Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Bruno TDF

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    El famoso Altan Sonnen se había convertido en objetivo de mi curiosidad desde que Jez me habló sobre él, hace un tiempito ya. Solía interesarme por las amistades y familias de las personas que se habían ganado mi afecto, porque en ellas veía nuevas oportunidades para seguir disfrutando del placer de socializar. Era la tendencia de mi naturaleza tan inquieta, extrovertida e intrépida. Pero eso sí, se podría decir que por Alty sentía un interés un poquito más especial, quizá porque se trataba de un amigo tan preciado para Jez, a quien consideraba la persona más amorosa que había conocido aquí en Japón. Y ahora, ¡por fin!, este muchachote y yo nos encontrábamos frente a frente, como dos potencias saludándose (o algo así).

    Visto desde nuestra actual cercanía, le encontré cierta similitud con Hubby, al menos en la negrura del cabello, la oscuridad de los ojos y las vibras de inteligencia que transmitían. Alty, eso sí, era mucho más serio: nos miraba con una expresión inalterable y parecía tener un carácter de acero, al menos esa fue la primera impresión que me dio. Pero los chicos así, para mí, se volvían increíblemente adorables en el momento que daban muestras de amabilidad hacia los demás, y Alty no fue la excepción: se ocupó de sacar a Hubby de su confusión con una oportuna aclaración y no tardó en afirmar que también era bueno conocerme.

    Su palabras me arrancaron una sonrisa increíblemente enternecida que me entrecerró los ojos, tan sólo llegué a asentir en su dirección con una expresión complacida. Ya me estaba pareciendo encantador.

    —Conozco a Jézebel —mencionó Hubby hacia el muchachote—. Coincidimos una vez en la biblioteca, en ocasión de las actividades del Club de Lectura —me miró con una sonrisa amable—. Verónica también me ha hablado de ella, le tiene un gran aprecio.

    —Así es —afirmé sin rodeos—. ¡Es que…! Cómo no quererla, con lo dulce que es.

    Mi vecinito respondió con un asentimiento silencioso, relajado, aunque no dijo nada más porque no expresaba sus pensamientos con la misma facilidad que lo hacía yo. Conformábamos un dúo bastante peculiar, ya que él era muy tranquilito y yo, en cambio, iba por la vida hecha en un torbellino de energía, y sin embargo nos sincronizábamos de lo más bien. En esto pensaba cuando Hubby revisó la hora en su móvil.

    —Va siendo hora de ir a nuestros salones —anunció, mirando a nuestro espontáneo grupo—. Si están de acuerdo con subir juntos, cambiaré mi calzado a la brevedad. Mientras tanto, los dejo que se sigan conociendo —se sonrió antes de girar sobre sus talones y empezar a encarar hacia los casilleros de…

    Espera… ¡¿Segundo año?!

    Carraspeé un poquito para recomponerme de la ligera sorpresa que me supuso saber que Hubby era un kohai, mas dejé las debidas reacciones para otro momento. Por su parte, volví a enfocarme en Alty e
    Ila. Ardía en ganas de llenar de preguntas al amiguito de Jez, pero era consciente de que aquello sería terriblemente injusto para la chica. ¡Además…! También deseaba conocerla más a fondo y, principalmente, hacer que se sintiera cómoda en su nueva vida escolar.

    Por eso, les hice una pregunta más general, sobre un tema esencial, de invaluable relevancia para cualquier estudiante digno de la Academia Sakura:

    —¿Estuvieron en el evento de baile del viernes? Me enteré que hicieron bailar a gente del público, se ve que estuvo muy divertido —les sonreí—. Yo justo estuve ocupadita en otro sitio, por lo que no fui testigo de tan fantástico espectáculo.
     
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    Gigi Blanche

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    Me enjugué un ojo con cierta maña mientras atravesaba el espacio desolado de los casilleros al tranco firme y ligeramente apresurado que había adoptado quién sabe cuándo. Debía ser ya una eternidad. Venía muy enfrascado, demasiado, y captar el resabio de la voz de Kohaku afuera me forzó a detenerme; fue puro instinto. A los pocos segundos se le sumó una mujer a la conversación y ni siquiera me esforcé en asomarme, simplemente no me apetecía acabar metido en ese embrollo.

    El cambio tan brusco de planes me dejó en un punto muerto que debía lucir bastante patético visto de afuera. No lo había pensado hasta que una risa vibró a mi lado, suave.

    —Casi te choco, Yabo, ¿viste un fantasma?

    Clavé la mirada en Pierce y desde ella escaneé el espacio a velocidad, comprobando que estábamos solos. Destrabé las articulaciones a consciencia, supuse que me encontraba en su camino y retrocedí un paso, encontrando la línea de casilleros con la espalda. Relajar parte de mi peso allí se sintió bien y me desinflé los pulmones.

    —Pasa —murmuré.

    —¿Cansado? —inquirió ella, rodeándome.

    Su objetivo era un locker que no había bloqueado de casualidad. La miré hacer sin ninguna intención particular, en cierta forma repasé su aspecto y me pregunté cómo era capaz de lucir tan... normal. Llevábamos varias semanas trabajando juntos y, para bien o para mal, ya había ingresado a mi radar. El Paraja era una cosa, pero aquí, en la escuela, no exhibía el más pequeño resabio de la peste que inhalábamos noche tras noche. ¿Le alcanzaba los pulmones? ¿Lo vomitaba todo al llegar a su casa? ¿Se golpeaba la cabeza hasta resetear los sistemas?

    —Fue una noche larga —respondí—. Particularmente, quiero decir.

    Pierce murmuró un sonido afirmativo y vi que sacaba de su bolsa un pequeño tupper. Por el sonido y el color ligeramente amarronado intuí que contenía galletas. Lo depositó dentro del casillero y lo cerró sin más; no me molesté en husmear el nombre en la puerta. Además, su mano permaneció sobre el metal y, cuando me miró, yo clavé la vista al frente. La oí suspirar.

    —Gracias —murmuró, sonó menos casual y sentí una ligera incomodidad en el cuerpo—. Por lo de ayer. Lamento si te trajo muchos problemas.

    —Los trajo, pero eso no es tu responsabilidad —contesté al instante, como una máquina escupiendo respuestas pregrabadas, y me forcé a demostrar una pizca de humanidad. Tomé aire y la miré—. Tu responsabilidad es entretener a los clientes, y la mía es garantizar la seguridad de los empleados. Eso es todo.

    Mi relación con Pierce no podía considerarse buena, ni siquiera creía que existiera en absoluto. Me ocupaba de espantar a la gente por deporte y prefería trabajar desde el interior de una armadura, no me interesaba hacerme amigo de nadie ni pasar el rato con la gente bajo mi jurisdicción. La distancia autoimpuesta estabilizaba las variables a mi alrededor y volvía el mundo predecible, al menos a un nivel soportable. Los ojos de las personas no solían expresar nada al mirarme.

    Pero en los ojos de Sasha había gratitud y una cuota de entendimiento, y me pregunté por qué lucía tan normal.

    Por qué me miraba como si yo necesitara el consuelo.

    —Lo sé —murmuró ella—, eso no quita que hayas hecho algo bueno por mí. Aún sin saber, te aseguro que en la mayoría de lugares no se preocupan por cuidarnos. Pero tú, sea como gerente o como ser humano a secas, lo hiciste.

    —Fue a la lista negra —aclaré, y al ver sus cejas alzadas agregué—: Tenemos una lista negra para rechazar gente de forma permanente, hace falta cuando manejas una clientela tan... particular. —A ella se le aflojó una risa nasal y la miré más fijamente—. No siempre estoy en el Paraja. Ayer tuviste suerte, Pierce, quizá mañana no la tengas. Tendrás que aprender a cuidarte mejor.

    —Lo sé —respondió casi en automático, y haberse repetido le dibujó una sonrisa amarga—. Teruaki se llenó la boca con las bondades, beneficios y seguridad del Paraja, pero en realidad sólo eres tú, ¿verdad? El que se preocupa por nosotras.

