Interior Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Al parecer, la suerte me quiso sonreír aquel día y el gimnasio se quedó desierto durante todo el receso, permitiéndome así descansar lo suficiente como para no ir a morirme durante las clases de la tarde. I mean, si hubiese sido por mí, ni siquiera hubiera asomado el pelo por las mismas, pero algo me decía que Joey no iba a permitir que yo durmiese mientras él sí se comía a los profesores, así que simplemente decidí evitar tenerlo enviándome mensajes todo el rato o algo por el estilo.

    Fue al salir de las clases que me di cuenta del cartel que anunciaba el campamento de la semana entrante y, por supuesto, simplemente eso bastó para hacerme olvidar toda posible resaca cuando comencé a dar saltitos emocionados, tironeando de Joey hacia el exterior de la academia y empezando a parlotear sobre lo bien que nos lo íbamos a pasar de nuevo aquel año. Me encantaban las actividades al aire libre, no era ninguna novedad, y me encantaba aun más la idea de poder pasar esos días junto a la persona con la que mejor me lo pasaba en un 99% de situaciones.

    La emoción me duró más o menos hasta que llegué a casa, pues recordé que la abuela iba a tener que irse de nuevo durante un período relativamente largo de tiempo, y ni siquiera iba a poder despedirse de mí el día del campamento. Eso no me preocupaba demasiado, a decir verdad, porque ambas habíamos acabado desarrollando una relación bastante independiente (y tampoco iba a ponerme a lloriquear por algo que estaba fuera de su alcance hacer), pero sí que tenía cierto reparo con la idea de tener que pasar el fin de semana sola en mi casa.

    Conocía a Aiden, lo conocía como la jodida palma de mi mano, y sabía que el cabrón iba a estar al tanto de ese dato, así como también sabía que no iba a dudar en aprovecharse del mismo para joderme un poquito más la vida, si así le daba la gana al despertarse cualquier mañana. Aún tenía esa clase de poder sobre mí, por mucho que me jodiese admitirlo, y estaba convencida de que él era plenamente consciente de ese hecho también.

    But anyways... ya vería cómo me las arreglaba cuando llegase el fin de semana, si es que le daba por aparecerse de verdad, porque lo cierto era que no me apetecía que me estropease más horas de las necesarias, menos aún cuando ni siquiera estaba presente físicamente. ¡Y estaba contenta! Así que el viernes llegué a la academia así, cono ese aire de alegría risueña.

    sé que nadie le va a caer, basically por el mismo motivo por el que yo no se la tiro a nadie por la cara(?), pero es mi niña and idc so here she is :D

    btw, belu, si lees esto, asumí un par de cosas con joey cuz así de sinvergüenza soy, pero cualquier cosa me dices y edito, y'know uwu
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Anna 3.png

    ¡Estaba requete-muy emocionada! Lo llevaba desde que la palabra "campamento" había salido de la boca de Emily, pero todo se intensificó con el anuncio en el tablón y el almuerzo del invernadero. Por favor, prácticamente habíamos organizado ya la disposición de las tiendas y los turnos para la leña, y ni siquiera sabíamos si iba a ser necesaria. Emi y Kakeru me siguieron la corriente sin más, y para mi sorpresa, Kohaku sí que se enganchó a mis tonterías. Se notaba que todo esto le entusiasmaba de veras y era curioso verlo emocionado por algo, ¡así que no perdería mi oportunidad!

    El buen humor me duró el resto del día y se mantuvo al siguiente. Además era viernes, o sea, el mejor día de la semana. ¿Qué podía salir mal? ¡Nada de nada! Llegué con los cascos puestos, siguiendo el ritmo de la canción y tarareándola, pero antes de meterme a la fila de segundo identifiqué una potencial víctima y no lo pensé ni medio nanosegundo. Me bajé los auriculares al cuello, me moví con sigilo (o algo así) y, desde su espalda, le puse una mano en el hombro a Cayden de repente.

    —¡Eh, fosforito! —exclamé, divertida, y solté una risa—. ¿Qué tal? ¿Qué se cuenta? ¿Cómo te trata la vida? ¿Muchas preguntas? ¡No me interesa!

    Le pasé un brazo por los hombros, incluso si tuve que ponerme de puntillas para ello, y lo estrujé para hablarle repentinamente bajo, como si pretendiera confiarle un secreto de Estado.

    —¿Te enteraste de las novedades? ¿Sí viste el anuncio?
    —Lo miré bien fijo a los ojos, sin importarme la cercanía, y fruncí el ceño—. Sólo quiero respuestas incorrectas, Dunn.

    aaaah pensaron que iba a rolear con anna por lo de altan pero no!
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Había podido descansar mejor desde hace un par de días, incluso si andaba con la cabeza un poco hecha un nudo todavía, y quizás por eso había conseguido comportarme con Kurosawa en líneas generales. Digamos que no quería problemas y viendo que para el proyecto prácticamente había decidido optar por la vida parasitaria, la verdad es que ya no debería quejarme mucho de nada.

    En lo que me cambiaba los zapatos había comenzado a tararear una canción cualquiera, así que en mi defensa me distraje bastante del ambiente y por eso no noté a Anna hasta que la tuve encima, literalmente. Estaba zambullendo mis zapatos en el casillero y estuve por tomar la lata de café de allí cuando la mano desconocida me alcanzó el hombro, tensándome el cuerpo. Por suerte me habló casi de inmediato, así que pude obligarme a relajarme en un segundo.

    —¡Piensa en mi pobre café! —solté en voz alta aunque no había siquiera tocado la lata, así que se había salvado de volárseme a la mierda—. ¿Fosfor-

    La pregunta se me cortó a medio camino, porque la otra me bombardeó con un interrogatorio al que no pude ni seguirle el hilo y juré por mis muertos que se me iba a chamuscar la neurona. Su brazo pasó sobre mis hombros mientras tanto, se había tenido que poner de puntillas así que encorvé un poco la espalda sin darme cuenta, lo que le facilitó la tarea de estrujarme y hablarme en secreto.

    No era nada fuera de lo normal, pero la cercanía me cohibió un poco y cuando me miró a los ojos debió notar que estaba por hacer cortocircuito. Igual no la aparté, no sentí que hiciera falta, y traté de ponerme la neurona en orden.

    —¿Ah? ¿Respuestas incorrectas? —Fruncí apenas el ceño y antes de pensarlo ya había bajado el tono para cuchichear también—. ¿Ese anuncio del que hablas está aquí con nosotros, tanuki? ¿Lo viste? ¿Estás segura?

    Con la estupidez fui superando mi colapso por cercanía femenina o lo que fuese, así que fui reseteando el cerebro a la configuración por defecto: hacer el tonto. Estiré la mano en su dirección y prácticamente le susurré en la oreja, como si no quisiera ni que una mosca me oyera. Si es que la moscas oían algo.

