¿Qué si debí agradecerle al idiota de Shimizu que me diera el empujón para dejarle el postre con la nota a Sasha? Posiblemente, pero eso no saldría de mi boca y se sabía. El mensaje que me envió ella ese día cuando lo encontró lo escuché cuando ya había entrado al salón para sentarme en mi lugar, un instante antes de iniciaran las clases, le contesté que no hacía falta que me agradeciera y le envié un sticker de un perrito con corazones. Me había hecho feliz que le gustara la pequeña sorpresa. Ahora que iba entrando a la academia pensé que ya el calor se estaba asentando como lo normal estos días, no estaba mal pero más de uno tenía que estarse muriendo. Recorrí el patio frontal sin prisa, observé el cielo un momento y después seguí el camino hacia el interior de la academia para hacer el cambio de zapatos y todo el asunto, pero apenas entrar di con una mata de cabello blanco que estaba repartiendo folletos de... ¿Club de judo? ¿No era como que muy pequeña para andar repartiendo panes? En fin. —¿Los hiciste tú? —pregunté luego de haberme quedado parqueado a su lado mirando el folleto. Pobrecilla, ni le pregunté por el club como tal, pero que supiera disculparme. No era yo ningún deportista y mucho menos tenía pinta de practicar artes marciales. Contenido oculto tengo más cosas que postear pero quería rolear un poquito a Maze y pues Vero fue la víctima que apareció (?
Me había llevado algo de tiempo extra, pero en definitiva pude preparar todo como lo había deseado y eso me tenía contento. Quizá fuera tonto a ojos de los demás, vaya, y en el fondo no me interesaba demasiado. Estos últimos días me sentía más liviano, de mejor ánimo y con la mente distraída en motivos concretos; incluso descansaba mejor por las noches. No creía que fuera una solución mágica, sabía que era un trabajo diario y que aún quedaba mucho por recorrer. Tampoco negaría que, incluso en los momentos más brillantes, me acechaba un terror casi paranoico por volver a caer en los viejos hábitos. Los monstruos me respiraban aún en la nuca y lo harían un buen tiempo más, pero ahora... no quería pensar en eso. En la entrada de la Academia me topé con Kohaku. El chico tenía un talento nato para mantenerse fuera de todo conflicto, nos saludamos como siempre y conversamos brevemente. Preguntó, en específico, por la mochila extra que se sumaba a mi maletín. Estuve por contarle cuando noté la figura de Vero repartiendo folletos en la entrada de los casilleros. Sonreí, pero la pasé de largo y fui a cambiarme los zapatos. Kohaku regresó junto a mí, claramente con la idea de subir juntos, y yo me descolgué la mochila del hombro. —No subiré aún, Ko, pero ¿me haces un favor? ¿Me dejarías esto en mi clase? El chico no tenía forma de adivinar mis pensamientos pero tampoco indagó al respecto. Aceptó la mochila y me sonrió, asintiendo. Estábamos por tomar caminos separados cuando noté su intención de agregar algo. —Aún... no has hablado con Anna, ¿cierto? Fue escuchar su nombre y automáticamente sentir un nudo en el estómago. Lo disimulé, sin embargo, y meneé la cabeza. ¿Cuánto sabría de lo que había ocurrido? ¿Anna le habría contado? —No creo que sea buena idea —confesé, bajando el tono de voz sin darme cuenta. Kohaku asintió, comprensivo, y transcurrieron varios segundos donde pareció ponderar algunas ideas. Al final balanceó su peso entre ambos pies, me sonrió y, junto a un breve "luego hablamos" se retiró. Me quedó instalada en el pecho la sensación de que habría querido decirme algo más y solté el aire de golpe, un poco exasperado. ¿Que Kohaku, de toda la gente, trajera a colación un tema tan delicado? Ahora no iba a poder evitar preocuparme. Mierda. Bueno, qué más daba. Mejor atenerme al plan original. Para cuando volteé, vi que Verónica ya estaba acompañada de un muchacho pelirrojo que iba a mi clase, sólo que no lograba recordar el nombre. Me acerqué con movimientos lentos, casi sigilosos, y me divertí con la idea de, otra vez, ser una especie de ninja. Al final me materialicé junto a la chica y anuncié mi presencia colando el brazo en su espacio para agarrar varios folletos de la pila que llevaba encima. —Buen día, Shiro-chan. Le sonreí a ambos, fue un gesto a ojos cerrados y no dije más nada, disponiéndome a ayudar a Verónica en su labor de repartir folletos y anunciar la existencia del club.
Probablemente nunca iría a admitir aquello en voz alta, pero había algo en la presencia de Joey que siempre conseguía hacerme tener las mejores siestas del mundo; ni hablar de noches enteras de sueño, cuando descansaba tanto que ni siquiera me enfadaba realmente por tener que madrugar debido a sus tendencias campesinas. Había descansado en condiciones solo con aquel rato, en definitiva, y de hecho fue más que suficiente para hacer que me presentase de buen humor al día siguiente en la Academia. Cansada aun así, pero de buen humor nonetheless. Entré bostezando a los casilleros, y a pesar de mi somnolencia inicial, fue prácticamente imposible ignorar la reunión que se había formado en cerca de la entrada. Primero les eché un vistazo superficial, por simple curiosidad humana, pero una vez me di cuenta de que se trataba de Verónica promocionando el Club de judo... bueno, ¿qué iba a hacer? ¿Ignorar el impulso de imponerme? Nunca me haría eso a mí misma~ —G'morning~ —saludé, levantando apenas el brazo en cuanto alcancé al grupillo, y deslicé la mirada por los dos chicos antes de centrarme en la muchacha, sonriendo—. ¿Necesitáis ayuda? Me han dicho que tengo buenas dotes de atracción~ ¿Había sido la siesta con Joey tan mágica que me habían convertido en buena samaritana de la noche a la mañana? Ni de coña. Solo me apetecía presumir de lo que podía hacer con mis armas de mujer. ¿Acaso iba a desperdiciar una oportunidad tan perfecta para sacar mis habilidades a relucir~? Ha, not even in my worst nightmares. Contenido oculto ¿que se ha montado una fiesta y ali no está presente? actividad criminal
Comenzaba a llamar la atención, lo cual era un pequeño triunfo. Captaba miradas de curiosidad, alguna que otra ceja se alzaba en mi dirección y hasta me pareció notar expresiones de ternura. Yo recibía con alegría a las pocas personas que se acercaban a recibir un folleto y se los agradecía de todo corazón, con la esperanza de volver a verlos pronto. No importaba que no se detuvieran para hacerme preguntas sobre el club: estar ahí parada, promocionándolo a viva voz, ya era muy significativo. Sabía bien que mi irrefrenable perseverancia me llevaría a cumplir el objetivo de fundarlo, de hacer realidad esta idea que compartía con Fuji. Como tenía los sentidos bien afilados en esta tarea, noté enseguida la presencia alta y pelirroja que se postró a mi lado. Al girarme y alzar los ojos en su dirección, pude corroborar que no se trataba del Lobo de Fuego que conocí ayer: su cabello era igual de rojo, sí, pero tenía la piel más pálida y unos suavecitos ojos verdes. Era muy bonito. Su pregunta me hizo sonreír con bastante orgullo. Sin embargo no llegué a responderle porque en mi espacio personal apareció una mano que reconocía bastante bien, la cual se apropió de una parte de los folletos. —Buenos días, Fuji —saludé a mi alumno con una sonrisa radiante, me sentí super-contenta de verlo y por notar que iba a ayudarme. Y eso no era todo. ¡Claro que no…! Porque casi enseguida apareció Ali-chan junto a nosotros, con su reluciente cabello y el sedoso inglés mañanero. Respondí a su saludo en el mismo idioma y asentí frente a su propuesta de ayudarme, un par de manos extras nunca venían mal. Cuando mencionó lo de las “dotes de atracción”, me reí por lo bajo con una sonrisilla. —Ok, pretty, I want to see you in action —dije mientras le alcanzaba un pequeño puñado de folletos, tras lo cual volví a