Interior Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    La queja sobre Ko la había soltado para el moreno básicamente, no porque pretendiera ignorar al otro adrede, sino porque no lo conocía y tampoco veía necesarias las consideraciones especiales; nunca lo hacía. Ambos se rieron, sin embargo, detalle que me hizo deslizar la mirada a él. La opción evidente era que conocía a Ko y de ahí la reacción, pues tampoco tenía pinta de adecuarse a los demás con tal de permanecer en la fiesta.

    Asentí ligeramente al mencionar la comitiva que acabaríamos siendo y luego que nada se perdía intentando. No vi que la conversación diera para mucho más y estuve a punto de despedirme de ellos e irme cuando el rubio despegó la espalda del casillero, llamando la atención de ambos. Me miró, el moreno dijo mi nombre y mi apellido y sentí un poco, sólo un poquito de pena por no recordar el suyo. Tampoco podía preguntárselo ahora, ¿cierto?

    Fingí demencia, pues, y suspiré con cierto dramatismo a la pregunta del rubio.

    —Lamentablemente —respondí, yendo hacia él.

    Asistir a clases me aburría nueve de diez veces, en especial en Japón. No había nada con lo que entretenerse, si acaso la loca de nuestra profesora me daba algo de material. Visual, sobre todo.

    —Ya que tienes mi nombre —retomé, con calma—, ¿cuál es el tuyo?

    ¿Pretendía fingir que me sabía el nombre del moreno hasta el final del recorrido? Pues claro. Una debe atenerse a sus decisiones hasta el final.
     
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    Para bien o para mal, la distracción de Hubert con Sonnen había servido para que todo lo demás, lo que ocurría bajo la mesa, pasara inadvertido. Quería confiar en que los mundos no colisionarían, que las esferas no acabarían fusionándose trayendo los monstruos de una a la otra, pero realmente no era una certeza a la que pudiera atarme en lo más mínimo. Si lo pensaba con detenimiento estaba jugando con fuego, como siempre.

    Incluso si las llamas me pertenecían.

    La ambición bien podía considerarse un pecado.

    En cualquier caso, la charla siguió como si nada gracias al hecho de que Ilana no había optado por hacer ningún comentario sobre lo que podría haber percibido. Le contestó a Hubert lo de la transferencia, de dónde venía y pensé que mis tíos no habían sido muy diferentes de esta chica. Que antes de que yo naciera ellos habían tenido que adaptarse a una escuela japonesa y la tarea no debía ser sencilla.

    Su pregunta me hizo consciente que realmente no le había hecho demasiadas preguntas a Mattsson sobre, bueno, su procedencia. En general no le preguntaba muchas cosas a nadie, exceptuando a Ko, así que no era nada raro viniendo de mí pero aproveché la pregunta ajena para prestar atención. Resultaba que el niño era sueco y venía de Estocolmo. Europa del Norte también, para la gracia.

    No lo dije, pero la extranjera entre los extranjeros era Ilana.

    —¿De verdad? —soltó la chica sin filtrar del todo el interés en su voz—. ¿Y qué te hizo venir de intercambio a Japón precisamente?

    Era un tiro a ojos cerrados, pero por la personalidad de este muchacho, que se asimilaba peligrosamente al archivo de Sonnen, suponía que una parte tendría que ver con lo que podía aprender y almacenar. Cuestiones culturales en su mayoría, pero ahora quería llevarse también la parte de la socialización, aunque bajo esa lógica algún día se iría.

    Se iría de regreso a su hogar.

    Algo en esa realización me punzó el pecho, me lanzó a otros recuerdos y a otras separaciones y no supe muy bien qué hacer con la información. Cuando me miró le sonreí en automático, negándome a conectar con mi miedo, y abrí un poco más los ojos cuando me pasaron la pelota.

    —¿Yo? —pregunté haciendo el tonto y sentí la mirada de la rubia encima—. Nací y crecí aquí, pero mi familia es irlandesa. Hablo inglés y pesco algunas palabras gaélicas, del escocés y el irlandés quiero decir, pero no hablo ninguno de los dos.


    Creo que no, no habían hablado de esto ni de que Hubby es de intercambio

    Arata 3.png

    A ver, tampoco era que me las diera de buen samaritano ni nada pero si la mierda era proporcionalmente catastrófica al aspecto que tenía Altan desde que Dunn nos invocó, bueno, daba un poco de pena. La misma pena que daba Ikari, como el puto niño rico que era, con dolor en cada articulación del cuerpo. Igual me estaba volviendo demasiado sentimental, vaya, pero yo qué sabía.

    Interrupciones más, interrupciones menos y una cana más en la cabeza por la aparición de Wickham habíamos terminado hablando del asunto de Hiradaira con la chica esta que también daba estas vibras oscuras, aunque bastante más sofisticadas que las de Drácula. Era amiga de Ko, al parecer, así que puntos para todos ahí por tener en común al cara de bebé. Ni siquiera era tan extraño, el carácter del mocoso le permitía conocer bastantes personas incluso si era por accidente.

    Cuando le pregunté si iba a subir suspiró con dramatismo, dijo que lamentablemente y se me aflojó una risa. No teníamos pinta de ser lo más interesados en meternos a un salón, ninguno de los tres, así que tenía su gracia.

    —Una verdadera pena, pero al menos no estamos solos en este dolor llamado ir a clase —respondí pues porque sí.

    A Sonnen le tomó unos segundos más seguirnos los pasos, pero acabó por hacerlo y acompasó a mi ritmo. No habló más y yo miré a Morgan cuando apuntó a lo del nombre.

    —Cierto, cierto. ¿Dónde quedaron mis modales? Shimizu Arata —contesté mientras hundía las manos en los bolsillos—. ¿Amiga de Kohaku entonces?


    te los puedes ir arrastrando uwu
     
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    Con que un evento especial, ¿eh? ¿Y que siguiésemos el sonido de la flauta, decía? No tenía mucho de donde comparar, pero sonaba a una academia curiosa en general. Podía notar en los alumnos rasgos y acentos de lo más variopintos, y recordé que Yashio había mencionado algo de que el Sakura brillaba por su enorme convenio con estudiantes de intercambio de todo el mundo.

    Me quedé rumiando esos detalles cuando Izayoi se echó encima una capa de jocosidad bastante inesperada, y se ofreció a acompañarme al evento. La miré por espacio de unos segundos, tomada por sorpresa, y terminé dirigiéndole una sonrisa teatrera en respuesta.

    —Bueno... ¿Acaso no es el trabajo de una maid acompañar a quien cuida? —respondí en su misma linea, liviana, liberándola de mi agarre para que pudiese ir a su bola. No lo reflejé, pero me hizo cierta ilusión su propuesta. Di un paso atrás, señalando las escaleras—. Deberíamos ir subiendo, ¿verdad? ¿Puedes liderar el camino para esta pobre alma descarriada?

