Todavía no procesaba todo lo que Vero me había contado, pero bueno era algo que me entraría en la cabeza con el tiempo, como todo, al menos esto era un poco más... simpático o eso quería pensar yo. Dudaba que ella fuese tan ingenua como yo para hacerse ideas extrañas, pero eso también era algo que solo el tiempo diría. Como fuese, esa mañana no tenía ningún plan respecto a nada, sólo recordaba el almuerzo con Hubert y ya. En la entrada había visto al amigo de Altan, parecía estar presentando a su amiga con la chica que no traía uniforme de la academia y de por sí parecía algo mayor. Al entrar al edificio fui directo a la zona de tercero, vi a Anna, Ishikawa y Altan mientras él escarbaba en la mochila, supuse que buscando algo para ella y aunque lo observé unos segundos, más allá noté a Adara y... Pues tenía cosas pendientes todavía, además de que mi casillero estaba por allá. Le di los buenos días a los tres junto a una sonrisa aunque Al seguía buscando en la mochila y caminé hacia la morena. Apenas estuve más cerca de ella noté que estaba absorta en sus pensamientos, así que dudé de lo que sea que iba a hacer, que no tenía idea de lo que era para empezar. Altan era distante, me había tenido que plantar a decirle que sus medidas esta vez me habían hecho daño, pero era mi amigo desde hace años y me parecía coherente el esfuerzo. Con Adara me costaba más. Era una buena chica, eso no lo dudaba, y necesitaba de apoyo, pero también había llegado a cuestionarme si tener que hacer tanto esfuerzo consciente no era un poco problemático. Me había dejado abrazarla en casa y demás, pero el resto era complicado y enrevesado, pero no me sabía bien sólo dejarla. Quizás era necio y contradictorio de mi parte. —Ada —la llamé y le toqué el hombro—, ¿te sientes bien, cariño? Estaba esperando su respuesta cuando Cay pasó antes de perderse en dirección al pasillo, me dedicó una sonrisa pequeña y estuve por detenerlo cuando me acordé que Vero había pedido ser ella quien le hablara. Quizás fuese a reunirse con ella o quién sabe. Por supuesto que la respuesta al vistazo que le eché a Kohaku fue una de esas sonrisas que hacían que pareciera libre de todo pecado, notarlo me quiso hacer reír, pero volví la atención a Anna a la que de por sí se le notó la emoción por el regalo. Igual pronto entró en modo Ishi, se veía que sólo pescaba las manías, y me quedé muy quietecito esperando que me contara lo que había pasado, aunque no anticipé lo demás. Emily apareció y la saludé con una inclinación ligera, pero para sorpresa de toda la comitiva le dejó un almuerzo a Sugawara. Fue casi un reflejo, pero miré a Kohaku y luego a Anna, que ya habían intercambiado una mirada entre ellos de por sí, y también tuve que tragarme la risa que casi se me sale y que creí jurar había estado por escapársele también a Kohaku. Era un poco cruel, pero lo tieso que se había quedado Sugawara era gracioso. Por supuesto que Anna reclamó apenas Emily desapareció y quizás algo de razón tenía, incluso si sonaba a capricho, aunque también Ishi tenía razón en que tal vez le habría dado vergüenza detenerse demasiado aquí. Puede que el obstáculo fuese yo, pero prefería ahorrarnos a los cuatro la incomodidad de mencionarlo. Igual Sugawara huyó y Kohaku regresó la atención a nosotros, recordando lo del regalo. Se me escapó una risa por la nariz y asentí, era toda la esperanza que nos quedaba para mejorarle el humor a la pobre criatura, ¿a qué sí? —Un desastre, como siempre. ¿Has visto todo lo que puede pasar en cinco minutos? —dije a lo de la mañana movida y me quité la mochila de la espalda para buscar el set de bolígrafos—. Si me olvido del regalo seguro también termino siendo cuestionado como Emily y no sé si mi corazón soporte eso. La tontería la dije porque sí, no pretendía molestarla de verdad. En todo caso, mientras esculcaba la mochila Jez pasó en dirección a su casillero no sin antes darnos los buenos días a los tres y luego de una sonrisa continuó su camino hacia la que me pareció era Makris. Igual no le llevé tanto el apunte, encontré lo que buscaba y después de revisar que el dichoso regalo no tuviese el precio por ningún lado lo extendí hacia ella. No me di cuenta en verdad, pero suavicé la sonrisa. —No es la gran cosa, just a little something. —That's cute —oí que soltaba Cayden en voz baja casi encima de mí, se había materializado del aire y al mirarme se sonrió entre divertido y satisfecho. Otro al