girarme hacia el pelirrojo con un carraspeo—. Así es, estos folletos los hice con estas manitos —moví los dedos frente a él, divertida—. En realidad armé uno solo y luego saqué copias, pero todos se ven igual de bien. Ten, quédate con uno. Puse en manos del pelirrojo un folleto, que ahora pasaba a ser completa propiedad suya. Su composición era similar al folleto especial de Ali-chan: hablaba de conceptos básicos del judo, su reglamento, beneficios físicos y psicológicos, sus valores, e incluía explicación de dos técnicas de derribo y una de inmovilización. Todo iba acompañado de pequeñas ilustraciones hechas a mano, incluida la de la portada. Le mostré una sonrisa ilusionada. —Por cierto, me llamo Verónica. ¡Un placer! —me presenté; entonces, apoyé una mano en la espalda de Fuji—. Él es Kakeru, también miembro del futuro Club de Judo, y mi querido alumno —dije un poco en broma y un poco en serio, tras lo cual me deslicé por detrás suyo, hasta quedar entre él y Ali-chan, en cuya espalda también apoyé mi mano— Y también te presento a la hermosa Ali-chan, a quien invité al club hace poco. >>¿Con quién tenemos el placer de hablar...? —quise saber. Contenido oculto: Portada de los folletos (obviamente en japonés)
La pregunta que le hice a la chica la hizo sonreír con orgullo, la emoción se le coló de inmediato en el gesto y a mí una sonrisa bastante suave me alcanzó las facciones un poco en reflejo. Su intención de responderme se vio cortada por la aparición del muchacho que había llegado a mi salón ya hace un rato, el moreno que si no me fallaba la memoria se apellidaba Fujiwara, le regresé la sonrisa que él nos había dedicado a ambos. Una emoción contraria me repicó en el cuerpo en el momento en cuanto la presencia de Alisha apareció, no supe darle nombre y tampoco me esforcé porque era demasiado temprano para ponerme en cosas tan densas. Recordé la conversación con Sasha en el campamento, para bien o para mal tenía más información ahora, había podido llenar los huecos, así que tuve que modular mis propias reacciones. Que la albina le contestara en inglés me hizo parar la oreja, así que cuando volvió a mí le estaba prestando bastante atención. Me dijo que sí, que los folletos los había hecho ella y acepté el que me tendió murmurando un "Gracias", aunque había exactamente cero posibilidades de que me uniera al club. Me puse a husmear la información de todas maneras y regresé la vista a ella cuando se presentó como Verónica. También presentó al otro par pues porque la criatura no tenía manera de saber que yo los conocía. —Kakeru es mi compañero de clase, pero me faltaba saber que era alumno de alguien —contesté mirándolos a ambos, antes de deslizar los ojos a la rubia. A todos les dediqué exactamente la misma sonrisa sosegada—. Y a Ali también la conocía de antes. De todas formas, es bueno ver que el club va bien en su etapa de reclutamiento. Volví a ojear el folleto, al final relajé la mano a un costado del cuerpo sujetándolo todavía y volví sobre el resto de la pregunta de Verónica. —David. —Me presenté intercambiando el peso de un pie al otro. Al final se había apiñado bastante gente, pero si estábamos estorbándole al resto de la academia a mi me parecía parte de la estrategia de mercadeo—. O Maze, puedes llamarme como gustes, Vero. Me lancé de cabeza con las confianzas, para variar, pero no me parecía que a la chica le fuese a ofender ni nada. Contenido oculto según yo estoy siguiendo el orden, pero si me colé me lo dicen (?
La fiesta que nos habíamos montado en medio segundo era bastante curiosa, y solo con el bullicio que estábamos montando entre los cuatro habíamos logrado llamar más la atención de lo que había conseguido Vero sola hacía unos segundos. La frase que la chiquilla me soltó después me hizo verdadera gracia, porque parecía que me enviaba a hacer cualquier cosa excepto a repartir unos simples folletos, y acepté los papeles que me extendió manteniendo el mismo tinte divertido en mi sonrisa. Antes de ponerme con la tarea, sin embargo, escuché que Verónica se dirigía a Maze, presentándonos tanto a Fujiwara como a mí en el proceso; al pelirrojo le dediqué una sonrisa encantadora cuando la chica dijo mi nombre, sin mostrar ningún otro sentimiento que no fuese la más pura diversión. Sabía lo suficiente de Sasha como para estar segura de que no le había contado el 100% de nada al pelirrojo, ni siquiera siendo él, e incluso si lo había hecho... bueno, ¿a mí qué más me daba? Yo iba a seguir comportándome igual~ —Deberías unirte, Labyrinth~ —canturreé, acercándome a él para poder deslizar la mano por su brazo en una caricia superficial—. Si te portas bien, te dejo que me tumbes sobre la colchoneta, ¿mhm? —le susurré, manteniendo la cercanía, y le guiñé el ojo al acabar de hablar. Me separé del chico no mucho después, de todas formas, dejando escapar una risilla divertida por la idea antes de girarme de nuevo hacia los fundadores del club. Se me escapó un 'hmm' curioso cuando los repasé con la mirada, repentinamente pensativa con alguna otra idea, y más pronto que tarde se me formó otra sonrisa traviesa en los labios, al mismo tiempo que me alejaba un par de pasos del grupillo. >>Contigo también me puedo revolcar en el suelo si te portas bien, Fuji~ —solté al pasar al lado del castaño, alzando a posta la voz un poquito más de lo necesario. Ah, y ya estaría. Por ahí empezaban ya a venir los chicos como moscas a la miel, qué predecible.
Detrás mío también se sumó a la fiesta Welsh, la chica del campamento que había liderado nuestro equipo en la prueba de valor y también había participado de la... reunión en la playa. Recordé en ese instante cuando Vero me había contado, muy emocionada, que al parecer había logrado captar su interés por el club, de modo que su presencia allí cobró sentido. Éramos unos compañeros de lo más leales, ¿eh? El intercambio en inglés me quedó en el tintero y me enfoqué en la repartija de folletos y en sonreírle a los estudiantes que pasaran, al menos hasta que Verónica nos presentó con el pelirrojo. Esto de haberme rodeado de extranjeros claramente afectaba las convenciones sociales japonesas, a las cuales, de por sí, no estaba demasiado arraigado. Por ello dejé correr la muy ligera extrañeza que sentí cuando el muchacho me llamó por mi nombre y atendí a su comentario con una sonrisa apenas más amplia. —Supongo que todos somos siempre el alumno de alguien —aporté sin concederle mayor pensamiento, aunque era, si se quería, una idea relativamente compleja. Por el mismo cauce, el pelirrojo siquiera mencionó su apellido y me resigné mentalmente a que podría recordarlo. Welsh entonces se acercó a él, marcándose la escenita de turno, y se me ocurrió asumir que el tío sería uno de sus ligues. Permanecí más bien enfocado en la gente que pasaba, de pie junto a Vero, y aproveché que los otros dos andaban mínimamente ocupados para captar su atención un instante. —Resérvame este receso —murmuré muy bajito para que sólo Verónica me oyera, mientras una chica me aceptaba un folleto y yo le sonreía en agradecimiento. Después de eso deslicé la mirada a ella para enfatizar mi punto, aunque el gesto duró extremadamente poco. La voz de Alisha sonó en nuestra dirección y noté que me hablaba a mí, para... ¿ofrecerme un revolcón? Y con el apodo que Vero usaba. Solté una risa en voz baja, pero no dije nada. En la calle había muchas chicas con el tipo de personalidad que Welsh demostraba, así que me había vuelto bastante inmune. Sabía, además, que el ochenta por ciento de las veces soltaban las mierdas sólo por molestar o arrancar reacciones ajenas, y ninguna de las dos cosas me interesaba ni les encontraba diversión suficiente. Esa fue toda mi reacción, por ende, y seguí mi tarea de repartija como si nada.