    —Alguien tiene que hacerlo, ¿no? —admití, con una chispa de hastío, y desvié la vista—. Nunca quise meter damas de compañía en el casino, para empezar. Es un dolor de huevos.

    —Me imagino —convino, recuperando la liviandad, y suspiró al girar el cuerpo—. Intentaré darte menos trabajo de ahora en más, lo prometo. And get some sleep, hon, pareces un cadáver.

    Volví a enjugarme el ojo y ella regresó al interior de la escuela tras concederme una sonrisa. Bufé, intentando deshacerme de la tensión, y golpeé los casilleros con el talón antes de despegar la espalda. Sólo eran horas de haberla encontrado en la sala privada, con el labial corrido y el vestido desgraciado. ¿La peste le alcanzaba los pulmones? ¿Lo vomitaba todo al llegar a su casa? ¿Se golpeaba la cabeza hasta resetear los sistemas? Hundí las manos en los bolsillos, abandonando mi plan inicial y enfilando hacia las escaleras.

    Quizá debiera imitarla.


    Zireael ni te leas todo el relleno porque no hace falta JAJAJA, nomás te etiqueto para que sepas que Sasha le dejó un tupper con galletitas a Maze en el casillero
     
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    Gigi Blanche

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    Suspiré ligeramente y deslicé los dedos por las tiras del bolso en mi hombro, detallando la textura ligeramente áspera. Era una bonita mañana, el sol bañaba las superficies con cierta timidez y tuve que entrecerrar los ojos al buscar el cielo. Los sonidos se dilataron, los bordes a mi alrededor también, y la realidad perdió forma sin siquiera notarlo. Sólo estaba allí el turquesa del cielo, las nubes vaporosas, la brisa dulce. La calidez del sol acarició mi piel y creí oír las campanillas de viento, el aleteo de unas alas. Absorbí el aroma de la madera. Su falda giró junto a ella y destelló, acompañando las cintas de cabello castaño. Su voz era amable y profunda, no se ajustaba a su edad, sus ojos reflejaban una eterna tormenta y una mano cayó de repente sobre mi cabeza, sobresaltándome. Regresé de golpe, oí el motor del coche y pestañeé.

    —¿Divagando, hermanita?

    Jenkin apareció en mi campo de visión con una sonrisa casual y pasó junto a mí, ingresando al vehículo que aguardaba por nosotros. Conecté miradas con el chofer un instante, medio giré el cuerpo y repasé la fachada de nuestra casa. Enorme, imponente, sobria y helada. Inhalé despacio y agaché la mirada, regresando al trayecto original. Dar ese paso se sintió amargo.

    Me estaba forzando a olvidarla.

    Como todos.

    Permanecí en silencio durante todo el viaje, si acaso respondí a las preguntas esporádicas de Jenkin con monosílabos. Qué habría para cenar hoy, dónde estaba papá, cuándo empezaban mis exámenes. El mundo me parecía banal y absurdo, cada centímetro, y mi única alternativa era seguir viviendo en él. Con ellos. En esa casa.

    Dejamos a Jenkin en la universidad y seguimos hasta el Sakura. Me despedí del chofer con un murmullo suave, distante de por sí, y atravesé el patio frontal detallando la tela de las tiras de mi bolso. Ligeramente áspera. Ingresé a los casilleros y eché un vistazo vago, ubicando mi taquilla en automático. Todo era una rutina, una sucesión programada de eventos, nada escapaba al plan y la rueda seguía girando. El tiempo seguía corriendo. Nada se alteraba, nada estallaba. Nadie parecía haberlo notado.

    Y era absurdo.

    Tenía ganitas de rolear a Blee so ahí queda uwu7
     
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    Zireael

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    I'm just obsessed
    Cayden.png

    Contratos con el diablo, confesiones de pecados y pormenores después mamá había entrado en una suerte de crisis de hiperactividad. A eso de las diez, cuando me iba a acostar a mirar Netflix, pero sin la parte del fiasco cinematográfico, me llamó a la cocina y me dijo que le ayudara ya que tío Dev se había ido a casa y no sé qué. Sacó la batidora, la colocó, luego la mantequilla, harina y vete a saber cuántas cosas más.

    Supuse que seguía inquieta, así no fuese a decirlo, por lo que les había soltado después de la cena y lo más decente me pareció acompañarla en su crisis de energía contenida. El asunto fue que terminamos con una porción bastante descomunal de galletas de mantequilla, algunas cubiertas de azúcar, otras de chocolate en polvo, que chispas de colores y otras sin nada, solo con figuras azarosas de los cortadores que teníamos. Dizque mamá se confundió con las medidas, la molesté que con esa cantidad de galletas podía alimentar al jieitai, pero le dije que no pasaba nada, que llevaría algunas a la escuela para Ko y los demás.

    Era mi oportunidad de seguir haciendo cosas de diferente forma.

    Me tiré al menos una hora de vida acomodando las galletas para poder guardarlas en algún sitio, separé la que quería llevarles a la gente de la escuela y me fui a dormir o más bien a caer inconsciente. Sentí que descansé un poco mejor, así que cuando sonó la alarma, algo más temprano de lo usual, me puse a escribir un post-it para cada bolsa. La caligrafía daba algo de pena, como siempre, pero me esforcé porque fuese legible.

    Llegué a la escuela, agradecí que el clima se estabilizara de una vez por todas, y crucé el patio frontal con calma. Llevaba los auriculares puestos, sonaba una canción cualquiera del repertorio y la vida era, bueno, un poco menos desastrosa en las partes esenciales. Luego de semejante exorcismo cualquiera sentía que estaba viendo un nuevo mundo.

    Entré, me dirigí primero a los casilleros de segundo mientras sacaba las cosas de la mochila, vi a Middel a la pasada y preparé la sonrisa de cortesía por si me miraba, nada muy loco. Seguí mi camino de todas formas, busqué el casillero de Hubert, zambullí una bolsita con tres galletas que encima tenía el post-it correspondiente, luego busqué el casillero de Anna, y ajeno a absolutamente todo, hice lo mismo; su bolsita tenía algunas más por si quería compartirlas con Emily.

    Traté de usar mis neuronas para ver si me faltaba alguien, cuando descarté la posibilidad rodeé las taquillas de segundo y me metí a las de tercero. Busqué el casillero de Ko, le dejé la bolsa más generosa con su respectivo post-it, seguí recorriendo los casilleros en mi procesión, le dejé unas a Sasha por los brownies del campamento, otras a Arata medio porque sí y con eso me di por servido.

    Fui hasta mi casillero, lo abrí y me cambié los zapatos sin prisa, todavía con la música sonando en los auriculares. Ojalá la calma después de la tormenta me durara unos días.


    JA! Pensaban que solo preparaba dramas, verdad?

    Gigi Blanche
    Tres víctimas, cuz he has no clue de lo de Annita

    Bolsa de galletas para Anna, el post-it pone:
    No sé si te gusten, son varias por si quieres compartirlas
    -Cayden
    Tiene un dibujito de un gato cuz he's such a child sometimes

    Bolsa para Sasha:
    If I'm not mistaken we talked about a date, didn't we?
    Lunch date, whenever you want
    -Cayden

    Bolsa para Ko-chan:
    Ignora si alguna tiene los bordes quemados
    Te puse bastantes, por si quieres repartir en casa o como prefieras
    Gracias por lo de ayer
    -Cay Cay
    Otro gatito garabateado por acá btw


    Aprovecho el spoiler para decir que voy a reaccionar a las galletas de Sasha con Maze cuando haga otro post que ahora me caigo de sueño, pero obviamente I AM DYING CUZ THEY CUTE AS HELL

    Bruno TDF
    Bolsita de galletas para Hubert:
    Sé que nos veremos al almuerzo, no importa
    No sé si te gustan las galletas, pero tampoco importa
    -Cayden

    Con eso dicho, Cayden queda en los casilleros al servicio de la comunidad y yo me voy a mimir *c muere*
     
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    Gigi Blanche

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    El clima por fin había mejorado, lo cual mi alma ¿australiana? y mi mente agradecían. No era demasiado proclive a atorarme en bucles indefinidos, al menos no de manera consciente, pero los días grises no ayudaban a sobrellevar ciertas cosas. Los días grises eran silenciosos y en ese silencio encontraba espejos lejanos, ecos del pasado. Veía a la Sasha de hace cinco meses, a la del año pasado, y me preguntaba qué mierda estaba pasando.