que nada más se le pegaba lo malo, ¿esto qué era? Le iba a cobrar al par de cabrones por comerse la película con semejante descaro. De todas formas no se detuvo demasiado en nosotros, traía el móvil en una mano y pareció echarle un vistazo antes de suspirar, fue allí que le dio un toquecito cariñoso a Anna en la espalda con la mano libre y luego alcanzó a Kohaku para darle una palmadita en la cabeza como si fuese un niño, se le habían suavizado todas las facciones al hacerlo aunque se notaba que fue un poco para molestarlo. —Disfruta tu regalo —dijo para Anna junto a una risa que no cargó una pizca de malicia cuando ya había echado a caminar, después le habló a Ishi —. Bienvenido de regreso, Ko-chan, see you. Contenido oculto man y el desorden que seguía porque los que tenían que pasar no los iban a ignorar JAJAJ el regalito para la niña
¡Qué descaro, en serio! ¿Desde cuándo Emi y Sugawara se llevaban tan bien? ¿Por qué le traía almuercito casero sólo a él? ¿Los demás estábamos de adorno o cómo? Pues parecía, con la forma en que había huido. Mini Ishi decía que le daba vergüenza, pero ¿por qué se tomaría la molestia de cocinarle y darle el bento frente a todos nosotros si luego entraría en pánico? ¿Acaso... ni nos había visto? ¡Pues peor me lo ponía! Yo la reconocería en medio de una multitud ¡y con los ojos cerrados! No, de verdad, ¿por qué le cocinaba a Sugawara? No era que le gustara... ¿cierto? ¿Él y mini Ishi no tenían como algo? ¿Y a Emi no le gustaba Ko, para empezar? Aunque fuera un poquito. ¡Ah, qué lío! Podría haberla perseguido hasta la línea de segundo, hasta los confines del mundo si era necesario con tal de sonsacarle el chisme, pero la voz de mini Ishi me recordó lo que nos tenía aquí reunidos. ¡Cierto, el regalo! Me hacía ilusión, obvio, aunque siguiera con el ceño y los labios fruncidos. Alcé la mirada a Altan tras notar que movía su mochila, relajando parcialmente mi semblante sin darme cuenta, y saludé a Jez un poco a la pasada, con mi atención demasiado dividida entre la curiosidad y los resabios de molestia. Tal vez intenté contenerlo, tal vez no, pero acabé estirándome sobre mis puntillas para anticiparme a lo que Altan sacara. Identifiqué la forma de unos útiles al instante y la sonrisa me cruzó el rostro con plena ilusión. Regresé a la planta de mis pies y aguardé muy obediente a que me extendiera los bolígrafos con las palmas hacia arriba. —¿Qué dices? Si están super bonitos —le repliqué al instante, soltando una risa genuina. Tenía los ojos clavados en el regalo, poniéndome cada vez más contenta por lo pastelosos que se veían los colores; oí a Cayden, claro, sólo que me tomó un par de segundos brindarle mi atención. ¿Los habría comprado Al? ¿Tal vez los vio y le recordaron a mí? La idea me resultó cálida en el centro del pecho y para ese momento ya toda la molestia se había desvanecido. Alcé el rostro al sentir la mano de Cayden en mi espalda y giré la cabeza en ambas direcciones hasta encontrar sus ojos, por poco no acabé comiéndome el cabello. —¡Mira! —exclamé, pretendiendo retenerlo sólo un momento. Mi intención sólo había sido esa, mostrárselos. Cuando se dirigió a Kohaku, acerqué los bolígrafos a mi pecho con ambas manos y le sonreí a Altan. —Gracias, Al, están muy lindos. ¡Hoy mismo los estreno! Nakano-sensei a veces se me queja de que uso demasiados colores y no se me entiende del todo bien, pero ¿qué voy a hacer si me gustan todos? Entre tanto, Kohaku había atendido a sus deberes sociales sin despegarse de su lugar. Saludó a Jez, husmeó el regalo y recibió la mano de Cayden sobre su cabeza con el ceño fruncido; poco tardó en quitárselo de encima, aún si lo hizo con delicadeza, y pese a no abrir la boca se notó el reproche casi infantil en su expresión. Le sonreí a Cayden y asentí, y habiéndome girado hacia ellos noté que su despedida suspendía a mini Ishi en un punto intermedio, como si lo hubiese dejado con la palabra atorada en la boca. —Adiós —le respondió, renovando su sonrisa. No creía que Cayden lo hubiese notado, de hecho parecía llevar prisa. —Iré subiendo, entonces —nos avisó Ko, alzando levemente su mano—. Nos vemos, chicos. Bueno, eso nos dejaba... a solas. Recogí las manos tras la espalda, los bolígrafos entre ellas, y comencé a balancear el torso de lado a lado. —¿Todo bien, Al? Literalmente acababa de hacerle la misma pregunta pero, para sorpresa de nadie, la lengua me funcionó antes que el cerebro.