Me estaba sintiendo muy a gusto en esta mini-reunión. El chico pelirrojo se expresaba con una serenidad muy suavecita que se complementaba a la perfección con el carácter calmo de Fuji, escucharlos hablar era refrescante. Lo mismo podía decir de la personalidad tan juguetona y desenvuelta de Ali-chan; si bien no la conocía mucho (por ahora), sentía que nos parecíamos en el hecho de que teníamos mucha confianza en nosotras mismas, como si nada pudiera hacernos retroceder. ¡Y además…! Me estaban ayudando con los folletos, cosa que me llenaba de enternecida gratitud; y el pelirrojo fue el primero en hablarme esa mañana, por lo que también era especial. Se presentó como David Maze. Fue una coincidencia chistosa que ya conociera a Fuji y Ali-chan de antes, incluso era compañero de clase del primero. Por un fugaz instante, tuve la esperanza de que los rostros conocidos lo convencieran de unirse a nuestro club, pero lo que dijo luego sobre el reclutamiento me hizo comprender que, lamentablemente, no iba a ser el caso. Sonó como si se considerara a sí mismo fuera del proyecto. ¡Pero…! Igual me hacía feliz que conservara el folleto en su mano: esto no se trataba únicamente de promocionar el club, también servía para difundir las virtudes del judo. El propósito, en sí mismo, era doble. Cuando David me dijo “Vero”, mi sonrisa se tornó mucho más cálida: me encantaba que las personas también fueran confianzudas conmigo. —Ok, a partir de ahora te diré Davz —concedí. Sin embargo, Ali-chan le insistió con la idea de unirse, acción que celebré por dentro. Pero no pude ver mucho más del intercambio entre ella y Davz porque un par de manitos se extendieron hacia mí en busca de folletos, que no tardé en entregar con una sonrisa amplia. Casi al mismo tiempo Fuji habló por lo bajo, como si estuviera revelándome un gran secreto, pidiéndome que reservara el receso para nosotros. Asentí en silencio e intercambié con él una mirada cómplice, llena de curiosidad... ¿Estaría relacionado con lo que hablamos anteayer, en el pasillo del tercer piso? ¿Con eso que me pondría tan contenta? Ay, ahora me costaría concentrarme en las clases. Pero no llegué a indagar mucho más, porque la voz de Ali-chan llegó hasta nuestros oídos… Wow, ¡a eso le llamo "ser directa"! Le dijo a Fuji que podían revolcarse en el suelo si se portaba bien, pero lo que de verdad me tomó un poquito desprevenida fue que usara el mismo apodo que yo... Y en verdad la comprendía, porque “Fuji” sonaba muy bonito... ¡El punto es que…! Su propuesta tuvo un tono deportivo, pero también... “extra-deportivo”. Como cuando me pidió que le enseñara la técnica de inmovilización para lucirla con alguien. Frente al doble sentido, me limité a cubrirme la boca con uno de los folletos para que no se pudiera adivinar nada de mi expresión, mientras miraba de reojo a Fuji, interesada por su reacción. Él dejo escapar una risa bajita y siguió repartiendo folletos como si nada hubiera pasado, cosa me arrancó una risita a mi también. Volví a carraspear antes de girarme hacia Davz: —Espero que consideres unirte al club —dije—, el judo es un camino que vale la pena explorar. Llevo ocho años practicándolo, creo que mi experiencia es suficiente para servirte de guía —le dediqué una sonrisa dulce, que luego se tornó comprensiva—. Y si al final decides que no es lo tuyo, ten presente que ya me alegraste el día por haberme hablado y quedarte con un folleto. Thank you! Entré a la academia con dos botones de la camisa desabrochados, luciendo mi pecho fornido frente a las damas que se giraban para admirarme. Algunas de ellas se volteaban con rapidez cuando las pillaba, exponiendo así su dulce timidez, mientras que las más atrevidas se mordían el labio inferior sin quitarme los ojos de encima. A todas les dedicaba una sonrisa sugerente a más no poder, con la que desnudaba sus corazones y hacía vibrar sus más bajos instintos. Pero luego seguía de largo, porque no había nada más exquisito que el juego de la tentación. A mi paso, dejaba semillas de deseo que germinarían pronto, que sólo se podían regar con el más pasional de los fuegos. ¿Cuánto tiempo pasó desde que la última vez que vine a clases? ¿Un mes? ¿Mes y medio? Qué más daba. El Lobo de Fuego estaba listo para provocar otro incendio. Lo primero que noté fue la cantidad de gente en los casilleros. Se agolpaban en un sitio donde había unas personas repartiendo papeles. Los observé con ojos entrecerrados, debía admitir que me daba bastante curiosidad tanto bullicio... Pero en mi mirada pronto se encendió en una llamarada de diversión cuando noté a la muchachita del cabello blanco. Verónica. La alegre y escurridiza Cachorrita Nevada que conocí ayer por la tarde, cuando vine a entregar unos papeles para justificar mi larga ausencia. Estaba charlando animadamente con un tipo pelirrojo, mientras repartía folletos con ayuda de otro sujeto a su lado. Desde cierta distancia, repasé con la mirada su blanca piel, el bonito perfil y su figura atlética, de curvas delicadas. Esbocé una pequeña sonrisa, de labios humedecidos y me dispuse a acercarme. Pero a medio camino, un poco apartada de la cachorrita, reparé en una persona que recordaba bastante bien. La hermosura que me hizo un tour por la academia, en el que lo único que conocí fue un armario donde nos despojamos de nuestros límites. Alisha . Seguía igual de espléndida que la última vez que nos vimos. Me mordí el labio inferior al mirarla con detenimiento, sintiendo cómo la tentación reptaba por mis carnes. Su cabello dorado, el color de sus ojos, las piernas y, sobre todo, su busto inigualable. A su alrededor había una ligera aglomeración masculina, todos con las manos estiradas para recibir su respectivo papel. Con una sonrisa arrogante, me colé entre el gentío con algo de rudeza y, sin siquiera volver a presentarme, tomé uno de los folletos directamente de la mano de Ali, rozando sus dedos para hacer que me mirara. —Buenos días, corazón~ —saludé con una sonrisa galante— Ha pasado un buen tiempo, ¿no es así? Husmeé la parte delantera del folleto y enarqué la ceja al ver de lo que se trataba... y los nombres que figuraban abajo. —¿Un club de judo? —mencioné, divertido, para luego alzar la mirada hacia su carita divina. Contenido oculto Que Dios se apiade de mi alma.