    Cómo había llegado a esto.

    Venía por la vida con el esquema usual cuando abrí mi casillero y topé con las galletas. Dios diría que ya estaba malacostumbrada, pues fue verlas y asumir que eran de Maze. Me sorprendí palpablemente al comprobar que provenían de Cayden tras leer la nota y alcé la mirada, dando con su silueta un poco más allá. Si los cálculos no me fallaban, estaba cerrando la taquilla de Arata. Me cambié los zapatos, hundí el obsequio en mi maletín y me dejé llevar por la tontería que me había cruzado la mente. Fue infantil e inocente al principio, al menos en sus bases fundamentales, pero cuando abrí el casillero que Cayden acababa de abandonar me sentí repentinamente vulnerable. Fue el eco, otra vez, pero de un pasado mucho más cercano, y perdí buena parte del ánimo inicial. Aún así lo hice.

    Saqué un bolígrafo y me colé en el post it de Cayden para agregar algo debajo. Estuve a punto de ponerlo en inglés, pero cambié el chip justo a tiempo y escribí "te extraño", en japonés y junto a una carita triste. Supuse que la diferencia en la tinta y la caligrafía bastarían, pero también sabía que Arata era un poco... distraído, por decir algo, así que abajo agregué "(no soy Cayden, por cierto)". Regresé la nota al interior del casillero y me desinflé los pulmones, cerrando la puertecilla. La ambigüedad del mensaje no cumplía un propósito concreto, aunque quizá fuera cobardía a secas. Quizás aún temiera depender de otros y le temiera aún más al pensamiento que me rayaba la mente desde el domingo. No necesitaba más, me quedaba tranquila habiéndoselo dicho incluso si era desde atrás de una sombra.

    Quizá, también, fuera mi manotazo de ahogado para dejar de querer su compañía.

    En cualquier caso, con la estupidez hecha redirigí mis pasos hacia Cayden. El regalo de la criatura me venía bastante de perlas para abordarlo con una excusa concreta y cumplir mi parte del trato. Rowan estaba con la pulsera y yo le había asegurado un espacio para trabajar sin inconvenientes. Para eso necesitaba un nombre.

    Hora de trabajar, ¿no?

    Parecía estar oyendo música, lo rodeé por detrás y apoyé la espalda en los casilleros, a un costado suyo. Al principio fingí demencia, pero pocos segundos después lo miré de reojo con una sonrisilla.

    —Un duende me ha dejado unas galletas con una pintaza, y hasta me ha invitado a una cita —dije, exagerando la sorpresa—. Tiene que ser mi día de suerte o algo, ¿no? In any case, I'm free today.

    perdona que vuelva a caerte con Sasha jsjs, pero quedaba esto pendiente y pues ya que estamos (? In any case supongo que será corto
     
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    quem

    quem Orientador ejemplar Orientador

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    Hoy había amanecido algo nerviosa, seria y todo lo que podía expresar mis facciones tenia algo que hacer, y sabia que si no lo hacia pues no terminaría tranquila se lo había comentado a Anastasia ella me había visto como si me fuera salido otra cabeza, no le preste atención así que apenas salimos de casa le di la orden a Killian que me llevara a la tienda mas cercana no había desayunado y algo me decía que Anastasia tampoco. Cuando me levante ella ya estaba arreglada y suponía que no había dado la orden que le prepararan algo.

    Apenas llegamos a la academia nos despedimos del chofer de Anastasia, avance a mi casillero sin problema alguno así que solo saque lo que necesitaría hice el cambio de zapatos en poco note que Ana hacia lo mismo por ahí divise a Jean solo nos miramos por algunos segundos era un saludo en el que ya estábamos acostumbradas a realizar, solo volví a lo mio por que si, apenas note que ella se había acercado entonces alce mi vista para verla con una ceja alzada más bien mi mirada era interrogante.

    —¿Te paso algo?

    —¿Por que lo preguntas?

    —No había visto esa mirada en la reina de los tableros, desde hace un tiempo —me escaneo de arriba abajo después que me erguí—. ¿Tu papá te mando hacer algo?

    Negue lo que iba hacer había sido decisión mía.

    —¿Entonces?

    Suspire antes de hablar

    —Le voy hablar a Kou Shinomiya —la mirada que me dio fue peor que la de Anastasia decidí interrumpirla antes que mencionara algo siquiera—. Y no me hagas repetir lo que dije —eso lo había demandado con voz fría.

    —Solo te iba a decir si te volviste loca por si acaso.

    Para ser sincera a ella y Anastasia eran las únicas personas que le permitía que me hablaran de esa forma, lo otro ya era historia, y lo había decido era por que simplemente no iba hacer nada mas que hablar con el, y mas que nada por que necesitaba conocerlo en persona había visto muchas de fotos de el y creo que ya era hora que me presentara ¿no?.

    —Creo que aquí termino nuestra conversación ¿no? —mire a mi otra amiga de reojo, ellas asintieron sin mas sabían que significaban esas palabras tenían que ir subiendo la única que se me acerco fue Jean lo que me dijo fue en francés pero lo distinguí muy bien.

    "No vayas hacer algo que te perjudique en esa conversación" .

    Asentí en poco mientras ellas se iban me gire para darle paneo a todo el lugar, no iba hacer una misión suicidad ¿no? En si solo iba hacer una conversación tranquila de mi parte claramente. No tenia la menor idea de que podría estar haciendo ahora el chico pero cuando mis ojos dieron con el solo lo escaneé un para de veces de arriba a bajo, entonces solo me acerque sin ningún problema.

    —Buenos días —acentué el alemán—. Eres Kou Shinomiya ¿no? Mucho gusto soy Eda Diekmann

    Ahhh holis uwu, por aqui te dejo a la niña <3 Gigi Blanche
     
    Última edición: 29 Noviembre 2023
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    Ni siquiera me había levantado del pupitre ayer cuando mamá llamó, me habló bastante desesperada y empezó a explicarme que tendría que ir a la otra punta de Japón por un evento de la cadena hotelera, que tenía que dejarme la despensa llena, el dinero por si tenía alguna emergencia y todo el cuento. Entre una cosa y la otra la pobre criatura comenzó a disculparse por no poder estar conmigo más que algunos días al mes, pero busqué calmarla.

    El asunto me consumió todo el receso, no vi correcto siquiera destapar mi almuerzo. Le seguí hablando, la distraje contándole del evento del viernes en la escuela y seguí parloteando y parloteando hasta que la chica nueva en la que no había reparado bien, más allá del trabalenguas de apellido con el que lidiaban los profesores, entró por la puerta. Algo hizo click, una noción perdida, y creí que era un fantasma.

    Era la definición de cajón de “el mundo es un pañuelo”.

    Igual no implicó la mayor cosa, lo dejé correr y cuando escuché el campanazo me despedí de mamá diciéndole que no tenía que preocuparse por mí. Era una frase de relleno, claro, pero no me gustaba que se angustiara por algo a lo que ya estaba habituado. Era la vida que nos tocaba, era su sueño y estaba bien.

    Fue hasta la salida, cuando quise dejar algunas cosas en el casillero, que vi el tupper con galletas y me le fui encima como si fuese un mocoso en Navidad. No entendí muy bien por qué me emocioné así, pero abrí la taza de inmediato y comí una, como me había saltado el almuerzo me supo a gloria.