    Puedes postear ya si quieres en los pasillos uvu


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    Mis mejillas se tiñeron de un suave carmín cuando una de ellas señaló lo perdidos que nos veíamos en general. ¿Tan... obvia estaba siendo? Había confiado en que repasar un poco la escuela sería suficiente, pero la práctica siempre terminaba siendo completamente distinta en la realidad.

    Kagehira-san, más que decepcionado, pareció resignarse ante la negativa de las recién llegadas. Le dirigí una mirada de soslayo, intrigada. Me preguntaba qué clase de documentos debería entregar al centro que no hubiese hecho con antelación.

    —La sala de profesores será suficiente. Le encasqueto al primero que pille esta mierda y listo —resolvió, bastante a la ligera. Dudaba que funcionase así, pero algo me decía que señalárselo no tendría caso. Volvió su atención hacia Brown-san, algo sacado de base—. Espera, ¿has dicho tour por la escuela?

    —Así es. Es una práctica que realizan con los alumnos de nuevo ingreso —puntualicé.

    —Joder.

    Kagehira chistó la lengua, pero no añadió más. Su incorformidad con la escuela resultaba más que palpable. Por suerte Brown-san encauzó la conversación hacia un rumbo inesperado. Busqué con la mirada el tablón de anuncios, y comprendí por la acumulación de estudiantes que aquello parecía ser la novedad del momento.

    —¿Un... evento de baile? —repetí, desconcertada. No recordaba leer nada sobre eso.

    Kagehira-san se encogió de hombros en respuesta.

    —Lo mires por donde lo mires suena mejor que el tour —Hizo una pausa y buscó mi mirada intencionadamente—. Cuenten con nosotros. ¿En los pasillos de segundo, entonces?

    Fruncí ligeramente el ceño en su dirección.

    —Kagehira-san, en ningún momento dije que...

    Me detuve en seco cuando el chico se colocó entre ambas, la mirada de los tres pesándome en la conciencia. Me miraron fijamente por espacio de unos segundos (en los cuales el chico aprovechó para hacer caras bastante ridículas).

    Suspiré. Tendría que dejar la visita a la biblioteca para más tarde.

    >>Está bien... —cedí finalmente con suavidad—. ¿En qué clase os encontráis? Iremos a buscaros más tarde.
     
    Última edición: 16 Octubre 2023
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    Era muy posible que tanto Cayden como yo hubiésemos reparado, a la vez, en el hecho de que no nos hicimos preguntas sobre nuestros lugares de origen, siendo que ese tema podía ser bastante típico dentro de una academia donde los extranjeros conformaban un número destacable del estudiantado. En principio le había pasado la pregunta de Ilaina en broma; no era propio de mí el dejarme llevar por ocurrencias jocosas, pero sentía que podía permitírmelas con él a sabiendas de que no se lo tomaría a mal. Puede que se tratara de confianza. En todo caso, aunque mi “pase” tuvo esa intención bromista, en realidad me movía un genuino interés por saber más de él, por lo que lo escuché con la misma atención.

    Pensé que su caso era bastante similar al de Altan. Nacido y criado en esta tierra, pero hijo de una familia con raíces europeas. En algún punto había intuido esta procedencia, un poco al pasar, pero no continué centrado en tales pensamientos ante la falta de indicios que permitieran confirmarla. El malentendido con Anna en el campamento me enseñó a tener un poco más de cuidado respecto a mis observaciones, pues descubría que asimilar cosas de las personas era algo que podía tornarse inoportuno. Así que, en lo personal, me resultó bastante positivo saber más cosas de Cayden sin haber cometido acciones equivocadas, sonreí bastante cuando terminó de contar lo referente a las lenguas gaélicas.

    —Efectivamente, somos como tres forasteros reunidos en un mismo punto —convine con un leve asentimiento, tras el cual me giré hacia
    Ilaina para responder a su pregunta previa—. Lo que me hizo venir hasta aquí es una cuestión de interés cultural y una búsqueda de aprendizaje, de descubrir cosas que quizá no puede ofrecerme mi tierra natal —cerré los ojos con solemnidad, ocultando así la melancolía que comenzaba a teñir mi mirada—. Podría decirse que intento ampliar mis horizontes como persona, por eso decidí salir de Estocolmo tras tantos años viviendo allí.

    Para ser honesto, los motivos de mi intercambio no eran estrictamente académicos o de conocimiento. También se implicaban asuntos más… personales. Mi propia historia sumergida en un silencio profundo.

    Revisé el móvil sólo por llenar con algo los segundos de silencio, comprobando así que faltaba poco para que iniciaran las clases del día. Miré a Cayden y la chica con una sonrisa calmada.

    —Creo es momento de ir subiendo —les dije—. ¿Vienes con nosotros,
    Ilaina? Aunque yo sólo podría acompañarlos hasta el segundo piso.

     
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    En si para ser sincera no tenía ni la menor idea de dónde quedaba la secretaria en poco sabía que la sala de profesores quedaba en la segunda planta por qué justamente mi salón y el de Isla pues quedaba allí.

    Escuché su conversación en poco mientras que con Isla nos mirábamos de reojo cuando mencioné lo del tour, en eso la chica le explicó de qué se trataba y para no mentir se lo agradecía.

    Bueno hasta que saque el tema del baile, yo y mi forma de convertir y cambiar la conversaciones a otro tema aunque después de todo estábamos convocado a más personas¿no?.

    —Si —sonrei en poco.

    Note por puro reflejo los movimientos del chico cuando se escogió de hombros, escuché lo que dijo miestras la risa baja de Isla se escuchaba por lo que había dicho Kagehira.

    —Por ahora se ve mejor que el tour—murmuro—. Después de todo no todos los día hay eventos de baile como lo que va haber hoy.

    Deje que terminara de hablar para confirmarle al chico lo del pasillo de segundo, en eso la chica frunció el ceño y obviamente ya me imaginaba de donde venía todo pues el chico la había metido a ella también sin que dijera que si iba a ir, reí en poco miestras le hacíamos espacio a Kagehira para que se metiera entre las dos para después volver a mirar Anisphia. Suponia que nuestras miradas estaban rojandole que fuera ya que la misma sonrisa que tenía en mis labios no se fue cuando acepto.

    —Mi salón en el 2-1 y el de Isla es el 2-3 —mire de reojo a la nombrada—. Ya que no estamos juntas pues, pueden esperar afuera de mi salón para ir a buscar a Isla y después ir directamente al patio norte ¿les parece?

    Con eso mire el reloj en la muñeca de Isla.

    —Creo que ya es hora de ir subiendo, aunque nosotras nos quedaríamos solo en la segunda planta.

