubia, mientras desviaba un poco la mirada, su tono sonaba tan serio cómo siempre, pero sabía que llevaba verdad en sus palabras.

— Tienes razón — contesté, con un tono más tranquilo — , Él cumplirá con su palabra, y nosotros con la nuestra. —Me acerqué nuevamente al grupo, no sin antes darle un ultimo vistazo a Poochy, dedicándole un pulgar arriba, reafirmándole que todo estaría bien, o al menos, eso esperábamos.

Y sin más que hacer ahí, nos pusimos rumbo a la Caverna. ¿Qué nos depararía aquel lugar? Sólo había una forma de averiguarlo.

El camino hasta la Caverna fue un poco pesado, silencioso, tenso, no sabíamos que era lo que había ocurrido, sabíamos cómo las personas habían acabado en aquella cueva, lo único que sabíamos era que necesitaban ayuda. La vegetación del bosque fue cambiando y desapareciendo poco a poco, a cada pasó que daban nuestras botas sobre la nieve, para ser remplazado el ambiente sereno del bosque por el de unos inclementes montes cubiertos de nieve, y por su puesto, la entrada a la cueva. Era bastante más grande de lo que esperaba.

Todos nos plantamos a la entrada listo para ir a enfrentar lo inesperado. Liza fue la primera en romper el silencio que había perdurado desde que habíamos abandonado el campamento, mencionando cómo nuestros Pokémon serían nuestra mejor ayuda en toda esta peripecia; también nos pidió nuestros números, para podernos comunicar en la cueva de ser necesario, yo accedí sin mayores miramientos, más valía prevenir que curar.

Y hablando de curar...

— Por favor, ve con mucho cuidado, Liz.— Le dirigí en un tono preocupado, pues aun podía ver las marcas de dientes en su ante brazo, aun así, no pude decirle mucho más, pues tras sacar a su Luxray, la castaña nos deseó suerte y se internó primera en la caverna.

Ahora sólo quedábamos Mimi, Cay y yo. Pero aquel momento duró poco, cunado la rubia expresó unas palabras que nos sorprendieron tanto al Pelo de Fuego cómo a mí. "Estábamos juntos en esto" Lo estábamos, realmente lo estábamos; parecía ser que por fin, aunque fuese sólo un poco y bajo circunstancias lamentables, Mimi comenzaba a vernos cómo parte del grupo, cómo parte de algo más. Abrí mis ojos, un poco perplejo por aquellas palabras, pero mi semblante cambió rápidamente a uno mucho más animado y cálido.

— Estamos todos juntos, te mucho cuidado, Mimi. — Le dediqué una sonrisa amplia, antes de que la chica se diera media vuelta y también entrara al lugar. La suerte sin duda no nos iba a caer mal.

— Eh, Fueguin, si muero aquí adentro, quiero tener un funeral costoso ¿Sí? — Mi broma no pareció amenizar el asunto, pues el pelirrojo contestó con un tono aun preocupado. — Oye, oye, descuida, estaremos bien, pero si tú necesitas ayuda atravesaré esta cueva con una taladro si es preciso, pero, ustedes dos tengan cuidado también ¿De acuerdo?

Con un ultimo golpe en el hombro de Cay y una caricia amistosa en Cinis, también entré a aquella caverna. No podía negar que el misterio y la intriga me emocionaban un poco, pero tristemente el sentimiento era opacado por el constante recuerdo de que había alguien en peligro. Los debíamos encontrar cuanto antes.

Posibilidades de morir: Altas.
Entusiasmo: Moderado.
Camino: >>Izquierda.

Contenido oculto

Este post es una mala idea que llegó demasiado lejos MATENME (????

 

Mimi Honda

Giré la cabeza ligeramente sobre mi hombro, alerta. Pero en seguida relajé los hombros al ver de quién se trataba. Graham había tomado el mismo camino que yo. Volví la mirada al frente sin decir nada.

¿Eso significaba que Cayden había ido solo? Esa caverna podía ser un lugar muy peligroso para un novato, Arceus. Apreté ligeramente los puños. Por suerte White estaba por ahí, seguro podía echarle una mano si lo veía en apuros.

Todo lo que alcanzaba a escuchar eran las gotas de agua que goteaban desde las estalactitas del techo de forma lacónica. El lugar era tan amplio y estaba tan vacío que el sonido reverbaba con facilidad y se extendía como una onda. La temperatura debía haber descendido unos dos o tres grados en relación al exterior.

Estar ahí en la noche debía ser un infierno.