    Y a un hogar que ni siquiera era mío.

    Que no se preocupara le había dicho a mamá.

    Sin embargo, cuando me bajé el primer bocado de la galleta una sensación de abandono, de soledad palpable, se me instauró en el pecho y supe que no era por el gesto de Sasha. Todo lo contrario, su regalo había puesto una curita sobre un raspón, pero el raspón me ardía. Me ardía saberme solo en un apartamento, cocinando para uno y encerrado.

    En cualquier caso, bateé la sensación lejos, me terminé la galleta y guardé las demás en la mochila para irme a casa. En el trayecto en metro hasta mi barrio le escribí un mensaje y aunque batallé conmigo mismo quise, no lo sé, ser más normal, más sincero tal vez.

    Thanks, baby
    I needed those cookies today
    Love u lots


    Ya cuando llegué a casa allí las guardé en un tupper diferente, lavé el de Sasha y me tiré una parte de la tarde pensando con qué regresárselo. ¿Igual era muy ambicioso hornear panecillos de queso a esas horas? No sabía, pero así me comía unos yo antes de dormir y toda la cosa.

    A la mañana siguiente empaqué el almuerzo, el tupper de Sasha al que le pegué un papelito algo más grande, porque me había quedado sin posts-it, que ponía “New recipe!! joking. We can have lunch together today, if you want”. Entré a la academia de lo más pancho, estaba por abrir el casillero de Sasha cuando noté su mata de cabello con Swallowtail y me arriesgué, tampoco los interrumpiría mucho más.


    Cayden.png

    Me ajusté el segundo zapato golpeteando en el suelo, volqué la atención en el casillero entonces y escarbé buscando el libro de texto de la primera clase hasta que lo encontré, debajo de la ropa de gimnasia. La verdad era que en los casilleros de la escuela siempre tendía a ser desordenado, contrario a cómo era en casa, quizás porque cada día solo me desentendía de su existencia hasta cierta hora. Como fuese, no me di cuenta, pero mientras apoyaba la mochila en el metal para poder abrirla y meter el libro había estado tarareando la canción que me sonaba en los auriculares bajito, muy bajito.

    Estaba terminado eso cuando percibí el movimiento, fue más bien una de las sensaciones paranoicas de siempre hasta que la mata de cabello rojo se acomodó en los casilleros a mi costado y apenas reconocerla me quité los auriculares. En mi defensa, quise pensar que nadie vería mi repartija apenas terminar de hacerla, pero no me molestaba en absoluto.

    Ella había fingido demencia, pero después me había mirado de reojo con una sonrisilla y yo me permití una también, fue bastante suave. Era una estupidez, una inmensa, pero me aliviaba el corazón que el desastre del pasillo no fuese nuestra primera y última interacción. No me parecía una mala persona, por rebote no quería que todo se redujera a ese fiasco.

    Supposedly Ireland is full of leprechauns, maybe one took a swim, a very long swim. It is said that if you look at a leprechaun it won't move —respondí a la tontería en inglés mientras recogía el cable de los auriculares y regresé el sistema al japonés—. Quizás debas aprovechar que pillaste al duende, si dejas de mirar me voy a desvanecer.

    Hice un gesto con las manos y la boca, un “Poof!” y me tragué la gracia. Fue un poco por seguirle la tontería del duende, obvio, aunque en sí los leprechauns irlandeses no eran, en plan, duendes como los que uno imaginaba de primera entrada, quería decir como los duendes de Navidad. Eran algo así como hadas solitarias, ni idea, mamá era la que me contaba esas cosas.

    —El clima mejoró, igual sí es un día de suerte. —Mi respuesta siguió la línea tranquila de turno, me dijo que estaba libre hoy y entonces suspiré con cierto dramatismo—. Gotta admit I have a previous date scheduled for today. ¿Qué dices mañana? Así me robo más comida de casa, el punto es que tú no tengas que pensar en traer nada.

    Un poco de repente apareció Mason, hasta me sobresaltó al colarse en el espacio disculpándose, y extendió frente a Sasha una taza llena con algo que parecían ser panecillos de alguna clase. La sonrisa que le dedicó, sin embargo, fue diferente a las que creía conocerle de las noches en parques y cuando cerrábamos cualquier compra. En sí el gesto hablaba, pero la sonrisa, bueno, lo había delatado todavía más.

    Era la debilidad y la fortaleza, ¿cierto?

    —No los interrumpo más. ¡Solo soy un humilde mensajero! —anunció entonces, lo único que esperó fue que ella tomara la taza.


    i mean she's my queen- *c la roba*

    tenía lo de Maze pensado ya, me disculpas que lo colara acá pero como ya la niña había abierto su casillero improvisé *whooosh* por eso te cité desde arriba del post igual
     
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    Kou 2.png

    —Al parecer van a taparlo —dijo Akira desde el otro lado de la línea, tranquilo; la diversión, sin embargo, se le notaba desde la otra cuadra—. Shocking.

    Acababa de bajarme del coche y estaba ingresando al patio frontal. No sabía qué hacía despierto tan temprano el cabrón, si de repente había decidido jugar a ser un niño responsable o le había pegado de corrido toda la noche. Las opciones eran infinitas y no me interesaban lo suficiente, si acaso me entretenían. Por otro lado, había momentos donde genuinamente me preguntaba a quiénes accedía o qué orejas endulzaba para conseguir la información que traía a la guarida. La criatura llegaba a ser eficiente a niveles estúpidos.

    —Naturalmente, imagina el escándalo si no —murmuré, y una risa baja vibró en mi pecho ante la escena hipotética—. La imagen de la JGSDF se haría trizas.

    —Ya iría siendo hora, ¿no? Montado o no, sigue siendo la realidad. —Suspiró con indiferencia—. En cualquier caso, pues ahí los tienes. Misterio resuelto.

    —Habrá que esperar a la noticia oficial. —Ingresé a los casilleros y me dirigí directamente al mío; mi voz se bañó de sorna—. No puedo darle mis condolencias a los Hattori de otro modo.

    —Nop —convino, risueño, y soltó una risilla—. Acabaron siendo unos hijos de puta, los niños mimados.

    —Suele ser el caso —argumenté en un murmullo suave y abrí mi taquilla—. Estoy por entrar a clases. Hablamos luego.

    Bye~

    Guardé el móvil en mi bolsillo con movimientos serenos y procedí con la misma calma, al menos hasta que noté una silueta deteniéndose a mi lado por el rabillo del ojo. Giré el rostro lentamente. El cabello castaño, primero, los ojos azulados y el archivo hizo un click en mi cabeza. Buscó confirmar mi identidad, me confirió la suya y le sonreí con suavidad.

    —Lo sé. Estaba preguntándome cuándo dejarías de ignorarme.

    Disfracé la soberbia detrás de una broma y la broma la salpiqué de ofensa, porque sí, porque podía. Teruaki me había mencionado el asunto por encima hacía unas semanas, sobre las relaciones internacionales del Yamaguchi y la expansión que tenían en marcha desde algunos meses atrás. La proliferación de los negocios se emparentaba con el contrabando de mercancías, de ahí saltaban a las empresas de transporte y llegaban directo a los grupos extranjeros. Por qué los alemanes habían decidido enviar a una chiquilla era un misterio que me acecharía eternamente, pero no importaba demasiado. Tampoco me interesaba si había sido o no idea de Teruaki recomendarles esta escuela.

    El hijo de puta hacía y deshacía a voluntad.

    Era el privilegio que se había ganado.

    —¿Te estás adaptando bien? —indagué tras haberme cambiado los zapatos, y cerré el casillero, girando el cuerpo hacia ella—. Me atrevería a decir que sí.

    ¿Cómo era la rubia? Welsh, ¿cierto? Parecían haberse hecho... amigas bastante rápido.


