Casilleros

Al final me pareció que era un poco violento empezar la semana cazando a gente para el proyecto, así que decidí tomarme el lunes con algo más de calma y almorcé yo solita en el club de cocina, sin molestar a nadie más de lo necesario. ¡Estaba bien! Poco a poco me iba sintiendo algo más cómoda pasando tiempo a solas; que los demás tuviesen otros planes no significaba que me querían menos, ¿cierto? Eso era lo que me estaba obligando a aprender.

Por desgracia, el martes pensé que ya no había opción alguna a seguir alargando el asunto, así que estaba bastante dispuesta a buscar a alguno de mis compañeros de grupo. La suerte quiso estar de mi lado aquella mañana, sin embargo, porque noté que había una persona de mi grupo esperando cerca de mi casillero. Me despedí de Kashya, quien se dirigió hacia su propia taquilla, y me acerqué a la mía con una sonrisa en los labios.

—Kurosawa-san, buenos días —la saludé, una vez estuve a su lado—. ¿Qué tal todo? Supongo que me esperas para hablar del proyecto, ¿cierto?

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una emiliana por aquí uwu

y quem te dejo a kashya en su casillero, también <3

 

Regresé las manos a mi espacio con calma, sin un motivo particular, y lo oí intentando rebatir mi argumento. Decía que debía redimir mi abandono de ayer y crucé los brazos bajo el pecho, avanzando tan sólo un paso cuando él echó la espalda contra los casilleros.

—Pero soy una señorita —enfaticé, robándole el término—, y las señoritas no van por ahí interrumpiendo conversaciones ajenas, ¿verdad? Habría sido muy indecoroso de mi parte.

En cualquier caso, puso sobre la mesa la idea de almorzar juntos y la tontería me ensanchó la sonrisa. Eché un vistazo a los lados porque sí, por el teatro, y tras comprobar que ¿no hubiera oídos indiscretos? me incliné en su dirección.

—Curioso, venía con un plan similar —murmuré, picando su pecho y utilizando el punto de contacto para empujarme suavemente de regreso; volví a cruzar los brazos—. Te debo un abandono, de una u otra forma, y traje comida muy rica para convencerte de perdonarme~

Todo era coña, por supuesto. No me había provocado un cargo de consciencia particular irme del hotel tan temprano y sin despedirme, como hacían en las pelis; tampoco me había preocupado demasiado la idea de ofenderlo. A la otra semana nos escribimos como si nada y con eso barrí cualquier resquicio de duda. La tontería, por ende, sólo era una excusa para invitarlo a almorzar.

—Además, ahora esos palitos de queso son terriblemente tentadores —agregué, y mi sonrisa se estiró hasta convertirse en una risa breve.

 

Me distraje mirando a las personas pasar, le di algunas vueltas al asunto de Zoldryck, lo de Paimon y mis decisiones de vida en general, pero al final opté por solo dejar de pensar en ello. No tenía mucho caso, la verdad, y como todo era informal en todas direcciones, ¿qué importaba en realidad? Fue esa pregunta la que me hizo consciente de que pensar más en ello era solo una pérdida de tiempo.

Me enjuagué el gusto de los pocky con un trago de la botella de agua, apenas terminé la regresé al maletín y cuando regresé los ojos a los casilleros reconocí la silueta de Emily. Correspondí su sonrisa apenas la noté y despegué la espalda de las taquillas.

—Buenos días, Hodges-san —la saludé de la misma manera que ella a mí, aunque la sonrisa se me estiró un poco en los labios—. ¿No podría venir solo a saludarte?

Fue una pregunta de nada, inofensiva, pero la solté porque quise y ya. Como fuese, balanceé el peso de una pierna a la otra.

—Todo bien, ¿tú cómo has estado? —Me parecía raro solo bombardearla con lo del proyecto, además de que no veía por qué no estirar un poquito la conversación—. Sí venía por eso, lo del proyecto digo. Yo... Verás, no conozco a nadie que pueda servirnos, si te soy sincera.