Pobre Emily, la que iba a comerse cuando Anna la pescara iba a ser de película, pero también podría haberse esperado al receso si no quería delatarse en frente de tres almas más. Y eso que yo no me sabía el resto de direcciones del chisme, porque habría sido todavía más difícil de entender y por una vez en la vida habría quedado como Anna tratando de darle forma al asunto. Para el caso, si retuvimos a Anna aquí fue por el famoso regalo, pero incluso al recordárselo se quedó con tremenda cara de enfurruñada y tuve que luchar con mucha fuerza para no reírme de verdad. De todas formas la emoción acabó venciéndola, como uno podría estimar, y se puso de puntillas para husmear y la sonrisa que le alcanzó el rostro fue muy bonita, lo suficiente para distraerme de otras cosas. Esperó a que se los diera, pero yo ya había dejado de ponerle atención a los bolígrafos y me había quedado mirándola a ella. —Me alegra que te gusten —convine con suavidad. Reaccionó a Dunn hasta que él la tocó, al buscar sus ojos poco le faltó para comerse su propio cabello y él se rio por lo bajo ante la emoción ajena, creí alcanzar a notar que asentía con la cabeza como si le dijera con ese gesto que estaban muy bonitos. Hubo algo en sus ojos, una pizca de ternura revuelta con algo más, que se diluyó con rapidez. Fue un chispazo de lucidez, pero me acordé que había llegado a sentir un remedo de celos por este grandísimo imbécil y ahora no tenía sentido alguno. Cada quien estaba cegado en sus cosas y él sólo parecía tratarla con cariño a pesar de eso. Yo había sido siempre un idiota, luego se me salió demasiado de control. —Nakano-sensei no puede detener la mente de un artista, ¿o sí? Que no te silencien, An —bromeé con la mayoría de la atención en ella—. Y si tiene quejas que las ponga en un buzón. Le escribes "buzón de quejas" a una caja usando todos los colores posibles. Pobre profesor, seguro se sentaba a revisar aquel vómito de unicornio y quería morirse, pero pues ni modo. Si unos lapiceros de colores alegraban tanto a Anna, por mí que Nakano se aguantara el resto del año. Igual estaba seguro de que iban a gustarle por aquella conversación de las torres de bolígrafos que había desembocado en los sets estos de ciento y pico. Por ahora no iba a aparecer con un armatoste de esos. En el segundo plano vi a Ishi quitarse la mano de Cayden de encima, el reproche en su rostro seguro que sólo no fue más que combustible para el otro aunque su aparición y despedida fue fugaz. No dio tiempo en verdad a nada y di por sentado que no pudo ver que Kohaku se quedó con algo atascado, porque habría girado en redondo para volver con él de ser el caso, el soft spot se le notaba de aquí al espacio. De todas maneras por la forma en que se despidió me pareció que lo vería luego. —Hasta luego, Ishi —despedí al chico también con un movimiento de mano y antes de que se nos fuese muy lejos dije algo más—. No creas que el cine te sale gratis, eh. Bueno, habíamos pasado de ser una legión a quedar solo nosotros y cuando regresé a Anna tenía las manos tras la espalda, balanceándose de lado a lado. Me preguntó lo mismo que cuando aparecí y antes que molestarme me hizo algo de gracia. A pesar de que todos los eventos en seguidilla me habían despabilado, todavía no estaba a toda potencia ni nada, así que no lo pensé antes de volver a estirar la mano hacia ella, esta vez para pellizcarle la mejilla. —Todo bien, al menos ya viene el finde, que con el calor de los últimos días esto de venir a clases es peor que de costumbre. Aunque no sé si prefiero eso ahora —giré la cabeza un momento, intención de echar un vistazo al exterior—. Nos va a diluviar, ¿tienes sombrilla por si se cae el cielo a la salida? ¿Qué tan precavida eres en verdad? Como si no supiera la posible respuesta.