    Holis Andy bueno creo que hasta aquí nomás cierro con las niñas uwu, fue un placer rolear con tu niño/a <3.

     
    Última edición: 17 Octubre 2023
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    La primera en descender del coche fue Kaia. Incluso habiendo quedado del otro lado, dio la vuelta y aguardó por mí en la acera. Había creído tener el guante más accesible, pero acabé encontrándolo al fondo de la mochila. El chofer me preguntó si todo iba bien y le respondí, escueto, que sí, finalmente colocándome el accesorio en la mano izquierda. Era negro y discreto, se camuflaba con el blazer, pero qué sabía yo. Por mí habría traído anudadas las vendas de toda la vida, fue Kaia quien insistió.

    Me despedí del hombre, otra vez, con pocas palabras, y Kaia me recibió con una sonrisa. Llevaba el cabello albino, estúpidamente largo, peinado con prolijidad en una coleta alta, y no había una sola mota de polvo en su uniforme. Yo no tenía tanta pinta de muñeco de torta, suponía, o al menos me había esmerado en dejar la corbata a medio anudar, pero el panorama estaba difícil. El instituto anterior había sido la misma mierda.

    Mi familia siempre pecó de elitista.

    —¿Te queda bien? ¿Cómodo? —indagó Kaia, en lo que recorríamos lo que parecía ser un patio frontal.

    Murmuré un sonido afirmativo, distraído en la arquitectura del edificio, y luego bajé la vista a mi mano. Abrí y cerré los dedos, probé cuánto cedía la tela y le sonreí a la chica.

    —¿Estás entusiasmada? —pregunté en voz más baja, suavizando un poco el tono que casi siempre oscilaba entre la brusquedad y la monotonía.

    —¡Sí! —contestó ella, y la alegría se le filtró en una risa cristalina—. Ya quiero ver la escuela por dentro, los clubes, mis compañeros de clase, la comida de la cafetería... ¡Oh! ¿Sabías que tienen un dojo antiguo aquí? ¿Te lo había dicho, Yu?

    A duras penas llegué a decirle que no, que Kaia siguió parloteando. Dividí mi atención entre ella y la gente que empezaba a rodearnos, bastante porque sí. Curiosidad, quizás. Todo era nuevo para nosotros, probablemente estuviera varios días mirando cada rincón como gato que no puede con sus manías. Nos detuvimos en nuestros casilleros, que según apellido habían quedado uno junto al otro.

    —La única pena es que nos asignaran a clases diferentes. —La oí suspirar, aunque dudaba que el detalle le aplacara el ánimo ni medio minuto, y su voz adquirió una nota distinta. Suave aún, pero más... grave, ligeramente burlona—. Pero la fortuna nos sonríe, Yu, y lo seguirá haciendo.

    La afirmación era ambigua en sí misma, aunque no importaba. Kaia solía verbalizar esa clase de ideas, como mantras o anhelos que confiaba ver materializados un día. No necesitaban responder a nada concreto, no en tanto así lo sintiera. Compartimos una mirada, ella me sonrió como una niñita inocente y yo solté una risa nasal.

    —Eres incorregible.

    —¡Mira quién lo dice!


    ohgod, pasó tanto tiempo desde que planteé su ingreso al rol que no puedo creer que por fin llegó el día JAJAJA

    anyway, ahí quedan *rueda por todos lados*
     
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    El fin de semana había pasado con prisa, además de que apenas había logrado recomponer la energía que había gastado en otras cuestiones, ya que el sábado me había esclavizado un poco más de tiempo en el trabajo por cubrir a medias a Aleck así tuviese éste el permiso. Al menos había logrado hacerme las uñas, así estuviesen de un solo tono como era el purpura metalizado el que acostumbraba a usar; aunque el madrugar no me causaba mucho conflicto, sino fuese porque Hal había pasado antes de tiempo por mí debido a que faltaría el día de hoy que porque tenía que ir a resolver algo que no me incumbía.

    Teníamos medianamente acostumbrado el llegar casi en el momento que sonaba el timbre, y hoy precisamente era una irrupción a la regla.

    Traía el cabello suelto, húmedo aún sobre la tela de la camisa blanca al dejar el blazer en casa, causando ligera transparencia -al menos había elegido el sostén del mismo tono-, además, aún traía hecho a medias el lazo bordeau. De nuevo recalcaba en mi cabeza que definitiva Hal había madrugado más que de costumbre porque no solía llegar con mi uniforme a medias, pero todo fuese por ahorrar lo del transporte. Me paseé por los casilleros hasta alcanzar los de tercero, noté por el rabillo del ojo el par del viernes, sin embargo no me detuve hasta alcanzar mi casillero, estando a una hilera de distancia.

    Si hubiese estado Rowan solo lo más probable es que le hubiese saludado de pasada al menos, por un mínimo de decencia.

    No era vergüenza, o bueno sí. Recordaba perfectamente todo de esa noche, y digamos que no estaba en mi mejor presentación para saludar a los dos, no en conjunto. Abrí mi casillero el cual traía un espejo que había comprado desde el primer día aquí, instalándolo en el interior de la puerta metálica, lo había pegado ahí por situaciones como esta, o solo para cerciorarme de que me veía bien, qué sé yo.

    Desajusté por completo el lazo carmín para anudarlo desde cero, saqué el cepillo también para peinar mi cabello con suavidad al tarerlo todo sobre mi hombro. Por último, con el hidratante de costumbre humecté mis labios y regresé el brillo al bolsillo de mi falda.

    Estaba un poco más presentable.

    Pero no para verlos, bueno, no a Tora.


    Cerré el casillero. Ya había notado el par de destellos blancos en la misma hilera en la que me encontraba, estaban conversando por lo que no vi propio interrumpir aunque me causara algo de gracia el que la chica hablara de fortuna como un mantra, porque bueno, yo solía prender una velita cada que aseaba el apartamento que para atraer buenas energías además de que oliese rico, y cuando lo hacía decía mis cosas a ver si se cumplían, algo que nadie debía saber, obvio. Giré sobre mis talones y di un par de pasos hasta ellos.

    —¿Primer día? —pregunté al no diferenciarlos visualmente de nada, y ya no sabía si estaba cogiendo la costumbre de acercarme a los nuevos porque sí.
     
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    Había tomado el fin de semana demasiado tranquilo para ser sincera, aunque una parte de mí así me lo quisiera negar, seguía desconcentrada por la perdida del collar de mi abuela, fue un regalo de cumpleaños y jure cuidarlo y si eso era lo que me ponía realmente triste, sentí que le había fallado aún no se lo había dicho a mi papá ni mucho menos a Fiorella, y ni el propio Darío lo sabía. Obviamente, ya imaginaba la reacción de mi padre y la de Darío, pero la de Fiorella, esa sí que sabía que me iba a desequilibrar por completo.