    —Escuché un rumor de un fantasma que va poniendo anuncios en el tablón, los ves y luego de repente, ¡whoosh! Ya no están. Dicen que se alimenta de las ilusiones de los estudiantes. —Le regresé su espacio un poco de la nada y la miré terriblemente serio—. No puedes perder contra un espectro de pacotilla como ese, ¡si el anuncio es real tengo que verlo con estos ojos! O ir al oculista, la verdad.


    cay: *al borde del colapso*
    yo, su madre, descojonándome: what a time to be alive huh
     
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    Bruno TDF

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    A modo de excepción y sólo en esta única ocasión, postearé en tercera persona

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    Un joven al que nadie reconocía apareció en la zona de los casilleros. Tenía bastantes rasgos que lo volvían ciertamente llamativo, como la manera en que sonreía, su estatura y los enormes auriculares anaranjados que coronaban su cabeza. Pero sin duda su cabello era lo que lo volvía blanco de miradas: oscuro, rapado a un costado, con un mechón rubio surfeando entre la negrura. Era anti-reglamentario, seguramente, pero más lo era su forma de caminar: dando pasitos de baile con los pies. Hacía movimientos con la mano como si girara un disco, seguramente al son del animado ritmo musical que se desprendía levemente de sus auriculares. Pero no chocaba con nadie, parecía tener flexibilidad y absoluto control de su cuerpo. Su nombre era Markus

    Fue entonces que una sombra alta y delgada pasó junto a él, en dirección a los casilleros asignados a los estudiantes de tercer año. Hizo sombra sobre la sonrisa del chico bailarín, que notó de reojo el estuche de una guitarra alzándose en la espalda del sujeto larguirucho, rubio, de enormes lentes semioscuros que no podían apagar el brillo de sus ojos verdes. Al notarlo, el bailarín se quitó los auriculares y se detuvo para observarlo, y el joven de la guitarra se giró hacia él para hacer lo mismo. Se trataba de Gaspar.

    Se quedaron un rato así, quietos y silenciosos como si aquello fuera cosa del destino.

    —Si sigues irradiando ese exceso de flow —dijo el chico rubio en un japonés con marcado acento ruso—, las notas musicales a tu alrededor le pincharán el ojo a alguien.

    —¡Juju, pues no tendrás problemas con esos lentesotes! —replicó Markus en un tono alegre— Y disculpa, no sé qué es eso del flow, ¡lo mío es swing! —hizo un movimiento rítmico con una pierna a modo de demostración—. Es wing, digo, ¡Swing! ¡Lo ves! ¿Qué tal?

    Ambos hablaban como si se conocieran de hace años. Pero era la primera vez que se veían las caras.

    —Tú no sabes qué es flow, yo no sé qué es swing —dijo Gaspar en tono calmo, llevándose la mano a la frente y alzando la cabeza de forma exagerada. Markus reaccionó como si le hubieran disparado en el pecho, no perdió la sonrisa pese a todo—. Al ser consciente de tu presencia rítmica, supe que la música nos enlaza. Pero… creo que venimos de diferentes pentagramas…

    —¿De diferentes pentaqué…?!

    —¿Ves lo que digo? —suspiró mientras negaba con la cabeza— Seguiré mi camino. Nos vemos.

    —¡Pero espera un momento! —atajó el otro con una enorme sonrisa en la cara— ¿Te me presentas con ese estuche de guitarra y no me la vas a enseñar? ¡Venga, que me encantan los instrumentos musicales!

    Gaspar se giró y lo miró con un resplandor en sus ojos. Markus no era el más avispado del mundo, pero se dio cuenta de que a aquel chico le encantaba hablar de instrumentos. Así, vio cómo su interlocutor dejaba el estuche con delicadeza en el suelo. El ruso, en posición de cuclillas, lo miró desde abajo. Parecía haber fuego en sus ojos, pero el bailarín se dio cuenta de que estaban rojos. Como si hubiera tenido una pésima noche.

    —Observa la majestuosidad de mi guitarra eléctrica —dijo, y levantó la tapa del objeto con demasiada lentitud para hacer drama.

    Markus se inclinó sobre el estuche mientras soltaba un suave "
    Woooooow!".

    —¡Increíble! —exclamó— Pero… eso no es una guitarra.

    Tal como decía, lo que veía era en realidad una flauta traversa, bastante cuidada y brillante. Junto a ella había una pequeña botella de cristal.

    —Oh, vaya —dijo el guitarrista, ahora devenido en flautista, con su característico tono calmado— Esto no estaba en el pentagrama… Creo que salí algo desafinado de casa...

    Entonces agarró la pequeña botellita y la giró ante sus ojos. Markus vio claramente la etiqueta que decía “
    Vodka” y, sin poder contener la sorpresa en su rostro, vio cómo el otro bebía un trago.

    —Pero, pero, ¡Pero...! ¿Eso no es ilegal aquí dentro? —preguntó, y tras una pausa añadió:— ¿Me convidas?

    —Claro. Ten.

    —Realmente eres el rey de reyes, señor Flow —respondió Markus agradecido, y bebió; su rostro no tardó en mostrar una sonrisa algo decepcionada— Jo, pero sólo es agua mineral.

    Pido formales disculpas por el nivel de falopa de estos chicos.

    Esto fue como su entrada oficial al rol, pero ambos permanecerán en los casilleros por si alguien quiere interactuar y beber vodka que no es vodka (?)
     
    Última edición: 19 Julio 2023
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    Gigi Blanche

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    Atravesé el patio frontal al ritmo usual que sonaba en mis airpods, sin prestarle demasiada atención al calor que hacía fuera del coche. La noche anterior habíamos acabado quedándonos donde Cory y, como era el mejoooor amigo del mundo mundial, se ofreció a evitarme los trenes, los buses y todo lo demás. Susu seguía muerto en el asiento de atrás y yo, si estaba tan vivita y coleando, debía ser gracias al poder del cine... y al hábito, claro. No era la primera vez que venía a la escuela high as fuck ¡ni sería la última!

    Si lo pensaba, debía ser también por eso que no noté el calor. La idea me hizo gracia y seguí mi camino hasta mi propio casillero, desconectada del mundo y meciéndome al ritmo de la canción, murmurándola en voz baja. Abrí la puerta de la taquilla, me cambié los zapatos y toda la mierda. Llevaba un par de gafas totalmente oscuras que no eran mi estilo en absoluto, pero Cory había insistido en que debía disimular el fin de semana que nos habíamos echado. ¿Cómo me había dicho?

    —Evita que te expulsen dos veces en un año, Abby —le hice burla en voz bajita, resoplando.

    Cerrando el casillero fue que noté un intercambio por el rabillo del ojo. Deslicé los anteojos por el puente de mi nariz, espiándolos por encima. Eran dos muchachos, había un estuche de música, una petaca y unos auriculares enormes. Me quité un airpod, la música se detuvo y me acerqué para husmear el contenido del estuche (que parecía de guitarra). No tenía razones, sólo era una cotilla y no estaba en todos mis cabales. Aunque, siendo justos, totalmente clean también habría metido el hocico.

    ¡Pero ese era un problema para la clean Abby del futuro!

    —¿Hmm? —Había devuelto las super gafas a su posición y me sentía en un velorio, ni modo. Vi la flauta traversa y miré al rubio, con una gran sonrisa iluminándome el rostro—. Oye, oye, ¿eres del club de música? El club de música ligera, I mean. Creo que no hay sólo "club de música". Aunque tampoco hay club de música pesada...

    Regresé al carril al instante, pero lo hice irguiéndome casi de un brinco y redirigiendo mi atención al otro chico, el del cabello bicolor.