    Sasha 4.png

    Cuando quise acordar, Cayden estaba hablándome de los lepre... ¿leprechauns? O algo así, unas criaturas irlandesas. Fue un fun fact un poco salido de la nada y la sorpresa se me mezcló en la diversión previa. Con o sin la falta de marco teórico, me colgué de la información a mano y entrecerré los ojos, inclinándome hacia él para observarlo fijamente. El "¡poof!", entonces, me pilló algo de cerca y me arrancó una risilla. A los pocos segundos relajé el semblante, aunque mi atención se mantuvo imperturbable.

    —Ni modo —cedí, suspirando, y mi tono se suavizó ligeramente al agregar—: Al menos tengo algo bonito para ver.

    El chiquillo contaba con cierto historial de nervios a mi alrededor y quizá debería haberlo tenido presente a la hora de soltar la tontería, pero a veces no era tan inteligente. En cualquier caso, dijo tener ya su receso ocupado y me ofreció el de mañana. Estaba por responder cuando Maze apareció de la nada y me extendió un pote lleno de... ¿eran panecillos? Lo acepté en automático, incluso antes de procesar la ocurrencia en sí, y al bajar la vista leí la notita a velocidad. Los mensajes que me había enviado ayer hicieron eco desde un rincón no tan lejano. Me había preocupado un poco, pero no había hecho más que decirle que yo también lo quería y desearle que todo fuera bien. No me había detenido a analizar las razones.

    Incluso si eran terriblemente obvias.

    I'll pick you up! —exclamé en su dirección cuando ya se estaba yendo, y aguardé para confirmar que me hubiera oído.

    Mantuve los ojos sobre su silueta un par de segundos conforme se alejaba, acercando los panecillos a mi abdomen para rodearlos con ambas manos. Cuando hubo desaparecido, regresé la vista a Cayden y mi sonrisa se ensanchó.

    —Quedamos para mañana, entonces —retomé, y se me aflojó una risa por lo que venía pensando—. ¿Qué es esta seguidilla de pelirrojos? Ahora sólo me falta reservar el jueves con Rowie.

    La criatura ni siquiera sabía de quién hablaba, pero había sido una tontería soltada tan al aire que no lo previne. ¿Sería mejor esperar a mañana? ¿O podía sacarle el tema ahora? En sí era un pedido sencillo más allá de las implicancias.

    —¿Subimos juntos? —le ofrecí con una sonrisa, guardando los panecillos en mi maletín.
     
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    Zireael

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    Cayden.png

    A la pobre criatura le había soltado la clase introductoria al lore irlandés bien de gratis, que Dios se apiadara de su alma, noté la sorpresa en su rostro revuelta con la diversión inicial pero fue evidente que igual se agarró de la información, que un poco se la había puesto en bandeja. En otro momento habría sabido encontrar la pata coja de todo mi discurso, el error que parecía corresponder con todo desastre, pero hoy lo descarté. Pateé el trozo de espejo roto y me quedé con lo que era: una broma inocente.

    Esperaba una respuesta que correspondiera al nivel de la tontería, pero se me olvidó la tendencia que tenía esta chica por, ¿chasparrearme los cables? En fin, que cuando soltó la estupidez, suavizando el tono y toda la cosa, algo de vergüenza me cayó encima y la disimulé como pude, por obra divina no se me subió demasiado el color al rostro y me enfoqué en cerrar el casillero.

    —Me vas a subir los humos —solté como quien no quiere la cosa.

    De nuevo, ignoré las implicaciones personales de cosas tan sencillas como una frase de seis palabras y de todas formas la aparición de Mason me distrajo de los nervios iniciales. Me comí el numerito en primera fila, ni siquiera había sido mi intención, pero esto de que las cosas solo sucedieran a mi alrededor comenzaba a ser hasta gracioso. Era información que solo llegaba y ya.

    I'll wait for you then! —respondió él con la sonrisa bien pegada en la cara y se despidió con un movimiento de mano.

    Lo observé irse, conteniendo la sonrisa divertida, y regresé la atención a Sasha cuando me habló confirmando que quedábamos para mañana, sonreí, asentí con la cabeza y me di por servido. Aunque me confundí un poco por lo siguiente que dijo, es decir, entendí que había otro pelirrojo presente porque no era tan imbécil, pero me faltaba contexto para ponerle una cara al dichoso Rowie.

    Redhead week! —apañé aunque la idea hubiera sonado a pensamiento en voz alta y reflejé su sonrisa cuando preguntó si subíamos juntos—. Me habrías ofendido si no lo preguntabas, la verdad.

    Era bastante exagerado, pero se entendía el punto. El caso fue que esperé a que terminara de guardar su regalo, por llamarlo de alguna forma, y le dejé el espacio para que caminara primero aunque por supuesto pretendía acoplarme a su paso.


    te lo puedes arrastrar cuando quieras uwu
     
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    Bruno TDF

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    [​IMG]

    Faltando pocos metros para alcanzar la puerta de la academia, Verónica tomó a Copito entre sus manos. Estas interacciones con el ave siempre estaban provistas con la agilidad de la costumbre, y sin embargo seguía percibiendo el cuidado con el que lo trataba, y el inmenso cariño que depositaba en cada caricia, en el tono de cada palabra. Con una orden en voz baja y un alzamiento de brazos, la chica hizo que el gorrión alzara vuelo. Me entretuve unos instantes con la imagen de su níveo cuerpo atravesando con velocidad el aire, tras lo cual retorné a los ojos de Verónica.

    —Tu herida… —le dije mientras traspasábamos en umbral de los casilleros— ¿Evoluciona bien?

    La bandita adhesiva prevalecía sobre su ceja izquierda, ocultando el corte que había sufrido el domingo pasado. En respuesta, Verónica me dedicó su sonrisa alegre y despreocupada.

    —Togashi me pidió que la llevara puesta un día más, para mantenerla bien cerradita —explicó—. De lo contrario, podría quedarme una cicatriz. Ay, ¿te imaginas eso? —dejó escapar una risa baja, sin agobiarse por esa probabilidad— Me vería ruda, como toda una guerrera, ¿no te parece?

    Le sonreí, cerrando los ojos con solemnidad. Pensaba que no se vería ruda con una pequeña cicatriz en la ceja, pues una imagen así era inconcebible para una persona de su apariencia y carácter. No obstante, estuve más de acuerdo con su atribución como guerrera, a sabiendas del tiempo que llevaba entrenando artes marciales y de la fortaleza mental que relucía en ciertos diálogos y ademanes. La patada en su rostro era un pequeño ejemplo: se apropió de ese impacto para seguir construyéndose a sí misma, sin dejarse llevar hacia senderos negativos.

    La envidiaba un poco, honestamente.

    El rostro de Verónica se iluminó de pronto, como si hubiera reconocido a alguien entre el gentío. Noté que se tanteaba uno de los bolsillos de la falda, algo que estuvo haciendo asimismo durante el viaje en tren; Copito, de igual forma, mostró interés en aquella zona de su ropa. Adivinó al instante la curiosidad presente en mi sonrisa serena, ante lo cual llevó las manos a su pecho como si estuviera realizando una plegaria.

    —Tengo que hacer algo muuuy importante ahora mismo —dijo, y añadió con una mezcla de picardía y ternura en la voz—. Esta vez tu senpai no podrá acompañarte hasta tu clase.

    Asentí con calma.

    —Haz lo tengas que hacer —concedí—. Tu kohai llegará sano y salvo, Verónica.

    —No esperaba menos. ¡Luego nos vemos, Hubby! —exclamó con emoción.

    Ella se despidió con una suave palmada en mi brazo y encaminó a los casilleros de tercer año. Por mi parte, alcancé el mío, en el sector de segundo. Al abrirlo, notorio fue mi desconcierto apenas advertí en su interior un objeto que no identifiqué como propio: una bolsa de galletas, a la que se hallaba adherida una nota. La tomé con bastante curiosidad, leyendo el contenido de su mensaje, confirmando de este modo que el responsable fue Cayden. Su regalo me supuso bastante sorpresa, volvió a lanzar alivio sobre el resto de las inquietudes y, finalmente, logró que sobre mi rostro se deslizara una sonrisa cálida.