    Dios ya había pasado como una semana.

    Y eso era lo que más me dolía y de seguro que a Fiorella mucho más.

    Fiore iba a pensar que no había confiado ella como para decírselo enseguida.

    Camine hacia mi casillero, saque lo que ocuparía y mire mi reflejo en el espejo que tenía adentro, mi rostro seguía igual, pero lo que miraba diferentes eran mis ojos, cerré mis ojos y ahora que lo pensaba bien ni idea tenía si así se miraba el día que había ido a la casa de Jez, pero algo me decía que era en parte los primitos de la chica me habían alegrado el día al igual que haber pasado ese momento en su habitación.

    Jez simplemente era la otra parte buena que tenía en este mundo.

    —Hola Adara —parpadee en poco al fijarme en el espejo, mire el reflejo de Fiorella—. Hasta que por fin te encuentro, pensé que ya no podría hablar contigo.

    Y si ya me imaginaba de donde venía eso, Fiorella pensaba que estaba enojada con ella o que sé yo que mismo era, y como no si prácticamente la había ignorado toda una semana y más.

    —Roja —me gire a verla, quise sonreírle, pero al ver la expresión de su rostro solo la mire de arriba abajo.

    Algo le había pasado.

    —¿Entonces solo te quedarás con Roja?

    Negué antes de cerrar mi casillero.

    —No —la miré e hice un círculo alrededor de rostro—. ¿Qué te paso?

    Sus ojos se fijaron en los míos incrédulos.

    —Es un poco hipócrita de tu parte, preguntarme eso ¿no lo crees?, después que prácticamente me ignoraste toda una semana, así que dime ¿momento de honestidad?

    Alce una ceja y más bien fue porque eso que ella había mencionado ahora, no lo había escuchado desde la última vez y vete saber cuanto tiempo ya había pasado. La mire fijo por algún largo segundo hasta que por fin hable.

    —Perdí el collar de mi abuela — susurré.

    —¿Qué dijiste?

    —Que perdí el collar de mi abuela —y lo sabía, la mirada que me dio terminaría de desequilibrarme por completo.

    —Adara —interrumpí lo que fuese que diría.

    —No te preocupes — noté su vista en mi cuello—. Ya paso, en sí, ya paso me dolió, pero paso — susurré con la vista perdida—. Estoy bien —la miré—. Ahora dime que te paso a ti.

    Me miro antes de recostar su espalda en la fila de casilleros contrarios, escuche en poco su suspiro.

    —El día viernes — parpadeé en poco, sabía que si demoraba para contármelo era porque no era nada bonito, hubo un silencio de mi parte y eso le dio a entender que continuara—. Hubo un evento de baile en el cual participe como tecladista, y bueno, el chico que bailo empezó a sacar a personas al azar a la pista de baile, claramente no había nada malo allí, pero la cosa fue que, me pusieron de pareja a alguien demasiado fría para mi grandioso gusto —paro en poco y yo sabía muy bien que a eso tampoco le vería algo de malo—. Ya me he relacionado con personas así, pero lo que me daño el día fue que, el chico en cuestión se fue de la pista sin decir adiós.

    Ladee la cabeza y aquí era donde estaba el problema, Fiorella había tenido sus emociones revueltas y yo no había estado allí para ayudarle a tranquilizarlas, ¿y me hacía llamar su mejor amiga?

    Joder.

    Pudo haber tenido un jodido ataque de pánico y yo no había estado ahí. ¿Cuándo fue la última vez que la vi teniendo uno? Si lo sabía muy bien, después hubo pasado casi dos años de la muerte de sus padres, y cuando volvió poner sus manos en el piano de su madre.

    —Pero no te preocupes, ahora creo que estoy bien, gracias al cielo, pude tranquilizarme en poco—suponía que había visto la expresión en mi rostro—. Prácticamente, también tuve ayuda de Kohaku —por su silencio, supe que no me diría que había pasado, note su sonrisa—. Así que supongo que estoy bien.

    —No te creo —mi voz salió en un susurro, su mirada me dio a entender que ella tampoco lo había hecho—. Pero siento haberte ignorado toda una semana.

    No estaba acostumbrada pedir perdón, pero por Fiorella haría cualquier cosa, no dijo nada, solo asistió y sonrió, se produjo un silencio que no me incomodo para nada, estar en este momento con ella me hizo recordar lo que había vivido con Jez en su habitación lo vulnerable que había estado y claramente no me había importado.

    —Voy a mi casillero y tal vez suba o ni idea de que haga —me miro antes de enderezarse—. ¿Vienes?

    Negué en poco.

    —Nos vemos entonces — noté su sonrisa sutil—. Fue un gusto hablarte.

    —Nos vemos rojita.

    Con eso vi su figura desaparecer de mi campo de visión, podía decir que estaba tranquila porque había hablado con Fiorella, pero a mi padre no le había dicho nada y sabía muy bien que tenía que hacerlo antes que se diera cuenta.

    Puro relleno porque si y ni idea de donde saque tanta palabrería, pero necesitaba esto entre estas dos niñas uwu.

    Y holis Zireael como te escribí por whats, por aquí te dejo a cualquiera de las dos niñas?) o bueno no sé a cuáles de tus niños/as lanzarías por aquí en los casilleros pero aquí están.
     
    Última edición: 3 Enero 2024
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    Habíamos llegado relativamente temprano, desde ayer en la noche le había dicho a los Sakai que Ro no se sentía bien y mi padre se ofreció a llevarnos, así que caímos en la academia con algo más de tiempo. Apenas íbamos cruzando el patio cuando una sombra, bueno sombra decía yo porque resaltaba como una jodida flama, nos rebasó. Era el hijo del viejo Dunn.

    Rowan siguió su camino con la vista, tranquilo, y suspiró. Todavía no me había dado detalles de lo que había conversado con los otros dos, pero no creía que hiciera falta. Veía cosas, demasiadas quizás, y sabía que aquí habían grandes fuerzas que representaban los conflictos más amplios de Triángulo, esos en los que nunca habíamos participado.

    —Esta escuela es extraña —dijo casi en un murmuro—. Parece un zoológico.

    —Supongo que mientras pagues la matrícula de un poco igual quién seas, ¿no? —comenté al aire, él se encogió de hombros y seguimos caminando.

    Al llegar a los casilleros nos detuvimos en el de Rowan primero, el pobre diablo hizo el cambio de zapatos con la lentitud de un viejo de ochenta años y cuando terminó recostó la espalda en las taquillas. No parecía haber pasado mala noche, pero en su lugar el malestar parecía haberse prolongado en el tiempo así que ahora mismo estaba con el anciano más anciano del Sakura.