Para empezar me gustaba que nadie se metiera en mis cosas y sobre todo que nadie metiera tensión en conversaciones por el mero arte de hacerlo, era una ventaja y una desventaja, pero así como a Alisha se le notaba la diversión desde la otra cuadra yo solo seguí siendo el mismo de siempre. Si la otra había hecho sus mierdas era porque, evidentemente, muchos estándares no tenía y en tanto no volvieran a tocar a Sasha me importaba lo mismo que el musgo en las piedras lo que quisiera hacer o dejar de hacer. Al menos esto pensé hasta que me tocó y la emoción sin nombre me punzó el fondo de la cabeza, la sonrisa se me disipó un poco, pero colé mi movimiento para separarme de ella junto a los suyos cuando me dejó en paz con la idea de reducir bastante la disrupción para los que estaban en el mismo espacio. Reseteé la sonrisa un segundo después. —Woah, it's such a shame that I don't really care about that, Blondie —respondí en un murmuro, me llevara el apunte o no—. Have fun tho. Fujiwara se llevó el siguiente ofrecimiento, un poco como anuncio por los parlantes, que dicho fuese de paso me había contestado que todos éramos siempre el alumno de alguien. La idea parecía un pensamiento superficial lanzado al aire, pero si uno lo pescaba con algo más de detenimiento sonaba más complejo. Era y no era verdad, suponía, dependía de las circunstancias. El punto fue que no reaccionó visiblemente al comentario de la otra, que de por sí no parecía diferente del resto de su comportamiento general, y con eso me di cuenta de que estaba inmunizado pero también de que era bastante calmado aunque de por sí se le notaba. No parecía mal chico, punto, además si esta chica parecía llevarse bien con él por algo debía ser. La muchachita me asignó un apodo de lo más abstracto, no le había puesto mucha atención por el acercamiento de la rubia pero cuando lo procesé me hizo algo de gracia. No rechacé la suerte de bautismo, me dio bastante igual, me había quedado observando los intercambios discretos y casi inconscientes entre esta gente, así que cuando me habló de nuevo regresé a la tierra. —Estoy seguro de que no es lo mío de hecho —dije con cierta vergüenza en la voz y golpeteé mi pierna con el folleto que mantenía en la mano—, pero los folletos están bonitos, así que por supuesto que me lo quedo. Ah, y fue un placer conocerte, Vero. Keep it up! Es lindo verlos entusiasmados repartiendo folletos, espero que les vaya muy bien. La última parte la había dicho hacia ella y Kakeru, pues porque era verdad, le estaban poniendo tanto empeño esperaba que algún alumno más se les sumara. El entusiasmo de los otros era siempre contagioso, le venía bien a los corazones ajenos si me lo preguntaban. Me pareció que ya había estorbado lo suficiente por ahora, así que me despedí de ambos a como pude para no interrumpirles la tarea y avancé hacia los casilleros de tercero para cambiarme los zapatos. Una vez hecho eso aproveché la distracción monumental de la gente para dejarle un post-it a Sasha dentro del casillero, fue bien simplón, dibujé un corazón con bolígrafo azul y abajo le escribí "Maze", pero pues me nació hacerlo ya sin el empujón de Mr. Tatuajes. No era un tupper con postre, pero me servía. Contenido oculto most likely este es mi último post antes del cambio de período, fue un placer ser parte de la fiesta uwu (? para Belu, sé que Sasha está en la salita and stuff pero Maze va a estar dejándole papelitos random casi on a daily basis de ahora en adelante cuz he's in love like that
Oh, my, dos chicos me habían rechazado in the span of five seconds, si no fuese porque en realidad me daba bastante igual casi, casi podría ponerme a llorar de la pena. Maze había sido bastante más harsh de lo que podía haber esperado aunque, vaya, a aquellas alturas el chico ya ni me iba ni me venía, a decir verdad; el monte Fuji, por su lado, soltó una risa a pesar de no responder nada y, bueno, digamos que con eso podía trabajar bastante más. Acabé distrayéndome repartiendo los folletos, de todas formas, así que tampoco tuve demasiado espacio para reaccionar a nada de todo aquello. Más o menos a medio camino de cumplir con la tarea, sin embargo, no pude evitar resoplar ligeramente, y es que, como ya venía siendo costumbre con casi cualquier cosa que hacía, me empecé a aburrir de hacerlo. Oh, well, ya me había responsabilizado, así que tuve que seguir con ello... hasta que uno de los alumnos que nos rodeaban logró llamar mi atención. Levanté la vista en cuanto distinguí la voz, la misma resultándome levemente familiar, y no pude evitar ladear la cabeza mientras parpadeaba un par de veces, claramente intentando recordar de qué me sonaba. Mis neuronas tardaron un par de segundos extra en hacer la conexión, y cuando finalmente la hice, dejé escapar un 'oh~' de realización mientras volvía a erguirme, recuperando la sonrisa al mismo tiempo. —¡Sí que hace tiempo! ¿Qué ha sido de ti? Ah, no me digas, ¿acaso te drené toda la energía aquel día~? —canturreé, soltando una risilla divertida por la última idea, y bajé la vista al folleto que me había quitado de las manos—. Yep, un club de judo. Podrías unirte, lo lleva la bonita de allá. Señalé a Verónica con la cabeza al decir aquello último, pero en realidad al chico no le di mucha opción de responder porque, a la pasada, me di cuenta de que las clases estaban a punto de empezar; extendí los folletos que me habían sobrado a un chico random, pidiéndole que los fuese pasando entre los demás, y me estiré para darle un beso en la mejilla a Bergren a modo de despedida. Antes de realmente irme, sin embargo, me giré una vez más hacia Verónica y cogí un único panfleto más de sus manos, sonriéndole mientras lo doblaba para guardármelo en el cinto de la falda. >>See ya~ Contenido oculto well, this was fun, guys :D