La idea del buzón de quejas me arrancó una risa liviana, pues me imaginé haciéndolo y comiéndome una sanción de aquellas. Otra, quería decir. En condiciones más amenas o si tuviera una relación diferente con el profesor quizá valiera como broma, pero aquí en Japón la gente no tenía mucha gracia; en especial el perezoso de Nakano-sensei. —¿Artista? ¿Has visto mis dibujos? Un mono debe hacer mejores árboles que yo. Cuando Kohaku se iba agité la mano para despedirlo y, en broma, le grité "¡nos vemos, sensei!". El comentario de Altan me estiró la sonrisa y mini Ishi, en toda su gloriosa paciencia, se detuvo y medio giró el cuerpo. —Me lo cobras cuando quieras, entonces —respondió, y conforme se iba agregó—: Y como quieras~ Dios mío, si sería desvergonzado el mocoso. Solté una risa nasal, luego me di cuenta que nos habíamos quedado solos y me cayeron los nervios de golpe. Era bastante tonto considerando que ya habíamos hablado en la entrada y que me lo había topado en el invernadero luego del... desliz en la sala de música, pero una no elegía cómo sentirse frente a situaciones repentinas, ¿o sí? Mi plan había sido hablarle a mini Ishi de la tocada de ayer, nada más. Altan no parecía preocupado, en cualquier caso, hasta se tomó la libertad de pellizcarme la mejilla y todo. ¿Qué quería? ¿Que volviera a enfadarme? Costarme no me costaba, precisamente. Igual iba de coña, aún si arrugué el ceño y todo. Este idiota siempre me ponía blandita y encima acababa de regalarme bolígrafos de colores, estaba en completa y absoluta desventaja. —¿Sombrilla? ¿Qué es eso? —respondí, riéndome—. Lo pensé, la verdad, pero en casa ahora sólo hay una y mamá ya se la había llevado. ¿Sabías que roban más paraguas transparentes que negros? Científicamente comprobado, lo vi en un reel. Además el mío era transparente y desapareció de afuera de la tienda de conveniencia, así que no lo digo ni yo ni la ciencia, lo dicen los hechos. Si se caía el cielo pues tendría que improvisar, pero quería confiar en que el diluvio universal no ocurriría justo en mis caminatas hacia o desde la estación. Le eché un vistazo a los pies de Al para comprobar si ya había hecho el cambio y me pregunté si debería regresar a mi fila, o despedirme, o quedarme con él, o buscar la solución para la hambruna mundial. Alcé las cejas de repente. —¡Cierto! ¡El secreto misterioso! —Si era un secreto de por sí era misterioso, ¿no?—. Lo que le conté a mini Ishi es que ayer fui a la sala de música con la guitarra porque en teoría me juntaba con él pero al final faltó a la escuela, no sé si sabías. Ahí me encontré a una chica del club, Fiore, y a una amiga suya. Las pillé cantando y tocando el piano, sonaba muy lindo y entonces charlamos un poco hasta que Fiore me dijo si quería tocar con ellas. Lo dudé un poco, de hecho al principio le dije que no, pero al final me animé y estuvo muy bonito y divertido. Había soltado la información bastante rápido pues era básicamente una repetición de hace diez minutos, y ya habiendo completado eso sonreí con más suavidad, bajándole dos rayitas al ritmo. —Cuando vivía en Argentina mi familia se la pasaba tocando música en torno a fogones y yo crecí viéndolos, pero no formando parte. Crecí viendo a papá tocar la guitarra y la armónica, a mamá cantando, y este último tiempo me estuvo picando mucho el bichito de... como de vivir eso, ¿no? Y saber qué se siente. Obviamente no fue perfecto, me equivoqué algunos acordes, se me atrasó el tempo y desafiné cantando, pero fue... —Intenté encontrar la palabra justa, abstraída, y como todo resultado presioné una mano en mi pecho—. Siempre me gustó la música, obvio, pero esto es diferente. Y me puso muy contenta haberme animado a hacerlo.