 

Aún siendo todo una gran broma asentí, satisfecha, al confirmarme que mis intentos por ganarme su perdón iban por buen camino. Lo referido a los palitos de queso me aflojó una risa en voz baja y, la verdad, no le pillé ni detecté un posible doble sentido; a veces era un poco densa, ni idea. Me dijo que debía irse y lo despedí con un movimiento flojo de mano.

—See you later, hon.

Lo seguí con la mirada unos pocos segundos y me di la vuelta, yendo a mi casillero para cambiarme el calzado. Estaba en eso cuando Katherin se detuvo a mi lado y me saludó, muy sonriente. La vi apenas un instante de soslayo y me erguí tras enganchar el zapato a mi talón, reflejando su gesto. No tenía nada personal contra la gente del trabajo que también estudiaba aquí, pero en líneas generales nos ignorábamos a secas. Ya había aprendido la lección con Haru y, vete a saber si por culpa de él también, los demás parecían hacer lo mismo. Me sorprendió, por ende, que me hablara directamente.

—Buen día~ —le respondí, girando el cuerpo en su dirección, y deslicé la mirada al móvil que me mostró—. Ah, no, lo siento. Tengo otro modelo.

Esbocé una sonrisa de disculpa. Ni en tres vidas podría costear un iPhone, vaya. Intenté recordar si conocía a alguien que pudiera ayudarla, pero con ciertas cosas mi memoria era terrible, y una de ellas era la tecnología. Me llevaba mal con los aparatos en general.

 

La chica se lamentó por la situación y le dediqué una sonrisa de disculpa mientras seguía exprimiéndome la neurona. Me habría gustado dar con una solución más beneficiosa, pero en vistas de la situación sólo me quedó sacar el móvil de mi falda para mostrárselo en un gesto ligero.

—Si llegas a necesitar enviar algo en algún momento del día avísame —le ofrecí, regresando el aparato a su lugar, y solté una risa liviana para, quizá, aligerar el ambiente—. Da mucha pereza estar aquí sin batería, además de que estamos muy lejos de la ciudad.

Sabía que aquí asistía su amigo, Hal, y que en cualquier caso acudiría a él, pero no estaba de más el ofrecimiento. Ahora que lo pensaba no sólo era Aleksander, ¿cierto? Arata me había comentado de su relación con Rowan y Torahiko, y hablando de eso... ya eran casi dos semanas de nuestra reunión.

Había divagado un poco. Cuando Katherin volvió a hablarme, parpadeé y la miré con las cejas apenas alzadas, indicándole que la escuchaba. Que nombrara a Suiren me pilló totalmente desprevenida y la dirección de los tiros fue, bueno, muy evidente. Sonreí y detallé sus ojos con algo de atención extra. Mira nada más, el niño tenía admiradoras y todo~

—No que yo sepa —respondí; en sí tenía más información, pero no eran cosas que ella hubiera preguntado.

Y quizá no tuviéramos realmente la confianza necesaria para andar bromeando, pero fue más fuerte que yo. Me incliné en su dirección, mi sonrisa se ensanchó con un dejo de diversión y bajé la voz.

—Why~? —inquirí, así la respuesta fuera terriblemente obvia.

 

Shiori me correspondió al saludo junto a una sonrisa parecida a la que yo le dediqué; la mía, sin embargo, acabó flaqueando un poco al recibir la pregunta (o lo que más bien sentí como un reclamo, así fuera leve) que me dirigió después. Sentí que las mejillas se me ruborizaban un poco, aunque fui más o menos capaz de controlarlo al girarme para poder dedicarle una sonrisa de disculpa.

—Sí, lo siento... hace mucho que no hablamos, así que no lo pensé —murmuré, sin ser capaz de esconder demasiado bien mi expresión avergonzada, a pesar de haberlo intentado con ganas—. Yo he estado bien, también, ¡Gracias! —seguí contestando, algo más animada al poder cambiar de tema de conversación.