Me froté los brazos por encima del anorak tras echarme la capucha sobre la cabeza buscando resguardarme del frío como podía. La pelusa blanca me cosquilleó las mejillas heladas.

—Aleck—llamé con firmeza. Mi respiración caliente formaba volutas de vaho con cada exhalación— ¿tienes algún Pokémon de fuego que puedas sacar ahora?

El fuego revelaría nuestra posición ante posibles enemigos pero iba a morir si no. Yo tenía a Iwao y a Mudake. Pero Mudake...

Un nuevo escalofrío gélido me recorrió la espalda.

Definitivamente no.

[2/3]

 

Aleck Graham

El aire en la cueva era mucho más pesado, denso. El frío se lograba intensificar en el lugar, podía sentir cómo repentinas corrientes de aire lograban golpear mi pecho de manera ocasional; era un sitio peligroso en muchos sentidos, pero, también misterioso, tenía su cierto encanto. Hasta antes de comenzar este viaje (y el de Gérie) no solía salir mucho de casa, no había explorado demasiados lugares, pocas veces había acampado en mi vida.

Y aun así, no podía parar de apreciar el lugar, sabía que era una misión de rescate, pero, me sentía ciertamente hipnotizado por la belleza y el misticismo del lugar, cómo una belleza letal, sabías que no te debías meter con ella, pero no podías parar de mirar.

Continué adentrándome por el pasillo rocoso, la luz del exterior comenzaba a desvanecerse a cada centímetro que me adentraba en la caverna, tenía un encendedor para una emergencia, pero no había nada que pudiera encender cerca para iluminar mi camino, así que me tenía que conformar con la luz de mi videomisor, podría sacar a Zion, mi Carkol, pero la luz aun era suficiente en el lugar, y no quería comenzar a agotarlo con largas caminatas hasta el fondo de la cueva.

Tras unos instantes de andar, comenzaba a escuchar pasos cerca de mi posición, o al menos eso parecían ser. Apresuré un poco el paso, buscando la fuente del sonido, la iluminación disminuía más y más, pero la luz del aparato me permitía ver con seguridad la silueta de alguien frente a mí. Habíamos dicho que nos mantendríamos comunicados ante cualquier cosa ¿No?

— Chicos, chicos — Hablé a través de la función de radio en el videomisor. — , O estoy viendo a alguien frente a mí, o la hipotermia me esta haciendo alucinar. — Mencioné en un tono burlón, aun cuando no estaba seguro de quien, o qué, estaba viendo, aunque cuando pude distinguir esa melena rubia ocultarse tras el gorro de un anorak, junto con esa voz firme y característica llamarme por mi nombre, todas las dudas se despejaron. — Oh, falsa alarma, sólo es Mimi, cambio.

Terminé la comunicación por el radio y caminé un poco más rápido para alcanzar a la chica, quien parecía aun estar temblando de frío.

—¿tienes algún Pokémon de fuego que puedas sacar ahora? — Cuestionó la rubia, mientras con cada palabra podía ver como se formaban un poco de vaho con su exhalación, realmente debía estarla pasando mal con el ambiente de la caverna.

— ¿Huh? ¡Oh, sí! Tengo uno justo aquí, — Tomé de mi cinturón la pokéball de mi Carkol, sacándolo al campo, el pobre parecía algo confundido, pero rápidamente dirigió su mirada hacía mí. — Eh, Zion, lamento sacarte así de repente, pero, ¿crees que puedas ayudarnos a mantener el calor aquí? y a repeler algún que otro agresor, ya sabes. — El Pokémon asintió con decisión, comenzando a calentar el carbón que siempre cargaba en su espalda, ayudando a iluminar la caverna y a aliviar un poco el frío.

>> Oh, espera, tal vez esto te pueda ayudar. —Tomé por un segundo mi mochila, rebuscando en el fondo la manta azul que había guardado conmigo para un momento así. — Ten — Le extendí a la chica.— ,no es una maravilla, pero te ayudará a mantener el calor.

Zion comenzó avanzar, a un paso calmado enfrente de nosotros, guiando el camino.

—Bueno, al menos me da gusto no recorrer los primeros tramos de este lugar solo. — Le dediqué una de mis habituales sonrisas a la rubia.— No se te da muy bien aguantar el frío ¿Eh?