    En ese tiempo noté pasar a Manson, que nos hizo el vacío más grande en la historia del cine y yo, descarado como era, seguí su camino hasta que fue a su casillero y entonces bufé de forma audible. A Rowan, en su cansancio, se le escapó una risa bastante burlona, ni siquiera se molestó en regularla y yo lo miré de costado.

    —¿Qué pasa? ¿Ofendido? —preguntó invadiendo mi espacio.

    —¿No lo estarías tú? —repetí y lo miré a los ojos—. Aunque ahora que lo pienso, Akaisa lleva haciéndote el mismo vacío desde que se dio cuenta que estabas en esta escuela.

    —La diferencia es, Tora, que Katrina siempre ha tenido mal carácter.

    Su aclaración no vino a cuento, pero no dije nada más y enderecé los pasos hacia mi propio casillero para hacer el cambio de zapatos también. ¿Qué si iba a quedarme quieto? No, pero tampoco era tan imbécil para ir a meterme.


    más relleno (? ahí quedan Rowan y Tora para el público
    Laila.png

    Este clima era casi un delito, de verdad. Había salido de casa con el cardigan bajo el blazer y aún así el viento se sentía frío, pero nada que hacerle. Esperaba que en el transcurso de la semana mejorara un poco el asunto.

    —Vero me dejó unas galletas en el pupitre —dijo Jez de lo más suavecita por el gesto de su nueva amiga.

    —A mí me regaló una el viernes también y me presentó a Copito —contesté mientras entrábamos a los casilleros.

    Desde ayer Jez me había dicho de acompañarme a la escuela, a sabiendas de que podía seguir nerviosa, así que acepté sin mucho problema. En el trayecto en tren me disculpé con ella porque sentía que la había descuidado en el tiempo que no pude venir a la escuela, me dijo que no era necesario pero yo sentí que sí. Que esta niña se preocupaba demasiado por los otros como para no recibir una disculpa.

    La había cancelado, se lo debía, al menos esa cuota de decencia.

    En cualquier caso, cuando pretendí seguir caminando la albina me pescó de repente del brazo y tiró de mí con cuidado, arrastrándome hasta una muchacha morena. El movimiento fue medio repentino, pero noté lo cuidadosa que fue y cuando ya estuvimos en el campo de visión de la chica la saludó con una sonrisa cálida.

    —Buenos días, Ada —dije con la suavidad usual.

    —Buenos días —añadí detrás de ella y sonreí también.

    Si la memoria no me fallaba esta también era una amiga reciente, la que había hecho por los proyectos, ¿no? Adara Makris si no me fallaba la memoria.


    tuve un debate mental de a quién mandar, así que te mando a estas dos niñas (?
     
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    Amane

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    Emily 3.png

    El fin de semana me sirvió para poner las cosas en perspectiva; sea lo que fuere aquello que estaba sintiendo, sabía que no merecía la pena perder lo que ya tenía con el chico por ello. No sabría definir con exactitud que era lo que teníamos, eso era verdad, pero al menos tenía la certeza de que éramos amigos, y eso era lo único que realmente me importaba. Tampoco era como si tuviese muchas otras opciones, honestamente, pero estaba bien con ello.

    Estaría bien con ello.

    El lunes me desperté con mis ánimos usuales, aunque eso no evitó que tanto Kashya como Kenneth quisieran acompañarme en el camino a clase. Lo de Kashya me lo esperé, de todos modos casi siempre veníamos juntas, pero lo de su hermano me sorprendió un poquito más; no tenía ni idea de cuánto habría podido adivinar de lo que había visto, y era muy probable que nunca lo fuera a saber, así que ni siquiera intenté darle algo de importancia al detalle.

    Llegamos a los casilleros cuando ya había empezado a haber algo de actividad, notándose el ambiente del lunes prácticamente al instante. Kashya y yo nos despedimos de Ken, quien se dirigió a su propia línea de casilleros mientras nosotras hacíamos lo mismo con la nuestra.

    bueno, emilita y kachito se quedan en los casilleros de segundo y kenny boy en los tercero, por si alguien quisiera caerle a cualquiera uwu
     
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    Zireael

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    Maze.png

    Mira que no le pedía mucho a la vida, de hecho no le pedía nada, pero cuando abrí los ojos y lo que vi fue ese cielo tan gris quise quedarme durmiendo hasta mediodía. ¿Qué se tenía el clima últimamente? El viernes había estado bien apagado y ahora otra vez, esto no le ayudaba a los ánimos, era de lo más aburrido y gris, como el resto de los edificios. Igual no podía hacer mucho, ni que fuese un mago para sacudirle las nubes al cielo.

    Me puse el cardigan bajo el blazer, porque ayer había llevado más frío de la cuenta, y emprendí el para nada emocionante viaje a la academia. Cuando estuve frente a la escuela crucé el patio sin prisa, entré al edificio y seguí hacia los casilleros de tercero donde ya había algo de gente. Hice el cambio de zapatos con la misma pereza que había llegado a la escuela, estuve por irme pero recordé el post-it de rutina de Sasha y lo pegué en un lado del casillero, pero no escribí nada, solo dibujé un perrito bastante chueco. ¿Por qué? Porque podía.

    Tuve un segundo intento de irme, pero reconocí a Kenneth entre la gente y como el día no parecía muy interesante, pues tendría que entretenerme con la gente o algo, ¿no? Me acerqué como si nada, me colé en su campo de visión y le sonreí con la tranquilidad que me caracterizaba.

    Kenny boy~ —lo saludé como si el pobre fuese mi amigo de toda la vida o algo—. ¿Qué opinas de estos días tan grises?


    Amane vi un muchachote solo y lo quise pedir prestado, dont mind me
     
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    Insane

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    No había pasado desapercibido, lo que había mencionado Akaisa en el receso del viernes, pero digamos que en parte decidí lanzarlo al tren que designaba para algo que no requería mi atención, al menos hasta que llegó el sábado. Esa tarde había pasado por la casa de los gemelos ya que habíamos acordado ir al cine, y eso hicimos, vimos una película con palomitas, soda para ellos, botella de agua para mí, y accedí a comer un helado luego de la función. Había sido una cinta de acción, no era de mis preferencias pero tampoco estuvo mal, además de que Zeld se la pasó bromeando como si tuviese un granada entre manos y tuviésemos que escapar del sector.

    Situaciones que en sí, solo pasaba con ellos, bueno, hasta el momento en que Zeldryck le preguntó a Zoldryck si al final saldría esa noche, el segundo dijo que sí y yo pregunté porque así lo quise. No a dónde, sino si saldría con gente de la escuela, y ya luego pregunté con quiénes.

    Estaba mapeando, un poco a voluntad otro poco no.

    Y a la final había mencionado entre el corto listado la misma persona con la que había fastidiado Akaisa en el receso, no demostré índice de nada sino que continué con mi helado en lo que me dejaban en casa. Zeld se bajó del taxy para subir a mi apartamento y tomar unos apuntes de la clase de idiomas, clases que veíamos de manera partícular, pero simplemente no pude evitar el impulso.