Al final, la chica me confirmó que sí me había buscado para hablar del proyecto, por lo que no pude evitar que una pequeña risa nasal se me escapara por el detalle. La escuché con atención, claro, y fui asintiendo un par de veces con la cabeza a medida que ella hablaba, haciéndole así saber que le estaba prestando atención a sus palabras.

>>Podemos pedírselo a mi padre. Es arqueólogo, así que sabe bastante de historia —propuse, habiendo relajado la expresión para mostrarme más amable y comprensiva—. Uhm... hace mucho que no veo a Dante, y tampoco a La Pointe-san, así que supongo que seremos solo nosotros. ¿Qué opinas, entonces?

 

Su respuesta fue bastante escueta, moderada, y para cuando quise acordar la niña ya se había ido. Parpadeé, girándome, y noté que se reunía con Hal antes de desaparecer por el pasillo. Hombre, ¿ni una pizca de small talk? ¿Al menos en agradecimiento? Para trámites ya estaban las instituciones.

En cualquier caso, su existencia me recordó algo que llevaba postergando un par de días. Saqué el móvil, acomodé las tiras del maletín en mi hombro y fui hasta la pared contraria, donde descansé la espalda. Me distraje unos pocos segundos en el flujo de estudiantes hasta que me concentré en el aparato, buscando el contacto de Rowan.

Morning, Rowie
How you doing?
Me estaba preguntando si habría algún progreso que valiera la pena nuestra atención

 

La pobre chica se ruborizó un poco, me dedicó una sonrisa de disculpa y decidí dejarla quieta porque tampoco quería avergonzarla más de la cuenta. Sabía que mi presencia en la escuela, ni se dijera en las vidas y actividades de otros, era más bien inexistente así que si aparecía no podía ser para más que cosas escolares. Igual ella se disculpó, yo negué suavemente con la cabeza para restarle importancia y recibí la respuesta a cómo había estado con una sonrisa ligera en los labios.

—¿Arqueólogo? —atajé con algo de curiosidad genuina en el tono—. Suena como que súper interesante.

Había anticipado que tendríamos que buscar al resto, pero entre la poca atención que le prestaba a mi grado y que ni siquiera iba a las actividades, bueno, igual ni había notado ausencias más allá de la falta de Hiradaira. Balanceé el maletín a un costado de mi cuerpo y ensanché un poco la sonrisa.

—Me parece bien, siempre que tu padre esté disponible para ayudarnos. Imagino que tendremos que orientar la entrevista algo específico de historia, para no irnos por las ramas, no mucho, que luego tenemos a tu pobre padre atascado con nosotras dos horas.

Las mierdas estaban cayendo a una velocidad ridícula, ¿no? Si no que alguien me dijera por qué coño aparecían Licaón y su General la madrugada de un lunes en un barrio que ni tenía que ver con ellos para llevarse a Shimizu de mi bar como si se acabara el mundo. No vi el encontronazo desde su inicio, tampoco Tora, pero uno de los chicos se metió al bar a contar que había una tía repartiendo patadas.

Al salir dimos con el cuadro. Licaón esperó a que Shimizu subiera a la moto, al General lo reconocí por la cicatriz y se fue al final de la callejuela para subir a un coche mientras que Licaón subió a una motocicleta blanca; ambos salieron escoltando a Arata como si el hijo de puta hubiese cometido un delito contra el Estado. El rugido de los motores desapareció, la espina de la duda me alcanzó y solo me fui a casa.

Igual antes de todo eso, en la tarde del domingo había terminado varios eslabones más del brazalete, ya más exactos, y el fragmento comenzó a tener mucha más forma. Al ponerlos juntos creí que las diferencias que permanecían eran más que todo de acabado, pulido y esas mierdas, pero estaba muy cerca. Lo bastante cerca para ser mi pase de entrada a la sociedad.