[2/3]

 

Mimi Honda

Me alivió sobremanera escuchar la respuesta afirmativa de Graham. Podía haber enfrentado a Shai y a sí mismo mi temor a los Pokémon de tipo bicho, pero aún no estaba lista para enfrentar a Mudake. Mi Centiskorch era una fuente imprescindible de calor pero era demasiado para que pudiera soportarlo. Su cuerpo enorme y segmentado y sus múltiples y grotescas patas aún me causaba escalofríos.

Aleck liberó a su Pokémon, un pequeño Carkol que enseguida empezó a calentar carbón. La llama rojiza de su espalda iluminó ligeramente las sombras y el roce con mi cuerpo se sintió como una ola de alivio cálido. Solté el aire que ni siquiera sabía haber estado conteniendo. Me eché aire en las manos y las froté antes de extenderlas y acercarlas a la lumbre de Zion. Yo tenía a Iwao, mi Caolossal, pero una llama más grande y por consiguiente una fuente de calor tan intensa en un lugar gélido podía ser contraproducente. A parte nos pondría una diana directa en la cara.

Estaba por avanzar cuando Graham me extendió algo más. El corazón me dio un extraño vuelco en el pecho al ver que se trataba de una manta. Busqué su mirada, algo dubitativa, preguntándome si realmente me la estaba dando cuando probablemente la necesitase él. ¿No tenía frío? ¿Cómo podía no tenerlo? Pestañeé con cierta perplejidad pero la tomé y abrumada por la vergüenza y aquella acción tan amable y desinteresada, me la eché rápidamente sobre los hombros y aparté la mirada.

—Gracias...

Mi voz apenas se escuchó.

Y así continuamos la marcha. Rodando como un carrito minero el Carkol de Aleck pronto lideró el camino. Yo iba después, con la mirada fija en el frente y el pensamiento de encontrar pronto a quienes buscábamos y luego, iba Aleck.

Se me escapó una risa por la nariz al escucharle. Hubo cierta jocosidad en mi voz en lugar de la hosquedad de siempre.

—Vaya señor inteligente, ¿eso lo adivinaste tú solito?

[3/3]

 

Pero Aleck no tuvo tiempo de seguir avanzando, pues un pokémon le cortó el paso al instante. Gruñendo e inclinándose sobre sus patas delanteras, un Glaceon salvaje parecía retarle con la mirada. Chisporroteaba su energía sin orden ni concierto fuera de su cuerpo, como si no pudiese controlarla.

Parecía peligroso, habría que tener cuidado.



GLACEON: Hielo
Lvl: 28
Salud: 158/158
AP: 100/100
Ataque: 88
Defensa: 138
Ataque especial: 158
Defensa especial: 123
Velocidad: 93 (<71)
Habilidades activas:
-Ventisca (60 Potencia, Hielo, especial, -20 AP)
-Ataque rápido (30 Potencia, Normal, físico. Si golpea durante un ataque doble, dañará con potencia 50, pero no puede usarse dos veces seguidas. -10 AP)
-Rapidez (40 Potencia, Normal, especial. -10 AP)
-Reflejo (por 5 turnos, el equipo propio recibe la mitad de daño por ataques físicos. -40 AP)
-Viento hielo (20 Potencia, Hielo, baja la velocidad del rival en 25% por 2 turnos. -25 AP)

 

Mimi por su parte no fue asaltada por nadie en su camino. No muy lejos de donde Aleck batallaba contra el Glaceon el estrecho pasillo se abría hacia una sala de grandes dimensiones. El silencio únicamente era profanado por el goteo insistente y el crujido de sus pasos. Variasa aperturas dividían las salidas, hacia varias direcciones.

Liza respondió no mucho después al llamado de Aleck. Le alivió saber que estaban juntos en su trayecto.

—Escucho a Cayden no muy lejos de mi posición. De momento no he encontrado ninguna sala, tampoco enemigos. Cambio.

Era momento de seguir, ¿cierto?

>>Derecha (2/2 post)
>>Izquierda (3/3 post)
>>Zona sur (2/2 post)

Contenido oculto

 

Lo mismo iba para Cay. Parece que no podría avanzar demasiado por el momento.