    —¡Me gustan tus auriculares! —solté porque sí, balanceándome a su alrededor para inspeccionarlos desde más ángulos—. ¿Qué estás escuchando?


    vos dijiste falopa y yo te traje literalmente falopa
     
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    Bruno TDF

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    Sentía mi corazón todo arrugado, como una pasa de uva. Este pintoresco chico de lentes tamaño mosca no sabía lo que era el swing y, como si no hubiera tenido suficiente con tanto dolorcito musical, en su botella no estaba el exquisito sabor con el que yo había soñado, ni la promesa de empezar mi nueva vida escolar por todo lo alto. ¡Con el alcohol, el baile sabrosón y la aventura del peligro de mi lado! Pero, uf, sí que fue refrescante, me hidrató hasta el alma y era algo que debía reconocer al rubio que tenía enfrente; o mejor dicho, bajo mis ojos. Ahora se rascaba la cabeza, como intrigado ante la flamante e inesperada aparición de la flauta.

    —Pensándolo bien, salvaste mi vida —dije mirando la botellita de “vodka” con satisfacción—. ¡Con el calor que hace, es el mejor líquido del mundo! ¡Le da potencia a mi swing!

    El chico me respondió con un gesto de la mano, bastante teatral si me lo preguntaban. Parecía ser alguien calmado, pero se movía exagerado y gracioso. Toda una estrella de rock, eh. ¿O de una orquesta de instrumentos de viento?

    De repente, como una melodía de acid jazz, apareció una chica junto a nosotros. Sus enormes lentes de sol le hacían competencia a los de mi compañero, el señor Flowcito. La recibí con la sonrisa divertida y la curiosidad haciéndome danzar las cejas. De por sí estaba acostumbrado a que la gente se me acercara sin más. Esta muchacha en particular tenía cabellos bonitos, piel suave a los ojos y un estilo muy, pero que muy cool. Arrancó preguntándole a mi estimado Compañero de la Flauta si era del club de música ligera, justamente porque le vio la flauta; pero enseguida se centró en mí para decir que le gustaban mis auriculares y me preguntó qué estaba escuchando. Aquello bastó para hacer brillar mis blancos dientes en una sonrisa.

    —Ok, ok, ok —dije, balanceándome como ella para seguirle el ritmo—. Vamos por partes. Que primero te conteste mi amigo.

    —Recién comenzamos nuestra partitura, es desafinado cantar amistad con tanta anticipación —atajó el otro mientras empuñaba la flauta entre sus dedos; el sol dio de lleno en la superficie lisa del instrumento y su luz rebotó hacia mis ojos, haciéndome arrugar la cara—. Y… No estoy en ningún club. Me transfirieron hoy.

    —¡Anda, igual que a mí! —alcé la mano, con los ojos todavía encandilados por el reflejo; miré como pude a la chica desconocida— Gracias por apreciar la belleza indescriptible de mis auriculares. Ahora estaba escuchando swing, ¡electro swing, mejor dicho! ¡También lo bailo!

    Moví los pies con tres pasos rítmicos y pronunciados. Al finalizar otra pequeña demostración que nadie me pidió, me quité los auriculares y los puse sobre la cabeza de la chica; por el momento la música estaba pausada. Saqué mi móvil del bolsillo y también unos lentes de sol que me coloqué sobre los ojos para estar a tono con ellos. Y evitar que los rayos solares flautiles me dejaran cegatón.

    —¿Te gusta el swing con agüita? —le pregunté mientras la extendía la botella de vodka falso— Le podemos añadir un Markus Atticus Ferrari, ¡que así es que como me llamo!

    —A mí me puedes decir Gaspar —dijo el rubio poniéndose de pie con la flauta sobre el hombro.

    —Ahora escucha, estimada, y luego te presentas.

    Con esas palabras finales, puse a reproducir uno de mis temas favoritos.

     
    Última edición: 19 Julio 2023
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    Gigi Blanche

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    El de los auriculares me recibió con una gran sonrisa, y ya con eso me bastó para sentirme totalmente cómoda. No que me hubiera hecho problemas antes, pero se entendía. Había algo bastante... teatral en el chico, y la respuesta del otro contribuyó a la escena. ¿Partitura? ¿Canto desafinado? Sonreí, divertida. ¿De qué mierda estaba hablando?

    Oh my, two rookies! —Junté las palmas frente a mi pecho, encantada con la idea—. Welcome, boys!

    Me quité el airpod restante y los mantuve dentro de mi puño. ¿Electro swing? Jamás había escuchado, vaya, ni siquiera sabía que existía. El chico literalmente se tiró unos pasos sin que nadie se lo pidiera y pensé que, al final, yo debía ser la menos puesta de los tres. La sonrisa aún no se me despegaba del rostro, demostrando lo fascinada que estaba con toda la secuencia, y recibí sus cascos acomodándomelos un poco sobre el cabello y las gafas. Sus voces sonaron amortiguadas y acepté la botella de... agua, qué decepción. Me la acerqué al rostro y la olfateé, comprobando que no había vodka allí, y fruncí los labios en un puchero. El rubio se incorporó y las gafas taparon mi sorpresa. Bro, era super alto. Markus y Gaspar. ¡Y ahora, la música!

    El volumen estaba bastante fuerte, pero no me molestó ni un segundo. La canción comenzó en aumento, como si fuera un tren acercándose a velocidad por un túnel oscuro, y el cuerpo me respondió en automático. Mis caderas se acompasaron con movimientos pequeños al ritmo apresurado del contrabajo, marcando el tempo, y sonreí divertida. Busqué los ojos de Markus, la canción proyectándose a todo mi cuerpo y enchufándome una energía estúpida. Estaba llena de fuerza y de... bueno, tenía muchísimo swing. ¡Era muy entretenida! Y tenía mucha clase. El solo de saxo me pilló algo desprevenida y lo disfruté como si fuera la última canción que oiría en mi vida. Man, that shit slapped hard!

    Gimme that, gimme that, gimme that booze —canté en voz baja, divertida, acompañando los coros con las manos. Cuando acabó, le regresé los cascos y me quité las gafas—. Boy, I frickin' loved it! Nunca había oído electro swing antes, acabas de volver mi semana, like, ¡mil veces mejor!


    Ah, siempre me ponía de muy buen humor descubrir nueva música, en especial si incorporaba elementos electrónicos. Mi cerebro ya se había puesto a carburar ideas y me pregunté cuán cool sería fusionar elementos de swing en alguna canción con los chicos. ¿Quizá pudiera hacer algo en el teclado? ¡Y necesitábamos un saxofonista! Un solo de saxo nunca viene mal.

    Enganché los anteojos a la abertura de la camisa para dejarlos colgando allí y me acomodé el cabello, lanzándolo a mi espalda. Llevé la misma mano a mi pecho y ejecuté una reverencia bastante teatral.

    —Caballeros, mi nombre es Abigail —me presenté, y tras erguirme les guiñé un ojo, desenvuelta—. Pero pueden decirme Abby~

    ¿Estos dos personajes habían ingresado al Sakura justo hoy? Eso sonaba casi a anomalía estadística, ¡pero de las buenas!