    Era una buena forma de empezar el día. Confiaba en que el almuerzo también tendría el mismo tinte.

    Guardé las galletas conmigo, con la intención de dar cuenta de estas en el receso. Si me gustaban estas galletas o no, era algo que a Cayden le correspondía saber en persona. Mientras realizaba el cambio de calzado, noté a Bleke no muy lejos de donde me hallaba. Tranquila como siempre, se movía con la precisión que la caracterizaba… También creí observar algo de detención, aquello que nos sucede bajo el peso de un pensamiento…

    Pero como siempre, no era más que una intuición sobre la que preferí no ahondar. No de momento. En cambio, me acerqué con paso sereno, silencioso, como otorgándole algunos segundos para notarme. Le sonreí cuando así sucedió.

    —Buenos días —la saludé, sereno como siempre—. Veo que hoy nos tocó llegar a la par. ¿Quieres que subamos juntos a clase?

    Vi una linda Blee y no me pude resistir u///u


    [​IMG]

    El tour a los Hattori me había dejado de un humor muy radiante que me duró ayer, me duraría hoy y seguramente el resto de la semana. O incluso más, ¡quién sabe! La labor de dar un recorrido por la academia ya me había puesto muy contenta porque me gustaba tener personas a mi cargo, velar por ellas, acompañarlas y cuidarlas. Pero es que además eran tan bonitos los dos, cada uno a su manera, ¡y también sabían artes marciales! Me generaba bastante emoción que ellos tuvieran conocimientos de las disciplinas más tradicionales, eran como un bonito complemento a los gendai budo modernos en los que me entrenaba. Sin dudas, conformábamos un buen grupo, y deseaba volver a juntarnos pronto con Yuta, porque Kaia-chan de seguro me tendría encima cada dos por tres, dado que íbamos a la misma clase.

    En los casilleros, vislumbré la cabellera resplandeciente de Ali-chan, deslizándose como río dorado entre los demás estudiantes. Notarla me supuso una agradable sorpresa; no porque no esperase hallarla ahora mismo, sino porque, en realidad, mi plan matutino era hablarle. No esperaba que la oportunidad se presentase tan pronto. Cuando me despedí de mi vecinito, esquivé en el camino a una chica y un muchacho pelirrojos.

    Ya en los casilleros de mi curso, me paré detrás de Ali-chan. Llamé su atención dándole unos suaves toquecitos en el hombro. Hacer eso me arrojó un pequeño deja vu por todo el cuerpo, puesto que esto mismo hice en el campamento el día que nos conocimos, antes de la prueba de valor. Cuando se giró hacia mí, la recibí con una sonrisa cristalina que casi, ¡casi!, me cerró los ojos.

    Porque me estaba imaginando la sonrisa que pondría cuando le diese lo que tenía en mi bolsillo.

    Amane aaaaaa ¡Por fin pude postear!

     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Acababa de recoger los zapatos externos del suelo y estaba irguiéndome para depositarlos dentro de mi casillero cuando percibí una silueta a mi costado. Mi mano encontró la hendija de la puertecilla al tiempo que deslizaba la mirada; incluso sin haberlo enfocado plenamente había anticipado que probablemente se tratara de Hubert. Los colores oscuros habían quitado a Kashya de las posibilidades y mi relación con Joey, a pesar de ser agradable, era muy esporádica. Encontré sus ojos, oí el click del metal y le sonreí.

    —Somos muy responsables —bromeé, sin cambiar sustancialmente mi tono de voz, y asentí con calma—. Ya que el destino ha hablado...

    La frase quedó suspendida en el aire conforme lo rebasaba, con la mano enganchada en las tiras de mi bolso. A los pocos pasos me detuve y giré el torso, a su espera, para seguir caminando.

    —¿Qué tal el fin de semana?


    ah, qué problema u//u
     
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    EDA DIEKMANN.png

    Apenas había notado que el chico estaba hablando por teléfono o lo había estado haciendo antes de mi llegada, suponía que no lo había interrumpido y si era lo contrario pues, que pena, no pensaba disculparme tampoco. Cuando giro su cabeza lentamente para poder verme mis ojos se fijaron en los suyos por algunos segundos, era muy diferente haber tenido que ver por una foto en pantalla que tenerlo físicamente, y casi cerca por así decirlo.

    Entonces ladee la cabeza y alce una ceja al escuchar lo que dijo, y más que nada por forma en la que disfrazo todo, una sonrisa algo sarcástica quiso aparecer en mis labios pero la detuve.

    —No sabía que tenía que acercarme a ti, ahora recién me entero ¿sabes?.

    Para ser sincera a veces me preguntaba por qué mi papá había decido que enviarnos a Tokio para más de cerrar un negocio, algo me decía que Máxime ya se estaba encargando de todo, simplemente para él era mucho más fácil. Ósea había hecho esto algunas veces porque Killian estaba a cargo o a veces dejaba que nosotras manejáramos todo, pero trabajar con la yakuza por medio del contrabando que mi papá manejaba porque simplemente tenía ese poder era algo que no me imagine. Nunca.

    Y realmente que lo tenía.

    Italia y Rusia estaban con él.

    Así que ahora que lo pensaba bien, ser la reina de los tableros tenía que servirme ahora de algo ¿no?. Como fuese, escuche lo que dijo después, no murmure nada por el momento, pero me permití una risa mientras seguía lo que hacía con la mirada hasta que giro el cuerpo hacía mi.

    —Demasiado diría yo, soy el tipo de personas que se adapta demasiado rápido a cualquier tipo de situación —el mundo en el que había crecido había ayudado a eso. Me quede en silencio por algunos segundos hasta minutos podría decir, bueno hasta que decidí hablar —Entonces Alpha der Wölfe, te has de preguntar que me trajo ahora recién hablar contigo ¿no?.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Le sostuve la mirada unos cuantos segundos, sin inmutarme, hasta que solté la estupidez de turno y su reacción fue palpable. Seguí el movimiento de su cabeza, la ceja enarcada, e imaginé que incurriría en una réplica. Argumentó a su favor, mi sonrisa no cambió y seguí exagerando el asunto sin ningún motivo particular.

    —Ya. Las conversaciones de tan larga distancia tendrán su delay, imagino. Aunque siempre es buena idea acercarse a mí.

    El chiste se contaba solo y si lo solté con tanta liviandad fue porque la realidad me importaba un huevo. Además... me había pillado de buen humor, suponía. Acabé el trámite en mi casillero, en cualquier caso, y le dediqué mi entera atención. Dijo que se adaptaba con facilidad y yo asentí, hundiendo las manos en los bolsillos del pantalón. No sabía si la gente era estúpida o no le importaba exponerse, en cualquiera de los dos casos el resultado era el mismo: escupían una cantidad absurda de información por el simple hecho de vivir, moverse y tomar decisiones, en especial aquellos de... fácil adaptación como esta chica.

    —Pude verlo, sí —concedí, revolcándome en la gracia.

    Se quedó en silencio y yo aguardé en perfecta calma, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo. Cuando habló, de su boca salieron palabras en alemán que asocié directamente a mi rol entre los Lobos y mi sonrisa, por fin, se torció con una sombra de prepotencia.

    —No realmente —repliqué al instante, sereno, y balanceé el cuerpo para indicarle que planeaba empezar a caminar—. Pero si quieres entretenerme el camino hasta clases soy todo oídos, Diekmann-san.
     
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  14.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Arata.png

    Me había pasado parte de la noche de ayer buscando contactos, una parte por el pedido de Cayden y otra por lo que me concernía de forma más inmediata: los metales de Ikari. Me estaba costando lo suyo, tenía que escarbar hasta bajo las piedras para encontrar algo decente, un proveedor de confianza, que no fuese a sacarnos un ojo de la cara, pero que tampoco se le ocurriera jodernos. No sería más que eso, un proveedor, pero era mejor prevenir que curar.