Prefería no cargar esas mierdas en la escuela, claro, pero tenía presente hacerle saber a Sasha que ya tan siquiera había algo que mirar. Estaba entrando al edificio con Tora cuando creí sentir el móvil vibrar y lo saqué mientras seguía los pasos de mi amigo para no ir a chocar a nadie, leyendo los mensajes, justo antes de contestar él me dio un codazo y alcé la vista dando con la figura de la chica más allá. Igual respondí, envié un emoji de un brazalete random y acabé por acercarme a ella, ahora fue Tora quien me siguió a mí.

—Sabrás disculparme, pedirme un día sano al parecer fue un lujo en algunos momentos —dije en algo que pretendió ser una broma, pero yo bien sabía que me había atrasado por los paronazos que mi cuerpo exigía y era una cagada. No había podido trabajar más de un par de horas algunos días—. How you doin'? Miss me already?

Eso también era la estupidez del siglo, vaya, el caso fue que le sonreí con calma. Tora a mi costado pareció mirarla con la seriedad usual, al menos a mí me lo pareció, aunque el diablo tal vez se estaba preguntando algunas cosas relacionadas a los eventos recientes.

—Todo va bien, de lo que preguntabas por mensaje. I can show you —expliqué sin entrar en detalles, supuse también que podría regresarle pronto, en otro lugar, pero esas cosas no se hablaban a los cuatro vientos.

Sabía que también estaba lo del proyecto, que ya lo había postergado un huevo y medio, pero no quedaba más que pisarle a turbo con todo. No era la primera ni última vez en mi vida estudiantil que tenía que hacer eso.

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sasha/belu: *envía mensajes*
yo: que le aviente al pendejo directamente dice

 

Pasó poquísimo tiempo en lo que los mensajes me aparecieron como leídos y me quedé esperando, asumiendo que me respondería. Fruncí el ceño con plena confusión al recibir sólo un emoji y, atando cabos sobre la marcha, alcé la vista. Como había sospechado, él y su amigo acababan de llegar y se acercaron a mí. Bajé el brazo, crucé el libre a la altura de mi codo y le dediqué una sonrisa a Torahiko antes de enfocarme en Rowan, quien había tomado la palabra. Mi gesto mutó brevemente a uno comprensivo al referirse a su estado de salud, así hubiera pretendido decirlo con liviandad, y la tontería del final me arrancó una risa nasal.

Podría haberle dicho que sí, que había notado sus ausencias y que las había relacionado a su silencio, pero ¿qué utilidad tenía refregarle en la cara las limitaciones de las que, claramente, ya era consciente?

—Of course, llevo dos semanas esperando a fundar nuestra secta pelirroja —respondí en el mismo carril, y porque igual ninguno de los dos conocía la vergüenza agregué—: I missed you like crazy, babe.

Sakai a su lado se mantenía con la misma cara de toda la vida y a mí no me daba la perspicacia para notar algo fuera de lugar. Quizá debiera interesarme en entrenar esto de leer vibes ajenas si pretendía seguir hundiéndome en negocios de la índole, but for now, ignorance was bliss.

En cualquier caso, abordamos el tema de los mensajes y dijo que iba bien, que tenía algo para mostrar. Sonreí, satisfecha, y mi atención se desvió a la línea de casilleros de tercero, detrás de ellos. Repasé el espacio rápidamente, confirmando que Arata no andaba por ahí, y supuse que sólo seríamos nosotros. No esperaba encontrármelos, de todos modos, así que con suerte nos perdonaría la mini reunión de negocios sin él.

Ahora que lo pensaba, no hablábamos desde que pasó la tarde en casa.

—Show me, then —accedí, y la gracia se me coló en la voz—. Mientras más suspenso le pongas, más altas serán mis expectativas. Estás advertido, Rowie.