—Artista contemporánea entonces —bromeé a lo de que un mono debía hacer mejores árboles. No imaginaba a Anna teniendo grandes dotes de dibujante, la verdad fuese dicha, pero eso era lo de menos, tampoco iba a pintarse un Van Gogh con unos bolígrafos. De todas formas, ambos despedimos a Kohaku y el cabrón me contestó una tontería que alcanzó para hacerme reír. —Lo pensaré —contesté porque sí, porque tenía su gracia. Que nos quedáramos solos no me molestaba o preocupaba grandemente ahora mismo, el desliz de la sala de música existía y era innegable. Aceptaba que habría querrido que pasara porque no podía seguir renegando de las cosas que sentía, pero entendía que quizás no fuese lo mejor. Íbamos bien y quería confiar en que podíamos seguir así. Ante mi tontería de pellizcarle la mejilla arrugó el ceño, pero no pasó a más y sonreí. No creía que volviera a enfurruñarse por algo como eso. —¿Pero qué tiene que ver que sea transparente o no en los estándares de robo? —cuestioné de repente, la cosa me distrajo hasta de mi pregunta inicial. Punto y aparte, con lo del regalo también se me pasó que estábamos en medio de que me contara lo que había pasado. Reseteé los sistemas y volqué la atención en ella porque a fin de cuentas me interesaba lo que tuviera que contarme. Resultó que ayer iba a juntarse con Ishi para lo de la guitarra, pero pues el niño había faltado algo que asumí por la bienvenida de Cayden, total que como no llegó, a quien se encontró fue a otra chica del club de música y una amiga de ella que estaban con el piano y cantando. Asumí por dónde podían ir los tiros, pero esperé a ver si confirmaba mi sospecha y al oír que a pesar de la duda pudo se animar a sumarse a ella la sonrisa me alcanzó el rostro sin ningún filtro, sobre todo cuando a eso le añadió lo de su familia en Argentina. No sabía bien cómo describirlo, pero cuando Anna me contaba cosas de su vida allá la sola idea de que se sintiera en la capacidad de compartirlo conmigo me hacía sentir bien. Era cálido. —Pasar de ser observador a participante tiene su encanto, ¿no? Sobre todo cuando ha sido algo tan importante de tu vida —dije unos segundos después, ni siquiera le puse atención a que había hablado en modo metralla. Lo dicho, uno aquí tenía experiencia—. Creo que lo que menos importa es que sea perfecto, es la emoción que encuentras en ello lo que cuenta al final, incluso si la emoción no tiene un nombre. Me alegra mucho que te hayas animado a sumarte a ellas, ¿qué canción eligieron? Entre todo el desorden de mi llegada me había olvidado de cambiarme los zapatos y por prestarle atención lo postergué más, así que le indiqué con un movimiento de cabeza que me acompañara antes de subir. Pensaba acompañarla a su clase de por sí en tanto a ella no le importara.
Me encogí de hombros ante la duda de Altan, pues era tan válida como compartida. Yo también me había preguntado qué rayos influía del color de los paraguas, pero ¿quién sabe? —Será de esas cosas de la psicología humana que pasan por el... ¿subconsciente? ¿Inconsciente? Por donde sea, que no nos damos cuenta cómo influyen en nuestras decisiones. ¿Has visto la forma en que diseñan los casinos para inducirte a seguir jugando? Es diabólico. Al recordar y vomitarle la anécdota encima, Altan me escuchó con toda la paciencia del mundo como siempre hacía y supe, incluso di por hecho que su sonrisa era genuina. Hablando de cosas que no pasaban por la consciencia, esa tal vez fuera una de ellas. Preguntó por la canción en cuestión y atendí a su señalamiento silencioso, siguiéndolo hasta su casillero. Una vez me detuve, traje la mochila sobre uno de mis costados y empecé a abrirla. —Se llama Shiver, de Lucy Rose. —Saqué los cascos del bolsillo delantero, estiré el cable, lo conecté a mi móvil y me colé en su espacio para acomodárselos sobre las orejas sin pedir más permiso que una sonrisa—. Es muy tranquila. Chequeé el volumen y empecé a reproducírsela, manteniendo el móvil en mi mano. Ocupaba comprarme unos auriculares bluetooth, la verdad, tal vez pudiera con mi próximo pago del gimnasio. Contenido oculto esta es la cancioncita