    —Muy bien, tus gustos musicales fueron aprobados por el Comité de Arte local —agregué hacia Markus, repentinamente seria, y deslicé la mirada a Gaspar, agitando la botella con suavidad. ¿Planeaba devolvérsela? Aparentemente, y de momento, no—. ¿Qué hay de ti, guapo? ¿Tienes alguna partitura para mostrarme?

    Mejor hablar su idioma, ¿no?


    bro that shit is soooo good JAJSJAJA se la tengo que mostrar a mi novio, que toca el saxo *vibing hard af*
     
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    Bruno TDF

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    Mi cabeza dolía como si en su interior se cortaran las tensas cuerdas de una guitarra y éstas salieran disparadas para azotar todo el cráneo a su paso. Me había jurado que no bebería el fin de semana antes de mi primer día en el Sakura, pero era una promesa condenada a ser incumplida; suponía ponerme vanguardista con la naturaleza, ser completamente ajeno a la sinfonía de mi existencia. Por eso surfeé por las mieles del vodka y del rock n’ roll … Y para ser honesto, no podía explicarme cómo había hecho para llegar al colegio a la hora señalada, pero encontrar la flauta en el estuche de mi guitarra sólo mostró que mi logro era efímero. Aunque tenía los sentidos algo puestos en su lugar, mis ojos ardían y la boca me apestaba a cigarrillo. No recordaba haber fumado, aunque no me consideraría sorprendido si eso fue lo que primero que hice a resucitar de mis sueños.

    El flow del tal Markus era demasiado estridente para mi gusto, en mi caso prefería tomarme las cosas un par de decibeles por debajo. Pero no me pareció un desagradable sujeto. Le gustaba la música y eso me alcanzaba para sentirnos en sintonía, aunque afirmaba ser de pentagramas distintos y me negaba a considerarme su amigo con tanta soltura. Por su parte, la chica que vino con nosotros tenía un aire un poco más refrescante, sentía que su flow era armonioso pese que se sincronizaba con el de Markus cual orquesta. Y era alguien dedicada a componer, lo supe nada más verla.

    Ella se puso a bailar y cantar la música rítmica que salía de los auriculares, con el otro chico moviendo las caderas con expectativa… Oh, ya, se notaba que Markus llevaba años moviendo el esqueleto…

    Yo, tranquilo y sin prisa, aproveché ese momento para examinar con más cercanía mi flauta. Miré a través del hueco de su boquilla, oprimí cada llave con cuidado y la sacudí un poco por si lanzaba resonancias anormales. No sería la primera vez que rompía uno de mis instrumentos a causa de saltarme una nota en la melodía de la vida, pero la traversa sobrevivió a la calamidad de un tipo desorientado por los pequeños vicios del vodka y la nicotina.

    ¿Qué hay de ti, guapo? ¿Tienes alguna partitura para mostrarme?

    Apoyé nuevamente la flauta sobre mi hombro y posé mis ojos sobre Abigail, que con ese nombre se había presentado nuestra espontánea acompañante. La chica me miraba seria y de sus ojos manaba la energía de un juez a punto de decidir mi destino o mi condena. Agitaba mi botella en su mano. Me acomodé los lentes sobre la nariz.

    —Podría mostrarte algo con esto —dije, señalando la flauta en mi hombro con la mano, como quien presenta a un buen amigo—, pero necesito estar cerca del cielo para que las notas vuelen conmigo. Quizá en el receso… —sin embargo, también saqué mi móvil de mi bolsillo, un aparato algo viejo—. Mi carne está hecha de rock —comenté mientras buscaba algo entre los archivos multimedia sin ningún tipo de apuro—, pero soy un individuo que busca su propia versatilidad, por eso fluyo con todos los instrumentos de los que soy capaz. Me gustan mucho los de viento, tengo más aparte de esta flauta… я нашел это.

    Solté lo último en perfecto ruso sin darme cuenta. Era otra cosa que me pasaba seguido a causa de la resaca, se me atropellaba la lengua en sentidos diversos. Lo que quise decir fue “Encontré esto”, pero en vez de aclararlo señalé a Markus y le pedí sincronizar sus auriculares.

    —No sé qué fue lo que dijiste ahí, pero sonó rudo. ¡Bien macho! —dijo el chico entre risas mientras conectaba sus auriculares con los míos y volvía a ponerlos sobre los oídos de Abby.

    Por lo que notaba, preguntar o consultar no formaba parte de las sintonías de Markus. Le hice a Abigail un gesto para que se preparara. Yo prefería no tomarla por sorpresa.

    —Lo que vas a escuchar es un cover —dije—. Cada instrumento que oigas lo toqué yo, luego hice que los fragmentos se abrazaran en la gloria de la guitarra eléctrica.

    >>Siente mi flow.

    A este paso voy a ser Bruno Videos Locos TDF. Acá va otro:

     
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    Gigi Blanche

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    La energía del rubito era bastante más serena que la del Rey del Swing de aquí. Me daba vibes de estos señores del rock como Steven Tyler, que les gustaba sentarse a beber, tocar la guitarra y pensar en cosas profundas. Markus se acercó a regresarme los cascos y lo acepté en mi espacio sin problema. Lo que empezó a sonar era, efectivamente, muy distinto. Tenía... sentimiento. Podía imaginármelo tocando la guitarra eléctrica con toda la pasión del mundo, sintiendo cada nota, o quizá sólo fuera el efecto residual de la mierda de ayer.

    Lo disfruté bastante, aunque no fuera mi tipo de música primordial, se le notaba el empeño y el cariño y ya eso le sumaba mucho. El cover me dejó más tranquila, como si hubiera obrado de calmante, y deslicé los cascos a mi cuello.

    —Quiero adoptarlos a los dos —bromeé, aunque no era tan broma, y miré a Markus; ya de paso, le devolví los auriculares—. ¿Tú tocas algo?

    Que bailaba me había quedado claro, pero personalmente estaba más interesada en el apartado musical. El rubito parecía ser multinstrumentista y tener... un estilo muy particular. Le regresé la botellita junto a una sonrisa entusiasmada.

    —Tocas muy bien, ¿la mezcla también la hiciste tú? —Comencé a ponerme los airpods y sacar mi móvil del bolsillo—. Deberías unirte al club de música, si te interesa. Creo que te gustaría. —Retrocedí y les sonreí, coqueta—. Kindred souls, see you around~

    Le di play en mi móvil y giré sobre mis talones por fin, retirándome en dirección a las escaleras. Había sido un encuentro fugaz ¡pero muy interesante!


    lo cierro acá porque igual ya acaba la mañana JAJAJA

    belu: acorto las mañanas porque total nadie rolea
    also belu: *rolea en la mañana*
     
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  10.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Un martirio más del tiempo, el verano y demás no solía ser mi época estacional preferida por razones obvias, sin embargo era algo más con lo que coexistir sin réplica, por lo que con sencillez dejé de lado la queja, continuando por las casilleros con los lentes puestos en lo que denotaba a Paimon con el móvil en la mano, aún no hacía su cambio de calzado por lo que supuse que no se había dignado a buscar el número de su casillero, o no lo habría encontrado, o probablemente había hecho el mínimo esfuerzo por ubicarlo.

    —¿Ingresando y ya perdido? —señalé con el dedo índice tras él—, justo estás en el mío.