    ¿Kurosawa?

    Es una amiga de Zold, ya han salido antes a comer, y a estudiar creo.

    Eso no significaba nada pero no dejaba de sentirme algo inquieta.

    ¿Y es de tercero?

    No, va en segundo. ¿Por?

    Nada, solo tenía la duda.

    Como fuese, no me escribió el resto del fin de semana pese a que le invité a que pasara el domingo conmigo como solíamos pasarlos, imaginé que estaba trasnochado, cansado, o no se sentía muy bien, y lo dejé pasar. Al despertarme el lunes para ir a la escuela me encontré con un mensaje larguisímo de mi madre, fruncí el ceño ligeramente al leer como me recriminaba por algo que... que hacía cualquier persona de mi edad, además, había estudiado todas estas semanas sin descanso, una salida a cine con los chicos no debería ser motivo para amenazar mi manutención. A pesar de ello reprimí cualquier cosa, me arreglé y al estar lista sujeté un café que había preparado para tomarme en la escuela al llevarlo totalmente caliente en el vasito térmico. Al llegar al ascensor éste estaba fuera de servicio y suspiré con hastío.

    —Estará en mantenimiento hasta hoy en la tarde —asentí al señor sin decir más que buenos días, tomé las escaleras y di por duda si había amanecido con el pie izquierdo, la cosa fue que llegué a tiempo por lo que lo descarté al rato.

    Había ya bastante gente, así que esquivé un par con los pasos lentos hasta la hilera que me correspondía. El celular me vibró, con la mano libre lo saqué del bolsillo de mi falda, notando que era una llamada de mi madre, continué caminando con la vista en el móvil al ver otro mensaje de ella, larguisímo también, sentí lo que solía reprimir, de nuevo, esa maraña de molestia que metía bajo la alfombra. Volvió a marcarme con insistencia, le colgué recuperando la parsimonía habitual y me guardé el aparato de nuevo en la bolsa de la falda. Llegué a mi casillero, hice el cambio de zapatos con ya algo de impaciencia, sujeté de nuevo el café que había dejado dentro de la superficie metálica, cerré y al darme vuelta tropecé con mis propios pasos, me fuí de nalgas al suelo y como si fuese poco, le eché el café tibio al muchacho que estaba de espaldas.
     
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  13.  
    quem

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    Adara (2).png

    Mi mirada a un había seguido en el mismo lugar en el que se había marchado Fiorella, claramente estaba preocupada por ella por qué en si sabía que cuando tenía esos momentos y sus emociones todas desequilibradas tarda en recuperarse. La conocía demasiado bien como para saber que me estaba mintiendo sobre eso, pero ahora tenía otra cosa encima tenía que hablar con mi padre sobre lo que había pasado con el collar de mi abuela.

    Había cerrado los ojos, en eso sentí pasos acercarse y supe muy bien quien era cuando escuché su voz llamarme Ada, al habrirlos me encontré con Jez y una chica que no divisé en nada en mi campo de visión.

    —Buenos días Jez —le sonreí con cierta sutileza y ni idea si la sonrisa habia llegado a mis ojos—. ¿Como te ha ido? Supongo que con algo de frío por el clima ¿no?.

    Con eso le preste atención a la chica también me había saludado, y que no me sabía su nombre.

    —Buenos días —murmure con algo de calma—. Mucho gusto supongo que has oído hablar de mí ¿no? —mire de reojo a Jez—. Si no es así pues soy Adara Makris y ¿tú eres?.

    Para ser sincera algo me decía que Jez ya le había hablado de mí pero, de seguro no pasaría nada si me presentaba por mí misma.

    Holis uwu, como te he dicho sabes que me es un placer rolear con tus niñas así que un gustazo tenerlas a las dos <3.
     
    Última edición: 9 Noviembre 2023
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    Zireael

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    Rowan3.png

    Por lo general me consideraba más afortunado que salado, pero no negaría el hecho de que habían días y días. A veces las cosas solo se apilaban y todo comenzaba a salir como el culo, también creía en que los ambientes de vez en cuando se cargaban como generadores. Conservaban energía hasta que algo, una pata coja, tiraba toda la mesa y lo jodía todo.

    Cuando el hijo del viejo Dunn, que incluso de espaldas se le parecía si ignorábamos la chaqueta de bordados y el pendiente en la oreja, pasó sin mirar a un solo diablo pensé qué tan cierto era lo que había dicho Shimizu sobre su lealtad. No quería decir que fuese un traidor, pero si era todo lo emocional que no era el viejo Reaper, bueno, íbamos a tener problemas.

    El fuego era resistente, necio y caprichoso.

    En fin, que el dolor necio que no había retrocedido ni con medicamentos, duchas calientes y toda la parafernalia me resigné a ir a la escuela. Tora me esperó, luego seguimos hacia su casillero y en lo que la criatura se cambiaba los zapatos luego de su berrinche por Manson haciéndole el vacío luego de calentarle la polla, todo se siguió yendo a pique.

    La criatura se fue de culo y el café que cargaba me cayó encima. El respingo que di me lanzó un relámpago de dolor por las articulaciones, Tora bufó con evidente hastío y ni siquiera quiso quedarse a ver el espectáculo, cerró su taquilla de un portazo, miró a la chica casi con aburrimiento y giró el cuerpo para irse. Lo que dijo lo hizo en un murmuro que con duras penas me alcanzó a mí.

    —No tengo ganas de lidiar con estas mierdas a las ocho de la mañana, te veo arriba.

    Poco sabía yo que ya había visto a la rubita antes.

    Suspiré con resignación, me sacudí parte del líquido como pude, pero ya me limpiaría a conciencia después. Por lo menos el café no estaba hirviendo, porque quizás habría bastado para sacarme de mis casillas, así que me acuclillé para ofrecerle mis manos a la muchacha. No la miré con burla ni nada remotamente parecido, si acaso me preocupó que se hubiera lastimado.

    —¿Te hiciste mucho daño? —le pregunté con calma—. Te ayudo, venga.

    Laila.png

    Tuve la sensación de que habíamos pescado a la chica en medio de algo, pero Jez ya se había acercado y era demasiado tarde para pretender darle su espacio sin que se viera raro. La morena nos regresó el saludo, sonrió y sentí que no le alcanzó del todo los ojos, pero ese no era nuestro asunto, al menos no conmigo. Supuse que tal vez a Jez le hablaría más, pero no había mucho que hacerle por ahora.

    —Ah, sí. No me gusta mucho este clima —respondió Jez balanceando el peso entre los talones y las puntas de los pies—. Me siento sin energía todo el día.