GLACEON: Hielo
Lvl: 28
Salud: 158/158
AP: 100/100
Ataque: 88
Defensa: 110
Ataque especial: 158
Defensa especial: 100
Velocidad: 93 (<71)
Habilidades activas:
-Ventisca (60 Potencia, Hielo, especial, -20 AP)
-Ataque rápido (30 Potencia, Normal, físico. Si golpea durante un ataque doble, dañará con potencia 50, pero no puede usarse dos veces seguidas. -10 AP)
-Rapidez (40 Potencia, Normal, especial. -10 AP)
-Reflejo (por 5 turnos, el equipo propio recibe la mitad de daño por ataques físicos. -40 AP)
-Viento hielo (20 Potencia, Hielo, baja la velocidad del rival en 25% por 2 turnos. -25 AP)

 

Mimi Honda

Mi cuerpo se tensó instintivamente en determinado momento. Tal vez fuera la experiencia, tal vez el presentimiento de que siempre estábamos siendo observados, pero supe enseguida que habíamos sido descubiertos. Chasqueé la lengua al ver aparecer un Glaceon y maldije por lo bajo nuestra suerte. Lo había atraído el calor de Carkol ¿verdad? Ponía en peligro su hábitat gélido.

Chispeando extraños rayos azules, el tipo hielo encaró a Aleck con fiereza. Busqué los ojos del entrenador. La duda vibró en ellos—después de todo había sido amable y considerado conmigo— pero fue tan solo una décima de segundo. Cuando entramos en este lugar supimos que debíamos asumir ciertos riesgos. La luna azul había afectado a los tipo hielo y estaban completamente fuera de sí. Pero éramos holders.

Debía confiar en su potencial. Eran novatos, pero eran holders. Estábamos juntos en eso. Teníamos la misma misión.

Eso debía ser suficiente.

Confiando en que Graham podría con el Glaceon, aunque algo reticente a dejarlo solo y a su suerte, solo avancé hasta el final del recorrido. Había decidido levantar mis murallas, pero hacerlo implicaba que el Liepard guardián que tenía dentro se afilara las garras.

El tramo desembocaba en una amplia sala llena de cavernas más pequeñas. El camino hasta entonces recto se bifurcaba en diferentes tramos y no había mapa ni guía posible que pudiera darnos indicaciones sobre cuál era el correcto. Una ola de frustración me azotó con fuerza y tensé la mandíbula. ¿En serio? ¡No teníamos tiempo para eso!

Mierda.

Además, como Aleck había quedado atrás Zion permaneció con él y perdí parte del calor con ello. Apreté la manta contra mis hombros, aquella tela suave y cálida, tratando de mantener mi temperatura como fuese y avancé sin titubeos. No teníamos tiempo para dudar; podía haber vidas en peligro.

Le habíamos dado a Poochy nuestra palabra.

—Chicos, ¿me oís?—hablé a través de la radio—. El camino de la derecha se bifurca al final. Seguiré por ahí. Aleck, si estás escuchando esto toma otro camino. Hay que abarcar el mayor territorio posible. Corto.

>>Derecha [1/2]

 

La gruta siguió ampliándose. Mimi avanzó sola por el camino de la derecha, allá donde las estalactitas parecían aumentar considerablemente en número. Los cristales reflejaban la luz y afilaban sus formas, amenazantes desde el techo. Podía escuchar a su vez pasos en la distancia.

En un determinado momento la caverna vibró. Fue como si un pesado pokémon la hiciese temblar. Los trozos de hielo se resintieron y amenazaron con herir a Mimi, pero sus pokémon la defendieron a tiempo.

-20 AP a todo el equipo.

 

El pokémon de hielo se sacudió, resintiéndose tras aquel grito. Apretó los dientes, inquieto, y se lanzó con Rapidez hacia Nyx.


GLACEON: Hielo
Lvl: 28
Salud: 151/158
AP: 90/100
Ataque: 88
Defensa: 95
Ataque especial: 118 (-25%)
Defensa especial: 90
Velocidad: 93 (<71)
Habilidades activas:
-Ventisca (60 Potencia, Hielo, especial, -20 AP)
-Ataque rápido (30 Potencia, Normal, físico. Si golpea durante un ataque doble, dañará con potencia 50, pero no puede usarse dos veces seguidas. -10 AP)
-Rapidez (40 Potencia, Normal, especial. -10 AP)
-Reflejo (por 5 turnos, el equipo propio recibe la mitad de daño por ataques físicos. -40 AP)
-Viento hielo (20 Potencia, Hielo, baja la velocidad del rival en 25% por 2 turnos. -25 AP)

 

Aleck Graham

Una vez que le había entregado la manta a Mimi, me había dispuesto a seguir caminando, sin darle mayor atención al asunto, había sido un simple gesto de amabilidad ¿No? Eso era todo, sencillamente después de comentario sobre el frío que sentía la rubia, esperaba quizás una mirada de soslayo cómo las que acostumbraba pero entonces, hubo unas palabras que lograron helarme más que el propio clima del lugar. Fue un simple, gentil y sincero "Gracias".