    Sus orbes negros dieron con el lente oscuro de mis gafas, me sonrió con simpleza.

    —Es lo mínimo que puedo hacer como estudiante nuevo, ¿no crees?

    Se movió entonces, dejándome el espacio para abrirlo y sujetar el cuaderno de notas que había dejado ahí hace un par de días.

    —Supongo —me quité los auriculares con la calma de siempre, dejándolos colgar sobre mis hombros—. ¿Y qué tal el camino? ¿Te perdiste de llegada?

    El otro relajó los hombros, recostando la espalda nuevamente en mi casillero para cerrarlo al retomar la posición anterior.

    —Nada que Maps no pueda resolver, ya sabes que hace años no estaba en Japón —bostezó, dejando caer los brazos a sus costados—. ¿Y en qué salón me toca? ¿Envían la información por correo o cómo?

    Ahí los dejo para quien quiera rolear un ratito <3
     
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    Zireael

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    —Deberían habértelo indicado cuando aceptaron tu matrícula, fuese mediante un correo o presencialmente —respondí sin siquiera molestarme en anunciar mi presencia, pero cuando ya estuve frente a ellos saludé con una reverencia de las de toda la vida—. Paimon-senpai, ¿no? Debí imaginar que asistirías al Sakura al ser amigo de Craig-senpai.

    Me había metido en el pasillo de casilleros de los de tercero esperando encontrar a Katrina, luego del fin de semana le había seguido dando vueltas a la cuestión y llegué a la conclusión de que era demasiado rastrero de mi parte no disculparme. Si ella solo se molestaba más, pues ese era problema suyo y yo ya habría cumplido con mi cuota de decencia anual.

    El caso fue que no la encontré, debía haberse retrasado o ya habría llegado, pero al estar allí escuché la conversación y reconocí la voz de Craig. La de Paimon no la había almacenado en la memoria con especial detalle, el intercambio había sido bastante fugaz, pero bastó mirarlo para recordar su nombre así que no pasé por la vergüenza de ser la que no recuerda a las personas que se presentaban en su cara.

    —Ah, buenos días. Lo siento por interrumpir —saludé ahora sí como correspondía.


    ola (?

    Arata 3.png

    La gracia más grande que me llevé fue al despertarme para ir a la escuela y tener un mensaje de Ikari de las tantas de la madrugada, diciendo que podíamos reunirnos en el receso del día siguiente, porque todavía se sentía como el culo. En fin, que el idiota se disculpaba por dejarme colgado y no sé qué, pero que no había tenido cabeza para atenderme y que encima ayer cuando por fin llegó a la escuela tuvo que hacer de niñera para un par de conflictivos. Supuse que Torahiko se le habría descontrolado al verse solo unas horas.

    Cuando iba a saliendo de casa le respondí que daba igual, que no era urgente y que entonces quedábamos en eso. Iba a escribirle a Sasha de una, pero si me quedaba enviando mensajes se me iba a hacer tarde por la pura estupidez, así que solo arranqué la moto y lo dejé para cuando llegara a la academia.

    Al llegar fui más consciente de que hacía calor a pesar del estado del cielo, me quedé en medio del patio frontal unos segundos y al inhalar no supe discernir que olía a lluvia o no. No tenía pinta, pero yo qué sabía, si diluviaba me comía una mierda y ya estaba, al menos agradecía no tener que tostarme la nuca con el sol. En cualquier caso, seguí mi camino hacia el interior y al meterme al pasillo noté a Kurosawa, pero también vi a Mason aparcado frente al casillero de Sasha reflexionando sobre su existencia entera. Sostenía una taza transparente, parecía que tenía unos cuadritos como los de los brownies pero eran de color amarillento.

    —Si no le dejas eso vas a tener que dármelo a mí, campeón —dije cuando me detuve a su espalda y el otro dio un respingo—. Sería una lástima que algo que preparaste para tu querida Sasha termine en mi estómago, eso te lo aseguro.

    El pobre desgraciado bufó hastiado, fue la primera vez que le escuché semejante molestia y alcé las cejas, entre sorprendido y entretenido; la cuestión fue que abrió la taquilla, dejó la taza y yo chasqueé la lengua. Hombre, cualquiera diría que no me había comido a Sasha sin ninguna clase de remordimiento.

    —Qué poca emoción, hijo de mi vida. ¿No eras así como que medio picaflor? ¿Dónde quedó el amor? —reprendí al idiota, escarbé en el bolsillo hasta que saqué una factura de la tienda y saqué un bolígrafo de uno de los costados de la mochila—. A ver, escríbele algo. Antes de que yo le traiga flores y se las deje aquí eclipsando tus brownies blancos.

    —Son cuadritos de limón, pero da igual. ¿Ahora tú eres consejero o qué pasó? —contestó, su voz tranquila trastabilló entre el miedo y la molestia, pero tomó el papel y el boli—. Good Lord, let me be.

    Muy hasta las pelotas de mi vida y lo que quisieras, pero se apoyó en las taquillas para escribir en la factura, creí que lo haría en japonés ni idea de por qué pero recordé que este, así como Sasha, se la tiraba hablando en inglés cuando podía. Al final lo que escribió fue bastante sencillo, al terminar dejó el papel sobre la taza y decía: "Hope you like it. Love you".

    Asentí complacido, colé el brazo para cerrar el casillero y luego lo extendí hacia el pasillo indicándole que podía irse en paz. El cabrón me miró con el hastío generalizado que manejaba hacia mi persona, se largó para cambiarse los zapatos y yo me quedé apoyado junto a las taquillas unos segundos, pensando si el pobre infeliz ya se habría dado cuenta de que estaba coladito por ella y solo estaba celoso o seguía haciéndose el imbécil. Aproveché el tiempo para enviarle unos mensajes a Sasha, ya de paso.

    Buenos días. Buenos porque recibes un mensaje mío, obvio
    Que Ikari se sentía como el culo y no me contestó nada hasta hoy en la madrugada
    Ya me dijo que si quieres nos podemos reunir en el receso de mañana, que todavía está hecho mierda
    Me avisas y yo le aviso a él


    Le mandé un sticker cualquiera de un perro al terminar con el spam, me guardé el móvil en el bolsillo y fui a mi propio casillero para hacer el cambio. No creía tener mucho más que hacer allí, así que me fui derecho a la clase y dejé al resto con sus vidas, para variar.


    We la cosa se me posteó antes de tiempo jsjsj y mejor borré para volver a postear (? Gigi Blanche Maze le dejó algo a Sasha en el casillero, Arata anda en modo negocios y sha that's it. Me quedó medio largo alv

    no hace falta que me des bola ni nada, as always cuando aviento estas cosas
     
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    Insane

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    En lo que me disponía a echar un vistazo a los alrededores por mera distracción se abrió paso el cabello carbón entre los estudiantes, llegando del lado contrario al que estaba mirando por lo que deslicé los orbes hasta ella. Era una de las amigas de Craig, bueno, de las recién conocidas según lo que me contó el fin de semana de su grupo de estudio. Suspiré con desgano al pensar que mi padre, el cual había venido a matricularme no me había anunciado nada al respecto, era muy probable que no hubiese prestado atención siquiera por estar ocupándose de otras cuestiones.