    Como fuese, llegué a la escuela dando gracias al cambio de clima y aparqué la moto. Un poco por reflejo busqué a Sonnen, que también me parecía una bomba de tiempo incluso peor que el mismo Cayden, pero no estaba afuera fumando y cuando llegué a los casilleros tampoco lo vi. De hecho fui a abrir su casillero primero, los zapatos seguían allí, así que no había llegado. No creía que faltara, vaya, si quedarse solo en casa seguro acababa de ponerlo psicótico, pero el atraso no anunciaba nada bueno.

    De todas maneras volví a mi casillero, al abrirlo noté la bolsa misteriosa con el post-it encima y lo tomé. La primera letra la reconocí en el acto, por más imbécil que fuese. Parecía haberlo escrito sin ganas, el hijo de puta, pero ponía que se las podía llevar a mis hermanos si quería y eso de todas formas era más propio de él, más normal. La segunda letra no se parecía, la aclaración me hizo la debida cuota de gracia, pero entendí que no podía ser otra que Sasha.

    Despegué el papelito de la bolsa, lo doblé y lo guardé en la billetera, después guardé las galletas en la mochila porque aquí todo el mundo metía la puta nariz donde no le correspondía. Hice el cambio de zapatos y todo el cuento, pero antes de cualquier cosa saqué el móvil, busqué el chat con Sasha y le escribí.

    Me ocupé con tonterías, para variar
    También te extraño
    Te puedo llevar a casa a la salida, si te parece


    Hombre, al final Sonnen tenía razón y todo al espantarse con mis repentinas amabilidades. Debía ser el mensaje más cursi que le había enviado a cualquier ser humano en mi vida, pero qué más daba. Me salió sin esfuerzo siquiera.


    ahí queda el pendejo

    Gigi Blanche la más pesada yo JAJAJAJ pero pa que sepas que le mandó unos mensajitos *shy noises*

    Laila.png

    El cambio en el clima era agradable, que esto de retomar las clases con el cielo de lo más gris no era para nada agradable. Así Jez y yo pudimos tomar el tren sin tener que envolvernos como burritos al hacer el camino a la estación, además de que la brisa primaveral elevaba un poco los ánimos, los suyos incluidos. Ayer cuando volvíamos a casa me había contado que almorzó con la chica que había tropezado con ella y que todo se había arreglado, pero algo estaba mal.

    La tensión de su cuerpo no era normal.

    ¿La había disimulado todo el receso tal vez?

    No estaba segura, pero recordé la cara de muerto de Sonnen del viernes y aunque quise unir cabos no pude. Mi ausencia me tenía sin información, todo parecía desconectado, así que no podía hacer más que seguir fluyendo con las cosas, fueran las que fueran. Tampoco podía hacer nada si ella no me contaba qué pasaba o más bien qué era lo que sentía con lo que pasaba.

    En cualquier caso, por la mañana parecía ella misma otra vez y llegamos a la academia sin contratiempos. Conversamos de cualquier cosa, me dijo que Isaac había preguntado por mí hace unos días así que le dije que hoy después de clase podía pasar a saludarlos antes de irme a casa y eso la hizo sonreír, aunque me pregunté hasta donde el pedido del niño no era un pedido suyo.

    Al llegar a los casilleros me cambié los zapatos primero, luego nos detuvimos en el casillero de Jez y mientras ella hacía lo correspondiente yo revisé el móvil. Se me había olvidado quitarle el silencio, así que nada me avisó de los mensajes que eran de Adara, la amiga de Jez que se había interesado en el club; le respondí entonces.

    Hola, Adara
    Me alegra mucho que te decidieras a entrar!
    Y te lo agradezco como no imaginas

    Con eso hecho, salí del chat de la chica después de guardar su contacto y busqué otro después. Jez se había puesto a acomodar algunas cosas de su casillero, así que me dio algo de tiempo en lo que le escribía a Verónica. Estaba en los casilleros, pero ni Jez ni yo quisimos molestarla supuse, así que mejor opté solo por dejarle unos mensajes.

    Buenos días!
    Tengo a una chica más para el club de esgrima, Vero

    Poco después de que los enviara, Jez me alcanzó uno de sus cuadernos, de los que no usaba hoy, y me dijo que podía llevármelo al día si necesitaba ponerme al día o lo que fuese. Lo acepté, agradeciéndole, y esperé por si tenía que llevarse algo más.

    Jez y Laila quedan al servicio de la comunidad

    but also
    quem Laila respondió los mensajitos de Ada
    y Bruno TDF Laila le mandó unos mensajes a Vero, solo para que sepas
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Alisha 2.png

    Tras despedirme del muchachito de pelo azul, hice una parada en los baños del piso bajo y luego subí al pasillo de tercero, donde pude captar parte de la escena que Joey se había montado con una muchachita rubia que no ubicaba de nada. Lo que vi me hizo su relativa gracia y, a decir verdad, me dio algo de pena pensar que podía estropearle el día si le contaba cómo había ido lo de Morgan, así que decidí, en ese mismo momento, mejor decírselo en otra ocasión. El resto del día se sucedió con normalidad, pues pasé el mismo junto a granny para aprovechar el tiempo que iba a estar de vuelta, así como también intentar no pensar demasiado en nada por fuera de su presencia.

    A la mañana siguiente, pues, me colé en la academia sin pena ni gloria. La resaca se me había pasado por completo, pero seguía algo cansada, y de todas formas nunca había sido demasiado fan de tener que madrugar tanto para ir a sentar el culo otras tantas horas y escuchar cosas que no me interesaban; tampoco tenía muchas otras opciones, desgraciadamente. Me dediqué a hacer el cambio de zapatos con algo de pereza, y hasta un bostezo se me coló entre medias, terminándose el mismo justo cuando sentí un par de toques en el hombro.

    —Ah, Vero-chan... —le dije en voz algo baja, tras haberme girado para intentar descubrir de quién se trataba.

    La niña me recibió con una sonrisa enorme, me daba la sensación de que estaba algo emocionada por algo (más de lo habitual, quería decir), y no pude evitar repasarla con la mirada un par de segundos, antes de pararme de nuevo en sus ojos con el ceño ligeramente fruncido.

    >>¿Cómo tienes tantas energías a estas horas? I just wanna sleep foerever...
     
    Última edición: 1 Diciembre 2023
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    Gigi Blanche

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    Yuta.png

    El primer día de clases ni había estado tan mal. Acabamos compartiendo el receso con la muchachita compañera de Kai, que enérgica y todo como parecía no me había resultado particularmente apabullante, y finalizamos el tour en el dojo. Allí almorzamos y conversamos con calma hasta que la campana sonó. Apenas ingresar a mi clase recordé que había olvidado usar la dichosa palabra que le había pedido a Maxwell. Me detuve de golpe, me giré, estuve por salir al pasillo y me arrepentí, reanudando mi trayecto original. Bah, daba igual. Si todo se desarrollaba como estimaba, la empezaríamos a ver con relativa frecuencia.

    Y ya de paso sembraba algo más de misterio.

    —Es un día precioso —musitó Kaia, alzando el rostro hacia el sol y cerrando los ojos mientras atravesábamos el patio.

    Confiaba en sus sentidos más que en los míos, pero aún así le presté especial atención al suelo para prevenir que se tropezara. Murmuré un sonido afirmativo vago, más atento a la tarea autoimpuesta, hasta que noté que me miraba de soslayo. Giré el rostro, su sonrisa se ensanchó con diversión y se vació los pulmones. La veía muy relajada, contenta también, y eso me tranquilizaba.

    —¿Qué te gustaría hacer hoy, Yu? ¿Recorrer el resto de la escuela, quizá? —sugirió ella, llegando a nuestros casilleros—. ¿O prefieres volver al dojo?