Era extraño, juraría que en todo lo que llevaba de conocerla, nunca la había escuchado decir esa palabra, no era que lo estuviese esperando en ningún momento, las cosas que yo había hecho las hice de buena voluntad, pero...El escucharla decir eso, me hacía sentir que quizás poco a poco por fin comenzaba a ganarme su confianza, que realmente estaba haciendo algo bien.

El rubor de mis mejillas se difuminaba un poco por el frío del lugar, era algo sutil, pero notable. Le dediqué una simple sonrisa conmovida. — No tienes nada que agradecer, Mimi.—

Seguidamente la chica contestó a aquella pregunta que le había hecho con respecto a su resistencia al frío, y respondió con evidente sarcasmo, pero no con crueldad y cinismo, sino que parecía que realmente el comentario le hacía cierta gracia.

— Bueno, soy más suspicaz de lo que parezco ¿Eh? — Le mencioné a la chica, antes de ser interrumpido por una criatura que se plantó en nuestro camino, era un Glaceon, y parecía que el calor que desprendía Zion no le agradaba nada. Solté una pequeña risa nasal, algo resignado, parecía que no íbamos a tener opción más que combatir.

— Adelántate, no podemos hacer esperar a los demás. — Le dediqué una sonrisa confiada y llena de seguridad. — Anda ve, estaremos bien ¿De acuerdo? Oh, y conserva la manta. — Y así, la chica siguió avanzando por el lugar

Zion se puso frente a aquel Pokémon, listo para combatir, pero antes de que pudiera comandarle una orden, la radio sonó, era la misma rubia, quien parecía que había encontrado una bifurcación más adelante, indicando que tomaría el camino a la derecha.

— Recibido — Contesté por la radio. — ,ve con cuidado y... —Mis palabras se interrumpieron cuando sentí una especie de temblor recorrer aquella zona de la caverna, así cómo se podían el impacto de varias estacas de hielo impactando en la lejanía contra el suelo, esos ruidos venían justo del camino más adelante, el camino que había tomado Mimi.

— ¿Mimi? ¿Mimi, estas bien? ¡Mimi! — Pero no hubo respuesta inmediata en la radio. — Maldición, no tenemos tiempo para eso, ¡Zion, dale con Calcinación!


CARKOL: Roca/Fuego
Lvl. 24 (310)
Salud: 112/112
AP: 90/100
Ataque: 78
Defensa: 107
Ataque especial: 70
Defensa especial: 85
Velocidad: 58 (<43)
Habilidades pasivas:
-Combustible (si es golpeado por un ataque de tipo fuego o agua, sube su velocidad en un 75% por 2 turnos)
Habilidades activas:
-Trampa rocas (coloca trampa rocas en el campo rival. -20 AP)
-Pantallahumo (-10 AP rival, -5 AP)
-Giro Rápido (20 Potencia, Normal, físico, elimina cualquier tipo de basura en el campo y además aumenta la velocidad propia en un 25% por dos turnos. -30 AP)
-Calcinación (30 Potencia, fuego, especial, si el rival lleva equipado un objeto consumible, lo elimina. -10 AP)
-Antiaéreo (30 Potencia, Roca, físico, si el rival es tipo volador o levita, pierde su inmunidad al tipo tierra. -10 AP)

 

Glaceon, enfurecido por la quemadura, aprovechó su velocidad para golpear dos veces con su ataque normal especial.


GLACEON: Hielo
Lvl: 28
Salud: 143/158
AP: 100/100
Ataque: 88
Defensa: 95
Ataque especial: 158
Defensa especial: 90
Velocidad: 93 (<71)
Habilidades activas:
-Ventisca (60 Potencia, Hielo, especial, -20 AP)
-Ataque rápido (30 Potencia, Normal, físico. Si golpea durante un ataque doble, dañará con potencia 50, pero no puede usarse dos veces seguidas. -10 AP)
-Rapidez (40 Potencia, Normal, especial. -10 AP)
-Reflejo (por 5 turnos, el equipo propio recibe la mitad de daño por ataques físicos. -40 AP)
-Viento hielo (20 Potencia, Hielo, baja la velocidad del rival en 25% por 2 turnos. -25 AP)

 

Mimi Honda

Ese presentimiento de mierda no pensaba abandonarme ¿verdad? Solo se intensificó cuando avancé por el tramo derecho y fijé mi mirada en el techo. Había más estalactitas, brillantes, afiladas como cuchillos de caza. Si se producía un derrumbe esas cosas podrían atravesar mi carne con una facilidad pasmosa.