Aún no lo creía, no para nada no creía que lo que mi papá me contó fuera posible. Es que no lo creía. La familia de Enzo no pudo ser la culpable de que mi mamá ni mis abuelos estén aquí, pero Dios ni muchos menos los culpables de que los padres de Fiorella tampoco estén en este mundo, me dolió mucho en pensarlo es que qué clase de gente era la que mandaba a eliminar a los familiares de los demás por qué simplemente no querían que su hijo tuviera… ¿Tuviera qué? ¿Debilidad? ¿Qué otra cosa podría ser eso? Es que no era justo, no lo era. Dios, si era verdad, cómo iba a verle la cara a Enzo cada vez que lo viera cruzar por esa puerta. Suspire y respiré unas cuantas veces, creía que tal vez sentía que el aire me faltaba y eso ya sería suficiente. Yo no sufría de ataques de pánico, eso no era lo mío, no lo era, nunca lo había sido ni mucho menos lo sería ahora. Es hora de tranquilizarse, Ada. Respira.Respira.No te olvides de respirar. No lo hagas. Para ser sincera estaba demasiado perdida en mis pensamientos que apenas y note lo que sucedía en mi alrededor no había notado que personas conocidas estaban rodeando por aquí desde Anna, Altan el amigo de Fiorella, Cayden hasta la propia Jez, pues escuche que alguien se acercaba demasiado tarde, pues ya tenía su voz cerca junto con un toque en el hombro. Alcé mis ojos y me encontré con Jez, parpadeé un poco y me ubiqué uno de los audífonos fuera entre la oreja para poder escuchar bien lo que me dijo. Escuché su saludo, el cual me costó un poco procesarlo, después solo volví mi vista a mi casillero y terminé de ubicar todo. No esperé ahora para ser sincera, pero me alegraba que la otra parte más bonita que tenía en este mundo estuviera aquí. Llamémonos, egoísta, pero sentía que así la hubiera lastimado, solo quería que siempre se mantuviera cerca y eso claramente no era justo para Jez. No lo era. —Jez —apenas cerré el casillero, me ubiqué a su frente—. Buenos días —ladeé un poco la cabeza en tarareé una canción en susurro para después poder responderle—. Estoy bien... —Eso era lo que quería negarme—. Claro que sí estoy bien. Lo demás solo lo susurré para mí. Fue apenas audible. Apenas porque lo que estaba pasando por mi mente eran pensamientos que quería negarme. —Solo estoy procesando algo que para mí era mejor, nunca saberlo. Aunque todo esté raro —la miré, fijé, suavice mi mirada porque Jez era Jez, y no tenía que ser esquiva con ella—. Muchas gracias por preguntar. >>Creo que nadie se preocupa por una persona que tal vez sin querer te hizo sentir mal ¿no? Contenido oculto Holiss Zireael perdon la demora ahhh, estaba que posteaba y no podía, pero ya esta <33.
—Bueno, pero los casinos es para tener a todos en el pozo del gambling —argumenté todavía algo confundido con el asunto del paraguas—. No vas a decirme que hacen paraguas transparentes para que se los roben. Capaz sólo quieren ver las gotas de agua y estamos aquí haciendo todo un cuestionamiento del asunto. A veces me sorprendía la manera en que las personas y sus tendencias comenzaban a formar parte de la vida de uno, si retrocedía un año no me cabría en la cabeza pensar en que estaría aquí conversando con la chica del torpedo en el culo como si nada, pero ahora el escenario contrario era el que no podía pensar y no quería que fuese una realidad una vez más. Quería poder seguir escuchando a Anna, que me contara sus cosas y me dejara estar con ella, quería estar allí incluso si seguía siendo callado y melancólico en comparación. Ella me siguió al casillero, así que al hacerle la pregunta usé el tiempo de espera para cambiarme los zapatos. Además había empezado a buscar en la mochila, así que cuando terminé recién noté los cascos y entendí que iba a enseñarme la canción por lo que me agaché un poco apenas percibí la intención. Había algo de automatizado en ello, como si tuviera interiorizado que siempre debía hacerlo. Atendí a la música, como ella anunció era tranquila y la voz de la chica me parecía bonita, con un poco de delay fui atendiendo a la letra. Me había quedado mirando un punto cualquiera de los casilleros por un momento, pero regresé los ojos a Anna y una intención me picó en el cuerpo o más bien un pensamiento, porque nunca debí dudar de la manera en que Anna me había mirado. Y quería pensar que todavía me miraba así. —Es muy bonita—dije respecto a la canción haciendo uno de los cascos hacia atrás y en vez de, no sé, cometer un sincericidio al final solté una tontería—. ¿Y a mí? ¿No me cantarías unas canción? Lo solté como si nada, ni idea de dónde me saqué esa cara tan dura, pero al final solté una risilla y fue todo lo que me permití. Me había dejado los cascos de un lado y no hice amague de devolvérselos. —¿Harías algo así de nuevo? Ya que te gustó, digo. Ah, ¿y subimos juntos ya que estamos? No había que tener