Había relativamente temprano, me cambié los zapatos sin prisa y seguí con intenciones de comprarme una botella de agua en la máquina expendedora antes de subir, pero cuando estaba llegando me di cuenta que la billetera se me había quedado dentro del casillero porque la traía en la mano y la puse dentro mientras hacía el cambio. Suspiré con cierto hastío, pero sin más remedio volví sobre mis pasos. No tenía noticias del cuervo, ni una sola. Eso solo anunciaba desgracia. Sentí el teléfono vibrarme en el bolsillo, así que lo saqué para leer un mensaje de mi madre que decía que pasara a comprar unas cosas a la tienda en la vuelta a casa, que ella me había transferido el dinero. Estaba buscando el sticker con el que responderle cuando me llevé a alguien por delante, la víctima de la colisión amortiguó el choque como pudo y percibí la mano ajena en el pecho. —Fucking hell —apañé yo sin filtrarlo y regresé al japonés—. Lo siento. Cuando enfoqué la figura noté la melena rubia, casi platinada, y di de lleno con los ojos de la que había sido mi salvadora el día que me soltaron la hostia en el Shimizudani. El contacto visual fue un poco más intenso de lo que me habría gustado, puede que culpa del choque de tonos, y seguramente ella lo percibió igual porque se le subió el color al rostro de inmediato, apartó la mano con vergüenza y retrocedió un par de pasos para devolverme mi espacio. —Ilana —murmuré. —¿Estás mejor? —preguntó de inmediato luego de repasarme las facciones, incluso sin haber superado su bochorno—. Tu carita se ve bien al menos. —Estoy bien. La respuesta me salió medio atropellada, no quise darle espacio a que me avergonzara ni nada, pero la estudié con la vista. La noche del desastre no la había determinado demasiado, era bastante delgada y pálida, pero sus proporciones… Suponía que estaban donde debían. El pensamiento fue medio extraño, carraspeé la garganta un poco ante la idea y dejé de mirarla un segundo para guardarme el móvil en el bolsillo otra vez, lo que me sirvió para disimular los pensamientos desviados. Cuando volví a mirarla había llevado la mano a la correa de su bolso, pero me miraba con una sonrisa dulce, aliviada, y el gesto le entrecerró los ojos. Notarlo solo me hizo pensar que tenía que llevar preocupada desde entonces, aunque no hubiese preguntado más por vergüenza o cualquier otro motivo. Así como yo no le había contestado el mensaje, para variar. —Me alegro —murmuró, estuvo a nada de sonar a pensamiento en voz alta. —Y… ¿El Sakura entonces? —pregunté aunque soné como un imbécil tratando de mantener la conversación. —No tenía forma de saber que venías a esta escuela, ¡te prometo que no soy una acosadora! —La respuesta la soltó en un tono algo chillón, angustiada de repente, pero luego suspiró y se apartó el flequillo del rostro con los dedos—. Iba a empezar la semana que viene, pero me dijeron que podía llegar el viernes para conocer un poco mejor a mis compañeros y no sé qué. —¿Eres de tercero? No tengo ni idea de qué edad tienes ni nada, Dios mío. —No pasa nada, nos conocimos en condiciones un poco extremas. Hago los dieciocho a finales de año, me metieron tarde al sistema educativo por el cumpleaños, creo —respondió en un intento por restarle importancia al hecho de que había aparecido de la nada, con una hostia en la cara, a pedirle a su grupo de amigas que me pidiera un Uber—. Me dijeron que voy a la 3-2. La coincidencia me hizo la debida gracia, incluso solté una risa por la nariz y ella me miró con algo parecido a la confusión. De nuevo, era un poco raro esto de hablar con la chica que me había visto inmediatamente después del desastre. Había dado con la peor versión de mí sin quererlo y la herida psíquica seguía allí, minando las paredes de mi cueva en silencio. —Es mi clase —concedí suavizando bastante el tono—. Bienvenida, supongo. Contenido oculto serie #1 de no sé cuántos rellenos que posiblemente aviente el día de hoy ahí quedan Cay e Ilana owo7 al servicio de la comunidad
Hoy había llegado más temprano de lo que acostumbraba a llegar algún lugar en específico, lo más esencial era que siempre llegaba a la hora que me daba la gana cuando mi padre llamaba a esas reuniones de negocios que me aburrían hasta más no pedir cuando no tenía nada que hacer como hacker en potencia, bueno la cosa fue que a Eda le había entrado las ganas de llegar temprano hoy, justamente hoy. Íbamos entrando a los casilleros de tercero cuando ella se alejó al suyo a guardar cosas y sacar lo que usaría y no sé qué más hizo por qué en sí no le preste atención me había dirigido al mío por puro aburrimiento en sí. Como tal, no tenía nada más que hacer no sé en qué momento termino, pero al alejarme de mi casillero la vi recostada cerca de una pared cercana. La miré fijo. —Por cierto ayer no te vi ¿en dónde te metiste en todo el receso? —¿Importa?. Cruce mis brazos. —Si tuve que ir a perder de mi preciado tiempo, al buscarte pues si y mucho —mi voz había salido fría y neutra escuche su risa burlona a ella le encantaba provocarme y más por qué sabía que no me gustaban esos tipos de risas en mi cara. —No te mandé a buscarme ¿sabes? —su voz había adquirido el mismo tono que el mío, en sí las dos sabíamos que mientras una de las dos se dispusiera a querer jalarle la cuerda a la otra pues terminaría mal. Así que lo mejor para las dos era que una se quedará callada, no por qué se lo daba por ganado sino que ahora no quería hacer un desmadre en medio de esta academia, no me gusta llamar la atención y sabía muy bien que a ella tampoco muchos años nos tocó pasar desapercibidas así ahora no sería lo contrario. La mirada de ella aún seguía en la mía y no podía negar que me daba gracia por qué sabía muy bien que a ningunas de las dos nos gustaba quedarnos callada al igual que a Jean o mejor dicho a ella no le importaba nada. —Ya que parece que no me vas a decir dónde estuviste ayer pues, —sonreí en poco por qué yo muy bien sabía que le iba a decir—. El día anterior conocí en persona al hijo del líder de la mafia irlandesa. Si fuera una persona que se burlara por la cara que ponen las personas por las noticias que recibían pues lo fuera hecho la cara que tenía Eda, realmente daba gracia. —¿Me estás diciendo que te acercaste a Cayden Dunn cuando te había advertido que no te acercaras a ninguno de ellos? —alce los hombros sin mucha importancia. —No le veo el caso de drama —ella alzó una ceja antes de reír con sarcasmo. —¿Qué no le ves el caso? Dios, no entiendo cómo puedes ser hija del pakhan de la bratva y mafia roja creo que Jean es más razonable que tú. —¿Me llamaban? —parpadeamos en poco antes de girarnos hacia la voz que interrumpió mi confiscatorio. —Pero miren nada más a quien tenemos aquí, si es la pantera —susurre su apodo en un murmuró que solo las tres podíamos escuchar su mirada verdosa e indiferente paso de mí a Eda. —Debería decir que me da gusto encontrarme contigo reina del hielo, pero —alzo sus hombros en el momento que arqueo la ceja—. Que lástima no la siento... Su respuesta me la esperé con todo el deleite del mundo sabía muy bien que Jean era una persona sin medir el veneno que podía salir por sus labios, y no me molestó en lo absoluto eso causo una risa que termino segundos después de ver el saludo que siempre hacían con la mirada ella y Eda y ahora que lo pensaba bien quien diría que las tres íbamos a estar juntas de nuevo después de meses de la partida de Jean de Alemania. Obviamente no pensábamos quemar la academia eso ya era algo no estaba en nuestros planes habíamos llegado con otra clase de objetivo ¿no? Ese era el principal de todos. Contenido oculto Holis puro relleno por qué ansiaba que estas tres niñas se encontraran, y por aquí las dejo uwu.