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*nyooom*

 

Sasha conectó lo escueto de mi respuesta con una posible materialización de mi figura, porque alzó la vista cuando nos acercábamos. Tora le regresó la sonrisa con una tranquilidad que debía ser más bien protocolo social, fue un instante antes de volver a ponerse la cara de seriedad usual, y yo solté el reclamo a mi propio cuerpo que hizo que el rostro de la chica fuese cruzado por algo que reconocí como comprensión.

—¡La secta pelirroja! No puede ser que haya postergado esto tan importante —apañé de lo más escandalizado porque me había olvidado por completo de eso y Tora dio un respingo—. Oh dear, I'm back. Ya no hace falta que me extrañes tanto.

Tora siguió en sus cosas de, ¿de paranoico? Ni idea, me pareció que observaba el espacio antes de volver la atención a nosotros, pero no dijo nada más aunque básicamente había hecho lo mismo que Sasha: buscar a Shimizu. La moto estaba afuera, la había visto, pero nada más.

Reflejé algo de la satisfacción en la sonrisa de Sasha, aproveché que me había dejado el móvil en la mano para volver a desbloquearlo y abrí la galería para mostrarle una foto. Era una foto bastante cercana del brazalete original, con el segmento de imitación a un lado, siete de los eslabones, y aunque yo notaba lo que faltaba mejorar la verdad era que así como estaba, visto de lejos, el resultado no era poca cosa.

Tampoco quería hacer tanto anuncio aquí, me parecía imprudente, así que no pude ponerle tanto suspenso como me habría gustado. Dejé que tomara el móvil si quería, para que fuese más sencillo para ella y mi sonrisa se ensanchó.

—There you have it, love.

 

Si debía ser honesta, la reacción de Torahiko al escándalo de Rowan fue considerablemente más graciosa que el escándalo en sí. Se me aflojó una risa al verlo, una que no cargó burla de ningún tipo, y me incliné hacia él en presunta confidencia.

—Dime, cielo, ¿cuántos de esos sustos te arranca a la semana? —cuchicheé, divertida.

Igual Ikari siguió con el teatro y asentí, fingiendo una mezcla de alivio y desconsuelo que sostuve bastante poco. Aguardé por su móvil una vez comprendí que lo que pretendía mostrarme era una foto y acepté el aparato, pinchando la pantalla para hacerle zoom. La sonrisa se mantuvo en mi rostro mientras inspeccionaba e inspeccionaba la imagen, comparando el prototipo con el original como quien se cruza los ojos con los juegos de revista de las siete diferencias. No tendría la precisión de un profesional, pero al menos confiaba bastante en mi juicio. Siempre había sido bastante buena discerniendo relojes y joyas entre sí, vete a saber por qué.

Le regresé el móvil, entonces, y asentí ligeramente.

—Good, I like it —afirmé, satisfecha—. Le avisaré a Arata y, ah, el club ya está en marcha. Conseguí el mínimo de miembros necesario. Más adelante te comentaré un par de ideas extra que podrían valer para las piezas que sean demasiado complejas y la relación costo-beneficio deje que desear, pero todo a su tiempo.

Alterné una mirada entre ambos, como si nada, y conservando la sonrisa, sin cambiar el tono, agregué:

—And just for you to know, Katherin Manson trabaja en el Paraja. —Mantuve la atención sobre los dos, atenta a sus posibles reacciones—. Pero eso no será un problema para nosotros, ¿verdad?

 

En lo que a mí concernía, la suerte de sociedad entre el dúo y Rowan me daba igual, se suponía que yo cuidara de Ro, nada más, y por eso cuando Shimizu comenzó a llegar con su desastre, bueno, todo el mundo hizo lo que mejor sabía hacer: abrir el círculo para que el toro solo girara sobre sí. Cuando apareció Licaón entendí que la mierda escapaba al control de cualquier otro diablo.