    —¿Y ya revisaste en spam? —agregó Craig luego de saludar a la muchachita en lo que me dignaba a seguir de soslayo su reverencia.

    Una japonesa de closet, desde mi ignorancia. Volví la vista al móvil, presionando la pantalla táctil en los correos de spam. Había algo del Sakura pero era más una bienvenida que otra cosa. Mencionó mi apellido y asentí.

    —Shiori, ¿cierto?

    ¿Que si había mencionado el nombre intencionalmente pese a que ella se dignaba a llamarme por mi apellido? Un poco adrede. Craig le dedicó una sonrisa cortés, estirando la mano a lo que aflojé el agarre en el celular, apartándomelo, cosa que supuse en cuanto se acercó.

    —¿Nos ayudas a ubicar el correo? Estoy seguro que no lo ha buscado bien —le pasó mi móvil a ella para luego guardarse las manos en los bolsillos del pantalón, desentendiéndose del celular por ahí derecho.

    Suponía que no había buscado con interés, y bueno, él me conocía lo suficiente como para negarlo.
     
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    Zireael

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    Ya de por sí no era raro que me la pasara metida entre la gente de tercero, pero hace rato no me daba una vuelta por aquí así que por un segundo me sentí fuera de lugar, pero no me duró demasiado. Es decir, ni siquiera cambió la fluidez con la que me dirigí a ellos ni la confianza con la que les hablé a pesar de conocerlos poco (o nada en el caso del moreno).

    Craig me saludó, le preguntó si había revisado en spam y sonreí para mí misma, algo de diversión se me coló en el gesto al ver que le soltaba tan pancho que no había buscado bien pero lo disimulé. El otro chico asintió a lo de su apellido, pero al regresarme la pregunta lo hizo con mi nombre y yo sencillamente asentí. La verdad era que podía llamarme como quisiera, no me iba a poner demasiado digna frente a Craig que se había comido el show entre Zoldryck y yo.

    El albino me alcanzó el teléfono ajeno, así que me cambié el maletín de mano para poder tomarlo con la mano dominante, la izquierda. Antes de hacer nada miré a Paimon, murmuré un "Permiso" bastante bajo aunque no creía que le importara mucho y me puse a buscar. Estaba un correo bastante protocolario, pero no ponía la clase en la que lo habían asignado y me puse a pensar si no se lo habrían dicho a la persona que vino a hacer el trámite o algo.

    —Aquí —dije luego de bajar un poco más en la bandeja de entrada, el correo aparecía bajo el nombre de la tutora o algo así, no del Sakura como tal—. Lo debió enviar tu tutora, no la academia directamente.

    Al haberlo encontrado lo abrí, me di cuenta a la clase que lo habían asignado y giré el móvil en dirección a ambos para que pudieran leerlo ellos mismos.

    —Qué suerte. Al final están en la misma clase —anuncié y les sonreí a ambos—, no hace falta que guíe a Paimon-senpai, ¿o sí?
     
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    Gigi Blanche

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    Los primeros días de la semana siempre eran tranquilos, al menos en el último tiempo. Ayer había podido dormir todo lo que el día anterior no, me desperté con energías renovadas y, aunque el verano me gustaba, igual agradecí que el sol le bajara a la intensidad. Quería decir, me gustaba broncearme y pasar el rato en la playa, no tener que usar el uniforme y pillar el transporte público con cuarenta grados a la sombra.

    Al llegar a los casilleros reconocí a Suiren y le sonreí a la pasada, sin detenerme al notar que estaba acompañado y, además, yo iba escuchando música. Estaba tan enfrascada en la rutina que ver la taza con los cuadraditos de limón dentro de mi casillero me pilló por completo en frío. Alcé la cabeza y escaneé el espacio sin éxito. Tomé el papelito entonces, lo hice con cuidado, y leer aquella frase tan simple sobre un mísero ticket de compra me entibió el pecho. Solté una risa en voz baja, enternecida, y saqué el móvil del bolsillo de la falda. Busqué el chat de Maze y le envié un mensaje de voz.

    You're the sweetest person in the entire world —murmuré, la alegría se me filtró en la voz—. Thank you, baby.

    ¿Tenía pruebas de que había sido él? No, no realmente, pero ¿quién más haría una cosa así? Aquella sensación cálida permaneció en mi pecho y estiré el brazo para pillar la taza cuando sentí una presencia, una sombra sobre mi hombro. La música seguía sonando y, otra vez, me pilló desprevenida, logrando asustarme. Me quité un auricular y Joey se sonrió, satisfecho.

    You're the sweetest person in the entire world —me burló, queriendo husmear en mi casillero—. ¿Y bien? ¿Con qué te ha cortejado hoy el príncipe?

    De un movimiento fluido cerré el locker y giré sobre mis talones, enfrentándolo. Por un segundo se asentó un silencio extraño entre nosotros.

    Begone, Wickham —siseé, sin ampliar ni recortar la escasa distancia entre nosotros.

    Joey se mantuvo en mis ojos, desafiante, hasta que cedió. Soltó una risa nasal, retrocediendo, y alzó las manos fingiendo desentendimiento. Lo seguí con la vista un par de segundos, sin ser consciente de la tensión en mis propias facciones, hasta que solté el aire de golpe y reseteé. Regresé a mi móvil, advertí los mensajes de Arata y los leí mientras volvía a abrir mi casillero.


    De acuerdo

    Nunca había sido la más expresiva por texto, ni modo. Me cambié los zapatos, observé la taza y decidí llevármela conmigo. No confiaba que algún imbécil no fuera a tocarla, la verdad.
     
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    Amane

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    La pseudo-reunión improvisada con Vero-chan acabó siendo bastante más entretenida de lo que había anticipado en un principio; tanto, que por un breve rato hasta se me había olvidado la resaca que seguía llevando encima. La mención de Anna pareció hacerle bastante ilusión, aunque no supe adivinar el verdadero motivo de ello for the love of me, y hasta se ofreció a darme clases particulares en lo que el club acababa de afianzarse, oferta que no deseché de ninguna de las maneras. Por Dios, era una persona física; poco importaba que hubiese malpensado con aquella posición en concreto, a mí ya me había interesado desde que había mencionado un club de deporte.

    Cuestión que la chiquilla me explicó qué onda con la técnica, volví a mirar el dibujo con cierta diversión y al final asentí ligeramente con la cabeza cuando se ofreció para las clases particulares, ensanchando la sonrisa que ya me había echado encima al pedirme que no le mencionase a nadie el trato especial que iba a tener conmigo. Hombre, me encantaba ser el centro del mundo, iba a ser algo difícil no presumir de algo que podía considerarse trato especial, pero... me aguantaría, solo porque quería que mis nuevas habilidades fuesen completamente sorpresa para Joey. Acepté el formulario, pues, y no pude evitar alzar las cejas con sorpresa ante el comentario de la chica de haber querido traerme algo más, aunque al final eso se quedó en nada porque se fue antes de que pudiese preguntarle al respecto.