Nada de eso había salido como pretendía, ¿cierto? En lo más mínimo. Las cosas habían ido apilándose de manera terrible; ausencias, nervios, recuerdos y el desastre que se tenía Richard con la universidad tensando todo en casa, absolutamente todo. Había seguido escalando sin orden, caótico, hasta que reventó y arrastré a todos conmigo. Los ataques de pánico se habían vuelto rutinarios, lo suficiente para buscar un dictamen médico que me dejara ausentarme de la escuela por tiempo indefinido. Salir de casa no era una opción, tampoco se me apetecía y durante semanas a duras penas había logrado continuar tercero con ayuda de tutores, como había sido hace años. Eso de ser educada en casa como si pudiese fracturarme al poner un pie fuera de la casa era horrible, pero no tenía opción. En los puntos más bajos había sido siempre de cristal. Jez había seguido enviándome mensajes durante todo ese tiempo, incluso a través de papá, y a veces su tía me enviaba cosas con ella que yo no salía a recibir. No me creía en la capacidad de enfrentar a Jez directamente en mi estado, mucho menos podría haber enfrentado una clase, a mis compañeros y los vacíos. Los malditos vacíos. Tardé demasiado tiempo en comenzar a volver a la normalidad, cuando los ataques mermaron también recobré fuerza física y mental. Retomé los deberes en casa con interés, comencé a ponerme al día como correspondía y luego de sopesarlo muchísimo fui capaz de ver a Jez, decirle que volvería a la escuela en unas semanas y que todo estaría bien. Quise creer que todo lo estaría, ¿pero no había vivido de ilusiones por mucho tiempo? Decidí volver un viernes para no comerme toda la semana de sopetón, pero antes de eso Jez me había escrito diciendo que un compañero suyo había preguntando por el club de esgrima por una chica nueva y quería saber si yo seguía interesada en, bueno, no dejarlo morir. En este momento el club era solo yo, ¿no? Ni siquiera existía, por Dios. De la manera que fuese le dije que podía conversar con la chica para ver si era posible hacer algo por el club que estaba más cerca de la muerte que lejos de ella. Jez me contestó con un sticker en ese momento, luego me describió a la muchacha y me preparé mentalmente para buscarla el día que regresaba a la escuela. Crucé el patio frontal, mientras cruzaba el portón noté la silueta oscura de Altan rebasarme y al reconocerme, con bastante retraso la verdad, giró el rostro para mirarme con incredulidad. Lucía terriblemente cansado, pero también había, ¿cómo decirlo? Parecía que tenía otras emociones además de la arrogancia y el fastidio. Este no era el chico que yo recordaba, para nada. —Meyer —murmuró desde su posición y yo lo saludé con un movimiento de cabeza. Pareció maquinar algunos pensamientos, pero finalmente habló y me dio la sensación de que las palabras se le quisieron pegar en la garganta—. Una amiga va a bailar hoy en el receso. Recién vuelves, igual y te gustaría ir a verla. —¿Quién? —Anna Hiradaira. Recordé a la muchacha de los casilleros, parecía que había sido hace una maldita eternidad, me había halagado el cabello y parecía esquiva en general. Me faltaba absolutamente todo el chisme, pero me bastó poder darle un nombre a la cara para asentir con la cabeza y él siguió su camino con lentitud, de forma que acabé por rebasarlo en algún momento. Los nervios que me cayeron encima al entrar al edificio fueron de antología, sentí que me temblaron las manos y me metí al pasillo de tercero con cierta prisa. Por un segundo quise volver a casa, olvidarme de esto y terminar mis estudios en casa, como la maldita niña de cristal que era, pero noté entre las caras de tercero a una chica con la descripción que me había dado Jez y me empujé a acercarme, aunque claro que estaba interrumpiendo algo. Me excusé con las que supuse eran sus amigas, las saludé a todas y finalmente dirigí la atención a la albina. —Permiso, perdonen la interrupción. Anastasia Ivanova, ¿no? —Busqué confirmar—. Cayden Dunn contactó con una amiga y ella me habló, soy Laila Meyer, de la 3-1. Me dicen que tienes interés en el club de esgrima. Poco sabía yo que justo acababan de tener al muchacho en la boca y para la gracia el niño en cuestión estaba unos metros más allá. Contenido oculto es criminal el tocho que aventé (? perdón el super relleno xd me acordé de lo del club al ver la cinta de Anastasia jsjsj más vale que reviví a Laila con eso en mente
Noté en las puertas de la academia la figura de Alta. Hablaba con una chica a la que no reconocía de vista. Mi posición estaba algo apartada del ingreso a la academia, pero la distancia fue óptima como para advertir su andar cansado y algo en su postura… que podía describir como pesadez. Siempre había pensado que Sonnen era imponente con su estatura elevada y la actitud firme, imagen que conservaba sobre todo del campamento. Ahora lucía derrotado. Mis engranajes mentales amenazaron con iniciar giros sonoros, y chispas capaces de quemar. Pese a lo cual tuve la fuerza mental suficiente para frenar los pensamientos, un largo suspiro de resignación fue el indicio de este repentino proceso interno. Porque a decir verdad… No podía evitar preocuparme por él y por Anna. Pero la mejor opción de las que disponía era otorgarles (ahora sin equivocarme) espacio. No podía hacer la diferencia en los hechos, pensarlo de ese modo pecaría de una arrogancia que no me definía, por mucha buena intención que me impulsara. Por si fueran insuficientes estas inquietudes, tampoco tenía claro si nuestra conversación en el patio frontal le sirvió de alguna forma, pues había finalizado ese receso con la sensación de que Altan tuvo más capacidad de contenerme a mí, de lo que yo pude hacer por él. Como si fuera un lobo cuidando de un cachorro desorientado… La analogía me dibujó una sonrisa. Fue leve y triste, pero ayudaba. Me adentré en la zona de los casilleros con ademanes tranquilos y una expresión serena en el rostro. El movimiento a mi alrededor era rutinario, pero no por eso agobiante. De todas maneras, se hizo notoria la ausencia de Verónica y los demás, que habían generado algo de revuelo el día anterior. Dada la energía de la chica y el empeño que le ponía a su club de judo, asumí que hoy también la hallaría repartiendo folletos, con la aglomeración resultante de su acción. Pero no estaba. Supuse que habría dado otro enfoque a su misión, ya que era improbable, hasta ilógico, sopesar la posibilidad de que se acomodara en la quietud. No la conocía mucho de todas maneras, pero daba a impresión de movimiento constante e irrefrenable. Así las cosas, llegar a los casilleros de segundo año supuso una tarea bastante sencilla, hice el intercambio de calzado con relativa tranquilidad. Repasé la zona en busca de rostros conocidos. Bleke y Kashya no se hallaban presentes, tampoco divisé a Anna. Volví a suspirar, tuve que chocar brevemente mis palmas para centrarme. Acto seguido me tomé el atrevimiento de estirar el cuello en dirección a los casilleros de los de tercer año y, así, no tardé en distinguir a Cayden entre el gentío. No era muy difícil dar con él gracias al color de su cabello, pensarlo de este modo provocaba un grado de gracia. Estaba con una chica a la que tampoco reconocía, aunque su cabello era rubio. Mi intención de acercarme cayó en serias dudas al notar ademanes nerviosos por parte de ella, pero aun así me aproximé con algo de cautela. De este modo, llegué a oir cómo Duun le daba la bienvenida. “Todo un caballero”, pensé con media sonrisa. —Buenos días, Cayden —saludé, anunciando mi presencia en el proceso; mostré una sonrisa amable y solemne a la chica—. Me disculpo por la intromisión, llegué a escuchar que te daba la bienvenida —me rasqué la mejilla, el efecto que mi aparición provocaría era desconocido y eso, a mi pesar, inquietaba un poco—. Soy Hubert Mattsson. Espero que tengas un buen pasar en esta institución. Contenido oculto uwu
En el Shimizudani no me había dado la sensación de ser particularmente nerviosa, pero no podía juzgarla por ello cuando yo mismo era capaz de sacudirme mi propia ansiedad en cuanto percibía que la de otro era más intensa. Era una suerte de desconexión consciente, sí, pero no servía a la idea de desentenderse, si no todo lo contrario. Al hacer un quiebre voluntario era posible alzar las paredes de la cueva, del búnker o lo que fuese para refugiar al otro o al menos darle soporte. Era una suposición riesgosa, pero ese cambio de actitud parecía responder a la misma naturaleza. La conversación daba un poco de pena ajena, pero después de que me dijo la clase a la que iba pareció relajar un poco el cuerpo y con eso me quedé tranquilo. Ella estaba por decir algo cuando otra silueta apareció, medio giré el rostro solo para darme cuenta que se trataba de Hubert y sonreí prácticamente en automático, no lo procesé, pero noté que Ilana nos miraba con cierta curiosidad. —Buenos días, Hubert. Se disculpó por la intromisión, Ilana negó suavemente con la cabeza y la mata de cabello rubio siguió el movimiento como una cola. Sus ademanes cambiaron un poco de repente, al menos esa sensación me dio, se tornaron más suaves si se quiere, más controlados. Tampoco supe si el cambio fue del todo consciente, pero valía la pena rescatarlo. —Muchas gracias, qué amable —le dijo al muchacho junto a una sonrisa—. Ilana Rockefeller, es un placer, Hubert. —Ah, Hubert es un kohai de lo más dulce —interrumpí solo por hacer el tonto y me acomodé junto al chico, inclinándome apenas en su dirección—. Muy educado y centrado, seguro te cae bien. La presentación que nadie había pedido alcanzó para estirarle la sonrisa a la chica, que de paso hizo una reverencia leve. No me sonaba que fuese nacida aquí, pero daba la sensación de tener internalizadas ciertas nociones. —Me honra conocer a un amigo de Cayden —soltó como si nada, se escuchó genuino además.