demasiadas luces para notar que Adara estaba zambullida en sus pensamientos, sin contar que cuando le hablé noté que le costó conectar y la cosa me resultó entre triste y desesperante. Llevábamos días sin hablar, pero la última vez también fue un caos y a esta chica costaba alcanzarla tanto como al resto de tontos que parecían empeñados en volverse locos antes de conversar de sus cosas. Como fuese, llamó a mi nombre, me dio los buenos días y dijo que estaba bien, ¿le creía? La verdad era que no, pero tampoco podía agarrarla, sentarla en una silla y decirle que me soltara todo, a fin de cuentas seguía siendo una amiga que había hecho recién. Estaba pensando en eso cuando dijo lo demás y la confusión me atravesó el rostro antes de que pudiera darme cuenta y suspiré después, cuando me dio las gracias. —Ya sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites, no tienes que llevar todo sola —atajé casi en voz baja. El siguiente comentario incluso a mí se me antojó más autocompasivo en el mal sentido de lo que debería, esta chica seguía atascada en lo que había pasado y aunque era cierto que me había hecho sentir mal, no creía que la manera de abordarlo fuese diciendo que no me preocupaba por ella por ese motivo. Parpadeé con algo de cansancio, solté el aire por la nariz y la miré. —¿De verdad es esta la conversación que quieres tener a las ocho de la mañana, Ada? —cuestioné sin que sonara a reclamo y busqué paciencia de donde creí que se me empezaba a agotar lentamente—. No asumas cosas de las personas. Además, ¿te parece que es justo para ti sacar el tema en momentos en los que, a pesar de lo que digas, no te sientes bien?
Creo que eso de hacer que la gente me entendiera era muy difícil, demasiado difícil, lo vi desde que note por puro reflejo y por qué soy bien observadora las expresiones de Jez me fueron algo notarias hasta podría decir que estaba perdiendo la paciencia o así lo me pareció, escuche todo lo que dijo hasta la última palabra. Y para ser sincera, me dolió porque la situación había empeorado más de lo que quise admitir. Decir lo que sentía no era lo mío, y ella tenía razón. No era ahora de hablar de eso, no hasta que ella estuviera lista y viniera por su propia cuenta a buscarme, mientras tanto haría lo mejor que podía hacer. Ignorar Y hacer como si nada hubiese pasado. Siempre había escuchado que una acción genera una reacción y tal vez esta era la reacción, o más bien la consecuencia, pero ya era tarde demasiado para retractarme de haber mandado a Fiorella de mensajera si lo hubiera dicho yo misma no estuviera pasando esto por qué para no mentirme a mí misma sentía qué si no resolvía las cosas rápido una bomba iba a explotar dentro de mí y eso no sería para nada bonito. —Tienes razón, no lo es, no es el momento ni la hora y tampoco será el día —miré a mi alrededor mientras lo hacía. Llevé mi mano a mi cabello recogido, lo solté simplemente porque me sentía más segura llevándolo, así como siempre lo hacía, no era el momento de llevar el cabello recogido—. Perdón por ser tan difícil de llevar, y también por hacer que la paciencia que tienes conmigo desde que me conociste se quiera ir, solo recibí algo que hace que todo lo que lleve encima quiera salir. Busqué su mirada. —No sé si te lo dije, no me acuerdo, —negué lentamente, necesitaba quitarme ciertas cosas de encima—. Pero cuando era pequeña perdí a mi mamá y a mis abuelos en un accidente automovilistico. A los doce años, empezó la migraña; no hace tanto, perdí el collar de mi abuela. Por eso, viajé a Grecia, quería hablar con mi abuela y decirle que había sido demasiado irresponsable como para cuidar de su collar y prácticamente hice algo que tal vez te hizo sentir mal. Respire. —Y hoy, justamente hoy, después de algunos años, —en mis labios apenas apareció una sonrisa —. Me enteré de que tal vez el accidente, fue provocado. Entonces lo había dicho, me sentía mejor, podía ser, pero aún seguía sintiendo ese peso en mis hombros. >>Mi vida es un completo caos, si, pero no necesitas llevar por encima nada que quite tu tranquilidad, así que no, no es el momento de hablar y tener esa conversación y tampoco es justo todo sucederá cuando tenga que suceder solo espero que no cambies conmigo, simplemente voy a dejarlo pasar hasta que estés lista y sea el momento indicado—respondí a lo que me había preguntado de último, entonces solo por que si note los movimientos y todo, vi la hora en mi móvil pues ya era hora de ir subiendo.