    La resaca me volvió para las clases de la tarde, por lo que me las tomé con la misma filosofía que la de las mañana, y básicamente decidí hibernar el resto del día en cuanto llegué a casa. A la mañana siguiente me encontraba mucho mejor, obviamente, pero la cosa era que los martes me daban casi más pereza que lo lunes y... bueno, que tuviese mejor cara no quitaba que siguiese sin tener ganas de tener que ir a clase. Life was tough, tho...

    ignoradme sin compromiso, es que quería reaccionar a lo de vero el otro día porque en mi cabeza el receso tenía un día más so obviamente se me vino encima JAJAJAJ
     
    Última edición: 9 Agosto 2023
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    Bruno TDF

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    —Vuelta alto, chiquito.

    En el exterior, Copito me dirigió una mirada, con las patitas aferradas con firmeza en mi dedo índice, y comenzó a estirar el cuello con la clara intención de darme su saludo mañanero habitual. Con cariño marcándome el rostro, lo acerqué hasta una de mis orejas para que la picoteara con suavidad. Esa era su manera de recibirme, pero también la forma de prometer que nos veríamos en un rato. El contacto de su pequeño pico en mi lóbulo me arrancó una risita de los labios: no importaban las veces que habíamos hecho aquello y que yo estuviera acostumbrada, su saludo de pajarito siempre me hacía cosquillas. Con un movimiento firme, elevé mi mano y el gorrión abrió las alas para empezar a dominar el cielo sobre el patio frontal de la academia. Su cuerpo blanco se dibujaba contra las nubes que cubrían el cielo, y no tardé en notar que su primer destino iba a ser la zona de la azotea, o eso me pareció. Me sonreí al notar aquello y finalmente atravesé las puertas de la escuela para iniciar un nuevo día.

    Mientras iba con calma hacia la zona de los casilleros, repasaba con una sonrisa el encuentro con Ali del día anterior. Su interés por el judo había sido alentador y me emocionaba la idea de ser la sensei de alguien como ella, ¡toda una deportista! Pero, más importante que eso, me fui de su aula con la sensación de que había sido una gran reunión y que nos estábamos llevando bien, y eso me ponía muy, muy contenta. Y además tenía bien guardada en mi memoria su reacción ante el folleto. Quién sabe lo que nos deparaba el tiempo. Pero sí estaba segura de que no pensaba defraudarla con mi enseñanza, pondría lo máximo de mi esfuerzo, como siempre hacía.

    En estas cosas me encontraba pensando mientras cambiaba mi calzado, tarareando en voz baja una canción completamente inventada en mi cabecita inquieta. Dejé ahí mi morral y las zapatillas de running con las que solía venir al colegio, para caminar más cómoda; aseguré todo como correspondía. Y justo, ¡justito! cuando estaba por darme la vuelta para ir a las escaleras, rumbo al tercer piso… noté un destello blanco por el rabillo del ojo. Mi reacción fue instantánea, me giré en la dirección de aquel color. A una cierta distancia, vi a un chico muy alto, que llevaba puestos unos lentes oscuros (¿se estaban poniendo de moda?). Estaba acompañado por un muchacho que se paraba todo relajado, y además había una chica muy linda, de cabellos super-oscuros. Pero mis ojos se quedaron clavaditos en el de los lentes. La sonrisa, bastante ilusionada, no tardó en dibujarse en mi expresión.

    Era… ¡Era otra persona albina! ¡Otra lucecita en la Academia!

    La sola presencia de aquel chico desconocido bastó para ponerme de muy buen humor. Encontrar personas con mi mismo color de cabello, para mí, era siempre un motivo de ilusión. Así que me quedé mirándolo a la distancia con una sonrisita. Seguramente no entendería nada se mi veía ahí parada, observándole con fascinación, así que opté por ocultarme un poco detrás de un casillero cercano. Como una ninja. Pero seguro mi propio pelo no tardaría en delatarme.

    Insane Zireael ¡Aló!

    Vero sólo los está mirando de (no tan) lejitos, quería que registrara la existencia de Suiren y compañía. No intervendré directamente en su interacción a menos que me lo permitan (no se sientan obligadas) y hagan como que la pescan, que la muchacha es bastante mala disimulando :P
     
    Última edición: 9 Agosto 2023
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    Insane

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    Dejé mi cuaderno de notas reposando entre mi antebrazo y el lateral de mi cuerpo al tener las manos en los bolsillos. Ya me suponía su nulo interés en realidad de a qué salón le habían atribuido, y por ahí derecho las materias que incluirían al ser el pensum distinto a como lo manejaban en Rusia, por lo que podría atribuirse la curiosidad de mi parte sobre su clase asignada, por nada en particular en realidad. Fue entonces que detecté por el rabillo a Pierce, ladeando la cabeza para dar con su saludo, sonriéndole de regreso al verla de paso para luego regresar la atención a Kurosawa.

    Acentué las facciones en lo que mencionaba que estábamos en el mismo salón de clase, sintiendo el codo de Paimon sobre mi hombro, pegando su cabeza ligeramente con la mía.

    —Como en los viejos tiempos —murmuró con respecto a compartir el mismo salón de clase en lo que recibíamos la sonrisa de Kurosawa.

    Algo para resaltar, era que la chica aquí presente era por demás amable al perder el tiempo con nosotros buscando un correo que ninguno de los dos había puesto empeño en encontrar. En cuanto a su siguiente pregunta ladeé ligeramente la cabeza, porque bueno, una cosa no tenía que ver con la otra y era ella la que había preguntado casi lanzándose al frente con la posibilidad de ser guía el día de hoy.

    —¿Perderías tu tiempo para guiarlo? —bajé el tono de voz adrede, y ya luego volví al tono habitual, pestañeando con parsimonia tras los lentes—. Sería más caballero de nuestra parte llevarte a tu salón de clase, Kurosawa.

    Paimon pareció repasar los orbes naranjas tan solo para mencionar:

    —No tengo problema tampoco en acompañarte hasta tu clase —retiró el codo de mi hombro y se acomodó su mochila en el suyo—. Ah, y creo que tienes otra admiradora más, Craig —comentó a lo que giré el cuello sin prisa al lado contrario, denotando la cabellera albina tras un par de casilleros. Parecía hacer algún intento de esconderse, y bueno, en definitiva no había funcionado—; como en los viejos tiempos, nada cambia, ni eso.

    Volvió a repetir a lo que relajé los hombros.

    —Supongo.

    No parecía apropiado el hacerle saber a la muchachita que la habíamos visto... ¿viéndonos? o ¿viéndome? Por lo que fingí demencia. No sabría si Kurosawa la invitaría a participar en la conversación, ya que a la final teníamos que pasar por el lado de la desconocida para llegar a las gradas.

    >>Te seguimos entonces, Shiori —comentó el otro, estirando la mano frente a ella—, y te recibo mi teléfono, claro, a menos que quieras que te acuse en la dirección que no sé donde queda —el tinte sarcástico le decoró la voz a lo que solté el aire por la nariz, casi en una risa ligera.
     
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    Zireael

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    A ver, tenía que estar demasiado ciega para no haber notado el chispazo de cabello blanco que de repente estaba observándonos, más bien a Craig, pero noté que intentaba pasar desapercibida así que no dije nada al menos de momento. En su lugar puse la atención en los muchachos, al moreno le había tocado en la 3-2, el salón de su amigo, pero también el de Altan y Cayden. Era una clase decente, suponía.