Desconocía el grueso de la conversación que mantuvieron antes de mi acercamiento. Tampoco tenía motivos de peso para sacar interpretaciones de los ademanes que observé a la distancia, o para intuir la historia subyacente de aquel encuentro. Pese a lo cual fui consciente de que ambos, de alguna manera, se relajaron con mi aparición. De Cayden me lo esperaba porque nos llevábamos bien y nos habíamos vuelto más cercanos, al menos hasta donde el tiempo de conocernos permitía; le devolví la sonrisa que esbozó al corresponder a mi saludo. Por su parte la chica, de nombre Ilaina Rockefeller, me recibió con un carácter ameno y cordial que fue capaz de relajarme al instante. El índice se desprendió de mi mejilla, retirándose junto con la inquietud. —El placer es mío, Ilaina —respondí. Existía una alta probabilidad de que hubiese añadido algo más, pero Cayden se adelantó con una veloz intervención. Me describió como un “kohai dulce”, dijo eso con una naturalidad que asimismo parecía rebosante de franqueza. Desvié la mirada hacia un costado con la modestia cruzando mi expresión, un poco apenado de que me pusiera un listón tan alto frente a una chica a la que estaba recién conociendo. Sin embargo, no se trataba de incomodidad: la risa que contuve fue clara señal de que me divertía levemente con sus dichos, si bien seguía creyendo que exageraba. Ilaina recibió muy buen esta especie de presentación. Su sonrisa se ensanchó, volviéndose más refrescante. La reverencia fue algo sorpresiva y, por reflejo, imité su movimiento con torpeza. Aquí relucía un rasgo bastante contradictorio de mi personalidad: era un joven demasiado formal para mi edad, al menos en el hablar, pero nunca me adecué a las formalidades japonesas. Me resultaban dificultosas. Ilaina dijo que le honraba conocer a un amigo de Cayden. Sonó auténtica, y esa transparencia me resultó bastante dulce. No sabía de dónde la conocía Dunn, pero parecía ser una buena chica. Sonreí ampliamente, aunque tardé unos segundos en hallar respuesta ya que era la primera vez que me decían algo así. —Muchas gracias, Ilaina, aprecio mucho tu sinceridad —mencioné, tras lo cual me erguí con una sonrisa amable—. Si bien soy tu kohai, puedes contar con mi ayuda si necesitas orientarte en asuntos relacionados con la academia, soy de la clase 2-3 —ofrecí con educación—. Tengo entendido que a los estudiantes transferidos les asignan un compañero para hacerles un tour, ¿o me estoy equivocando, Cayden?
En si la llegada de Jean me había tomado por sorpresa, suponía que a Eda no por que se lo había tomado con calma, hasta me había olvidado que ellas dos estudiaban en el mismo curso, se miraban todos los días así que de seguro por eso Eda se lo tomo normal sin ninguna clase de sorpresa aunque yo muy bien sabia que Jean estaba en esta academia pero nunca pensé encontrármela ahora, aunque estaba más que acostumbrada a su hostilidad así como ella estaba de la mía. La cosa fue que ninguna de las tres dijo algo más de lo normal, porque podíamos habernos conocido desde la infancia, pero nosotras no conversábamos como si fuéramos esas mujeres chismosas que no saben que más hacer con sus vidas aparte de tirar chisme obviamente. Ya que miraba que nadie iba a romper el silencio pues lo haría yo, mejor dicho haría los honores ¿no? Óigame como si a mí me gustara hablar más de la cuenta, pero suponía que eso pensaba hacer ya que, fui interrumpida por otra voz suspire en poco para así mirar a la persona que ahora habría aparecido frente a nosotras la mire de arriba abajo cuando busco confirmar mi nombre después de haberse disculpado por la interrupción y habernos saludado. —La misma —alce una ceja cuando escuche el nombre del pelirrojo salir de la boca de la chica, ah ahora que recordaba él me había dicho algo sobre que podría hablar con alguien que pertenecía al club de esgrima, sobre si todavía estaba abierto o algo así era no me recordaba bien, pero la cosa fue que sonreí en poco ante la mención del club podía decir con certeza que hablar sobre la esgrima era lo único aparte de hackear que realmente disfrutaba hacer. Note en poco las miradas de Jean y Eda con cierta curiosidad y suponía que también había sido al escuchar sobre el club, y sobre la mención de Cayden, bueno la mirada de Jean de sorpresa y algo más que indiferencia como tal no les preste atención hasta que Eda hablo: —Ya que te vas a ocupar te dejamos —miro a la chica en cuestión—. Fue un gusto por cierto me llamo Eda y ella Jean —apunto a la chica antes de dirigir sus pasos y el de Jean hacia los pasillos—. De seguro dejamos a esta niña en buenas manos —con eso me dio una última mirada—. No te metas en problemas y claramente tenemos una conversación pendiente Eiskönigin. Con eso desaparecieron, volví mi vista en la chica no después de haber sonreído al escuchar el apodo Reina de hielo. —Así que creo que podemos continuar —sonreí—. Si yo le pregunte a Cayden sobre el club, ya que me interesa entrar, pero no sabía si aun seguía activo y ¿Qué tenía que hacer para pertenecer a él? Por cierto tú eres la líder ¿no?.
Luego de todo el embrollo del miércoles por la tarde me dio demasiada vergüenza venir a encontrarme al chico aquí, de todos los sitios posibles, porque había estado hablando del pobre en una mesa con otras tres chicas que se habían paseado por "es el típico hombre que oculta cosas" a "si fuese malo nuestra hermana mayor no lo cuidaría tanto". Debían haberle ardido las orejas al menos por media hora, con todo lo que soltaron las gemelas y Mei. Encima la sorpresa se le notó en toda la cara, ya sana, e imaginé que había olvidado mi existencia hasta que me llevó por delante. Traté de solucionar la cosa lo mejor que pude, pero estaba nerviosa de por sí y no lo hice muy bien; en comparación a la noche del Shimizudani debía parecer una tonta. Le tocó a él ser el centrado de la interacción y me obligué a relajarme cuando me dio la bienvenida sin un rastro de molestia en la voz o las facciones. Seguía pareciendo menor de lo que era, en eso las Minami tenían razón. En determinado momento apareció otro muchacho, cabello y ojos oscuros, lo saludó por su nombre y entonces ajusté los sistemas un poco a la fuerza. Lancé el nerviosismo por la borda, me centré en parecer lo más cordial posible y de paso me sirvió para centrarme en otra cosa. El chico se disculpó con formalidad por la interrupción, pero me di cuenta que a Cayden se le suavizaban (más) los gestos. El amigo del pelirrojo me deseó un... ¿Cómo? ¿Un buen pasar por la institución? Eso, sí, luego de haberse presentado como Hubert y Cayden luego se subió un poco al vagón de un tren que ni sabía que existía. Al hablar conmigo no parecía rígido ni nada, pero cuando presentó al chico como un kohai dulce y toda la cosa se le notó algo más de fluidez. A Mattsson se le notaba apenado, pero no me pareció que fuese vergüenza pura ni molestia, así que supuse que no importaba tanto la presentación si no quién lo había dicho o las expectativas que generaba. Igual imitó mi reverencia con algo de torpeza, pero tampoco tenía pinta de ser japonés de cepa así que se le dejaba pasar. Por demás siguió hablando de manera formal, por un segundo quise mirar a Cayden como para pedirle pistas del porqué pero preferí no hacerlo y le presté atención al chico. Tal vez tengas razón al preguntarte qué hacía solo en el Shimizudani. Las palabras de Kyoko me rebotaron en la cabeza un poco de repente, fue en el instante en que se me cruzó por la cabeza decirle a Mattsson que