La chica tenía el rostro empapado en lágrimas cuando subió a la moto.

Dudaba que Shimizu aniquilara el trabajo, la sociedad y su sombra sobre Pierce por lo que pasaba, pero no implicaba que tuviéramos que ser más cuidadosos. Si lo provocábamos, bueno, o habría que repartir hostias o alguien más acabaría llorando. El asunto era que por eso al llegar al Sakura esa mañana mapeé el espacio para ver si había señales del tipo, pero solo estaba su moto afuera y Pierce... parecía tan normal como siempre. Algo que daba la sensación de ser un don y una maldición a la vez.

—Al menos uno por día —murmuré en respuesta a su pregunta y me desinflé los pulmones—. Es como tener un perro y que de repente le den los zoomies. Te taclea a la altura de las pantorrillas por las risas.

Los rojos empezaron su intercambio, Ro le mostró el brazalete a la chica y yo me mantuve observando el espacio de refilón por pura manía. Los seguí escuchando, oí que ella ya había conseguido el número de miembros mínimo y me cuestioné hasta dónde era sensato meter al cachorrito irlandés por mucho que Honeyguide confiara su vida en él. No creía que las lealtades fuesen tan transferibles, pero también era cierto que la que había ido a pedirle el favor era ella. Tal vez fuese suficiente, pero nadie me obligaba a aceptar mierdas tan fácil.

—Quedo pendiente entonces —respondió Rowan, satisfecho que daba gusto.

Lo siguiente que dijo Pierce me hizo regresar la atención a ella, Ro soltó una risa que fue mezcla de incredulidad y diversión, y me miró. A mí me había caído encima algo que se pareció a la resignación, pero tampoco me pareció lo bastante importante. El mundo demostraba ser estúpidamente pequeño, sobre todo en esta escuela, estaba visto con los apestados, los que compartían espacio laboral y los que solo tenían la desgracia de estar revueltos con nosotros.

—¿Oíste? —preguntó y se inclinó apenas para invadir mi espacio—. Be nice to her. Tanto que olvide cualquier cosa.

—¿Por qué sería un problema? —apañé empujando a Rowan de regreso a su lugar con el codo, mirando a la chica, y hablé en un susurro—. El trabajo siempre ha sido más importante que cualquier mierda.

—Lo tendremos presente, es lo que quiere decir. There's no need to worry —secundó él llevándose una mano al pecho, allí donde le encajé el codo—. ¿Subes, Sash?

 

La respuesta de Torahiko me ensanchó la sonrisa, pero no seguí molestando al pobre Rowan y regresé a mi posición, prosiguiendo con el tema que nos concernía. Había notado que la atención de Sakai se mantuvo desperdigada en los alrededores y que, cuando saqué finalmente el asunto de la chica, fijó sus ojos en mí. Su amigo lo molestó con el desenfado usual, permitiéndome afinar el grado de relación de uno y otro con ella, y por razones evidentes mantuve mi atención sobre el moreno. Rowan le había tirado el muerto encima, al fin y al cabo. ¿Que por qué sería un problema? ¿En serio iba a volver a tener esta conversación?

God, men.

—You must know her a lot, I imagine —murmuré, una gota de ironía se me filtró en el tono y hablé con más seriedad que antes—. Trabaja en un club de la yakuza, Sakai. No importa lo que creas saber de ella o cuánto se hayan liado, you know nothing.

Rowan intervino, queriendo poner un paño frío, y deslicé la mirada a él sin que mi expresión cambiara. De repente estaba un poco cansada de escuchar a tres hombres en fila con el mismo discurso absurdo. Quizá fuera porque lo veía en el club todos los fines de semana, pero sus actitudes sólo se alineaban con la de los clientes y era un poco decepcionante.