    La muchacha me había hablado a mí también, así que asentí suavemente con la cabeza e hice una reverencia ligera. Al erguirme me volví a echar el cabello sobre los hombros.

    —Jez me contó que se hicieron amigas por un proyecto o algo así. Yo soy Laila Meyer, de la 3-1, es un placer conocerte —dije estirando un poco la sonrisa.

    —Laila es mi amiga desde primero, tuvo una ausencia un poco larga pero ya está de vuelta. Me alegra mucho que se conozcan —añadió ella, la alegría se le notó en la voz, fue la misma que le sentí cuando le conté lo de Vero el viernes.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Kenneth 2.png

    No era yo uno de meterme en los dramas ajenos, y mucho menos cuando esos dramas venían de la mejor amiga de mi hermana pequeña, pero suponía que al final del día era imposible no acabar involucrado en algo que tenía que ver con las dos personas que más tiempo pasaban conmigo diariamente. Kashya no me había contado nada, tampoco iba a ir a preguntarle directamente a Emily, pero vaya, no había que ser un genio para saber que algo había pasado. Eventualmente sabría más al respecto, o quizás no, pero de momento prefería mantenerme al margen y... bueno, observar el desarrollo de la situación.

    Me despedí de ambas chicas en cuanto entramos a la academia, dirigiéndome hacia mi línea de casilleros inmediatamente después, y me dediqué a hacer el cambio de zapatos, sin prestarle demasiada atención en mis alrededores. La presencia de Maze a mi lado, pues, me pilló algo desprevenido, pero no lo suficiente como para que una reacción obvia fuese visible; le sonreí con tranquilidad, de hecho, a modo de saludo.

    —Hombre, ¿pero tú me has visto? El sol lo reflejo. Cuando está nublado no voy brillando como si fuese radioactivo, así que me gusta bastante —le contesté, liviano como siempre—. Además, en Gales es más de lo mismo, pero prácticamente todos los días, so I'm used to it. ¿Y tú? I feel like you don't love them so much...

    un kenny boy for you, envuelto con lacito y todo uwu7
     
    Última edición: 9 Noviembre 2023
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    Insane

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    [​IMG]

    No fuí consciente en ningún momento del otro hasta que se marchó, por lo que no noté su expresión ni nada y fue mejor así, a fin de cuentas no había sido yo quien lo había molestado por ende no hubiese conectado el por qué la mala cara sino me conocía de más que eso. Como fuese, me quejé bajito por el golpe y pestañeé un par de veces al sentir que me saldría un morado, sin embargo, cuando el chico al que le había regado el café se acuclilló frente a mí extendiéndome sus manos la culpa y la vergüenza se me pasearon en las facciones.

    Estiré las manos para dejarlo ayudarme a levantar.

    —Fue solo el golpe pero creo que me saldrá un moretón —murmuré, apenada por la mancha en la espalda de su camisa en lo que me apartaba del tacto para alisar los tablones de la falda—, disculpa, me pasé de torpe.

    Tenía algunos pañitos en el maletín, pero sabía que ese tipo de manchas debían sacarse pronto con jabón de lo contrario sería más complejo luego. El celular me vibró de nuevo y recurrí a apagarlo sin sacarlo de la falda para no ser grosera ni nada, también porque necesitaba un respiro, definitivamente no era de mis mejores mañanas. Continué con mi atención fija en el porque era la víctima de mi pie izquierdo, así que no le di vueltas al asuento ni nada.

    —Deja que te ayude con la camisa, aún falta que suene el timbre y no podría dejarte ir así —pedí con honestidad.
     
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  17.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Yuta.png

    La respuesta de Kaia había sido tan automática y honesta que se me aflojó una risa sonora. A ella poco le duró la indignación, a los segundos relajó el semblante y fue entonces que una tercera voz se coló en nuestro espacio. Hace poco había mapeado el lugar con cierta manía, pero la conversación me distrajo y no noté que la chica había reparado en nosotros hasta que nos habló directamente. Medio giré el cuerpo para verla, Kaia sólo tuvo que deslizar su mirada a ella. Usé el movimiento para guardar la mano izquierda en el bolsillo y noté por el rabillo que mi prima abría la boca, pero le gané de mano.

    —¿Qué nos delató? —inquirí, con tranquilidad.

    Kaia me miró un segundo y luego regresó a la chica, expectante por su respuesta.


    Sasha 4.png

    El mal clima se empeñaba en dificultarme salir de la cama en días escolares, y para colmo, los que peor dormía. Ya no sabía si lo mío era sentido de la responsabilidad o masoquismo a secas, me lo pregunté conforme llegaba a los casilleros y soltaba un suspiro. Genuinamente estaba cansada. Venía con la cabeza un poco agobiada, entre el mal descanso de ayer y el... incidente laboral en el Paraja. Sabía que me había metido en un lugar de mierda y creía haberme preparado para lo que viniera, pero suponía que seguía siendo demasiado inexperta. Arata lo había dicho, ¿cierto? Los primeros meses serían una cagada.

    Tocaba resetear y aguantar.

    Me había quedado algo atorada en un torbellino que pasó inadvertido hasta que abrí mi casillero. El post-it diario estaba ahí, tenía dibujado lo que parecía un perro algo desfavorecido por la naturaleza y sonreí prácticamente a traición. La tontería me hizo reconocer la tormenta, tomar aire y poner un pie fuera de ella. Repasé el espacio, cosa que hasta ahora había obviado. Maze estaba ahí, de hecho, conversando con Kenneth. En el mismo paneo noté a Rowan justo cuando una chica se tropezaba y le derramaba el café encima. Ayer nos habíamos visto y parecía estar lidiando con ciertos dolores otra vez, en un primer momento temí que la bebida estuviera caliente y me quedé observando toda la situación sin ser del todo consciente, como una suerte de vigía. La reacción de Ikari fue moderada, Sakai se fue y el primero le ofreció ayuda a la chica para levantarse.

    Al parecer no era nada grave, de modo que me relajé y regresé a mi casillero, teniendo una idea espontánea. Escarbé en mi maletín hasta dar con un bolígrafo y escribí en el post-it del perro, ya que el pobre animalito no ocupaba todo el espacio de la hoja. Me cambié los zapatos, lo despegué con cuidado y, al pasar junto a los chicos, me detuve para pegarle el papelito a Maze en la mejilla con cuidado. El viernes se había aparecido detrás mío mientras veía a Arata bailar y divertirse como toda una madre orgullosa, y la cosa había ido normal hasta que me soltó muy fresco que le debía un baile. ¿Por qué? Sólo Dios sabría, tampoco lo cuestioné. Había entrado un poco en cortocircuito y al final la situación se diluyó con la intervención de los presentadores para cerrar el evento. En pocas palabras, no le había dado una respuesta.