había conocido a Cayden hace casi un mes y me pregunté hasta dónde este chico hablaba de esas cosas. ¿Qué tanta gente sabía lo del golpe? ¿Había alguien que supiera el porqué siquiera? Las gemelas habían dicho que era poco comunicativo así que opté por no meterme en su privacidad, en lo que le contaba o no a sus amistades. —Ah, sí. A todos los nuevos les ponen un guía turístico —corroboró el pelirrojo mientras se ajustaba el blazer del uniforme, seguro le había quedado desordenado por el choque de antes—. Puedes aceptarlo o rechazarlo, eso ya queda en ti. —Supongo que no es una mala idea —reflexioné mirando a ambos. —Eso depende de quién te toque. La idea es buena, la ejecución deja un poco que desear —advirtió después de encogerse de hombros. No tardó mucho en caer en cuenta que el famoso kohai, bueno, estaba en los casilleros de tercero así que giró el rostro para mirarlo—. ¿Y tú qué haces aquí de todas formas? ¿Viniste a verme acaso? Hombre, se veía que Cayden se había despertado con ganas de picar a alguien y el chiquillo había salido premiado. No supe muy bien a qué adjudicar las miradas que percibí, así que solo pretendí restarles importancia para no echarle leña a mi ansiedad y me concentré en el hecho de que la albina confirmó ser la persona que me había comentado Jez. Tampoco era que hubiese muchas más opciones, la verdad. Las chicas, amigas de Anastasia, le dijeron que se retiraban y una de ella se presentó a sí misma como Eda y a la restante como Jean. —El gusto fue mío —respondí sonriéndoles. Pasé un poco del comentario de que dejaban a su amiga en buenas manos y pretendí ignorar todo lo demás, pero el alemán al final de la oración me había llamado la atención inevitablemente. Lo disimulé, claro, porque el asunto no era conmigo si no con Inavona, pero la palabra se me quedó grabada con una facilidad ridícula. La había llamado Reina de Hielo. Anastasia volvió la atención a mí, asentí para hacerle saber que le estaba poniendo atención y cuando preguntó por el club específicamente suspiré con cierta pesadez. De todas maneras le regresé la sonrisa, calmada, y me dispuse a contestarle. —Podría decirse que lo soy, sí. La verdad es que el club como tal está moribundo, yo me ausenté varias semanas por temas familiares y varios miembros, casi todos, ya no están. El asunto es que no quisiera solo dejarlo morir, si de verdad estás interesada podría hacerte una pequeña prueba la próxima semana, porque ahora misma es mi primer día luego de la ausencia y no me siento del todo bien, y luego ver si podemos buscar más personas interesadas. Si quieres ayudarme a revivir el club eres más que bienvenida. Era especial para mí, incluso ahora.
Un día mas en la academia, ¿No? Uno de tantos que habían ya transcurrido con un ritmo peculiarmente pasmoso y sin nada interesante (Al menos para ella), por que cuando no se anda por ahí al pendiente de otras cosas, salvo de estudiar o de hacer el tonto, las cosas podían ponerse aburridas casi que al instante, con una facilidad increíble. Menos mal para esas mañanas aburridas habían un teléfono y audífonos. Como era de rutina, la joven Izayoi terminó por acercarse a su respectivo casillero para abrirlo y ponerse a revisar el desastre que tenía dentro del mismo, algo que la llevaría a considerar una cuestión... ¿Por qué no ponerse a organizar semejante cuchitril que llamaba casillero? Libros y revistas tirados sin acomodar, algunas fotos pegadas, y algunos implementos de escuela regados en el mismo, ver esta impoluta escena la llevó a soltar un suspiro. —¿Cuándo me volví tan desordenada? —dejó resoplar con una contundente voz de desaprobación, tintada de decepción, para luego dejar salir un susurro un tanto fuerte, aunque con energía en su frase— ¡Una criada no debería ser desorganizada! Se miró en el espejo fijamente, con sus ojos mostrando una feroz determinación, para luego crujirse los nudillos... La suciedad y el desorden habían encontrado a su peor enemigo. ¡Manos a la obra! Con esto, y en un fuerte empeño, Sakuya se dispuso a organizar y limpiar su casillero de toda la basura y cosas inútiles que había dentro, un casillero hablaba mundos de como era un estudiante, así que... ¡Había que dar la mejor impresión posible! Contenido oculto yas biches, i'm back, Hygge, lo prometido es deuda hun, see ya soon~
Las puertas del metro se abrieron y con ello se vació casi la totalidad del vagón, hasta ahora repleto de estudiantes. Distinguí el emblema de la academia Sakura en el uniforme de alguno de ellos y fue eso lo que me confirmó que no andaba tan desencaminada como creía. En los airpods comenzó a sonar una canción de lo más animada que no tenía registrada, y en esas estaba de revisar el nombre del grupo y guardarla en los favoritos de Spotify cuando una llamada entrante me cortó completamente el rollo. —Hoshino-san, ¿pudiste tomar el tren a tiempo? —La voz de un hombre de mediana edad al otro lado de la linea me hizo soltar un suspiro de hastío—. No leíste mis últimos mensajes. Te pasé la ubicación de la academia y las lineas que conectan con ella. —Buenos días, Stalker-san —le saludé, obviando sus preguntas. Tecleé distraída en el teléfono, guardando ahora sí la canción—. ¿No es un poco temprano para tus llamadas rutinarias? Apenas estoy llegando a la academia. —Le pido un poco más de respeto por mi trabajo como cuidador, Hoshino-san —se quejó, pero su voz sonó tan lastimera que apenas imponía respeto—. Es tu primer día, es normal que desee saber si todo marcha bien. Además, con lo torpe que es usted... —¿¡Ah!? ¿Te recuerdo quién quemó un simple cuenco de arroz? ¡Solo tenías un trabajo, Yoshio! ¡Solo uno! La relación con mi tutor legal siempre era así. A pesar de ser una relación estrictamente formal (cosa que me importaba entre cero y nada a la hora de dirigirme hacia él), había cierto carácter entrañable en su persona. Era un dolor de muelas la mayor parte del tiempo, pero hacía en cierta medida menos solitario mi día con su molesta presencia. —Espero que pase un buen día. Si necesitas cualquier cosa, estaré pendiente del teléfono durante el trabajo. —Sí, sí~ —Alcé la mirada al ubicar el edificio que correspondía al Sakura, alistándome la coleta con cuidado—. Estaré bien. Te preocupas demasiado. —Y recuerde que... Corté la llamada en cuanto comenzó a recitar sus consejos pseudo-paternales por enésima vez, excusándome con que ya había llegado a las instalaciones, y aceleré el paso. No estaba particularmente nerviosa, pero me apetecía tomarme algo de tiempo antes de las clases para conocer un poco la zona. Llegué a los casilleros, donde la mayor parte de los estudiantes se concentraban para cambiarse el calzado. Me habían proporcionado una llave para la taquilla junto al carnet estudiantil, de modo que me dirigí en su búsqueda mientras la música volvía a acompañar mis pasos. Se sentía... curioso, formar parte algo así. No fue demasiado dificil, porque casualmente no me encontraba tan lejos de su ubicación, pero pudo haberme tomado bastante más tiempo del que imaginaba. —Dios, ¿cómo puede caber tanto desastre en una sola taquilla? Me había inclinado, con uno de los airpods en la mano para curiosear el movimiento en la taquilla contigua. Una chica se estaba dedicando concienzudamente a la tarea, sacando de dentro hasta al mismísimo diablo, y dejé encima mis zapatos para hacer el cambio mientras la observaba. Alcé las cejas, risueña, cuando nuestras miradas conectaron. >>¿Segura de que no quieres ayuda para cerrar ese portal al inframundo?