    Por otro lado, era evidente que ninguno de estos dos había buscado a conciencia el susodicho correo, pero ya que yo estaba allí no vi por qué no ayudarles, aunque era como decirles que estaba bien hacer el vago.

    —No veo por qué no —respondí en un tono parecido a la pregunta de Craig, pero luego los miré a ambos todavía sosteniendo en teléfono en dirección a ellos y se me escapó una risa baja—. Más que acompañarme a mi clase suena a escoltarme, pero no seré yo quién se queje.

    Entre la afirmación de Paimon de que no le molestaba acompañarme, también mencionó a la albina que nos estaba observando y la miré de reojo un segundo, entre divertida y enternecida. Lo que me trajo de regreso al par fue la mención al móvil y retraje mi mano apenas unos centímetros, sin devolverle el aparato, a la vez regresé los ojos a los suyos y sonreí.

    —Puedo mostrarte dónde queda la dirección, por si quieres acusarme por algo en otro momento.

    El comentario fue medio extraño, pero lo solté como una broma y tardé menos de un segundo en dejar el móvil en su mano antes de girar el cuerpo para comenzar a caminar hacia las escaleras y al hacerlo no nos quedó más remedio que acercarnos a la albina que estaba en modo ninja. Entre pasar de su existencia o decirle algo a mí me parecía más feo ignorarla, se le veía de buen humor y todo, así que cuando estuve cerca de su posición la miré directamente dedicándole una sonrisa.

    —¿No quieres venir con nosotros? —dije hacia la chica aunque no la conocía de nada—. Los muchachos se ofrecieron a acompañarme a mi clase.


    Bruno TDF me dejaron la posibilidad de elección y yo digo que Vero viene con nosotros ehe

    pueden irlos arrastrando si gustan/lo ven necesario por el tiempo y tal
     
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    Bruno TDF

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    Pequeños fragmentos de conversación llegaban a mis oídos, un poco mezclados con las charlas de otros estudiantes a nuestro alrededor. En el grupo que estaba observando con mi mejorable discresión, hablaban de guiar al muchachito relax, lo que me dio entender que a lo mejor era un estudiante recién transferido. Su actitud tan despreocupada me resultaba agradable, también la inmensa calma de la chica. Pero gran parte de mi atención permanecía en el albino; los lentes quedaban demasiado bien con su cabello y su carita, además de que se mostraba divertido con su manera de dirigirse a los demás. Me pareció también que era todo un caballero, porque propuso acompañar a la chica hasta su clase, una idea muy amable con la que todos parecieron estar de acuerdo.

    Pero mi escondite fue rápidamente descubierto, lo supe porque no tardó en llegar a mis oídos la palabra “admiradora”. Aquello hizo que me abrigara un poco más detrás de mí escondite. Sólo dejé medio rostro asomado, con una mano apoyada en el lateral de los casilleros, pero al final se me dibujó una sonrisa. En realidad, me alegró que me descubrieran. Pero conociendo cómo solía llegar a ser con ciertos impulsos, la emoción por encontrarme a otra lucecita habría llevado a que mi lado confianzudo hiciera de la suyas. Decidí esperar en mi lugar. Empecé a sentir algo más de expectativa porque, si ya sabían que me encontraba allí, quizá podríamos intercambiar un par de saluditos antes de ir a nuestras aulas. Todo dependería de la suerte.

    Y vaya que la suerte estuvo de mi lado, con bastantes ganas he de decir. Porque cuando pasaron junto a mí, la chica me dijo de acompañarlos. Su invitación me provocó una inmensa dulzura que se reflejó en la sonrisa que le devolví. No me conocía de nada, pero me había hablado con toda la confianza del mundo. Cositas como esas, eran muy valiosas para alguien como yo.

    —Yo encantadísima de ir con ustedes —le respondí en un tono alegre, con el buen humor creciendo en mi pecho; alcé la mirada hacia los chicos para dedicar a ellos, también, mi sonrisa—. Veo que ya estás bien acompañada, así que prometo que conmigo será todavía mejor —afirmé con una mano en el pecho.

    >>Ah, y soy Verónica, ¡un gusto conocerlos! —me presenté—. Me pueden decir Vero, Verito, o hasta Lucecita se quieren. ¿Y ustedes son...?

    Iba a arrastrarlos yo, pero no sabía si ir directo al pasillo del 2º piso o avanzar de a poco, jajaja. Les concedo el ritmo y yo me adapto (?)
     
    Última edición: 9 Agosto 2023
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    Estaba siendo una semana particularmente calurosa, ¿no es así? El sol era intenso incluso en esta hora temprana del día, pero no tanto para teñirme los pómulos de rosa, como siempre me pasaba cuando el calor era considerable. Eso seguro ocurriría si salía al mediodía o algo, ¡pero bueno…! De todas maneras entré a la academia dando suspiros y abanicándome el cuello con ambas manos, realmente me sentía acalorada. Copito se había quedado afuera, el gorrión sobrellevaba mejor los días como este. Yo en cambio me até los cabellos al alcanzar la zona de los casilleros, para que el aire acondicionado alcanzara más zonas de mi piel; sentir la frescura del interior fue tan gratificante que la sonrisita se me dibujó en los labios.

    Comúnmente estaría fantaseando con la idea de estar echada en la cama del apartamento, con la ráfaga de un ventilador haciendo ondear mis cabellos y la camiseta de dormir, pero las cosas eran muy diferentes ahora. En realidad no me faltaba motivación para ir por la vida haciendo mis cositas (salvo que fueran las clases), pero es que ahora la motivación era incluso mayor: sobre mi hombro cargaba un bolso deportivo, donde guardaba mi judogi para las instrucciones de judo de esa tarde, después del colegio. Pero también contenía un montón de folletos preparados para repartir. Y yo, bueno… Era una pequeña impaciente. Me cambié el calzado con algo de prisas: la mañana era corta y todo minuto debía ser bien aprovechado ahora que tenía un poco de arsenal a mano. En el interior de mi casillero dejé otras pertenencias, a excepción del bolso y los útiles que necesitaría para las clases del día (que fueron a parar, efectivamente, al interior del bolso).

    Con un montón de folletos en mis manos y dejando el bolso junto a mis pies, me paré cerca del acceso a los casilleros, donde pasaba la mayor cantidad de gente. Alumnos de mi curso y, de seguro, un montón de kohais para hacer vibrar mi corazoncito. ¿Existiría alguna palabra japonesa que combinara “sensei” con “senpai”?

    —¡Ejem! ¡Club de judo! —anuncié con voz suave, que sin embargó se elevó sobre el murmullo de las conversaciones. Comencé a extender los folletos hacia los demás, mostrando una genuina sonrisa de emoción— ¡Por favor, únanse al Club de Judo, una maravilla de arte marcial! ¡Necesitamos miembros! Desarrollo físico y mental garantizado. ¡Club de judo!

    Algunos folletos terminaron en manos de otros estudiantes, lo que fue un buen comienzo. Pero por el momento, nadie se detuvo a preguntar al respecto. Esperaba que mis dibujos fueran convincentes; eran de carácter más general, a diferencia del folleto de Ali-chan, pero confié en que tendrían la misma efectividad.

    Postito para dejar a Vero a disposición de quien quiera uvu
     
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