    El post-it la tenía. Le había escrito "cuando quieras".

    Hey, random question. ¿De casualidad alguno tiene una camiseta o... algo extra para la pobre criatura? —le pregunté a los chicos tras saludarlos con una sonrisa, señalando disimuladamente a Rowan.


    tenía planeado soltar un relleno con Sasha para abarcar varias cosas que tenía pendientes, pero ya que los muchachos estaban acá pos bueno

    igual es cortito, después de esto me voy i swear uwu7
     
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  18.  
    Zireael

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    Maze.png

    Kenneth me regresó la sonrisa cuando reparó en mí y su respuesta de reflejaba el sol consiguió arrancarme una risa. A ver, no era demasiado listo así que no lo había pensado, pero al pobre diablo el sol debía pasarle directo a quemarle las ideas más que reflejarlo, pero el punto era el mismo, sí que debía brillar como si le hubiesen pegado un espejo en la cabeza. Era entendible que no fuese muy amigo de los días soleados.

    También dijo que en Gales era más de lo mismo, que estaba acostumbrado y me regresó la pregunta. Alcanzó para estirarme una sonrisa un poco culpable en el rostro.

    I'm not exactly a fan, that's true —admití y volví a reír—, pero gracias a que compartiste la experiencia de parecer radioactivo quizás debería tomarles algo de cariño. Poor Kenny boy~

    Nadie me lo pidió, pero quise molestar un poco al chico y sencillamente sentí que podía hacerlo, en cierta medida no creía que este muchacho y yo fuésemos demasiado diferentes. Igual no pude decir nada más incluso si lo planeaba, escuché un revuelo y cuando busqué su origen di con una chica en el suelo, un café derramado y un pelirrojo hermano perdido de Sasha siendo la víctima de semejante caos.

    Hablando de Sasha, en mi distracción de repente sentí que me pegaban algo en la mejilla y noté que había sido ella. Al quitar el papelito vi que era el que le había dejado en el casillero, había escrito allí la respuesta que no me dio ayer y la tontería me sacó una sonrisa que me entrecerró los ojos. A veces era feliz con cosas de lo más pequeñas, vaya.

    Morning, Sash —dije ya de paso, medio en automático.

    También la escuché preguntar por una camiseta para el pobre desgraciado del café y forcé la neurona para recordar si tenía algo en el casillero. Al final negué con la cabeza, me había llevado todo el viernes, hasta la camiseta de educación física.

    —Yo no, lo siento. ¿Tú, Kenny? —contesté pasándole la pelota al otro.


    belu: después de esto me voy
    yo: *chillando porque están los tres*

    Rowan3.png

    Noté que apenas le ofrecí mis manos la vergüenza le cayó encima, pero no reaccioné con tal de no hacerla sentir peor y cuando aceptó mis manos me incorporé, trayéndola hacia arriba conmigo. El esfuerzo no me sentó muy bien, pero tampoco lo demostré y cuando estuvo de pie solté sus manos con cuidado, pues para tampoco pasarme con las confianzas.

    Dijo que sentía que le saldría un moretón y pues ni modo, le iba a doler el culo más tarde, eso seguro. Cuando se disculpó negué suavemente con la cabeza y hablando de eso, ¿el vaso no se le había ido a la mierda? No contesté, busqué el objeto y lo ubiqué un poco más allá, así que lo levanté y se lo alcancé.

    —No te preocupes —le dije por fin y debía darle gracias a medio panteón por el hecho de que el accidente le hubiese pasado conmigo en lugar de cualquier otro—. Tampoco hace falta que te angusties por la camisa, de verdad.
     
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  19.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Los repasé ligeramente, preguntándome si serían hermanos, primos, o algo así de rama familiar por la similitud obvia del albinismo. El muchacho se medio giró, una sonrisa suave se me curveó en los labios al recibir la pregunta del muchacho, por lo que asumí que mi presencia no estaba siendo de mal gusto ni nada, así que fingí pensarme un poco la respuesta al notar que la muchacha me miraba expectante.

    Aunque no tenía mucha ciencia.

    —Mmm, a ver, probablemente el que nunca los había visto por aquí —respondí con el tinte risueño de por sí—, y no notar a los albinos es algo complejo, si les soy sincera.

    Solían ser como un puntito blanco en el día gris que hacía hoy, por lo que para mí, resaltaban más en días oscuros como estos, aunque también bajo el sol, ay, resaltaban siempre en realidad. Descansé el peso de mi cuerpo en la otra pierna, y continué colocándoles plática porque para ser honesta, me hubiese gustado tener ese recibimiento en mi primer día.

    —¿Y ya saben que salón les asignaron? Ah, mi nombre es Katherin Manson, por cierto —llevé un mechón de cabello oscura tras la oreja al presentarme con la soltura de costumbre pese a que casi lo había olvidado por completo—. ¿Y sus nombres son?
     
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  20.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Yuta.png

    Era consciente de que mi pregunta podía pecar de obvia, aunque también podía no serlo y era allí donde radicaba lo interesante. Por mucho que pretendiéramos anticiparnos a los hechos siempre había aristas que se escapaban, ¿cierto? Vete a saber, quizá la chica nos brindaba una explicación de lo más curiosa o inesperada, y esa mera posibilidad hacía que valiera la pena. En líneas generales había entendido, un poco a los palos, que leer el futuro era para brujos y adivinos.

    Y nosotros no éramos nada de eso.

    —Ah, veo que dimos con una experta —murmuré sin burla en mi tono ante la primera respuesta.

    Lo de los albinos resaltando le arrancó una risa suave a Kaia. Estábamos curados de espanto, la verdad. Si acaso el tono de mi cabello era ligeramente más sucio, pero el de Kaia, con los chispazos turquesa y el largo, destacaba como un jodido árbol de Navidad, de esos modernos que decoraban sólo con luces blancas.

    —Ni modo, Yu, seguiremos siendo el par de yōkai —bromeó Kaia, intercalando su mirada entre la chica y yo, y a mí se me ensanchó la sonrisa.

    Broma por decir algo, claro.

    —Sí —respondió Kaia sobre nuestra asignación de aulas, y el entusiasmo que sentía se le filtró en la voz—. Yukkun quedó en la 3-1, y yo en la 3-3. ¿A qué aula vas...? —La chica justo se presentó y ella asintió, completando la pregunta con la formalidad habitual—. Manson-san.

    Para ser la extranjera, también era la más japonesa de los dos, la verdad.

    —Hattori, Yuta —me presenté como la cultura dictaba pues ni modo, y señalé a mi prima con la derecha—. Y ella es Kaia. Somos primos.

    —Eres extranjera, ¿cierto, Manson-san?


    estoy lockeada a narrar con Yuta porque aún no logré hacerle una cinta a Kaia que me guste *smiles in pain*
     
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