Ew.

Eso no iba a pasar ¿no?

Arceus, como odiaba no tener la razón.

Escuché un estruendo venido de la nada. Todo mi cuerpo se tensó porque no era precisamente estúpida y el suelo así como las paredes empezó a vibrar, a temblar con tal violencia que me arrojó al suelo.

Mierda. Mierda. Mierda.

Mi mente actuó bastante rápido y al alzar la vista nuevamente las vi. Las estalactitas temblaban y se resentían por el temblor. El corazón se me detuvo una milésima de segundo en el pecho, abrí los ojos en su máximo por el horror con una exclamació ahogada y los filosos cuchillos de hielo de precipataron contra mí.

—¡Ah!

En una reacción instintiva me cubrí como pude acostumbrada a esa clase de situaciones pero sabiendo que esa podía ser mi última misión como holder. Ni siquiera... me había disculpado con Liza. No le había dicho lo mucho que sentía ser un desastre de persona porque era una estúpida y jodida cobarde. También había querido volver a ver a Alpha. Aunque fuera una única vez...

Hubo un destello que logró cegarme y luego... nada. No sentí el dolor del frío hielo ni escuché el crujido al cortar mi carne. No hubo... nada.

Cuando el silencio se extendió por demasiado tiempo y mi instinto de supervivencia comprendió que estaba ilesa abrí los ojos con lentitud y la mirada de Goro, mi Rillboom, estaba fija en mí. La preocupación brillaba en sus ojos oscuros.

—... ¿Goro?—murmuré con la voz en un hilo, cortado aún por la impresión.

Parpadeé perpleja.

Dirigí una mirada a mi alrededor. No sólo estaba Rillabom. Estaban todos. Genkei, Hatsu, Himeko, Katsuo e Iwao. El equipo que había decidido llevar conmigo en esa expedición. Todos estaban a salvo, sin rasguños, pero veían exhaustos. Y al ver los trozos gélidos hechos añicos en el suelo comprendí el por qué.

Me habían protegido.

Habían actuado con rapidez, dejando sus esféricos y empleando sus ataques para detener la avalancha de estalactitas. La sensación cálida que ese gesto me generó en el pecho me formó un prieto nudo en la garganta, casi asfixiante, y cerré los dedos en puños sobre el suelo. El flequillo me cubrió los ojos.

No iba a llorar como una niña. Pero de verdad quería hacerlo.

"¿Qué sería de mí sin vosotros?"

Sentí el peso de una mano en mi hombro. No tuve ni que mirarle para saber que se trataba de Katsuo, mi Machamp.

—Estoy bien. Estoy bien—repetí con algo más de firmeza, como si buscara convencerme a mí misma. Flexioné la rodilla en el suelo y con un impulso me incorporé. Los miré a todos—. Gracias chicos. Me habéis salvado de nuevo.

¿Cuántas veces iban ya? En la Ragnarok Hatsu había sido atravesada por estacas solo por protegerme. Su habilidad de regeneración había sido muy útil entonces... pero podría haber sucedido lo peor. No les importaba dar su vida por su entrenadora. No les importaba dejarse la piel si eso implicaba salvarme. Lo menos que podía hacer en respuesta era ser la entrenadora valerosa y confiable que tanto querían proteger.

Y para ello debía cumplir mi palabra.

Salvaría a la familia de Poochyena. Aunque también me dejase la piel haciéndolo.

 

Herido por el potente ataque, siguió intentando golpear con todas sus fuerzas, lanzándose con otro Rapidez. Parecía tan enfurecido que no tendía a razones, ni aún en completa desventaja.


GLACEON: Hielo
Lvl: 28
Salud: 75/158
AP: 80/100
Ataque: 88
Defensa: 95
Ataque especial: 118 (-25%)
Defensa especial: 90
Velocidad: 93 (<71)
Habilidades activas:
-Ventisca (60 Potencia, Hielo, especial, -20 AP)
-Ataque rápido (30 Potencia, Normal, físico. Si golpea durante un ataque doble, dañará con potencia 50, pero no puede usarse dos veces seguidas. -10 AP)
-Rapidez (40 Potencia, Normal, especial. -10 AP)
-Reflejo (por 5 turnos, el equipo propio recibe la mitad de daño por ataques físicos. -40 AP)
-Viento hielo (20 Potencia, Hielo, baja la velocidad del rival en 25% por 2 turnos. -25 AP)