—Te tomo la palabra —concedí, fabricando una sonrisa cuando dijo que no debía preocuparme por nada, y comencé a girar el cuerpo—. See you, guys~

Me había invitado a subir con ellos, pero creía que esto también era parte de aseverar mi punto y evitar que se lo tomaran tan a la ligera. Toda la seriedad o el posible enfado de recién se evaporó, desapareció por completo de mi semblante y le dediqué la sonrisa a ambos, comenzando a caminar en dirección a las escaleras. Así como el trabajo me daba perspectiva de los hombres, también me la daba de las mujeres. No volveríamos a errar.

No lo permitiría.

 

Había llegado a la escuela junto a Emily, como venía siendo ya costumbre, pero noté antes que ella que había alguien esperándola en su casillero, por lo que no tuve mayor problema en despedirme de ella para dirigirme hacia el mío propio a solas. No tenía planeado pararme más de lo necesario por el camino, pero justo en el momento en el que terminé de hacer el cambio de zapatos, sentí una presencia situándose a mi lado.

La chica se presentó como Stella Lombardi, una de mis compañeras del proyecto, y efectivamente el proyecto mismo fue el motivo por el que se me había acercado. Me giré para mirarla y prestarle toda mi atención, pues tras su presentación, siguió hablando para decir que ya tenía a alguien en mente para la entrevista en cuestión. Ya había sopesado con Kenneth la posibilidad de que ambos quisiéramos entrevistar a nuestros padres, con todo lo que eso podía conllevar, pero si esta chica ya tenía una opción viable... yo no iba a hacer nada para cambiarla.

—Está bien. Puede ser por videollamada, de todos modos —acepté, asintiendo una vez con la cabeza cuando terminó de hablar—. ¿Sabes ya qué día podríamos hacer la entrevista?

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no pasa nada uwu

 

La ironía de Sasha al responder lo de Katherin de seguro había echo trastabillar la indiferencia de Tora hacia la molestia directa, pero ninguno reaccionó a lo del club de la yakuza porque aunque muy posiblemente tuviéramos cara de imbéciles, no lo éramos. Este asunto era grande, demasiado grande tal vez, y por ello justamente todas las variables eran una cagada. Ahora, la verdad, quizás debiéramos preocuparnos más por el mismo Shimizu que por la chica de la que, en efecto, no sabíamos nada.

Sin embargo, Katherin tampoco sabía nada de nosotros.

Como no debía saberlo nadie.​

Tora trató de regularse, me dio esa sensación, porque sabía que de haber sido otra persona habría ladrado de regreso sin detenerse a hacer un análisis de riesgos. No saltaría a defender a Katherin, saltaría a decir que él no tenía tiempo para errores de viejos verdes o algo del estilo, yo qué coño sabía, y tal vez fuese cierto, eso no me disponía a mí decirlo. Nadie tenía tiempo para cagadas, esto era diferente a ser pescado con una billetera robada o algo así.

Igual de repente supuse que Sasha estaría hasta el coño de lidiar con hombres, que seguro todos sonábamos igual, así que lo dejé estar. No creí que hiciera falta aseverar puntos ni nada, pero quién era yo más que el idiota que no sabía nada, ¿cierto? Le regresé la sonrisa, la despedí con un movimiento de mano y Tora esperó a que desapareciera para soltar lo que tenía atorado, yo me borré la sonrisa del rostro como si fuese un muñeco de cuerda.

Puede que lo fuese.

—Ya le valía haberse buscado socias, no socios —murmuró, ácido que dio gusto, y yo suspiré mientras guardaba el móvil—. No es que se pueda confiar en nadie de por sí, ¿cuál es el punto de todo el drama?

No iba a sentarme aquí a hablarle de cosas que ya tenía claras él mismo, la verdad.

—¿Crees que sepa?

—¿De que justamente el otro estúpido no vale para nada ahora mismo? —preguntó sin dar tiempo de respuesta y ya en su casillero se cambió los zapatos antes de dar un portazo—. Como si tuviera cara de ir contando sus tragedias por ahí, Ro, no seas imbécil.