    Me conocía bien. Era una persona de hábitos y tendía a recluirme con facilidad cuando encontraba espacios donde me sentía cómodo o seguro. Kaia, sin embargo, debía tener ganas de conocer los demás espacios. El prospecto de la vida escolar le había emocionado desde que la encerraron con las tutorías aquí, era naturalmente más sociable que yo.

    —Nah, podemos explorar —concedí, e incluso si pretendió disimularla, la alegría se le filtró en el semblante—. Me da curiosidad ver qué tienen estos pijos para ofrecer.


    ahí quedan uwu7
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Kenneth 2.png

    El almuerzo en la azotea con aquel par acabó siendo bastante ameno, asunto que agradecí internamente cuando nos tocó entrar a nuestras respectivas aulas y noté que seguía encontrándome de bueno humor después de la interacción en cuestión. El resto del día transcurrió con normalidad y, habiendo sido un lunes, la tarde la pasé en casa junto a Kashya, estudiando o viendo algo en la tele mientras ella leía algún libro.

    La mañana siguiente nos recibió con un clima bastante agradable y, una vez dentro de la academia, me tuve que separar de Kashya para que cada uno se pudiera dirigir a su respectiva fila de casilleros. Hice el cambio de zapatos sin mayor problema y, en el proceso de erguirme, eché un vistazo a mi alrededor para escanear el panorama. No sabría decir exactamente qué me había impulsado a acercarme a la pareja de albinos que había un par de pasos más allá, pero tampoco me iba a preocupar demasiado por analizarlo; podía ser que simple y llanamente me gustaba conocer gente nueva, ¿verdad?

    —Buenos días. Tú eres la chica nueva de mi clase, ¿verdad? —les dije junto a una sonrisa tranquila una vez estuve lo suficientemente cerca, centrando especialmente mi atención en la chica, y solo después de un par de segundos me di cuenta de lo invasivo que había tenido que ser mi aproximación—. Ah, una disculpa. Soy Thornton Kenneth y voy a la 3-3, por eso me suena tu cara.

    Justo en ese momento, tras haber acabado mi aclaración, Kashya apareció a nuestro lado sin hacer ninguna clase de ruido, y aproveché el momento para intercalar una mirada entre ella y los otros dos alumnos presentes.

    >>Ella es mi hermana, Kashya, por cierto —la presenté, junto a una sonrisa algo más divertida.

    La estampa que teníamos que ser los cuatro en ese momento...
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    La gente en esta escuela era increíblemente sociable, y lo señalaba como algo positivo. Me había puesto muy contenta que Manson-san nos diera la bienvenida, que Maxwell-san se esforzara tanto en nuestro tour y ahora teníamos frente a nosotros a un muchacho de mi clase. Lo recordaba vagamente, gozaba de cierta memoria fotográfica, aunque los nombres eran otra historia. Sus ojos eran muy celestes, me parecían incluso salpicados de jade, y nos sonrió con amabilidad. Asentí apenas buscó confirmar que fuera la chica nueva de su aula.

    —No te disculpes, Thornton-kun, no has hecho nada malo —lo tranquilicé, valiéndome de mi lengua materna para pronunciar bien su apellido, o al menos mejor de lo que le habría salido a un japonés promedio—. Hattori Kaia, aunque quizá lo recuerdes de ayer, y él es mi primo.

    Había señalado a Yu con el dorso de la mano. Él le concedió una pequeña sonrisa a Kenneth y asintió a modo de saludo.

    —Hattori Yuta —se presentó.

    —Nos transferimos juntos, pero nos pusieron en clases distintas —expliqué junto a un ligero suspiro—. Es una lástima, pero es mejor que...

    Me interrumpí casi a cámara lenta tras advertir una cuarta presencia junto a nosotros. ¿Otra albina? Thornton-kun tenía el cabello claro, sí, pero era relativamente grisáceo. El detalle me hizo demasiada gracia y acabé soltando una risa breve, la cual tapé con mi mano y me apresuré en excusar.

    —Ah, lo siento, lo siento. —Miré a Kashya y, habiendo juntado las manos frente al regazo, incliné la cabeza—. Un gusto, Thornton-san. Yo soy Hattori Kaia.

    Había dudado qué honorífico aplicarle, sin estar segura de a qué año iba. Yuta repitió su nombre de la misma forma que acababa de decirlo y su sonrisa reflejó una diversión liviana. Él también lo había pensado, ¿verdad?

    —Es gracioso porque ayer también era albina la chica que nos dio el tour —explicó, y yo miré a Kenneth.

    —Maxwell-san, es compañera nuestra —aclaré.

    —Ahora me pregunto cuántos albinos quedan escondidos abajo de las piedras.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Encontrarme a mi hermano hablando con dos personas completamente desconocidas no era algo que me impresionara demasiado, a decir verdad, y por ello mismo no tuve mayor problema en acercarme al grupo que se había formado sin cambio aparente en mi expresión. Kenneth me presentó ante la pareja en cuanto los alcancé, y yo les dediqué una leve inclinación a modo de saludo tras recibir sus propias presentaciones.

    —Voy a segundo —aclaré, tras haber notado el atisbo de duda que alcanzó a la chica en cuanto quiso dirigirse a mí con el honorífico adecuado.

    —Ah, Verónica —soltó entonces mi hermano, centrando su atención en la muchacha, y siguió sonriéndose con diversión—. La conocí en el campamento, sí. Hay unos cuantos albinos aquí metidos, es cierto... las amigas de Kashya del club de lectura, por ejemplo.

    —Blee es rubia —aclaré, levantando la vista para dar con la suya.

    Él me miró entonces, pestañeando un par de veces con algo de confusión, pero al final simplemente se encogió de hombros recuperando la sonrisa y volvió a centrarse en nuestros acompañantes.

    —¿Queréis subir con nosotros? Y nos podéis contar qué os está pareciendo la academia —propuso, suavizando un poco la expresión ante la invitación.
     
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    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Llegué a notar una pizca de su bostezo antes de que mi mano alcanzara su hombro. En el momento que se giró para posar en mí sus ojos tan bonitos, la emoción que calentaba mi pecho vibró a causa de la expectativa, sí, pero aquello no me impidió advertir la somnolencia presente en el rostro de Ali-chan. Nos repasamos con la mirada casi a la par, como si estuviéramos sincronizadas. No tenía forma de saber que a ella le estaba llamando la atención la brillante energía que parecía manar de mis poros, pero me habría parecido bastante gracioso porque yo, en cambio, me detuve en sus signos de cansancio. La pregunta que me hizo, seguida del comentario en inglés, terminaron por arrancarme una risita animada. ¡Y además...! Eso me arrojó una idea extra a la mente.

    Good morning, Ali-chan —saludé, jovial—. Me estuvieron pasando muchas cosas lindas estos últimos días, y se me avecina una semana emocionante. Por eso me ves así, hecha un pequeño manantial de energía. Pero lo de dormir nunca deja de sonar bien, eh —convine; entonces me incliné un poco hacia ella, sin perder el contacto visual— Y tú también eres responsable de que esté así, ¿sabes? —mi sonrisa se suavizó un poquito, aunque no perdió la intensidad del entusiasmo— Es que hoy pensaba buscarte para algo importante. Es una suerte que hayamos llegado a la vez, creo que no hubiera podido esperar hasta el receso —bromeé, si bien era verdad lo que expresaba porque de a ratos podía pecar de impaciente.

    Le hice una seña con la mano, como pidiendo que me esperara mientras me dirigía a mi casillero, que no quedaba muy lejos del suyo.

    —Si no tienes prisas, ¿me acompañarías al pasillo? —decía mientras me cambiaba los zapatos de la calle por los uwabaki— Allí podremos hablar más tranquilas, supongo.

    En un rato posteo en el Pasillo con Hubert, que me voy a arrastrar a Blee para allá uvu
     
    Última edición: 2 Diciembre 2023
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