Puede que el orden de palabras o la elección no hubiese sido la mejor, ahora mismo no estaba segura si el problema de comunicación era mío, suyo o de las dos. Creí darme cuenta de que mis palabras habían acabado hechas una maraña y su intención real pareció quedarse perdida. Era cierto que quizás esperaba a sentirme lista para conversar el asunto, pero ahora mismo más que eso me angustiaba la manera en que Adara siempre lo traía sobre la mesa cuando otra cosa parecía rebasarla. Así parecía que era solo una fuga de gas y como tal dudaba que la conversación llevara nada más que a que se culpara a sí misma todo el rato, lo que tampoco era la idea. ¿Le estaba pidiendo que se hiciera la tonta? No. Le pedía que pensara en su propio estado. Ni siquiera intentaba desquitarme por la situación, habría sido inmaduro e ilógico, sólo necesitaba que se detuviera para lidiar con todo lo que tenía encima antes de pretender seguir abarcando. Era justo ese el motivo por el que esto se estaba convirtiendo en una suerte de bomba de tiempo, era una tras otra y en ninguna parecía detenerse, fuese a lidiar con el asunto o lo que ella sentía sobre la situación, si es que era algo sin solución. Tuve que usar neuronas extra para no dejar que mi expresión mutara demasiado y procuré mantenerme estoica porque no tenía ganas de sumar un malentendido a otro. Ni siquiera entendía cómo habíamos pasado de la tarde en casa a lo de los baños y a esto, era un desastre. Puede que en verdad fuese así para todos, ahora que lo pensaba. Y era angustiante. Porque esta chica seguía asumiendo todo lo que, según ella, yo sentía. No dije nada, esperé e incluso así no anticipé el impacto real de la bomba. Escuché accidente y algo de desajustó, el recuerdo peligrosamente nítido del llanto de Nani me alcanzó, me desencajó la mirada y me quedé petrificada lo que a mí me pareció una eternidad, aunque no debieron ser más que unos segundos. Oí el resto, el inicio de sus migrañas, el collar perdido que había sido otro caos, el viaje a Grecia para hablar con su abuela y lo del collar perdido. No le llevé el apunte a lo que dijo de mí, la verdad. El accidente pudo ser provocado. —¿Qué? —pregunté con un hilo de voz al escuchar eso, no entendía nada y su sonrisa me resultó incómoda. Todo parecía un amasijo de cosas sin sentido—. ¿Cómo que provocado? Lo demás que dijo prácticamente cayó en saco roto y comencé a sentir que me molestaba en verdad. Me fastidiaba que parecía incluso más enfrascada que yo en algo que no necesitaba priorizar ahora mismo, pero también que hubiera soltado todo eso junto y me dijera que esperaba que no cambiara con ella, ¿se escuchaba? Estaba aquí diciéndome que, en resumen, habían matado a su familia, luego había girado en redondo a la conversación pendiente y encima esperaba que me quedara tan pancha. No era una muñeca a pila. —Yo... —Tuve que buscar las palabras, tardé unos segundos y en ese mismo espacio de tiempo parpadeé, relajando mis facciones—. No creo que haya palabras que alivien darse cuenta de algo como eso. Si fue así, espero que algún día se pueda hacer justicia por tu familia. No parece demasiado, pero a veces es todo lo que tenemos. Era todo lo que Nani y yo teníamos. —Sobre lo demás, ya no sólo se trata de que yo esté lista o no. Ada, tienes un montón de cosas encima, lo que pasó no tiene ni de cerca el mismo nivel de urgencia que lo que viniste a saber hoy —comencé después, ya más entera—. Lo que necesito es que te atiendas a ti misma, que tomes una pausa y te detengas. Da la sensación de que no paras y así todo acabará reventando tarde o temprano. Me callé entonces, tomé aire y lo solté con algo de fuerza. Al final estiré la mano para tomar la suya, le di un apretón suave y luego la dejé ir. Creía que debíamos subir juntas, aunque me sentía incómoda y extraña. Ni siquiera tenía por qué, no era yo la que acababa de enterarse que su familia había muerto en esas condiciones. —Vamos subiendo, ¿sí? Te compraré una botella de agua en la máquina del pasillo, tal vez te ayude a refrescar un poco la cabeza. Contenido oculto hombre y son las ocho de la mañana de un viernes como queda poco tiempito puedes asumir que suben juntas, ofcourse